En mi casa siempre hemos sido gente de orden, suscritos a La Vanguardia. Solo dejamos de comprarla —me cuentan, porque yo no estaba— en 1959-60, cuando lo de Galinsoga. Así que entrevistar a Enric Juliana (Badalona, 1957), director adjunto del periódico barcelonés, significa para mí entrevistar a un tótem periodístico. Por si fuera poco, para recordarme la distancia que nos separa, a mí se me acaba la pila de la grabadora a media entrevista (sí, le debo algo más que una pila a Alberto, el fotógrafo). Pero por suerte una pasión común nos une: Italia. Él vivió allí y yo sigo haciéndolo. A ambos nos fascina Italia en general, y la política italiana en particular. Y como sucede a menudo entre aquellos que cultivan parafilias retorcidas, nos reconocemos entre nosotros e intercambiamos material que puede parecer repugnante a los no iniciados: bromas sobre el pentapartito, disquisiciones sobre el compromesso storico y citas de Andreotti. Y de ahí partimos para hablar de un montón de cosas, en una conversación de más de dos horas.
Una pregunta de interés personal: ¿cómo se consigue que te nombren Commendatore della Repubblica Italiana?
Tú conoces la psicología italiana y sabes que no es fácil. Por ejemplo: una conversación entre italianos sobre la situación en Italia, que todo es un desastre, este país no funciona… Eso sí, que no se te ocurra entrar tú en la conversación y sumarte a la crítica, porque entonces de repente todos cambiarán de dirección y te mirarán muy mal. Los que tienen derecho a criticar a Italia son ellos. Cuando pasó lo de Berlusconi, de Villa Certosa, en la prensa española… La relación España-Italia es compleja porque es una relación que en estos años ha estado muy marcada por una extraña competición simbólica: quién crece más, quién crece menos, quién es el feo en el cuadro europeo y todo eso. Además Zapatero cometió el error, en aquel momento en que las cosas aquí ya empezaban a ir mal, de decir: “Os pasaremos”. Entre eso y el escarnio que suscitaba lo de Berlusconi, la prensa de Madrid comenzó a escribir algunas cosas que les pusieron muy nerviosos. Y quizá entonces lo que pasó es que en La Vanguardia dijimos que podíamos no perder de vista que es un país más fuerte que el nuestro y que teníamos que ir con cuidado con la crisis, que según cómo evolucionara… Mi idea era decir que no nos riéramos más de la cuenta, no fuera que dentro de un tiempo nosotros estemos llorando. Y eso contrastó mucho con el enfoque general.
¿Por qué crees que hay esta tendencia a explicar Italia con esta sorna?
Hay unos ciertos arquetipos… Creo que es inevitable, el arquetipo sirve para explicar las cosas. Y esta es una gran época para los arquetipos en Europa. Todos los líos que hay con los alemanes están dominados por los arquetipos. Respecto a Italia me he topado con conversaciones, incluso con amigos, muy curiosas. Gente de mi generación que te dice: «Oiga, ¿cómo es posible esto de Italia después de aquella política tan refinada que tenían en los años 70?». La gente recuerda la época del PCI y no entiende que ahora, de repente, hayan caído en esto. Y yo les contesto que es lo mismo. Es decir, las materias primas son las mismas. Quizá entonces no era tan absolutamente refinada como os pensáis, ni ahora es tan catastrófica como parece. La teatralidad italiana es difícil de entender desde fuera de Italia. Creo que este es el punto difícil de entender, sobre todo en España y particularmente en Madrid. En cambio, pienso que en Cataluña hay una cierta predisposición, hay algún punto de conexión mental.
¿Qué es lo que España tendría que aprender de Italia y se resiste a hacerlo?
Hombre, el país es muy diferente. La conclusión que saqué es que en Italia pasa a la inversa que en otros lugares. Es decir, cuando vas a Alemania, por ejemplo, probablemente el trayecto psicológico que haces parte de la idea de que son realidades muy diferentes y posiblemente a medida que van pasando los días vas descubriendo las afinidades. En Italia el trayecto es a la inversa: llegas a Italia con la idea que son como nuestros primos hermanos y cada día que pasa vas descubriendo lo contrario, las diferencias, hasta llegar a la conclusión de que hay diferencias más que notables. Una de las cosas que hace difícil este trayecto es que Italia tiene una componente oriental. Es decir, Italia tiene contacto con el mundo oriental, con la Europa oriental; con Bizancio, en definitiva. Todo el Adriático es una fachada hacia oriente. Y este componente no existe en España, que es un país estrictamente occidental. Al occidente del occidente italiano. Los primeros europeos que abren vías de comercio importantes con Asia son los italianos. Y esto nosotros lo hemos tenido muy poco, con algunas excepciones, como la cuestión catalana con el Mediterráneo. España es un país marcadamente occidental. Toda la psicología española mira hacia el Atlántico. Esta es una de las cosas que a mí me llamaron mucho la atención. Incluso un país, y esto es curioso, como Portugal, que es el lugar más occidental de Europa, ha dado la vuelta porque sus relaciones comerciales, sus plazas y sus puntos de relación eran con la India, con Oriente. Y es curioso observar cómo hay reflejos de la mentalidad oriental en la psicología portuguesa: el portugués no siempre va en línea recta. En cambio, el buen castellano es muy rectilíneo. Recuerdo en Roma una conversación con un periodista español. Decíamos lo típico: “¿Cómo estás? ¿Cómo lo ves? ¿Qué impresiones tienes?” Y él me dijo: «No soporto tanta doblez». Y yo pensé, pues lo tienes jodido.
Como periodista, ¿te enseñó alguna cosa Italia?
Sí, mucho. Es una de las cosas que he hecho que más me ha enseñado. A ver, primero pienso que para un periodista (bueno, para un periodista, para un ingeniero y para cualquier persona) vivir una época la experiencia en el extranjero y trabajar fuera es muy importante. Una de las cosas buenas de esta época es que esto se está socializando. Antes solo lo hacía alguna gente, algunos por necesidad estricta, otros porque podían hacerlo. Ahora, en cambio, lo hace más gente, y es muy positivo. Especialmente para un periodista, porque le permite abrir la mentalidad. Yo, personalmente, empecé a trabajar de periodista en 1975-76 como corresponsal local en Badalona del diario Tele/eXprés. Y en 1977 entré como estudiante en prácticas, es una manera de decirlo, a la redacción del Tele/eXprés. Yo he ido muy poco a la universidad. En esa época ibas a los exámenes y basta. He hecho muy poca vida universitaria. Mi formación es de oficio, como si hubiera hecho un FP de periodismo. Yo creo que lo que me faltaba es este periodo de estudio universitario más intenso que no hice. Así que el tiempo que pasé en Italia, de alguna manera, es como si hubiera ido a la universidad, porque para entender la política italiana, para intentar entender algo del Vaticano, tienes que leer bastante y abrir un poco el foco. Por ejemplo, creo que con la cuestión del Vaticano acabé de entender algunas cosas sobre qué es esto de Europa. Y por lo tanto en aquellos 4 años, a veces lo pienso, es como si hubiera hecho una carrera universitaria, con muchos trabajos de campo. Lectura, observación, abrir un poco la perspectiva, entender, entrar en otra psicología… En fin, fue una experiencia para mí muy positiva. También tengo que decir, a ver cómo lo digo para no parecer cursi… yo amo Italia. No quiero decir en un sentido cursi, es decir, tengo una cierta pasión. No sé, a veces en la vida tienes pasiones, ¿no? Por alguna señora también, pero quiero decir que te puede interesar mucho una materia, la poesía, la escritura o un país. En mi caso concreto me gusta mucho la literatura y me gusta Italia.
Dices que la situación aquí está espesa. ¿Qué diferencias y similitudes ves entre la España del 2013 y la Italia del 1993 durante Manos Limpias?
Alguna similitud hay, sí. En Italia en el 93 podríamos decir que es el momento del agotamiento de un régimen político. En Italia en 1993 lo que hubo fue una crisis estrictamente política, de cansancio. Ahora aquí el problema es diferente, aquí el problema es que la crisis económica ha descarnado muy rápidamente los defectos y las debilidades del sistema político. Con posibilidades de corrección, pero también con muchos riesgos, como el caso italiano también nos enseña: que la sociedad llegue a la conclusión de que las cosas no funcionan bien no quiere decir que esto sea el prólogo de un cambio o de una reforma positiva. Simplemente quiere decir que la sociedad ha llegado a esta conclusión, y esto puede entrar en una fase de estancamiento. Que es lo que me temo, además, que puede pasar en España. No es que lo desee, en absoluto, pero creo que la cosa que puede pasar en España es que sí, todo el mundo ha llegado a la conclusión de que esto no va bien, pero si no salen fuerzas con suficiente energía nos podemos pasar 10 o 15 años repitiendo o dando vueltas a la idea de que esto no va bien.
Una pregunta de ámbito catalán: Gaziel, en su Historia de La Vanguardia, se queja amargamente del hecho de que muchos intelectuales catalanistas le desprecian por escribir en un diario españolista como La Vanguardia, sin entender la importancia del trabajo que hacía. ¿Tú te has tenido que justificar alguna vez por el hecho de escribir en La Vanguardia?
No, no, la verdad es que no. En Cataluña no. Lo que planteaba Gaziel es uno de los ritornellos de la vida catalana… No, yo creo que La Vanguardia ha evolucionado en estos años. Ahora tiene la edición en catalán, por ejemplo. Sí que es verdad que hay un sector de la sociedad catalana que considera que La Vanguardia no hace todo lo que podría hacer en algunas cosas y otro que seguramente considera lo contrario. Yo creo que ahora mismo en Cataluña existen las dos opiniones sobre la posición de La Vanguardia: los que creen que La Vanguardia tendría que ser más soberanista —porque ahora de repente la palabra catalanista ha quedado un poco en segundo plano, ahora la piedra de toque es si eres más o menos soberanista— y los que creen que La Vanguardia ha ido demasiado allá en este terreno.
¿En Madrid te has tenido que justificar por escribir en un diario demasiado soberanista?
Sí, en Madrid sí. Piensa que hace nueve años que estoy en Madrid, por lo tanto si tengo que dar explicaciones… los diálogos sobre la materia los tengo en Madrid, más que en Barcelona. Sí, en Madrid hay mucha gente, y gente de círculos políticos, económicos, profesionales… que consideran que La Vanguardia ha hecho una incursión demasiado profunda en el campo del catalanismo, y no lo entienden.
¿Te consideras catalanista?
Sí. Si me tuviera que definir de alguna manera me definiría catalanista.
¿Y cómo declinas tú ese catalanismo?
Bueno, es difícil. Yo creo que esto del catalanismo es un estado del alma. En Madrid a veces intento explicar que un catalán se puede levantar casi independentista e irse a dormir federalista, dependiendo de lo que pase a lo largo del día. Te puedes levantar muy cabreado y pensar que esto no tiene solución. Y depende de con quién hayas comido, cómo hayan ido las cosas por la tarde y cómo haya pasado aquel día puedes llegar a la noche y decir: “Mira, todavía quizás podríamos…”. Esto nos hace ser un poco italianos, porque los italianos son un poco así. Depende de cómo vayan las cosas, y esto hay quien lo lee mal. En el mundo español —y cuidado porque aquí podemos caer en los arquetipos— esto no se entiende muy bien: «al pan, pan, y al vino, vino». Y si hemos decidido que somos una cosa, somos una cosa, dos cosas a la vez no puede ser. Pero por nuestra mentalidad se puede ser un poco dos cosas a la vez. Es decir, que tú tienes un pensamiento, una predisposición anímica, que se va moviendo, se va modulando en función de los acontecimientos y también en función, digámoslo todo, de tus propios intereses. Esto es propio de los países de tradición mercantil, que están acostumbrados a negociar. Pues bien, funcionan así. Y Cataluña es bastante así. El catalanismo es un poco esto: es un estado del alma, es una predisposición a tener el país como centro y referencia principal, pero es una cosa que se puede ir moviendo, puedes ir graduando las intensidades en función de cómo van evolucionando las cosas y en función también de lo que a ti mismo te pueda interesar. Pero claro, esto funciona bien cuando todo va bien. Cuando esto entra en un terreno más complicado, que es en el que estamos ahora, inmediatamente surge la gente que dice: «Escuche, esto no sirve, porque estamos siempre en el mismo sitio». Y entonces es cuando aparecen corrientes de opinión, como está pasando ahora en Cataluña, que dicen «Esto del catalanismo es una gilipollez». Ahora te diré algo que puede ser problemático: hay una corriente digamos catalana castellanizada: en este punto hay un cierto componente castellano que dice «al pan, pan y al vino, vino». Pero lo dice en catalán. «Deixem-nos de collonades, aquí no hay otra solución que esta. Y además dictaminamos que la solución es esta y no tiene revisión”. Esto es muy castellano.
Hablemos de tu aportación a la «deriva soberanista». ¿Es cierto que eres uno de los dos autores del famoso editorial conjunto de la prensa catalana de noviembre del 2009?
Sí, esto es algo que ha circulado tanto que no tiene demasiado sentido ponerse aquí a negarlo. A pesar de que tengo que repetir —ya lo he dicho alguna vez— que los editoriales son obras colectivas. El autor de un editorial es el diario que lo hace, en este caso los diarios que lo hicieron. Ahora, siempre hay algunas personas que tienen que poner la música, que lo tienen que poner en papel.
Aquel editorial fue un momento simbólico de inicio del actual momentum del soberanismo. ¿Era así como tú o el diario lo habíais pensado o se puede decir que se os fue un poco de las manos?
