Arte y Letras Literatura

La verdad sobre el caso Harry Quebert

portada-verdad-sobre-caso-harry-quebert_grandeLa verdad sobre el caso Harry Quebert
Joël Dicker
Alfaguara

1975. Estamos en el pequeño pueblo costero de Aurora, en la costa este de Estados Unidos. Todo es paz, tranquilidad y dulce hastío hasta que la noche del sábado 30 de agosto la anciana Deborah Cooper llama a la policía tras haber visto a un hombre perseguir a una joven ensangrentada. Unas horas después, la anciana es asesinada en su propia casa. La joven, Nola Kellergan, una risueña quinceañera, desaparece sin dejar rastro. El caso se archiva pronto dada la escasez de pruebas.

1998. El joven Marcus Goldman entra en la Universidad de Burrows, Massachussets. Allí conocerá al famoso novelista Harry Quebert, que pronto se convertirá en su maestro y amigo.

2006. Gracias a las lecciones magistrales de Harry en su casa de Aurora, Marcus publica su primera novela. Muy pronto es saludada por la crítica como una de las más influyentes del panorama norteamericano.

2008. Marcus, víctima del síndrome de la primera novela, se siente incapaz de abordar la escritura de un segundo libro a pesar de que por contrato debe entregarlo en unos meses. Desesperado, se pone en contacto con su mentor, que le invita a pasar unos días en Aurora. Una vez allí, Marcus descubrirá que Harry tuvo un romance con Nola, a pesar de que ella era menor. Unos días después, el cadáver de la joven es descubierto en el jardín del profesor. Harry es detenido inmediatamente. Ansioso por ayudar a su mentor, Marcus comienza a investigar por su cuenta, convencido de que no es culpable. Ante una historia semejante, el editor de Marcus pretende que su nueva novela sea una morbosa reconstrucción de los hechos.

Con estos cuatro planos temporales y simultáneos comienza La verdad sobre el caso Harry Quebert, la nueva novela del escritor suizo Joël Dicker que, como sucede con todo best seller que se precie de serlo, trae consigo una tremenda algarabía de halagos y críticas negativas.

Es cierto que la sinopsis planteada en los primeros cuatro párrafos no parece muy novedosa: a primera vista, podría pasar como el típico argumento de otra novela-negra-con-detective-aficionado-primerizo-pero-con-buena-intención-y-mejor-suerte. Otro tanto sucede con la caracterización de los principales personajes: nos encontramos, entre otros muchos, con el maduro novelista de éxito atormentado por un pasado del que no consigue escapar, la jovencita enamorada y dispuesta a cualquier cosa por amor, el hosco y respetado reverendo de pueblecito americano, la severa y rencorosa dueña del diner donde trabaja la dulce camarera de la que está enamorado en secreto el brusco pero sensible policía de la ciudad… Por no faltar, no falta ni el filantrópico millonario misterioso que, por supuesto, también esconde un secreto. Hay muy poco en este libro que no hayamos visto o leído en otros sitios, desde Ciudadano Kane a Twin Peaks.

Pero no se dejen engañar: nada es lo que parece en esta novela. Ni los personajes son planos ni la historia sencilla. Nos encontramos ante una novela policíaca en la que cada personaje, como no podía ser de otra forma, tendrá un punto de vista distinto sobre los hechos y conocerá detalles que nadie más puede conocer. Para contar lo que le sucedió a Nola, Dicker nos raciona la información milimétricamente. Sus continuos puntos de giro podrían parecer tramposos, pero en realidad son un sugerente juego con el lector, al que solo le queda rendirse ante el placer de encontrarse cara a cara con el arte de la carpintería literaria. No es necesario conocer los fundamentos de la teoría de la novela para darse cuenta de que aquí el contenido es tan adictivo como la forma.

Este es, sin duda, el gran punto fuerte del libro: el fascinante juego de espejos que se despliega ante nuestros ojos. Desconozco si el escritor suizo ha leído La verdad sobre el caso Savolta, novela con la que no solo comparte el paralelismo del título: en ambos libros la trama avanza a través de materiales de procedencia tan diversa como diversos narradores, notas y pruebas policiales, artículos periodísticos, hipótesis, narraciones indirectas de otros personajes, crónicas de sucesos…

Street-Scene-Gloucester-Edward-Hopper

En todo caso, el otro gran hallazgo de Dicker es, precisamente, la principal diferencia con la obra de Mendoza. Mientras que Savolta es una novela esencialmente política, el eje sobre el que gira Quebert es la literatura en todos sus aspectos: el miedo a la página en blanco, el proceso de escritura, el mundo editorial, la crítica textual y la recepción por parte del público. Como ya sucedía con la caracterización de los personajes, este componente metaliterario tampoco es una novedad: ya Cervantes se encargó de que don Quijote supiera que sus aventuras habían quedado plasmadas en negro sobre blanco. Pero el escritor suizo de nuevo da una sutil e ingeniosa vuelta de tuerca: La verdad sobre el caso Harry Quebert (es decir, la novela que el lector real tiene en sus manos) comienza con el éxito de público y crítica que ha logrado La verdad sobre el caso Harry Quebert (el libro que escribe el protagonista de la novela) una vez que Marcus Goldman, tras meses de investigación, ha conseguido desvelar la verdad sobre el caso Harry Quebert (o sea, las circunstancias que rodearon los trágicos hechos de aquella noche de 1975). Pero el doble viaje emprendido para conocer esos hechos (el del lector y el de Marcus) estará tan lleno de dobles y triples lecturas que ambos (lector y escritor) dudarán en todo momento de si existe una única verdad sobre el caso Harry Quebert; y, por tanto, si en algún momento podrá llegar a escribirse La verdad sobre el caso Harry Quebert, a pesar de que el lector real tiene en sus manos un libro llamado La verdad sobre el caso Harry Quebert que comienza diciendo que La verdad sobre el caso Harry Quebert ha sido un tremendo éxito.

A esto hay que sumar el profundo respeto que Goldman (autor del libro en la ficción, pero trasunto del propio Dicker) siente hacia el oficio del escritor, así como le repugna el mundo editorial concebido como un simple medio de ganar dinero. La figura del chulesco y pragmático editor Roy Barnaski aparece así como un contrapunto necesario al, digamos, misticismo que subyace en algunos momentos en los que se reflexiona sobre la concepción de la escritura. Sirvan como ejemplo estos dos fragmentos en los que no parece necesario aclarar a qué concepción sobre la literatura pertenece cada uno.

