Las escasas veces que la prensa y los líderes de opinión tratan el tema de los videojuegos, el enfoque dista mucho de ser amable. Pareciera que, como los juegos de rol, esta forma de ocio es una pieza que hay que cobrarse como sea. Los tribunos de la plebe repiten siempre lo mismo como un mantra; los videojuegos corrompen a los adolescentes. Y de hecho la lista de cargos es extensa. Con los videojuegos hemos aprendido a construir armas para hacer crímenes terribles, a normalizar los genocidios, a ser una amenaza contra el régimen político e incluso a defraudar dinero para esconderlo en cuentas suizas (Bárcenas, ese gamer). En suma, con los videojuegos hemos aprendido a banalizar el mal. Sin embargo, los que defienden esas tesis no se dan cuenta de que son ellos quienes han banalizado el papel de los videojuegos en la vida de una generación. Más en particular en la vida de mi generación, la generación postransición, la generación post-Atari.
No valoraré lo sintomático de que el informe más exhaustivo sobre videojuegos en España lo haya realizado la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. Es algo inútil. Para una parte de la población no computa que, igual que series, libros o películas, los videojuegos también entretienen y socializan. Sin embargo, no me apetece quejarme de esa incomprensión. Allá penas. A lo que os invito aquí es a que hagáis conmigo un viaje que tiene un poco de biográfico. En este artículo lo que os ofrezco es un repaso desordenado por algunos de los juegos de estrategia a los que más he jugado a lo largo de mi vida. Y ojo, porque esto dista mucho de ser un ranking o algo exhaustivo. Más bien lo que quiero es bucear en mis tiempos de niño y adolescente para rescatar algunas perlas olvidadas que, probable, también os traerán recuerdos a vosotros. Títulos, sonidos y músicas que puede que os resulten conocidas, que tal vez también formen parte de vuestras tardes muertas a la vuelta del instituto.
Eso sí, empezaremos con una llamada de atención. Que mi repaso se ciña a juegos de estrategia no significa que no sepa lo que es un mono de tres cabezas, lo que implica romper el telar de la realidad, para qué sirven las cuentas de Orichalcum, cómo luchar contra el tirano FunFrock, moverme entre tentáculos, pilotar un X-wing, dar un buen salto a tiempo, vérmelas con Black Mesa o salir vivo de castillos nazis. Lo hago sobre juegos de estrategia porque, para muchos que vivimos con pasión la política, este género ha estimulado nuestra imaginación y formas de entenderla más que cualquier otro. Quizá un poco de lo que soy, de cómo pienso y cómo vivo viene de aquí.
Pero empecemos por el principio. Empecemos por la Edad de Piedra
Imperios para todas las edades
Cuando tenía 15 años llegó a mis manos una caja de cartón duro que contenía en su interior una joya que marcaría el destino de los juegos de estrategia en tiempo real para siempre: Age of Empires. La criatura venia respaldada por Microsoft y era la primera producción de Ensemble Studios, un clásico sin fecha de caducidad. Escogiendo una de las 12 civilizaciones disponibles, tenías que guiarlas hasta la victoria desde la Edad de Piedra hasta la de Hierro. Como concepto estratégico no tenía gran enjundia: acumulando recursos limitados de piedra, oro, comida y madera (con sufridos aldeanos), había que ir descubriendo tecnologías, formando un ejército lo más grande posible y barriendo al enemigo. Las ediciones posteriores fueron Age of Empires II, ambientado en la Edad Media, Age of Mithology, en un mundo de dioses y mitología, y Age of Empires III, ambientado en el descubrimiento de América y Oriente. En todas ellas se fue perfeccionando la serie, incluyendo nuevos edificios y unidades más equilibradas. Cosas como que la caballería está para matar arqueros se convirtieron en el ABC de la estrategia. Bueno, eso y el persuasivo poder de la religión.
Cuando apenas era un chavalín se me caía la baba con esta introducción.
Una rama paralela con el mismo tipo de oferta era la que venía de Warcraft. Este juego nos mete en el clásico conflicto de orcos contra humanos y devino en uno de los mundos virtuales más desarrollados que existen en la actualidad. Blizzard es una de las compañías más punteras en la materia y acababa de despegar desde el pelotazo que supuso Diablo. Mención especial merece el juego Starcraft, que salió en 1998 y que ofrecía un equilibrio estratégico entre tres razas futuristas enfrentadas (los protoss, los zerg y los terran), cada cual con sus unidades especiales, poderes y tecnología. Probablemente, dentro del género Real Time Strategy, este es uno de los juegos más completos que se han hecho —al menos para aquellos que no tienen una querencia especial por las togas—. Su secuela ha salido hace no mucho y mantiene la jugabilidad de su padre fundador. Pero por entonces ya estaba casi en la mayoría de edad. Volvamos algunos pasos atrás.
Apenas un año antes del lanzamiento de Age of Empires, Westwood Studios sacó Command and Conquer: Tiberian Dawn, un juego de estrategia militar (casi) contemporáneo. Se supone que a mediados de los 90 llega a la Tierra un recurso de origen extraterrestre, el tiberio, el cual es fuente de energía y tóxico a la vez. Este recurso desata una especie de carrera armamentística entre países que provoca una contienda militar entre la Global Defense Iniciative y la siniestra Hermandad NOD por todo el planeta. La línea paralela de juegos del mismo estudio, lanzada un año después y que me engancho mucho más, fue la de Red Alert. El argumento es muy sugerente. En el juego Albert Einstein logra construir una máquina del tiempo, la cronosfera, y viajar hasta 1924 para asesinar a Adolf Hitler. Sin embargo, ello no aborta la Segunda Guerra Mundial sino que cambia el enemigo. La Unión Soviética, guiada por Josef Stalin, se lanza a la conquista del viejo continente en una guerra total contra las fuerzas aliadas (al ritmo de la Hell March). Por supuesto, el jugador puede escoger de qué lado combate. La idea clave sigue siendo la misma: acumulación de recursos y aprovisionarse bien de fuerzas armadas. Sin embargo, Red Alert tiene algo de mágico, marca de Westwood Studios: sus escenas cinemáticas. Rodadas con actores reales (algunos de mucha solera), el acabado es digno de una película y logra crear una trama absorbente.
Aquí podéis charlar un rato con papá Stalin.
El mismo año que salía a la venta Red Alert se lanzó una pequeña obra maestra de Trevor Chan: Seven Kingdoms: Ancient Adversaries. Para mí este es el verdadero punto de inflexión en los juegos de estrategia en tiempo real. Lejos de un modelo estrictamente «acumula recursos y mata», por primera vez se desarrolló un sistema (algo más) sofisticado de gestión cultural, diplomática y de espionaje. El juego se basa en siete culturas que se agrupan en aldeas. Estas deben capturarse mediante violencia, sobornos o colocando generales del mismo rasgo cultural. Pero ojo, que muchas veces las aldeas son mixtas, lo que hace que tengas que gestionarlo con inteligencia y mano izquierda (supongo que el multiculturalismo salió de aquí). ¿Favoreces unas sobre otras? ¿Las obligas a exiliarse? ¿Intentas buscar un equilibrio? Un reto interesante. También la diplomacia y las relaciones comerciales tuvieron una mejora sustancial. Por fin podías elegir entre exportar materias primas o refinarlas tú mismo para anegar los mercados con tus productos. Modelo productivo y tal. Pero la verdadera diferencia la marcaban los espías. Con ellos podías infiltrar aldeas, intentar asesinar generales (o reyes), o promocionarlo internamente hasta que tu espía fuera un general… Y traicionar a su reino cuando más te convenga.
Finalmente, dentro de esta gran familia solo me queda por destacar Rise of Nations. Este quizá ha sido el último RTS al que me he logrado enganchar. Lanzado en 2003, la idea es similar a la que desarrollaron los Empire Earth de Sierra algunos años antes, si bien con acabado grafico más sencillo —mi ordenador no tenía un procesador muy potente—. Con más edades, con más recursos y con más naciones, el objetivo del juego sigue siendo el mismo (acumular recursos y conquistar al adversario). Sin embargo, destaca esta producción por algunos elementos que la hicieron más original, como la necesidad de construir ciudades para poder expandirte, lo que te llevaba a tener fronteras reales en el mapa. El número de unidades que se podía desplegar en cada partida era considerablemente grande y el rol jugado por generales y espías, en parte recogiendo el testigo de juegos anteriores, terminó de redondear el producto. La verdad es que eso y no tener que usar barcos de transporte para cruzar un río fueron un acierto.
