Lo del sexo inesperado es de lo mejor que puede pasarte en la vida. Tú estás leyendo, o terminando de comer y ella se acerca y te dice: quiero una mamada. O se acerca y se mete la mano bajo la falda y después te pone los dedos en la nariz y pregunta con la carita ya esponjada: ¿A que huele rico? Y vaya si huele rico.
Una mujer que te diga esto o que te haga esto, cuídala, pues está en la cúspide de la evolución femenina y tú, qué puedo decirte, tú vives en el puto paraíso.
El sexo inesperado puede depararte momentos memorables. Recuerdo una noche en que estaba cenando en el St. Rémy, un restaurante estupendo en la parte alta de Barcelona, con La Giganta y su marido, que es un hombre formidable y un amor de persona. Y en medio del primer plato (hablábamos de coños rapados y de coños peludos si mal no recuerdo) La Giganta puso las bragas encima de la mesa y dijo:
—Tú hablas mucho, pero a que no me lo comes…
—¿Ahora?
—Ahora.
Estaba adorable La Giganta esa noche de verano con un vestido color pastel en aquel gran salón del St. Rémy, bastante lleno por cierto, y me miraba retadora. Pero a mí hay cosas con las que no se me puede retar. Así que terminé de masticar el bocado que tenía en la boca, bebí un poco de vino, puse a un lado la servilleta, y me metí debajo de la mesa (por suerte los manteles del St. Rémy son de los que llegan al suelo). Ella ya tenía las piernas las kilométricas piernas abiertas y el coño, ese maravilloso coño suyo depilado echado hacia adelante, hacia el borde de la silla gustoso y regordete y con su raja entreabierta y me puse a comérselo. El acto de comérselo, ya de por sí delicioso, incrementado por la situación, que ya me dirán ustedes si no era singular.
Y desde allá abajo sentía yo sus risitas.
Qué mujer.
Estando yo en la tarea se acercó un camarero a traer algo y por suerte no se dio cuenta de nada (o sí se dio cuenta pero sabiamente prefirió dejar que la vida siguiera su gozoso curso). En algún momento, salí de debajo de la mesa y bebí otro sorbo de vino y reímos y proseguimos con la comida, que en el St. Rémy es excelente, y continuamos nuestra conversación. Una hora más tarde, enfilando la salida, crucé la mirada con una rubita que estaba sentada a un par de mesas de donde habíamos cenado y vi claramente en sus ojos que estaba al tanto de mi incursión debajo de la mesa a comerle el coño a La Giganta. Tenía una expresión en el rostro y un mohín en la boca que lo dejaban muy claro. Ella también quería. Es lo que tienen estas cosas que producen un efecto llamada. Pero yo, desafortunadamente, no podía complacerla sobre todo porque estaba la rubita en una mesa con otras cinco personas. Imagínense. En fin que incliné la cabeza en su dirección a manera de guiño cómplice o excusa y seguí adelante.
Cuando abandonamos el lugar, para hacer la velada aún más notable, a La Giganta le entraron ganas de orinar y la bendita se levantó el vestido y encaramó una pierna y lanzó el chorro encima de un coche de policía (hay una estación de policía en la esquina del restaurante). Qué imagen. A eso llamo yo ser antisistema. Nunca le he preguntado a La Giganta si le gustó mi manera de comerle el coño debajo de la mesa en el St. Rémy, pero supongo que fue una experiencia satisfactoria y placentera pues la Giganta tenía aquella noche la carita brillante, las mejillas rojas y el cuello y las piernas más largos que nunca y los labios empinados.
Lo del sexo inesperado es magnífico. Le añade algo sustancioso, espumeante al mero acto y eso siempre es de agradecer. A mí, confieso, me encanta que me la coman por sorpresa. Bueno, de otras maneras también, pero por sorpresa para mí es lo máximo. Un poco al estilo La Giganta. ¿Ahora? Ahora. Cuando menos te lo esperas.
—A ver, sácatela que te la quiero comer.
—¿Aquí?
—Sí, aquí.
Y uno no tiene más remedio que obedecer, claro.
No es necesario que sea en la calle, o en un restaurante. La cosa no va de exhibicionismo ni de exteriores, sino de combatir los lugares comunes y las rutinas. La cuestión es la sorpresa. El encarar el sexo sin, ay, los tan asumidos protocolos y encorsetamientos.
