Baedekers Opinión

Jordi Pérez Colomé: Los británicos dimiten mejor que los españoles (y hacen mejor periodismo)

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Nadie en España sabrá quién es Tom Watson. No importa: es un diputado laborista británico. Me interesa solo porque el cuatro de julio dimitió de su cargo como coordinador electoral del partido por un escándalo local. Para anunciarlo, envió una carta a su líder, Ed Miliband.

La carta es espléndida. Cuando salió, acababa de publicar aquí un artículo titulado El desprecio por la lengua española, sobre el mal uso de la lengua. Pensé que sería bueno poner ejemplos opuestos, de buen uso. Tropecé con este texto de un político y me pareció útil. Empieza así:

Querido Ed,

Dije que seguiría contigo como coordinador electoral general dentro del Gobierno en la sombra mientras fuera útil. Creo que sería buena idea para ti, y para mí, si dimito ahora de ese rol.

Como sabes, ofrecí mi dimisión el martes y me pediste que la reconsiderara. Lo he pensado y aún creo que es mejor para mí y para la futura unidad del partido que me vaya ahora.

No es para tanto, podrán pensar algunos. Pero sí es para tanto. He buscado una carta de dimisión de un político español. Se me ocurrió primero el presidente andaluz, José Antonio Griñán, pero no hizo ninguna carta, ni siquiera dimitió.

Gugleé «carta de dimisión» y solo salían recomendaciones de cómo escribirlas. Añadí «político”» a la búsqueda y apareció solo una carta de Josep Piqué de 2007; la dimisión española es rara. Aquel año Piqué dimitió como líder del Partido Popular catalán con una carta a Mariano Rajoy, presidente del partido. Empieza así:

Querido Presidente y amigo Mariano:

Como recordarás, hace varios días te escribí para comunicarte mi decisión de dejar la dirección del Partido en Cataluña y, por añadidura, mi dedicación a la política. Creo que te daba razones más que suficientes para justificar mi actitud. Y, pienso, sinceramente, que todas siguen siendo válidas. En otro momento, y en circunstancias distintas, ya te ofrecí mi puesto ante la clara desautorización a la que me había sometido la Dirección a través del Secretario General. Tu solicitud, argumentada sólidamente no sólo en términos políticos sino, sobre todo, humanos, y mi aprecio personal y político hacia tu persona, logró que, entonces, reconsiderara mi postura.

Recientemente, en virtud de lo que te expuse en mi carta, llegué a la conclusión de que mi permanencia no era sostenible y así te lo trasladé, con toda sinceridad y honestidad, y convencido de la irreversibilidad e inevitabilidad de mi salida, y desde la convicción de que era lo mejor, para ti y para el Partido, que fuera cuanto antes.

Tu petición de que abriera unos días de reflexión y, sobre todo, mi profunda voluntad de no perjudicarte, a la vista de los argumentos personales que me utilizaste, logró, de nuevo, que lo haya intentado otra vez, sabiendo, como tu sabes, que mi compromiso no iba a ir, en ningún caso, más allá de las generales y con el único objetivo, en lo personal, de contribuir a tu victoria que deseo fervientemente por el bien de España y de todos.

Siento la enorme cita, pero la culpa no es mía (he quitado aun un párrafo entero). Dice lo mismo que el inicio de Tom Watson: es mejor que me vaya ahora, aunque no quieras. Si no me he descontado, el fragmento de Piqué tiene 26 subordinadas o aclaraciones. Sin toda esa paja, quedaría así:

Hace varios días te escribí para comunicarte mi decisión de dejar la dirección del Partido en Cataluña y mi dedicación a la política. Creo que te daba razones más que suficientes para justificar mi actitud. Pienso que todas siguen siendo válidas. Ya te ofrecí mi puesto ante la clara desautorización a la que me había sometido la Dirección a través del Secretario General. Tu solicitud logró que reconsiderara mi postura.

Recientemente, llegué a la conclusión de que mi permanencia no era sostenible y así te lo trasladé.

Tu petición de que abriera unos días de reflexión logró que lo haya intentado otra vez. Mi compromiso no iba a ir más allá de las generales y con el único objetivo de contribuir a tu victoria que deseo fervientemente por el bien de España y de todos.

Hay dos cosas espectaculares. Primero, Piqué no dice en ningún momento «me voy». Se sabe pero no queda claro. Dice al principio que escribió para pedir irse, pero Mariano le dijo que no. Luego —o «recientemente», en el laberíntico lenguaje de Piqué se lo «trasladó», que es un verbo poco convincente.