Si los escritores son seres tan frágiles, Marcus, es porque pueden conocer dos clases de dolor afectivo, es decir, el doble que los seres humanos normales: las penas de amor y las penas de libro. Escribir un libro es como amar a alguien: puede ser muy doloroso.

[Barnaski] Me miró con expresión de complicidad; un camarero trajo champán e insistió en abrir él mismo la botella. Firmé el contrato, hizo saltar el tapón, puso todo perdido de champán, llenó dos copas y entregó una a Douglas y otra a mí. Le pregunté
—¿No bebe usted?
Hizo una mueca de disgusto y se secó las manos en un cojín.
—No me gusta nada. El champán es solo por el espectáculo. El espectáculo, Goldman, es el noventa por ciento del interés que muestra la gente hacia el producto final.
Y se largó a llamar a la Warner Bros para hablar de los derechos cinematográficos.

Esta caracterización casi caricaturesca de Barnaski nos acerca a otro aspecto fundamental en la novela: la multiplicidad de códigos literarios. Si la estructura y la trama son poliédricas, otro tanto sucede con el género de la novela. No cabe duda de que nos encontramos ante un thriller policíaco con un crimen que debe ser resuelto, pero paralelamente nos encontramos con escenas completas escritas en un registro de comedia (las discusiones entre Tamara y su marido Bobbo o cada aparición de la madre de Marcus son realmente hilarantes), de folletín romántico (la relación tormentosa e imposible entre Nola y Harry) e incluso de drama sentimental (como es el caso del pasado de Luther Caleb). Como si de otra vuelta de tuerca se tratase, Dicker juega en todo momento a emplear ciertos códigos imprescindibles para el funcionamiento de la novela pero riéndose a la vez de ellos.

Esto es lo que sucede especialmente con la novela autobiográfica que convirtió a Harry en un autor célebre: Los orígenes del mal, cuyo manuscrito aparece junto al cadáver de Nola y de la cual se insertan algunos fragmentos en la trama de La verdad sobre el caso Harry Quebert (en este caso, tanto en la novela real como en la novela ficticia). A lo largo de toda la novela se nos cuenta cómo Los orígenes del mal es una de las obras más importantes de la literatura norteamericana de la segunda mitad del siglo XX, pero cada vez que leemos un fragmento solo nos encontramos con párrafos vacíos de contenido y llenos de lugares comunes.

Querido mío:
Sé que no me quiere. Pero yo le querré siempre.
Aquí tiene una foto de los pájaros que tan bien dibuja, y una foto nuestra para que no me olvide nunca.
Sé que no quiere verme más. Pero, al menos, escríbame. Solo una vez. Solo unas pocas palabras para tener un recuerdo suyo.
No le olvidaré nunca. Es la persona más extraordinaria que he conocido.
Le querré siempre.

Él respondió días más tarde, cuando encontró el valor para escribirle. Escribir no era nada. Escribirle era una epopeya.

Esta es una buena muestra del humor y el constante doble juego de la novela: da la sensación de que, como buen escritor europeo, Dicker admira y se ríe al mismo tiempo de los estadounidenses.

early-sunday-morning, de Edward Hopper

No parece que esto sea óbice para que algún día La verdad sobre el caso Harry Quebert pueda convertirse en una exitosa serie de HBO, Showtime o AMC: muchas de las acciones de los personajes traspasan el límite de lo moralmente aceptable, aunque el lector comprende que es lo mejor (o incluso lo único) que podía haber hecho un personaje así en una situación como esa. Esto sucede especialmente en el caso de Nola Kellergan, que entra de golpe en el ranking de los grandes personajes femeninos literarios del siglo XXI a pesar del sentimentalismo casi bobalicón que le guía en todo momento. Nola es dibujada como una antítesis de Lisbeth Salander (a quien ya encumbró en su momento Vargas Llosa): mientras que la protagonista de la saga Millenium es una joven fuerte y cruel que esconde un lado sensible y atormentado, Nola es una chica dulce y algo pacata que oculta una determinación oscura y obsesiva. Dos arquetipos que, otra vez más, no son nada originales; y, sin embargo, no podríamos comprender el inmenso éxito de ambas novelas sin la fuerza omnipresente de sus respectivas protagonistas.

Es pronto, por supuesto, para decir alegremente que nos encontramos ante una obra maestra. Pero, a diferencia de la gran mayoría de best sellers, se trata de una novela que el lector disfrutará más y más con cada relectura gracias a su compleja, fascinante e hipnótica estructura de planos y perspectivas. Esto es así porque, en el fondo, no nos encontramos ante un simple best seller. Lo es, por supuesto, porque 750.000 ejemplares vendidos en Francia no es algo que consiga cualquier aficionado por casualidad. Pero no cabe duda de que hay mucho trabajo, mucha sinceridad, mucha lectura y mucho estudio detrás de esta novela. Y es que, al igual que la historia está llena de múltiples perspectivas, el libro admite varias aproximaciones: aquel que busque una sencilla y entretenida lectura de verano quedará muy satisfecho, como también le sucederá al teórico que quiera documentarse para escribir una tesis doctoral acerca de, por ejemplo, la superposición de los planos temporales y narrativos como marco idóneo para la construcción de una novela.

Todo gran escritor (y Joël Dicker nos ha demostrado sobradamente que lo es) sabe que la buena literatura es una mezcla de verdad y mentira. De ficción y realidad. Es por eso que La verdad sobre el caso de Harry Quebert es un libro en el que todos los personajes mienten cuando dicen la verdad y viceversa. Esto es lo que hace que una vez que comenzamos La verdad sobre el caso Harry Quebert no queramos dejarlo hasta conocer la verdadera verdad sobre el caso Harry Quebert. Aunque todo sea ficción y manipulación de cada uno de los personajes y del propio Dicker, y nosotros tengamos claro que, como lectores, somos más felices cuando no exista una única verdad sobre el caso Harry Quebert.

rooms-for-tourists Edward Hopper

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77 Comentarios

  1. Rafa Valdemar

    La novela es mala a rabiar

  2. No la he leído, pero lleva unas semanas siendo publicitada en todo suplemento cultural. No soy de novedades, pero hace poco caí en la trampa de leerme «Perdida» (anunciada hasta en los autobuses de la EMT) porque me fie de alguien cuyos gustos comparto y me pareció una auténtica chorrada. Y esto daría pie a un artículo sobre el bombo publicitario que las grandes editoriales generan para convertir a determinados autores o libros en los best sellers del momento; promoción de la que los propios suplementos, revistas culturales y críticos literarios forman parte a través de sus propias reseñas. Lo que me gustaría que alguien nos explicara es el proceso de selección de esos autores. ¿Quién decide convertir a Gillian Flynn en una best seller y por qué?