De vez en cuando vuelvo a leer el editorial, para saber dónde está todo, e incluso para saber dónde estoy yo mismo. Yo creo que aquel editorial era un editorial en el que básicamente había una advertencia hacia el mundo español de decir: escuche, esto está entrando en una fase que puede complicar mucho las cosas. Aquello sale antes de la sentencia del Estatuto y sale en aquel momento porque nosotros sabíamos que estaba a punto de salir la sentencia. Y la información que yo tengo es que iba a salir con unos contenidos algo más duros, todavía más duros, sobre la cuestión lingüística de lo que finalmente fueron. Esta es la información que yo tengo. Es decir, hubo un momento en que esto estuvo a punto de salir y Zapatero, el Gobierno Zapatero y concretamente él, se habían lavado las manos como Poncio Pilatos. Ahora han querido cargar con el mochuelo a Pasqual Maragall; ahora que él ya no se puede defender. Esto es una de las cosas infames que han pasado en este país. Pasqual Maragall propuso reformar el Estatuto de Cataluña y el PSOE se apuntó. La pregunta que hay que hacerse es por qué el PSOE se apunta. Pues por una cuestión estrictamente de orden táctico. Uno de los problemas importantes de todo lo que ha pasado es que estos señores se apuntan a esto por una cuestión de cálculo táctico. ¿Por qué? Porque sumándose a la reclamación del nuevo Estatuto de Cataluña se abría un campo de alianzas con ERC y sobre todo se ponía en dificultades la entente o la relación CiU/PP. Si en 2003 había unas elecciones, como parecía que podía pasar, y el PP las ganaba con mayoría simple (después hubo los atentados del 11M y esto quedó trastocado, pero los atentados no estaban a la agenda de nadie, evidentemente), se iba a un gobierno de mayoría simple del PP con su campo de alianzas averiado. Porque habiendo introducido la cuestión del Estatuto de Cataluña, la relación de apoyo parlamentario entre PP y CiU quedaba muy comprometida. Desde el punto de vista táctico era una gran jugada, una jugada de ajedrez muy buena. Pero claro, el problema es que a veces en la vida y en la historia pasan cosas que no están previstas, y pasó una cosa que no estaba prevista, que son los atentados de Madrid. Aznar perdió el mundo de vista, cometió el error de su vida no sabiendo gestionar lo que estaba sucediendo, y esto dio la victoria al PSOE cuando no lo esperaba. Y de repente se encuentran con que han puesto en marcha una jugada táctica que no pueden cubrir y en el minuto 1 ya dicen «Bueno, ¿y con esto qué hacemos?». Supongo que una solución hubiera podido ser decir: «Pues mira, retiradlo». Algunos socialistas creen que es lo que deberían haber hecho, pero era difícil. Además el pacto con ERC era un pacto que ya venía con una posición de una cierta debilidad con el PSC, porque no habían obtenido los resultados electorales que esperaban obtener. Y a partir de aquí se pone en marcha una dinámica tremenda. Evidentemente el PP huele rápidamente que aquello puede ser un factor de desgaste muy grande para el PSOE, y en un momento dado el PSOE llega a la conclusión de que se ha metido en un verdadero lío y que cuanto antes pueda salir, mejor. Por lo tanto, cuando ellos ven que la batalla del Constitucional la tienen, no perdida, pero que no ha salido bien, y además el aroma de la crisis económica ya está invadiendo el país, Zapatero hace de Poncio Pilatos. Pide que le traigan el agua y se lava las manos. Yo creo que uno de los efectos que tuvo el editorial —esto lo podremos ver mejor cuando se escriba la historia dentro de unos cuantos años— fue evitar aquella sentencia que hubiera podido salir en diciembre de 2009. Al cabo de unos meses sale una sentencia que evidentemente en Cataluña cayó muy mal, y después hubo las manifestaciones; a pesar de que también tenemos que decir que aquí ya estábamos en una fase preelectoral. Desde este punto de vista yo creo que el editorial era como una advertencia, una advertencia cívica, de decir «Si ustedes hacen lo que parece que quieren hacer esto tendrá unas consecuencias de este tipo». Y por lo tanto creo que el editorial tuvo impacto por dos motivos: primero que expresaba bastante bien el estado de ánimo realmente existente en Cataluña y segundo porque hizo que una parte del mundo español embistiera. Y el mundo español, cuando embiste, embiste de verdad. Por eso el editorial adquirió mucha notoriedad, porque inmediatamente al día siguiente por la mañana se pusieron en marcha todos los mecanismos de opinión de Madrid con una intensidad muy alta. Y los mecanismos de opinión de Madrid son fuertes, ya lo sabemos, aquello no es una broma. Yo me acuerdo que al día siguiente mismo por la mañana ya me entrevistaban en TVE, en directo. En fin, aquello creó una cosa que siempre me ha llamado la atención. Es uno de los momentos estelares del género editorial en España [risa].
¿Crees que aquel editorial contribuyó a generar la oleada soberanista de después o solo la previó?
Insisto, creo que lo que dio mucho relevo al editorial fue la reacción de los medios de comunicación españoles y su agresividad. Una de las características del mundo catalán es que es bastante reactivo: basta con que desde allá te señalen para poner todo el mundo en guardia. Entonces, posiblemente la gente consideró aquello en una medida más alta por el hecho de haber provocado aquella reacción. Si la reacción por parte de los medios españoles hubiera sido más reflexiva, de decir “no nos gusta que ustedes se expresen de este modo, esto lo vemos discutible, esto de los editoriales conjuntos no sabemos si es la praxis adecuada, pero de todas maneras nos hemos leído lo que ustedes dicen y nos parece que…”. Una reacción, podríamos decir, cívico-europea. Pero aquí muy a menudo se imponen unas tonalidades africanas y está claro que, ante esta reacción, la opinión pública catalana no se sintió identificada. Pero yo creo que no, que la corriente soberanista ya existía, hace tiempo que existe. Y tuvo un momento de condensación importante en la manifestación del 10 de junio del 2010. Esto existe y se volvió a manifestar todavía con mucha más intensidad el 11 de septiembre del 2012, y probablemente se volverá a manifestar en otros momentos.
¿Finalmente habrá consulta?
No tengo una respuesta clara a esto. Me da miedo que en Cataluña pase —te lo diré con una palabra italiana— el riscaldamento, el calentamiento. El peligro está en el riscaldamento, es decir, que esta corriente soberanista, que es amplia, que agrupa sobre todo a sectores muy dinámicos de la sociedad, en los cuales una parte importante de los jóvenes se siente identificada, que no es una corriente de opinión de clases pasivas, para entendernos, se recaliente. Porque el hecho de que sea dinámica, que tenga amplitud, no se tiene que confundir con el hecho de que sea mayoritaria o rotundamente mayoritaria: no lo es. Si uno se lee los resultados electorales verá que no lo es. Es la principal, pero no tiene todavía el nivel de hegemonía suficiente. Entonces, pueden pasar dos cosas: que esta corriente actúe buscando la hegemonía, en términos gramscianos, es decir, de intentar interesar, atraer y llevar hacia sus ideas y su sistema e incluso sus sentimientos a la gente que no está o que está más lejos; o bien que se produzca el riscaldamento, que es cuando un movimiento político, una corriente de opinión o una corriente político-sentimental empieza a girar sobre sí misma provocando un calentamiento de todos sus componentes, sobre todo del núcleo. Y entonces, cuando el núcleo se ha calentado mucho, se fragmenta. Es casi como la traslación de las leyes de la física a la política. Y yo lo que estoy viendo en estos momentos es que está pasando más lo segundo que lo primero. Es decir, que en lugar de articularse iniciativas, de crearse unos lenguajes que vayan a buscar la hegemonía, es decir, que intenten atraer a gente que está lejos, lo que veo es esta tendencia al calentamiento y a un calentamiento muy fuerte del núcleo. Si además añadimos la crisis, ves que en estos momentos en Cataluña, si mañana hubiera elecciones, se presentarían, con posibilidades de entrar al Parlamento, 10 partidos, una parte de los cuales compiten por el mismo espacio. Aquí ahora mismo tenemos a la CUP, la monja Forcades, Iniciativa per Catalunya, Esquerra Republicana, el sector más soberanista de Convergència… Todo esto tiene un campo común, es el núcleo, digamos. Esto son señales de calentamiento y de posible fragmentación.
¿La consulta resolvería todo esto?
Tú me preguntabas si habrá consulta. Pues depende, porque la política es una cuestión de relación de fuerzas. La política se hace con los sentimientos, por eso los italianos lo han elaborado un poco, porque tuvieron la fortuna de tener a ese hombre llamado Maquiavelo, que fue el primero en entender que la política se rige por leyes específicas, del mismo modo que hay unas leyes de la física. La política tiene unas leyes específicas y hay que entenderlas y respetarlas, sin que esto signifique un determinismo. Pero tú podrás conseguir una cosa si tienes la fuerza para poderla llevar adelante, para poder negociar con unas condiciones que te permitan acercarte a aquel objetivo. Uno de los problemas de la sociedad catalana, en mi opinión, es que hay una confusión muy frecuente entre sentimiento y fuerza. Es decir, hay mucha gente que cree que la intensidad del sentimiento sustituye a la fuerza, y esto no es así. El sentimiento también tiene su lógica interna, pero la intensidad del sentimiento no sustituye a la fuerza política. Evidentemente sin sentimientos no hay política, no hay agregación política, la gente no se agrupa alrededor de las ideas fríamente, pero… Ahora te haré un paréntesis, si me lo permites. Yo ahora estoy en Barcelona, he venido un par de días. Y hacía tiempo que no lo hacía, pero estuve mirando TV3: en Cataluña todo es con objeto de bien, incluso los anuncios del agua mineral. Estaba viendo los informativos, las series… todo tiene una finalidad moral, pero es que incluso los anuncios: había un anuncio de agua mineral que decía que si bebes esta agua mineral haces una contribución a… Toda la sociedad catalana está impregnada de esto, es una de sus particularidades. Evidentemente esto forma parte de sus atributos nacionales, pero a veces a mí esto me provoca un cierto sufrimiento. Ya entiendo que esto es un factor de cohesión interna, eso está clarísimo, pero insisto, la política tiene unas leyes propias. Si tú quieres, por ejemplo, que el Estado español acepte una cosa que le es muy difícil aceptar, en primer lugar porque no está previsto en la Constitución, y en segundo lugar porque España es lo que es y tiene su historia, una historia muy complicada y con componentes muy dramáticos en su interior, tienes que tener la fuerza para hacerlo. No es fácil que en un momento determinado un español acepte poner en discusión la propia unidad interna. Pero es que además estamos en un país donde ahora mismo cuesta aprobar los presupuestos, porque en Cataluña en este momento hay miedo a gobernar, porque gobernar con las actuales circunstancias es un poco jodido, el riesgo de desgaste es elevado y por lo tanto los partidos no tienen demasiadas ganas de desgastarse, y esto se puede llegar a entender. Pero todo sumado no ayuda a llegar a ningún sitio.
¿La consulta conllevaría aún más riesgo de riscaldamento?
No. Pienso que la consulta sería una salida. En estos momentos es la solución. Si hoy me preguntaran “Usted qué haría para poder encontrarle una solución a la situación”, sería esto.
¿Qué votarías?
Ah, esta es una buena pregunta. Pues te respondería con lo que te he dicho antes: un poco a la italiana. Por la mañana te levantas de una manera, por la tarde estás de otra… Depende de en qué términos se planteara todo y cuáles fueran las coordenadas. Yo en estos momentos te tengo que decir una cosa: creo que aquí el problema de fondo es decidir qué pasará con Europa en los próximos años. Este es el problema, y lo que está en juego es Europa en el contexto internacional. Han cambiado cosas muy importantes en el mundo, están cambiando ahora mismo, y hoy nadie sabe si esto de Europa de aquí a 25 años será una especie de suburbio con museos o si será una cosa que todavía tendrá una cierta capacidad de… ¡no lo sabemos! Lo que pasa es que el tiempo va avanzando y la pregunta que hace unos años podía parecer un poco retórica cada vez se irá convirtiendo en una pregunta más tangible. Para los más viejos quizás es una pregunta de tipo especulativo, pero sobre todo para las generaciones más jóvenes esta es una pregunta pertinente. Esto de Europa de aquí a 25 años, ¿exactamente qué será? Lo que en estos momentos se está jugando, de una manera muy compleja, es qué pasará con esto. Los alemanes tienen una cierta idea. Incluso creo que ellos ya han dado una respuesta: nosotros de aquí a 25 años seremos un país industrial de primera línea, que tendrá capacidad de competir con las economías mal llamadas emergentes (porque ya han emergido), con las cuales competimos gracias a nuestra eficacia tecnológica y a una sociedad que hemos podido orientar para tener una gran capacidad de competición en la producción industrial de media y alta calidad. Esto es Alemania. Y además han decidido otra cosa: que ellos esto lo harán tanto si los acompañan los otros europeos como si no. La decisión ya está tomada. Esto tengámoslo claro, porque aquí no hay cuestión especulativa. Además siempre tendrán acompañantes, básicamente el norte y el este de Europa. Porque la idea de ir hacia Moscú existe y la idea de Moscú de entenderse con los alemanes también existe. La cuestión es si el sur de Europa irá o no irá en este viaje. Y nuestra cuestión está insertada en este cuadro, forma parte de esta cuestión. Y lo que yo creo es que en estos momentos el planteamiento soberanista o independentista catalán tiene un problema, que es que no sé si responde bien a esta pregunta de fondo. Responde de una manera como reactiva e inmediata: «lo que está pasando no me gusta y tengo algunos datos que me permiten suponer que si nosotros fuéramos por nuestra cuenta algunas cosas nos irían mejor».
Además se han apropiado de eso que decía Ortega y Gasset de «España como problema, Europa como solución».
