«La única cosa que realmente me asustó durante la guerra fue el peligro representado por los submarinos»
Winston Churchill
No es apropiado escribir un artículo sobre algún aspecto de la Segunda Guerra Mundial sin abrirlo con Churchill diciendo alguna cosa. La verdad es que este hombre no callaba. En este caso como vemos expresa su temor ante la formidable arma de guerra que fueron los U-Boote, los contendientes de la que fue bautizada por él como “La Batalla del Atlántico”, con la que el Tercer Reich intentó estrangular la economía británica. Un feroz combate en el que más de 14 millones de toneladas Aliadas acabaron en el fondo del mar y murieron en el empeño al menos el 70% de los tripulantes de submarinos de la Alemania nazi. Así lo vivieron sus protagonistas.
Los submarinos alemanes alcanzaron tal grado de desarrollo técnico y capacidad de ataque durante la Primera Guerra Mundial (un total de 345 de ellos entraron en servicio, hundiendo 6.400 barcos enemigos), que el Tratado de Versalles prohibió a Alemania su construcción. La fuerza naval resultante de las exigencias de dicho acuerdo era tan inofensiva y minúscula —especialmente en comparación con la inglesa— que a Hitler se le llevaban los demonios y tal como escribió en Mein Kampf: “precisamente una flota que no puede competir en número, tiene que superar esta deficiencia con la superior capacidad de combate de cada uno de sus barcos”. Esto trajo consigo la construcción encubierta de submarinos para la Kriegsmarine, inicialmente en otros países como España u Holanda, y a finales de los años 30 cada vez con más descaro en la propia Alemania. Entre junio de 1935 y mayo de 1945 fueron alistados un total de 1.177 aparatos bajo el mando de Karl Dönitz. Comandante de un submarino en la Primera Guerra, comodoro jefe de los submarinos del Reich durante la Segunda y —por curiosos avatares de la historia— la persona que sucedería al Führer tras su suicidio y firmaría la rendición incondicional de Alemania en 1945. Pero no adelantemos acontecimientos.
Se construyeron diversos modelos de submarinos, llamados U (abreviatura de Unterseeboot) seguidos de un número que lo identificaba. Cada uno llevaba además dibujada en su vela una insignia de su flotilla, tripulación o de la propia embarcación, que podía ser un toro, un pez espada, un caballito de mar, Mickey Mouse (extraordinariamente popular en la Alemania nazi), un muñeco de nieve… etc. Si lograban regresar de una misión lucían también banderines blancos según el número de barcos hundidos, con la cifra de su tonelaje. Su tripulación rondaba el medio centenar de personas y estaba compuesta de hombres muy jóvenes —la habitual carne de cañón de todas las guerras— que tenían entre 20 y 22 años en el caso de los marineros y de 23 a 25 en el caso de los suboficiales. Por lo general previamente habían aprendido algún oficio manual, estando así familiarizados con el puesto que les asignaban como maquinistas, engrasadores o torpedistas. En gran parte se presentaban voluntarios, dado el prestigio y el halo romántico que rodeaba a los submarinistas, pese a que a medida que avanzó la guerra mostraron una tasa de mortalidad escalofriante, la más alta de hecho de todo el ejército. La vida que les esperaba desde el momento en el que zarpaban sin saber muy bien lo que se les venía encima —al comienzo de la guerra eran despedidos por alegres multitudes y bandas de música— era una mezcla de aburrimiento y claustrofobia, aderezada con ocasionales momentos de absoluto terror.
