La Novela Gráfica del Juicio Final
Empezaremos las recomendaciones con una serie. «¿Pero cómo? ¿En la sección de tebeos? ¿Hablaremos de animación, acaso?» Pues no. «¿Adaptación de alguna célebre serie de cómic acaso?» Pues tampoco. «Oye, que yo he venido aquí a por tebeos».
Y es que los tebeos tienen mucha relación con Utopía, la excelente miniserie de seis episodios que acaba de emitirse en tierras británicas. Para empezar porque el tema gira alrededor de una intrigante carrera en la que se ven envueltos cuatro foreros, desconocidos entre ellos en la vida real, por conseguir el manuscrito de la segunda parte de una novela gráfica inédita, tras la que parece estar más gente detrás: asesinos y organizaciones secretas varias. Lejos de estar planteada como una comedia o parodia —aunque nos arranque alguna sonrisa torcida en algún momento— el thriller resultante es absorbente, inquietante en los temas de actualidad que toca, y plantea un juego de conspiraciones e identidades ocultas de las que fuerzan al espectador a elaborar esas deliciosas quinielas sobre qué está pasando realmente y quién es quién en el juego de espionaje que se despliega ante nuestros ojos. Súmenle la garantía de que en seis episodios se finiquita el asunto, con todas las respuestas sobre la mesa.
Lo siguiente que nos lleva a pensar en cómics al ver la serie es el impecable despliegue visual. Una fotografía de lujo donde cabría pensar que cada segundo de plano ha sido dibujado meticulosamente sobre la pantalla: una estética visual impactante con una banda sonora pegadiza.
Y para terminar… bueno, que es cojonuda. Recientemente, el nivel de fiabilidad de las series británicas es tal que creemos que casi se disfrutan más con el mero apunte de su recomendación. A falta de que nuestro comité de expertos la revise de arriba abajo y la incluya en nuestra lista de imprescindibles, no podíamos evitar dejar caer nuestras cuatro líneas e instaros a verla.
Lecturas y otros hábitos
Algo menos excitante ha sido la lectura del informe sobre Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España en el año pasado, que puede leerse en este enlace. Entre otras cosas, porque el perfil que concluyen del comprador y lector habitual de cómics no revela cambios importantes. Amén de que en algunas categorías se incluye erróneamente el tebeo como género y no como medio. Observamos que tratan revistas, libros, prensa y cómics como soportes diferenciados, pero se le pregunta al entrevistado “¿Cuál es la materia del último libro leído?” y se incluye como categoría —o se acepta como respuesta— “cómic”. ¿Entendemos que lo último que leyeron fue un cómic (soporte) y no un libro? ¿O entendemos que lo último que leyeron es un libro sobre cómics (temática)? Que haberlos, haylos, y muy interesantes. Y de los que parece que cada vez se están editando más.
Al margen de los pocos cambios en el perfil de los lectores de cómics, de sus hábitos de compra y lectura de los mismos este año en comparación con los anteriores, se antoja interesante el aumento de lectura general de libros, revistas y prensa en versiones digitales, porque no lo es tanto en el caso de los cómics. El estudio lo atribuye a una falta de oferta de los mismos. También es interesante ver en las listas de los más comprados a un historietista, Aleix Saló (13º) y su última obra Simiocracia (12º).
También queremos saludar desde aquí al 31’1% del total de la población que navega por internet buscando reseñas y críticas literarias, por la parte que nos toca.
Lecturas
Prophet 1: Remisión
Brandon Graham, Simon Roy, Farel Dalrymple, Giannis Milonogiannis, Emma Rios
Aleta, 2013
160 páginas. 17×26 cm
Rústica. Color
La historia de la serie Prophet es la de una babosa fea y desagradable que se transforma en mariposa gracias a un capullo tejido por otros. El Prophet original nació en el 93 con el aspecto de homeless disfrazado de caballero del Zodiaco reprogramado como una máquina de matar y despertado tras años de hibernación. Aquella criatura se gestó en las cuadras de Image Comics y era obra de Rob Liefeld (personaje muy odiado en el mundo del cómic, tanto por sus métodos empresariales como por sus plagios, su memez creativa o lo desastroso de sus dibujos de absurdas proporciones capaces de abonar artículos como este). La obra no sobrevivió demasiado en el mercado, ni siquiera cuando trató de ser relanzada a mediados de los 90.
