Fairuza Balk. Si hay que empezar fuerte con esto de la inquietud nada mejor que acordarse de la gran Fairuza. Los que tengan algo de memoria la recordarán en Jóvenes y brujas donde un grupo de jovencitas de buen ver se dedican al noble arte de la magia. Todo muy bonito y delicado hasta que una de ellas decide que se pueden hacer grandes putadas con la brujería y que es más divertido que guardar las formas. Otros la recordarán en Casi famosos, la estupenda película de Cameron Crowe (antes de que a este se le olvidara dirigir y se dedicará a hacer memeces). Y los más, los amantes del cine con bemoles, no habrán podido olvidar su papel de militante nazi en la descomunal American history X. Aquella criaturita de ojos saltones y labios acorazados encarnaba al mal absoluto: una hija de puta que mataría a su propio padre en nombre de una causa más negra que un plasma desconectado. Es cierto que sus rasgos físicos, ese rostro permanentemente abarrotado, ayuda a crear cierta tensión en el observador. Sin embargo hay algo más: esa actitud que va de la ingenuidad a la locura sin resultar nunca ajena. Balk es un animal escénico, pero sobre todo, es una bestia. Una de esas que le daría una colleja a Satán y luego le sonreiría.
Mireille Enos. Enos forma parte de la Santisima Trinidad Pelirroja de Hollywood junto a Julianne Moore y Jessica Chastain. Dicen que los pelirrojos tienen una mala hostia superior a la de la media (una leyenda urbana que me viene bien utilizar, aunque sea más falsa que el sexo en una película de Isabel Coixet) y a Enos se le puede adivinar en The killing, con ese papel de hombre metido en cuerpo de mujer en perpetua implosión. Incluso si la serie —estadounidense— era pésima (puro delirio estético) la actriz transmitía rotundidad hasta cuando no estaba en plano. De mirada desvalida, a primera vista, el aspecto de cachorro se evapora en cuanto frunce el ceño y te increpa. Con esos enfados a sotto voce marca de la casa (debería registrarlos) se ha ido haciendo hueco en el gran Hollywood: Brigada de élite, Guerra Mundial Z y doblete con Atom Egoyan, Devil’s knot y Queen of the night, y amenaza con quedarse ella solita con el cupo pelirrojo en las colinas de Los Ángeles (en dura pugna con la mencionada Chastain). En el caso de Enos es esa sensibilidad frágil y esa carita de porcelana lo que le hacen pensar a uno en que estamos ante una cabrona en potencia (en términos puramente profesionales) que podría ser la villana hiperbólica perfecta. Por favor, que alguien en Hollywood se dé cuenta. Ahora.
Brit Marling. Lo de la Marling es una obviedad, es cierto, pero no podía dejar de estar en una guía de actrices con las que dormirías con un ojo abierto y un revólver bajo la almohada, por si acaso. Cuando esta rubia guapa llegó a Hollywood (después de haber declinado un trabajo en esa cueva de Alí-Babá que es Goldman-Sachs) rechazó ofertas para enseñar piel o morir de formas ridículas mientras corría escaleras arriba perseguida por un maníaco ataviado con una máscara. En cambió optó por empezar a escribir sus propios proyectos y renunció a actuar hasta recibir papeles interesantes. Se supone que en su faceta de economista había sabido ahorrar fondos para tiempos revueltos. Su primera patada en los morros del Hollywood machista y amante del tópico se llamó Otra tierra. Era una historia de amor tan extraña que parecía pergeñada por algún poeta desde un manicomio (cual Ezra Pound moderno). Lo de rubia con cerebro cortocircuitó a los señores de las corbatas y el siguiente proyecto de Marling también fue parido en casa. Sound of my voice fue la confirmación del talento (y el punto de locura) de esta nativa de Chicago que cumplirá 31 años el siete de agosto. Ahora (después de un par de incursiones en cine de terceros) vuelve con The east, una bajada a las fauces de un grupo anarquista (ecoterroristas, dice la prensa estadounidense) desde el punto de vista de una infiltrada que acaba metida hasta el gaznate. En el caso de Marling, una tipa de belleza delicada y voz rota que encarna a una mujer que —básicamente— no existe en el Hollywood moderno: lista, independiente, sexy, jodidamente contradictoria. Una mujer de verdad, vaya.
