Los casinos de Las Vegas son casi todos temáticos y aunque al pie de una de las torres del Sahara hay un bar dedicado a la Nascar, no hay ninguno mimetizado al modo de la Fórmula 1 a pesar de su enorme paralelismo. Cada año millones de turistas de todo el planeta acuden a la «Ciudad del Pecado» en un intento vano de reventar las ruletas, pero a pesar de que muchos lo consiguen, los casinos siguen allí… porque siempre ganan. Esa misma ecuación es aplicable a la empresa que gestiona la F1; no solo es inmune a la crisis sino que crece a razón de un 10% anual. Se duplica aproximadamente cada década.
La competición más rápida del orbe no se creó por generación espontánea sino que es el resultado de una concatenación de acertadas jugadas en diversos planos de la realidad (contable). Nacida en los años 50 del siglo pasado, fue —empresarialmente hablando— poco más que unas reuniones de colegas que se juntaban para correr; no era aún una industria. A finales de los 70 Bernie Ecclestone, un agudo director-propietario de escudería, empezó a crear lo que es esto hoy al aceptar hacerse cargo de los viajes y el transporte internacional, un verdadero coñazo del que el resto de directores de equipo no querían ni oír hablar con tal de concentrarse en sus bólidos. Desde entonces Mr. E se ha ido haciendo con parcelas de poder hasta manejarlo absolutamente todo. Es como el Felipe II de la velocidad, en su imperio no solo no se pone el sol, sino que si en el circuito de Malasia se cambian a unas bombillas de bajo consumo, o en Interlagos se varía el césped de la entrada… él lo sabe.
El más rico de todos no corre cada domingo, ni tiene pilotos en plantilla. Ni siquiera fabrica nada que se pueda tocar con las manos. Sencillamente pone los mimbres para que todo funcione como un reloj suizo. Todo en la organización de cada prueba sigue un guión implacable, está previsto, o tiene una solución eficaz, original y que responde a una máxima que da lustre al conjunto: poco, pero bueno. Le acusan de haber llegado al Top 5 de las fortunas británicas, y él a cambio, con razón, aduce que cuando los pilló eran unos desarrapados que llevaban sus monoplazas en carromatos y ahora se desplazan en flamantes Gulfstream para 12 pasajeros.
A través de un entramado de compañías —abonadas a una fiscalidad tremendamente favorable— maneja Formula One Management, FOM para los amigos. El negocio se basa en cuatro patas: lo que pagan los circuitos por albergar cada carrera, lo que sueltan las teles por ofrecer las imágenes, la publicidad estática y esponsorización de carreras, y el Paddock Club, una especie de restaurante para millonarios y vips.
¿Quieres organizar una carrera? Es muy fácil. Necesitas pocas cosas: unos 40 millones de euros para abonar el canon, una pista, una infraestructura hotelera digna alrededor y convencer a Bernie de que eres de fiar. Si cumples estos requisitos, podrás montar el Gran Premio de Matalaguarra del Botijo. El inglés solo te preguntará dónde está el enchufe de la corriente y él se encarga del resto a excepción de la promoción del evento. Eso corre de tu cuenta y sin ello el graderío estará tan pelado como la testa de Mr. Proper. No olvides que lo que saques en taquilla sí será tuyo, y con ello pagarás la factura final. La ecuación es sencilla: a más gente, más entradas vendidas, y haces más caja. Fácil, ¿eh?