Segundo, toda esa parafernalia aclaradora solo tiene un objetivo oculto: en realidad no quería irse. Una curva tras otra en el lenguaje tienen solo la esperanza perdida de que en algún momento reaccione Mariano y grite: «¡No, Josep, no dimitas!».

Si hubiera querido irse y punto, sin rollos, hubiera hecho como Tom Watson. El resto de las cartas desprenden diferencias parecidas. Aquí y aquí pueden leerse enteras. Así por ejemplo desea lo mejor Watson:

Tienes dentro poder ser un extraordinario primer ministro laborista. El camino está siempre lleno de baches pero estaré contigo todo el trayecto, animando desde mi escaño. Eres mi amigo y líder, y haré todo lo que pueda para que ganes en 2015.

Así lo hace Piqué:

Siempre mantendré mi afecto y aprecio hacia tu persona y hacia nuestro Partido que me ha dado la oportunidad de conocer a magníficas personas, de descubrir nuevos amigos, y de poder prestar, modestamente, un servicio a los intereses generales, tanto en labores de gobierno, como desde hace ya cuatro años, desde la oposición.

Yo preferiría tener en mi equipo a Watson. El uso de las palabras dice más de lo que significan. No me gustan los rollos. En los dos mensajes, la sensación persistente es que Watson quiere algo y que Piqué deambula. Deambular es disimular, no saber qué quieres en esta vida. La gente que no sabe qué quiere en esta vida es mejor que no sean políticos. (Es un deseo inútil).

*

Aprovecho la cita británica para hablar de periodismo británico. A mediados de julio estuve unos días en Londres. Me compré unos cuantos periódicos, al azar, tabloides y no. Me encontré con estos siete ejemplos de trabajo bien hecho y escritura clara.

1. La crítica parlamentaria es un género. En el Daily Mail, el crítico de los diputados es el mismo que el teatral, Quentin Letts. En el día que lo compré comentaba un debate entre el ministro de Industria, Vince Cable, y un miembro de la oposición, Chuka Umunna. Letts describía a Chumma con estos tres calificativos: «su manera de Audi descapotable», «ligereza de pies», «fotogénico en la tele». Nunca un diputado español habrá recibido un comentario tan atento.

2. Los editoriales pueden hacer reír. Se había sabido que el ministro de Exteriores, William Hague, se dedicaba a escoger botellas de vino para banquetes públicos. Algunas costaban más de 200 euros. Fue un microescándalo. El Daily Mail le dedicó este editorial:

El buen vino es una de las alegrías de la vida. Pero la mayoría de nosotros solo tendremos la suerte de probarlo una vez, y quizá ni eso. ¿Debe ese privilegio concederse gratis a los invitados del gobierno, y debe el contribuyente asumir la cuenta?

Es difícil de entender, y aún es más difícil descubrir por qué el ministro de Exteriores de Su Majestad dedica ni siquiera un segundo de su valioso tiempo a elaborar una lista de vinos para las recepciones diplomáticas. La mayoría de la gente que va a esos actos no podría distinguir Néctar de Dioses de vinacho del supermercado. Deben ser servidos en consonancia.

3. Los reportajes pueden ser en profundidad. El Guardian permitió al periodista Patrick Kingsley dedicarse a reconstruir la matanza de 51 personas en una protesta en Cairo el ocho de julio, que lo explica así: «En una investigación de una semana, que ha incluido entrevistas con 31 testigos, locales y personal médico, así como análisis de vídeos» y «el ejército ha declinado cuatro peticiones de entrevistas a soldados». El resultado de tanta dedicación son tres páginas llenas de detalles.

4. La profundidad también es útil en asuntos frívolos. Una periodista del Daily Mail, Liz Jones, dedica un artículo a comentar la decisión repentina de Marks&Spencer —una cadena más conocida por sus precios bajos de vender trajes de 900 euros. Aparte de sus comentarios, Jones hace esto: «Fui a una parada de taxis y pregunté a 60 taxistas lo mismo [si se gastarían 800 libras en un traje de Marks]. Solo seis dijeron que quizá comprarían un traje en M&S a ese precio, pero solo si se casaran o fueran a Ascot o a un funeral. «Pero solo si es el funeral de un pariente cercano», uno dijo. «No de un pariente lejano»». El nivel de detalle aporta información y es un verdadero servicio público.