    • Tampoco la he leído, así que no puedo opinar con propiedad, pero tengo la sensación de que estamos ante otro producto de marketing literario con ínfulas creadoras de próximo Best Seller. A mí también me ha picado la curiosidad con ‘Perdida’ pero no desembolsaré el precio de una novedad sin conocer su valor (para esto intento consultar críticas independientes de lectores, bloggers, que me puedan inspirar confianza sin ser sospechosos de haber sido untados por hablar bien de…); a mí también me gustaría saber quién está detrás del lanzamiento de estas futuras estrellas de la pluma, el por qué está meridianamente claro en un mundo consumista: la pasta fresca.-

      • Ya quisiera para sí Toni Morrison la campaña que está haciendo Random House con «Perdida». Yo no he visto jamás un autobús tuneado con un libro de Vargas Llosa y creo que con eso lo digo todo. En cualquier caso, que se gasten esa pasta en promocionar a Vargas Llosa es perfectamente entendible, lo que me gustaría saber es qué determina que Random House, nada menos, decida gastarse semejante dinero en convertir una novela del montón en best seller. Está clarísimo que funciona, pero por qué Gillian Flynn y no Gwendolin García? ¿Quién o más bien qué decide que se apueste por esa persona?

      • Ernesto Filardi

        El mismo libro «La verdad sobre el caso Harry Quebert» explica muy bien todo ese proceso de «bestsellerización» de una novela con mucha crítica y mucha mala leche. El porqué de estos casos, como dices, imagino que la pasta. Quién está detrás, lo desconozco. En mi caso, se trata de un libro con el que he disfrutado muchísimo y me apetecía escribir sobre él. Nada más.

        Eso sí: ambos me habéis dejado con unas ganas tremendas de leer «Perdida». ¿Estáis seguros de que no sois agentes encubiertos de Random House? :)

        Gracias por vuestros comentarios.

        • Ya me gustaría a mí llevar las cuestiones de la señora Morrison en España :D

          • Perdida tiene una buena prosa -dentro de unos límites, evidentemente- pero es una mala novela. Es tramposa y la autora engaña deliberadamente al lector; eso, por más habitual que sea, es una bajeza imperdonable. Por lo demás, es una obra cobarde, que se atiene estrictamente a los tópicos, sin arriesgar. Y el resultado defrauda en extremo.

  3. Es mala, mala!

  4. Manda COJONES que os las hayáis arreglado para meter OTRA referencia a la cultura de la Transición española (¡venga Mendoza!) en la critica de una novela ambientada en Estados Unidos y escrita por un suizo. Lo vuestro es una puta enfermedad, en serio.

    • Ernesto Filardi

      No sé si conoces alguna de las novelas. Pero no es necesario leer «La verdad sobre el caso Savolta» ni «La verdad sobre el caso Harry Quebert» para darse cuenta del paralelismo. No solo el título, como digo en el artículo. Basta con ojear y hojear ambas por encima para darse cuenta del uso de materiales diversos para estructurar la historia. En ambos casos con encabezados en mayúsculas tipo «FRAGMENTO DEL INFORME POLICIAL CON FECHA TAL Y TAL Y TAL». Es lo que llamaban la «estructura externa» en los comentarios de texto del instituto. Un paralelismo que, como digo, no sé si es intencionado o es casualidad. Pero es obvio que existe.

      En cuanto a lo de las constantes referencias a la cultura de la Transición… Lo siento, pero no sé a qué te refieres.

      Un saludo y gracias por tu comentario.

      • Rafa Valdemar

        En fin, el recurso a materiales y documentos externos al narrador está tan trillado en novela negra que tampoco es que sea muy original el chico este.

  5. Alejandro

    Es una novela realmente espantosa; en comparación, las suecadas de Larsen son de obra maestra. Muy, muy mal. El chaval ese suizo es un puro producto de mercadotecnia editorial.

    • Ernesto Filardi

      Siento que no te haya gustado. Yo me lo pasé pipa, la verdad. Pero para gustos, colores.

      En cuanto a lo de «puro producto de mercadotecnia editorial»… Bueno, cada uno tiene su opinión. Ha ganado dos premios que aún me merecen confianza: el Goncourt des lycéens (que fue concedido a Philippe Claudel por «El informe de Brodeck») o el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa (que también se lo dieron a «Las benévolas» de Littell).

      Un saludo y gracias por el comentario.

      • Alejandro

        Pues mire, aunque me cuesta, le doy antes la razón al suplemento cultural del ABC antes que a Jot Down:

        “Joël Dicker pone en pie una trama criminal avalada por numerosos premios y ventas millonarias. A pesar de que son demasiados los detalles que chirrían.
        Chirrían, y mucho, los personajes. Empezando por Nola, una adolescente pesadísima a la que no me hubiera importado estrangular con mis propias manos. O el mustio y lánguido Quebert, que no para de garabatear por los rincones «Mi Nola, mi querida Nola, mi amada Nola. N-O-L-A, N-O-L-A, N-O-L-A», como si fuera Nabokov en los compases iniciales de «Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta».
        Cuesta creer que Fumaroli y Bernard Pivot hayan ensalzado esta novela
        Por si fuera poco, el autor comete la torpeza de introducirnos en «Los orígenes del mal», novela que refleja una relación clandestina en la que a los protagonistas no les queda más remedio que recurrir a las cartas. Pero las queDicker nos da a leer son tan bobas que uno se pregunta: ¿en esto consiste «Los orígenes del mal», la obra maestra que situó a Harry Quebert a la altura de Saul Bellow y Arthur Miller? Pues vaya.
        Y luego están los diálogos. Atención a este, uno de tantos: «–Mamá, no he escrito una sola línea. Si me dejases solo… –¿Por qué solo? ¿Te duele la barriga? ¿Tienes que tirarte un pedo? Puedes tirártelo delante de mí, cariño. Soy tu madre».
        La verdad, cuesta creer que Marc Fumaroli, miembro de la Academia Francesa y reputado historiador y ensayista, haya dicho que esta novelaes un chorro de «adrenalina literaria». Y que Bernard Pivot, de la Academia Goncourt, la haya ensalzado poniéndola por las nubes.
        A ver si se han confundido de libro…”

        • Ernesto Filardi

          Yo soy el primero que ha hablado de personajes estereotipados, de los lugares comunes de «Los orígenes del mal» y del caracter bobalicón de Nola. Es imposible negar eso. Pero sigo creyendo que es un modo divertidamente feroz de admirar y reírse de los estadounidenses.