Hay lugares míticos, como Mónaco, que no paga nada por acoger la F1, o Monza, cuya factura no llega a los 10 millones de euros, pero a las pistas llegadas recientemente se les pasa la gorra en cifras que rondan esos 40 millones con un incremento anual que suele ser del 10%. Debido a lo abultado de las cuantías, es muy raro que empresas privadas se hagan cargo de montar un circo de estos, así que esta responsabilidad suele caer directamente sobre gobiernos, de ahí que Ecclestone tenga línea directa con reyes, presidentes de gobierno o primeros ministros. Ese es su mercado potencial, los que mandan de verdad. Su destino: países emergentes (Rusia, México), otros que tienen pasta pero son perfectos desconocidos en el resto del mundo (Abu Dhabi, Bahréin) o los que quieren revitalizar zonas y áreas sin demasiado valor que de golpe lo adquieren (India, Corea). Esta parte del negocio supone aproximadamente un tercio de los 1200 millones de euros que facturó FOM en 2012.
La segunda fuente de ingresos, otro tercio, proviene de las diversas televisiones que retransmiten las carreras. Si eres el propietario de una cadena y quieres ofrecer a tu público las carreras, pagas un canon que varía dependiendo de tu mercado potencial, el número de culos que se sienten ante tu pantalla, y curiosamente, tienes algún incremento si algún piloto es de tu país y le va bien. Eso es señal de que a ti te irá mejor. En España los que pegaron el pelotazo fueron los de Telecinco. Las hazañas de Alonso reventaban los audímetros, los anunciantes tenían que colocarse en listas de espera y movían los hilos para aparecer el siguiente fin de semana, y la burbuja inmobiliaria engrasaba las cuentas de todo. En 2013 todo esto es más complicado. Hay menos anunciantes, los spots se cobran más baratos y el dinero no fluye igual. Pero Bernie pasa su gorra igualmente, su espectáculo nunca se para… ni su caja registradora. Las teles que no pagan apenas reciben un pequeño resumen de minuto y medio que solo pueden utilizar en programas informativos, pero si abres la cartera puedes hacer prácticamente lo que quieras. Entrenamientos libres, cronometrados, programas en directo, diferido, puedes añadir señal de tus propias cámaras enviadas que sumas a la señal genérica proporcionada por FOM, Internet. ¿Internet? De manera limitada. Bernie teme a lo digital porque el grifo de dinero televisivo se cerraría. No cree en un iTunes de la velocidad. De esta alcancía sale lo que se embolsa cada escudería en función de sus resultados cada año.
La tercera ventanilla del negociado es la publicidad, y no las del eco mediático que proporciona un evento de calibre planetario, sino la de los letreros visibles en cada pista. En el momento en que FOM pone sus pies en un circuito, todo es suyo, desde las oficinas hasta la publicidad permanente del recinto que queda tapada, cubierta, eliminada. Si no pasas por su caja, olvídate de asomar en su jardín. Durante el Gran Premio del Mediterráneo disputado en Valencia en 2012 un avispado empresario se la metió doblá cuando en un plano de cámara vital durante la retransmisión le calzó un enorme cartelón con su publicidad por la patilla colgada de una grúa de varias toneladas. Esa misma tarde los chicos de la organización colocaron otra publicidad de Pirelli por delante y el incendio quedó sofocado. El fabricante de gomas quedó encantado; el espabilao no tanto, pero fue una pequeña victoria de su ingenio. Todo está muy medido y en lugar de desparramar todo tipo de anuncios de manera anárquica por donde pasan los coches, lo que se hace es que se tematizan zonas de la pista de manera que cuando una cámara apunta a una curva, solo se ve a un anunciante, desde abajo y hasta la parte alta de tu pantalla. Para ello, las teles tienen prohibido poner faldones, textos que se mueven por abajo o nada que no sea exclusivamente lo que Bernievisión retransmite; pa poner tus anuncios, tienes que cortar. Y no te pienses que los operarios sencillamente amarran los letreros a lo primero que pillan, no. El realizador del evento, empleado de FOM, llega unos días antes y les dirige desde los puestos donde planta sus ojos electrónicos para optimizar el visionado de cada patrocinador. Al que afloja la mosca hay que dejarlo contento.