Sí, pero bien es verdad que empiezo a escuchar voces en Cataluña que dicen «y si en Europa nos ponen alguna pega, a tomar por…». ¡Hombre! ¿Y entonces qué haremos? ¿Una especie de Montenegro? Es decir, la ilusión de que podemos convertir Cataluña en una zona franca del sur de Europa la veo un poco problemática, sinceramente. Y otro factor relacionado con esto que tenemos que tener en cuenta es que esto de Cataluña es mucho más importante que lo de Escocia. Solo hay que mirar un mapa. Lo de Escocia es una cuestión muy interesante, los ingleses son una gente muy habilidosa y además básicamente son demócratas: Inglaterra ha tomado la decisión más inteligente, sabiendo que tiene altísimas posibilidades de ganar el referéndum. Y de paso refuerzan la idea de que esto de la democracia es una cosa suya, los que patentaron esto de la democracia en Europa, porque son el único país que no ha tenido interrupción democrática desde que le cortaron la cabeza a Cromwell. Pero si tú te echas al mar en Escocia y vas nadando arriba solo hay mar. Lo primero que te encontrarás son bacalaos, y después las costas de Islandia. Desde el punto de vista geopolítico todo aquello tiene una importancia relativa. Mientras que la cuestión de las aguas internacionales no se modifique y las cuotas de pesca no se toquen, lo que pase allá es bastante intrascendente. O sea, que es un asunto muy interno británico, es un asunto de familia, y como tal lo están afrontando. Tendríamos que evitar confundirnos con esto, porque lo que propone Cataluña también es un asunto de familia, pero es un asunto de familia con más gente alrededor de la mesa. Es decir, aquí también intervienen los franceses, los italianos y, en última instancia, los alemanes. ¿Por qué? Pues porque miremos el mapa: Barcelona (porque hoy Cataluña es sobre todo Barcelona) es una ciudad clave en este sur europeo que es una cadena crítica en estos momentos, que tiene debajo todo el lío norteño de África, que está en una fase de inestabilidad extraordinaria, que a su vez tiene detrás una situación todavía más complicada… Es decir, que del África austral hacia arriba todo es una cadena de problemas. Y una de las ciudades más importantes de esta área, junto con Roma y Atenas, es Barcelona. Pues hombre, si aquí hay un punto de fractura, lo que pueda pasar aquí interesa a mucha gente. De esto se tiene que ser consciente, por aquello que te decía antes, que la política tiene unas leyes específicas. En definitiva, que esto de Escocia es muy interesante, los jerséis de lana de Escocia son muy bonitos y las bufandas son extraordinarias, pero aquello es un asunto doméstico. Yo estuve el verano pasado en Escocia y llegué a esta conclusión: los británicos son muy inteligentes y esto del soberanismo escocés es un reclamo turístico. ¡Te lo digo de verdad! Porque si tú tienes que viajar allá dices: “Me voy a Londres”. Londres en sí mismo es un motivo para ir ahí de viaje. Pues otro motivo es Escocia. ¿Por qué? Pues porque Escocia tiene un paisaje muy bonito, muy diferente del resto de la isla, y además tiene una atmósfera diferente, porque estos escoceses no son ingleses. Hay unas carreteras muy bonitas, unos paisajes muy bonitos… y banderas de Escocia por todas partes. Pero en última instancia, pasara lo que pasara, acabarían con la misma moneda en el bolsillo y, probablemente, con la reina Isabel presidiéndolo todo. La situación catalana, si miras el mapa, ves en seguida que es más complicada. Aunque estos puntos de vista geoestratégicos pueden tener una derivación antipática, que es el determinismo: «aquí no se puede hacer nada porque estamos sujetos a unos juegos de fuerzas demasiado fuertes». No, no, las sociedades, los grupos sociales y las personas tienen que tener sus pasiones, sus objetivos, pero simplemente la conducción política de las cosas se tiene que hacer teniendo en cuenta las circunstancias reales, y no las imaginadas.
Una pregunta sobre el efecto de la crisis en la política de los diferentes países del sur de Europa: en Grecia ha aparecido Syriza (bueno, y Amanecer Dorado), en Italia el Movimento 5 Stelle. ¿Por qué en España no acaba de aparecer una alternativa política frente a la crisis del bipolarismo?
Tampoco ha salido en Portugal, por ejemplo, y Portugal está muy mal… Yo creo que, en el caso de España, es por dos motivos. A pesar de que para dar una respuesta quizás hay que esperar a ver qué pasa, ahora mismo el ciclo electoral está en suspenso. Habrá elecciones el año que viene con las europeas y después las municipales y autonómicas. En España el sistema electoral, que se hizo en 1977, está pensado para proteger a los partidos políticos fundadores del sistema. Se abrió una competición y se hizo un sistema electoral que premiara a quienes se colocaran bien en esa competición. La Constitución fija que la circunscripción electoral es la provincia. En España no es fácil crear un partido político de alcance nacional, porque te tienes que presentar en 52 provincias. Tienes que hacer listas, tienes que coger, entre pitos y flautas, 500 personas y ponerlas por orden, y esto no es fácil. Y además tienes que darte a conocer y tienes que crear un mínimo de masa. A pesar de que también es verdad que Internet ha abaratado bastante los costes de la política y esto ahora es algo más fácil que antes. Pero no es fácil. Por lo tanto el sistema político de entrada tiende a proteger el statu quo. Esta es la primera razón. La segunda es que, a diferencia por ejemplo del caso italiano, el sistema democrático en España es un sistema democrático joven. Aunque en este momento hay un malestar muy grande, mucha indignación, y estamos en un momento crítico, pero todo esto pasa sobre un trasfondo donde la gente todavía tiene un cierto respeto por el sistema democrático. ¿Por qué? Pues porque continúa siendo una adquisición histórica relativamente reciente, de hace 36 años. Esta es una cosa curiosa, los periodos críticos en España parece que sean de 36 años: del 1900 al 36, el 36 estalla la guerra, que se acaba el 39; del 39 al 75, cuando muere Franco, pasan 36 años más; y desde el 77, cuando se hacen las primeras elecciones y los pactos de la Moncloa, pasan 36 años y sale el 2013. Esto hace 36 años que lo tenemos, y 36 años son muchos y al mismo tiempo son muy pocos. Yo creo que en la sociedad española todavía hay un cierto respeto por todo esto. Te lo diré de otro modo: creo que en el interior de la sociedad italiana hay un fuerte componente de cinismo, en el sentido de no creer, de escepticismo profundo, más importante que aquí. Aquí todavía hay mucha gente que cree que esto se puede arreglar. Y atención, el soberanismo catalán y el independentismo catalán participan de esto. A veces explico en Madrid que el soberanismo catalán es la rama más excéntrica del reformismo español. Gente que en última instancia dice que esto se tiene que arreglar y la única manera que ven de arreglarlo es esta. Te lo diré de otro modo, con una anécdota reciente mía: el quiosquero cerca de mi casa en Madrid, un quiosquero ilustrado. Un domingo le pido el diario y en la portada de un diario de Cataluña salía la monja Forcades. Y el hombre, con mucha ironía (los madrileños también tienen su gracia), me dice: «Cómo están ustedes que hasta se les revolucionan las monjas». Yo le dije: «Mire usted, las costuras están un poco tensas». Y él me contestó: «Bueno, aquí el roto ya lo tenemos desde hace tiempo, al menos ustedes buscan soluciones». Y esto hay gente en España que lo ha entendido. Pero claro, hay una parte importante que si les mencionas la cuestión catalana se ponen como una moto inmediatamente, eso está claro. Otros lo viven con dolor, y desde Cataluña también se tendría que reflexionar un poco sobre esto. Hay una parte de la sociedad española excitada por los medios de comunicación, por las facciones más irresponsables de la política, y cuando sale el tema de Cataluña, ya la hemos liado. Otra parte lo vive con dolor, porque le sabe mal, mal de verdad. No el solo hecho de que el país se pudiera fragmentar, sino porque el hecho de que haya una parte consistente de la sociedad catalana que quiere esto, que ha llegado a esta conclusión, los entristece. Porque en el fondo les hace entender que algo se ha hecho mal. Y a la vez porque supongo que también entienden que esto no es fácil de reparar, si es que no es directamente imposible repararlo. Y después hay otros, que seguramente son una minoría, que van algo más allá y dicen «estos, en definitiva, están dando su respuesta a la situación». Desde este punto de vista pienso que el soberanismo forma parte de este catálogo de respuestas que la sociedad da a un momento muy complejo. Ahora, insisto, pienso que la sociedad española todavía está en aquel punto en que tiende a opinar que esto se puede arreglar. Seguramente por este motivo, por poca mejora que pueda tener la situación económica, las posibilidades de que el PP se mantenga en el poder son altas. Precisamente por esta razón, porque la gente hoy lo que busca es un mínimo de expectativa.
¿Crees que después pacto ND-PASOK en Grecia y el pacto PD-PDL en Italia, el próximo es el pacto PP-PSOE en España?
Hombre, ahora la diferencia que hay entre España y los otros países del sur de Europa es que el único sitio donde hay una mayoría absoluta es España.
Pero cada vez parece más difícil que se repita.
Sí, la repetición de la mayoría absoluta en estos momentos es francamente difícil. Yo cuando digo que puede ganar quiero decir que puede seguir siendo el primer partido. Y entonces, efectivamente, con un escenario más abierto en el Parlamento, que es el que dibujan las encuestas, un pacto PP-PSOE se puede producir.
¿Y esto podría reforzar opciones políticas no institucionales y provocar, por ejemplo, cosa que hasta ahora no ha pasado, la aparición de partidos ultras?
Todo puede pasar, pero insisto, fíjate en una cosa: el sistema electoral se basa en la provincia, lo que quiere decir que toda operación política es territorial en España. Esto al final ha acabado poniendo nervioso a todo el mundo, todo el mundo se cabrea cuando sale la palabra territorial. Pero a la vez quizás esta es la válvula de seguridad de la política española. Te lo explico con un comentario que me hizo hace un par de meses el nuevo embajador francés en España, un señor que hacía pocas semanas que había llegado de París, que todavía no habla el español. Me dijo: «Escuche, estoy estudiando con detalle esto de España y ustedes realmente tienen un sistema político singular, porque en Francia el debate público gira constantemente sobre la cuestión del otro. Es decir, quién es francés, dónde llega y dónde se acaba la frontera de ser francés, quién tiene derecho y quién no tiene derecho a ser francés, quién entra y quién no entra en este círculo… la inmigración, vaya. En el caso español, ustedes tienen unas tensiones internas que a primera vista parece que tengan que comportar unos estallidos peligrosos, pero puede ser que esto también sea una válvula de seguridad. Es decir, los debates están tan focalizados en este punto que…”. Fíjate en una cosa: llevamos tres años, la crisis hace más que dura, pero los tres últimos años han sido especialmente duros. Y en toda España las tensiones sociales que puedan tener como sujeto a los inmigrantes son escasas. Lo que no quiere decir que no haya tensiones en la vida cotidiana, pero no han derivado en grandes conflictos. Además, desde que el PP está en el Gobierno, de repente a la derecha española ya no le interesa hablar de esto. Una cosa fantástica de este último periodo es que parece que de repente en España ya no haya inmigrantes. Esto al PP ya no le interesa, lo usó en algún lugar, desgraciadamente en mi ciudad, Badalona, de una manera muy intensa, pero una vez llegado al Gobierno la inmigración ya no es un problema; pero no es solo el hecho de que la derecha no hable porque no le interesa, sino que además no hay noticia de graves incidentes o graves conflictos que giren alrededor de eso.
Hablemos del 15M: ¿es gramsciano o solamente inconsistente?
[Risa]
¿O quizá ambas cosas?
A ver, después del 15M salieron, y tengo unos cuantos en casa, libros que anunciaban casi la inminencia de una revolución en España. Esto también es muy español. A la que la cosa se calienta un poco ya vemos la revolución. La revolución no se ha producido y parece que no se la espera. Ahora, lo que tampoco querría es reducir esto a una cosa puramente anecdótica, porque creo que las ideas o determinados planteamientos del 15M han acabado impregnando la agenda política. Por ejemplo, la cuestión de los desahucios, que han acabado siendo un punto importante de la agenda política. Se ha tenido que legislar sobre esto. Otro punto es el tema de la transparencia —un tema donde también se podría discutir mucho, qué quiere decir exactamente esto—, este también es un tema que está en la agenda, y de hecho más o menos se está elaborando una ley de transparencia. El 15M a fecha de hoy no se ha transformado en una corriente política orgánica, a pesar de que tampoco se tiene que excluir que algunos de sus componentes puedan probar suerte en las elecciones. En este aspecto creo que las elecciones europeas serán un cierto campo de pruebas. Pero a la vez es cierto que esto ha tenido una radiación sobre la vida pública, no ha sido intrascendente. Pero insisto, la configuración en España de una corriente política organizada nueva no es fácil. No digo que sea imposible. Además que hay otra cosa, y es que Izquierda Unida ha cogido número en la cola. E Izquierda Unida desde este punto de vista es también como un tapón. Es decir, el lugar lo tienen tomado ellos, el asiento lo ocupan ellos. IU hoy es una organización política controlada por el Partido Comunista de España versión 1929, digamos. Entonces es aquello del perro del hortelano. Y la gente cuando dice “Yo soy de izquierdas pero no me gusta el PSOE, estoy harto del PSOE”, ¿qué hace? Pues vota Izquierda Unida. Y por lo tanto las encuestas le dan un crecimiento importante, pero tampoco ves que IU tenga una capacidad de transmitir un liderazgo. El líder de IU, a quien yo he conocido en Madrid, Cayo Lara, es una buena persona. Lo tengo que decir, es un buen hombre, es agradable hablar con él… un buen hombre, pero claro, no sé si un comunista de Ciudad Real hoy es la solución para la situación. Pero insisto en que Cayo Lara es una buena persona.
La Iglesia no ha conseguido tener nunca una correa de transmisión directa, como en Italia, por ejemplo. ¿Por qué los partidos demócrata-cristianos no han tenido nunca éxito? ¿Qué importancia tiene hoy la Iglesia en la política española?
La Iglesia no dio este paso…
¿No lo quiso dar o no lo pudo dar?
