—Eh, cariño, ven, que tenemos que hablar…
—¿De qué?
—De nuestro territorio sexual.
Cuando llegue el momento en que se produzca entre los integrantes de una pareja este intercambio, y la conversación que tendrá lugar a continuación, habrá llegado un punto de inflexión, un instante de salud fundamental en la vida de la pareja.
Me atrevo a afirmar que de esa conversación dependerá el futuro de la pareja, y dependerá, naturalmente, la felicidad y la armonía de la pareja. Un territorio sexual. ¿Cómo es posible que nadie les haya hablado antes del territorio sexual y que el territorio sexual no sea un tema que se trate y se analice en las escuelas y en los medios de comunicación? Bueno. Qué les puedo decir, vivimos en un mundo mediocre y enloquecido.
Un territorio sexual. ¿Qué es un territorio sexual? Se lo diré claramente: es el ámbito en el que sexo es una actividad que no compromete la estabilidad de la pareja.
Yo vivo convencido de que nada hace más falta a las parejas que establecer un territorio sexual. El territorio sexual es la salvación de las parejas. Desde hace siglos, desafortunadamente, la pareja en vez de fuente de alegría, voluptuosidad, crecimiento, complicidad y hermandad, es una convención propensa a la discordia, el disimulo, el conformismo, el aburrimiento, la renuncia y la falsedad.
Hay que reconocer que la pareja no es responsable de esta situación. La pareja es, en gran medida, la víctima. Todo conspira contra la verdadera pareja, contra la pareja que crece y comparte sin que sus integrantes renuncien a ser quienes son. En la actualidad la pareja humana está basada en la renuncia. En negarse a uno mismo en nombre de una unión que, supuestamente, vale más que lo que puede valer cada parte por separado. Yo creo que esto no es justo ni sano. ¿Por qué renunciar a lo que queremos, a lo que somos en nombre de un ideal basado en supersticiones religiosas y en parámetros sociales que se fundamentan en una moral estrecha y miserable que usa el sexo como arma represiva? A mí esto me parece empobrecedor y equivocado.
No me refiero aquí a compromisos y negociaciones lógicas, o al ceder cuando sea apropiado, que son asuntos normales y asumibles para cualquier pareja. Me refiero a renuncias importantes. Y esas renuncias casi siempre están relacionadas con el sexo. De ahí la importancia de un territorio sexual donde cada parte pueda ser auténtica con la otra y no tenga que renunciar a nada ni mutilarse.
Hay que aspirar a ese territorio donde el sexo no compromete la estabilidad de la pareja, repito.
¿Compromete la estabilidad de la pareja comer, compromete la estabilidad de la pareja defecar, compromete la estabilidad de la pareja dormir? No. Pues todas ellas son actividades fisiológicas necesarias para vivir, como el sexo.
¿Por qué el sexo ha de ser diferente? Pregunto. Y la respuesta es que no tiene que serlo.
Asumir que la unión de por vida con otra persona implica la mutilación personal y aceptarlo me parece sucio. Es hacer una concesión al monito territorial que todos llevamos dentro. Y no está a la altura de nuestro potencial humano, es decir, civilizador.
Decía que la pareja no es responsable de la situación actual, y lo mantengo. Las parejas están muy mal educadas, esa es la verdad. Les dan una educación a las parejas (en las escuelas, en la literatura, en los llamados medios de información, ¡en todas partes!) que no es educación, sino una serie de preceptos castradores, novelescos, hipócritas, anticientíficos y, digámoslo claramente, estúpidos. Las parejas reciben una educación que propaga la ignorancia, la irrealidad, el sentido machista de pertenencia (que, curiosamente, muchas mujeres asumen y propagan festivamente) y promueve la embrutecedora modorra supersticiosa que la religión insufla en los seres humanos.
Recibe toda esa basura la pareja. ¡Y la hacen sentir culpable de su ser sexual!
¡Se relaciona la actividad sexual de la pareja con la decencia, la integridad, el honor y hasta con la pureza! Cualquier cosa que esto último quiera decir. ¿Es posible concebir algo más dañino y falso? No. Pero es lo que impera.