Otra forma de patrocinio es la de poner tu nombre a un Gran Premio. A cambio de 2,5 millones de euros —precio negociable si compras en lote— puedes convertir a Vettel en un perfecto trípode de tu logo en el pódium. Entrarás en la historia gráfica del deporte de manera inevitable.
La cuarta fuente de ingresos de la F1 es esa especie de garito VIP que suele estar colocado en la azotea del edificio de boxes. A cambio de una media de 3500 leuros, tienes acceso pata negra a la mejor de las visiones de la salida de un gepé. El precio varía según la demanda del lugar, y los más caros son los de Abu Dhabi, que rondan los 4500 euracos. En Mónaco no están a la venta, pero allí tienes una opción aún más cara: alquilar un megayate-dormitorio o pillarte una plaza de parking acuático para tu buque. Los precios superan cualquier expectativa y varían en la medida del calibre de tu chalupa.
Volviendo al ComederoF1, caviar, langosta y el champán oficial Mumm son moneda común en tan ilustre establecimiento temporal. El camarero más desaliñado parece sacado de la barra del Hotel Overlook, el de El Resplandor. Pajarita y zapatos relucientes, trato exquisito y atenciones únicas. Por allí pasan invitados de los patrocineitors, tíos verdaderamente importantes, tías despampanantes y… comerciales de alto caché. La cuenta es sencilla; si vendes productos megapremium como jets privados, yates de más de 100 metros o islas caribeñas este es tu coto de caza. Asistir a todo trapo a todo un Mundial te puede salir por 100-120 mil euros, pero basta con que coloques un cuadro de Picasso para que con la comisión te pagues diez temporadas viendo las carreras a cuerpo de rey. Piénsatelo, es una inversión y tu beneficio colateral no te lo podrá quitar nadie. Pero no olvides que Bernie, el Gran Hermano de la Velocidad, te estará observando. Podrás hacer tu negocio, pero si verdaderamente quieres colocar lo tuyo, habla con él, dale su parte y te llevará a darle la mano a aquellos árabes del fondo a los que al caminar les ponen billetes de 500 para que no toquen el impuro suelo. Esos te comprarán y Ecclestone sonreirá de medio lado mientras agita unas monedas en el bolsillo de sus pantalones negros y da instrucciones a través de su walkie-talkie. Al final, como en los casinos de Las Vegas, la banca nunca pierde.
Clarísimo y brillante artículo, excelentemente documentado, que dice las cosas que no son habituales en los medios (la verdad del asunto, no lo que «al asunto» le conviene que se diga de él), y que pone de manifiesto lo que cada vez más se sabe, y lo que al mismo tiempo resulta más opacado:
Que el deporte, en su consumo masivo, ni es deporte ni es nada, sino una excusa más para el movimiento de CAPITAL: o sea, de sumas de pasta etéreas, y tan gordas, que jamás ni ustedes ni yo vamos a poder verlas en nuestras narices.
El fútbol, el baloncesto, el tenis… todavía se disimula (cada vez menos) algo, pero la Fórmula I es, sin duda alguna, el cenit de la competitividad reglada y deportiva capitalista. Cada año en busca del mejor motor, cada año cambios en las reglas, cada año algún nuevo piloto con ganas de comerse el mundo; y sólo vale ganar, claro. Si no ganas, estarás ahí, pero no serás nadie.
Ecclestone, otro ejemplo de cómo puedes tirarte la vida en el top, con tal de renunciar a cualquier cosa que se parezca a la vida. Y con tal de abarcar cuanto más puedas mejor.
Felicidades por el artículo.
Muy bueno. Muy muy bueno. FE-NO-ME-NA-LE
Hay un pequeño error en el artículo: lo que sale de taquilla no es todo tuyo, las primeras ¿20000? o puede que más entradas son para el tito Bernie, tu te llevas lo que pase de ahí.
no se lleva nada de la taquilla. es que el dinero del canon que cobra sale de la taquilla y se considera que cuando se recauda lo que él se lleva «eso es lo de Bernie». cuando se supera la cifra de su comisión se entiende que es beneficio.