Tradicional intercambio amistoso de misiles nucleares.
En todo caso, los juegos de estrategia en tiempo real, con tanto de arcade, no fueron capaz de desarrollar el potencial gestor de los estrategas consumados. Normal que muchos quisiéramos más que conquistar un mapa de unas pocas pulgadas. Está bien lo de matar cocodrilos, pero nosotros queríamos dirigir civilizaciones.
Mamá, he inventado la alfarería
Una gran familia de juegos de estrategia es la de los juegos por turnos. El más viejo que conozco (fuera del tablero) es Genghis Khan, un juego desarrollado por Koei y éxito de ventas en Japón. Es el primer videojuego por turnos del que tengo memoria y funcionaba a trompicones en mi buen 386. Escogido el país que querías jugar —Mongolia, Bizancio, Inglaterra o Japón— y guiando a su gobernante, debías ponderar entre la acumulación de riquezas, tropas y marchar a la guerra. Los turnos básicos eran estaciones, en las que los aldeanos recogían las cosechas para alimentar a las tropas, siempre jalonados por algunos eventos aleatorios como inundaciones o hambrunas. No descubrí hasta mucho más tarde que este juego imitaba la estructura de el Romance de los Tres Reinos, ambientado en las famosas guerras civiles chinas del siglo II y III (y que a su vez se basa en una novela histórica de Luo Guanzhong). Esta serie había nacido en 1985 y ha continuado hasta la actualidad en formatos y soportes muy diferentes, aunque por mis manos solo paso su segunda edición.
Sin embargo, la edad de oro de la estrategia por turnos no habría de llegar hasta principios de los 90, cuando Sid Meier, la leyenda viva de los videojuegos de estrategia, lanzaba la gran saga Civilization. Eligiendo una de las múltiples civilizaciones humanas y comenzando con un humilde colono, el objetivo era llegar a la dominación de la Tierra transitando el camino de la historia. Estos juegos permiten ir dirigiendo los pasos evolutivos de tu civilización controlando sus investigaciones —el hierro, la alfarería, teología, hospitales, electricidad…—. En paralelo al desarrollo cultural debes expandirte fundando ciudades, construir carreteras y granjas, comandar y dirigir ejércitos y hasta elegir tu forma de gobierno favorito (desde el despotismo hasta la república o el comunismo). Repasando el juego, reconozco que el pensamiento de Samuel Huntington parece menos original. En 1998 esta serie alcanzo su plenitud con el lanzamiento de Civilization II, juego que mejoraba sustancialmente los gráficos de su antecesor y hacía más sencillo e intuitivo el interfaz. En cada una de las ediciones que lo han seguido (hasta un total de cinco con sus respectivas expansiones) se han seguido mejorando la jugabilidad y aumentando las opciones de civilizaciones, unidades y tecnologías
Baba Yetu, el tema de Christopher Tin para soñar con civilizaciones.
Partiendo del mismo tronco de juegos, una primera rama paralela a la que jugué fueron los Colonization. El primero llegó en 1994 (hay una versión actualizada de 2008) y nos ofrece ser una de las cuatro potencias conquistadoras de América. El juego tiene el formato de su hermano mayor Civilization pero más centrado en la microgestión. Obliga a vigilar el equilibrio de especialistas (como tramperos o ferreteros, además de las materias primas que puedan necesitar), supervisar el comercio y tratar con los nativos (amistosamente o no tanto). Además, quizá lo más divertido sea la relación con la metrópoli. Aunque al principio el rey te ayuda dándote recursos y especialistas, pronto empieza a molestar con tributos y restricciones, algo que cada vez aumenta más el sentimiento de agravio en tus colonias. Lo más bonito con diferencia es cuando te ves con la fuerza suficiente para proclamar la independencia de las colonias y tienes que librar tu propia Revolución Americana. La segunda de las ramas es Alpha Centauri, un juego de 1999 que relata la colonización humana de ese planeta, al cual se supone parten las naves al final del juego Civilization. De manera un poco premonitoria la humanidad se divide en siete facciones ideológicas —intelectuales, capitalistas, colectivistas, religiosos…— y se lanzan a la lucha por asegurar el territorio. En este caso, la lógica sí que es totalmente en la línea de Sid Meier, aunque para imperios intergalácticos siempre tuve otras preferencias.
We, the People.
Con diferencia el mejor juego para soñar con destructores imperiales es Master of Orion II. Este juego llegó a mis manos en 1997, un año después de su lanzamiento de mano de MicroProse. Permite escoger entre 14 razas diferentes y tu objetivo es la colonización del universo. Cada raza tiene sus preferencias por unos u otros planetas (con oxígeno, con carbono…) y su árbol tecnológico correspondiente. Algunas cosas interesantes de este juego era poder diseñar las naves espaciales a tu gusto, además de poder participar en los enfrentamientos, o algunas opciones, siempre morbosas, como la posibilidad de bombardear orbitalmente los planetas con armas químicas. Correcto, implicaba una firme condena de la comunidad intergaláctica, pero poca consecuencia más. A ver si os suena. Recogiendo ese mismo espíritu surgió la saga de Imperium Galactica, de la cual tan solo jugué su segunda edición del año 2000. Este juego presentaba una tónica similar a Master of Orion pero con un acabado gráfico mucho más decente —al menos para la época—. La colonización aquí sí que estaba mucho más cuidada, en especial la planificación urbana y defensiva de las ciudades. Además, el juego permitía operar en tiempo real la partida y vivir las batallas como si de un RTS se tratara.
Quien comanda una flota comanda un tesoro.
Pero también es cierto que gestionar un imperio o hasta una civilización puede ser cansado, en especial cuando en la típica batalla crucial contra la facción rival destrozan a todo tu ejército. Mira, mejor cerrar el juego sin salvar partida y pasar a otra cosa, a ser posible un libro de Isaac Asimov (mucho más pacífico para hablar de imperios galácticos). Sin embargo, otra opción posible es dejarse de soñar con ovejas eléctricas y entrar de lleno en lo práctico. Ya se sabe, lo típico, montar un negocio próspero o levantar un acueducto.
Mercaderes, prefectos y concejales de urbanismo
Machiavelli: The Prince (1995) fue uno de los primeros juegos que conocí sobre gestión comercial, si bien hay que reconocer que es una gestión particular. Probablemente cuando hablamos de lo que era ser un autónomo en el Renacimiento los tiros iban por aquí. Ambientada en la Venecia de la época, tu misión es atesorar una fortuna comerciando y abriendo rutas comerciales mientras creces en influencia política. El dinero, ese excelente engrasante de las relaciones sociales, será de gran ayuda para comprar a senadores y cardenales en tu ascenso hacia la gloria. Aunque puedes reclutar a algún mercenario para atacar piratas o asaltar caravanas rivales, lo cierto es que tiene un rol menor. Lo importante es ganar poder y la violencia no es más que otro medio posible. En la misma lógica está la saga de Patrician, ambientada en las ciudades-estado de la liga hanseática. Compra barato y vende caro en otra ciudad, negocia con audacia y gana dinero y prestigio. Reconozco que en mi caso todas mis partidas empezaban con el clásico recurso de la usura… Prestando dinero a otros mercaderes, embolsándome bien intereses o embargando sus bienes ante impagos. Balzac, ya saben. Su tercera edición, sacada en 2003, fue a la que más jugué, aunque los cambios sustanciales entre ellas son el apartado gráfico y la interfaz.
Esto es un hombre hecho a sí mismo y no Amancio Ortega.
Pero no todo tiene por qué irse tan atrás en el tiempo. Negocios más contemporáneos también atrajeron mi atención. Una opción digna era Theme Hospital, un programa de gestión que me llegó en 1998 y que además era bastante divertido. La idea es ser capaz de hacer operativo un centro sanitario curando pacientes, mejorando las instalaciones o, incluso con un poco de malicia, enviando a los incurables al hospital rival u ocultando epidemias (humor negro, sí, que pasa). Las enfermedades iban desde la calvicie hasta el síndrome del cabezón o las lenguas caídas, de modo que la compañía que lo lanzó, Bullfrog, se ahorró muchas demandas. Si ese día prefería algo más movido me pasaba por Transport Tycoon, un juego de gestión de compañías de transporte tanto de pasajeros como de mercancías. En su versión Deluxe (1995) la jugabilidad era endiablada. Si algo había genial era ver cómo el transporte traía el progreso, con el florecimiento de ciudades e industria gracias a las infraestructuras que construía. Si el anterior es buena práctica para ministros de Sanidad, este último es para los de Fomento.
