1. La droga que mató a DFW
La droga que mató a David Foster Wallace es la droga que da la vida a la generación de escritores que ahora le sucede. Estoy hablando de la monotonía. De la depresión. Del Xanax. Estoy hablando de esa clase de medicación que fatalmente recetada le empujó a acabar con sus días; y a esa medicación, la misma, que los poetas y narradores veinteañeros de Estados Unidos guardan en sus bolsillos como si fueran golosinas. Yo nunca había probado el Xanax hasta que Tao Lin y Megan Boyle vinieron a España hace dos años. Estábamos en la piscina del edificio de los padres de mi novio, sufriendo una gran resaca y casi sin haber dormido cuando Megan abrió una cajita, sacó un trozo verdoso de pastilla y me invitó: chupa. Lo cierto es que sentí poco. O apenas nada. Quizá el relax de la tarde, del sol, un masaje en el cerebro y aquel sabor asqueroso de la pastilla. Así que esto es el Xanax, pensé. Este es el “no sentir” del que tantos escritores a los que adoro hablan. Fue esa tarde en la piscina, después de saltar un par de veces, salpicar otras tantas y quemarnos las piernas y la espalda, cuando Tao Lin se levantó de la hierba con el MacBook en la mano y anunció que acababa de recibir una gran oferta para publicar su próxima novela en Random House. 50.000 dólares, nada más y nada menos: un wow surgió de nosotros a modo de celebración; colocados entonces por la droga que mató a nuestro novelista preferido, y también por la joven brisa veraniega que en aquella piscina de Pacífico se respiraba.
2. ¿Quién es ese que ríe?
“Hehehehehe” era la risa nerviosa que hace un tiempo daba nombre al blog de Tao Lin, cuando su obra aún ni siquiera estaba traducida en España (ni en Francia, Alemania, Japón, Noruega, China…) y eran solo unos pocos los que se aventuraban a mirar su extraño blog lleno de dibujos de animalitos, de referencias a noches de fiesta o a infinitas lecturas.
Tao Lin (1983 – ????) tenía 23 años cuando publicó su primer libro, you are little bit happier than i am, cuyo título ya era toda una declaración de intenciones ante lo que después significaría su estética. Desde 2006 otro libro de poemas, otro de cuentos, una nouvelle, dos novelas y varios ebooks, fueron apareciendo para conformar un pequeño catálogo que reunido en un solo volumen sería la Biblia que todo joven aspirante a escritor ha de guardar en su biblioteca.
Pero su influencia no se limita a su obra. Aunque muchos lo tachan de egocéntrico, gracias a su labor como periodista (ha escrito para Vice Magazine, The Believer, Nylon, The New York Observer...) y como editor (en 2008 fundó el sello independiente Muumuu House) hemos podido conocer a otro gran número de artistas que él mismo ha apoyado y promocionado, desde Megan Boyle hasta la polémica Marie Calloway, pasando por Jordan Castro, Sheila Heti, Bebe Zeva o incluso Ben Lerner.
5000 amigos en Facebook, varias fanpages cachondas, casi 22.000 seguidores en Twitter y otros tantos mil en Tumblr, Goodreads e Instagram terminan por completar esta biografía de Tao Lin, cuya nueva novela sale a la venta el cuatro de junio en Estados Unidos. Ya somos bastantes medios y blogueros, sin embargo, los que hemos podido acercarnos a los diferentes manuscritos secretos que Vintage Books nos ha ido suministrando. Artículos y entrevistas sobre el proceso creativo, reseñas muy positivas, muy negativas, adelantos por aquí y por allá, tweets de escritores famosos…
Como si Taipei fuera el equivalente literario de Random Access Memories, pero sin máscaras ni escafandras brillantes de por medio.
3. A propósito del aburrimiento
Dijo Bret Easton Ellis en Twitter que “with Taipei Tao Lin becomes the most interesting prose stylist of his generation, which doesn’t mean that Taipei isn’t a boring novel…” Es posible que el autor de Menos que cero lleve razón en dos cosas. La primera: que Tao Lin posee una de las prosas más interesantes de su generación. La segunda: que Taipei es una novela sobre el aburrimiento escrita desde el mismo aburrimiento. Dentro de sus páginas encontramos una clara autoficción protagonizada por Paul, un joven escritor a punto de comenzar la promoción de su novela y atrapado entre varias historias de amor, cada cual más loca y complicada.
