Cada vez que desde Jot Down me encargan pergeñar una lista de lecturas me pongo contento: me debe ocurrir como al protagonista de Alta fidelidad, que encuentra en su monomanía por las listas un método con el que poner orden en un mundo caótico. Les ofrezco pues un totum revolutum de novelas, ensayos, niponofilias y cuentos cuyos únicos puntos en común son que he disfrutado como un enano con su lectura y que encuentro suficientemente refrescantes e intensos como para leer y disfrutar en plena canícula veraniega. He tenido en cuenta que mi fetichismo (uno más) por el papel impreso me obliga a llevar encima libros físicos en lugar de un e-book, por lo que ninguno de los diez tomos de esta lista tiene un tamaño excesivo que lo convierta en difícil de manejar mientras se reboza uno en la arena.
1. Autobiografía, Helmut Newton. Mientras preparaba un artículo sobre este genio consulté abundantemente su autobiografía, en una cuidada edición de la Editorial RM. Para haber sido escrito por alguien especializado en la imagen, resulta un texto sorprendentemente ágil, entretenido y sincero, incluso cruel consigo mismo. Helmut rememora su infancia en el Berlín nazi, su periodo de gigoló en Singapur, su paso por el ejército australiano y sus primeros años de fotógrafo junto a su esposa June. Hay muchos pasajes veraniegos en esta desenfadada autobiografía, aunque mi favorito es el que explica la querencia de Helmut por las fotos tomadas en piscinas: ya desde crío quedó fascinado por cómo los pezones femeninos se marcan sobre un bañador húmedo.
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2. La mujer de la arena, Kōbō Abe. Me agobian las playas arenosas, así que releer este libro es una especie de exorcismo. En esta magnífica novela un entomólogo se pierde en un desierto y es secuestrado por los habitantes de un pueblo construido en enormes hoyos en la arena. Retenido en uno de estos agujeros con una viuda por toda compañía, el narrador se enfrenta a la perspectiva de pasar el resto de su vida hundido en la arena, carreteando arena, limpiándose con arena, masticando arena, haciendo el amor bajo la arena… Una perspectiva similar a la de cualquier turista de la Costa Dorada. Bromas aparte, esta muy metafórica novela transcurre con una hipnótica delicadeza y un erotismo soterrado que la convierten en lectura muy agradable. Recomiendo también echar un vistazo a la versión fílmica en blanco y negro de Hiroshi Teshigahara, que ganó el Premio Especial del Jurado en Cannes en 1962 gracias, entre otras cosas, a su hermosísima y sensual fotografía.
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3. Los millones, Santiago Lorenzo. El argumento de esta divertida y tierna maravilla se resume en la frase de la contraportada: en el Madrid de los primeros 80, a uno del GRAPO le tocan 20 millones de pesetas y no los puede cobrar porque no tiene DNI. A partir de esta excusa argumental se desarrolla una novelita lumpen de miseria y barras de bar, que sin caer en la nostalgia kitsch retrata una época ya desaparecida usando un lenguaje familiar y vagamente anacrónico. Para más información, recomiendo esta entusiasta reseña de Kiko Amat.
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4. Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, David Foster Wallace. Si la crisis ha recortado su presupuesto para viajes, consuélese pensando que no es oro todo lo que reluce… Esta magnífica recopilación de ensayos incluye el reportaje que DFW escribió para Harper’s en un crucero de lujo veraniego: bastó una semana para que el ambiente falsamente sobreprotector del barco le convirtiera en un niño caprichoso y le lanzara en las garras del tedium vitae y el desencanto por el género humano. Por lo demás, siempre es un gustazo leer (o releer) cualquiera de los ensayos profusamente documentados de Foster Wallace y sonreír con sus mil notas al pie; en este tomo (mi favorito junto a Hablemos de langostas) se atreve con la televisión americana, el tenis profesional o el rodaje de Carretera Perdida.
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5. Hombres salmonela en el planeta Porno, Yasutaka Tsutsui. Dos cuentos en particular de este extrañísimo recopilatorio son apropiadamente veraniegos. En El límite de la felicidad una familia visita una playa abarrotada más allá del límite de lo concebible; una bonita historia agobiante, cruel y malsana. Y El mundo se inclina podría transcurrir perfectamente en cualquier ciudad costera española: construcción de calidad deficiente, corrupción política, burocrático surrealismo kafkiano y negación enfermiza de la realidad. Con estos dos ejemplos podría parecer un libro dramático y nada más lejos de la verdad: Tsutsui es un maestro del humor negro, la sátira cruel, la incorrección política y la exageración barroca. Recuerdo haberme reído lo suficiente con este libro como para hacerme con otros dos, a cual mejor: Estoy desnudo (de donde Woody Allen semiplagió un cuento para Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo) y Paprika (en el que se basarían una película de anime magnífica de Satoshi Kon y la pretenciosa Origen de Christopher Nolan).