De la clásica familia de los Sim arranqué con Sim City a principios de los 90 —Sim City 3000 fue al que más jugué— construyendo mi ciudad una y mil veces. Con la clásica delimitación de suelo industrial, residencial y comercial, todos los que nos hemos viciado a este juego hemos dejado en pañales a Paco el Pocero. Y sin comisiones por medio, dicho sea de paso. Desde ahí salté a la macrogestión de Sim Earth (1991) en el que podías desarrollar tu propio planeta alternando la climatología, el ciclo del agua, introducir especies, provocar desastres naturales… Una auténtica delicia de gestión ecológica avant la lettre. Por otro lado, también tuve ocasión de probar Sim Ant, que salió el mismo año pero que no caté hasta que tuve los 14. En este juego tu objetivo era gestionar ¡una colonia de hormigas! Aquí el equilibrio entre la hormiga reina, las trabajadoras y las soldado es fundamental. Y si encuentras comida, deja el rastro químico para marcar el camino a las demás esquivando colonias rivales, pájaros y arañas. Nadie dijo que conquistar un jardín no tuviera su dificultad.
Un ataque alienígena en tu ciudad… Típico reto de un alcalde.
Otro de los subgéneros de gestión de ciudades son los que te ponen al frente de una ciudad de la Antigüedad. El primero de los juegos que pasó por mis manos fue Caesar III, de la serie homónima. Tu objetivo es la gestión de una ciudad romana controlando desde la edificación de sus acueductos hasta la provisión de alimentos, desde los espectáculos circenses hasta su defensa, y todo ello acompañado por música digna de Miklós Rózsa. Cada partida era un reto delicioso. Tus objetivos siempre eran alcanzar unos niveles marcados de población, prosperidad (con las viviendas), de cultura (con educación y bibliotecas), de paz (seguridad), y ganando en la medida de lo posible el favor del César (mandándole tributos, aunque esté de botellón medio juego). Y mucho cuidado con olvidarte de hacer templos para honrar a los dioses o su ira caerá sobre ti. De esta familia surgieron una gran variedad de secuelas ambientadas en distintos contextos históricos. Faraón nos traslada al antiguo Egipto, donde las crecidas del Nilo tenían un rol fundamental en las cosechas y construir una pirámide no era un reto a la altura de todos los relojes (su banda sonora es puro arte). Zeus: Master of Olympus, en una estética de cómic nos trasladaba al mundo de las polis griegas y su mitología. Emperor: El Nacimiento de China… pues os lo podéis imaginar. Todos ellos son juegos de la factoría Impressions y publicados por la extinta y gloriosa Sierra. Quizá con ningunos otros he aprendido más sobre cómo vivían los ciudadanos de aquellas civilizaciones.
Me habré visto esta introducción casi mil veces.
Estos juegos absorbieron bastante de mi tiempo. Por ejemplo, con un solo nivel de The Settlers —un juego clásico de construir una colonia «por relevos», en el que cada obrero cubría un trozo del camino transportando cosas para pasárselo al siguiente— podías tirarte semanas. Si bien es verdad que con los de estrategia RTS o por turnos muchas veces quedábamos amigos para hacer partidas «a medias», los de gestión estaban mucho más orientados a un solo jugador. Solo nos llamábamos a veces para fardar de quién tenía la ciudad más chula. Y lo reconozco, todos ellos tuvieron terribles consecuencias sobre mí. Avivaron mi interés por la historia, especialmente la antigua (parece increíble pero la historia es como un juego de ordenador. O al revés). Me ayudaron a entender qué es un balance y cómo gestionar economía a nivel básico (no siempre activaba los trucos. Solo muchas veces). Pero además hubo algunos juegos de estrategia que también estimularon mi imaginación. Lo que para Cervantes serían juegos de caballerías.
Desde las mazmorras hasta los Cielos
Hubo esencialmente cuatro juegos de estrategia fantástica que me marcaron mucho. El primero es la saga de Heroes of Might and Magic (de las cuales ya hay, si no me equivoco, seis). Esta saga de juegos de estrategia por turnos estaba basada en el universo de videojuegos roleros de Might and Magic. La idea es que el jugador controla un héroe con el cual va evolucionando a medida que libra batallas (y que iba equipando a su gusto) y con el cual tenía que reclutar un ejército de criaturas mitológicas. Como os podéis imaginar, a lo largo de la partida te hacías con un despliegue de seres de todo tipo —desde arcángeles a unicornios, desde gorgonas a trogloditas, desde zombis a ballesteros— mientras conquistabas diferentes castillos. Había opciones, como es acostumbrado, de luchar en un mapa individual o hacerlo en modo campaña, aunque esta última era el verdadero reto. Principalmente jugué a Heroes of Might and Magic II, surgido a finales de los 90, y su continuación de principios de los 2000. Creo que he perdido la cuenta de las veces que liberé el reino de Erathia de las hordas del mal (o lo invadí con ellas, según el día), pero es uno de esos juegos que recuerdo con cariño.
Cada castillo de Heroes tiene una preciosa composición asociada.
Un juego que también resultaba cautivador por su fantástica banda sonora era Lords of Magic, sacado a la venta en 1998. Este juego se desarrolla en el mundo fantástico de Urak y, escogiendo un mago ladrón o guerrero como personaje principal, tienes que apadrinar una de las ocho religiones disponibles: Aire, Fuego, Tierra, Agua, Orden, Caos, Vida o Muerte. Se supone que cada facción debe luchar por la supremacía de una y frenar la amenaza del Lord de la Muerte, el típico malote que viene con las rebajas. La campaña se desarrolla en un mapa por turnos pero los combates, en perspectiva isométrica, son en tiempo real (aunque con opción de pausa para dar órdenes). Por supuesto, tus unidades iban acumulando experiencia y los ejércitos se iban llenando de criaturas mitológicas, desde elfos a gigantes de hielo, con el objetivo de enfrentarte en algún momento al ejército del villano. Mi bando favorito con diferencia era el de la Vida, cuyo guerrero caminaba sobre una especie de lagarto bípedo con forma de avestruz.
El tercero de mis juegos fantásticos preferidos es el polémico Dungeon Keeper (1997), una obra maestra de Peter Molyneux y los estudios Bullfrog. Cansado de tener que rescatar a princesas en apuros, este juego te pone en la piel de un Señor de la Mazmorra cuyo objetivo es la construcción de un imperio subterráneo del mal. Ya se sabe, el típico que suele ser asaltado por elfos de orejas picudas. Tu misión era atraer criaturas malvadas, conseguir recursos, tender trampas a incautos héroes y expandir tu poder maligno. Por supuesto, la gracia del asunto es que eres malvado, y serlo es realmente divertido. Puedes golpear a tus súbditos o encarcelarlos de por vida, puedes torturarlos por mero placer… ¡Para una vez que eres el malo, aprovecha! Su segunda parte, de la que su fundador se descolgó, salió en 1999 y mejoró mucho su apartado gráfico y sonoro. Por supuesto, también perfeccionó los modos de hacer el mal, pudiendo montarse hasta un Eurovegas de las Tinieblas (supongo que el nuestro es del Bien ¿no?). Por cierto, este juego hizo que la sección española de Amnistía Internacional emitiera un informe muy duro criticándolo por hacer apología de la tortura —bueno, también criticaron a Warcraft por racista ya que «los humanos exterminaban a los orcos»—. En fin, no negaré que este juego me dio muchas ideas para tratar con mis primos pequeños.
A los que se creen siempre buenos es obligatorio darles un escarmiento.
Finalmente, el cuarto de los videojuegos, de nuevo de Bullfrog, es Populous: The Beginning. Este juego, de atmósfera envolvente, te pone en la piel del chamán de una tribu que tiene por objeto convertirse en Dios. Para ello, debes convertir a fieles a tu causa, construir aldeas con diferentes especialistas —lanzafuegos, sacerdotes, guerreros—, adorar tótems para ganar energía, obtener hechizos nuevos y sembrar la destrucción a tu paso. El juego era verdaderamente frenético y lograba subir la adrenalina cada vez que desencadenaba un nuevo prodigio. Casi llegue a aprender la frase que convocaba cada hechizo. Rayos, pantanos mortíferos, enjambres de langostas, lluvia de fuego, huracanes o hasta un volcán eran plato de cada día para las tribus rivales. Pero ojo, que sus chamanes no son menos ambiciosos y también usarán su magia contra ti. Uno de los atractivos del juego es que aunque los personajes eran en dos dimensiones, el terreno lo era en tres, lo que permitía modificarlo con cada hechizo, levantando montañas o hundiendo en el mar ciudades enteras. Con dificultad creciente, la última de las pistas tenía como premio ser Dios y poder desatar tu venganza sobre el enemigo sin límites. Os aseguro que el Dios del Antiguo Testamento era un angelito comparado conmigo.