No, el cardenal Tarancón no quiso. Se presentaron, ¿eh? Hubo una candidatura democristiana de Ruiz-Giménez, asociada en Cataluña con la Unió Democràtica de Cañellas, pero no tuvo el apoyo de la Iglesia. Y esta es una de las decisiones importantes de la Transición: el presidente de la Conferencia Episcopal no quiso que la Iglesia tomara partido. Porque entendía que la Iglesia después de la experiencia de la guerra y de todo lo que había pasado no tenía que ser un actor político. Al cabo de unos años esto le costó una bronca espectacular del papa Wojtila. El papa Wojtila entró en España repartiendo bofetadas, y el primero que recibió fue Tarancón. Piensa que Tarancón, cuando cumplió 75 años… Los obispos y arzobispos, cuando cumplen 75 años automáticamente tienen que mandar una carta de renuncia al papa. Después el papa les da uno o dos años más, como diciendo: “No hay prisa, ya lo haremos con calma”. A este lo cambiaron el día que cumplió 75 años. A él y al arzobispo de Sevilla, que se llamaba Bueno Monreal. El papa los llamó a capítulo, primero a Tarancón, y Tarancón salió tan afectado de la entrevista con el papa que le pidió a su chófer que lo llevara a los Colli Albani, allá en las afueras de Roma, y estuvo dos horas paseando solo. Pero a Bueno Monreal le pasó una cosa peor, y es que la noche después de la entrevista con el Papa dejó de hablar. Perdió el habla y aquel hombre ya no hizo nunca nada más. Tuvo un infarto al cabo de poco y se murió. Porque el papa los acusaba de ser los responsables de la descristianización de España, porque habían desarmado políticamente a la Iglesia. Entonces, a partir de aquí empieza un proceso de rectificación en que la Iglesia vuelve a ser más beligerante políticamente, pero evidentemente sin tener un instrumento político porque la democracia cristiana no había cuajado.
¿Y cómo ha intervenido desde entonces?
En España las transformaciones sociológicas desde 1977 hacia aquí han sido muy intensas. Es, posiblemente, el país que más ha cambiado. Si tú viajas por Portugal, Italia, incluso Francia, son sociedades mucho más tradicionales. España se ha convertido, en algunos aspectos, en una sociedad post-tradicional, donde las viejas formas de vida han sido muy sacudidas. Y esto a nosotros nos parece la cosa más normal del mundo, pero cuando vas a Italia te das cuenta de que las formas de vida tradicionales han resistido mucho más, y si vas a Portugal tres cuartos de lo mismo, y si vas a Francia, a excepción del mundo parisino, que es un mundo en sí mismo, en el resto de la sociedad francesa también han resistido más. ¡E incluso en Alemania! La revolución española ha consistido en unos cambios en las formas de vida, un cambio muy importante en la cuestión femenina: el protagonismo de las mujeres en España es extraordinario, y más si tenemos en cuenta además los antecedentes del país. Cosa que en Italia por ejemplo no es así, en Italia desde este punto de vista la cuestión femenina es una catástrofe bastante considerable. La Iglesia desde este ángulo ha perdido muchas posiciones. Por decirlo de esta manera: a la gente, lo que digan los obispos le importa relativamente poco. Los obispos no mandan en la vida de la gente. Pero la Iglesia, como tuvo mucho poder con el régimen anterior, ha retenido unas zonas de influencia muy elevadas, por ejemplo la enseñanza de las clases medias y medias-altas. Esto se ve con más intensidad en Madrid que en Barcelona. En Madrid es evidente: una parte muy importante de las clases medias, a la mínima que la gente tiene posibilidades de pagar un poco por la educación de los hijos, la gran protagonista es la escuela religiosa. Esto es importante. O también, y esto más en Barcelona que en Madrid, las escuelas de negocios. Muchos currículos profesionales han pasado por las escuelas de negocios. Las escuelas de negocios principales tienen que ver con instituciones o con organizaciones eclesiásticas. La Iglesia también conserva una influencia muy grande en la judicatura y la magistratura, que es por otro lado el poder que menos modificaciones ha tenido, donde los cambios han sido mucho más lentos. Por lo tanto, desde el punto de vista que podríamos llamar superestructural, la Iglesia católica en España tiene poder, pero hay diferencia entre su fuerza superestructural y su capacidad de impregnar la opinión popular. Pero a la vez, y esto nos daría para mucho, todo esto viene acompañado por esta peculiar tendencia del anticlericalismo de sectores de la izquierda, que también es una cosa muy específica de aquí. A veces hay más anticlericalismo en España que en Francia. En Francia parece que ya lo resolvieron históricamente en un momento determinado y han establecido unas bases diferentes. La cuestión religiosa en España es importante y lo será también en los próximos años. No porque tenga que haber un viraje de la sociedad hacia la religión, a pesar de que algo de esto se podría producir según cómo evolucione el nuevo pontificado. Noto vibraciones en el aire. [Risas] La figura del nuevo papa ha interesado a la gente. En Italia dicen que desde que está el nuevo papa va más gente a misa, y se confiesa más gente.
Todos mis amigos italianos católico-comunistas de izquierdas están muy contentos. De momento.
[Risas] Aquí entramos en el capítulo Cataluña, que es el capítulo más espectacular en este campo. Cataluña también en este campo es profundamente irónica. Yo creo que una de las características de Cataluña es su comportamiento irónico. Es decir: esta es la sociedad más descreída de la Europa Occidental según algunas estadísticas. Por ejemplo, en la diócesis de Barcelona la asistencia de la gente a misa es de las más bajas de la Europa Occidental, el número de matrimonios religiosos, los sacramentos… Pero aquí en Cataluña yo creo que pasó una cosa: que en los años 60 y 70, con los efectos del concilio, la Iglesia se escapó por debajo la puerta y se difundió por la sociedad. Y toda esta impregnación de la que te hablaba antes, de tipo moral-moralista, tiene un trasfondo religioso clarísimo. De tal manera que la relación de la Iglesia con la política es diferente en Cataluña que en el resto de España. Es más transversal, está más presente. Y aquí, cuando la situación se complica, siempre aparece un eclesiástico que levanta alguna bandera.
¡La monja!
La monja. Fíjate en lo que te decía antes, en el ciclo de los 36 años. Ahora está la monja Forcades, que si se presenta a las elecciones yo le auguro un cierto éxito electoral. Hace 36 años el padre Xirinachs, que fue una de las figuras relevantes de la Transición: junto con Josep Benet, el senador más votado. En medio de todo un magma antifranquista que parecía más o menos dirigido por los partidos —clandestinos, pero con estructuras que ya estaban organizadas—, de repente aparece un hombre que entra en aquel terreno y que consigue interesar a la gente a partir de su posición individual: se planta ante la prisión y dice “De aquí no me muevo hasta que salgan los presos”. Es curioso que esta sociedad, que aparentemente es la más descreída de Europa Occidental, de repente genera figuras que dan a entender que la religión sigue muy presente. No tengo ni idea de qué evolución tendrán todos estos movimientos que está habiendo, lo que está claro es que de cara a las elecciones europeas aquí habrá bastante movimiento y que hay diferentes personas que, desde diferentes ángulos, están pensando en la creación de movimientos políticos de nuevo tipo. Pero llama la atención el magnetismo que Teresa Forcades está demostrando tener, y esto independientemente de sus calidades personales. Es una persona que se expresa muy bien, tiene una gran capacidad de comunicación. Sin lugar a dudas su condición eclesiástica contribuye notablemente.
Tú has hablado en alguna ocasión de «notorio agotamiento de la cultura de la Transición». ¿Esto lo ves solamente a nivel político o también en otros ámbitos?
En todos, yo creo que son ciclos. Agotamiento no quiere decir desaparición. Normalmente la historia no es una superposición de capas, las cosas no desaparecen. Creo que el sistema de referencias, los valores, se está agotando. Muchos de ellos se han agotado por el simple paso del tiempo. Yo viví la Transición muy joven, 18 o 19 años, con mucho interés por la política, y por lo tanto tengo bastante memoria de todo lo que pasó. Y hay cosas que todavía me emocionan hoy, pero yo entiendo que a una persona de 25 o 30 años esto ya no le diga nada. Los pactos de la Moncloa… ¿a mí qué me explicas de los pactos de la Moncloa? Es decir, hay toda una cierta mitología generacional, que como pasa con todas las mitologías generacionales, hay algunas cosas que se traspasan de una generación a la otra y otras que se pierden. Por eso, ahora mismo el mundo que viene de la Transición tiene un problema de legitimación moral.
La crisis de El País, que ha sido el diario emblemático de la Transición, ¿es un síntoma de este agotamiento de la cultura de la Transición?
Podría entenderse así, a pesar de que en el supuesto que me mencionas quizás sería entrar en otro terreno. La prensa ahora está en un momento crítico, hay varios tipos de crisis. Sobre todo aquellas empresas que han acumulado una gran deuda financiera. La deuda que puedan tener algunos medios de comunicación en España, más que adjudicarlo al recambio generacional, quizás es debido a deudas financieras muy elevadas, deudas que han acumulado y que les pesan muchísimo. Quizás la respuesta está más aquí que en lo otro. Por ejemplo, La Repubblica en Italia: es un diario contemporáneo y parecido a El País y no tengo la percepción de que se encuentre en esta situación. En la prensa cada cosa se tiene que analizar mucho en su circunstancia concreta. Ahora, sí que es verdad que en los últimos años quizás ha pasado algo: que siempre hay un momento en que las nuevas generaciones tienen necesidad de construir su propio lenguaje, sus propias referencias… Hay una colisión inevitable. Esto, además, aquí ha coincidido con la crisis.
Antes hablábamos de la rotura de consensos de la Transición. Hablemos de la monarquía. ¿La monarquía ha entrado en crisis porque se ha roto el pacto de silencio en la prensa o la prensa ha roto el pacto de silencio porque la monarquía ha entrado en crisis?
Creo que han pasado varias cosas a la vez. El comportamiento reverencial de la sociedad hacia la monarquía tenía fecha de caducidad. La cultura de la Transición incluye una actitud ultrarrespetuosa, que no es demasiado normal en las sociedades democráticas maduras donde todo es objeto de discusión. Pues esto tenía una fecha de caducidad. Pero de nuevo insisto que aquí la fecha de caducidad ha coincidido con la crisis, este es el problema. ¿Se hubiera producido igualmente o se hubiera producido de otro modo? No lo sé. Al mismo tiempo esto coincide con la difusión de una serie de noticias que son de dominio público. El rey ha ido a cazar elefantes varias veces, pero el momento en el que la gente lo sabe es el menos adecuado para el prestigio de la institución. Hombre, que la vida personal del rey es una vida… digamos polifacética… esto también lo sabía mucha gente. Pero hay un momento en que pasa a ser de dominio público. Y además, para acabarlo de arreglar, la cuestión del yerno. La suma de todo esto crea un escenario crítico que es en el que estamos ahora. Pero también te digo una cosa: tengo la sensación de que la monarquía seguirá en España durante muchos años. No veo una crisis de régimen, a pesar de que es verdad que la cuestión de la república vuelve a estar presente, la gente lo mira con otros ojos. Yo me he fijado en Madrid. A veces, por las calles de Madrid veías algún hombre mayor con la bandera republicana en la solapa, y lo veías como una cosa de otros tiempos, triste, nostálgica. Y ahora ves que se les ha cambiado la cara. Esto es verdad, y no hay manifestación de protesta hoy en España donde no esté. Más en Madrid que en Barcelona, porque en Barcelona la bandera de la protesta es la “estelada”, sin lugar a dudas. En Madrid lo correspondiente a la “estelada” es la bandera republicana: no hay manifestación de maestras, de médicos… de lo que sea, donde no haya una bandera republicana. Pero yo en estos momentos creo que los caminos de Italia y España vuelven a cruzarse: la república italiana se está haciendo algo más monárquica, como se ha demostrado en estos últimos episodios; y probablemente la monarquía española todavía se tiene que republicanizar más, para ajustar su relación con la sociedad. Quizás esto es lo que pasará.
Y este pacto de silencio que ahora se ha roto. ¿A través de qué mecanismos ha funcionado?
Más que pactos de silencio yo diría que toda época tiene unas convenciones. Es eso de las hegemonías. Hay épocas en que está mal visto hablar mal de una cosa. Hoy en Cataluña, por ejemplo, está mal visto hablar mal del independentismo, que es la corriente nueva, la que sintetiza pulsiones. Entonces, no es fácil hacer una crítica al independentismo, a no ser que tengas ganas de destacar por la colisión, y hay gente que tiene interés en hacerlo, pero sabes que si vas a esto no entras como ganador en esta discusión. ¿Por qué? Porque hay un cierto grado de hegemonía. Hay unas ideas, unos sentimientos que dominan sobre otros. Yo creo que básicamente lo que ha pasado es esto. Hombre, el 23 de febrero de 1981 de alguna manera marca una referencia y la monarquía obtiene una fuerte legitimación popular, que no existía con aquella intensidad. La sociedad estaba expectante, a ver qué iba a pasar. Que no quiere decir que la sociedad estuviera a favor de la república, porque no es cierto. Desde el momento en que la UCD gana las elecciones del 77 queda claro que la mayoría de la sociedad española está a favor de una gradualidad. Desde el momento en que el rey aparece públicamente como garante de la gradualidad, que es el momento del 23F, la popularidad del rey se dispara estratosféricamente. Como lo que ha pasado con Napolitano en Italia. ¿Quién era Napolitano hace ocho años? No era nadie. Antes de ser presidente Napolitano ya había decidido jubilarse, era un dirigente del ala moderada del Partido Comunista, un hombre respetado, pero su decisión era jubilarse. De repente lo eligen presidente de la República, y cuando el sistema berlusconiano entra en crisis, él tiene unos comportamientos inteligentes y pasa a ser el salvador de Italia. Pues bien, en la sociedad pasan estas cosas. La diferencia es que en los países republicanos esto pasa más o menos por procesos electorales, aunque sea de manera indirecta como es el caso de Italia, pero en el caso de las monarquías parlamentarias está la cuestión dinástica, que es una cuestión que tiene pros y contras, como se está viendo ahora. Yo sigo siendo de la opinión de que en estos momentos en España la monarquía es adecuada. Una monarquía republicanizada no es una mala fórmula para España. Por un motivo: porque es, todavía hoy a pesar de todo, la fórmula que garantiza la posibilidad de un jefe de Estado políticamente neutro. O el más neutro posible. Esto para Cataluña es importante. Alguien dirá: “Escúcheme, a mí, como no me interesa seguir en España, me da igual”. Pues de acuerdo, le respeto la opinión. Pero mientras las cosas sigan siendo las que son, la existencia de la monarquía abre la posibilidad de una intermediación. Y esto explica perfectamente por qué hay muchas noches en que los sectores más centralistas de la derecha española se van a dormir soñando con la república presidencialista: «Esto lo acababa yo en 24 horas». Con una república presidencialista en España, esto de las autonomías dura 24 horas. Fíjate en una cosa: dicen «república presidencialista con circunscripción única». Este es el sueño dorado de los centralistas españoles. Curiosamente esta era una de las reivindicaciones del primer 15M: «circunscripción única».
