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Miguel Iríbar: El picante

Me caen bien los mexicanos. Me intriga su relación con el dolor y la muerte. Suelo decir en los monólogos que las chicas a las que les gusta el picante son más cañeras sexualmente que las que no, ya que el picante no es exactamente un sabor, sino un dolor, por lo que deduzco un cierto gusto por la violencia consentida. Esta teoría también afecta a los hombres, pero estos me preocupan menos. Son solo tribulaciones de alguien con mucho tiempo libre, pero me gusta pensar que llevo razón.

Sea como fuere, me fascina que los mexicanos puedan desayunar algo que haría explotar el esófago de cualquiera, referirse a todo con diminutivos naif, mientras ven en el periódico fotos de personas decapitadas por los narcos y decoran su casa con calaveras. Me encanta que por las noches sea más fácil encontrarte a un tipo que cobra por darte descargas eléctricas con dos cilindros metálicos, antes que a uno que vende rosas. Un mexicano prefiere jugar a ver quién resiste estar más «enchilado» después de ingerir un chile asesino, antes de ponerse a jugar a Apalabrados. Una comida sin picante es vista por muchos mexicanos como una pérdida de tiempo. Con la comedia me pasa algo parecido: el humor sin picante me deja la sensación de que falta algo.

El dolor y el sufrimiento, bien dosificados, poseen un poder de atracción superior al de lo dulce y lo empalagoso. El dolor sabe a reto, lo dulce a recompensa. Hay quienes gozan más de los retos que de los triunfos, y la comedia, muy útil para endulzar nuestra vida, también sirve para amargarla alegremente, cual Campari, o para darle ese toque doloroso o picante que busca la risa, pero que rasca un poquito más adentro. En un test proyectivo sobre la comedia que uno ve, mi perfil sería el de espectador masoquista. Como cómico, eso sí, prefiero dar antes que recibir.

Por mi trabajo, asociado a ver monólogos cada día, he terminado rechazando el monólogo amable y buscando el de tono más desagradable o incómodo. No hablo de provocar gratuitamente, o de buscar el lado negro de las cosas sin gracia. Cualquier cosa tiene que estar bien escrita y bien dicha, y por mucho que el tema sea jugoso, un gag mal escrito echa por tierra la mejor y más transgresora de las intenciones cómicas.

Hace poco leí una entrevista a Chris Rock, un cómico negro y guapete con pinta de simpático. La realidad es que su segundo monólogo para HBO, Bring the pain, grabado en 1996, y que copia el título de una canción de rap, supone toda una declaración de intenciones. «I came to bring the pain, hardcore from the brain», decía Method Man en ese tema, inspirando a Rock, que después de un año preparando su especial, vio que la frase encajaba perfectamente con lo que quería contar. Casi 20 años después de esa grabación, Chris Rock es uno de los reyes de la comedia en Estados Unidos y en el mundo. Influido por clásicos como Richard Pryor, Eddie Murphy o Bill Cosby, y ayudándose con el visionado de los discursos de oradores como Malcom X, Luther King y JFK, este señor consigue hablar de lo que le apetece con un tono que engancha desde el minuto uno. Aquí, una ración de crítica a la industria de los medicamentos.

Vamos con otra de mis debilidades. Lo presentan en la BBC como «un cómico americano y un borracho alienado: Doug Stanhope». En esta serie de colaboraciones para la cadena británica, Doug hace monólogos sin público, sin mirar a cámara, sentado en una caravana o en mitad de la carretera, en una butaca vieja, siempre con una cerveza o un cóctel en la mano, intercalando imágenes de archivo de programas sonrojantes. De mayor querría ser Doug Stanhope, de no ser porque ya soy bastante mayor.

El discurso adulto es algo que se echa de menos en la comedia española, sobre todo en televisiones generalistas. Aquí todo suele estar pensado para que lo entienda esa famosa «señora de Cuenca» a la que aluden los grandes productores cuando buscan llegar a la mayor franja de público posible, y esto condiciona la política audiovisual de nuestro país desde que las cajas tontas empezaron a llenar nuestros salones. Hasta que la señora de Cuenca no se aburra de ser la diana de todos los contenidos, seguiremos escuchando las mismas cosas en los programas que las grandes cadenas dedican al género del monólogo. Mientras tanto, no busquen algo muy diferente, porque no va a llegar.