Quien haya seguido la vida de Tao Lin en su blog o en las redes sociales durante los últimos años, se dará cuenta de que muchos de los detalles ya nos son familiares. Su relación con ciertos escritores jóvenes en la escena hipsterosa e hipócrita de Nueva York, su matrimonio en Las Vegas con la poeta Megan Boyle, su pasión por la comida orgánica, por las drogas ingeridas en grandes cantidades, por dejar constancia de todo gracias a la webcam de su MacBook, su tierna vida familiar, sus curiosos viajes a Taiwan, contados con pelos y señales en su columna de Vice, etcétera.
La vida de Paul es la vida de Tao. La vida de Paul es aburrida y es divertida. La vida de Paul es un gran interrogante que comienza a abrirse en el momento en que sus padres deciden marcharse de los Estados Unidos para volver a sus orígenes. ¿Y cuáles son mis orígenes?, podría preguntarse Paul. ¿Y qué significa mi vida, mi pasado, mi amor, mi literatura? ¿Por qué mis adicciones, mi rareza, por qué me aburro con el mundo, de qué va esto de la vida ahora que ya hemos superado la tierna y alocada juventud?
De Menos que cero de Bret Easton Ellis extraemos la idea de que la juventud es una extraña y peligrosa fiesta. En Eeeee eee eeee, Robar en American Apparel o Richard Yates, de Tao Lin, nos topamos con la idea de que la juventud es una (más) extraña y peligrosa (si cabe) fiesta. Pero cuidado, que aquí fiesta no tiene que ser sinónimo de diversión. Un generación enganchada a los antidepresivos. Esto es: drogarse para pasarlo mal. Pasarlo bien para no pasarlo mal. Divertirse para no divertirse divirtiéndose. ¿? Ya no lo sabemos. Qué más da. Porque somos aburridos, Bret. Somos felizmente aburridos.
4. Los hijos son los padres
La irreverente protagonista de Condenada (penúltima novela de Chuck Palahniuk), se queja en un momento dado de que desde muy pequeña, cuando se portaba mal, sus padres no hacían otra cosa que suministrarle pastillas para que se tranquilizara. Pensando en el libro de Palahniuk y en el de Tao Lin, uno se da cuenta de que el verdadero mal de los jóvenes norteamericanos es esa profunda obsesión por la anestesia emocional que la sociedad les ha inculcado, hasta el punto de haberle dado completamente la vuelta.
Sin ir más lejos, el momento más chocante y emotivo de Taipei es aquel en donde Paul charla con Erin (su chica) a propósito de la relación que la madre de este mantiene con la automedicación. Y es aquí donde llegamos al punto de la historia en el que los padres son los hijos, y los hijos son los padres. Si en Richard Yates la figura materna era despreciable, aquí la madre inmigrante, diabética y a veces depresiva de Paul es un ser absolutamente entrañable: su deber desde ahora es cuidarla.
5. Los que odian, odian. Los que aman, copian
Tao Lin es una “máquina de producción de novelas generacionales”. Al menos en el panorama anglosajón, está claro que ha creado escuela y que se ha convertido en uno de los autores más leídos, más polémicos y más copiados de su quinta. Con Eeeee, eee, eeee (2006) comenzó el fenómeno de una literatura que no solo estaría unida por lo temático (comida basura, adolescencia, nerds, sexo raro, marginalidad, personajes inexpresivos, total desinterés político, drogas nuevas…), sino también por el estilo.
Hasta Richard Yates (2010) podríamos decir que la narrativa de Lin estaba construida de “silencios incómodos” que además se iban entrecortando con frases breves, imágenes hilarantes y lentas conversaciones. Sin embargo en Taipei los silencios incómodos ahora son lúcidas y aplastantes reflexiones sobre la estupidez de la vida moderna (especialmente entre el artisteo); las frases breves son muy afiladas; las imágenes hilarantes son retratos certeros del mundo que Paul alcanza a comprimir a través de su MacBook; y las lentas conversaciones son finalmente una confesión: la de un corazón que conoció toda la mierda, todo el dolor, toda la alegría y toda la histeria que hasta hoy nos azotaba.