Una pregunta de sociedad: mientras preparaba la entrevista me topé con el vídeo de la presentación de tu libro Modesta España. Lo presentaste con el consejero de Cultura Mascarell a un lado y el secretario de Estado de Cultura Lassalle al otro. Y en la platea estaba toda la plana mayor de la política catalana: de Quico Homs y Felip Puig de CiU hasta Ernest Maragall, Miquel Iceta y Jordi Hereu del PSC o Alícia Sánchez Camacho y Alberto Fernández del PP. ¿Por qué los políticos se pelean por estar en la presentación de tus libros?
No, hombre, no creo que…
Ahora no peques de falsa modestia, ¿eh?
Mira, he publicado tres libros, y estoy contento de una cosa: no había escrito un libro hasta los 50 años, y la primera vez que me puse me temblaban las piernas. Porque soy de una generación, como te he explicado antes, que tiene algunos mitos, y uno de estos son los libros. Un libro es una cosa casi eucarística. Entonces, llevaba dos años en Madrid y empecé con la idea de que esto merecía la pena explicarlo. Y además me veía capaz. Publiqué un primer libro que se llamaba La España de los pingüinos, que era una crónica general de cómo veía la situación en aquellos momentos. Estamos hablando del año 2006, y tomaba como punto de referencia 2004. Después, al cabo de 2 años más publiqué otro, cuando la crisis estaba ya en el aire, que se titula La deriva de España, donde venía a decir que esto está cogiendo un mal cariz. Lo que viene a decir el primero es que estamos haciendo cosas un poco raras, este grado de crispación política no es normal. Y entonces escribo el tercero, que se titula Modesta España, que es un intento de decir: vayamos metiéndonos en la cabeza, sobre todo en los centros de poder españoles, que este país en los próximos años, en el mejor de los casos, puede aspirar a una digna modestia. Y yo creo que esto de haber escrito tres libros, tres crónicas generales de la situación, tampoco lo ha hecho mucha gente. En Cataluña quizás hay mucho periodista político de Cataluña, pero referido al conjunto español no hay tantos. Entonces, quizás yo he hecho una cosa que tiene un cierto carácter, dadas las circunstancias políticas. Y atención, al acto también vino mucha gente porque estaba el secretario de Estado de Cultura, ¿eh? Es decir, tenía ese punto que yo también quise provocar un poco: en aquel momento poner juntos al consejero de Cultura y su correspondiente español tenía un punto… un punto de interés.
¿Para un periodista político es un riesgo una excesiva familiaridad con el poder?
Sí.
¿Se debe tener alguna profilaxis, en este sentido?
Ejerzo de periodista desde hace 35 años, empecé en 1975-76. Y una de las cosas que he aprendido es esta: si te dedicas al periodismo político evidentemente tienes que estar en contacto con la política. Y si intentas explicar cuál es la lógica del poder y cuáles son los comportamientos del poder, estás en contacto con el poder. Y yo he procurado, y creo haberlo mantenido, no caer en una confraternización excesiva. No tengo muchos amigos que estén en la política. Para decirlo de otro modo: no me paso los fines de semana cenando con políticos. Porque esto tiene un riesgo, hay un día que tienes que escribir algo que no le gustará a aquella persona y entonces… Pero hay dos excepciones: yo llegué a tener una cierta amistad con Pasqual Maragall, a pesar de que hay que decir que en el caso de Pasqual Maragall la palabra amistad se tiene que coger siempre un poco con pinzas. Digamos que había una buena química personal. Me caía muy simpático y es una persona a la cual he tenido afecto. Y esto se explica en parte también porque me dediqué diez años a la información local de Barcelona, por lo tanto ya me sabía el personaje Maragall de memoria. Y después con José Maria Lassalle en Madrid también hemos acabado teniendo amistad y tengo que decir que es una persona con la cual tengo una buena relación. Aparte de estas dos excepciones, no tengo amistades en la política. También tengo que decir que no soy mucho de saraos sociales, hago las cosas imprescindibles pero no va mucho con mi carácter. Y atención, que a veces esto es conveniente, pero frecuento más el toro aquel que habla que los salotti, que dicen los italianos.
¿Por qué en Cataluña, cuando uno piensa en un poder fáctico, el Grupo Godó es el primero que viene a la cabeza?
Por varias razones, supongo. Primero porque La Vanguardia es un diario importante e influyente que además ha conseguido una cosa no muy frecuente, y es que tiene 130 años de historia. Ha atravesado 130 años de la modernidad. Esto tiene un significado.
Con poder fáctico quiero decir que parece tener una agenda política propia.
Sobre esto te tengo que decir que creo que en estos momentos empieza a haber un exceso de leyenda. A veces se atribuye a una institución, o a un grupo de comunicación en este caso, una influencia que posiblemente va más allá de la realidad. Es evidente que en estos momentos el grupo tiene el principal diario de Cataluña, la radio con más audiencia en Cataluña y una cadena de televisión con un programa informativo fuerte y potente por las noches, y además El Mundo Deportivo. Y si todo esto lo sumas no es una cosa menor, esto está clarísimo… Ahora, también creo que algunos sectores de opinión están exagerando. Como decía Andreotti, “Solo falta que me atribuyan las guerras púnicas».
Sobre la relación entre el poder político catalán y La Vanguardia, ¿existe un do ut des en las subvenciones de la Generalitat al Grupo Godó?
Aquí también empieza a haber mucha leyenda. En el tema este sería muy interesante que un día se viera el mapa de cómo funciona en toda España, porque tendríamos sorpresas. Yo te puedo decir, porque conozco algunos datos, que el Grupo Godó no es el que en los últimos años ha obtenido más apoyo de las instituciones. En absoluto. No es ni el primero ni el segundo ni probablemente el tercero. Lo que pasa es que entre los elementos de combate político en estos últimos años en relación con Cataluña, un sector de la opinión pública y publicada madrileña ha querido desautorizar las posiciones catalanas con varios argumentos. Hay un catálogo de argumentos. Y esto ya quedó claro cuando apareció el editorial: «Estos catalanes que no hablen porque están subvencionados». E insisto, si miráramos los datos, tendríamos sorpresas. En Francia, por ejemplo, esto lo tienen objetivado, y en Italia, a pesar de que también es mucho objeto de discusión, también está objetivado. Generalmente en todos los países europeos los medios de comunicación reciben, de alguna manera u otra, algún tipo de ayuda o apoyo del Estado. Por ejemplo, la televisión privada en España recibió de manera espectacular. ¿Las televisiones privadas españolas están subvencionadas por el Estado? No lo creo, pero recibieron una ayuda pública brutal el día que el Gobierno español decidió retirar la publicidad de Televisión Española, liberando una parte del mercado publicitario en favor de la televisión privada. Y esto quiere decir que a partir de aquel día Televisión Española se financia exclusivamente vía presupuestos del Estado, y esto quiere decir que es un coste. O a través de unos cánones que en este momento son objeto de litigio. Y esto a todo el mundo le pareció magníficamente bien. Por otro lado, en el caso de Cataluña, la participación del sector público en el mercado publicitario es muy elevada. Es decir, estamos hablando de una cuestión que tiene un punto de complejidad. E insisto, el primer foco sobre esta cuestión lo puso la derecha española cuando quiso desautorizar y quitar legitimidad a las opiniones o posiciones de los diarios catalanes, no solo de La Vanguardia. Sería interesante poder hacer una exploración exhaustiva sobre esto, tendríamos alguna sorpresa.
Una pregunta sobre las aportaciones españolas al periodismo: ¿Qué dice de nosotros el hecho de que nuestra gran aportación al género periodístico sea la tertulia, que es básicamente una evolución de la discusión de bar?
[Risas] La radio en España tiene un carisma especial. En Italia, por ejemplo, no tiene tanto. En Italia lo tiene la televisión. Fíjate que en Italia la televisión se supo apoderar de la política. En Italia la política se hace en la televisión. Los políticos están todo el día en la televisión y hay programas de debate político impensables en otros países europeos. Por ejemplo, dudo que haya otro país europeo que tenga una cosa como el Porta a porta. Además tiene un éxito enorme.
Por suerte en los últimos años ya está de capa caída, ahora el programa político puntero es Ballarò en Rai 3.
En cualquier caso, el formato es el mismo. En España la televisión no ha dado este paso, porque por un lado las televisiones públicas están bajo un cierto arbitraje político, eso está claro, y después las televisiones privadas, que han tenido que ganarse su espacio compitiendo con las televisiones públicas, optaron al comienzo y prácticamente durante toda su trayectoria por la investigación de públicos muy amplios y transversales, y el debate político desde este punto de vista podía ser inconveniente, puesto que buscaban un espectro sociológico muy amplio y el debate político lo restringe. Lo que estoy observando es que ahora, por primera vez, el debate político está entrando en la televisión española. Tele 5, siguiendo un poco los patrones italianos, tiene un programa de debate los sábados por la noche donde la gente grita mucho, pero que empieza a tener cuotas de audiencia considerables, y están emergiendo programas de perfil político como por ejemplo el Salvados, con un tipo de reportaje con más ángulo político, que hace unos años no existía en la televisión, y que están teniendo éxito de audiencia. Puede ser que desde este punto de vista la televisión aquí esté sufriendo una infección. Mientras, la radio ha sido la gran protagonista del debate político. La tertulia ha tenido una doble función: por un lado hacía esto y por otro los periodistas se han convertido un poco —-a veces con gracia y a veces no— en un tipo de talmudistas, de intérpretes de las escrituras. Está la política y después está el cuerpo de intérpretes. Por ejemplo, el PP lo explica el PP, pero después también lo explican sus talmudistas. Y creo que ahora mismo esto también está llegando a un punto donde empieza a cansar. Tengo la impresión de que el talmudismo empieza a cansar, hay una cierta saturación. En estos momentos el periodismo en España, con todas las dificultades económicas, posiblemente está cogiendo una nueva curva: creo que en estos momentos hay un cierto regreso, para quien lo sepa hacer, hacia un periodismo más genuino, hacia la escritura, hacia la capacidad de explicar historias verdaderamente interesantes que conecten con las preocupaciones de fondo de la gente, un periodismo que tenga más en cuenta los intereses de la gente y relativice algo más los intereses de las estructuras de poder. Está en el ambiente que esto vuelve a aflorar y aquí veremos competiciones interesantes.
En las últimas elecciones americanas, a raíz del éxito de Nate Silver y del acierto de sus modelos estadísticos, se abrió un debate entre el periodismo de opinión y el periodismo basado en datos. De hecho el mismo Silver acabó diciendo que el periodismo de opinión es básicamente inútil. ¿Tú qué piensas de esto?
Yo no soy demasiado un teórico, te tengo que decir que la teoría sobre el periodismo no es lo mío. No me he dedicado demasiado y además no me acaba de convencer. Ahora, lo que pienso de esto: el periodismo es, en definitiva, relato. Y desde que alguien empezó a escribir la Biblia, o funciona o no funciona. ¿Y por qué funciona o por qué no funciona? Este es el misterio. En cada momento hay alguien que fracasa y alguien que acierta. Yo creo que el relato funciona cuando se ajusta a la realidad, cuando hay una dialéctica auténtica con la realidad. El problema del exceso de opinión en la prensa en estos momentos es que al final hay toda una serie de gente subida a un taburete que va diciendo que las cosas tienen que ser así o tienen que ser asá y, coño, la realidad es absolutamente impasible ante lo que diga esta gente. No sé si me explico: «¡Tenemos que arreglar Europa!». Sí, sí, está claro, pero esto de Europa es una cosa complicadísima que va siguiendo su curso. Y cuando uno ha leído cuatro veces a un señor que te dice que se tiene que arreglar Europa y Europa parece que no se deja arreglar, y si se deja arreglar la cosa va para largo, entonces dices: “Este es el del taburete de la esquina que dice que se tiene que arreglar Europa”. La sobreactuación del periodismo de opinión tiene este problema: que hay un momento en que la actualidad se muestra indiferente. Y cuando la realidad se muestra indiferente a la narración, hay una crisis. Una de las astucias del periodismo es que tienes que escribir teniendo en cuenta el movimiento de la realidad. Con esto los italianos son muy vivos: la mentalidad italiana tiene muy presente el movimiento. Todo se va moviendo. Esos rodeos italianos, a veces incomprensibles, tienen que ver con una observación muy atenta de las cosas. Porque allí las relaciones de poder han sido siempre muy fragmentadas y todo era muy variable y no se sabía cómo irían las cosas. Por eso en un corto periodo de tiempo se ha desarrollado una psicología, una perspicacia referida al movimiento político. Aquí las estructuras de poder han sido más rocosas, son más estáticas. Aquí la tendencia es esperar a que alguien lo arregle desde arriba. Pienso que el periodismo tiene que tener esta habilidad de entender que el relato periodístico, se refiera a lo que se refiera y sea lo que sea lo que tenga como sujeto, tiene que tener en cuenta el movimiento de fondo de la sociedad. Te pondré otro ejemplo: en este momento lo que funciona es el relato sobre la indignación. Hoy la portada que dice «Estamos indignados» es la que triunfa. Yo preveo que de aquí a un par de años esto de la indignación se tendrá que ir modulando un poco, porque al final la gente estará cansada de estar indignada. Habremos pasado ya a otra fase, no sé cuál será. Habrá que ver cómo evolucionan las cosas. Pero efectivamente el periodismo de opinión tiene este problema, una actitud excesivamente enfática y reiterativa en este momento es un poco peligrosa, porque la situación es de una complejidad extraordinaria y entonces podemos acabar con una colección de predicadores.
Última pregunta. ¿Qué consejo darías a un joven que, en medio de la crisis del modelo de negocio del periodismo y de la crisis económica más grave desde el 29, dice «Quiero ser periodista»?
