Cuando el Barcelona llega a Vitoria está en medio de lo más parecido a una crisis que ha vivido en los dos últimos años, desde que se quedara fuera de la Euroliga en 1998. Probablemente sea el precio a pagar por la decisión de Aíto García Reneses de remodelar desde el éxito: la temporada 1998/99 había ido considerablemente bien, con victoria en liga frente al Caja San Fernando de Javier Imbroda y remontada histórica en la Copa Korac contra el Estudiantes de Pepu Hernández, el Palau Blaugrana hasta arriba y Djordjevic con las lágrimas preparadas y su pancarta «Stop the war» para protestar por los bombardeos de la OTAN sobre Belgrado.
A estas buenas noticias había que añadirle la aparición de dos jugadores llamados a hacer historia aunque en fases bien distintas de su evolución: Juan Carlos Navarro, un base-escolta, famoso por sus tiros desde siete, incluso ocho metros —las llamadas «bombas» que le dieron su apodo— y Pau Gasol, un proyecto de maduración más lenta que con sus 2,14 podía jugar de alero, manejar aceptablemente el balón y machacar constantemente la canasta contraria al contraataque.
Ambos fueron campeones del mundo junior en Lisboa, verano de 1999. Navarro, como estrella, aunque todos los expertos coincidieran en que el bueno era Raül López; Gasol, como refuerzo desde el banquillo. Por altura y condiciones, lo normal sería que Navarro jugara como base, pero Aíto lo quería de escolta. Debutó en la temporada 1997/98, antes de cumplir los 18 años y fue campeón al año siguiente con todas las de la ley, una temporada en la que su amigo Gasol apenas disputó 26 minutos repartidos en cuatro partidos, anotando 12 puntos en total.
La llegada de los jóvenes, la necesidad de hacerles un hueco a ellos y a otras promesas del momento como el francés Alain Digbeu, el alero Rodrigo de la Fuente, llegado de la NCAA apenas un año antes; el serbio Milan Gurovic, el fichaje más caro de la historia del Barcelona; el prometedor griego Efthimios Rentzias o el holandés Francisco Elson, un pívot contundente, de poca calidad pero físico explosivo que Aíto confiaba en hacer madurar, produjo un pequeño cataclismo en el verano de 1999, especialmente cuando se supo que la gran estrella del equipo, Alexander Djordjevic no iba a seguir por decisión exclusiva del cuerpo técnico. El hecho de que inmediatamente recalara en el Real Madrid no ayudó a que la afición entendiera del todo el descarte.
Junto a Djordjevic salieron del equipo otros veteranos como Roger Esteller o Xavi Fernández, para dejarle espacio a Navarro. El sustituto de Djordjevic tenía buena pinta: Anthony Goldwire, un tirador con menos necesidad de asumir responsabilidades en ataque y mejor defensa que el serbio. Su problema era una ausencia absoluta de carisma y la sensación de estar de vuelta de todo, como si no entendiera nada de lo que le pedía Aíto y Aíto, a su vez, no consiguiera entender nada de lo que Goldwire hacía sobre el campo, donde acabará convirtiéndose en un escolta más mientras Nacho Rodríguez es el que dirige al equipo en sentido estricto.
La plantilla blaugrana a principios de la temporada 1999/2000 es exageradamente joven. Incluso Dueñas, el eterno proyecto de NBA, apenas cuenta con 24 años, y eso se trasluce en un principio irregular, con las habituales críticas del entorno. De los seis primeros partidos, Gasol solo juega uno, once minutos en un partido sentenciado ante el León, el resto los pasará con el equipo de EBA, donde Aíto tiene pensado que vaya siguiendo su progresión, procurando que ninguna tentación le aleje del puesto de alero que él ya ha fijado para Pau igual que en su momento hizo con Andrés Jiménez en los 80.
Gasol no va a jugar minutos de verdad hasta la jornada 12 de liga, ya entrados en noviembre, cuando el Caja San Fernando se toma la revancha de la liga anterior y el canterano aporta 5 puntos y 3 rebotes en 19 minutos. A partir de ahí, la cosa mejora para Pau, que no bajará de esa cantidad de minutos hasta la jornada 23, destacando los 7 puntos, 4 rebotes y 2 tapones que endosa al Real Madrid de Scariolo y Djordjevic en 24 minutos. Una victoria que no permite ocultar una liga y un juego demasiado irregulares, mediocres en ocasiones, como cuando el equipo se queda en 45 puntos en su visita al campo del Estudiantes. El Barcelona acaba la primera vuelta en cuarta posición. Cuando llega la Copa, ya ha bajado al quinto puesto, con ocho derrotas en 21 jornadas, algo muy poco habitual, pero, con todo, una menos que su rival en cuartos de final: el Real Madrid.