5. Los políticos saben escribir. El alcalde de Londres, Boris Johnson, escribe buenos artículos en el Daily Telegraph, sin frases absurdas. Tiene una explicación: antes de ser político, Johnson fue periodista. Dirigió un magnífico Spectator hace una década, al que estuve suscrito y donde aprendí bastante.

6. Los deportes son más genéricos. Una sección de deportes puede abrirse con un reportaje a dos páginas con este titular: «Fue el ídolo de los 70 que hoy se ve obligado a vivir en «una cárcel de 9 libras a la semana». Alan Hudson ha tocado fondo». Hudson ganó la Recopa en 1971 con el Chelsea y ahora vive en un hostal para sin techo en Notting Hill Gate. Es noticia.

7. Las cartas al director discuten asuntos atractivos. Un lector del Telegraph se quejaba del uso creciente de «see you later» [hasta luego] por parte de gente que «ni conozco ni veré nunca más». Al día siguiente otro le respondía: «»Enjoy» [disfruta] es otra irritación que ha entrado en el vocabulario».

8. Hay ofertas de trabajo creíbles. En la sección de Trabajo del Guardian, se anunciaba el Mail Online: buscaban «candidatos adecuados que trabajen como periodistas en medios nacionales o webs y periódicos locales bien establecidos con una carrera impresionante de encontrar y lograr noticias exclusivas de interés nacional y global». Lo mejor era las ciudades donde iban a trabajar esos periodistas: Londres, Nueva York, Los Angeles. Hay periodismos vivos.

*

Mientras en Londres me entretenía con la prensa, gracias a Irene Sánchez, vi esta frase en un artículo de Manuel Cruz en El País:

En ese sentido, cabría afirmar que lo característico del presente momento histórico sería que, más allá de lo planteado por el calvinismo (o, en su versión filosófica, por el kantismo), que instaba a la interiorización de la ley moral, ahora lo que el individuo estaría interiorizando sería el entero orden del mundo (esto es, el campo de batalla en su totalidad, ampliado en la forma que acabamos de señalar), sintiéndose responsable también de su ineficiencia en cualquier ámbito a través de la falacia del empresario de sí mismo.

Víctor Lapuente le respondía algún día después, y decía que, a pesar de su desacuerdo, «me gustaría subrayar que [Cruz] escribe maravillosamente bien». La broma merecería un editorial británico.

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20 Comentarios

  1. Los británicos escriben muy bien, pero de nada sirve un apurado y florido estilo cuando tienes unos grilletes apretándote las muñecas, cosa que pasa en muchos paises. Pero en el Reino Unido pasa menos, la libertad de prensa no se cuestiona y la autocensura se deja para temas muy señalados que tarde o temprano son abordados por algún tabloide hambriento de ventas.

    Fue ejemplar la cobertura de The Times sobre el caso de los pinchazos telefónicos del News of the World. Ambas publicaciones pertenecen al emporio de Robert Murdoch, pero eso no fue razón para que la cabecera conservadora atacase duramente en sus editoriales a sus colegas de profesión y a la deficiente respuesta que estaba dando su jefazo en la comisión de investigación abierta por el gobierno. Comparemos esa actitud con la de los medios españoles cuando los trapos sucios de sus accionistas o inversores se airean en público.

  2. Oxímoron

    No voy a hacer una gran defensa de la prensa española, que no lo merece, pero si cogemos algunos ejemplos siempre encontraremos artículos que pasarían el corte de este articulista.

    Aquí va un ejemplo. http://cultura.elpais.com/cultura/2013/07/19/actualidad/1374259598_752345.html

  3. Pingback: Jordi Pérez Colomé: Los británicos dimiten mejor que los españoles (y hacen mejor periodismo)

  4. Maestro Ciruela

    Le encuentro en mucha mejor forma literaria y periodística ahora, que en su artículo sobre «los mejores cafés del mundo». De hecho, he leído el texto de un tirón sin saber quién lo había desarrollado; grande ha sido mi sorpresa al comprobar que era usted. Supongo que aquél no era su día, pero en fín…
    Siga así, que por aquí vamos bien.

  5. Arkaitz Mendia

    Cada vez que veo en «El País» un artículo de Juan Goytisolo me digo «Esté tío sabes cosas, tengo que intentar leer el artículo». Pero no puedo, hace frases larguísimas, se va por las ramas, me ahogo leyéndolo. Una pena.