Todo a nuestro alrededor nos vende la idea del sexo como una especie de apéndice del amor, un colgajo sucio ya lo sabemos que puede llevarnos al mismísimo Infierno. Es una soberana insensatez y diré más, es algo que va contra la naturaleza humana.
La pareja lo que necesita para ser feliz, durar y permanecer unida es un territorio sexual libre y ajeno a toda esa porquería moralista. Un territorio en el que la pareja, cómplice, se instale a la hora en que su ser sexual necesita expresarse y necesita ser colmado y necesita manifestarse.
Siempre juntos, esto que quede muy claro. Si cada uno va por su lado sexualmente, ya eso no es una pareja. Puede ser un contrato, un acuerdo, un pacto, pero no una pareja. Lo que da sentido a una pareja y la convierte en pareja es que van por la vida juntos conformando una entidad vital y sexual única.
La basura moralizante que asocia el sexo con la moral y criminaliza el cuerpo, que es a fin de cuentas lo único que tenemos, ha condicionado la estructura de la pareja hasta hoy. Continúa haciéndolo. Pero ya es hora de dejar eso atrás y rehacer el concepto de relación, y para ello es fundamental establecer en el edificio de la pareja lo que yo llamo el territorio sexual.
En ese territorio lo único que importa es lo sexual y lo sexual no está relacionado con supersticiones religiosas o morales, lo sexual es única y exclusivamente una actividad placentera y vigorizante, sana y saludable que se practica cuando se tienen ganas, atendiendo a nuestras necesidades fisiológicas y a nuestra imaginación erótica, que es uno de los mayores logros de la especie.
Somos animales y somos una sopa química y eléctrica cerebral, no podemos olvidarlo. Por eso creo que la mejor manera de darle una mayor oportunidad a la atracción llamada amor y la mejor manera de prolongar y convertir la relación de pareja en algo más duradero, y hasta permanente, es el establecimiento generalizado de un territorio sexual para el disfrute conjunto de la pareja. Seamos francos; la mayoría, si no todos los problemas de la pareja tienen un origen sexual, tienen su origen en impulsos no satisfechos, en impulsos reprimidos en el marco de la llamada pareja sentimental o, digámoslo de manera atroz, la “pareja convencional”. Usted procure que no lo metan en ese saco de la “pareja convencional”, o su futuro sentimental y sexual de pareja está acabado y condenado al fracaso.
Un territorio sexual es un territorio donde la pareja pueda ser sexualmente libre, es decir honesta, un espacio donde el ser sexual de cada uno pueda manifestarse auténtica y alegremente. Y ser compartido.
A mi modo de ver esta es la única manera en que una pareja puede vivir unida y feliz muchos años, toda una vida. Hasta que la muerte desgraciadamente los separe.
Bravo.
No puedo estar más de acuerdo. Y aún así a mí me cuesta ponerme en la situación. Es algo que mi pareja y yo hemos hablado muchas veces, pero nos cuesta dar el paso.
La lógica de tus palabras es grande, pero la ilógica del miedo que tenemos también.
Seguiremos avanzando, no obstante, aunque sea pasito a pasito.
Un saludo. Muy buen artículo.
Juan,a veces creo que estas medio loco, pero cuanto mas te leo, mas cordura imitable encuentro en ti.Eres un escritor genial,aunque esto parezca lisonjero y cursi,pero asi lo pienso.
Que puedo agragar a lo dicho. Solo que yo tengo una pareja casi asi como tu señalas. Y estoy orgulloso y feliz de que tu hayas publicado tus concideraciones de lo que debe ser la pareja en su territorio sexual. Que bien. Cuanta razon.Enhorabuena compa.
Muy interesante lo que se plantea en el artículo. Yo siempre he sido defensor de una educación sexual y sentimental, impartida desde la adolescencia y de una forma natural y respetuosa.