Una vez iniciada la expedición, el submarino debía estar a pleno rendimiento y en alerta las 24 horas del día, así que la tripulación realizaba turnos de cuatro horas —en el caso del personal de máquinas era de seis— y usaban por tanto una misma cama dos personas alternándose, lo que se conocía como “cama caliente”. Esto, unido a la falta de distinción entre el día y la noche dentro de la embarcación, acababa alterando los ritmos horarios de los submarinistas. Con el fin de amortiguar ese efecto se procuraba respetar las horas del desayuno, la comida y la cena. El primero solía consistir en café muy cargado, huevos y tostadas con mantequilla o mermelada. Para la comida sopa y carne con patatas o verduras y para la cena salchichas o pescado. Con el paso de los días la dieta iba deteriorándose debido al agotamiento del almacén y la constante aparición de moho debido a la humedad, si bien algunos submarinos contaban con hornos para elaborar su propio pan. La fruta, el chocolate y otras exquisiteces se empleaban para recompensar el esfuerzo. Así mismo, las bebidas alcohólicas no solían estar permitidas, pero se distribuían en fechas señaladas y para celebrar el hundimiento de un barco enemigo. Los uniformes se relegaban únicamente a los actos oficiales, a bordo la ropa que llevaban era bastante informal ya que ante todo primaba la funcionalidad. También empleaban una buena cantidad de agua de colonia llamada “Kolibri”, con la que disimular un poco la intensa atmósfera que se creaba con tanta gente conviviendo en un espacio cerrado.
Solía haber un solo retrete para toda la tripulación (aunque en ocasiones también podía usarse otro en cubierta); dentro de él había un cuaderno en el que debía escribirse el nombre del que lo usaba, de esa manera cuando se atascaba se conocía al culpable, que debía encargarse de desatascarlo. Pero a menudo al lado de su nombre los marineros aprovechaban para escribir algún verso mientras cumplían con la naturaleza. Nunca son malos tiempos para la lírica.
Ocio y disciplina
Para hacer más llevadera la monotonía a bordo solía ponerse el tocadiscos una hora al día y algún submarinista llevaba un acordeón. Estaba prohibido tener fotografías de mujeres desnudas y aquellos libros que “solo tienden a halagar los bajos instintos del hombre, es mejor echarlos por la borda” opinaba el comandante de submarino Wolfgang Luth. Aunque al llegar a tierra se admitía que salieran del puerto a desfogarse. Mientras tanto, durante la travesía, se entretenían en sus ratos libres hablando con sus compañeros, fumando, leyendo, jugando al ajedrez o a las damas y, como en el caso del U-552, cazando tiburones por el procedimiento de lanzar granadas al mar. A veces, en Nochebuena se ponía un árbol de Navidad en la cámara de proa, se cantaban canciones navideñas y se repartían pequeños regalos entre la tripulación. También era celebrado el paso del Ecuador y, como decíamos antes, el hundimiento de algún barco. Los domingos se esperaba que los submarinistas se vistieran algo mejor y era el día en el que el capitán o los oficiales adoctrinaban al resto hablando de los inigualables logros del Tercer Reich y de su “unidad y grandeza” o explicaban algún detalle sobre el funcionamiento de la embarcación o el mar.
La supervivencia del submarino dependía de la perfecta coordinación y obediencia al capitán por sus subordinados. El problema residía en ocasiones en cómo castigar las faltas de disciplina. Una tripulación no podía permitirse el lujo de prescindir de uno de sus hombres en un calabozo de castigo y en tiempo de guerra amenazar con anular permisos tampoco era muy eficaz. Así que se recurría a amenazar con enviar al infractor a un batallón de castigo del frente ruso o a pequeños castigos como el “lecho duro”. Consistía en dormir en el suelo sin manta ni colchón. También se ordenaba entonces realizar los trabajos más desagradables, se le prohibía fumar e incluso se le castigaba al silencio, impidiendo que durante varios días ninguno de sus compañeros le dirigiera la palabra. Pero en un grupo tan compenetrado y de convivencia tan estrecha, a veces bastaba simplemente con recurrir a la presión del grupo, tal como contó en cierta ocasión el mencionado comandante Luth:
A los pocos días de haberse concedido a un serviola una alta condecoración, avisó con retraso el avistamiento de un destructor. Lo único que pudimos hacer fue sumergirnos y esperar. Era evidente que estábamos corriendo un peligro que pudo haberse evitado. Sin embargo, no lo castigué. Recibimos tal lluvia de cargas de profundidad, que estuvimos 15 horas sin poder salir a la superficie. Mientras se producían las explosiones, todas las miradas estaban fijas en el culpable, y este fue el peor castigo que pudo recibir.