          En cuanto a «Lolita», me parece obvio que Dickert se está riendo continuamente de ella a lo largo de la novela. No solo por el famoso N-O-L-A, sino por muchísimas semejanzas más que no quise escribir para evitar spoilers. Aquí van unos cuantos que creo que no son peligrosos.

          – No creo que elegir como nombre para la protagonista uno tan poco usual como «Nola» sea una casualidad.
          – Lo mismo pasa con el nombre de «Harry QuebERT», que para mí se parece demasiado a «HumbERT HumbERT» con una Q entre medias que recuerda sospechosamente al campamento Q de «Lolita».
          – En ambos libros los protagonistas se reúnen en habitaciones de motel.
          – En «Lolita» huyen por el país. En «Quebert», pretenden huir pero no lo consiguen.
          – Todo transcurre en un pueblecito perdido de Nueva Inglaterra.
          – Ambos protagonistas masculinos son profesores de literatura que fingen otra relación para disimular su pasión prohibida.
          – Ambos son descubiertos por lo que han escrito (en el caso de Humbert, su diario; en el de Harry, una nota manuscrita) y quienes le descubren pretenden denunciarle públicamente.

          No sé tú. Pero yo sigo creyendo que Dickert tenía muy en cuenta «Lolita» al escribir esta novela, y que está, a la vez, homenajeándola y riéndose de ella.

          Un saludo.

          • Alejandro

            Eso podría ser cierto si los capítulos de la trama “principal” estuvieran escritos de otra manera, con una prosa de mayor calidad. Precisamente, Nabokov era genial realizando ese tipo de parodias. Pero no es así: el joven Dicker es un narrador totalmente impersonal, página a página. Lo que diferencia a la literatura de verdad de un bestseller de consumo de rápido no es el “QUÉ CUENTA” sino el “CÓMO LO CUENTA”. Y La verdad no está a más altura en el “cómo” que un folleto de Viajes de El Corte Inglés (con todo mi respeto a los redactores de El Corte inglés”). Sólo hay que fijarse en las primeras páginas sobre la crisis literaria del protagonista: no es más que una reunión de estereotipos sobre autores de éxito que parece escrita por alguien que, paradójicamente, sólo ha visto un escritor en una película. Igual que el dichoso Harry no es más que una reunión de estereotipos sobre “viejo y amable profesor y mentor”.

            Saludos

        • Holden Caufield

          Totalmente de acuerdo, Alejandro.Los personajes son planos, no evolucionan y, en efecto, el peor de ellos es el escritor insulso Harry Quebert cuya obra maestra, cuando leemos algunos retazos que nos aparecen en el libro, se muestra como un folletín sensiblero y anodino (podría haberse esforzado un poco más, hombre). El tipo lleva 33 años viviendo en 1975, repitiendo frases absurdas y melodramáticas («yo la quería, Marcus», «es que la amaba, Marcus», es que fue mi amor, Marcus»…) que resultan poco creíbles. Y ahí enlazo con el que para mí es el defecto más grave del libro: los efectos de la memoria, que además, parece ser el principal tema del libro. Los personajes recuerdan con un sorprendente grado de detalle, como si fuera ayer vaya, todo lo que ocurrió en 1975, sin fallar una coma. Ninguno se plantea (ni el autor tampoco) que el paso del tiempo deforma y mitiga los efectos del pasado. Es normal que unos hechos terribles influyan en el futuro de los personajes de una forma intensa y duradera, pero vamos no como si fuera ayer. El tamiz del recuerdo, los falsos recuerdos, los olvidos, el «la vida sigue» no existen para el autor Dicker. Goldman o el policía preguntan a cualquiera y hete aquí que narran los hechos de pe a pa: «el primer día…», «la segunda noche…», «recuerdo perfectamente que esa semana fuimos a la playa todos los días», dice por ejemplo la amiga íntima de la insulsa y poco creíble Nola. ¿En serio? ¿Después de 33 años recuerda todos y cada uno de los días «previos» al asesinato?. Compárese esto con otras obras que tratan de los recuerdos como «El sentido de un final» de Julian Barnes o «Antigua Luz» de John Banville y muéstrese una sonrisilla complaciente hacia el bueno de Dicker.

      • Rafa Valdemar

        A mí me ha gustado tu artículo.

        Pero he aquí un hecho a investigar: ¿cómo es posible que haya ganado dos premios?

  6. Rafa Valdemar

    El caso de «Perdida» también tiene tela…

    En mi opinión ambas son best-sellers de usar y tirar, pero, coño, no me las vendáis como si fueran una maravilla…

    Maravilla es Patricia Highsmith, por ejemplo.

    • Ernesto Filardi

      Como sigáis así al final me voy a tener que leer «Perdida». ¡Qué intriga!

      • PRESIDENT MAO

        ¡Ni se te ocurra! ‘Perdida’ es a la novela negra lo que las películas de los sábados por la tarde de Antena 3 al cine policíaco. Mala no, lo siguiente. Y el giro final te lo ves venir cuando aún te falta media novela para terminar. Esto sí que es un fenómeno prefabricado por un ‘focus group’ de una megaeditorial amaericana. Dan Brown sentiría vergüenza ajena si alguien le pillara leyendo este libro en el metro.

  7. En alguna reseña comparaban a la tal Flynn con Highsmith. «Go figure»…

  8. El libro es malo, pero la reseña es peor.

  9. No entiendo los comentarios tan furiosamente negativos hacia esta novela. Al menos yo recomendaría leerla antes de plasmar opiniones. Estoy totalmente de acuerdo con la crítica de Ernesto y pienso lo mismo que él. Lo que ocurre es que las envidias son malas pasajeras y nunca se perdona a nadie que triunfa en este país, sea foráneo o de por aquí.
    Y esta es mi opinión sobre «La verdad sobre el caso Harry Quebert».*
    http://www.lalibreriadejavier.com/?p=24863
    * Soy un librero independiente que hago lo que quiero.No estoy en ninguna asociación de libreros ni pagado por editoriales que envían novedades (gratuitas) para que haga reseñas en mi página.Los libros los cojo de mi librería para leerlos. Y los pago al contado. Os lo digo para evitar comentarios suspicaces. Por cierto, «Perdida» es otra historia muy diferente, por decirlo de alguna manera.