¡Aratanka!
La mezcla de magia, fantasía (y también humor) de estos juegos me hizo pasar algunas tardes inolvidables. Por aquel entonces apenas estaba descubriendo el rico universo de Tolkien (sí, cuando no había más película que la de dibujos animados de Ralph Bakshi) y Leyendas de DragonLance, los cuales se complementaban bien con estos videojuegos. Pero si lo último que había visto en la televisión era uno de esos documentales del Canal Historia sobre la II Guerra Mundial, entonces tenía claro cuál era el paso siguiente.
La guerra que había que ganar
Hay dos series de juegos a los que cualquiera mínimamente aficionado a los conocidos como wargames sobre la II Guerra Mundial habrá jugado. La primera es Commandos, una producción de la empresa española Pyro Studios que salió en 1998 y fue un verdadero éxito internacional. La mecánica es de estrategia en tiempo real y el jugador debe manejar un grupo de comandos con diferentes habilidades (zapador, boina verde, francotirador, marine, conductor…), los cuales se deben infiltrar tras las líneas enemigas para cumplir una determinada misión. La documentación sobre cada fase es exhaustiva, con fotos y emplazamientos reales. En el juego la clave estriba en la paciente infiltración, esquivando o liquidando a soldados alemanes. Eso sí, cada misión es más compleja que la anterior y requiere de mayor coordinación entre los personajes. Principalmente jugué a los dos primeros de la serie, pero se sacaron otros dos más por parte de la misma factoría. La verdad es que como los últimos saltaron de una perspectiva isométrica a una 3D, opté por los clásicos shooters como Call of Duty —con una ambientación verdaderamente de película—, mucho menos sofisticados en términos estratégicos. A veces era cosa de vivir la línea del frente.
A ver si adivináis en qué película está inspirado.
La segunda gran familia de los juegos sobre la Segunda Guerra Mundial es la conocida serie Close Combat, lanzada por Atomic Games en 1996. En estos juegos se toma el rol de un pequeño pelotón con tropas de cualquier bando y se debe completar una misión. La perspectiva del juego era totalmente cenital y había que luchar por cada palmo de terreno con las escasas tropas disponibles. Este juego introdujo variables nuevas por entonces como experiencia, moral o munición a la ecuación, lo que hacía de cada misión un verdadero reto. El apoyo de la artillería o la aviación estaba restringido, aunque ametralladoras o morteros son el pan nuestro de cada día. La documentación es verdaderamente impresionante, con una reproducción milimétrica de las unidades y armas. Hasta sus sonidos son iguales. Básicamente jugué a la trilogía clásica de Close Combat, A bridge too Far (inspirado en la genial la película homónima) y The Russian Front. Reconozco que me cogieron demasiado pequeño para saber exprimirlos del todo.
Estos juegos bélicos son muy entretenidos, pero había veces en las que te apetecía tener el destino entero de Alemania o del Reino Unido en tus manos. Los civilization son demasiado amplios para esto y, fuera de escenarios predeterminados, no se podía jugar la contienda con el nivel de detalle histórico que a uno le gustaría. Justo para eso, para permitirte una gestión a gran escala que fuera históricamente realista surgió toda otra serie de juegos que merecen un apartado especial.
La pregunta universal ¿Qué hubiera pasado si…?
Desde siempre me ha gustado la historia y supongo que eso no es independiente de mi experiencia con los juegos de ordenador. Sentirse partícipe de ella tiene estas cosas. Cuando uno es un adolescente y le falta perspectiva, muchas veces juzga los acontecimientos pasados con ojos presentes. Ves la historia como algo lineal, como algo inevitable en que algunos hicieron lo correcto y otros lo incorrecto. Quizá por eso muchas veces me maldijera por la desaparición del Imperio romano, por la ruptura de la cristiandad y las guerras de religión, por nuestra oportunidad perdida con Fernando VII o con la II República. ¿Y si la historia hubiera sido diferente? ¿Cómo sería hoy el mundo si…? Pues bien, para darle respuesta a esas preguntas había toda una saga de juegos: los Europa Universalis.
Esta serie la conocí por primera vez en 2001 con Europa Universalis II, de la factoría Paradox. Comprendido entre 1492 y 1792, en este juego de estrategia se te da la opción de escoger cualquier país del mundo dentro de ese periodo. Y a partir de ahí total libertad. Crea ejércitos, comercia, investiga, haz políticas que conformen tu sociedad —hazla más feudal o menos, más liberal o conservadora, más ortodoxa o tolerante—, decide cómo te relacionas con el Papado o el Imperio romano-germánico, coloniza otros continentes, cuadra tus presupuestos, recluta ministros, desarrolla diplomacia al máximo nivel, haz que tus mercaderes controlen los centros comerciales… Al poder escoger cualquier país en cualquier momento, te es posible reproducir (y cambiar) cualquier situación de la época. La guerra de Secesión española, la conquista de América, la guerra de los Treinta Años, la Revolución francesa… ¡Cualquiera! Y todo jalonado por sucesos históricos (desde expulsar moriscos a hacerte protestante) en los que puedes decidir qué curso tomar, marcando el rumbo posterior de tu país. La tercera de la saga es gráficamente mejor y un gran juego, pero por desgracia pierde el encanto de la banda sonora del anterior (con temas de Jucolatores Upsalienses).
Imperios en los que no se ponía el sol.
El siguiente de la serie que pasó por mis manos fue EU: Vae Victis —ampliación del original EU: Rome—. La mecánica es similar a la de su antecesor solo que este está ambientado en la edad clásica. Eso sí, hay dos diferencias muy interesantes. La primera es que en este juego hay una gestión mucho más sofisticada de los personajes. Tienes que nombrar consejeros, gobernadores y prefectos con determinados atributos que les pueden hacer mejores guerreros, intelectuales, gobernantes… y más o menos leales. Esto es un verdadero reto por introducir la crucial variable de la «política de personal». Hay que estar atento para no tener generales desleales al cargo de ejércitos, no sea que te monten un tiberio (nunca mejor dicho). La segunda es que los regímenes políticos se notan mucho más. Si eres una monarquía tienes que vigilar a tu sucesor e intentar que no sea (muy) inútil, librándolo de conspiraciones palaciegas. Si eres una república tienes que estar atento con el equilibrio entre facciones políticas, especialmente con la populista. Si estos últimos consiguen tener la mayoría en el Senado te pueden hacer el país ingobernable o montarte una guerra civil que desgarre tu imperio.
Lo típico, expandiendo el Imperio romano desde el salón.
Otro que también está genial es Victoria, ambientado en el periodo entre 1830 y 1919, y que recibe su nombre por la famosa emperatriz del Reino Unido. Aquí te toca construir un imperio colonial, desarrollar tu industria, mantener el equilibrio entre los burgueses y los obreros y llevar el ferrocarril a cada confín de tu nación. Si os gustan los «que hubiera pasado si», ganar las guerras carlistas tiene su aquel, aunque te obliga a ser más intervencionista en economía al principio de la partida (peor no nos irá que en la realidad). Por cierto, aquí sí hay elecciones aunque tú decides si quieres prensa libre, sufragio censitario o sindicatos legales. Especialmente interesante es vivir las revueltas burguesas de 1848 y las reunificaciones italianas y alemanas. También es divertido poder decidir el camino que quieres seguir para desarrollar tu país; si el basarlo más en la iniciativa privada (como en el Reino Unido) o el de pilotarlo desde el poder (como Prusia).
Los últimos de los EU que he jugado (pero no por ello menos importantes) son los Hearts of Iron. Estos juegos están ambientados en el periodo de 1936 a 1949 y, como os podéis imaginar, van básicamente sobre el periodo de entreguerras y la propia II Guerra Mundial. De nuevo, se puede escoger cualquier país y régimen político de entonces, además de tener la oportunidad de poder librar la Guerra Civil española. La ambientación musical e histórica es genial, hay innumerables opciones y es endiabladamente adictivo. No es fácil de jugar, independientemente del bando que escojas. Aunque la serie tiene varios, al que más jugué de todos ellos fue al primero. Sus ediciones posteriores van en la línea de aumentar las opciones estratégicas, las unidades y el acabado gráfico de su predecesor. Políticamente es muy divertido intentar influir en las naciones neutrales para que tengan regímenes de tu cuerda (democracias liberales, fascistas o comunistas). En suma, el juego es un verdadero reto que, reconozco, jamás he sido capaz de completar con éxito.