    • ¡Pues intente leer una crítica cinematográfica de Jordi Costa en el mismo periódico o en cualquier otro sitio! Yo tenía un vecino argentino, hombre culto, escritor de guiones radiofónicos en Buenos Aires y con un par de libros editados en su país, que tuvo que ser ingresado por una apoplejía después de leer no recuerdo qué crítica de Costa. ¡Qué exagerados estos argentinos, che!

  6. Manuel Cruz es filósofo y la cita que recogen aquí corresponde a una «tribuna» de la sección de opinión del diario El País, publicada el 9 de junio de 2013 y titulada «Cuando todo es campo de batalla».
    No es un artículo escrito por un periodista.

    La cita de Víctor Lapuente, politólogo, corresponde a la réplica publicada el 18 de junio en la misma sección.
    Tampoco es un artículo escrito por un periodista.
    Ni por un humorista:
    «(…) El talento de Manuel Cruz (me gustaría subrayar que escribe maravillosamente bien, a pesar de que discrepo del contenido de este artículo) le permite condensar todos los ingredientes de esta tradición en pocas líneas, con lo que lo utilizaré para intentar desmontar tres miedos en los que se sustenta ese antiindividualismo tan nuestro y tan erróneo para guiar la visión política del país.»

    Efectivamente, los británicos hacen mejor periodismo

  7. Espero que Colomé se incluya en el saco español y no en el británico, pues como buen periodista patrio echa capotes a los «buenos» de siempre.

  8. anterior a la dimisión de Piqué como presidente del PP en Cataluña, se produjo la del ministro de trabajo Manuel Pimentel del gobierno de Aznar, pocas semanas antes de las elecciones generales de 2.000. La causa fué la corrupción de un subordinado (Juan Aycart) al subvencionar una empresa de su esposa… lo comunicó a Aznar en un fax que no he podido localizar y en cualquier caso, lo hizo justo antes ante la prensa… «Juan Aycart era más que un colaborador; era un amigo que no me había trasladado siquiera la existencia de esa empresa», dijo. Y aunque no ve «indicios ni de ilegalidad ni de desvío de fondos», Pimentel cree que los políticos deben «asumir su responsabilidad por acción y por omisión». «Por ello, porque uno debe ser responsable de lo que hacen sus colaboradores, voy a presentar mi dimisión como ministro de Trabajo y Asuntos Sociales».

    …algún tiempo después, abandonó el PP

    creo que por excepcional, al ejemplo de Pimentel ha de ser traido aquí

  9. Pingback: Enlaces para comenzar la semana (II) - Marcos Merino 3.0

  10. Gustav Pilchard

    Jordi,

    Tantas loas a la madre de todos los Parlamentos…en el sentido Español me refiero.

    Los diputados de la Camera de los Lores no tienen que pasar ni siquiera por las urnas, todos van elegidos a dedo, y entre sus filas siempre figuran varios donantes grandes de los partidos politicos….

    …eso es, la financian de los partidos a traves de la tradición, que cuanto mas absurda, injusta, y anacronica, mejor: eso es Gran Bretaña. La corrupcion institucionalizada y hecho normal social en el pais mas clasista del mundo.

    En cuanto al Daily Mail, ni para envolver el fish and chips, aquello es veneo puro, a abstenerse, un consejo.

    Y en cuanto a tu obsesión con que todos hablemos como tu crees conviente, con una sola palabra me basta (seguramente apruebas): heteroglossia

    http://en.wikipedia.org/wiki/Heteroglossia

    Un saludo

  11. El periodismo británico es el mismo que utiliza prácticas mafiosas, como el hackeo de buzones de voz de soldados muertos, de la familia McCann y varios personajes del mundillo famoseo para conseguir la última exclusiva. El mismo que llevó a Murdoch a juicio, al cierre del News of the World y consiguiente despido de la plantilla, el que publica en la página 3 a una tía en pelotas y se pasa las protestas de los diversos grupos feministas por el forro, el mismo que asusta con historias de terroristas cobrando el paro y desempleados con mansiones en Londres. La misma prensa que ha necesitado la Leveson Inquiry, pagada por el contribuyente, para decirle a sus periodistas hasta donde pueden meter el hocico, qué es periodismo de investigación y periodismo basura.

    Otro caso del efecto «Fernando Alonso», tan español, por cierto. Me voy un finde a Londres, me compro tres periódicos y ya soy un experto en periodismo internacional, en Fórmula 1 y en todo lo que se me ponga por delante.