El Real Madrid de Scariolo, Djordjevic, Herreros y Angulo
No es casualidad que el partido más relevante de Pau Gasol en toda la temporada haya sido ante el Real Madrid. Aparte del bajo rendimiento de Digbeu y Gurovic en la posición de tres y las molestias habituales de Rentzias hay algo en su juego que desespera al equipo merengue: Scariolo no tiene un alero que pueda parar a Pau en ataque y sufre mucho con su defensa, siempre en punta con sus grandes brazos, agobiando a Herreros, agobiando a Angulo… La necesidad de jugar con Djordjevic y los dos Albertos en la línea exterior para ser competitivos hace que uno de los dos escoltas se tenga que juntar con Gasol en defensa. Pau aún no tiene el juego de poste que le hará famoso en la NBA, pero su superioridad en centímetros es abrumadora y no sufre ante tiradores que no intentan desbordarle por velocidad.
Lo único parecido a un «tres» puro que tiene el Madrid es Lucio Angulo, calificado por Javier Imbroda como «el mejor defensor de la ACB» en un sorprendente ataque de optimismo. Lucio puede poner en más problemas a Pau que su hermano Alberto pero a costa de perder muchos puntos en ataque. Otra posibilidad es colocar a Iturbe en esa posición, pero Iturbe apenas llega a los dos metros y tampoco es mucho más que un excelente tirador de tres puntos. El Barcelona tiene un filón ahí, aunque en realidad lo que preocupa al Madrid es su pobre inicio de temporada. Desde la marcha de Bodiroga, el equipo está sin rumbo. Se clasifica para la Copa del Rey en la última jornada de la primera vuelta, gracias entre otras cosas a la derrota del Casademont Girona en Vitoria.
El fichaje de Scariolo no ha conseguido revivir un equipo con poco talento más allá de sus tres anotadores: el belga Eric Struelens aporta físico y un buen tiro de tres metros, pero no es una estrella, como no lo es José Luis Galilea, el base suplente, ni Brent Scott, ni el tosco Mikhail Mikhailov.
En resumen, el equipo lo fía todo a la competitividad de Djordjevic. Una competitividad que, como sucedía en Barcelona, a veces llega y a veces, no. Cuando se produce el sorteo de cuartos de final de la Copa del Rey, por aquel entonces la gran competición en tiempos de un cierto apagón televisivo producido por la venta de los derechos a Canal Plus, el favorito es el Barcelona, sin discusión. Cuando llega el partido, la cosa no está tan clara y surgen los tópicos: «Estos encuentros son siempre distintos, da igual quién llegue mejor, la clave estará en nuestra defensa…».
Juegan quinto contra séptimo pero la sensación es de partido grande. La anterior ocasión en que ambos equipos se enfrentaron en esta ronda fue en 1996 y el partido acabó 115-110, victoria blaugrana después de tres prórrogas. A diferencia de entonces, cuando solo ex yugoslavos y ex soviéticos parecían tener sitio en la NBA, el Pabellón Araba se llena de «scouts» de la NBA. Casi todos vienen a ver a Navarro. Algunos están interesados en Gasol, un jugador cuya máxima anotación como profesional ha sido de 12 puntos, justo el domingo anterior, ante el Gijón. Un hombre con el que nadie cuenta, porque esto debería de ser un duelo Djordjevic-Goldwire con las ayudas de los veteranos: Herreros, Angulo, el renqueante Dueñas y el inclasificable Derrick Alston. No es lugar ni momento para novatos… o eso dictan los cánones.
Aíto, siempre Aíto
No ha habido entrenador en la historia del Barcelona tan criticado ni tan exitoso como Aíto García Reneses, que llega a la Copa del Rey de 2000 consciente de que son sus últimos años en el club salvo que consiga, por fin, después de tres finales perdidas, la ansiada Euroliga. Si Aíto ha destacado por algo es por no ceder nunca a las presiones, cabrear a aficionados y prensa… y tomar decisiones que han cambiado la historia del baloncesto español.