El juego que haría llorar al mariscal Rommel.
Estos juegos son sublimes y puedes pasarte horas navegando por la historia —y, de paso, aprender geografía de todo el globo—. Pero aún queda una línea intermedia de juegos que hace las delicias de los aficionados a la estrategia de gestión que no quieren privarse de sentir una carga de caballería o el retumbar de los cañones a ras de suelo.
De geishas, testudos y cargas de caballería
En 1996 Sierra lo volvió a hacer con Lords of the Realm 2. Este juego, antecesor de la saga que luego presentaré, combinaba la gestión por turnos de un condado medieval con batallas en tiempo real. Tras la muerte del Rey, el país (puedes elegir cualquiera de la Europa de la época) está dividido entre diferentes facciones; la tuya propia y las encabezadas por la Condesa, el Barón, el Caballero y el Obispo. Tu objetivo es gestionar los castillos, producir alimentos, reclutar tropas y someter a tus adversarios en cruentas batallas. La perspectiva del mapa estratégico es isométrica y la de las batallas cenital. Los gráficos son relativamente dignos para la época y, en cierta medida, este juego fue inspirador de la que es una de las series más completas de estrategia: la familia Total War.
Todo empieza el año 2000, un verano en que estoy de viaje en Irlanda para aprender inglés (algún día os explicaré por qué aprendí más gallego que otra cosa). Allí me topé por casualidad con un juego llamado Shogun: Total War. Se trata de un juego de estrategia por turnos pero con batallas en tiempo real ambientado en Japón durante sus guerras civiles del XV al XVII. Escogiendo uno de los clanes samurai, tu objetivo es luchar hasta derrotarlos a todos y convertirte en Shogún, supremo gobernante militar de Japón. La ambientación era realmente soberbia. Igual que un daimyo de verdad debes mover tus ejércitos sobre el tablero, enviar a tus espías para provocar revueltas y ordenar a tus ninjas que liquiden a los líderes enemigos. Además, cada acción tenía cuidadas escenas cinemáticas para ambientarla, las cuales empezaban siempre igual, de manera que no sabías si habías triunfado hasta el final. Sin embargo, fuera del mapa estratégico, cuando dos ejércitos coinciden en la misma provincia, se pasa a un mapa en tres dimensiones en el que debes ponerte al mando de tus tropas. Sun Tzu en estado puro: arqueros en colinas, caballería envolviendo por los flancos, el general insuflando moral a la tropa… Por primera vez te hacías a la idea de lo que era gestionar un ejército en el campo de batalla. Su expansión, The Mongol Invasion, terminó de redondear un producto magistral. Hoy, Shogun II, el hijo de la criatura, presenta un acabado gráfico que verdaderamente quita el habla.
Nunca, NUNCA, invitéis a una geisha a tomar el té.
El siguiente de los juegos de la serie Total War que pasó por mis manos fue Medieval (su primera y segunda parte, igualmente adictivas). Esta vez el escenario es Europa y Oriente Medio, donde puedes escoger cualquier reino cristiano o musulmán. La dinámica no cambia demasiado: combinación de estrategia a nivel de mapa general y batallas en tiempo real de cuidada táctica militar. Como os podéis imaginar el papel de la religión es mucho más importante, en especial las cruzadas y yihads. La expansión de este último, Kingdoms, te permitía participar de la conquista de América o las luchas del reino de Jerusalem, con lo que las posibilidades se volvieron casi infinitas. En paralelo estuve jugando a Rome. De nuevo, vuelta a la idealizada Edad Clásica, aunque con unidades que quitan el hipo. No os podéis hacer a la idea de lo divertido que es hacer volar por los aires a los legionarios romanos con una carga de elefantes. En su expansión, Las Invasiones Bárbaras, por primera vez se te hacía vivir el periodo de decadencia del Imperio. Defiende sus fronteras, salva el Imperio romano oriental o invádelo con tus hordas germanas. Un reto a la altura de pocos. Y por supuesto, para acabar de complicarlo, a ver cómo pones paz entre entre paganos y cristianos.
Mirad la introducción de Rome II: Total War. Miradla y ved llorar en el rincón a productores de Hollywood.
Por último, lo más reciente de la familia Total War que me ha hecho vibrar ha sido Empire y, el verdadero juegazo, Napoleón: Total War. Cuando era adolescente me leí el Napoleón de Max Gallo y me quedé prendado del personaje, quizá de manera un poco infantil. Nunca tuve la ocasión de revivir sus campañas en un juego de ordenador y este último juego, por primera vez, me ha dado la ocasión de hacerlo. El mapa estratégico es brutal, la ambientación y el acompañamiento musical es soberbio y las batallas… Bueno, las batallas son lo más parecido que hay a haber estado allí. ¡Ponerse a ras de suelo y sentir las balas de cañón silbando a tu alrededor es de aúpa! El juego llega a tal punto de realismo que hasta Arturo Pérez Reverte le ha cogido el gusto. Puedes revivir la campaña de Napoleón en el norte de Italia, en Egipto, la guerra de España o librar la conquista de Europa, ya sea del lado del corso inmortal o de las potencias de la coalición. No faltan opciones. Además, otro de sus atractivos ha sido el incorporar por primera vez en la serie las batallas navales, encuentros verdaderamente realistas. El que no se divierte es porque no quiere.
La familia Total War es una de esas series que me han hecho sentir en primera persona lo que debía ser dirigir un ejército en un campo de batalla. Su dinamismo y jugabilidad la han hecho estar en un lugar de honor entre los juegos que más me han marcado. Y es que, aunque estos me cogieron más mayorcito, no hay duda de que entraron en el mundo de los clásicos de la estrategia por la puerta grande.
Una (personalísima) coda final
Cuando volvía a las 17:00 de clase de inglés, subía con mi amigo a la buhardilla en la que estaba mi habitación. Con un par de bocadillos, encendíamos el ordenador en un sacrosanto ritual y nos poníamos una partida de Shogun. Nos íbamos rotando las batallas mientras comentábamos sobre el instituto y los amigos. Eran tiempos más sencillos, cuando todavía se podía estudiar para los exámenes el día de antes. Entre semana, a veces con disimulo, mi padre encendía el ordenador para echar un Age of Empires o un Caesar III. Sabía que estaba jugando porque tarde o temprano me pedía los trucos… La verdad es que no tenía paciencia para algunas cosas. A veces, mi tío se pasaba por casa y fardaba delante de nosotros de que ya tenía el último de Command and Conquer. Eran situaciones curiosas porque mi padre también jugaba pero no quería que me gastara dinero en los juegos, así que terminaba esperando a que mi tío se cansara de ellos para que me los prestara.
Mis amigos eran más de juegos de coches o fútbol. No se lo reprocho, cada cual ha tenido sus preferencias. Hasta un Need for Speed era bienvenido de vez en cuando, tampoco hay que ser cerrado en esta vida. Sin embargo, a medida que fuimos creciendo, muchos dejaron los juegos de lado porque cada vez hay menos tiempo. Sin embargo, a veces hemos conseguido recuperar parte de aquella magia cuando nos ponemos en torno a una Playstation (yo jamás tuve) a jugar algún Buzz! o Sing Star. Hasta con la familia. Después de todo, son los típicos juegos que hacen que hasta la tía se anime a cantar a David Bisbal. Es cierto que no son exactamente juegos de mucha habilidad pero, desde que Martes y Trece desapareció de los especiales de Navidad, todavía queda algún recurso para que los primos de todas las edades nos pongamos en torno a una televisión antes de salir con nuestro amigos.
Soy culpable. Todos los juegos que he repasado ahí arriba me han dado grandes momentos. Su música, sus sonidos, sus escenarios… Todos ellos son en cierta medida una parte de mis recuerdos, una parte de mí mismo. Con estos juegos me he sentido un emperador de las estrellas, he luchado por expandir mi civilización más allá de los mares, he vivido la magia en primera persona, he encabezado una carga de caballería colina abajo. Quizá a algunos de vosotros os haya pasado como a mí, y por eso os resulte incomprensible la ignorancia de quienes cargan contra la cultura que suponen los videojuegos. Porque, en el fondo, uno no puede más que sentir lástima por aquellos que se han perdido vivir tantas vidas paralelas como las que ofrecen juegos, series y películas. Pobres, nos dejan la partida medio empezada y ni siquiera entienden que hace mucho que perdieron los mandos.