  12. Cansa tanta anglofilia. Resulta cansino y papanatas tanta devoción a lo británico. No son mucho mejores que nosotros. Eso sí, saben venderse muy bien. El colonialismo cultural anglosajón es aplastante… y llega a ser agobiante. El mundo es muy ancho.

    • Totalmente de acuerdo. El anglocentrismo en la esfera cultural es apabullante. Personalmente, estoy harto de esas listas que publica el New York Times o Amazon sobre los «mejores libros del mundo», y donde puedes encontrar el título de debut de cualquier escritor novel de Bangalore o Nigeria con tal de que escriban en inglés, pero de literatura en español tienes García Márquez, Cervantes y Neruda. Y, con suerte, –y, normalmente, si el autor de la recopilación es autora –Isabel Allende.
      Sólo un ejemplo más que me viene a la cabeza.

  13. Pingback: Hacer periodismo en España vs. hacer periodismo en UK | Lia.la

  14. Es obvio que el inglés es superior al español en cuanto a nivel de expresividad y a nivel de especificidad/claridad. No quiero sonar anti-español (soy mexicano) ni pro-inglés (o pro-gringo), pero mientras el Reino Unido de la Gran Bretaña y los Estados Unidos encabezan y dirigen los cánones y los niveles de venta de literatura (es así desde el siglo 19) y de periodismo alrededor del mundo (desde periódicos hasta televisión e Internet, todo es o inglés o gringo; si quiero enterarme de algo a nivel internacional, debo buscarlo en inglés), no se ha visto ni un solo libro salido de algún país hablante de español (sea España, sea México, sea Argentina, etc.) que se convierta en «best-seller» o por lo menos en algo que todos conozcamos sin necesidad de ser universitarios, académicos o eruditos. No desde hace siglos…

    El idioma español viene arrastrando los horribles lastres de la época barroca (probablemente, debido a que el enorme ego asociado al reportero y al escritor «se siente obligado» a probar su erudición), mientras que en el inglés «menos es más». Además (al menos en mi país), se enseña en las escuelas que «redactar bien» es escribir a la barroca (y abusar de la retórica, como hacen los políticos mexicanos a la hora de dar discursos), mientras que «palabras sencillas» significa «lenguaje coloquial». Los hablantes de inglés no tienen que lidiar con palabras raras o viejas (razón por la que ni los mismos españoles entienden el «Quijote»), conjugaciones obsoletas (en el caso mexicano, muchos de nosotros no entendemos ni el «vosotros» español ni el «vos» argentino; para nosotros esas cosas ya no existen) ni con «libertades artísticas» (nunca falta el escritor pretencioso que «usa su derecho» a «expresarse», y termina haciendo desastres tipo «Ulises» de Joyce, los cuales, lejos de darse a desear, hace que uno le agarre odio a leer). De ahí que la literatura inglesa sea tan exitosa.

    ¿Acaso han visto literatura profesional en español sobre ciencia-ficción, cosas románticas o cuestiones filosóficas o psicológicas que sea best-seller y no cosa de estudios literarios en universidad privada? Si Tolkien, Bradbury, Rowling, Suzanne Collins o Stephanie Meyer hubiera sido mexicanos, argentinos o españoles, nunca hubieran sido famosos (o nunca hubieran sido escritores). Leer a Shakespeare, a Blake, a Huxley, a Wells o a Tolkien es un placer. Leer a Cervantes, a Góngora, al Gabo o alguno de ésos otros del «boom» es una tortura tipo «Inquisición» (tengo que leerlos con diccionario en la mano; no sólo con D.R.A.E., sino también con el de Autoridades y el Pan-Hispánico de dudas). ¿Hay presencia de periodismo español en México (que no sea Internet ni televisión por cable; había radio de onda corta, pero se extinguió cuando llegó el Internet) y viceversa? Mientras BBC y PBS hacen sus propios programas educativos y documentales, RTVE y Televisa (por citar ejemplos de televisión en español) no salen de repetir lo que los gringos e ingleses ya dijeron, y hasta les copian programas (y también copian programas de otras televisoras inglesas y gringas), y lo hacen muy mal. :P

    En resumen: O el idioma español es un idioma que se presta a ambigüedades, inútil para la literatura, la prensa, la ciencia y la filosofía, o es cuestión cultural de los países hablantes de español, cuya educación no permite la síntesis de conceptos y de argumentación. xD

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