Hoy sale en la prensa local de Valencia que el resultado del GP del 2012 fueron 60 millones de perdidas.
Saludos desde Matalaguarra del Botijo.
Excelente artículo, si escribo un día de estos un artículo en mi blog, no dudaré en linkear este artículo, porque me ha encantado, felicidades.
60 millones de perdidas en Valencia? Ya sabes lo que desviaron entonces Fabra, Barbera y Cia, disfruten lo votado.
«¿Quieres organizar una carrera? Es muy fácil. Necesitas pocas cosas: unos 40 millones de euros para abonar el canon, una pista, una infraestructura hotelera digna alrededor y convencer a Bernie de que eres de fiar. Si cumples estos requisitos, podrás montar el Gran Premio de Matalaguarra del Botijo.»
Y así, hijo mío, fue como el amo Camps y su amigo Fabra consiguieron el Gran Premio del Mediterráneo para Valencia. Si, llevaron a la Comunidad Autónoma a la quiebra y por eso no tenemos dinero para comprarte zapatos o mandar a tu hermana al colegio… ¿Pero quién necesita esos lujos cuando tuvimos el privilegio de ver competir a Fernando Alonso en vivo y en directo?
-¿Te gusta el circuito de Fórmula 1 que ha hecho el abuelo?
Hace muchos años los organizadores del GP de Montjuic tenían problemas para vender las entradas, a pesar de que las habían puesto baratas, Bernie les dio la solución: Subidles el precio. Las vendieron todas.
crackkkkkk
Me ha encantado. Si en el insti me enseñaran asi hasta me gustaria ir a clase
El último párrafo es genial
Estupendo articulo. Pero no olvidemos que el tiburón convive con las rémoras. Cuando lo del pelotazo de telecinco nuestro Ecclestoncito de aquí también ascendió de nivel -y ese tampoco ha tenido ni pilotos ni escuderías, creo que lo que tiene se llama suegro-. Hay fotos hasta en la prensa del colorin.
Un saludo
Fantástico y divertido artículo! 10/10
Pues es (oh! casualidad!) el mismo modelo de negocio que aplica la UEFA tanto con la Europa League como con la Liga de Campeones.
Una vez más sorprende, cuanto oculto, en tan rápido y ruidoso motor, muy interesante los entresijos de Bernie.
Vemos el futuro en un hombre que tenia que estar jubilado, cuanta visión.
La Generalitat (es decir, el dinero público) al final se ha tenido que comer el marrón de Valmor Sports, la sociedad de personajes como Aspar o el ejemplar Fernando Roig, que gestionó en Valencia la Fórmula 1. Y ya se sabe, si hubiera salido bien, las ganancias para ellos. Como ha salido mal, rescate y a pagarlo entre todos.
¿De verdad era necesario tanto ‘slang’ y tanta cursiva para poner casticismos? ¿Se supone que es gracioso, que da ritmo, que está bien escrito?
No
¿algun administrador puede hacernos en favor de eliminar comentarios como el de oximoron? no aporta nada, no comenta la noticia sino su estilo, tiene un criterio que solo le importa a el, mete mierda y es un enterao. vaya regalito
Siguiendo con las preguntas ¿Ahora no se puede criticar el estilo de un texto? ¿Sólo vale meterse en el fondo del asunto y aplaudir al autor? ¿Está penada la crítica? ¿No es el estilo parte de la escritura? ¿No es Jotdown una web en la que se supone que el estilo tiene una importancia en los textos? ¿No presume la web de escritura (además de extensión, claro)?
Pues me parece que si supones todo eso y el articulo sigue ahí es pq a lomejor el equivocado eres tu. Y si eres capaz de hacerlo mejor, porque no te ofreces a la web y la mejoras, artista?
Muy clarificador artículo. Excelente. Gracias.
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