Es leer algo de Age of Empires II y se me cae la lagrimita.
Concuerdo total y absolutamente, lo sigo teniendo instalado en mi ordenador, y ya es el tercero que tengo desde que lo compré, y alguna partida sigue cayendo
Creía que era el único que hacía eso. En mi caso cada vez caen menos partidos, pero es inevitable no tener en el escritorio los iconos del casco medieval con penacho rojo y con penacho azul para el Conquerors.
Gran artículo y grandes recuerdos, no he visto mención alguna al juego Blitzkrieg le dedique muchas horas a su multi que era bastante interesante
Gran articulo en el que coincido al 99%, aunque comparto la ausencia de Blitzkrieg. Inmenso juego incluidas sus dos expansiones Rolling Thunder y Burning Horizont, esta última en la única que recuerdo poder jugar una batalla de calidad de la Guerra Civil Española.
Antes del Command and Conquer, Westwood Studios creo el Dune II, que se le considera el juego que consolido el concepto de RTS
El primer Dune, que se inspiraba en la película, es de Cryo y tenía mucho de aventura gráfica. Era un juego bonito. Dune II no tuve ocasión de jugarlo, pero sí a Dune 2000 y Emperor: Battle for Dune. Divertidos, pero ya no me llenaron tanto, la verdad.
Dune 2000 era exactamente el mismo juego que el Dune II pero con apartado gráfico mejorado, la interfaz de los C&C y secuencias cinemáticas (con John Rhys-Davies como méntat de los atreides).
Pero Dune II fue el precursor, el RTS que marcó completamente el género. Desde entonces, todos los juegos del género siguen su esquema. Evidentemente cuando ya has jugado al C&C, AOE, Red Alert, Warcraft y Starcraft, el juego no te dice nada. Pero cuando no has visto nada parecido en tu vida y te lo ponen por delante, es como si se abrieran las puertas del cielo.
Alabado sea el Dune II…
Tiempos así no volverán
Decir que el Dune 2000 es una versión con graficos mejorados del Dune II es quedarse corto. Hay más cambios, las misiones son algo distintas algunas unidades también, etc… Sigue más fielmente la estética de la película y aparecieron mods del juego a cascoporro.
El Battle for Dune, esta bien, tiene ideas interesantes y el terreno 3d esta bien (Aunque el Thandor lo logro mucho mejor), pero el falta un «algo» que tiene el Dune 2000.
Solo puedo decir: Bravo. Grandísima recopilación de juegazos y grandísimo final. Yo también siento lástima por todos aquellos que se niegan a jugar a algo tan importante y divertido como los videojuegos. Y sobretodo teniendo en cuenta que hay juegos que son mucho mejores que grandes películas!
Buen artículo, aunque hecho en falta al verdadero padre de la estrategia en tiempo real: Dune, de Westwood Studios
Gracias. No lo llegué a jugar, pero sin duda merece estar entre los grandes clásicos.
El AoE marcó una época, pero yo pasé muy buenos ratos en el online del Age of Mythology, uno de los mejores de estrategia más mitológica/fantástica junto al Tzar.
Olé, olé y olé. Casi me has hecho llorar, bribón.
Gran repaso, solo he echado de menos la saga de Stronhold, creo que voy a echar un close combat a la de ya !!
Grande. Colonization fue mi juego fetiche de adolescencia, Europa Universalis III me robó noches y Dungeon Keeper fue el más genial de cuantos se han hecho.
Gran artículo!, me gustaría decir, que todos mis amigos incluido yo mismo somos personas de jugar poco a juegos, sin embargo, con 23 años, seguimos disfrutando todos los veranos y vacaciones de esas partidas de Age Of Empire 2. Creo que nade igualará la experiencia de jugar a ese tipo de juegos, algo así ocurre con El Counter-Strike.
Gracias, por escribir este artículo.
Gracias. Qué grandes juegos para jugar a multijugador. Yo al Counter los he jugado en cibers (cuando había de eso) con mis amigos. Partidas en red trepidantes en ese punto en el que las salas de máquinas se estaban extinguiendo pero jugar online aún era complicado.
Gran lista, y como artículo personal no creo que valga el «te falta este o este». Cada uno ha jugado a lo que ha jugado.
No obstante te recomiendo, si tienes tiempo, el «Crusaders Kings 2» de la misma casa que Europa Universalis aunque mucho (mucho) más centrado en los personajes.
En ese juego aprendes cosas tan entrañables como que «vasallo» es sinónimo de «traidor en potencia», que tío es sinónimo de «obvio futuro traidor» o que una puñalada a tiempo puede salvar el reino de una guerra civil (especialmente si el rey eres tu).
Me voy a apuntar tu sugerencia. Seguro que Eu: Vae Victis bebió en parte de ahí. ¡Gracias!
yeah! casi, casi la historia de mi vida. Salvo que en Irlando lo que aprendí fue italiano, jejeje.
Saludos!
:__)
No tengo nada más que decir. Genial artículo, fenomenales recuerdos. Gracias por devolvernos un poco a esa época… sobretodo, a aquellos que nos resistimos a dejarla atrás (aún me estoy pasando Imperium Civitas III en estos momentos…).
Sugiero que el autor escriba otro artículo acerca de los precursores de estos juegos: Civilization o Machiavelli, como juegos de tablero, editados en los 80 por Avalon Hill. U otros incluso anteriores como Diplomacy.
Creo que hablo en nombre de mucha gente si pregunto dónde se puede conseguir una versión de Dungeon Keeper 1 que funcione en windows 7.
Me suena haber visto en alguna página de Abandonware Dungeon Keeper II para descargar gratuitamente. No he encontrado la primera edición, la verdad
En GOG.com están tanto el 1 como el 2, adaptados a los nuevos PCs y tal.
Me parece una magnifica recopilación. Yo también he sido y soy un enfermo de la estrategia.
Por mi parte solo he echado de menos los XCOM y los Company of Heroes, posiblemente el mejor RTS que hay, creía que cuando lo de la segunda Guerra Mundial los iba a nombrar. Pero bueno, como dicen, cada uno ha jugado a lo que ha jugado.
Eso mismo queria decir yo. Un gran articulo, pero me ha sorprendido no encontrar nada de XCOM.
http://en.wikipedia.org/wiki/X-COM
Me tiene tan pillado, que cuando me entere que havia salido para PS3 y que tambien habia un Civilization me compre la consola. Tambien tienen un remake de Dungeon’s Keeper.
En Good Old Games tienes muchos de los mencionados aquí, baratos y adaptados para funcionar en los sistemas modernos. Te dejo el enlace al Dungeon Keeper:
http://www.gog.com/game/dungeon_keeper
Muchas gracias, Fran.
Es una lastima que el autor no cite a uno de los mejores juegos de estrategia «De imperios» hechos hasta ahora. Me refiero a «Master of Magic». Es un fallo que solo se puede explicar por olvido, no por descarte como ejemplo secundario.
Ni mucho menos. Como digo al principio, no es un ranking ni algo exhaustivo. Simplemente Master of Magic no lo llegué a jugar (aunque obviamente lo conozco, compraba Micromanía). Gracias por añadirlo a la cola de clásicos que estamos creando aquí abajo :)
Pues es una pena Pablo, es uno de los grandes. Yo aun lo tengo instalado a traves de GoG y de vez en cuando le doy un tiento. Para quien pueda estar interesado, aqui una de las formas de poder jugarlo hoy en dia, un saludo. http://www.gog.com/gamecard/master_of_magic
Muchas gracias por el link. Te prometo que enmendaré el error!
Iba a decir lo mismo que el de arriba. Estaba seguro de que no lo habrías jugado, porque por lo que el artículo (muy bueno, por cierto) deja traslucir de tus gustos, no cabe duda de que te habría encantado.
Buenísimo ese juego. Están haciendo un remake, esta en el kickstarter.
Lo se pero no se que pensar. Los videos aparecidos hasta la fecha son un poquito deprimentes. Le sigo la pista pero habra que esperar en que queda todo.
Por cierto, como añadidura a la hora de hablar de juegos de imperios, aqui uno espacial «Ascendancy», del año 95.
http://www.youtube.com/watch?v=tnKthUF5yYk
Un monton de razas, cada una con habilidades caracteristicas, expansion y conquista por el resto de la galaxia. Diplomacia, combate y construccion de naves, investigaciones y una banda sonora increible. Le dedique varias vidas por lo menos. Lo mas reciente que he visto parecido es «Galactic Civilizations II»
http://www.youtube.com/watch?v=fvn9887l_wo
Yo toque la demo del Ascendancy en su día. Interesante, pero no deja de ser una copia del mítico Master of Orion II con algunos detalles propios curiosos y una IA miticamente mala.