  10. Los gustos son subjetivos y cada persona es muy libre de apreciar o no apreciar aquello a lo que se expone. A mí la parte que me interesa es la de la exposición mediática, qué determina que se apueste por tal autor. El libro de Flynn (el otro no lo he leído) me parece del montón y, si me apuras, destinado a un público adolescente. Random House recibirá miles de libros de ese perfil. Entonces ¿quién es Gillian Flynn? ¿Qué papel juega para que decidan lanzarla al «estrellato? ¿Es una cuestión de contactos o hay algo más? Desconozco si en el Reino Unido se hizo semejante campaña o simplemente fue ganando adeptos y en el resto del mundo han decidido apostar por él, pero esto lo hemos visto también con la primera novela de autores españoles que reciben una exposición mediática brutal.

  11. Ferdinand

    Esta vez me he permitido echar un vistazo a los comentarios al final de esta crítica, y jolines, cómo está el patio de lo de opinar en la red: En seguida que si la sospechosa mercadotecnia, que si malísima la obra, etc. No hay uno que salve la crítica ni al libro… Incluso a uno le parece mal que se cite a Mendoza (“que no tiene nada que ver pues uno es suizo y el otro de Barcelona”, sic!). ¿Qué pasa?, habrá que dar la razón al tópico en la versión más acabada que se me ha ocurrido ahora (sustituyendo ‘críticos’ por ‘comentaristas’ y ‘escritores’ por ’críticos’): ¿es que todos los que comentan a críticos de libros son críticos frustrados? Dicho cariñosamente pues soy un desconfiado de los ‘best seller’, ¡pero no hasta ese punto!. Un saludo

  12. Salvador Vilar

    Yo pillé la novela como comida rápida, para leer del tirón en estos días de estar echado al sol o a la sombra. No esperaba que fuera literatura de calidad, pero le exigía un mínimo, el mínimo que hay que pedirle a todos estos libros canción del verano (un poquito más de lo que le exigimos a Georgie Dann). Y ese mínimo, bajo mi punto de vista, no lo da: la novela es cursi y amanerada, reiterativa hasta el hartazgo, los giros de la historia están cogidos por los pelos, los personajes no desprenden un mínimo de empatía (quizá el pobre machacado un poco, pero más que empatía lo que sientes es pena, parece el personaje de la canción Everything Happens To Me). En definitiva, una novela que de torpe se me hizo pesada. Eso sí, me eché unas risas con el momento psicosis (imagino que el autor no buscaba eso) y un sonoro ¡No te jode!… Más limpiadas perrillas que gasté en balde : (

  13. Antonio Trashorras

    Menos mal que existen bibliotecas públicas y, llevado por la curiosidad pero no tanto, cedí a las ganas de echar un ojo al tochazo de moda pero sin rascarme el bolsillo, cosa que, a la postre, me hubiese dolido horrores. Vaya si me hubiese dolido…

    Cuando llevas apenas cinco páginas ya resulta más que obvio que el autor redacta así de simplote, con una prosa tan al alcance hasta de un posible lector aquejado de déficit de atención, no porque no tenga capacidad (talento ya es otra cosa) para hacerlo menos vulgarmente, sino porque bien sabe que su negocio está en la demografía, y no en la verdadera densidad psicológica o en la búsqueda de una cierta originalidad (ya no digo personalidad) expresiva. Para nada soy enemigo de la narrativa de consumo ni soy el típico fundamentalista de la Gran Literatura que rechaza los «best sellers» por el mero hecho de existir, pero lo que sí me desconcierta es la manera en que a veces tanto determinados grupos editoriales y de comunicación (supongo que lo harían todos si pudieran) nos la meten doblada con productos como éste, que sin dejar de ser un bolsilibro con trastorno glandular, una trampa para turistas (o mejor, para elefantes) de la lectura estival, inocula en no pocos parroquianos cierto gustirrinín de pertenencia a una tribu lo bastante culta como para, al tiempo que marchan al tran tran de un argumento como de academia, permitirse evocar tanto a gigantes (esas referencias a Nabokov, Bellow y su puta madre) como a cabezudos (Fumaroli, Pivot, Óscar López…).

    Al final devolví el libro a la biblioteca cuando aún me quedaban cien páginas para saber la dichosa «verdad» y todo me seguía importando un bledo. Qué le voy a hacer: prefiero o bien el «noir» que huele a sudor, hecho con oficio y colmillo torcido, o bien algo realmente exigente e incluso inclemente, no sólo desde el punto de vista formal sino también moral. Entiendo que exista la televisión generalista, los partidos mayoritarios, la ética de consenso, las rutas programadas y hasta las novelas así. Pero también estoy condenado a no entenderme con quienes, inmersos en dichos rediles, afirman conocer y ser capaces de descifrar el mundo, el arte y la vida en toda su turbia complejidad.

    Que lo disfrute quien pueda.

  14. Rafa Valdemar

    Uno acaba un poco harto de que cada vez que denuncia un best-seller como basura, como producto de usar y tirar, salgan defensores agazapados a acusarnos de envidiosos, fundamentalistas, elitistas, críticos frustrados, etc.

    Pues no. Hay best-sellers tan dignos como los de Philip Kerr, John Connolly, Philippe Cavalier, Stephen King, James Ellroy, en fin, la lista es muy amplia.

  15. Betseller, de primera a última página, entretenido y currado…sobretodo currado. Gracias por la reseña…en su justa medida.

    • Federico Berges

      Muy de acuerdo.

      Una novela muy bien trabajada. Salvo en los episodios cómicos, no nos llamará la atención el estilo o la atmósfera, pero la trama y la manera de deshojarla en diferentes planos temporales es impecable.