Esta ignorancia nos hace actuar de forma estúpida y dañina, tanto para la pareja como para uno mismo. En mi opinión, la mayor parte de casos de violencia de género se prevendrían mediante este tipo de educacion.Nada más lejos de la realidad, donde se oculta, mitifica, o directamente ignora la naturaleza sexual del ser humano, la complejidad de las relaciones de pareja o los sentimientos. Nos hacen creer que el «amor» triúnfa sobre todas las circunstancias, que si te esfuerzas (o humillas) lo suficiente, esa chica sucumbirá a tus encantos, o esa pareja olvidará sus propios sentimientos y volverá a sentirse atraída por ti.
Se pretende perpetuar la pareja y su buen funcionamiento a base de castigo, renuncia y amenaza, y así nos va.
Me ha gustado mucho. Pero, ¿no cree que un mundo libremente sexual no minaría las relaciones entre los seres humanos irrevocablemente, hasta el punto de dinamitar la humanidad? ¿No es un poco naïf no contemplar que el ser humano, a expensas de sexual, es también egoísta y amante del poder, lo cual se traduce en posesión?
Que alguien responda a este chico, por favor!!!
Cuando el razonamiento empieza dimitiendo pa empezar, cualquier sensata receta de índole práctica no puede más que ser vista como componenda, además de aburrir a quien lee. Parece ser que es un expediente habitual. Se empieza reconociendo que desde hace la chorra (siglos, dice: los que tiene la historia, añadiría yo) tal o cual institución humana, como la pareja, es origen de desastres y sufrimientos sin cuento para luego aclarar tranquilizadoramente que de lo que se trata es de salvar a la institución de unos males que repentinamente son ajenos a ella.
Si alguien está menos interesado en salvar que en analizar, les dejo este viejo artículo periodístico titulado «Contra la prostitución y la pareja»: http://elpais.com/diario/1992/06/05/sociedad/707695219_850215.html
Cito del sitio web que enlazo (no es el mío):
«la monogamia podría haber evolucionado proporcionando ventajas específicas a los grupos sociales monógamos, haciendo que se reduzcan la competencia sexual entre machos, reduciendo la violencia doméstica y aumentando el bienestar de los niños via una mayor inversión parental.»
¿Cómo habla usted de libertad siendo, como demuestra serlo, tan esclavo del sexo?
Yo como poco (o nada) de azúcar, no por una cuestión moral como la de otro que no quiere carne los viernes, sino porque no aporta nada, ni a la alimentación ni a la gastronomía, una vez que uno deja de ser el niño que fue y el gusto, entre otras pajas mentales, madura. Porque esto del territorio sexual es una cuestión sumamente infantil, y siglo-diecinueve. Sus artículos, amigo, no son «para mayores de 18 años» sino justamente lo contrario, para aquellos con madurez sub-18, me he convencido de ello hoy después de darle unas cuantas oportunidades, por si había algo detrás de su impostura de «enfant terrible» del sexo, pero nada de nada. Esas de arriba son las últimas líneas suyas que me hacen perder el tiempo, que la vida es breve y el monte está lleno de orgasmo.
Estoy demasiado de acuerdo contigo, Alejo.
Pero cuidado, que seguro que sale alguien diciéndote que eres un reprimido y que te estás perdiendo lo mejor y más importante de la vida, que según ellos, es el sexo. Lo digo porque he leído la mayoría de los artículos de Abreu y siempre que alguien se pronuncia en contra surgen 2 o 3 defensores de sus pajas mentales. Lo mejor es que ni siquiera utilizan argumentos, solo se limitan a lanzar frases ad hominen que no van a ningún lado. En fin, tú lo has dicho, es como hablar con niños inmaduros. Muchas veces, eso me lleva a plantearme quién será el más reprimido de todos, si el que de verdad disfruta del sexo o el que necesita explayarse en internet sobre cómo debería ser el sexo según él…
Bueno, espero no recibir demasiadas críticas ni insultos ;)
Pues por mi parte, no hay ningún insulto que enviar, al contrario, suscribo lo que dices. Pajas mentales, y además mal hechas, es lo que nos encontramos en cada texto de Abreu.