A nadie le suena la saga Space Empires o de los grandisimos juegos de «play by email» Stars! y el VGA Planets ? Al parecer puede que por fin salga una continuación libre del Stars!
VGA planets…a ese creo que jugaban en la BBS en la que estaba (pleistoceno de internet). Yo soy mas visual y esos juegos son a los mencionados en este articulo como comparar los garabatos de la escuela levantina con la riqueza visual de las cuevas de Altamira :)
Solo hecho en falta la saga stronghold, pero sobretodo los combat mission continuados por los ahora mas reciente theatre of war. No hacer ninguna referencia tampoco a la saga espacial X reunion.entiendo que el articulo abarca bastante bien jugabilidad
Yo nunca he dejado de jugar al aoe II. Ahora con la versión HD lo estoy rejugando. Lo adoro, joder.
Menos que al commandos, pero lo adoro.
Grandísimo artículo, de verdad. Me he sentido identificado con el autor.
Pd: se quedaron en el tintero los primeros X Com, juegos espectaculares, complejos y de una jugabilidad eterna. Incluso el primer Syndicate, de Bullfrog, marcó un camino en su día.
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Yo escribiria un articulo asi
pero no puedo
estoy demasiado ocupado jugando
Yo iba pensando, se deja x-com para el final, se deja x-com para el final…
Una buena lista y muy buenos recuerdos. A mí los que más me ponen son los de Paradox y los de gestión de recurso y combate por turnos, vamos X-Com. Precisamente ahora mismo nos encontramos ante un resurgir de este tipo de juegos con muy buenas propuestas a punto de ver la luz.
Salud y buenas partidas
Buen repaso que me trae grandes recuerdos, en mi opinion unicamente sobra la moralina del principio. Los juegos tienen cosas positivas y tb negativas, y opinadores hay para todos los gustos.
Para fans de la gestión dinástica, el Crusader Kings 2 ha salido hace relativamente poco. Básicamente es un Europa Universalis centrado en la edad media, y gestionando dinastias mas que reinos.
https://www.youtube.com/watch?v=whZbp_ZgOzg
De hecho hay un mod que te transforma el mapa en el de Poniente, y puedes controlar las Casas de Juego de Tronos
Ahh y recomendación. Tropico. Es una especie de Sim City pero eres el dictador de una pequeña república bananera del caribe, todo en tono humorístico con bastante sorna y chistes políticos, no solo tomandose a broma a dictadores y revolucionarios sudamericanos sino a las potencias de la Guerra Fria USA y la URRS, a la Unión Europea, oriente medio o China o a diferentes facciones de la sociedad, los religiosos, los patriotas, los ecologistas, los intelectuales, los capitalistas. Puedes orientar tu construcción y politicas a ser industrial y exportar puros, ron… o crear un emporio turistica para engañar a los turistas y según cada uno puedes estar orientado al comunismos, capitalismo, ser una ferrea dictadura militar… Vamos, a más de uno le encantará y se echará unas risas.
Muy buena recopilacion de titulos, te dejas alguno, pero entonces hubieras tenido una juventud perfecta XD
La cancion de Europa Universalis que enlazas creo que te equivocas, la clasica, la que se clavo en los corazones de los que jugamos es esta.
FALALAN
https://www.youtube.com/watch?v=vwdnNyySDLI&list=PL3CEF4D090257708E&index=1
En Spotify están todos los títulos de los Juculatores. Merecen la pena. :)
Dices que igual que los libros, series o peliculas, los libros también entretienen, socializan y culturizan. Estoy totalmente de acuerdo. Sin embargo encuentro una pequeña diferencia:
Si esto fuera un recopilatorio literario o cinéfilo, no tardaría en aparecer el comentario dónde se te acusa de ser superficial, o elitista… o se te juzga por tus ideas políticas al deducir implicitamente que por haber recomendado esto o haber olvidado aquello piensas de una determinada forma.
Sin embargo, yo aquí solo veo gente que se emociona al recordar lo que ha jugado, que comparte, que aporta, que complementa el artículo… para mi es muy significativo que aunque intelectualmente el mundo de los videojuegos está al mismo nivel que otras actividades, la vanidad aún no ha manchado este mundo.
En fin, una gozada de artículo y una gozada los comentarios! Gracias a todos.
PD: aparte de esto, no puedo aportar nada: soy un pésimo jugador de juegos de estratégia :)
Un gran articulo.
En vez de decir te falta este o el otro, lo que voy a hacer es recomendarte un par de juegos que no estan en tu lista y por lo tanto no has jugado.
el primero ya lo han mencionado y es X-COM. Tanto el primero (Enemy unknown) como el segundo (terror from the deep) son una maravilla.
El otro es Panzer General, un boardgame con una jugabilidad y preciosidad.
Creo que entre esos y el Civ II, han hecho que mi vida valga la pena ^_^
Completamente de acuerdo. Con la cantidad de horas que pude yo hechar al Panzer General II podria haberme sacado otra carrera. Que caña metian los Tiger y los Stukas. Grandisimo juego de estrategia en el que habia que sacar el maximo partido a las unidades. Muy interesante, aunque terriblemente frustrante, lo de añadir clima y limitaciones logisticas.
Y el Civilization… se me quemaron las pestañas mirando durante horas seguidas a la pantalla… Creo que en la partida que mas dure llegue a investigar «Tecnologia del Futuro 34».
Echo en falta un mítico de la administración y gestión de negocios: Rollercoaster Tycoon.
Aprender a sacar beneficios de un parque de atracciones ante cualquier adversidad, como por ejemplo, que te cierren la parada de Cercanías.
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Totalmente identificado con el artículo. He de añadir que además aprendí bastante inglés jugando a muchos juegos en los 90’s que venían sin trducción. Por supuesto, a mis 35 años aún sigo dándole a los videojuegos. Ahora que no tengo tanto tiempo me he decantado por FPS en red (saga MW, por la inmediatez), pero de chaval era fan de la estrategia militar y económica. Entre los que no se han nombrado, debo destacar el ‘A-Train’ de Artdink (estudio japonés). Sus gráficos y banda sonora jazzistica me atraparon. Por cierto, actualmente soy economista y sin antecedentes penales…Un saludo a todos.
Prueba el open Transport Tycoon Deluxe, actualmente es opensource y también tiene musica jazzistica. Por no decir del mod de locomotoras de la RENFE xD
Solo te ha faltado poner el UFO y Carmageddon y habrias puesto mi colección completa de todo mi vicio de juventud…
que recuerdos leche…. y el momento Dungeon Keeper sin duda de lo más fresco de la época….
Añade Doom, Quake I y II, Unreal y Unreal Tournament.
Tambien el desconocido Thandor (con su pésima IA), el XWing y el Tie-Fighter y finalmente Rebel Assault
Enhorabuena, gran artículo, yo también me he sentido identificado!! En cuanto he leído Napoleón: Total war he pensadooo ¿¿cómo?? llevo un lustro sin poder jugar a muchas de esas maravillas que has citado y ahora mi prioridad número uno es comprar un pc, instalar el juego y volver 200 años atrás!!!!!!
Mola el articulo! Si te gusto el Master of Orion II y el Galactica II (lastima de su IA y que en multijugador estuviese bugeado y petase cada 2×3), entonces te vas a enamorar del Sword of Stars Complete Collection.
Es el mejor X4 que he probado desde el MOO2. No tienes espionaje ni la maravillosa gestión de las colonias del Galactica 2, pero lo compensa con un árbol tecnológico que se enlaza aleatoriamente en cada partida y que cada raza tiene métodos de propulsión únicos, bastante dispares.
Vendo mis juegos Erbe de 995 pesetas….
Pogaboo, Conan the Barbarian y Platoon. Creo que no me pasé ni una pantalla de ninguno…
Es broma (lo de que los vendo)
Hola a tod@s:
Se me ha pasaso mencionar a Dune II como el padre de toda la saga RTS de Westwood. No lo llegué a jugar, pero gracias por apuntarlo, no deja de ser un clásico y merece mentarse. También os agradezco mucho las recomendaciones que estáis haciendo.