      Y apuntar que muchos de los comentarios apestan a elitismo

  16. Antonio Trashorras

    Opino como Rafa. Llevo media vida leyendo «best sellers», sobre todo del pasado, y otra media libros de los considerados intocables, poco menos que sagrados. Mi porcentaje de satisfacción en uno y otro campo creo que siempre ha sido parejo. En mi disfrute como lector jamás está por delante a priori ni la literatura de consumo ni la llamada alta cultura. Más que puro entretenimiento, que también, lo que busco en un libro es una cierta conexión con el autor, con el tema o con el punto de vista adoptado. Peor que aburrirme con un texto es sentir que el autor es un meapilas, alguien cuya manera de juntar las letras y/o pensar notas que no te está aportando nada. Tal es el caso de Joël Dicker, quien en cientos de aguadas páginas no ha dejado en mi más huella que una cierta sensación de estar ejecutando un calculadísimo plan para posicionarse en el punto exacto de polémica, prestigio y ocio que garantiza un éxito, quizá tibio, pero suficiente, y despierta el recelo de apenas cuatro raros. Yo no sé si el suizo es un manso o se lo hace (porque bien que le interesa, claro), pero su libro es pura sopa boba, ejemplo del peor tipo posible de narrativa de gran superficie, el que, encima, viene con aires de suficiencia y armado de coartadas culturales. Camisa blanca, planchadita, sonrisa de integrado, mirada de no bajarse del burro… Los ultracuerpos siguen ganando.

  17. ¿Es un best seller? Si.
    ¿Es entretenido? Si.
    ¿Me lo compro? No, me lo descargo.
    ¿Es un tratado filosófico?No, es una novela.
    ¿Cambiará el mundo su lectura?No.Casi ninguno lo ha cambiado(He dicho casi).
    ¿Me lo llevaré en verano?No lo sé, a lo mejor lo acabo antes.
    Que lo lea el que quiera, como todos los libros que se
    han leido anteriormente. O vamos a juzgar a la gente
    por leer aunque no sea literatura de altos vuelos.

    • Rafa Valdemar

      Aquí no se juzga a la gente.
      Como mucho damos opinión sobre un libro.

      Leer por leer es una tontería.

  18. Antonio Trashorras

    El que no te guste un libro no implica pensar que todos a los que sí les ha gustado son imbéciles. ¿De verdad hace falta aclarar eso?

  19. El libro en cuestión es MALÍSIMO.

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  21. Decepcionante… me esperaba una buena novela….
    Lenta, repetitiva, predecible… Realmente no se si he leido una novela policiaca un tratado sobre lo difícil que es la creacion de una novela, una novela costumbrista, o que. Ultimamemte creo que el buen marketing enmascara productos bastante mediocres

  22. Y yo que creí que era rara porque no he sido capaz de seguir leyendo esta novela hasta el final.
    Sinceramente, ni entiendo de dónde salen tantas alabanzas, es plana hasta morir de aburrimiento. Plana en el lenguaje, en la caracterización de los personajes, en el avance de la trama… Un rollo lleno de pretensiones. ¿Y esta es la literatura que se nos recomienda? ¿Comparable con Lolita? Venga ya!
    Sin acabar el libro, uno lo deja de puro hastío del escritor de la página en blanco y su voluntad e escribir «el libro de su vida»; del profesor que se enamora de la niña golpeada, sin que sepamos dónde está su atractivo; de los afanes de la dueña del bar y su hija… Eso y el lenguaje… Es un libro, pero no literario.

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  25. Es malo hasta el hartazgo.
    Personajes planos, clichés.
    Diálogos bobalicones, cursis.
    Predecible, aburrida, escrita de un modo impersonal.
    Demasiado larga, aburrida, pesada.
    Uf, lo más decepcionante no es la novelita esta, si no tantas personas diciendo que es una obra maestra.
    Eso es no haber leído; una obra maestra es Lolita, En busca del tiempo perdido, Ana Karenina, los Relatos de Cortázar, incluso Una novelita lumpen de Bolaño.
    Lean, lean a los buenos para no quedarse con la boca abierta ante cualquier payasada como El caso Quebert.

  26. Disfruté mucho de la novela, pasé un rato agradable y eso es lo que buscaba.
    Coincido con algunas de las críticas pero no creo que sea «mala» ni «una falta de respeto a las letras». Sí, sentí una vez, muy puntual, insultada mi inteligencia pero después resultó ser algo que comí.
    Sí, en muchas ocasiones, quise asesinar a Nola yo mismo.
    Sí, hay varios pasajes creados, claramente, para estirar (hay acciones que llevan páginas enteras y podrían resumirse en un párrafo por la falta de trascendencia en la trama o los personajes)(sobre todo al comienzo, con las anécdotas de la Universidad)
    Sí, «los orígenes del mal» es una novela pésima, aparentemente, pero leyendo me dí cuenta que debía ser ese el chiste.
    Y sí: la identidad de los asesinos se ve venir a kilómetros de distancia, vamos a ser sinceros, pero eso no me impidió disfrutar la novela.
    Creo que es entretenida, está bien contada, tiene giros argumentales bien puestos y, aunque se le notan las costuras, la pasé genial.

    • Opino exactamente igual.
      Es una novela bastante cursi. La relación Harry-Nola no sólo es aburrida, es que a veces es insoportable. Todo tan intenso, tanto amor… pero ni siquiera hablan de la relación física. No es que quiera un Sombras de Grey, pero creo que es importante, cuando se habla de la relación entre un hombre de 30 y una niña de 15, ver cómo afrontaron esto.
      La historia de la universidad sobra totalmente. Ese rollo del boxeo es eso, un rollo.
      Y por último, Marcus es un repipi. Todo eso de El Formidable es como para darle collejas y no parar.
      Tampoco necesitaba la parte del editor y el millón de dólares y esa trama tan infantiloide (o triunfas al máximo, o fracasas estrepitosamente).
      Y, sorprendentemente, la novela me ha entretenido muchísimo. Me la he leído del tirón y no me arrepiento.

  27. Voy por la mitad y lo odio, de hecho he llegado hasta aquí buscando una razón para no dejarlo.
    No me gusta nada, empezando por el estilo narrativo: Dicker pretende contar una gran historia de amor sin escribir un solo párrafo válido sobre el Gran Tema Universal, limitándose al recurso fácil de encadenar un diálogo almibarado detrás de otro. ¿Qué diferencia hay entre eso y los bodrios de Stephenie Meyer?
    El desarrollo de los personajes también deja mucho que desear, apenas le dedica un par de brochazos a cada uno; esta es ingenua y un poco patética, esa ambiciosa y muy estúpida, aquel entrañable y simplón… Mención a parte merece el propio Harry Quebert, ¿qué le pasa?, ¿es algún tipo de tara psíquica?, es decir, ¿por qué tiene una edad mental de 14 años?
    En fin, no tengo nada contra la literatura de entretenimiento (hice cola a medianoche para comprar el último libro de Harry Potter en inglés y me siento orgulloso de ello) pero decir que La verdad sobre el caso Harry Quebert es «la gran novela americana escrita en francés», como he leído en un artículo, me parece una tomadura de pelo. Por ahí no paso.