Bien, mi hija pequeña me dijo que quería estudiar Periodismo. Me pasé una noche sin dormir. Y al día siguiente le dije: “Mira, si quieres estudiar Periodismo, estudia Periodismo, pero estudia otra cosa”. Creo que el periodismo nunca tendría que haber sido una carrera universitaria. El periodismo es un oficio. Esto después se ha ido corrigiendo, ahora hay másteres y todo esto. Evidentemente se tienen que aprender una serie de cosas, unos conceptos, unas técnicas… pero no creo que hubiera tenido que tener nunca el rango de carrera universitaria. Después, el periodismo es un proceso, los periodistas se hacen. Y también es una pasión. Ahora, te tengo que decir una cosa: yo entré en el periodismo en un momento muy bueno, en 1975, en un momento de cambio generacional donde todos los diarios se tenían que renovar. En definitiva, había espacio, y he vivido todas las etapas, todas las fases, y la actual es una fase muy complicada. Si me permites una anécdota personal, mi abuelo era metalúrgico, pero además de trabajar en una fábrica durante muchos años como ajustador mecánico montó un pequeño negocio: vendía paja y alfalfa para los caballos. Tenía un almacén en Barcelona cerca del mar y yo le acompañaba los sábados por la tarde, cuando no tenía escuela, e íbamos a repartir con el camión. Estamos hablando de finales de los años 60 y principios de los 70, en un momento en que los caballos desaparecían. Además estamos hablando de una ciudad industrial que se estaba mecanizando. Probablemente mi abuelo fue uno de los últimos vendedores urbanos en Europa de paja y alfalfa para los caballos. Como cada cual se crea sus propias supersticiones y uno cree en los hados familiares, yo a veces me digo que quizás me está pasando lo mismo que a mi abuelo: él fue uno de los últimos vendedores de paja y alfalfa y a mí me toca vivir ahora también el final de una larga época. Quizás es así. Y cuando me viene esto a la cabeza, si te tengo que ser sincero, este pensamiento viene acompañado de una cierta tristeza. Dicho esto, creo que vivimos en sociedades de opinión pública, y si hay una cosa que caracteriza la actual sociedad es la transmisión continua de opiniones y de informaciones. Creo que el periodismo se reconfigurará con toda seguridad, y ya empieza a haber indicios. Los medios de comunicación se enfrentan a un proceso darwinista que será bastante duro, esto me parece bastante claro, pero no quiere decir que desaparezcan todos. Están entrando en un periodo de dura adaptación a las nuevas circunstancias, y conjuntamente nacerán y están naciendo nuevas formas, a base de ir probando. Pero estoy seguro de que en los próximos 25 años habrá publicaciones relevantes, sobre todo en Internet pero también en papel, y que el periodismo seguirá siendo una actividad interesante.
Fotografía: Alberto Gamazo
Pingback: Jot Down Cultural Magazine | Enric Juliana (cat): “El periodisme mai no hauria d’haver estat una carrera universitària, és un ofici”
Estoy de acuerdo, quizá podría ser un segundo ciclo o un master complementario de otra carrera según la especialidad, pero cinco años de carrera son excesivos y muchas asignaturas sobran.
Siempre me he preguntado qué estudian en la carrera. Un periodista es un escritor,y no hay estudios de escritor.
Intentaré arrojar algo de luz: en la Universidad Autónoma de Barcelona, en la que estudio, podríamos considerar que solo un 20% de lo enseñado es relevante y práctico (siendo benevolente).
En 2 años no hemos tocado las cámaras más de 10 minutos, pero sin embargo nos obligan a aprender a teóricos de la comunicación (que no es lo mismo que un periodista), o a leer millones de lectura sobre el nuevo modelo del periodismo, ésto es, un periodismo más vinculado a las nuevas tecnologías, al diseño, menos letra y menos periodismo y más informática y visualidad.
Por supuesto, de lo que importa, de lo de salir a la calle, entrevistar a la gente, conocer cómo ganársela, entender la política y aprender la historia, nada de nada. Una decepción mayúscula.
Éso pasa con todas la carreras. Yo estudié ingeniería y ojalá un 20% de lo que estudié me hubiese sido de alguna utilidad. Yo creo que ni el 5%.
No es un problema sólo del periodismo. Faltan prácticas en todas las carreras en España.
Totalmente de acuerdo con lo que comentas. Las carreras en España pecan de mucha teoría y poca práctica. Se debería ir a unas carreras universitarias mucho más aplicadas a la realidad. No digo que no se deban tener nociones teóricas (eso a mi entender es imprescindible) pero necesitas verlas aplicadas y desarrolladas en la realidad que te rodea.
Claro que sí. El Master de Escuela de Escritores, por ejemplo.
El Máster de Edición de la Universidad Autónoma de Madrid es todavía peor. Además de aguantar las batallitas del director, el inefable Eduardo Becerra Grande, te toca compartir un ordenador con siete alumnos, escuchar a sus amigotes largar en clase de lo maravillosos que son y lo mucho que han logrado en la vida (pero de enseñar algo útil: cero), y las supuestas prácticas en editoriales consisten en hacer fotocopias o buscar fotografías de archivo en Internet para cubrir expediente y que la Universidad pueda llevarse la subvención de la UE. En resumen, UNA ESTAFA. Huid mientras podáis.
Estoy de acuerdo, presidente. El tal B. es un gilipollas integral. Los que hemos tenido la desgracia de padecerle lo recordamos bien.
No estoy de acuerdo. Mejor blindarse con un colegio de profesionales fuerte, como el de médicos y abogados. Así se eliminaría el gran problema que padecemos, el intrusismo. Me río con los Masters…Claro, alguien estudia ingeniería, y ,haciendo un postgrado, ya es periodista. La culpa es nuestra que lo permitimos…
Alguien es ingeniero, estudia un master y posiblemente pueda escribir con mas fundamento que un periodista un articulo hablando del plan hidrologico nacional, o de cualquier tema tecnico que se requiera.
Lo mismo para alguien que haya estudiado economicas podra describir con mas fundamento la realidad economica que un periodista.
y asi seguimos y seguimos.
A dia de hoy hay mucho periodista que no es serio y llegar a mentir en algo porque queda mejor en la noticia es indignante, y no me digais que no se hace porque a mi en primera persona me lo han hecho varias veces distintos periodistas.
No es tu caso, porque de escribir menos que lo justo…
¿y eres periodista por tener la carrera de periodismo? ¿sabes cuantos periodistas nacionales o internacionales de renombre no la tienen?. Los colegios son el invento más terrible que se ha inventado, un nido de corporativismo que no mejora la profesión, la envilece y elitiza
Ole «Invento más terrible que se ha inventado» anda que yo…
Pingback: El relato y la realidad | dePalabra
¿Algunos de los anteriores ha leído entera la entrevista? ¿A nadie la parece una barbaridad la serie de ataques que hace este individuo a los españoles o los que nos sentimos, como dice en su jerga, españoles?
Lo de periodistas es secundario. Las ideas de este individuo son deleznables, rebatibles, equivocadas, inconexas y ligeramente xenófobas (castellano, malo; catalán, bueno).
Yo he sentido lo mismo al leerla también. Lamentable su argumento sobre el editorial conjunto, como si fuera lo más normal del mundo y se extrañara por las críticas. Discutible su apreciación de lo español (donde no hace distingos), especialmente cuando habla de Madrid y sus «tonalidades africanas», mientras que «la cuestión catalana mira al Mediterráneo». Y, desde luego, insultante que retuerza el interés como algo positivo y critique el «camino recto» del «buen castellano». Se levanta independentista y se acuesta federalista… pero somos los demás los que tenemos un problema.
¿Habéis leído alguno de sus artículos? porqué, a juzgar por la etiqueta que le estáis colgando no lo parece. Lo del editorial fue un tiro que se pego en el pie porqué no calculo bien la respuesta que tendría la prensa española y ahora lo tiene que justificar de algún modo. Pero vamos, que si te lees cuatro o cinco de sus artículos, no engañan a nadie. Si lo que os preocupa es su voto, esta claro y no es ninguno de los dos que menciona.
Se pasa arremetiendo contra «el mundo español», y efectivamente él parece estar en un altillo como muchos catalanes, por encima del bien y del mal. Siempre que se protejan sus intereses y por supuesto se les llenen los bolsillos, ellos estarán contentos.
Muy buenas fotos de Alberto Gamazo.
No puedo con este caballero. Nada. No hay manera. Nacionalista y católico; es decir, doblemente religioso. Lo mismo que Paca la Culona. Y siempre impartiendo doctrina, sin bajarse del púlpito ni un instante. Bajo palio (como Paca, también) quisiera entrar en Montserrat. Acompañado por los sones de «Els segadors» en versión gregoriana.
Intuía que era, además, un cursi. Su frase «Yo creo que esto del catalanismo es un estado del alma» demuestra que no estaba desorientado.
Algunas perlas del pensamiento nacionalista catalán:
1) «la solución es esta y no tiene revisión. Esto es muy castellano.»
2) «hizo que una parte del mundo español embistiera. Y el mundo español, cuando embiste, embiste de verdad».
3) «[En España] muy a menudo se imponen unas tonalidades africanas»
4) » en Cataluña todo es con objeto de bien, … todo tiene una finalidad moral, pero es que incluso los anuncios: había un anuncio de agua mineral que decía que si bebes esta agua mineral haces una contribución a… Toda la sociedad catalana está impregnada de esto, es una de sus particularidades.»
Aquí ya he dejado de leer. (¿Cómo casa con estas frases el congreso de «España contra Cataluña»? Está claro que el régimen nacionalista les ha lavado el cerebro bien lavado…)
aqui podeis ver mas perlas…del independentismo catalan, que es la corriente mayoritaria en catalunya. mucho mas mayoritaria es en el resto de españa el nacionalismo español de ppsoe que niegan el derecho a la autodeterminacion del pueblo catalan como nos vendia el psoe en la transicion o que se opone porque no cabe en la constitucion cuando el pp voto «no» a la constitucion.
ah si, aqui:
https://twitter.com/UpssssCat
https://twitter.com/AdeuEspanyaAdeu
https://twitter.com/Colonos_Cs
https://twitter.com/IndEnCastellano
como catalan me ha parecido muy interesante su autocritica sobre «la deriva nacionalista» como os gusta llamarlo a muchos españoles. afortunadamente, no todos los españoles son asi.
Me estoy acordando de la entrevista a Toni Cantó. Sus respuestas influían en las preguntas siguientes del entrevistador. En esta, parece como si estuvieran pactadas de antemano. Creo, con independencia de las consideraciones personales de cada uno sobre ideas y sentimientos, que el oficio de periodista (cuando entrevista) debería ser más como la de Cantó y menos como la de Juliana.
Y sí, he echado en falta la pregunta «pero, ¿es usted racista, señor Juliana?».
Menuda observación, son entrevistadores diferentes ¿por qué iban a entrevistar de la misma forma?
¿Por qué no iban a poder hacerlo? El entrevistador grande es el que olvida las preguntas que tiene escritas porque el entrevistado le está dando cuerda para hacer otras más interesantes.
No es cuestión de ideologías o afinidades. Es una mera cuestión de lógica: esta entrevista no era para La Vanguardia, donde el lector tiene un perfil y las respuestas de Juliana pueden encajar en ese perfil. Si respondes con estereotipos, etnocentrismo catalanista y aires de superioridad, será mejor que expliques bien en qué te basas y por qué ese modelo de pensamiento funciona en todos los casos.
Pero cuéntame, ¿te ha parecido adecuada la actitud de Vilalta?
Bueno, con las respuestas en algunos comentarios se confirma gran parte de la teoria del maniqueismo español ( España es España y si no te gusta te jodes) que presenta el entrevistado. Como catalan fuera de Cataluña puedo decir que cuesta horrores encontrar alguien con quien se pueda tener una conversacion razonada sobre el catalanismo/independetismo ( no pido que se este de acuerdo simplemente que se expongan argumentos que no fueran acompañados de insultos, desprecios y descalificaciones gratuitas). Puedes ser el tio mas educado y respetuoso del mundo que a la que digas que eres catalanista o que no te sientes (orgulloso de ser) español, te llueven hostias como panes (y de nuevo me remito a los comentarios). Tambien cargan bastante comentarios como «los catalanes son españoles y si no les gusta que les den», junto con otros de tipo «boicot a los productos catalanes», «quiero que pierda el barça porque no son españoles», pero eso si»españa campeona del mundo!» y muchos otros comentarios contradictorios. Consciente de los insultos que me van a caer me gustaria decir que si los acompañais de algun argumento tampoco os hara daño.
bueno, ya sabes lo que se dice
https://pbs.twimg.com/media/BFd8RQOCAAAV6FL.jpg:large
por cierto. yo tambien soy catalan fuera de catalunya pero dentro de españistan.
a ver cuando nos comunican que tendremos que hacer los catalanes en el exilio(voluntario o no) para votar en la consulta. el tramite administrativo vamos.
a mi cada vez me parece mas dificil llegar a un acuerdo con ppsoe. yo cada vez estoy mas por DUI sin miedo
https://pbs.twimg.com/media/BFlS_3OCIAE-cXT.jpg:large
previamente la cadena humana del 11s y la consulta donde ganemos con mas del 60%. luego ya nos encargaremos de que erc, icv y cup sumen mas que ciu. segun el sondeo del periodico del otro dia vamos por buen camino.
a varios lectores de jotdown les falta un paso pequeño para llegar a esta opinion
https://pbs.twimg.com/media/BMQE_aFCQAEb-Ss.png:large
sin acritud
Hay demasiada estupidez e ignorancia por ambas partes. Pero tan necios son los que afirman que los catalanes son traidores, roñosos y estúpidos como los que opinan que ser español es ser una especie de disminuido psíquico, ignorante y casi violento. que es lo que implicitamente se deduce de las respuestas del entrevistado. Y lamento mucho decirlo, porque pensé que Juliana era una persona más inteligente de lo que de lo que demuestra en la entrevista: su idea de lo «castellano» se asemeja demasiado al cliché nacionalista catalán. Y lo peor de todo es que siento tan portavoz de lo catalán, no se dé cuenta que donde Cataluña se juega los «cuartos» no es en la «consulta», sino en todo lo demás. Es una de las Comunidades más endeudadas y, en vez de intentar arreglar eso reduciendo su elefantíasico aparato, pretende salir del atolladero a través de la concesión del privilegio económico singular. Todo el mundo sabe que con concierto económico jamás se hubiera planteado consulta.Por tanto, sobran tantas vueltas a lo mismo. Lo lamentaré -aunque quizás no tanto como creo- pero, antes de reconocerles privilegios sobre el resto, prefiero que se vayan.
define tu a la mayoria de españoles que a dia de hoy votarian por mayoria absoluta a ppsoe con todo lo que ha caido.
a veces hago el paralelismo de barça-catalunya vs madrid-españa.
en el barça rosell tiene oposicion a pesar de haber ganado 1 champions en 2 años. en catalunya el votante castiga el tripartito, el pujolismo, el mesianismo de ciu, los recortes…hay alternancia.
en madrid florentino sigue siendo el ser superior y el pp campa a sus anchas en generales, autonomicas y locales.
me parece bien que prefieras que nos vayamos del todo. la mayoria de los catalanes opina asi y solo una parte del partido a la deriva del psc sigue siendo federalista.