En esos momentos de tensión, bajo el ataque de cargas de profundidad, ocasionalmente algún submarinista podía perder los nervios. Dependía del carácter de cada uno, algunos por el contrario eran capaces de tomarse los peligros con bastante filosofía. Como el submarinista que menciona Harald Busch, que ante la incertidumbre de navegar a través de un campo de minas concluyó: “No hay que preocuparse, si mañana nos despertamos es que habremos acertado el buen camino”. A veces el desastre podía provenir de un simple descuido, como no ponerse el cinturón de seguridad cuando se vigilaba el horizonte desde la torre, tal como ocurrió en el U-106 cuando el oficial de guardia y tres serviolas fueron barridos por una ola y nada más se supo de ellos.
Sobre todo esto, ninguna película ha tratado con tanto realismo la vida a bordo de un submarino como la excelente Das Boot (Wolfgang Petersen, 1981) basada en la novela del mismo nombre de Lothar-Günther Buchheim, quien durante la guerra era escritor de propaganda y formó parte como corresponsal de la tripulación del U-96, experiencia que reflejó en su libro.
Tecnología y tácticas de combate
Ante el acoso alemán, durante la Primera Guerra Mundial ya comenzó a recurrirse al convoy, con los barcos mercantes navegando agrupados y escoltados por destructores. Durante la Segunda, la réplica alemana fue la rudeltaktik o “manada de lobos”, con varios submarinos nazis atacando en grupo a un convoy preferiblemente de noche. Durante los primeros compases de la guerra tuvieron una notable eficacia, que se vio reforzada con la capitulación de Francia y el consiguiente acceso al Golfo de Vizcaya (los puertos de Vigo y Ferrol también les fueron de ayuda). Al establecer bases para sus submarinos en la costa francesa dispusieron de otra salida al Atlántico aparte del mar del Norte, mejor controlado por los británicos. Dichas bases consistían en enormes búnkeres con techos de hormigón de hasta siete metros de espesor, que los hacía invulnerables incluso a las bombas de cinco toneladas que se lanzaron contra ellos. La base de Brest, por ejemplo, se bombardeó hasta en 65 ocasiones sin que nunca pudiera ser destruida.
El ASDIC o sónar fue el gran quebradero de cabeza para los submarinistas, pues permitía detectar su posición, de manera que los destructores se ponían justo encima a soltar cargas de profundidad. Es ese pitido que suena cada pocos segundos en las películas de submarinos mientras vemos sudar a los protagonistas. Los submarinos por su parte disponían del Funkmeßortungsgerät, o sea, el radar, según este idioma de gran belleza que es el alemán. Por si eso no fuera bastante también contaban con el Funkmessbeobachtungsgerät, al que probablemente tardaron más en ponerle el nombre que en inventarlo. También comenzaron a llevar un pequeño artefacto llamado Bold que era disparado y mediante una reacción química producía una gran cantidad de burbujas, despistando al sónar. Con esa misma finalidad bordeaban la costa española para confundirse con sus salientes y con los pesqueros. En ocasiones recurrieron a soltar aceite para que en la superficie creyeran que una carga de profundidad había hundido al submarino o se posaban en el fondo del mar durante varias horas, hasta que la superficie quedara despejada. La invención del Snorckel permitió que los motores diésel tomaran aire permaneciendo sumergidos, aunque el sistema tenía ciertos inconvenientes, como el rastro que dejaba en el agua o los cambios de presión dentro del aparato. Un recurso muy curioso fue el de usar cometas o Kolibris, pequeños aparatos con hélices y conectados mediante un cable al submarino. En ellos se subía algún intrépido vigía que de esa manera podía otear el horizonte desde una mejor posición… al menos hasta que llegaba algún avión enemigo.
Durante la última etapa de la guerra se diseñaron nuevos modelos de submarinos como el tipo XXI, capaces de permanecer sumergidos más de diez días, un minisubmarino biplaza e incluso torpedos humanos suicidas. Hubo también una mejora en el mecanismo de detonación de los torpedos, se incluyó en ellos un sistema de guiado por el ruido de las hélices, así como un movimiento en zigzag para aumentar las posibilidades de dar a algún barco de un convoy. Pero nada de eso pudo cambiar el curso del conflicto, la Batalla del Atlántico estaba irremediablemente perdida. Se trataba en definitiva de una carrera armamentística de medidas y contramedidas que acabó inclinándose del lado Aliado. A ello también contribuyó en cierta medida el descubrimiento de las claves de Enigma, la máquina con la que los submarinos intercambiaban mensajes codificados con el mando central. Los ingleses, astutamente, emplearon esta información con moderación, de manera que el mando alemán no sospechase que estaban interceptando sus comunicaciones. De esta forma algunos estiman que más de 300 barcos Aliados pudieron ser salvados.