Abrazos
Esa sensación de llevar 4 días (o 2 semanas) de partida de Civilization o al Total War, saber que la partida ya ha terminado, que ya no hay reto más que el de seguir construyendo el imperio más allá de los objetivos iniciales… Y seguir jugando por puro placer.
¡Grande, muy grande!
Aún recuerdo una cruzada en Egipto, sin esperanza ya, con el Medieval Total War, lanzando a mi general en combate singular, «bajo un cielo sin Dios», como diría el propio Pérez-Reverte…
Por cierto, recomiendo la lectura de este artículo suyo: «Napoleones de fin de semana», http://dreamers.com/defensadelrol/articulos/reverte.htm
Y me adhiero a lo que ha escrito Escéptico antes: remontémonos a los clásicos de tablero (muy vivos aún).
Saludos
Yo me pasé mucho tiempo jugando Age Of Empires II y Emperador: El nacimiento de China. Que eran de mis favoritos.
Otro que jugaba mucho y no mencionaste fue Aerobiz Supersonic, en el ordenador con un emulador. Me la pasaba muy bien jugando solo y a veces con amigos. Se trata de manejar una compañía comercial aérea, abriendo vuelos por las distintas rutas que se podrían comprar y estableciendo aeropuertos centrales regionales en cada continente, con los distintos aviones y precios que te fueran más convenientes, incluso puedes organizar campañas publicitarias y comprar inmuebles que ofrezcan hospedaje, viajes locales, museos, parques de diveriones y lo necesario para atraer turistas por tus rutas, el objetivo era ser la compañía con más viajeros en cada continente compitiendo con otras 3 compañías, cada una en diferente ciudad inicial (Nueva York, Tokyo, El Cairo, Hong Kong, Sao Paulo, Seul, Roma, Berlín, Baghdad, Singapur, Sydney… etc. etc.). Un gran reto en ese juego es ganar usando la compañía de la Havana, que no atrae muchos viajeros, todas las compañías aéreas americanas le venden los aviones a un precio muy alto y las compañías de Europa Oriental no venden aviones eficientes, empieza con menos capital, las rutas que compras te las venden a precios mucho más altos que a los demás, las negociaciones para abrir nuevas rutas duran más turnos, sólo un pro gana usando la Havana jajaja.
También te falto la mención a Medal of Honor, que fue el que estableció las bases para los FPS de la segunda guerra mundial, anterior a Call of Duty.
De todas formas, excelente artículo. Muy exhaustivo.
Yo también disfruté horas y horas en el AoE. Otros que me encantaron fueron el Empire Earth, el Warcraft y el Commandos, que me provocaba quebraduras de coco interminables.
Muchísimas gracias por el artículo. Como videojugador veterano (más de 30 años jugando) he tenido que oír y leer tantísimas tonterías apocalípticas sobre los efectos perniciosos de los videojuegos que da gusto leer artículos bien informados. Además, has puesto el Baba Yetu de Civ V y mencionas a Joculatores Upsalienses y Hell March :)
(veo gente conocida; Chema_Cagi here, btw)
Creo que mi mayor logro en un Total War es defender el Imperio Romano de Occidente en Difícil en la campaña. Al final, conquisté Constantinopla y envié un ejército de mercenarios beduinos que se cargó una legión del de Oriente en Egipto.
Soberbio artículo, grandes juegos. Sin embargo, yo considero que el mejor de los Total War hasta la fecha es, de alguna manera, el Empire: ningún otro ha conseguido captar la importancia de una armada poderosa. Hay un mod para este, el Darthmod (lo hay para todos, pero vaya) que compensa la deficiencia gráfica del título, dándole mucha profundidad a las unidades.
Saludos.
He jugado a casi todos, desde AoE hasta Theme Hospital, pasando por C&Q o Commandos. Sin duda me quedo con AoE, marco un hito y buena parte de mi adolescencia.
¿Y que hay de los juegos de estrategía deportivos? los clásicos PC Fútbol o PC Basket. Darían para un artículo dedicado solo a ellos, y aunque suelen encuadrarse dentro de simuladores deportivos, en mi opinión tienen mucho de juego de estrategia.
Felicidades por el artículo, complicado leer algo así.
PC Fútbol fue genial. Por cierto, ¿sabes si está disponible el PC Fútbol 2000 para poder ser descargado? Mi disco está tan rayado que es injugable.
Lo he buscado en tiendas y quioscos y no lo encuentro!.
Recuerdo que tenían una gran protección antipiratería, por lo que es complicado encontrarlo.
La verdad que no tengo ni ídea sobre si está disponible para descarga en algún sitio. Lo que sí creo recordar es haber leído en alguna parte, hace no mucho, acerca de que alguna compañía había comprado la licencia del juego para realizar versiones actuales. Ojalá sea así y pronto podamos volver a hacer y deshacer nuestros fichajes.
Gran articulo si señor!! He estado al borde de la lagrima durante toda la lectura. Como ya mencionan algunos recomiendo encarecidamente Stronghold de Firefly Studios y sus secuelas, son una verdadera maravilla que aún hoy cuando me pica el gusanillo reinstalo y me pego unas partidas.
Saludos!
Sin duda, para mí, el mejor es la serie Hearts of Iron. Como juego de estrategia es muy completo (y no tan complejo una vez superas la fase «RTFM» – Read The Fucking Manual) y da una visión histórica del periodo ’36-’64 (puede ampliarse hasta esa fecha) que pocos juegos ofrecen.
… aparte de la posibilidad de jugar con la República, derrotar a la insurrección franquista y contener primero al nazismo en la frontera francesa y reconquistar después Europa… :)
Dios, he visto mi vida videojueguil pasar por delante de mis ojos en este artículo.
Personalmente Age of Empires III me decepcionó mucho (El II para mi fue el mejor).
De los referidos a civilizaciones antiguas jugué a prácticamente todos (Faraón, Caesar, Zeus…) y me quedo con el Zeus, quizá por el simple hecho de no tener que construir las casas al lado de los puestos de trabajo, cosa que me dio infinitos quebraderos de cabeza en forma de incendios y robos.
Sim City 3000, Civilization 2 y 3, Heroes of Might and Magic III, Commandos, (Más allá del Deber, sin duda el mejor), Europa Universalis… La cantidad de horas y grandes momentos que me han hecho pasar.
Opino que estos juegos me han aportado más sabiduría y han fomentado más mi desarrollo intelectual que muchas de las horas que he pasado en el colegio (ojo, no quiero decir que sea mejor educarse jugando al ordenador), el hecho de jugar online también fomenta la comunicación y los lazos entre personas, de hecho, la mayoría de juegos alcanzan su clímax en las partidas multijugador.
Por supuesto, es necesario un lavado de imagen en los medios de comunicación acerca de los videojuegos. Creo que hay más gente que ha perdido la cabeza por los deportes, (que tan bien vendidos están como instrumentos de educación) que por los videojuegos. Y que conste que soy un gran aficionado a los deportes.
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A raíz de la lectura del artículo me he bajado la demo de Napoleón Total War, y como me imaginaba la gestión de las batallas me ha decepcionado como ya ocurriera con Medieval Total War.
¡Que una unidad enemiga que está a 100 metros se plante en cinco segundos sobre tus tropas no es realista! ¡Parece un Arcade! No quiero ni pensar las barbaridades que harán con los navíos a vela.
El único Real Time que guarda una proporción adecuada ha sido -para mi gusto- Close Combat.
creo que se han quedado otro par de juegos muy buenos o almenos no alcance a leer, uno fue el roller coaster tycon que consistía en administrar un parque de diversiones realmente increíble el nivel de detalle que tenía para su epoca y otro fue sontrghold otro gran juego de estrategia que se enfocaba mucho en la producción de recursos para la aldea,
Sé que es imposible haberlo jugado todo, pero a este post
le falta una gota de autismo si además añades:
– Tzar
– Imperium
– Industry Giant II
– Praetorians
– Black and White
Un hincapié en la Saga Total War, Patrician y Age of Empire. No solo el desplomarse sobre tanta historia, si no tener la paja mental de poder cambiarla desde una pantalla de ordenador, que momentos, sniff…
deberiais probar los juegos de Ageod. mientras q paradox ha ido derivando al mainstream, estos son inmejorables en los juegos de recreación histórica y teneis de todas las epocas.
el Civil War II es dificilmente superable
Gran artículo. He jugado a mucho de ellos. Ya tengo 49 años. Hay uno que me llamó especialmente la atención. M.A.X. de una empresa que se llamaba Interplay. Su introducción era muy original y había que jugar por turnos. Era un juego genial. Abrazos.