  28. Gracias a Dios no soy el unico que lo piensa: aburrida, plana…tanto bombo y platillo, para esto…Voy por la pag. 180 y aquí me bajo….mucho he durado.

    • Pues has hecho bien en no acabártela. No merece la pena invertir el tiempo en esta novela.
      Ya tienen razón algunas críticas: estereotipos, diálogos cursis… una pesadez.
      Yo la he acabado por cabezonería, pero mejor escoger otra lectura para vacaciones.
      Una cosa tiene razón la novela, cuando retrata el mundo de las editoriales y el marketing que acompaña determinados títulos: la prueba es el mismo libro.

    • Holden Caulfield

      Pues no te pierdes nada. Yo la terminé, aunque la última parte fue una lectura rápida. Al final, hay tantas «sorpresas» por parte del autor que resulta absolutamente ridícula. Y mientras, todo el tiempo el pesado de Harry Quebert quejándose como un estúpido sin solución…De verdad, da vergüenza ajena.

      • José Luis

        Pero si la has recomendado este año 2018, como lectura recomendada para el verano. Como todas tus opiniones sean tan cambiantes…

  29. Audrey H.

    ¿Por qué cuando un libro se convierte en best-seller se le califica de basura automáticamente? No todo tiene que ser alta literatura, leer es un placer y a mí me ha parecido una historia de lo más entretenida. Cierto, hay cosas que chirrían y el personaje de Nola me parece aburridísimo pero la verdad es que yo me lo pasé pipa con las 600 y pico páginas…
    Goddard me parece un Dios pero también me encanta Ocean’s Eleven.
    Pues eso.

    • Holden Caulfield

      A mí también me encanta el cine y la literatura comercial, pero de buena calidad. Harry Quebert y sus lloriqueos absurdos no entran en ese estándar, por lo menos para mí (y por lo visto por aquí y por otros foros, hay mucha gente que piensa igual). Si usted se lo pasó muy bien con la novela, pues estupendo. Ahora, otra cosa es vendernos la moto de que ésta es una novela de calidad, dentro de la tradición de los autores más reconocidos de Norteamérica y toda esa cháchara inmunda que ha rodeado el lanzamiento publicitario del libro. Cada uno tiene derecho a disfrutar de lo que quiera, y tendrá lo que se merezca según sus gustos y preferencias. Yo me quedo con Willa Cather, por poner un ejemplo de algo alejadísimo de la pantomima insulsa de Jöel Dicker. En fin.

  30. Me disculpo ya de antemano por el nivel de lectura que parece tiene el personal por aquí…
    A mi me ha encantado, simplemente, me he pasado los 2 últimos días sin separarme de él, y cómo comenta el autor en creo su ultimo capítulo, si cuándo acabas el libro tienes la sensación durante unos segundos de una especie de tristeza por tener que despedirte y miras y remiras la portada todavía recordando la trama, para mi eso es de casi 10, pocas veces me ocurre la verdad, y si, si leo y bastante por cierto.
    Un saludo!
    P.D. Voy a indagar sobre Perdida y la verdad sobre el caso Savolta

    • Totalmente de acuerdo contigo. Es cierto que no es ninguna obra maestra, pero a mi me pasó exactamente lo mismo que a ti, y no es muy frecuente (y conste que yo me leo una media de cinco libros por mes, sin contar los que me dejo a medio – gracias biblioteca pública por existir). Respeto a quién no le haya gustado, e incluso puedo estar de acuerdo con alguna de las críticas que se le hacen, pero lo que observo es que mucha gente no opina, pontifica. Y nos deja por idiotas incultos a los que pensamos diferente.

  31. La verdad sobre el caso Savolta…la leí de niño y fue una revelación, el principio de mi amor por el género negro. ¿Perdida? se ve venir desde el principio, escritura farragosa, hipster de masoquistas literarios…y ahora, Harry Quebert.
    El peor folletín que he leído en años, pero ¿saben qué? Que está en la línea habitual de thriller y novela negra de moda. Sin duda el Opus está intentando catequizarnos con inspectoras que ven seres inventados en los bosques (sin duda la pobre señora no pasaría el psicotécnico), Lolitas que no provocan nada más que pena, chicas perdidas que no lo están tanto, asesinatos sin víscera ni muerte en realidad, un poco de sangre para no molestar…best sellers vacuos que pretenden ser obras maestras…todo lectura de tarde de Antena 3, para mentes amables. La novela negra ya no es negra, es cupcake y donut glaseado. En fin…Harry Quebert, 700 páginas de aire y más aire, de Nolitas cursis, de Harrys más cursis todavía y de heladería americana de obra de teatro del colegio de los Maristas. Ah, con el marketing hemos topado, amigos…

  32. Pues a mí me ha encantado. Cierto que los personajes son planos. Menos mal que Nola está muerta, que si no la mataría yo. Cierto también que recuerda a otras novelas y fui capaz de «adivinar» el final cuando aún faltaban bastantes páginas. Pero me ha encantado. He estado enganchada a ella durante mis vacaciones.
    Al final no todo puede ser tan «trascendente». Criticar als best seller del momento porque es un bestseller, sin leerlo, pues qué queréis que os diga. Huir de la lectura para las «masas» porque sí y presuponer que es bazofia es una actitud bastante habitual, y no veo la razón. Que entretener también está bien. «Lolita» será todo lo trascendente que queráis, pero a mí me pareció un coñazo.

  33. Yo la acabo de leer y me ha parecido, sino mala, si mediocre. Un best-seller policiaco del montón. Me parece que si en vez de escribirla un suizo de 28 años lo hubiera hecho un americano de 54, por ejemplo, no habría despertado tanta atención de los medios. El juego de espejos entre el pasado y el presente, así como los giros «metaliterarios» (o como se les quiera llamar) resultan interesantes, sí, pero tampoco es algo tan novedoso, a estas alturas… lo mejor, para mí, es el sentido del humor de algunos diálogos y personajes como el del editor, tan materialista y tan genial. En cuanto a la banalidad de la supuesta obra maestra que escribió Quebert, sinceramente, no creo que el autor haya pretendido ser irónico: Toda la historia de amor resulta absolutamente cursi y pegajosa. Seguro que hacen una peli con esto.