El final de los lobos grises
Con el transcurso de la guerra los Aliados ya no se limitaron a proteger a sus convoyes, sino que salieron a cazar a los cazadores. Para entonces todo fueron calamidades para el arma submarina alemana: la Luftwaffe al mando de Hermann Goering no proporcionaba la suficiente cobertura aérea; la enorme producción de los astilleros ingleses y americanos frustró la pretensión nazi de aislar a Gran Bretaña al dejarla sin barcos; la llamada “brecha del Atlántico”, la parte del océano por la que no sobrevolaban aviones aliados en busca de submarinos, finalmente quedó sellada gracias a nuevas bases y portaaviones; además los aviones pasaron a estar equipados por un nuevo tipo de radar, llamado centimétrico, mucho más eficaz en la detección. Hasta tal punto se sintieron acorralados los antaño llamados “lobos grises” que Dönitz transmitió un mensaje categórico a los comandantes: “quien ahora crea que no es posible atacar a los convoyes es un calzonazos y no un auténtico comandante de U-Boot”. Si permanecieron funcionando durante los últimos meses fue porque desviaban recursos aliados para su destrucción como los aviones, que si no hubieran sido destinados a atacar el suelo alemán.
Aunque hay cierta variación en las cifras, se estima que de los 39.000 submarinistas alemanes murieron en combate entre el 70% y el 75%… Desde luego les hizo falta mucho valor para meterse en estas grandes latas a decenas de metros bajo los barcos enemigos que no paran de soltarte regalos y superar la claustrofobia y el sentimiento de indefensión que supone saber que no puedes hacer nada para ponerte a salvo, solo esperar. Como dijo alguien: «de todas las ramas de los hombres en las fuerzas armadas no hay ninguna que muestre una mayor devoción y se enfrente a peligros más severos que los tripulantes de un submarino». Adivinen de quién es esta cita…
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Bibliografía:
–Así fue la guerra submarina, Harald Busch (Ed. Juventud)
–Submarinos alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Mito y realidad de un trágico destino, Santiago Mata (Ed. Almena)
–Submarinos alemanes U-Boote, Juan Vázquez García (Ed. Tikal)
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Respecto a este tema son interesantes las memorias del almirante Dönitz, con mucha información acerca de la [mala] planificación de la marina alemana.
Buen artículo, algo magro.
En Google Earth estan localizados muchos de los U-Boote hundidos durante la guerra. Sorprende la localización de algunos.
Los alemanes cuando han abordado la IIGM en el cine sin prejuicios lo han hecho estupendamente. Das Boot, peliculón, Stalingrado, peliculón, El puente, peliculón.
«disponían del Funkmeßortungsgerät, o sea, el radar, según este idioma de gran belleza que es el alemán» LOL
«La ola», peliculón también, y viene más o menos a colación…
ni de coña. valiente estulticia.
»Los submarinos por su parte disponían del Funkmeßortungsgerät, o sea, el radar, según este idioma de gran belleza que es el alemán. Por si eso no fuera bastante también contaban con el Funkmessbeobachtungsgerät, al que probablemente tardaron más en ponerle el nombre que en inventarlo.»
Combinar humor e historia, calidad JotDown
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Muy buen articulo, felicitaciones al autor y también a este sitio. Solicito autorización para reproducirlo en nuestro sitio de la Comunidad Submarinista Latinoamericana.
Saludos Cordiales.
Gracias Daniel, pues eso mejor pregúntalo en [email protected].