Y muchos años más tarde, en 2012, la Image Comics actual anuncia que revive la franquicia. Brandon Graham (responsable del loco King City) construye sus cimientos encargándose del guión y mutando la historia hacia la aventura espacial, conservando en principio solo detalles anecdóticos de la obra original: el título y un protagonista proyectado al futuro tras un largo sueño. Y el resultado es tan opuesto a lo que engendró Liefeld como estupendo. Y tan convencido de sí mismo que incluso se decide por echarle huevos y no resetear la memoria de los insulsos tebeos anteriores: la numeración del Prophet de Graham comienza en el número 21, recordando sin ruborizarse que existen 20 entregas noventeras que no tienen nada que ver con la presente. Y esto último es de agradecer.
El Prophet moderno comienza con un John Prophet expulsado a la superficie de un planeta árido, con una misión encomendada por sus propios sueños en un planeta futuro donde lo interesante (para los mangoneados clichés del género) es que la especie humana es un vago recuerdo. Graham arranca construyendo de manera maravillosa la odisea de la supervivencia. No toma un personaje y nos cuenta sus aventuras recubriéndolo de un aura superheroica, suelta a un personaje en un mundo completamente hostil y le grita ¡Sobrevive! Recuenta su inventario, le azota con una lluvia de criaturas feroces, lo abandona en páramos desoladores, lo convierte en un Bear Grylls cósmico que se dedica a cazar todo lo que encuentra para llenar las tripas y lo humaniza pese a vivir en un mundo contrachapado por la ci-fi pura, esa que se retroalimenta y retoza en decenas de ideas pescadas tanto del pulp más elemental como de la reverencia directa a Moebius. Y cuando creíamos que todo el volumen iba a ser una especie de revisitación de Conan en formato espacial, Graham cambia de artista a los lápices*, de historia y de protagonista… o quizá no. Y continua jugueteando con la ciencia ficción enmarañando más y más un universo que esconde más de lo que muestra y explica menos de lo que necesitamos.
Pulp y pulpa de aventuras galácticas, el espíritu del bárbaro cimerio teletransportado al posapocalipsis de la raza humana. Un space western muy hábil con sus armas que aspira a épica galáctica con una estupenda puesta en escena vibrante en el dibujo (y en la que Simon Roy gana de calle y por dos cabezas a sus compañeros).
Asomarse a Prophet es como encontrar hoy en día, sin esperarlo, una veta de la ciencia ficción más pura.
Y ojalá que los números venideros vuelen a la misma altura.
(*)Una de las grandes ideas de la obra es dividir la epopeya en las aventuras de varios protagonistas diferentes y que de cada uno de ellos, y de sus devenires, se encargue un dibujante diferente. Lo premeditado es que los artistas sigan ilustrando las correrías del personaje que tienen asignado en futuras entregas.
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Azul y pálido
Pablo Rios
Entrecomics Cómics, 2012
88 páginas, 17 x 24 cm
Cartoné. Color
Pablo Ríos ha debutado este pasado año con un tebeo sobre OVNIS. Su opera prima es tan inusual tanto en temática como en enfoque que los reseñadores de Sketch Down hemos decidido tratarla precisamente como una rareza avistada por el horizonte y elaborar un informe con las particularidades del objeto en cuestión que lo hacen precisamente algo realmente «extraterrestre».
1) Distorsión espacio-temporal
La obra cuenta nueve relatos de testimonios reales sobre casos de ovnis, en menos de un centenar de páginas. Todas las historias están documentadas en casos reales —refiriéndonos a los testimonios de los individuos, sin entrar en que estos puedan ser falsos o no— y, quitando el tema común, no tienen relación entre ellas. La sucesión de las nueve narraciones y la inmersión en estas provoca que el libro nos dure más de lo que aparenta su tamaño.
2) Sinestesia narrativa
Como bien indicó en una de las presentaciones en Barcelona el experto en cómics —y en aliens— Daniel Ausente, el estilo narrativo de Azul y pálido es el de un documento oral. Con el espíritu de la adaptación gráfica de un documental, la lectura de sus textos se reproduce en nuestras cabezas como una voz en off de los diversos protagonistas acompañando a la sucesión de imágenes.