6. La novela que salvó a mi generación
Puedo decir, entonces, que esta es la mejor novela de Tao Lin hasta la fecha, puedo señalar que lo que aquí encontramos es un canto a la vida, o puedo incluso aseguraros que de este libro se hablará y se hablará y se hablará. De lo que estoy igualmente segura es de que Taipei supone una continuación lógica en la trayectoria de su autor, pero también una ruptura clara y necesaria no solo para su literatura, sino también para quienes lo leemos. Para los que como él, envejecemos (el dos de julio cumplirá 30 años), y sabemos que difícilmente volveremos a retener en nuestros brazos días como los que hace no tanto se sucedían con demasiadas drogas, con demasiada locura, con demasiada intensidad.
Porque la vida y la literatura iban en serio, y eso es cuanto reclama (con el fin de salvarnos) la novela de los 50.000 dólares.
Una puntualización: el Xanax se comercializa en España con el nombre (tal vez menos glamouroso) de Trankimazin. El principio activo es el mismo: alprazolam. No me extraña que no sintieras apenas nada si como dices tomaste un trozo de pastilla. Difícil sentir ese «no sentir» de todos los escritores a los que admiras. Es un tranquilizante que se suele comercializar en la versión «retard» para que tarde mas en asimilarse y mantenga unos niveles óptimos 24 horas. En cuanto a DFW se colgó, decir que «esa droga fatalmente recetada acabó con él» me parece una simplificación. Tenía una depresión de tal grado que me parece milagroso que no se suicidara antes. Existe un riesgo de suicidio cuando uno comienza una medicación antidepresiva, pero en su caso fue al regresar a una medicación que ya había probado. Creo que es mas sencillo decir que lo mató la propia depresión y que en este caso (aunque soy muy crítico con los psicofármacos) como él mismo reconocía, los antidepresivos le volvieron productivo y tal vez le mantuvieron vivo durante unos años.
Cojonudo. Yo tengo que tomar toda clase de mierdas para medio aparentar ser un ser humano normal y ahi la peña en plan «vamos a divertirnos con las drogas estas de moda».
Si quieres saber lo que es no sentir nada prueba a tener depresión crónica y a ver lo que te diviertes. Ah, que eso no lo venden en farmacias.
1. Decir que a David Foster Wallace lo mató una droga es ser simplista. Y lo que es peor, usar a Wallace para dar valor a un escritor que no lo tiene por sí mismo, es aún peor, me parece un insulto a la literatura.
2. Que para describir la valía del autor tengas que decir el número de amigos que tiene en facebook y los seguidores de twitter dice mucho de su calidad literaria.
3. Con la crisis mundial que hay y todas las muertes que provoca la pobreza en la actualidad, me quieres vender como tragedia existencialista el aburrimiento de un chaval que vive en Nueva York con su Mac y al que le pagan 50.000$ para su próxima novela. ¿No es un poco esnob?
4. Eso no sé a qué viene.
5. No sé cómo será «Taipei», pero «Robar en American Apparel» no es ni literatura. Yo te digo cómo es el estilo: inexistente. Yo cada vez que escribo en internet a mis colegas escribo como él, ¿estoy copiando la deslumbrante sencillez de su estilo?
6. El hecho de que este chaval salve a tu generación demuestra la poca capacidad tanto perceptiva como creativa de los jóvenes de hoy en día, al mismo tiempo que su pobreza espiritual.
Me parece lamentable que esta revista que presumiblemente es de cierto caché y a la cual respeto profundamente, permita que se publiquen este tipo de cosas. Que un artículo se sostenga sobre la simplificación y la falta de argumentos sólidos es un poco triste. ¿Acaso no se ve que es todo marketing? ¿No se ve que la autora del artículo defiende los intereses de la editorial? La misma editorial publica sus obras y las de Tao Lin.
David Foster Wallace escribió un libro que se considera literatura, sí, eso que los jóvenes estadounidenses y tú confundís con Tao Lin, llamado «La broma infinita» que describe perfectamente la sociedad americana y actúa como antídoto a la cultura del entretenimiento y las adicciones. En vez de leer al nuevo salvador del universo de origen asiático, lean a Wallace.
Por favor, tened un poco más de respeto hacia la literatura.
Iba a comentar lo mismo, pero mucho peor, que Rafel Ricoy: me alegro de que se me haya adelantado.
Otra cosa: ¡siesos! Eso ni es drogarse ni es ná. Si acaso, aburrirse y para eso ya tenemos ciertas antologías…
Autodestruirse se puede hacer con un poquito más de glamour, coño, que sois hipsters ;)
El artículo se divide en 6 partes, se dice macbook 3 veces.