Muchas gracias por contestar Sr. Javier, ya envié la solicitud a la administración. Como submarinista y amante de su historia, considero su material excelente, y agradezco su interés por escribir sobre este tema. Saludos Cordiales
Un poco fusilado de algunos de los libros de referencia que, por lo menos, menciona, aunque no el principal, «Ataúdes de acero», del capitán de U-Boote, Herbert A. Werner, que recomiendo absolutamente.
Gracias, lo empiezo a leer hoy mismo.
Muy buen artículo, sí señor, muy completito. Hay un artículo genial de Chuck Palahniuk en su libro «Error Humano» sobre cómo es la vida hoy en un submarino yankee. Una de las conclusiones principales era que existen dos prácticas bastante populares sobre las que se guarda un absoluto secreto, al menos de cara a los no-submarinistas: el suicidio y la homosexualidad ocasional.
por cierto, ambos temas en los que mr. palahniuk parece centrar gran parte de su obra.
ay! esas obsesiones…!
Acabo de leer el primer párrafo y ya leo errores a mansalva: «Entre junio de 1935 y mayo de 1945 fueron alistados un total de 1.177 aparatos bajo el mando de Karl Dönitz. Comandante de un submarino en la Primera Guerra, comodoro jefe de los submarinos del Reich durante la Segunda y —por curiosos avatares de la historia— la persona que sucedería al Führer tras su suicidio y firmaría la rendición incondicional de Alemania en 1945.»
a) El término «aparato» se utiliza para referirse a aviones, nunca a submarinos o navíos de cualquier tipo.
b) Alemana puso en servicio unos 800 submarinos durante la II guerra mundial.
c) La persona que sucedería a Hitler y firmaría la paz fue el mariscal de la Luftwaffe, Göering.
Sigo leyendo.
Buenas, Ignacio:
a) El término “aparato” lo he usado simplemente como sinónimo, como puedo decir «máquina» o «nave», para no escribir continuamente «submarino».
b) El dato de los 1.177 submarinos lo menciona Santiago Mata en «Submarinos alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Mito y realidad de un trágico destino».
c) No, eso que dices no es cierto, Goering no firmó la rendición de Alemania. Sin ir más lejos aquí tienes una entrevista muy interesante a
Wolf Murmelstein: «Era un Gobierno sujeto de derecho internacional hasta la rendición firmada por Karl Dönitz con efecto el ocho de marzo de 1945.» http://www.jotdown.es/2013/06/wolf-murmelstein-habia-salvar-lo-salvable/
(Donde Murmelstein dice marzo, evidentemente quiere decir mayo)
Pues lo he comprobado y tienes razón en que fue Karl Dönitz quien firmó la paz en Europa. Mi fuente estaba errada, Göering había sido designado inicialmente como sucesor por Hitler pero después cambiaron las cosas.
Es que antes de enmendar la plana hay que estar muy seguro. Lo de que la rendición la firmó Dönitz lo sabía hasta yo.
utilice la palabra «sumergible».
Aunque sea un poco tarde, creo se puede precisar. Karl Dönitz no firmó la rendición de Alemania, ni por supuesto Göering. Tras la muerte de Hitler, Dönitz fue nombrado «Reichspräsident», cargo que los Aliados no reconocían. Desde el 29 de abril hasta el 9 de mayo se sucedieron, diferentes rendiciones en diversos escenarios. Los vencedores sólo estaban dispuestos a aceptar las capitulaciones incondicionales de los jefes militares alemanes, bien en su totalidad, o bien en por partes, pero no tenían intención de recibir a nadie como representante de un Gobierno que para ellos simplemente no existía. Finalmente, no hubo una sino dos capitulaciones generales. La primera, el 8 de mayo en Reims, firmada por el general Jodl (en efecto con la autorización de Dönitz, aunque esto sólo le importaba a unos pocos) con la presencia de estadounidenses, británicos y franceses y una segunda, en la medianoche del 8 al 9 de mayo en Berlín, firmada por el Mariscal Keitel, auspiciada por los soviéticos con presencia del resto de naciones aliadas.