Léa Seydoux. Probablemente la actriz más genuina que ha salido de Francia en una década: llena de curvas, con pinta de haber roto varios platos, atrevida hasta el sepelio y tan absolutamente natural, que si lo que hace es fingirlo, se merece una estatua (grande, a lomos de un caballo). El personal de Cannes se quedó ojiplático hace unos meses ante su exhibición de poderío en La via d’Adèle, una película en la que se cuenta la historia de una relación lésbica y en la que Seydoux se deja el pellejo. Así de brutal es esta mujer: un día es la mala malísima de la última entrega de Misión imposible (y te la crees, y la amas) y al siguiente se enrola en una producción independiente sobre el amor sáfico. La explosión de la Seydoux es una buena noticia para los amantes de la feminidad mediterránea, la que no necesita cuerpos de gimnasio y bronceados de “me he quedado encerrado en una máquina de rayos UVA”. Intérprete que gusta de buscar los matices más minúsculos de los personajes que se calza, verla —aún cuando la película es un petardo— es un gustazo para el cerebro y un recordatorio de que determinadas actrices no pueden ser enjauladas. Que siga haciendo cine a ambos lados del Atlántico es toda una lección para navegantes: el talento con timón siempre es buena idea. Por cierto, los ojos de Lea crean esclavos a docenas, y eso es lo que la convierte en una digna entrada en esta lista. El territorio donde se mueve como una sirena esta heredera del imperio de Pathé y Gaumont (una joroba que se ha quitado de encima con una docena de películas) es el de la ambigüedad, calculada o no. Se agradece.
Léa Seydoux ya salió unos segundos en ‘Malditos bastardos’ no haciendo nada y se me quedó grabada. Magnetismo máximo.
Totalmente de acuerdo.
¿Pelirrojas inquietantes? Isabelle Huppert, mon dieu!
Se está tratando aquí de actrices inquietantes, no de brujas con escoba…
Bark. Melafo al cubo.
Tres sugerencias para la segunda parte:
-Khatarine Isabelle
-Juno Temple
-Ellen Page
Y un bonus:
-Chloe Sevigny
¿Chloe Sevigny? ¿No es esa que es como Jack Lemmon en «Con faldas y a lo loco»…? ¡Jo, jo, jo!
The Killing, pésima? Por favor, procura tener un pelín de decoro y criterio en este tipo de comentarios. La serie no llega al nivel de Forbrydelsen, pero sigue siendo una buena serie. Lamentable.
El »lamentable» está muy visto, esfuérzate más. The killing es pésima. Y Forbrydelsen también.
La vía de la Adela
A riesgo de sonar como un pedófilo, se debe incluir en la lista a la joven Chloë Grace Moretz. Hollywood ha explotado muy bien a esta pequeña, su papel en Dark Shadows es el ejemplo de su capacidad perturbadora. Y otra que debería estar y que ya se está haciendo mayor es Juliete Lewis.
A mi me falta Stina Ekbald. Yo vi Fanny och Alexander hace años ya, y juro solemnemente que sigo recordando todas y cada una de las extrañas y mágicas escenas de Ismael Retzinsky. No quiero sonar pedante ni nada parecido, pero realmente es brutal.
Ya es veterana pero siempre me pareció perturbadora, por los matices que siempre lograba dar a sus interpretaciones, la americana Jennifer Jason Leigh.
«Incluso si la serie —estadounidense— era pésima (puro delirio estético)»
¡Usted sí que delira! A Mireille Enos no conseguí verla «cabrona» en ningún momento; más bien como un cabreado tarrito de melaza . A la que sí veo mucho más que cabrona, es a Mia Kirshner que por cierto no ha mencionado usted.
Holly Hunter por dios!!
Mia Wasikowska
Ver Stoker para comprobarlo
Totalmente de acuerdo. Magnetismo inocente, de los que asombran.
Que no se os escape, por dios, Rooney Mara. Aunque esa es para dedicarle un artículo entero en la Jot Down, junto con una entrevista para el número trimestral. Si no, ahora en un futuro. Al tiempo.
Cualquiera que haya visto Hard Candy verá a Ellen Page en cualquier película pensando que algo se esconde y le dará la vuelta a la película. Además de ser una actriz magnética que deja a sus compañeros de reparto habitualmente como actores aficionados.