Otro tipo de sexo inesperado que les recomiendo especialmente es el del despertar. Me ha pasado muchas veces a lo largo de mi ya larga vida: soy un hombre afortunado. Tú medio dormido o dormido completo y de pronto regresas de la blandura y la oscuridad y te la están chupando. Hay pocas cosas tan sabrosas en la vida. Y que ella lo haga por su goce, no por el tuyo. Esto es lo mejor. De pronto te das cuenta de que no te la está chupando para complacerte. De eso nada. Te la está chupando porque ella tiene ganas.
Es fantástico.
Insistiré en esto porque es un asunto capital. La mejor manera de que te coman la polla es que ella (o él) goce comiéndotela, no que lo haga por complacerte. Hombre, a fin de cuentas que te la coman es bueno siempre, pero, en mi experiencia, cuando ella lo hace llena de egoísmo y tú le importas un bledo porque ella está satisfaciendo una urgencia primaria podríamos decir, todo se vuelve especial.
Como es lógico, este asunto tiene dos caras, nunca mejor dicho. A veces eres tú el que da la sorpresa. Por ejemplo, estás en el coche y comienzas a meterle mano. Para aquí. Bien. Quítate las bragas. Dámelas. Ah, qué perfume embriagador. Ahora sigue conduciendo. Y tú a lo tuyo hasta que se corre. O es ella la que duerme y tú empiezas a comérselo tan suavemente que tarda media hora en despertar y tiene que tocarte la cabeza para saber que no ha estado soñando y que no se ha corrido en sueños.
En otra ocasión, ahora que me acuerdo, estaba en el estudio enseñándole mis cuadros a una dama polaca alta, esbelta y magnífica, y mientras yo peroraba de esto y lo otro ella se agachó, me abrió la portañuela (qué bella palabra) y se puso a chupármela.
Santocielo, fue lo que atiné a decir mientras la magnífica dama, sabia, alzaba los ojos y sonreía sin sacársela de la boca.
El sexo inesperado. Pónganse a ello. Por puro placer, claro está, pero sobre todo porque es una práctica que puede traer grandes, sublimes momentos a nuestras pequeñas y veloces vidas.
¡Vaya, hombre! Justo cuando parecía que este sitio web ya no podía ser más aburrido, se encuentra uno con esto de Abreu. Tecleemos otra dirección y a ver si hay más suerte…
Eres un guarrete Juan
Permítame la broma pero es Vd. un truhan; ¿Como va a tener sexo inesperado alguien que siempre espera sexo?.
Jaja, muy bueno el relato,si señor. Esos despertares….
«O se acerca y se mete la mano bajo la falda y después te pone los dedos en la nariz y pregunta con la carita ya esponjada: ¿A que huele rico? Y vaya si huele rico.»
¡Eso justamente es lo que me hizo una vez mi suegra y me desmayé! Estuve ingresado una semana con delirios, viendo y oliendo visiones. Cuando venían a visitarme, ella me miraba con cara muy, muy seria. Luego, cuando ya volví a la vida civil, también me miraba mal. Siempre me ha mirado mal desde entonces.
Abreu, Abreu, que no eres bueno..
Me ha encantado. ;-)
Pingback: Sexo inesperado en Donosti
Ese entremés no venía en la carta.
Sublime (como el sexo por sorpresa), sigue así Abreu
Grande, sr. Abreu. Muy grande.
A ver si toman nota las españolas, que falta les hace!
debe ser algo que transmites a las españolas que se cruzan contigo… lo siento por ti.
Su mismo comentario es una prueba fehaciente de lo atrasadas que están las mujeres españolas en el terreno de la liberación sexual.
¡Que estoy pidiendo más sexo, señora! No atacando a nadie, ni faltando al respeto.
¿Es que no le gusta follar?
La guerra de sexos en la cama, por favor.
Pues ya lo sabes Isa, no te gusta follar. Porque lo dice él, eh.
Atrasado no sé, pero retrasado eres un poco, Saulo.
¿Porqué cuando se habla de sexo, las españolas siempre sacan las uñas?
¿Por qué cuando dice tonterías intenta echarle la culpa al resto?