Bueno, salvo los patinazos descritos en mi anterior comentario, el artículo es correcto e interesante. Aportar un dato: el arma submarina alemana fue juzgada en los juicios de Nüremberg y exonerada de culpa.
pero qué patinazos, ni qué patinazos, chico, si de tres que apuntabas en uno se trataba del uso más o menos acertado de un vocablo, en cualquier caso discutible, otro te ha contestado con solvencia y en el otro estabas patinando tú
No ya, hay gente que se tiene que ir de lista…
Eso de que aparato se refiere a avion ya me diras…esta hablando de submarinos y se entiende perfectamente yo ni me habia fijado. Ademas lo mas usual es referirse a los aviones como aeronaves cuando se habla en general («cuenta con un grupo embarcado de 80 aeronaves» por ejemplo) y si no de su funcion especifica ya que de aquellas no era lo de hoy que hay muchos aviones multifuncion sobre todo los cazas ( cazas multiproposito o polivalentes). Se hablaba de bombarderos cazas torpederos, quienes sorpendente hundieron hasta 30 submarinos, algunos sumergidos a bastante profundidad. Un submarino de transporte japones fue torpedeado desde el aire por un solo TBF avenger y hundido cuando estaba a 80 metros de superficie
El último ejemplo flotante del Tipo XXI: http://es.wikipedia.org/wiki/Wilhelm_Bauer_(Y-880)
Sr. Bilbao, el artículo está bien; he leído todo lo escrito en castellano sobre los U-boote y bastante bibliografía en inglés. El libro que antes menciono, «Ataúdes de acero», escrito por uno de los pocos capitanes supervivientes de submarinos alemanes en la II GM, es imprescindible para interesados en el tema y le sugiero, por sus lectores, que lo incluya en la bibliografía.
Buenas noches Juanjo, muchas gracias por la recomendación. En la bibliografía no puedo incluir ese libro porque no lo he leído, así que no tendría mucho sentido incluirlo como una de las fuentes que he utilizado para escribir el artículo. Puede que los autores que cito sí lo hayan leído, no lo sé.
En cualquier caso aquí queda para aquellos lectores que estén interesados en este tema. Gracias de nuevo.
como me he descojonado con la foto del submarinista enviando su torpedo
A mí se me ocurrió la misma idea hace muchos años debido a que el vater estaba siempre ocupado e instalé un artefacto parecido con su flamante tapa, sujeto a la barandilla del balcón. Lo que pasaba era que la gente de la calle se cabreaba cuando los torpedos les impactaban en el traje e incluso en las encías. De hecho, se presentó hasta la Guardia Civil y me obligaron a sacarlo, yo que estaba pensando ya en la patente…
Sin el «tor» también hubiera valido…
Excelente artículo, felicidades. Un dato curioso sobre los comandantes de U-Boot es que apenas un 2,5% de ellos hundió aproximadamente el 30% del tonelaje total hundido en toda la guerra, mientras que un 70-75% de los 1400 comandantes no consiguió hundir ni un solo barco en toda la guerra
http://www.uboat.net/men/aces/top.htm
Porcentajes similares de éxitos concentrados en unos pocos se daban entre los llamados «ases» de la aviación o blindados. Mi impresión personal es que ese bajo porcentaje de gente excepcional, un pequeño porcentaje de éxito regular o notable, y una gran mayoría prácticamente ineficaces se da en muchas otras actividades de la vida…
Un saludo a todos
¡Justamente como aquí, amigo Cagigal! El porcentaje que usted describe es aplicable a la gran mayoría de los que aportan su opinión en estos foros: ¡cero patatero! Luego viene un pequeño número de gente con algo positivo, y ya en la traca final, aparece gente seleccionada, la crème de la crème, como podemos ser usted y un servidor, ¡JA,JA,JA,JA!
Ahhhh que seria de la web 3.0 sin los comentarios de los pobres opinadores de postín con mas voluntad que conocimiento!!!!
A todos ellos les recomiendo la audición de ese bello tema de LOS PUNSETES llamado «OPINION DE MIERDA» cuya lirica os dejo aquí.
http://www.letrasmania.com/letras/letras_de_canciones_los_punsetes_61504_letras_lpiv_225209_letras_opinion_de_mierda_1940450.html
Ale, a divertirse, que es martes.
viví en Brest por un año, la verdad es que la base de submarinos sigue en pie y todavía impresiona.