Como decía antes, pensar en algunos minutos para Pau Gasol y así aprovechar su superioridad de altura ante un equipo sin aleros tenía sentido. Lo que quizá nadie esperaba, el colmo del atrevimiento, es que Aíto metiera a Gasol de titular por delante de Digbeu, Gurovic y los muchos millones de dólares que habían costado ambos jugadores. Junto a Gasol forman Goldwire, De la Fuente, Alston y Elson. Físico, físico y físico. En el Real Madrid salta a la cancha su quinteto habitual: Djordjevic-A.Angulo-Herreros-Struelens-Scott. No es la primera vez que Aíto hace algo así, porque ya lo ha probado en el partido de liga regular, pero no deja de ser la confirmación de una fe total en el junior de oro.
Sin embargo, la genialidad táctica no funciona. En absoluto. Aíto plantea un partido nervioso, con presión en todo el campo para aprovechar los problemas de manejo de balón de Djordjevic y los dos escoltas blancos, pero cada intento de robo acaba con Struelens solo bajo la canasta machacando el aro azulgrana. Gasol no las huele, ni en ataque ni en defensa, y el Madrid se pone nueve puntos arriba (8-17) a los ocho minutos de partido. El Barcelona lleva dos canastas, pocos rebotes y una sensación de caos absoluto frente al juego pausado, correcto, sin estridencias de los de Scariolo.
A Gasol lo mandan al banco y sale Gurovic. El serbio nacionalizado griego está en su segunda temporada en el club y todo apunta a que será aún más decepcionante que la primera. Cuestión de expectativas: Gurovic llegó del Peristeri por 500 millones de pesetas, el fichaje más caro de la historia de la ACB y se espera algo más que 10 puntos por noche y una actitud displicente de chaval de 23 años, que, por otra parte, es lo que es. Creían haber fichado a Kukoc y tienen un Tskitishvili pegado a la línea de tres puntos. Con todo, hay un momento en el que parece que el partido se va a equilibrar: Alston y Rentzias ponen orden en el juego interior y el Barcelona se pone a un punto tras dos rebotes ofensivos del griego, que sustituye en la rotación al muy tocado Roberto Dueñas. De Francisco Elson prácticamente no se vuelve a saber. Casi mejor.
El problema para el Barcelona cambia de repente: ya no hay Struelens que valga, sino los sospechosos habituales: Djordjevic y Herreros se lían la manta a la cabeza y enlazan un triple con otro. Entre el final del primer tiempo y el inicio del segundo llegan cuatro triples del Real Madrid, que alcanza en el minuto 25 de partido la máxima diferencia, dieciséis puntos, 37-53.
El hombre con el que nadie contaba: Pau Gasol
Aíto pide tiempo muerto. Tiene un cabreo importante pero lo maneja con habilidad, una cuestión de gestos y miradas más que de gritos. La escasa afición del Madrid en Vitoria celebra el pase a semifinales, donde espera ya el Pamesa, líder de la ACB en ese momento, y cómodo vencedor del primer cuarto de final ante el Unicaja de Málaga. Al final, clasificarse en el último momento habrá merecido la pena si la recompensa es esta. Scariolo pide tranquilidad y a Djordjevic se le pone cara de «esto a mí no se me escapa», la cara de los grandes partidos, la cara de la venganza tras ser vendido y criticado en verano.
Pero Djordjevic no se ve venir un pequeño detalle que se llama Rodrigo De La Fuente. De La Fuente, criado en la cantera del Estudiantes pero formado como jugador en la NCAA, apenas lleva un par de temporadas en el club pero ya se ha ganado una reputación importante como defensor. Aíto lo pone a marcar en todo el campo a Djordjevic mientras Pau Gasol se encarga de vigilar a Herreros y el resto se queda en una especie de zona de ajustes. El efecto es inmediato: Djordjevic pierde el balón, después lo pierde Alberto… y así hasta un total de nueve pérdidas blancas en la segunda parte.
Scariolo se desespera. Pide faltas en cada jugada pero los árbitros no pitan. El Barcelona roba y siempre hay alguien dispuesto a anotar una canasta fácil, hasta culminar un parcial de 10-2 que acerca a los de Aíto en el marcador (47-55). Tiempo muerto de Scariolo, que mete a Galilea para subir el balón y poner un poco de orden. El chico lo intenta, siempre cumplidor, pero el Barcelona está desatado y al Madrid le han roto el ritmo de partido por completo: todo se decide en cuatro minutos, los que van del 30 al 34. El Madrid sigue ganando 48-57, luego 50-57, 52-57, Gasol anota para poner el 54-57 tras rebote ofensivo, su séptimo punto en un partido más que decente en defensa, previo de lo que está por venir… El Madrid pierde el balón y Gurovic encesta un triple, su única canasta del partido, que celebra como celebran los yugoslavos, con los tres dedos hacia arriba, signo de la victoria.