En cambio, no creo que se trate de un reprimido (al menos, no necesariamente) ni de un tonto. Asomarse a esta web y largar unas cuantas peroratas presuntamente provocadoras tal vez sea un modo de hacerse un huequecito entre los «escribidores» de moda. ¿Quién te dice que dentro de unos meses no aparece Abreu como
miembro del jurado de ‘Operación triunfo’, tertuliano en Intereconomía o en el programa de Julia Otero, candidato de UPPyD a cualquier puestecito o cualquier otro modo de hacer caja en estos tiempos en que la vida se está poniendo tan dura?
Yo disfruto de los artículos con contenido adulto del autor, no por morbo infantil, sino porque me parecen una celebración de la vida, algo que a todas luces falta, y mucho, hoy en día.
Espero que dentro de unos años, cuando peine canas, siga disfrutando del sexo, el azúcar, jugar, escuchar música, y otras cosas «prescindibles», por el simple hecho de disfrutarlas.
@Sai, solo he dado mi opinión; que cada uno lea lo que quiera. Algunas canas ya voy peinando, el azúcar y el juego me aburren y empalagan, pero el sexo y la música los disfruto casi a diario. Además de muchas otras cosas por supuesto, entre ellas, lecturas más interesantes que las del arriba firmante.
Cada uno tiene su opinión, y no creo que ninguna sea ni mejor ni peor que la otra en este caso…. ni más o menos infantil. Cada uno lidia con las relaciones como sabe o como puede, todas las opiniones son interesantes, no hace falta enfadarse si las del otro no te gustan :)
Pues a mí me van a perdonar, pero esto de follar se está quedando ya muy pallá. Quiero decir, hacerlo con otr@, porque por unos calambres sabrosones de segundos, resulta que luego hay que aguantar al fardo durante todo el día, y día tras día. Lo mejor es masturbarse como hago yo desde los cuatro años, fantaseando sobre lo que me da la gana y después, a otra cosa, mariposa. Lo que iría de puta madre, sería el sexo virtual ese del futuro, en el que experimentas la fantasía que elijas como si la vivieras en la realidad. ¡Eso es que ya, será la hostia! ¡Se acabó aguantar a bultos sospechosos! ¡Se acabó el olor a ácido úrico!
Que de eufemismos para defender la poligamia, oigan. Porque por mucho que me esfuerze no veo aquí ninguna referencia a la justificación de otrad actitudes que se salen de lo corriente como la asexualidad o las parafiliaa. Tan solo de la poligamia, como si esta fuera la panacea de las relaciones saludables. Veo que se plantea casi como si fuera necesaria. Por cierto, creo que esta se suele plantear desde un escenario en el que ambos géneros gozan de una frecuencia de prácticas sexuales similares. La propia sociedad nos muestra como, en condiciones normales, son las mujeres las que pueden gozar de mas oportunidades de mantener relaciones ya que los roles predominantes dictaminan que el sexo es una de las pocas parcelas en las que se ha permitido a las mujeres tener un relativo control. La necesidad del hombre de sexo suele ser mayor en términos generales, luego esto da una posición de ventaja a la hora de elegir y discriminar posibles parejas distintas a las mujeres. Y veo difícil que este aspecto cambie ya que supondría para las mujeres renunciar a lo que, en cierto modo es un privilegio. Si a esto se le une una posiblr sociedad mayoritariamente poligámica ello no tendría porque implicar una felicidad social mayor. También podría conllevar a un proceso constante de hipercompetitividad por ver quien puede saciar mejor los apetitos sexuales de los demás. No todo es sota, caballo, rey. Para acabar, tiene guasa comparare sexo.con comer o cagar. Vale que quizá no es lo mismo que lo quiere decir un poema de Lord Byron pero que yo sepa para comer o cagar no hace falta compañía y de ambas cosas no se generan vidas nuevas. Que al final por quitarle la dimensión emocional, reproductiva o social al sexo lo vamos a dejar en 4 paridas y eso me parece casi igual de estúpido que darle una dimensión casi trascendental a un polvo corriente.
La elección del tema me parece atinada, no así su tratamiento, pero en fin, no le pidamos peras al olmo ni buena prosa a Abreu.
Hombre, decir que el territorio sexual es la salvacion de las parejas, es mucho decir. Creo que hay problemas mas complejos, pero tambien que el que tu dices es un problema comun.