Frente a Brest está la península de crozon, donde se protegía la entrada al puerto. Ahí hay un museo de la guerra en el atlántico. Puedo ver si tengo fotos, si te interesa.
El cuidador es un señor que guarda con orgullo sus detonadores de minas magnéticas y una bandera nazi que aseguró pertenecía a un submarino alemán.
En saint Nazaire tambien se conservan unos refugios de la epoca….
Cuantas historias de hermanos Submarinistas durante la Guerra; especialmente la del Servicio Higienico ubicado en Cubierta, con su cuaderno al lado …… para anotar el nombre del que lo usaba…..
Amigo Ricardo Vargas, si no ando equivocado, el cuaderno era para el retrete interno, que era el que podía quedar atascado, cosa que por motivos que a la vista están, era imposible en el de cubierta. ¡Ja, ja, ja…!
De lo que diga Churchill, la mitad de la mitad.
Los U-Bots nunca supusieron un peligro real para los británicos. La cantidad de toneladas que hundieron los alemanes solo representó un ínfimo porcentaje del total que salieron rumbo al UK. Eran pérdidas totalmente asumibles. La Kriegsmarine de ninguna manera podía comparse con la Royal Navy y el índice de bajas alemán da buena prueba de ello. Creo que Churchill se le atragantó más el brandy de las ocho de la mañana con la evacuación de Dunkerke o la caída de Singapur que con el hundimiento de algunos mercantes mohosos. Pero, claro, los americanos entraron en la Primera Guerra Mundial debido a la guerra submarina y los británicos sobre exageraron el peligro de los U-Boots. Pero al final no hizo falta, la inteligencia británica, jugando a dos bandas, ayudó a los japos a lanzar el ataque sobre Pearl Harbour y el resto ya es historia.
Por cierto, las bases más avanzadas estaban en Noruega, Bergen y Trondheim, y es de resaltar el canguelo que les entró a los yankis cuando Goebbels aseguró que iban a equipar sus submarinos con los V-2.
Excelente trabajo, muy bien escrito además. Gracias por haberlo compartido en la Red. La ‘Rudeltaktik’, traducida como «manada de lobos», seguramente para facilitar al lector el ‘sentido’, en español, de esa palabra. Sin pensar en el lector no conocedor de la lengua, quizá hubiese sido mejor haberla traducido por ‘táctica de la jauría’ ( jauría, = manada de cánidos predadores). «Desde luego les hizo falta mucho valor para meterse en estas grandes latas», aseveras al final. Más que valor, fe (y consigiente ignorancia). Y es que la fe mueve montañas. Y si mueve montañas, ¿cómo no iba a mover a algo mucho más frágil como eran jóvenes absolutamente convencidos de lo que creían? Saludos y enhorabuena.
consiguiente (fe de erratas)
Excelente, recomiendo la lectura de «Das Boot», es sobretodo escalofriante un segmento dedicado a las moscas que se ceban en los cuerpos de los pobres submatinistas hundidos. Incidentalmente, en las memorias de DeGaulle cuenta la perdida de un submarino frances (Free France) que se zozobro con todos a bordo por fallas mecanicas cerca de le canal de Panama. Y dejenme recordar tambien a los pobres rusos que se hundieron hace unos años al norte de rusia. Que terrible!
Excelente artículo, felicidades.
Del mismo tema, podéis ver :
http://www.navegar-es-preciso.com/news/accion-naval-al-wsw-de-tenerife-u-111-versus-hms-lady-shirley-o-el-cazador-cazado/
Una acción enmarcada en la Batalla del Atlántico y en el descifrado de los británicos de los mensajes alemanes.
Saludos cordiales
Román
En el magnifico Imperial War Museum de Londres (que por cierto es gratis) podeis ver uno de los mencionados minisubmarinos biplazas y un torpedo humano. Aqui teneis una foto http://wp.me/pT4x0-p3
TODOS los museos buenos de Londres son gratis.
De este que vd cita, les aconsejo a todos, la parte dedicaca a los espias pero sobre todo el memoria a las VÍCTIMAS JUDIAS DE LOS CAMPOS DE EXTERMINIO, los propios brits no aconsejan su visita a menores de edad.