Ahí no acaba el desastre. Tras el empate, el siguiente ataque del Madrid vuelve a ser confuso y el Barcelona coge el rebote, Gurovic esta vez falla… pero el rebote va para Pau Gasol, el niño de 19 años, que se levanta y machaca el aro: 59-57 para el Barcelona. En ese momento, Pau está jugando de cuatro para facilitar la presión, con Gurovic de 3 y De la Fuente de escolta. Todos superan con mucho los dos metros y su juventud es aplastante. «Nos sacan diez centímetros en cada puesto», dirá Scariolo compungido después del partido. Para rematar un parcial de 25-5, Gasol vuelve a rebañar un rebote ofensivo y anota a la vez que recibe falta. Lleva 13 puntos, cinco consecutivos, 6 rebotes y 1 tapón. Es su mejor partido como profesional. Nadie lleva más puntos ni más valoración. De repente, la promesa se ha hecho realidad y, pese a su espantosa mecánica en los tiros libres, anota el 2+1 para colocar a su equipo 62-57 a falta de seis minutos para el final.
Cualquiera diría que está todo hecho, pero no es verdad. Galilea se resiste como gato panza arriba y anota un triple. Poco después, otro triple para poner el 64-63. Cada jugada empieza a valer un mundo y al Barcelona se le ha pasado la euforia, aunque le queda el rebote ofensivo, hasta once en toda la segunda parte, una herida por la que se desangra el Madrid, con Brent Scott y Mikhailov incapaces de oponer resistencia alguna. Los únicos puntos que llegan al ataque del Real Madrid son tiros libres, pero valen para llegar al último minuto con una desventaja asumible: 71-68 y falta sobre Gasol, que se acerca a la línea de personal.
El de Sant Boi lleva un desastroso 2/5, el único lunar de su actuación. El Madrid sabe lo que hace porque el Madrid es veterano, un equipo de resistentes. El porcentaje en liga de Pau ronda el 70%, que no está mal para un tío de 2,15, pero falla el primero… e inmediatamente después, falla el segundo. Ha sido un partido esquizofrénico, de altos y bajos, parciales a favor y en contra, pero llega el final y cualquiera puede ganar. Djordjevic decide asumir la responsabilidad, como es lógico. Tiene a De la Fuente delante y De la Fuente espera un triple que empate el partido. No es necesario. Quedan al menos tres posesiones y se puede gestionar el tiempo de esa manera. «Sasha» desborda y se acerca a la canasta, parece que va a anotar en una de sus clásicas suspensiones tras parada en dos tiempos cuando casi de la nada aparece una mano gigante, la mano que nadie espera. Una mano junior, de alguien al que llaman «E.T» —«Primero me llamaban Kukoc y ahora, como he crecido, E.T.», dirá Pau también después del partido, esos años en los que todo el mundo era Kukoc como todo el mundo era Maradona— que rechaza el balón y se lo queda.
Es la última señal de que ese niño es el dueño del partido y el dueño del futuro del baloncesto español y europeo. Por supuesto, aún tiene tiempo de fallar dos tiros libres más tras la inevitable falta personal, completamente desfondado tras 28 minutos de juego defendiendo bases, aleros y pivots, anotando triples, mates y dando asistencias, taponando y recibiendo una falta tras otra hasta siete… pero Herreros fallará el triple final y no le amargará la noche. Herreros, el hombre que falló todos los triples finales hasta que metió el que acababa su carrera, el que le daba la liga por la que tanto había luchado cuando nadie esperaba ya nada de él.
La victoria es blaugrana y el héroe no es Juan Carlos Navarro, que ha acabado con 4 puntos en 14 minutos en una noche bastante mejorable, sino su compañero, el de maduración tranquila, el escondido, el que empezó la temporada con el filial porque no había sitio para él en una rotación de 11 hombres. «Aún espero jugar mejor en las semifinales», dirá en rueda de prensa Pau Gasol, pero en las semifinales, Pau está agotado y se nota: el Barça pierde ante el Pamesa en los últimos minutos de un partido igualadísimo y el junior se queda en 7 puntos y 4 rebotes, todos ofensivos. Para el recuerdo deja tres mates, la especialidad de la casa.