¿Qué es lo que pasa? ¿El medio es el mensaje?
De acuerdo con todos los comentarios anteriores.
¡Ah! El punto 1 hace que una simple benzodiacepina parezca el LSD de los músicos setenteros. Y creo que si a DFW le tuvieron que dar hasta terapia electroconvulsiva será porque la depresión que tenía era chunga DE COJONES, no simple inspiración en un MAC tras una noche de juerga. Hay que hablar con conocimiento de causa.
¡AH! Y yo soy de la generación de esta chica y me indignan las negritas que declarar «la novela que salvó a mi generación». NO, NO Y NO. NO SOMOS ASÍ.
Qué patético articulo, increíble que le vayan a pagar a ese «Tao Lin» por escribir tan mal, yo he leído algunos de sus libros y son degradantes cómo literatura, da nauseas leer algo tan mediocre, Tao lin si fueras un color serias medio-ocre $50.000 por eso! que desperdicio de dinero.
El peor artículo que he leido en JD en sus dos años de exitencia (y eso que he leído los de Cristian Campos y la entrevista de González Sinde), me alegro de no ser el único que ha visto la relación editorial entre la autora y el protagonista del artículo.
No soporto la banalización del uso de antridepresivos para que tres modernillos de chichinabo «no sientan» nada (seguramente drogarse sea la única manera que tengan de soportarse a sí mismos), tampoco que para elevar la categoria del Tao Lin de marras como escritor tenga que usar al señor Foster y mucho menos que cada veinte palabras una sea mac (entiendo que gastarse 2000 pavos en un telar -muy bonito- que no vale ni 300 y que tienes de otras marcas por menos de la mitad de esos 2000, le hace a uno sentirse idiota y en la necesidad de justificarse), insufrible.
Pero lo que más rabia/asco me da es con la facilidad con la que habla de su generación como un conjunto de snobs urbanitas que andan por el mundo aburridos por lo estúpido y vacio de sus existencias. Yo soy del mismo año que la autora y siento vergüenza de que alguien pueda pensar que este es el reflejo de mi generación.
Soy de pueblo, tengo un ASUS, el escritor que me «salvó» fue Dotoyesvki, mi droga favorita son las cañas fresquitas, las resacas las paso con bocadillos de chorizo y, pese a las circnstancias sociales/económicas/políticas en las que me ha tocado vivir, no me aburro nunca.
Tal vez sea porque no leo a Tao Lin…
Amén.
Te felicito por tu respuesta!
Tres cojones me importa.
Dios mío qué pestiño más pretencioso de artículo. Cumple todos los clichés de la postmodernidad pijiprogre (o hipster, que dicen ahora). Aburrimiento, drogas, macbooks, comida orgánica…
Lástima que haya tanta gente con talento que está demasiado ocupada partiéndose los cuernos buscando trabajo o siendo explotada en un infracurro como para poder escribir las verdaderas novelas de nuestra generación. Pero como lo logre alguno, la señorita Miguel y sus pares pueden ir pensando de qué van a vivir ahora.
Tal vez (aunque sinceramente lo dudo muchisimo) Tao Lin acabe viviendo de la literatura (si es que podemos llamar literatura a eso)…pero de lo que no me cabe duda es de que el autor o autora tendra que buscarse otra profesion.Suerte
Qué articulo tan engañoso, mediocre y fetichista, increíble que una pagina que se dedica a la literatura y a los menesteres del arte real, pierda su tiempo con estos dos Hipsters, que son Luna Miguel Y Tao Lin, sin mencionar los que los rodean… Qué sabe Luna Miguel de está generación? Tomarse fotos en instagram de hasta cuando va al baño tal vez? comprarse linda ropita, comer sushi con sus otros amigos hipsters, comprar zapatos, hacerse ridículos tatuajes de pajaritos, entre otras cosas que prefiero no mencionar…
Esta clarísimo que esta señorita al igual que el asiático trabajan o (lamen suelas) para la editorial. Es patético que alaben algo tan vacío y comercial cómo este articulo, que mencione los antidepresivos como el diario vivir de los escritores y artistas, !qué equivocados están! Un verdadero escritor no necesita de Xanax o lo que sea para trabajar y hacer algo que valga la pena, los que lo han hecho ha sido por enfermedad, no por estupidez. Quien fue el que dijo que esta partida de niñitos mediocres aburridos y propagandistas sin oficio !tenían talento!
jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaajajajajajajajajajajajajajajajajjajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajjajajajajajjajjajja.