¿Y por qué asegura usted que todas las que comentamos aquí somos españolas?
Porque sólo las españolas saltan al cuello en cuanto se les reprocha su pasividad sexual. Luego se extrañan de la afición puteril de sus cónyuges y novios…
Ah, claro, solo las españolas. Supongo que será porque las extranjeras son más inteligentes y prefieren ignorar a los españolitos gilipollas. Voy a aplicarlo, gracias por darme esta lección ;D
voy yo y me lo creo todo lo que dice artículo, claro claro…..
¿Pero cómo…? ¿Es que no sabías del realismo mágico?
Texto memorable. Debería ser traducido a todos los idiomas del mundo.
Como muestra de estupidez.
Fántástico artículo veraniego, ahora estoy en una tremenda disyuntiva…voy a pensar… Con estos calores!
No sé si podría sobrevivir sin ese factor sorpresa… sin duda soy una mujer afortunada que sabe hacer afortunado a su hombre.
Hombre, Isa, no tome en cuenta mi opinión si no le interesa, pero si es «su» hombre, no es sexo inesperado.
Saulo, aún teniendo hombre te aseguro que puede ser inesperado. Conozco algún caso en el que lo esperado por ella es quedarse con las ganas de que pase algo ya sea esperado o inesperado jajaja
Quedarse con las ganas, aún teniendo pareja (o, precisamente, por tener pareja) parece ser más común de lo que muchas personas están dispuestas a admitir.
De todas formas, si es ella la que no está satisfecha con el rendimiento sexual de su pareja (o aún estándolo), tiene fácil remedio: que le chupe la polla a un compañero de trabajo, o a varios, un día, en plena jornada laboral, sin aviso previo, porque sí. Así, sin más.
Eso es sexo inesperado, y no ligar en una discoteca, o que tu maridito te sorprenda con un salto de cama el día de San Valentín… Un poquito de por favor, eh?
Entonces según tú, la respuesta para mejor la satisfacción sexual es ser infiel? Me parece muy triste pensar así, pero cada uno que haga lo que quiera, en una relación hay algo más que el sexo (aúnque este es muy importante) y si ya no tienen arreglo, pues terminar la relación.
Así que chupándosela a otros va a hacer que este satisfecha sexualmente? Más bien pasaría si se lo hiciesen a ella. Dudo mucho que chupar (ya sean de otros o sean la de su pareja) cambiase nada. Lo primero porque se trata de mejor el rendimiento sexual con su pareja y lo segundo porque a ella no le aporta nada chupársela a un compañero de trabajo, que para eso ya tiene a su pareja.
Tu vida sexual debe ser la bomba, porque no tienes ni idea de rutinas matrimoniales. Y si hay niños pequeños, ya ni te cuento.
¿Porqué las españolas sólo son capaces de entender el sexo como parte de la rutina matrimonial?
¿Han entendido algo del artículo del sr. Abreu?
Aquí no se está hablando de rutinas matrimoniales, coime!
A ver, Ava, que el señor Saulo está en contra del matrimonio y de todo lo que sea una relación de pareja. Así que cuando hables de sexo, POR FAVOR, ni se te ocurra mencionar ningún tipo de relación sentimental, que este hombre las odia. Y ya no me refiero solo al matrimonio, ¿eh? Suprime también la palabra novios, follamigos, coleguitas, etcétera.
Es evidente que le han salido mal todas las que haya tenido, si es que alguna vez ha tenido alguna, he intenta inútilmente convencer al resto de que las relaciones son malas, malísimas. ¿Por qué no crece un poco, señor Saulo? A veces madurar es divertido :)
Nononono. El sexo no tiene que ser parte de la rutina matrimonial, y ojalá no lo fuera para tanta gente. Pero cuando la gente lee un artículo sobre sexo, es probable que lo extrrapole a su propia vida. Y yo le aseguro que dentro del matrimonio puede haber sexo inesperado y puede surgir tanto en espacios como en tiempos insospechados. Lo que se llama «salir de la rutina» , pues una de las maneras es esta, abordando a la pareja cuando menos se lo espera.
Claro que a lo mejor debería haber concretado las condiciones que tienen que darse para que el sexo sea inesperado según usted, ademas de no esperarlo , por ejemplo, que sea con follamigos, o tampoco , niparejas ni follamigos, sino con desconocidos…
Y vuelta la burra al trigo.