3) Manifestaciones visuales de diferente inspiración
La diversidad de los relatos contados desde el mismo tema que ocupa es amplia. Y también lo será el estilo visual usado para ilustrar cada uno de ellos. Destacamos, por ejemplo, un homenaje a las cosmogonías del gran Kirby. Pero también habrá atisbos del retrofuturismo de los 50, episodios inquietantes que remiten a Encuentros en la Tercera Fase o relatos de intriga y acción relativos a producciones más contemporáneas como Expediente X. Todo ello enmarcado con una introducción y conclusión conducida por un referente clásico de la cuestión de los misterios del universo, el divulgador Carl Sagan.
4) Observador imparcial
Ríos, a través del documento, da voz a cada testimonio, pero no da crédito ni lo retira. No justifica ni parodia. El libro simplemente transmite y, al margen de plantear algunas preguntas y elaborar algunas reflexiones, lo libera de la emisión de juicio alguno; aspecto que, dado el tema planteado, realmente es una rareza.
5) Agente doble e infiltrado mediático
Precisamente la anterior característica ha permitido que el libro haya tenido una buena acogida tanto entre los escépticos de la ufología como entre los creyentes. Es más, no solo ha sido un medio para llevar el tema a los lectores de cómics —muy poco tratado anteriormente y menos en estas claves— sino que ha sido un medio para que el propio medio —el cómic en general— aumente su presencia popular y ayude a aumentar la conciencia en el público no lector habitual de que este tiene unas capacidades narrativas y documentales tan potentes como cualquier otro medio audiovisual.
Diagnóstico final: Para considerarse este un primer avistamiento de las manifestaciones artísticas del señor. Ríos ante el gran público, destaca la buena estructura de la obra, la novedad tanto de la temática como del planteamiento en el medio y la variedad de imaginería a la que es capaz de acudir con un dibujo sencillo y pragmático complementado por una forma externa elegante, bien diseñada y aparentemente inofensiva. Puede ser una buena obra para curiosos de la cuestión ufológica como entradilla neutral al mismo, pero también lo es para los que solo quieran quedarse en esa antesala y conocer los nombres más emblemáticos de la historia de los testimonios sobre abducciones y avistamientos. Recomendamos una vigilancia estrecha sobre el autor responsable y seguir su carrera con detenimiento.
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Tokyo sanpo
Florent Chavouet
Ediciones Sins Entido, 2012
208 págs. 19,5x 26 cm
Rústica con solapas. Color.
“A mi regreso a Francia me preguntaron si me había gustado China, a lo que respondí que, en cualquier caso, los japoneses del lugar habían sido de lo más hospitalarios”.
En 2006, Claire, la novia de Florent Chavouet, se mudó a Tokio durante medio año para realizar unas prácticas. Y su pareja, ese francés graduado en Arte, decidió acompañarla al tiempo que incluía en su mochila una libreta de dibujo, una silla plegable y un puñado de lápices de colores. Una vez allí dedicó su tiempo a rodar en bicicleta por el asfalto japonés, plasmando la urbe y sus entrañas en estampas abocetadas y coloreadas que realizaba sobre la marcha en lugares públicos y cafeterías de amplios ventanales. Y una vez de vuelta, aquel material dio el salto a las librerías. Tokyo sanpo no funciona como una guía de viaje, ni como un tomo de recomendaciones sobre lo más destacado de la capital de Japón. Tokyo Sanpo propone contemplar la ciudad a través de la mirada de un extranjero que se para a curiosear las apiladas formaciones urbanísticas más modestas, las vestimentas y modas de los transeúntes y sobre todo los objetos cotidianos que le resultan marcianos y pintorescos al visitante. Y es que Chavouet confecciona ilustraciones preciosas de callejuelas, de edificios, de carteles publicitarios, de vehículos y de gente que pulula en torno a todo lo anterior. Pero también se para a contemplar las etiquetas de la fruta, los envases de comida insólita, los insectos, las papeleras, las máquinas expendedoras y la señalización de tráfico.