Esto no parece un articulo parece un comercial de detergente, todo en él es efímero, banal y estúpido.
A ver si estos ninfos aterrizan en la vida real.
El qué diga que Tao Lin va a salvar a alguien con sus libros, necesita urgente un transplante de cerebro!!
Yo por mi parte, tengo un portátil Apple, que uso para trabajar, no para vanagloriarme de el (al mejor estilo Hipster)
en ínfulas de parecer un genio. El genio es genio y punto. Algo que obviamente estos dos no tienen ni por las curvas.
Me pregunto cómo es posible que a alguien que trata de manera tan frívola lo que es una depresión de verdad, no una mera pose sofisticada de hastío existencial versión hipster, no se le caiga la cara de vergüenza.
La depresión de DFW no era generacional. Seguramente era endógena, independiente de las circunstancias: difícil de tratar y devastadora. Otra cosa es que retratara el malestar de una generación, o de una época. Ojalá lo hubiera hecho, sin sufrir él mismo una depresión.
Por otra parte, DFW consideraba que el minimalismo estético era también un minimalismo ético. No fue ninguna de esas cosas. Consideraba que limitarse a reflejar el hastío en una novela, regodearse en una actitud nihilista, era insuficiente. Se tomaba muy en serio a un moralista de la talla de Tolstoi.
En El rey pálido se critica, se analiza, se busca una salida a esa «extraña especie de desesperación nihilista», no se celebra.
«Caballeros, bienvenidos al mundo de la realidad: aquí no hay público».
Si de lo que se trata, exclusivamente, es de tener miles de amigos en Facebook, de recibir ovaciones, se está en las antípodas de DFW.
De acuerdo con «peroquéeee» y «J. Rodríguez».
Hay gente en esta generalizada generación hipster (o cómo queráis llamarla) que no nos comportamos como adolescentes adinerados, hijos de papi y mami, que tienen vidorras tan simples y aburridas que solo pueden ser salvadas con drogas, fiestones y aparatos electrónicos de marca. Basta ya. Los veinteañeros centrados existimos.
«Puedo decir, entonces, que esta es la mejor novela de Tao Lin hasta la fecha, puedo señalar que lo que aquí encontramos es un canto a la vida, o puedo incluso aseguraros que de este libro se hablará y se hablará y se hablará»… En eso ella tiene razón, se hablará y se hablará, pero mal, porque lo que este chico pseudointelectual con suerte hace, no es literatura, en realidad no sé que es. son un montón de renglones, colmados con frases vouyeristas, insufribles, egocéntricas y aburridoras. Hay que tener mucho tiempo libre y una existencia demasiado inútil y vacía, cómo para perder el tiempo leyendo un libro de esos. qué tristeza ver gente así. Seguro el señor Wallace ya hubiera vomitado y muerto de depresión tres veces más, con sólo leer algo de Tao Lin. Qué tristeza…
La recepción de este artículo por la comunidad de lectores del Jot Down puede acuñar una frase hecha: Te van a caer más palos que a Luna Miguel.
Palos merecidos.
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Bien, Tao Lin no es DFW. Bien, Luna Miguel tampoco es DFW. Bien, estos tipos son mediocres y banalizan los antidepresivos, etcétera. ¿Pero acaso no estaba todo eso implícito en un artículo que lleva por título «la novela de los 50000$»? Se les puede achacar muchas cosas -no seré yo quien acepte eso de «salvar a mi generación», mi concepto de salvar algo es bastante opuesto a lo que hace Tao Lin-, pero se necesitan agallas para reconocer la mediocridad de esta generación, su propia mediocriad, la de todos nosotros. A mí me parece un buen punto de partida.
Si tu concepto de generación parte de la base de que somos una cagarruta seca, me parece que estás un poco confundido. No me gusta el estilo de Luna Miguel, tampoco el de Tao Lin. Sin embargo, son jóvenes y como tales tienen derecho a equivocarse, a no acertar con lo que escriben e incluso a sonar pretenciosos. ¿Aceptar la mediocridad? El derrotismo en la creación mejor dejarlo en el trastero.
Para lo que se necesitan agallas es para decir algo con sentido. Para celebrar lo banal que eres y lo absurdo que es todo sobran capullos gafapastas.