¿Por qué no intenta comentar algo utilizando un buen razonamiento y sentido común? ¡Eso sí que sería inesperado!
El razonamiento es muy sencillo: relea el artículo del sr. Abreu y dígame dónde se habla de relaciones de pareja.
Son ustedes muy cansinas.
Y no me hable de «sentido común» que tengo el labio partido de tanto reir…
¿Y qué tienen de malo las relaciones de pareja, Saulo? Si alguien quiere mencionar las relaciones puede hacerlo con total libertad, ya que el sexo, le guste a usted o no, está bastante relacionado con ello.
No se preocupe por su labio partido. Seguro que el señor Abreu estará encantado de darle mimos debajo de una mesa. ;)
¡¡AAAARRREEEEEEEEEE, LUCERA!! ¡Ven p’acá que ti vi a dar…!
Del St Remy recuerdo un poco lo axfisiante que era la parte de arriba, precisamente por el apelotonamiento de mesas tirando a medianas. De la parte de abajo recuerdo unas grandes y redondas en el centro de la sala que darían juego, pero incómodas por estar rodeadas de otras medianas, observando desde la barrera.
No puedo evitar imaginarme al gran Abreu (en el sentido de corpulento, porque lo imagino como tal) a cuatro patas, el talón del zapato asomando por el borde del mantel, los hombros encogidos, la cabeza ágil para no mandar la mesa a tomar por culo…
No recuerdo como eran los manteles, pero si que había muchas rayas, una decoración pretenciosa pero ‘deliciosa’.
Sería genial que Abreu escribiera no solo del qué sino del cómo,… mas que nada para los torpes. Una cuestión esta, la de la agilidad, que merecería un artículo aparte, para evitar tanta frustración en tanto lectores.
Que semejante homenaje al amor, al cariño y al placer quede empañado por esta efímera pátina de mugre encharcada de odio, rencor, enemistad y enfrentamiento es, ciertamente, triste y cruel.
A mi también me encanta chupársela a mi novio por la mañana cuando esta dormido. ¿ Soy yo la única?
No. Yo tampoco entiendo que eso se defina como algo inusual.
Bueno, eso es porque usted y la de arriba, son dos guarras de cuidado. Ninguna mujer que se respete le hace eso a su marido, así que mucho menos a un «novio».
Dios, espero que este comentario sea irónico, porque si no, vaya triste vida sexual tienen algunas jaja
Me ha gustado el detalle de cada uno de los relatos pero me deja una leve sensación de muletilla en el inicio de cada uno de estos ese «no sé qué» de las cosas.
Saludos!
¡Creo que no hemos entendido nada de lo que ha dicho, Juan! ¡Pero parece usted un tipo simpático y co aptitudes para mejorar! ¡Siga en ello!
Muy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Chicos, a vivir que son dos días. Además, si te gusta mucho, mucho, alguien, algunas veces es muy difícil contenerse y no da tiempo a llegar a lugares más recatados. Así que… ¡improvisad!
¿Seguro que el sexo inesperado, como usted lo llama, sólo es sexo oral? Porque también tiene gracia meterla habiendo quedado, a hora y plazo fijo, o ¿hay que ser como Bogarth en Casablanca y no hacer planes a largo plazo? Por otra parte, el sexo oral no tiene por finalidad procrear, o sea, que es pecado (o engorda, aunque eso creo que no, que engorda más el otro, el de follar, a veces)
Un saludo y que usted se la coman bien. Y no pierda el apetito
Estupendo !!! como todo a lo que nos tienes acostumbrados con estos «sesos». El sexo inesperado es algo sublime y tan encantador que al ir leyendo la poya se empieza a endurecer y uno llega a creer que una «loca» esta chupando a dos manos.Que ricura esta vida llena de sueños eroticos y reales.!!!
Pingback: Juan Abreu: Sexo y amistad
¿Por qué será que siempre que nos vemos pensamos en ese restaurante?
Fue una noche simplemente GLORIOSA y, eso que no recuerdo que cenamos los demás.
Pingback: Nochedemascaras » Blog Archive » JUAN ABREU LA IMPORTANCIA DE COMER BIEN