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6. Arcano Trece. Cuentos crueles, Pilar Pedraza. Nada mejor para el insomnio de las noches calurosas que alguna lectura terrorífica extraída de la cripta de la editorial Valdemar… Recomiendo por ejemplo este recopilatorio de cuentos de Pilar Pedraza, una de mis autoras favoritas. En el Tarot, el arcano decimotercero es el correspondiente a la muerte, alrededor de la que giran directa o indirectamente todos los relatos. Trece historias que avanzan desde el terror gótico hasta el contemporáneo, reinterpretando de forma inteligente y sin veleidades posmodernas innecesarias mitos del horror clásico, desde las brujas a los hombres lobo o los vampiros.
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7. Pornoterrorismo, Diana J. Torres. Si no han tenido oportunidad de asistir a alguna performance de esta artista pornoterrorista, no lo duden… Pero vayan preparados para que les salpiquen la sangre, los fluidos del squirting y las ráfagas de poesía extraída literalmente de las entrañas; actuaciones muy potentes realizadas a menudo en beneficio de diversos activismos. El libro que recomiendo aquí es una mezcla de autobiografía, manifiesto contracultural y entretenido ensayo sobre transgénero, sexualidad, nuevos feminismos… Un revuelto cabreado, visceral y provocador mejor estructurado y más profundo de lo que pueda parecer al primer vistazo. Muy recomendable para leer en voz alta en el tren y entablar furibundos debates sexuales con desconocidos.
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8. El caso Jane Eyre, Jasper Fforde. En un mundo alternativo en que la literatura despierta tantas pasiones y mueve tanto dinero como en el nuestro el fútbol (suspiro), una detective literaria llamada Thursday Next recibe el encargo de hallar un manuscrito robado de Dickens. Para esclarecer el crimen harán falta viajes en el tiempo, interrogatorios delirantes y saltos al mismísimo interior de unas cuantas novelas clásicas… Esta ligera novela de ci-fi, ucronías y metaliteratura es la primera de una serie divertidísima llena de referencias de todo tipo, de Edgar Allan Poe a The Rocky Horror Picture Show. Imprescindible.
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9. Piercing, Ryu Murakami. A menudo lectores despistados compran libros de Ryu Murakami confundiéndolo con Haruki Murakami, el eterno aspirante a Nobel que ha escrito tres buenas novelas y veinte tibias permutaciones de esas tres. Y cuando al pasar unas cuantas páginas del tremendísimo Ryu se topan con asesinos en serie, jóvenes disfuncionales a lo Trainspotting y orgías regadas con heroína, les invade un lógico desconcierto. Teniendo en cuenta que este verano disfrutaremos de la temporada final de Dexter, propongo alternar su visionado con la lectura de esta historia de un padre de familia que cree encontrar en el asesinato una solución para sus desequilibrios mentales, hasta que se topa con una víctima tan demente como él. Amor fou psicopático, ternura marginal y un humor negro muy nipón para una lectura marciana y desasosegante.
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10. Coños, Juan Manuel de Prada. Termino la lista con otro libro de Valdemar, pero de estilo un tanto diferente: breves microcuentos irónicamente coñones sobre vulvas, vaginas, coños, genitales femeninos… Una divertidísima barbaridad escrita por un joven Juan Manuel de Prada que parece pasárselo en grande alternando textos suavemente eróticos con fragmentos cáusticos, abundante sarcasmo, lirismo pornográfico y salvajadas gore. Libro muy recomendable para todo vulvófilo que se precie; sugiero al lector interesado complementarlo escribiendo un apéndice dedicado al coño veraniego más cercano, sea propio o ajeno.
Una duda compañero, yo tengo la edición del bolsillo de ‘Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer’ y no recuerdo haber leído ningún ensayo que no fuera el del crucero. ¿Es algo exclusivo para la edición de tapa dura?
En la edición de DeBolsillo se cargaron todas las historias menos la del crucero y aún así tuvieron el valor de ponerle el mismo título. Busque la versión completa de Mondadori, el del crucero no es ni siquiera el mejor capítulo.
Pues mira que nunca he tenido ningún problema con DeBolsillo (aunque para ediciones de ese tipo prefiero Anagrama), pero esto es muy sangrante.
Muchas gracias!
Yo también tengo la edición de bolsillo, es la crónica del crucero, por 7 o 8 euritos. Me pareció que tenía un muy buen ratio de risas / precio.
Aquí, otra con la edición mutilada de bolsillo. Ahora quiero mucho tener la «de verdad».
Interesante lista, gracias Sr. Lapidario. Pero por curiosidad, ¿podría citarme las tres novelas que considera buenas de Murakami (de Haruki, no de Ryu)?