Me parece totalmente ridículo este articulo, A estos dos, los publican para que agranden más sus egos, que de por si ya son enormes. Tal vez esta editorial (Timadori) debería investigar un poco más antes de publicar el trabajo (sí es que así se le puede llamar a eso) que hacen estos dos niños y buscar autores serios, que casi siempre son los que se quedan esperando por una oportunidad, los que tienen un excelente trabajo esperando, guardado en un cajón a ser algún día publicados, mientras que a los más mediocres (mediaticos) esos que se toman fotografías durmiendo con un Mac encima o estrenando zapatos o en grupito fumando, o que escriben un montón de cosas que no comprenden y la editorial inmediatamente les corre y los publica. (Tal vez sea por esta razón que las librerías están plagadas de libros malos) por publicar gente tan tonta y vacía como esos dos.
Artículo banal, pseudointelectual y artificioso que nos habla de una chica que se aburría mucho y estaba enamorada de un chino.
Me parece increíble que no respetéis la literatura moderna, porque seguramente si DFW hubiera leído a Tao Lin, hubiera quedado deslumbrado por sus libros. Entonces qué pensáis de la antiliteratura de Bret Easton Ellis, nombrado en el artículo, salida del fondo de la irracional violencia y odio? Que pasa, que ahora la literatura que no posee ética ni razón no vale? Perdonad que os diga pero si no llega a ser por esta clase de escritores nos habríamos quedado en Shakespeare y los románticos de los huevos. Mucha envidia veo por parte de los escritores que se quedaron en las historias humanistas siempre contadas. Y por supuesto, la crítica no hace bien a nadie, como siempre
Al menos Foster Wallace o Easton Ellis tenían (el segundo aún tiene) rabia y cojones. No aspiraban a una blanda nada en paja mental permanente, sino que cuando algo les asqueaba lo decían.
Tao Lin no es literatura moderna, eso es lo que quieren que creas para venderte sus libros. Robert Coover, William Gaddis, Thomas Pynchon… lee esos autores y compara. No es tan difícil verlo.
No se trata de razón o ética, se trata como mínimo de estilo. Puedes no decir absolutamente nada y tener un estilo buenísismo, vale. Puedes tener un estilo normalito, pero algo muy importante que decir, vale. Lo que no puede ser es que no tengas nada que decir, ni tengas un estilo aceptable y me vendas eso como algo genial, claro, la nada que representa la nada actual. ¡Olé!
El problema gordo para mí es que haya gente que crea que esto es bueno y moderno. No lo entiendo. Tendrás que leer más y no dejarte llevar por lo que el mercado pone en tu nariz. Con la mano en el corazón Enrique, Tao Lin es basura, si te parece bueno, intenta leer más o percibir más profundamente.
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No sé si DFW se hubiera quedado deslumbrado con Tao Lin, teniendo en cuenta que llegó a decir que el minimalismo era un fraude. Tal vez le hubiese parecido un maquinista sin talento.
«Ya tenemos toda esa literatura que sencillamente expresa de manera monótona que cada vez somos menos y menos humanos, que presenta personajes sin alma o sin amor, personajes que pueden describirse en términos de las marcas comerciales que usan, y todos compramos esos libros y decimos «¡vaya, qué comentario más mordazmente efectivo sobre el materialismo contemporáneo!». Sin embargo, todos sabemos ya que la cultura estadounidense es materialista. Es diagnóstico puede hacer en dos líneas.»
Conversaciones con David Foster Wallace.
Efectivamente.
«Si DFW hubiera leído a Tao Lin, hubiera quedado deslumbrado por sus libros». jajajajajja qué buen chiste, eso es como decir que también hubiera quedado deslumbrado con un paquete de papas que trae 20% más. DFW está muerto, no creo que le importe si Tao Lin es bueno, malo o mediocre…
He googleado sobre la escritora después de leer el articulo.
Me recuerda bastante al rollo Amy Martin.
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Pobres niños ricos.
Me parece muy triste la visión que tiene Luna Miguel de la literatura. Tengo pendiente de leer a Tao Lin para poder opinar según mi criterio (creo que se habla mucho de él, pero realmente muy pocos lo han leído). Creo que hay que ser muy miserable para regodearse en el uso de Trankimazines y de la depresión. Si en todo caso eso respondiera a una concepción «trágica» o «heroica» de la vida como tenían los románticos más trasnochados pudiera tener algún valor estético/ético, pero esta sensación de disfrutar del embotamiento mental me parece que tiene una ausencia de ambas cosas. Por un lado no produce un estilo especialmente arrebatador, y por otro no nos dice nada acerca del mundo que otros no hayan dicho antes mucho mejor.