Respecto a los comentarios de Alejo y Patricia, tampoco estoy en desacuerdo. Quiza la reflexion sea juvenil, pero es que el problema esta extendido y es un problema juvenil a su vez.
Muy buena reflexión, lástima que algunos se queden con la interpretación de que se está promoviendo la poligamia, en lugar de darse cuenta de que cuando se habla de un territorio sexual libre y completo se está refiriendo a otras muchas cosas, opciones, posibilidades, descubrimientos…
Una batala perdida Alejandro. No sé si es el poso ultracatólico de la educación en España o el simple afán de sentirse «maduro», pero la mayor parte de la gente es incapaz de ver más allá de «polla» «coño» y «poligamia», y vertir ad-hominem llenos de odio o desprecio en los comentarios. Y luego dicen que estas reflexiones son infantiles….
Además, en qué parte del artículo se dice que esto es un derecho exclusivo del hombre? En el artículo se habla de consenso, de comunicación, de negociación entre las parejas, algo que me parece muy razonable, y cuyos límites deberían ser acordados (y re-acordados con frecuencia).
Es cierto que la mayor parte de relaciones de pareja se basan en la absención y en la renuncia, normalmente influenciadas por la religión, la superstición y los medios de comunicación, y no se afirma que la solución sea todo lo contrario, sino compartir y tratar en pareja, con honestidad y naturalidad, estos impulsos, instintos, o llámese como se quiera.
Por alusiones, puesto que yo hablé de infantilismo: no tengo ningún afán de sentirme maduro, lo que quiero decir es que hay un recorrido por el que uno pasa a medida que va madurando. No digo que madurar sea un lugar al que llegar, sino hacia el que se va si uno evoluciona. Si no se evoluciona, se queda uno atrapado en bucles, como para pactar con la madre de uno el número de chucherías que se le permite a uno comer el domingo. Exageré con lo de infantil, es quizá adolescente, o sea, que esto es cuando que se adolece de algo.
Y repito que no tengo ninguna intención moralizante, más bien al contrario, la de desmoralizar al lector de esta pamplina.
Y supongo que los carnets de sexualidad madura los extiende usted? Qué requisitos hay que cumplir? Follar con mi vecina si a los dos le apetece es infantil? Follar con mi mujer si a ninguno le apetece es maduro?
Ah, que envidia me dan estas personas encumbradas que saben lo que esta bien y lo que esta mal y que se atreven a decir que follar es infantil (pero, oiga, follan los niños?) y reprimirse maduro.
Que envidia!
Por supuesto que no, Saulo, yo no he dicho que follar sea infantil ni que reprimirse sea una opción madura. Ya que me pregunta, yo diría que reprimirse es una opción extravagante y que follar es lo normal, tanto como el comer. Es ahora cuando usted se da cuenta de su mala comprensión lectora, ¿eh?
Lo que resulta infantil en este texto, y en sus comentarios, Saulo, es el gran descubrimiento gastronómico de los macarrones con tomate.
A mí es que me produce una enorme tristeza el ver a mujeres en la plenitud de su sexualidad, entregadas a una relación de esclavitud y represión más propia de otros tiempos en los que (quizá) tuvo alguna razón de ser.
Pero todavía me produce más tristeza, si cabe, el verlas y escucharlas hablar como curas y monjas del amor, la fidelidad, el sexo como algo exclusivo de la pareja, …
En una década, muchas de estas mujeres se darán de bruces contra la realidad compleja del sexo y de las relaciones de pareja, que no son tan monolíticas e ideales como nos las pintan en los cuentos infantiles. Pero para entonces, ay, para entonces quizá ya sea demasiado tarde como para recuperar el tiempo perdido.
Me hace gracia que una persona hable de libertad, cuando es evidente que está esclavizado por su necesidad de sexo. Te producirá enorme tristeza, pero esas mujeres en su plenitud sexual te habrían follado si quisieran, pero no lo hacen, no porque tengan novio, sino por que no quieren.
Si te quejas más de lo que te corres la culpa es solo tuya, Saulo, deja de echársela al resto.