En una página tan cuidada como esta, donde la gente tiene un nivel cultural superior a la media, me resulta muy llamativa tu ortografía. Sin acritud.
¿Qué Luis García es usted? Lo digo, porque como hay tantos…
Por mucho que he leído su comentario, no he encontrado un sólo argumento. Sólo quejas de la falta de argumentos de los demás. Me gustaría averiguar qué es exactamente lo que buscan en una conversación razonada sobre independentismo. Se quieren ir, ¿qué hay que razonar sobre eso?
A mí, «como no catalán» (¿de veras es tan importante matizar dónde nació uno? ¿Creen tener más pedigrí por remarcarlo?) me es del todo indiferente cómo se siente usted. Lo que no me gusta es la actitud de algunos catalanes como Juliana, que parecen ansiosos por buscar todas las diferencias posibles hasta el absurdo de generalizar. ¿»El buen castellano»? Váyase a la mierda, señor Juliana.
A usted no le gustan los «los catalanes son españoles y si no les gusta que les den, «boicot a los productos catalanes» o «quiero que pierda el barça porque no son españoles». Y le diré que tiene toda la razón del mundo, son comentarios estúpidos del que no tiene nada mejor que decir. Pues a mí no me gustan los simposios «España contra Cataluña», que silben el himno de mi país, que organicen campañas tipo «compreu, no compreu» y similares, que nos llamen colonizadores, mesetarios, ladrones… ¿eso son lo que usted llamaría «argumentos»?
Pero mire, a mí me gusta razonar. Pero, ¿cómo razonar con sentimientos?
Mira Iván, como catalán que lleva más de 20 años fuera de Cataluña, debo decir que lo que he encontrado en el resto de España es admiración y respeto. Lamentablemente cada vez es más difícil que eso suceda por culpa de la deriva nacionalista irracional. Es cierto que hay catalonófobos, pero son intelectualmente irrelevantes. Es mucho más fácil destruir que construir y tenemos que reconocer que no somos tan diferentes. El nacionalismo ha empobrecido Cataluña material e intelectualmente. Pese a todos sus mantras asimilados, considero a Juliana un posibilista.
¿Que quieres? He escuchado a muchos catalanes hablar de la misma forma sobre los araneses: «si no les gusta la independencia que se jodan». Pretender salir de España quebrantando todas nuestras leyes y que a todo el mundo le parezca bien es una estupidez. Si queréis largaros tendréis que pelearlo mucho más, a costa del cariño del resto de españoles.
Los nacionalistas piensan que le debate y la tertulia de bar gira en torno a ellos, que son centro de las conversaciones, de la vida, que el odio a lo catalan en el resto de España es algo extendido, pero no señores, lo siento, ocupan una parte mínima y solo con motivo de alguna de las charlotadas independentistas.
Durante algún tiempo pudo preocuparme el independentismo, reconozco que ahora no, porque simple y llanamente nunca obtendrán esa independencia. Lo único que lamento es el pensamiento único y la dictadura silenciosa, que ha creado y seguira creando unas jovenes genreaciones alimentadas de odio y de unas falsas esperanzas que nunca se veran cumplidas, provocando
dolor y conflicto.
16.963 paraules han servit per dir coses interessants.
No soy muy fan de Juliana, pero las críticas que hacéis demuestran que no habéis entendido lo que dice.
Una pena, quizás es uno de los periodistas más sutiles de España.
Buena entrevista
El periodisme és un ofici, però també és un ofici fer d’advocat o de metge, o totes les enginyeries. La carrera universitària de periodisme és molt necessària per donar una perspectiva més àmplia dins les ciències socials i per ajudar l’alumne a formar-se. Però sense perdre de vista que el periodisme s’aprèn a les redaccions, al carrer i al llarg de la vida… Com tot. Els egipcis van construir les piràmides abans que existís la carrera d’arquitectura i està ple de pintors que no han estudiat Belles Arts. No per això, però, hem de suprimir aquests estudis. Una cosa no està renyida amb l’altra. Evident, senyor Juliana!
Es usted un poco maleducado, ¿sabe?
I vostè una mica talòs, sap?
Los egipcios no hubieran construido ninguna pirámide de no ser por el genial ARQUITECTO Imhotep. ¿Por qué será que los periodistas de antes eran más cultos y escribían mejor que los de ahora?
Gracias por su colaboración, pero una gran mayoría no hemos entendido nada. Hablas en catalan y solo los catalanes te entenderan.
¿El entrevistador estuvo las dos horas que, según afirma, duró la entrevista sosteniendo la grabadora con la mano alzada? Es la pregunta más urgente que me suscita la entrevista
Estoy de acuerdo, a mi me preocupa también este punto… y apuesto a que NO
«el arquetipo sirve para explicar las cosas».
Si lo sabrás tú bien, picaruelo.
Jajaja Bien visto!
«En cambio, pienso que en Cataluña hay una cierta predisposición, hay algún punto de conexión mental».
No sería de extrañar.
«Toda la psicología española mira hacia el Atlántico»
La entrevista muy, muy interesante. Esa frase, simplemente no es cierta. Pensar que la España que mira al Oriente es solo Catalunya falta a la verdad y simplifica la mentalidad del resto de España. Empezando por la cultura (el flamenco, la literatura o la arquitectura tienen toda esa influencia), pasando por los estereotipos o la comida, una gran parte de la Península tiene mentalidad oriental.
Pingback: “El periodismo nunca tendría que haber sido una carrera universitaria, es un oficio”
Yo estoy alucinado. ¿El editorial aquél una advertencia cívica? ¿Que el editorial aquél tuvo la virtud de influir en la sentencia sobre el Estatut? ¿Que la reacción al editorial debió ser más cívico europea y menos africana?
Este hombre tiene una actitud muy mafiosa en casi todo lo que dice.
«unas tonalidades africanas»
Racista es quedarse corto para definirlo
«Todo el Adriático es una fachada hacia oriente» Mentira podrida. Solo hay que ver el mapa para constatar que el Adriático mira a los antiguos paises de Yugoeslavia y más abajo, Grecia. Pasados estos, más a la derecha, están Rumania, Bulgaria, y ya hacia el norte, Italia linda con centroeuropa. Y que yo sepa, ninguno de estos lugares mencionados, son lo que siempre hemos entendido como «oriente». Los turcos sí que han pertenecido ya, aunque ellos no quieran a esa denominación gegráfica.
Ah, y otra cosa… Soy la señora que aparece en la última foto, bebiendo a mano izquierda. ¡Os voy a meter un puro que os vais a cagar, por violación de la intimidad!
Realmente estoy impactado con la entrevista. El Sr. Juliana, como el grupo mediático al que pertenece, están preparando el argumentario para enterrar la consulta y el delirio soberanista, lo cual me parece perfecto, pero no por ello menos chocante, después de lo que hemos tenido que aguantar el resto de españoles. Se ve venir desde hace tiempo en el periódico.
Además, por si acaso, le van echando la culpa de todo el lío que están armando a los españoles, por no perder la costumbre: el soberanismo, en el fondo, es algo español, los catalanes son más sutiles, italianos y musicales: «Ahora te diré algo que puede ser problemático: hay una corriente digamos catalana castellanizada: en este punto hay un cierto componente castellano que dice “al pan, pan y al vino, vino”. Pero lo dice en catalán. “Deixem-nos de collonades, aquí no hay otra solución que esta. Y además dictaminamos que la solución es esta y no tiene revisión”. Esto es muy castellano».
Si, la culpa del auge del soberanismo la tienen los castellanos en Cataluña, los catalanes soberanistas sólo pasaban por allí.
Si este es el referente intelectual de CiU, consejero aúlico de Mas, que Dios los pille confesados.
Hola, confieso haber leído poco de la entrevista y por tanto no debería opinar. Aun así, el Sr. Juliana, lo leo en la vanguardia, escribe siempre desde una doble forma de idiotez: por una parte estaría en posesión de unas claves culturales-históricas que le permitirían explicar el presente, estaríamos ante un hombre que habría filiado el alma de los pueblos y la historía. Y en segundo lugar también maneja información privilegiada, obtenida en salones diplomátcos donde sólo él tiene acceso. Debido a esto se cree que puede, por un lado, inventarse lo que sucede y, por el otro, explicarlo en el marco de su «sistema». Es todo muy gracioso.
En cuanto a lo que sucede en Cataluña, en mi humilde opinión y por abreviar: una sociedad, bueno la «mitad» que manda, que se ha dado cuenta tras 35 años de clientelismos y mangoneos que se está quedando atrás, el riesgo de decadencia es real, y trata de arramblar con algún privilegio tipo foral para ver qué saca. De ahí tanto ruido político. Sin embargo, Mas es un perfecto aprendiz de brujo y se va a cargar a CiU, dividirá a la sociedad (incluso puede resucitar al PSOE en Cataluña)
y no logrará nada salvo convertirlo todo en un gran manicomio.
Un saludo
Jorge
«Juliana, … un hombre que habría filiado el alma de los pueblos y la historía… y maneja información privilegiada»
linea y bingo!
Pingback: Periodismo práctico | Después del hipopótamo
Completamente de acuerdo con Juliana: el periodismo es un oficio. Y como dice Arcadi Espada en ‘Periodismo práctico’, su «única función del periodismo es comprobar si los canallas dicen la verdad, dado que los santos ni se acercan» http://bit.ly/1bnPBRI
próximo director de La Vanguardia?.cordialmente mateo.
Enric Juliana, uno de los máximos exponentes del psicoperiodismo. Consiste en escribir crónica en plan «En Madrid se piensa…», «Hay corrientes que…», etc. Otro caso sería Diego Torres en deportes de El País: «En el vestuario piensan…». En fin, todo lo contrario a lo qe debe ser el periodismos. Son lectores de posos de café, más que narradores de hechos.
Otra cosa de Juliana que también me fascina es el lenguaje típicamente provinciano: «Los italianos son…», «Los alemanes creen…», «El alma castellana…», «La sociedad catalana piensa…», etc. De esos que sólo falta decir que las francesas son unas putas. En fin, nivelazo.
Lo más alucinante es que aún defienda un editorial escrito por él para TODOS los periódicos de TODO un territorio. Independientemente del contenido, eso identifica muy bien la libertad y pluralidad de la prensa de ese territorio.
Lo peor de todo es que soy catalán, y esta persona se cree con el derecho de habla en mi nombre. Bueno, todos los que hablan en plural mayestático son nacionalistas, de cualquier parte, no sólo los catalanes.
A veces tenemos la tentación de juzgar a una sociedad en función de sus políticos. Y yo creo que hacemos bien. Para mi España es Aznar y Alfonso Guerra, Catalunya Pujol, Mas y (muy a mi pesar) Montilla.
España y Catlunya podrían haber convivido. Podian.
¡Sólo periodistas en el periodismo!
Una opinable respuesta a esta entrevista: http://elsinarquista.blogspot.com.es/2013/06/respuesta-enric-juliana-en-jot-down.html
Dicen que cualquier persona que quiera conocer, pero de verdad, la cleptocracia y la corrupción en Cataluña, debe consultar las constantes investigaciones periodísticas de este señor. Dicen que no le ha importado jugarse la vida en diversas ocasiones. Hats off to him!
Enric Juliana debería haberse metido a cura en lugar de a periodista. Se cree en posesión exclusiva de la verdad, pincela racismo en cada frase y analiza el resto de realidades através de un pequeño prisma, en su caso el catalanista. Todo, el futbol, la politica internacional, la profesión, la religión, puede y debe ser interpretado através de ese agujerito.
La cabra tira al monte y se demuestra que SIEMPRE el nacionalismo deriva en racismo.
«Esta es una cosa curiosa, los periodos críticos en España parece que sean de 36 años: del 1900 al 36, el 36 estalla la guerra, que se acaba el 39; del 39 al 75, cuando muere Franco, pasan 36 años más; y desde el 77, cuando se hacen las primeras elecciones y los pactos de la Moncloa, pasan 36 años y sale el 2013. Esto hace 36 años que lo tenemos».
Magufismo catalanista. Precioso.
No está mal la entrevista. Crea divisió i es bó.
¡¡¡Cuanto españolito acomplejado!!! De una entrevista de dos horas sólo os quedáis con los comentarios que no os gustan y eso descalifica todo su contenido (una clara muestra de la poca predisposición que hay en este país a escuchar y respetar al que piensa diferente).
Luego están los que le llaman racista por decir que en españa hay un pensamiento de influencia africana ¡¿y eso es malo?! ¿Quién es aquí el racista?
Y por supuesto el continuo victimismo: «¡¡Lo que hemos tenido que aguantar de los catalanes!!». Perdonad pero lo que habéis tenido que aguantar de los catalanes es lo mismo que tiene que aguantar una persona cuya pareja no quiere seguir con él. Puede doler, pero no se puede culpar a la otra persona de ese sentimiento. Eso sí, luego está el machito que reacciona diciendo «¡Como me abandones te voy a hacer la vida imposible!» que es la reacción de la inmensa mayoría de españoles (y ahí incluyo a derecha e izquierda).