Personalmente disfruto cuando veo a este tipo con pinta de tarado y supuestamente alcohólico (su discurso está demasiado hilado para serlo tanto como presume) miccionando sobre cada uno de los pilares de la sociedad. Da gusto observar su punto de vista crítico, informado, nada simplista. Quizá demasiado oscuro por momentos, aunque es justo ese matiz exagerado el que lo hace divertido y casi entrañable.

Sigamos con un poco de Holocausto, un tema tabú con el que no se debe jugar. Si no, que se lo pregunten a Nacho Vigalondo, que de un día para otro se vio expulsado de un medio tan aparentemente abierto como El País por unos cuantos tuits irónicos sobre el tema. Una muestra más de que mucha gente junta termina teniendo mucha fuerza, sobre todo cuando se trata de fastidiar las cosas y crear alarmas innecesarias. El encargado en este caso de bromear sobre el asunto es, como no podía ser de otro modo, Ricky Gervais. Sin sentir especial predilección por él como cómico, es cierto que ha ayudado a allanar el camino de lo políticamente incorrecto. Gracias a lo que representa, hoy en día mucha gente tolera ciertos chistes que antes no habrían pasado por el aro.

Y como no solo de genocidios vive el hombre, vayamos con un poco de porno, publicidad y leyes. Para eso, para denunciar hipocresías con un tono inteligente, nadie mejor que Bill Hicks, ese joven metido en el cuerpo de un crápula, que murió a los 32 años de un cáncer de páncreas. Siempre que veo sus vídeos me parece mucho más mayor. Su mensaje, eso sí, no tiene edad.

Solo ustedes pueden decidir si les gusta el picante y en qué cantidad, o si les gusta echarle un poquito a cada comida para darle «el toque» o prefieren comerlo una vez al mes y reventar. Lo bonito es no quedarse con las ganas de probar.

 

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7 Comments

  1. Tambien existe el amargor. El echarle limon a la vida.
    Ejemplo: Louie C.K.

    • Miguel Iríbar

      Claro, Agu, ¿no viste mi anterior post en el blog dedicado a Louie? Es de mis favoritos, sin discusión…

  2. Me gusta mucho el stand up comedy, sobre todo el Americano o británico pero los cómicos que has elegido para el articulo son sin duda de lo peorcito (excepto por Doug Stanhope). Chris Rock aunque empezó bien su carrera, en los últimos 15 años ha hecho bien poquito y sobre todo para la galería (público de color) mientras que Bill Hicks se dedicó a copiar sin ningún tipo de escrúpulo a Sam Kinison, este sí que fue un genio de su época y como Bill Hicks murió bastante joven. Cómicos que ahora mismo se encuadrarían dentro de lo que el articulo describe serian: Jim Jefferies, Louis C K, Billy Connolly (aunque últimamente está un poco bajo), Frankie Boyle (Despedido del Channel 4 por pasarse de la raya), Joe Rogan, Henry Rollins y alguno otro más que se me olvida.

    • Miguel Iríbar

      Hombre, tanto como lo peorcito… soy muy fan de los que nombras, especialmente de Rogan y Rollins. A Louis ya le dediqué un post entero, y en cuanto a Bill Hicks, creo que no se merece ser recordado como un imitador de Kinison, cuyos 5 minutos con Letterman son lo mejor del mundo (de hecho fue de los primeros vídeos que colgué en este blog), pero no lo veo especialmente superior a Hicks en términos de contenido, sí en cuanto a vis cómica. Gracias por las sugerencias, todos los que dices deberían ser más conocidos. Saludos

  3. Al hilo del inicio de tu artículo, un amigo Mejicano me dijo como se debía beber el tequila: sin sal, sin limón y sin gestos.

  4. Alexandra

    Es muy interesante empezar la nota con un comparativo del mexicano, aquel que por ignorar sus desgracias las ironiza y se burla de los males que le aquejan. Si bien es cierto que a menudo llegar a caer en lo cruel los cómicos que aquí se mencionan tienen ese toque que hace que cualquier cosa, incluso la más espantosa, tengan su lado gracioso.
    No conocía a gran parte de los personajes que se describen, pero es muy interesante que existan personajes que realcen la realidad de semejante manera. Saludos de una mexicana.

  5. Para mi uno de los grandes es Trevor Noah. Es sudafricano de color (madre negra-padre blanco) y aborda el tema del racismo como nadie. Introduce la comedia en un tema que a dia de hoy sigue siendo sensible en Sudafrica y lo hace fantasticamente riendose de si mismo, de los blancos y de los negros.

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