Alejo Urzass, cree usted, como todos los que quieren imponer su moral retrograda que los demás somos niños, carentes de comprensión lectora, imbéciles desvalidos a los que guiar con su luz y sabiduría.
Leo muy bien lo que se esconde detrás de sus comentarios: miedo a la libertad. Miedo a perder la tiranía sexual que ejerce sobre su pareja, pobre hombrecito.
¿Imponer? ¿Retrógrada? ¿Miedo a la libertad? ¿Tiranía sexual? ¿Seguro que ha leído lo que he escrito?
Lo que digo es que conocer el mundo del sexo a través de Juan Abreu es como conocer el fondo marino a través de Bob Esponja.
Yo creo que habéis malinterpretado el texto de Juan, como presuponinedo que él quiere decir que toda pareja debe ser liberal y follar con otras personas. Y no, él lo que quiere decir (o he entendido yo), es que el éxito de una pareja radica en gran parte en que se entiendan sexualmente a la perfección. Y estoy totalmente de acuerdo.
Bravo. Parece que la mayoría no ha leído el artículo o lo ha leído en diagonal.
Alguno de los artículos de esta serie sobre el folleteo que se ha sacado de la pluma el tal Abreu hasta podían tener cierta gracia. No mucha, pero sí que daban para un rato de entretenimiento. Ahora bien, el filón está más que agotado. Entre lo poco que contar que parece tener el autor, y lo mal que lo hace, la cosa no da más de sí. Este último texto, posiblemente el más pobre, soso e insignificante de todos, es una buena prueba de lo que digo: el autor repite constantemente la misma idea y en cada párrafo la expresa con mayor pobreza léxica y sintáctica que en el anterior.
Es lo que hay. Si se trata de escribir algo interesante, Juan Abreu yerra el tiro por completo; ahora bien, si su objetivo era un artículo para una de esas revistitas dirigida al público adolescente, como la ‘Vale’ de los años ochenta u otras similares, no podría ir mejor encaminado.
Yo creo que Abreu aboga simple y llanamente por el entendimiento sexual en la pareja. Sin más. Y todo lo demás que leo en muchos comentarios me parece irse por los cerros de Úbeda. No creo que esté promoviendo ninguna actividad concreta. Únicamente la necesidad de que la pareja se «aísle» de los condicionantes morales, familiares, religiosos…, a la hora de establecer su sexualidad para disfrutar de esta.
Se podrá ver más o menos calidad literaria en el texto, pero discernir que se aboga por prácticas poligámicas, sexualidad «abierta», o cualquier otra cosa…, no lo veo por ningún lado.
Y quien quiera que se lo aplique y quien no, pues a los suyo.
Eso sí, para mi gusto prefiero sus artículos más explícitos y descriptivos. Aunque este tampoco me parece que esté mal.
Juan, como insistes en «alfabetizar» a estos gallegos………..
Alucino. De verdad. No sé cómo hoy día se puede utilizar todavía el gentilicio «gallego» como un término despectivo. He aquí algo despectivo para usted, turandot (vergüenza que se haga llamar como una ópera de Puccini), y es que me parece un «pailán».
PD: Búscao se queres e se non vai á merda e que che aproveite.
Por lo que leo en los comentarios sigue habiendo muchos tabus y prejuicios respecto al sexo.
No creo que la base de una pareja, el origen de su éxito o su fracaso sea el sexo, pero sí creo que es muy importante.
Sé que usted cuando habla de «territorio sexual» no se refiere a terceras personas, pero ¿si el sexo y el amor son cosas distintas por qué no es posible estar muy enamorada y tener sexo con otras personas?
Por último, creo que la monogamia en el ser humano no es natural. Pienso que muchas parejas malviven hasta el fin por la pereza de ir en busca de nuevas aventuras.
Estimada Mariela, el territorio sexual (según yo lo veo, claro) no se refiere a terceras personas, pero tampoco las excluye. Por otro lado, estoy de acuerdo con usted en que es posible estar enamorada o enamorado y tener sexo con otros u otras. La monogamia es antinatural, ciertamente.