Luego, me parece fascinante el solipsismo con el que la autora realiza esta crítica. Parece que la única literatura válida fuera la de Tao Lin y su inmenso aburrimiento con el mundo, cuando vivimos en un planeta lleno de riesgos y problemas, y se escriben cosas muchísimo más interesantes. Entender el acto de escribir como una manera de explicar que no tienes nada que decir podrá ser honesto, pero no creo que tenga valor. Es decir, no es más que la constatación de una enorme INMADUREZ. Parece que entonces el mundo se reduce al MacBook y a sus dramas de vida suburbial, cuando existen miles de «mundos posibles» capaces de ser explorados por la literatura… Definitivamente, artículos como estos me hacen huir como la peste de este tipo de escritores jóvenes sin nada más que aportar que sus propias vivencias aburridas, sin ningún afán de crear algo que valga la pena leer. Una estética de la mediocridad, del pasotismo, del desencanto y de la (falsa) abyección. Deberían leer a Céline o Dostoievsky para ver que lo suyo son tonterías.
Pues a mi me ha encantado el artículo. Está lleno de vida; y la verdad poco me importa que la droga se llame trankimazin o Xanax, o si DFW murió por el fármaco o por la depresión. Me gusta cómo la historia hilvana la tarde de resaca de esos jóvenes expuestos al sol y la literatura, el masaje en el cerebro, los 50.000 dólares y una novela que está recién sacada del horno. Después de haber leído el artículo, me muero de ganas por leer el libro, y de estar en esa piscina, y de probar el Xanax. No creo que se trate de aburridas divagaciones científicas o literarias. Es otra cosa. Es vida.
¿Vida? Eso es otra cosa. O debería.
Este artículo está lleno de ombliguismo y mediocridad intelectual. Y muy mal escrito.
Yo nací en el 83, y si Tao Lin representa a mi generación, la verdad es que entonces sí que es para ponerse de Xanax hasta el culo y esperar a ver qué hace la siguiente.
Tao Lin es un escritor incapaz, como dijo alguien, de crear una sola metáfora, se meta las drogas que se meta. Una muestra de lo pésimo escritor que es se puede ver en el insoportablemente estúpido cuento que publicó en esa cosa llamada «Ficción rara», que de rara, para más inri, no tenía nada.
Si algún mérito tiene ese cuento es que se las arregla para aunar lo peor de la metaficción y del minimalismo, las dos soluciones extremas, y erradas, según DFW, al problema de la conciencia en la escritura. Eso hay que reconocérselo. Escribir un relato peor es todo un reto para cualquier escritor, incluidos principiantes de catorce años que no hayan leído jamás un libro.
Yo no he leído nada de Tao Lin, así que no opino. Lo que me ha encantado ha sido el artículo. Solo una persona que hable desde la rabia puede decir que el texto está muy mal escrito, y que está lleno de «ombliguismo y mediocridad intelectual». A mi me enganchó la historia desde el principio. Esa piscina. Esos jóvenes. Esa droga. Ese libro. Lo terminé de leer, y pensé, «ojalá fuesen así todos los artículos sobre literatura», con tanta vida y energía. Luego me puse a leer los comentarios y aluciné. Supongo que debe haber algo detrás, porque en caso contrario no se explica tanta frustración y tan poca educación. Tú mismo, te quedas tan tranquilo al decir que «está mal escrito», «es una mediocre intelectual», «Tao Lin es pésimo». No tienes reparo en echar mierda por doquier sin argumentar ni uno solo de tus manidos adjetivos. Me imagino que detrás de todo, debe haber un problema grave de falta de control del esfínter, porque ¿de verdad una historia sencilla, dinámica e interesante puede sacar tanta bilis?
Ciertamente, el tono no ha sido adecuado, lo admito. Sin embargo, sigo pensando que ojalá no todos los artículos sobre literatura sean así y que Tao Lin es pésimo.
Sin ir más lejos, en esta misma revista, la mayoría de los artículos son mejores que este. Jenn Díaz, por ejemplo, escribe maravillosamente bien, derrocha talento.
El artículo, a mi parecer, está mal escrito, y no lo digo desde la rabia. Es confuso. La mención a DFW no viene a cuento. Etcétera. Luna Miguel no siempre escribe así de mal. Tiene poemas interesantes, y también ideas interesantes: la exploración del vínculo entre enfermedad y literatura.