Las tres que veo como medida del resto son «Crónica del pájaro que da cuerda al mundo», «Kafka en la orilla» y «Al sur de la frontera, al oeste del sol». Para justificarlo necesitaría escribir un artículo que se llamase «Los tres buenos libros de Haruki Murakami»… Y ahora que lo pienso…
Ojalá lo haga y nos linkeé el artículo. S’il vous plaît.
Yo creo que las de Murakami buenas son 5. A esas tres hay que sumar dos anteriores: La caza del carnero salvaje y El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. Por lo demás, muy de acuerdo…
Hmm, de esas dos de Murakami la primera me pareció muy primeriza y la segunda mal resuelta, pero me guardo el razonamiento para ese artículo prometido. Me alegra, eso sí, que no incluya «1Q84», una de las peores decepciones lectoras que me he llevado en años.
Mas salido que el palo de una escoba
Me declaro culpable: más erecto que el palo de una escoba, también. El verano, el calor, fuego en el cuerpo, etc etc.
Qué coño pinta De Prada ahí? Sabes quién es?
Pues resulta (sí, parece increíble) que antes, hace muchos años, cuando las bicicletas tenían las ruedas cuadradas, de Prada molaba.
Lo sé, acabo de escribirlo y me parece irreal. Pero era así.
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Es interesante la deriva de Juan Manuel de Prada. Siempre fue un tipo rarito pero este libro debió hacer mucha gracia a su familia. Quizás fue su intención pillar cacho.
Yo hasta tuve una correspondencia epistolar con él. Hasta que se volvió un meapilas hipocritón e insufrible… Qué malamente envejecen algunos.
Señor Lapidario, dichosos los ojos. ¡Coño! (ya que los ha mencionado), deje de leer tanto y escriba más, que yo estoy a punto de hacerme «fan fatal» suya y se vende carísimo. A «Los millones» le tenía echado el ojo y me ha dado el empujón que me faltaba. Me apunto otros. Deliciosas y veraniegas recomendaciones. Gracias.
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«Coños» no es más que un pastiche de «Senos» de Gómez de la Serna, y no es ni divertido ni rompedor. A no ser que consideremos que remedar un libro de hace 80 años sea osado.
Prada solo ha destacado por su habilidad para el pastiche (véase Las máscaras del héroe) y cuando se le acabó el filón homenajil- plagiario empezó a hacer las declaraciones que todos le conocemos.
«Coños» no es rompedor, ciertamente… Pero no creo que le haga falta. A mí sí me pareció divertido y decimonónicamente fresco, valga la contradicción. Pero claro, eso es ya más subjetivo, y las opiniones son como los coñ… como los culos, cada cual tiene la suya. Si fuera un libro anónimo no creo que le diéramos más vueltas: un texto gracioso con puntos interesantes y de lectura amena, variada y rápida. Lo que choca a la mayoría de gente (yo incluido) es que lo haya escrito De Prada, cuya transformación de joven promesa en ente amorfo me tiene intrigadísimo.
Hombre, tampoco será el primer caso de enfant terrible que deviene en burguesito fondón, eh…
Jaja, cierto, aunque lo que me desconcierta es el paso de describir en detalle las curvas de los labios menores a declarar en entrevistas que la pornografía mata el alma. Dicho de otro modo: hay burguesitos fondones pervert, pero pasar del salidismo al ascetismo me desconcierta.
Dios santo, ¡qué cosas hay que leer en verano! (Salvo, quizá, alguna excepción. Que no será Prada, por supuesto).
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Tus palabras son órdenes para mí Josep Lapidario. Así que me he apuntado tres títulos muy sabrosos. «Coños» es uno, faltaría más.
¿Esta es la selección? muy pobre… y superficial
No es LA selección, es mi selección… Que efectivamente es superficial, ya que no he priorizado profundidad o trascendencia sino entretenimiento breve, leve y bien escrito apropiado para leer a 40º. Más Saki que Balzac, vamos.
Entre los diez autores no figuran mis favoritos: ni Bolaño ni Eco ni Fitzgerald ni Nabokov. Pero es que por muy bolañista que sea, llevarme «2666» a la playa me parece excesivo. :-)
Acabo de terminar ‘La universidad desconocida’, una maravilla muy recomendable para quién quiera conocer al Bolaño poeta, antes de devenir en genial detective prosista…
Por cierto, mañana se cumplen 10 veranos de su prematura partida al otro barrio, una verdadera lástima.-
«Los Millones» es para mi una de las grandes sorpresas del año. Un libro honesto, sin pretensiones y muy divertido. El resto, ni idea…
¿Canícula es el emperador romano que inventó las vacaciones en la playa?
Una Novelita lumpen… Tiene algo de densidad veraniega, aunque por estos lados el invierno no da tregua