Gracias por la respuesta. Me ha hecho mucha ilusión ^^
Patricia se viviría esclavizado si fuera una adicción, y de esto no habla el artículo. Habla de deseos. También tienes deseos de abrazar a la gente que quieres, comer cosas diferentes y ver otros mundos. No son esclavitudes.
Yo escribía para contar que yo tuve la gran suerte de que mi pareja me planteó lo del territorio o como se le quiera llamar. No deja de ser el enorme reto de ser sinceros con nosotros y atreverse a serlo con la pareja. Pero no sincero, de “te quiero” “te amo” (que es importante verbalizar), sincero de decir “tenemos un proyecto juntos que tiene que navegar diez, veinte, cien años..:. ¿tú que sientes? ¿me irás contando qué necesitas? ¿qué no te aporto yo? Porque SEGURO habrá cosas que por mucho que te ame no podré darte….” He ir compartiendo, cediendo dirían algunos, ganando siempre. Noto que he llegado a un sitio donde no creía capaz, de entendimiento, de desprendimiento de celos. La idea de pareja se basa en la posesión, en retener, en tú aquí conmigo siempre: menos posesión menos control más inseguridad más celos, más inestabilidad.
A ojos de muchos somos una pareja rara, desconfían, nos critican, pontifican con esas frases tan sabidas “tanto no se deben querer si después se van con otros” “amarse es tener ganas de estar solo con esa persona, yo no podría…” ….pero sé que en muchos casos despertamos interés, incluso me atrevería a decir envidia; porque la fórmula funciona. Nos escuchamos y miramos, tenemos pactos y siempre siempre nos respetamos, pero hemos renunciado a la prisión del deber, del tener que, del que dirán, del esto está bien/mal. Compartimos mil cosas y otras no, pero nos sigue uniendo lo mismo “las ansias de estar juntos” después de años juntos, tenemos más ganas uno del otro, nos deseamos y nos exprimimos como si fuéramos a morir mañana.
Eso sí, esta ecuación creo que solo es posible con unos cimientos muy sólidos, mucha comunicación y mucha capacidad de dejar atrás miles de años de moralismos y estructuras impuestas sobre “el verdadero amor”.
A mí me parece tierna esta manera de repensar la pareja. Un basto, fascinante territorio sexual y sentimental.
Muy buen artículo, como todos los de Abreu.
Y como siempre me despierta dudas, como por ejemplo sobre: «lo sexual es única y exclusivamente una actividad placentera y vigorizante, sana y saludable que se practica cuando se tienen ganas, atendiendo a nuestras necesidades fisiológicas y a nuestra imaginación erótica, que es uno de los mayores logros de la especie.»
Me pregunto: ¿Qué pasa cuando a partir de lo sexual se establecen vínculos como el cariño? Porque cuando te llevas bien en el plano sexual con una persona te apetece seguir viéndola. ¿Qué dice la pareja de eso?
Pues a mi me parece una reflexión muy interesante y bastante acertada. Siempre he pensado lo mismo sobre este tema y no tengo la sensación de ser ni un infantil ni un depravado. Sin embargo entiendo las pasiones que el tema puede despertar tanto a favor como en contra.
«En ese territorio lo único que importa es lo sexual y lo sexual no está relacionado con supersticiones religiosas o morales, lo sexual es única y exclusivamente…» Perdón, lo sexual está relacionado con todo. Léase a Schopenhauer, Freud y un montón de sabios más. No hay nada único y exclusivo en la naturaleza. Y lo sexual es precisamente el núcleo de la vida. También puede ser un bonito pasatiempo, vale. Pero nunca gratis y sin razón.
Por proponer una nueva y pequeña senda que parte de la vasta autopista interestatal que construyó Juan Abreu con su escrito: no comparto la información de cada acto sensorial con mi pareja [un helado, una caminata, una mirada, una caricia], por tanto… ¿debería hacerlo en lo que se refiere al sexo? ¿Es la sinceridad absoluta y sin resquicios la REINA del territorio sexual que él propone? ¿Se puede vivir una vida entera ocultando deseos y hechos pero siendo, pese a todo, satisfactorio y confiable para tu pareja?
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