La Copa de aquel año se la llevará al final el Estudiantes de otro junior de oro, Felipe Reyes, y en la final de la liga, el Madrid se tomará cumplida venganza de lo ocurrido en Vitoria, profesional, deja buen sabor de boca: ya no habrá más liga EBA, aunque tampoco volverá a superar los 18 minutos de juego en ningún partido. Con la espalda contra la pared, en el cuarto partido de la final de la ACB y la necesidad absoluta de ganar en el Pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, Aíto le dará 14 minutos de juego y él responderá con trece puntos, tres rebotes y diecisiete de valoración.
Eso se llama carácter.
Al año siguiente, el año que todo el mundo recuerda, el que llega después de que Lolo Sainz le deje fuera de los Juegos Olímpicos de Sydney para escoger a Johnny Rogers, Pau Gasol pasará a ser el mejor jugador de la Copa y el mejor jugador de la Liga. Muchos datan el inicio de su dominio en Málaga 2001, su gran exhibición, de nuevo ante el Madrid, en la final del torneo. Olvidan lo que pasó un año antes. El aperitivo. El tapón sobre Djordjevic como símbolo de un cambio de era, de un paso de testigo. Solo una apendicitis le separará de la Euroliga, cuya Final Four ya había jugado en 2000, con derrota ante el Maccabi Tel-Aviv. Cualquier año de estos vuelve y ajusta cuentas.
las bombas es por su tiro en las penetraciones…por lo demas…articulo genial
No opino, pero según la wikipedia se le empezó a llamar así por su «capacidad de dinamitar partidos» y posteriormente se utilizo para sus tiros.
A Navarro se le apoda «bomba» por sus lanzamientos triples, de hecho, se lo puso Joan Montes en su época junior y era porque lanzaba triples desde lejísimos.
Eso fue luego, al principio era por los triples.
No Diego. Es por sus tiros de 7, 8 metros.
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«Lo único parecido a un «tres» puro que tiene el Madrid es Lucio Angulo, calificado por Javier Imbroda como «el mejor defensor de la ACB» en un sorprendente ataque de optimismo.»
Realmente lo era, y uno de los mejores de Europa también.
«Aíto plantea un partido nervioso, con presión en todo el campo para aprovechar los problemas de manejo de balón de Djordjevic y los dos escoltas blancos, pero cada intento de robo acaba con Struelens solo bajo la canasta machacando el aro azulgrana.»
¿Problemas de manejo de balón de Djordjevic?
«La Copa de aquel año se la llevará al final el Estudiantes de otro junior de oro, Felipe Reyes, y en la final de la liga, el Madrid se tomará cumplida venganza de lo ocurrido en Vitoria, profesional, deja buen sabor de boca: ya no habrá más liga EBA, aunque tampoco volverá a superar los 18 minutos de juego en ningún partido.»
Perdón, ¿cómo dice?
El apodo de la «Bomba» se lo puso Joan Montes, y qué mejor que acudir a declaraciones de este para que lo explique:
http://www.marca.com/2012/11/21/baloncesto/acb/1353519062.html
Lo dice claramente, «Navarro no es La Bomba por su tiro, sino por su desparpajo y atrevimiento».
El rey del lloriqueo. En el vídeo de la final del Mundial junior, a los 5 minutos de juego, Pedro Barthe ya se había quejado ¡siete veces! del arbitraje, con frases como «es una vergüenza», «no sé para qué ponen árbitros en los partidos de EEUU», «a EEUU le regalan 15 puntos en cada partido»… Realmente insoportable
El artículo está bien, pero las referencias son un desastre… entre otras cosas, aquí se está hablando de lo que sucedió en la copa del 99, y no en la del 2000… la copa de Málaga fue en 2000. Para la copa de 2001 Pau ya casi era ROY en la NBA.
Ah, y Lolo no se lo lleva a Sidney… DESPUÉS de explotar. Mucho nivel.
estas equivocado. Lo q narra el artículo es de la copa de 2000 en Vitoria. La de 2001 fue en Málaga y fue donde Gasol se corona MVP
Y es en la temporada 2001-2002 donde debuta y gana el ROY en la NBA