En este sentido debo aplaudir la genial campaña de manipulación de la derechona que ha conseguido que, de manera general, se sienta más rechazo por una estelada o simplemente por una bandera catalana que por ese asqueroso trapo con un pollo en medio!!
La verdad, los catalanes no esperamos que hagáis vuestros nuestros argumentos, pero sí que echamos en falta opiniones constructivas y respeto por nuestras opiniones y sentimientos. Lo único que consiguen las toneladas de espumarajos que soltáis cada vez que se escucha la palabra «Cataluña» es que nos sintamos más asqueados de ser españoles y más identificados con Cataluña.
Otro que habla en plural mayestático. Es infalible.
No sé, para saber si lo que digo representa a más o menos catalanes se podría hacer una consulta popular. ¡Ah no! Que eso es de terroristas enemigos de la patria y requeriría de la inmediata intervención del ejército!!!
Es más fácil que hables por ti.
Sí, es el «nosaltres» exclusivista de quien pretende hablar por todo un «pueblo». Intolerancia y ombliguismo es lo que destilan estos tipos.
Pingback: Enric Juliana, Italia y más… | La Nueva Estación – www.oscarcerezal.es
De nuevo: mucho exigir argumentos constructivos y respeto por opiniones y sentimientos, mientras al mismo tiempo pasas de aportar ninguno (pero ninguno) y ya que pasabas por aquí metes unas cuántas de faltas de respeto.
Qué escandalo de entrevista! Pero que se creen? ¿que tenemos todo el tiempo del mundo para leer un texto tan extenso? resuman por Dios, resuman.
¿Las respuestas del entrevistado son «italianas»? No estoy de acuerdo casi nunca con el mal tono de muchos comentarios, a favor o en contra de las declaraciones que se vierten o transcriben en Jot Down, pero entiendo que algunas frases, en este y otros casos, sean, cuanto menos, chocantes. Creo que existe mucho idealismo en algunas respuestas de Juliana, lo que produce un híbrido lleno de cualidades (¿quién no quisiera tenerlas?): una mirada oriental, mediterránea, realmente europea, sutil, flexible y negociadora. Generalizar sin matices tampoco ayuda mucho, pero es algo a lo que ya deberíamos estar más que acostumbrados.
Los recuerdos sobre las tardes de sábado con el abuelo vienen perfectos: los periodistas también vendemos paja y alfalfa para unos animales que están desapareciendo.
Cansan tanto victimismo, resentimiento y mala baba.
Vaya por delante que compro La Vanguardia los domingos sólo para leer a Juliana. También que no estoy de acuerdo en casi nada de lo que dice, pero escribe bien, y con eso a mí me vale.
Creo necesario añadir que yo también estoy lejos de mi casa, lo que pasa es que yo soy madrileño y vivo en Barcelona. Hay una cosa que me extraña mucho en Juliana: no tuvo ningún problema para entender Italia, pero no parece comprender ni media de la ciudad en la que vive ahora. Y es una pena, porque involucrarse en Madrid, vivir Madrid, es algo mucho más sencillo que hacerlo en Barcelona (ahora me dirán que claro, que yo soy madrileño y que no conozco el camino contrario y bla bla bla, bien, yo sé por qué digo lo que digo).
No dudo que el grado de entendimiento de cataluña y el soberanismo sea alto en España, pero tampoco se puede decir que en Barcelona haya un conocimiento real de lo que es España y de lo que piensan el resto de los españoles. Juliana ve cabezonería castellana, cosa que no me voy a poner a negar ahora, especialmente dada en algunos miembros de la derecha tradicional española -existe una corriente amplia de todo lo contrario-. Es curioso que no vea o que esconda la tendencia al victimismo que existe en Cataluña por el otro lado. Cuando uno llega a Barcelona desde Madrid una de las primeras cosas que le sorprenden es lo mucho que se habla de política y lo en serio que se la toman, algo que tiene mucho menos grados en el resto del país. Así uno ve como los catalanes consideran que son odiados y repudiados en el resto de España cuando, en realidad, son principalmente ignorados, esta cuestión es minoritaria y sólo entra en conversación de ciento en viento.
Luego, si tengo un rato, hablo de algunos tics más que he visto en la entrevista. Y de periodismo, que tampoco está de más.
Totalmente de acuerdo. «Lo mucho que se habla de política y lo en serio que se la toman». Muchos piensan que en «Madrit» se levantan por la mañana pensando ya en cómo fastidiar a los catalanes. Cansan tanto victimismo, resentimiento y mala baba.
No sera que en España no se hablo tanto de estos temas nacionales o nacionalistas porque ya tienen un estado? El día que los catalanes tengamos estado, ya vereis que nos pasara lo mismo que a vosotros.
Es bastante probable que sea por eso, no lo sé. Pero pasa, quiero decir, tu estás en Barcelona y te hablan de Madrid como si no hubiese una conversación de bar en la que no se brindase por la destrucción de los catalanes. Pues no, lo siento, no, ni de lejos.
Esto es un tópico. Si hay algo en lo que los catalanes vamos cambiando es precisamente que nos importa cada vez menos lo que penseis. Para nosostros sois sólo una rémora, nada más. Por cierto, ¿Que hace usted opinando sobre una cuestión tan poco interesante?
A mí si me interesa mucho, soy un sujeto bastante raro y además vivo en Barcelona. A parte de que no tengo ningún problema, más bien al contrario, en la realización de una consulta. Yo sólo constataba una percepción errónea bastante extendida.
A muchos también nos importa cada vez menos lo que piensen los catalanes. Repito: cansan tanto victimismo, resentimiento y mala baba.
Probablemente es cierto de que en Madrid no estan todo el día hablando de los catalanes. Por eso aún sorprende mas que no nos dejen decidir a nosotros que queremos ser. Que aquí caemos en el victimismo? Sí, y seguro que nos falta un poco mas de autoestima como país, peró pienso que España duda bastante de si misma. Si España fuera un país con menos complejos, mas valiente y mas moderno por decirlo de alguna manera, creo que reaccionaría de forma mas tranquila y abierta a las decisiones de los catalanes.
En este sentido me ha sorprendido la reacción negativa mayoritaria de los comentarios en referencia a la entrevista a Juliana.
Hay un numero significativo de ciudadanos catalanes que no entendemos porque es legítimo hablar de pueblo español o nación española, y no lo es cuando se refiere a Catalunya. Hablar de pueblo español no es nacionalista, es de demócrata pero si hablas de pueblo catalan eres nazionalista y tribalista.
Si pienso que a veces se cae en el error, de que una cosa es buena solo por ser catalan. Lo que es necesario es hacer las cosas bien, y que la calidad de este trabajo es el que marque las dieferenciad. Pero tambien pienso que hay gente de fuera de Catalunya, que no asimilia que lo catalan no es menos que lo español, y que des de lo local es cuando ser llega a ser realmente universal.
Para acabar, creo que como dijo Cameron, no se pueden tapar las realidades. Que la gente mire el video de la mani de la diada del año pasado y que lo compare con cualquier manifestación que se ha hecho en España. Ese día había miles de persones en la calle, ojo, tambien miles mas en sus casas, peró si somos justos, una demostración com aquella no debe sr ignorada.
Sí, os vamos a matar de agotamiento. A ver si así nos dejais en paz.
Si miras las portadas de los periódicos como La Razón, Catalunya aparece como mínimo en 1 de los temas (cada día) y hay días que en más de uno.
Es normal que nos sintamos en el ojo del huracán de la política española.
Curiosamente, La Razon es un periodico que pertenece a un grupo mediatico catalan y esta dirigido por un catalan. Sois vosotros mismos los que os retroalimentais; lo creas o no, el resto del pais pasa bastante del tema. Disculpen la falta de de tildes. Teclado aleman.
¡Calle hombre, no puede ser!. ¿Como va a ser catalán Marhuenda?, ¿y Salvador Sostres?, ¿y los de intereconomía?. ¡Venga ya!, esos tienen que ser extremeños como poco. ¿No les ves su carácter cerrado, de la estepa castellana, de inspiración africana?.
Los catalanes son otra cosa, hombre. No te dejes convencer por las partidas de nacimiento, no tienen nada que ver. Ser catalán es otra cosa, es un aura, un destello de lucidez que se nota en la mirada. Si tu intentases agredir a un catalán no podrías; te sentirías arrebatado por su prestancia, e implosionarías dentro de ti mismo, viéndote reducido a la nada castellana.
Si llegase la independencia, todos estos que cito, se verían obligados a marcharse de Cataluña, ante su evidente inferioridad, y tendríamos que acogerlos como simples españoles, pues Cataluña es un Edén reservado a seres superiores.
Puente de plata para el noble pueblo catalán.
Dos horas de banalidades, tópicos, lugares comunes y basura intelectual. En un párrafo, este Juliana es capaz de explicar Italia, Cataluña, España y lo que se le ponga por delante. Y lo del Adriático mirando a Oriente es ya de traca. ¡Ahora resulta que Grecia, cuna de toda la cultura occidental (junto con Roma), es Oriente!
Grácias a Ton Vilalta y a Enric Juliana por esta entrevista, extensos relatos de Enric como respuestas a inteligentes preguntas de Ton. Felicidades. En una entrevista, dar la visión que uno tiene, sobre tantos temas, esté o no, yo, de acuerdo, con claridad, tiene su enjundia. ¡¡ En-hora-buena, en buena hora !!
Ojalá tuviéramos una a la semana como ésta, de otros.
Firma,
un profundo catalán, nada independentista;
(hasta que lo echen de esa España que transpira, en tantos comentarios anteriores al mio, en esta página; ¡¡¿¿ ocurrirá ??!!)
Cuando escribes «España», como tantos otros catalanes, independentistas o no, quieres escribir «ciertos círculos castizos de la política y la prensa madrileñas» (si es que no es lo mismo). Porque te puedo asegurar que, fuera de esos círculos (y no digamos ya fuera de Madrid, como Sevilla, Cantabria, Alicante o Vigo) no se hace nada por echar a Cataluña o a los catalanes fuera de España. A no ser que haya que decir siempre «Sí, bwana» para que os quedéis contentos; y ni así. Y la entrevista, insisto, es impropia de Jot Down; para oír opiniones personales sin ningún tipo de argumento, excepto la sarta habitual de lugares comunes, me basta cualquier tertulia de la TDT.
Pues a mí el entrevistador me parece flojito, flojito. Aferrado a su lista de preguntas y rendido de entrada al entrevistado, que parece quererlo rescatar de su falta de soltura intentando levantar preguntas más bien sosas a base de rollo propio…
Lo del editorial conjunto de toda la prensa catalana demuestra el nivel democrático que tenemos en Cataluña. Nauseabundo y fascista. Y aquí, entrevistado, uno de los ideólogos del mismo. Sin palabras.
Lo más inquietante del caso es la supresión del conflicto de clases en su «relato». No puedo evitar imaginar a Juliana -porque es un tipo muy inteligente- analizando en su fuero interno lo que ocurre en Cataluña bajo esa perspectiva. Pero no nos lo contará, el resultado sería demasiado incómodo, arriesgado, tal vez nauseabundo. Mejor hablar de Forcades. En fin, supongo que todos tenemos que ganarnos la vida de un modo u otro. Pero dudo de su honestidad si uno va de intelectual.
Los catalanes somos maravillosamente mediterráneos.
Los castellanos arrastran esa cosa horrible de páramo africano en el alma.
Lo malo no es que este hombre diga esa bobada. Lo malo es que esa creencia está más extendida en Cataluña de lo que parece.
Efectivamente (sé de lo que hablo). Como Juliana, la mayoría de catalanes (sí, la mayoría) confunden España con Castilla (pero, ¿qué es Castilla hoy?), con Madrid y con el círculo político-financiero-mediático de Madrid (o sea, lo que pulula alrededor del gobierno) al que Juliana, por cierto, pertenece.
He leido la entrevista en su totalidad y la verdad es que no creo que el titular responda al principal de la misma.
2/3 de la entrevista se dedican, y ya van unas cuantas veces en este periódico digital, a dar voz a los prejuicios catalanistas sobre el resto de España. Todo evidentemente, con un complejo de superioridad que atufa.
Por lo demás, me ha llamado mucho la atención la largura de las respuestas.Algo poco habitual salvo cuando se trata de entrevistas de musica, etc (algo que no era el caso). Muy poco conciso este Juliana, lo cual resulta paradigmático ya que si un buen comunicador necesita una cualidad en este siglo XXI es la de lanzar mensajes claros y sencillos. Como no parece que este Sr. sea un ignorante, tengo la ligera impresión señores de Jotdown, que Juliana no ha sido muy franco en esta entrevista y que lo que realmente piensa dista bastante de lo que nos ha contado.
Saludos
fotos muy muy buenas
hola me llamo Alba y estoy haciendo un trabajo.
¿me podrías decir cual es tu fecha de nacimiento?
Pingback: Xavier Vidal-Folch: «El món de l’estat-nació independent a Europa és el món de la barbàrie»
Pingback: Xavier Vidal-Folch: «El mundo del estado-nación independiente en Europa es el mundo de la barbarie»
Pingback: Núm. 152-174 (diciembre de 2014) « Andalán.es
Pingback: Entrevista a Miguel Ángel Villena
Pingback: Enric Juliana – Pens & Papers
Muy breve: Para mí, Enric, junto con Iñaki Gabilondo, son los dos mejores periodistas de España.
Así es que, no estoy de acuerdo con las críticas proferidas hacia el Sr. Juliana.
Lo que deberían hacer muchos informadores y cronistas es emular a sus dos maestros. Sin entrar en el periodismo basura y rosa, en general, hay una cultura periodística bastante deficiente.
Es usted un ejemplo a seguir por los profesionales de la comunicación, y claro, sobre todo en política.
Este es mi punto de vista. Así es que, desde este medio le envío un cordial saludo.
Juan Manuel Aventín Raluy
Pingback: Miguel Ángel Villena: «Para ejercer el periodismo es más interesante una buena formación humanística y de idiomas que cursar la carrera» – Vidas Ajenas
Pingback: “Para ejercer el periodismo es más interesante una buena formación humanística y de idiomas que cursar la carrera”, Miguel Ángel Villena – Vidas Ajenas