Decía el legendario entrenador de béisbol Tommy Lasorda que cuando empiezas a pensar en presión significa que has empezado a pensar en fracaso. Uno supone que a Robben hacía tiempo que le había venido la presión a la mente porque, a ojos de muchos, ya parecía un fracasado. Y es que, sin quererlo, la final entre Bayern y Borussia se convirtió en el primer exorcismo televisado a escala mundial. Como en las películas de serie B, en uno de los alaridos del holandés, de su garganta brotó la maldición, en forma de un vaho negro que se filtró hacia las alcantarillas de Londres.
Quedará para los restos la imagen de Robben galopando hacia la banda tras su gol, como la del niño extraviado en un supermercado, corriendo entre los carros de la compra hacia los brazos de su madre. Si me dicen que la suya estaba tras las vallas publicitarias, con su cometa favorita y un bocadillo de mortadela para merendar, no me quedaría más remedio que creérmelo. Yo pienso que, más que correr, huía. Había dejado a sus fantasmas ahí atrás, enmarañados, peleándose con ese balón obtuso que parecían querer empujar hacia afuera para así mantener vivo el encantamiento. Y él, claro, prefería tirar millas, como Cary Grant escapando del avión por el maizal.
Qué estigma el de Robben, cuyo talento tenía que salir de vez en cuando a la superficie a respirar, para no ahogarse sumergido entre tanta mufa. Lo único peor que la mala salud es la mala fama, dijo una vez García Márquez, y bien lo sabe Robben, al que casi entierran vivo entre ambas. Por eso el fútbol se alegró de que la providencia decidiera señalarle tras tantas noches errando la mano. No se había visto un duelista peor en momentos tensos y sin embargo, a trompicones de pura testarudez, terminó tocando tierra justo cuando muchos pensábamos que se nos ahogaba en la playa.
Ya no harán faltan distopías que dibujen a un Robben campeón de todo en un universo paralelo, en el que los mano a mano siempre entran y donde Heynckes gana una Champions y le piden que renueve. Robben ha huido de ese hechizo. Echó a correr hace una semana y todavía no ha parado.
En el fútbol hay dos conceptos muy manidos que son dos grandes mentriras: una es la del «malditismo» y otra es lo de la «justicia poética». Esto último es cuando un equipo pierde inmerecidamente una final, la gente piensa que la historia le debe una y le compensará. Aún estoy esperando que Hungría gane un Mundial, y me da a mí que más bien que tras esa final perdida por el mejor equipo de la historia Hungría si se clasifica para Un Mundial ya puede dar las gracias.
Lo del malditismo es más una superstición que otra cosa. Casillas según los mismos que creen en eso está «bendecido» en las grandes ocasiones. Pero que yo sepa 5 coreanos le metieron 5 goles por la puta escuadra en una tanda de penaltys, algo que no repetirían ni a puerta vacía. Higuaín tiene también ese sambenito, pero es que sólo lo tienen los que porfían y porfían hasta que al final entra. El mismo caso que Robben, falla y falla pero jamás se viene abajo y lo vuelve a intentar. Porque fallar en grandes ocasiones lo han hecho todos: Maradona, Messi, Baggio… casi todos. Otra cosa es la etiqueta que pone la masa.
Como bien dijo Churchill: «El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse.»
Y todo por meter un gol… tras haber fallado tres por lo menos, ¡pero tres cantados!; es que hijos míos, si no mete ese gol apaga y vámonos. Robben, la gran mentira del fútbol mundial, jugador de birlibirloque unidimensional, cegato cara al gol la mayor parte de las veces, ha tenido que jugar varias finales, desaprovechando por el camino ocasiones pintadas pero que muy calvas, sin un pelito mísero, para llegar a una final en la que mete un gol lloroso, tímido, que lo mete casi sin querer porque aún encima golpea al balón mal, sin nervio ni fuerza… Vamos a ver ¿de qué narices están ustedes hablando?¿qué nueva leyenda oscurantista intentan pergeñar? Que ya todos hemos visto jugar a este señor muchas veces y en muchos y diversos avatares, como para tragarnos la milonga
«Robben, la gran mentira del fútbol mundial».
Señores, qué esperamos de un holandés y encima zurdo, que Holanda es a nivel de selecciones la mayor mentira. 3 finales de Mundial y las 3 las ha perdido, incluyendo otra contra el país que le disputaba ese deshonroso calificativo: España. Y su único título lo ganaron contra la URSS, leñe. Que hay que ser matado y mierdas.
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Alguno se toma la literatura como un experimento de física de partículas. Relájense y disfruten, coño.
Fantástico artículo.
Extraordinario texto, amigos.
Que maquina de jugar al fútbol este Bayern y lastima de lesiones de un superclase como Robben.
Aqui se habla del problema existencial de Robben, y se cierra el texto de una bella e insustancial manera, literaria manera.
Elogio de la tozudez, Robben alejo esos demonios en un ejercicio de exorcismo unico; pero los demonios son eternos, algun dia volveran…
Yo no me fio de Robben para que me gane otra final, pero si me fio del esfuerzo conjunto del descomunal Bayern, que asi si se puede, que hasta se puede un par de veces mas… a pesar de Robben.
El travieso fantasma Robben acechara de por vida sus jugadas, un duelo de Robben sera siempre un duelo venido a menos, una perdida inminente. Que una final ganada no nos lleve a tomar conclusiones tomadas de una peli palomitera con happy ending. Robben cargara el titulo de sempiterno perdedor porque la vida es asi de cruel, porque las imagenes son mas fuertes que las razones o las ideas. La vida y el futbol son asi de crueles.
felicitaciones por este excelente articulo la verdad es que no soy de leer mucho este tipo de artículos pero este me ha amarrado. Muy bueno.