Y por descontado, la visita al museo hermano de la RAF. Algo épico.
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Muy buen articulo, independiente de las posiciones idiologicas o banderas, es necesario rendir un homenaje a los lobos de mar que combatieron y murieron por sus convicciones
homenaje a submarinos:
http://toshibizate.com/homocrisis/los-5-submarinos-mas-molones/
Evidentemente hay algunos errores, pero nada que no sea subsanable. Eso si, un submarino no es igual que un sumergible, como no es igual una corbeta que una fragata o una máquina de escribir y un teletipo. Por lo demás, os invito a visitar u-historia.com, sin duda la mejor página sobre la uboorwaffe en castellano. Un saludo y gracias por contribuir al conocimiento de la guerra submarina.
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hace poco he visto en el you tube, U 555 misterio del submarino hundido, hecho real de un submarino hundido en el fondo del mar cercano a la bahia de genova y de la spezia. es interesante el ver este documental
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Debía ser muy dura dentro de estas paredes de metal. Los submarinos de esa época no eran como los actuales, estar debajo del agua mientras caían cargas de profundidad debía de ser una experiencia aterradora.
La verdad que si Dönitz hubiese tenido una gran armada de submarinos en el comienzo de la guerra quien sabe si no se hubiese bloqueado Inglaterra completamente:
http://criticahistorica.com/submarinos-de-guerra/
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Un nuevo libro Charlas con Adolfo 1958
narra los últimos meses del líder de la Alemania nazi, en Argentina y descubre el secreto más buscado por los poderes de turno, atreves de los años. Una increíble tecnología alemana que aún hoy, podría salvar la vida de millones de seres.
Puede leerse gratuitamente en: http://narracionesenlinea.blogspot.com.ar/p/charlas-con-adolfo-1958-obra.html
Me encanto el articulo, por su tono. Das Boot peliculón, cabe destacar que cuando tocaba inmersión la marinería, es decir todo el mundo menos los cuatro o cinco oficiales, se tenía que a toda hostia a la punta del submarino correindo, literalmente, como se ve en la peli. quedé flipado. Enhorabuena por el articulo, da gusto leer cosas de gente que se interesa por estas historias. además en este caso de alemanes, que tambien eran personillas (algunos)
Excelente, les comento que las costas de Venezuela fueron escenarios de ataques por parte de los submarinos alemanes y hay muchas historias de marineros Alemanes que escaparon a tierra firme, entre esta esta la del U161 cuyo hundimiento oficial es en Brasil 27sep43 pero que pudo haber escapado al oriente de Venezuela
eltema edta bueno en 1943 hubieron 2 submarinos alemanes que se entregaron desertaron uno en el atlantico y el otros por la parte de siberia esa desertores jamas fueron publicas los rusos lo admitieron los americanos siempre lo negaron hubo uno con runbo a latino amrica con lingotes de oro para pagar comida y provisiones los barcos argentino y uruguayos nunca lo hundieron rumbo a la alamenia hay muchos que hablar de ellos
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Me gustaría saber si hay algún estudio sobre los efectos de la lucha submarina en la salud mental de los tripulantes. Además de la claustrofobia, hay que contar con las pésimas condiciones del aire que respiraban, las altas temperaturas, la continua convivencia de decenas de personas en un espacio muy limitado durante días y semanas, la disciplina férrea a la que estaban sometidos, además de la tremenda tensión nervioso soportada cuando eran atacados sin posibles escapatorias… Supongo que el modo único de soportarlo sería en muchas ocasiones recurrir a las drogas ( como el «Pervitin»), suministrado en tierra a militares y población civil. También agradecería información sobre la guerra submarina de los italianos. Incluso recuerdo que en los años 50 pude ver una película (¿documental?) sobre «minisubmarinos» italianos de uno o dos tripulantes. Igualmente recuerdo, en cuanto a submarinos, la película «El diablo de las aguas turbias» ( la he vuelto a ver en internet). Finalmente, quisiera saber si el puerto de Pasaia-Pasajes fue alguna vez «visitado» por U-boats. Muchas gracias. Ah! La mejor película sobre el tema: «Das boot».
Siempre sera bien acogida cualquier información sobre segunda guerra mundial