No me parece mal todo lo que escribe.
Historia dinámica, sencilla e interesante. ¿Esos adjetivos no son manidos? Por favor. Tampoco digo esto desde la rabia.
Debe haber un problema grave de falta de control de esfínteres. ¿Eso no está escrito desde la rabia? Por favor. ¿No nota el olor a paradoja autorreferencial?
Pero es mejor dejarlo. Total, discutir rara vez sirve para algo.
Saludos cordiales
Debo de estar muy viejo para entender de que carajo va esta nota. No he leido a Tao Lin, ni lo hare, si va de drogas; vaya fraude. El xanax o tranquimazin es una antigudad, de los primeros ansioliticos sintetizados. Si va de DFW, vaya poco respeto x un tipo que si aporto a la literatura. Si va de lo que lee la juventud, que empiecen por los clasicos y vayan subiendo. Q la literatura no empezo ayer con internet. Lo que mas me ha despistado es: que sus lobros han salvado a su generacion. ¿los ha salvado de que peligro? Si a los 30, sin tener una enfermedad terminal, ni vivir en medio de una guerra, o en un pais sin libertad, o, o ,o , ya hablan de salvarse, viviendo en NY etc etc, ponen los pelos de punta. Al menos los mios.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4232-2011-04-12.html
¿No es raro, espinozat, que te haya encantado un artículo sobre un escritor al que nos ha leído?
Ay señor, qué viejo y cansado estoy. El vacío me atormenta. No, ni siquiera. Nada de emociones fuertes. Prosa sencilla. Frases cortas. Sin subordinadas. Ni jaleos. Vida. Prosa llena de vida. No, perdón, de ausencia. De nada. De lo que sea, qué más da. Todo da lo mismo. Oh, admiradme. Soy un postadolescente nihilista. Necesito atención. Molo un montón. Me asquea todo. Sí. Voy a escribir este comentario. Fijaos. Metaficción. Comentario autometaficcional. El comentario se comenta a sí mismo. Guau. He descubierto el mediterráneo. Voy a tomar un café. La cafeína es mi droga preferida. Por la noche, whisky y cerveza y cocaína. Tengo que mandarle un mensaje a J. El otro día se enfadó porque yo quería hacerle algo y ella se negó. Insistí un par de veces. Desistí. Estaba hastiado. Puse un comentario gracioso en Facebook. Le dieron al me gusta trescientas personas. Después me he puesto a escribir este comentario. He fumado un cigarro mientras lo escribía. He leído un poco. Tengo que salir a comprar tabaco. Me quedan dos cigarros. Hace demasiado sol. No me apetece salir. Le mandaré un mensaje a R. para que me compre tabaco cuando venga. Se lo pagaré luego. Me gusta el tabaco rubio. El cartón vacío. Todo vacío. Siempre lo mismo. Vacío vacío vacío. Si lo digo tres veces igual pasa algo. O no. Qué más da. Etcétera 250 páginas.
Suerte que todos estos ecos suenan muy alejados de mi.
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Si alguien está interesado en leer otra opinión sobre «Taipei», aquí os dejo una reseña en castellano.
;).
http://fernandezrivero.wordpress.com/2013/11/15/taipei-tao-lin/
He leído cosas de ambos autores y me parecen razonables… El artículo al cual hacemos mención me hacía gracia hasta que he descubierto que es el Xanax.. No tenía ni idea que se trataba del Trankimazin, por cierto juraría que ha dia de hoy se ha retirado del mercado. Utilizar o Banalizar la muerte de una persona (además de gran autor) me parece bastante despreciable. Con el agravante que tanto mi padre como yo, sufrimos de la misma enfermedad. Haciendo referencia a un mensaje anterior, yo si hablo desde la rabia. La Depresión Mayor es una enfermedad bastante jodida como para tratarla de forma superficial y si se refiere a una persona que no ha podido convivir con ella y finalmente ha decidido quitarse la vida, me parece una gran falta de respeto el trato que ha hecho de DFW. No me queiro extender más. Realmente, sentía gran admiración por Luna Miguel, su juventud, su forma de escribir, sus colaboraciones en diferentes medios pero creo que en esta ocasión ha errado tremendamente.
Media pastilla de Alprazolam machacada. Y encima la chupaste. En fin. Como Burroughs en México.
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