  34. Sí, bazofia pura y dura.
    Simple, aburrida, absurda, pretenciosa, ilógica, inverosímil… No sé qué es peor, si la novela en sí o los personajes, que tienen tela. Increíble que los mal llamados «expertos» califiquen la obra de excelente, pero más aún, que digan que tiene un estilo narrativo increíble. Viva el marketing y la publicidad.
    Por cierto, afortunadamente no me he gastado un duro leyéndolo porque lo cogí de un biblioteca en V.O., pero aun así aluciné. No mejora nada.

  35. Acabo de descubrir la crítica, y yo sí que pienso tenerla en cuenta (amén de la que me diste el otro día).

    ¡Abrazo, compañero!

  36. Yo sí la he leído y solo la puedo calificar de adictiva.

    No sé si será una obra maestra pero es una muy buena novela, difícil de dejar para continuar al día siguiente. Tal vez el único defecto es que me pareció demasiado larga.

  37. Comienzo prometedor; buena trama a media novela, bien estructurada; varios diálogos ñoños, y algunos personajes que caen en el tópico -la madre del protagonista y su agente, sobre todo-; engancha bastante casi al final, y se derrumba durante las últimas 80 páginas. No la recomiendo.

  38. Boyero sobre la novela (estoy bastante de acuerdo, aunque como siempre exagera un poco):
    ‘(r)ecuerdo con sensaciones relacionadas con el estupor y el hastío que debido a la curiosidad, el suntuoso espacio que le dedicaban los suplementos literarios de los periodicos, las reseñas no ya condescendientes sino cercanas al entusiasmo, la desmesurada campaña de marketing, intenté zambullirme durante un viaje en un best seller (no tengo nada en contra de los best seller con encanto, me gusta mucho Stephen King y la trilogía de Stieg Larsson), de setecientas páginas titulado La verdad sobre el caso Harry Quebert. Ignoro si fue la tenacidad sin causa, la necesidad de conocer para poder opinar o simplemente el masoquismo lo que influyó en mi demencial propósito de llegar al final de ese voluminoso engendro, pero puedo asegurar que al acabarlo, el libro sufría notables magulladuras y estaba deshojado. Ocurría que más de una vez lo lanzaba al suelo o contra la pared. Enfurecido contra el monstruoso timo que supone vender al tal Joel Dicker como el nuevo maestro del thriller literario. Esa prosa tan cursi como ramplona, esa intriga que pretende ser retorcida pero solo es idiota, esos personajes vacuos, esos diálogos entre convencionales y cochambrosos, esos giros de la trama aún más bobos que tramposos eran la representación modélica de la literatura basura. No me indignaba la incapacidad literaria del autor, sino que la abrumadora plataforma publicitaria de esa insufrible novela hubiera conseguido que la comprara y la leyera. O sea, me sentía fatal conmigo mismo, constatar que podía ser tan vulnerable ante el marketing, sabiendo que cualquiera puede consumir la mayor memez si su promoción te la sabe vender.’ EL PAÍS, Babelia, 28/12/2013
    http://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/20/actualidad/1387559940_573650.html

  39. es muy mala. Pero mala mala. Y, por favor, no compararla con La verdad sobre el caso Savolta. Totalmente de acuerdo con la crítica de Boyero. Es muy infantil, muy superficial. Personajes muy típicos sin profundidad en su psicología. No me explico cómo recibió tantos premios. Y su continuo regodeo en que escribir es lo más guay del mundo, que infelices son el resto que hace otra cosa me pone de los nervios.

  40. Yo quiero saber si Marcus es de raza negra?

  41. Pingback: El Olivo » La verdad sobre el caso Harry Quebert (2)

  42. En mi opinión el libro está bastante bien, mi valoración es positiva. Me parece una buena novela. El o la que diga que es demasiado largo que observe la grandiosa obra de Cervantes »El Quijote», que aun siendo bastate larga es un milagro de la literatura. Y el o la que opine que el libro puede liar debido a sus numeros planos, pistas o personajes que se atreva a leer »Cien años de soledad» de Gabriel García Márquez (una de los libros que más me costó leer por sus numerosos participantes). Simplemente no creo que sean grandes lectores/as (lo que no quita para que sean buenos).
    No deberían tachar el comportamiento de Nola Kellergan de infantil, ñoño, y otras cosas, si no han conocido lo que es estar enamorado locamente a los 15 años (como nos describe Dicker). Cada persona tiene su carácter y si ustedes lo piensa ese carácter pega bastante con el de Harry Quebert y con el ambiente que se desarrolla en Aurora.
    En cuanto a la comparación de obras que han hecho en la mayoría de los 70 comentarios, ni siquiera entiendo porque se empeñan en comparar a un escritor joven que ha escrito 7 libros en su vida y lo único que quiere es hacerse un hueco en el gran mundo literario, con grandes maestro de nuestra historia como Lope de Vega, Mendoza y los demás autores que hayáis nombrado, que probablemente jamás serán superados.
    Y éste, como muchos otros best-seller del siglo XXI es un libro que de ninguna se asemeja a los grandiosos trabajos del siglo de oro español, pero no está tan mal.

  43. Pingback: Joël Dicker. La verdad sobre el caso Harry Quebert | Mil y un libros para disfrutar

  44. Pingback: Sobre la dificultad del amor | EL AULLIDO INTERMINABLE

  45. Regina Nebreda

    Acabo de lanzar a la basura esta novela al menos era una edición de bolsillo.. no he podido pasar de la página 106.. que to.a dura de pelo!

  46. ¿Alguien podría decirme cuál es el número de la revista en el que aparece este artículo?
    Me gustaría ver qué más se publicó, ¡aparte de esta maravillosa reflexión de Ernesto Filardi! Me ha encantado el análisis que hace sobre la obra, es muy acertado.

    Un saludo y gracias de antemano.

  47. No pude con ella. La novela es muy floja la mires por donde la mires. Personajes inverosímiles, diálogos infantiles, descripciones de primero de bachiller… La trama ya la he leído mil veces. Puedo entender que una editorial potente como Alfaguara la promocione por todo lo alto, también puedo entender que la corte de presuntos críticos al su servicio la pongan por las nubes, lo que no entiendo son las críticas de muchos lectores calificándola de obra maestra.

  48. Jesús de Nazaret

    Madre mía, cuanto cuñao había por aquí…

  49. Pingback: La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker - Cristina Grela

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