Tokyo sanpo es permitirle al propio Chavouet que nos lleve de la mano por el Tokio que él mismo conoció durante esos meses. Sus capítulos se abren con mapas de los barrios, detallados y dibujados a mano, en los que el autor tiene la amabilidad de señalizar a los Koban —policías de barrio— potencialmente peligrosos para el usuario de bicicleta. En el propio libro Chavouet muestra su colección de multas por aparcar las dos ruedas donde no debía, y también nos narra un curioso incidente en una de las comisarías. Además incluye el detalle de anotar las localizaciones del mapa con pequeños apuntes que van desde lo trivial y anecdótico a lo interesante para el turista. Y desde el comienzo de la lectura nos avisa que la lógica que guía a este paseo por la metrópolis no responde a nada más que a su día a día y a su humor. Son estos factores (visibles y palpables) los que justifican las ilustraciones, esos dibujos que a veces están inacabados porque la lluvia amenazaba o porque el objeto que servía de modelo había desaparecido del campo de visión. Lo más destacable es que el fabuloso uso del lápiz del francés convierte el callejeo en hermosas estampas con alma de dibujo animado y una técnica admirable. El Tokio de Chavouet, un Tokio construido con lápices de colores. Remata la faena la sólida edición de Sins Entido que hace que parezca como si cada página hubiese sido extraída directamente del cuaderno original.
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Señor Mardi-Gras Deceniza vol.1
Éric Liberge
001 Ediciones, 2011
128 páginas. 17 x 24 cms.
Rústica, Color
Cuando empecé a leer las primeras páginas de esta obra —publicada aquí hace un par de años, finalizada en Francia hace siete y ganadora de un Premio René Goscinny en Angulema— la primera referencia que me vino a la mente por el ambiente melancólico y su huesudo protagonista fue, inevitablemente, Tim Burton. Ampliada la historia y su universo visual unas páginas después, las siguientes referencias fueron los mundos delirantes de Jodorowski y el —salvando distancias, claro está— Moebius del blanco y negro con desiertos de arenas blancas, cielos profundamente negros y el despliegue de alguna monumental ciudad de fantasía, con un repunte fantasmagórico-fantástico entre lo gótico y lo modernista. Unas páginas más tarde aquello se había convertido en un festival rocambolesco de esqueletos andantes intentando organizarse en sociedad de una forma tan tragicómica que podría hacer fácilmente las delicias de Terry Gilliam o Jean Pierre Jeunet.
Solo llevaba leídas 25 páginas de 125. Así que decidí que, con tanta referencia flotante, el autor —del que no había leído nada hasta el momento— ya había conseguido construir su universo único y personal. Y sumergirme en él, por lo que logré completar y disfrutar su lectura esquivando la frecuente deformación profesional que a veces nos asalta a los reseñadores de buscar símiles autorales por todas las esquinas de una historieta.
Señor Mardi-Gras de Ceniza es una fábula épica y fantástica construida sobre la incognoscible respuesta a la gran pregunta: adónde va el ser humano cuando muere. Según el inicio del relato, de este no quedan más que los huesos —la parte más resistente de su cuerpo— y acaba en un lugar, un desconocido paraje de noche constante en el que va a morar para el resto de la eternidad o mientras le aguante el esqueleto. El protagonista —que da nombre al tebeo— no tardará en encontrarse con todos los difuntos que han llegado allí antes que él y que, en un amago de organización social no muy original les ha dado por reproducir, de nuevo, como en vida, instituciones civiles y religiosas para gestionar la ingente cantidad de fallecidos y tratar de darles una explicación a semejante broma de vida después de la muerte. Esta es una sociedad que también se las ha ingeniado para recuperar pequeños placeres —una gastronomía digamos altamente exótica y un cine basado en los recuerdos de los fallecidos— para tratar de olvidar u obviar el purgatorio presente. Deceniza, de carácter contestatario e inconformista, causará revuelos en la necrópolis, generará interés en los estamentos superiores y facciones secretas del lugar, que le tienen por un activo valioso de cara a desvelar el misterio del mundo debido a su profesión en vida —cartógrafo—; y se verá embarcado en una búsqueda por recuperar un artefacto sobrenatural preciadísimo: su propia alma. Toda una señora historia.
Éric Liberge se inventa una excelente ambientación inframundesca con el uso inteligente de muy pocos colores —blanco, negro, cobre, muchos grises y algún otro color muy puntual— e ingeniosos efectos de salpicado en negativo para los fondos. También despliega ideas creativas para el dibujo caracterizado de los personajes: el autor se deja la mano dibujando miríadas de esqueletos exactamente iguales, distinguiéndolos a través de pequeños detalles como el rechapado con metales que estos hacen sobre su osamenta. Y realmente consigue construir un mundo de fantasía crepuscular con la firma de la imaginación visual de la bd francesa. Pero no estamos ante una fábula escapista, sino todo lo contrario. Ante nuestros ojos se reproduce la pesadilla-broma kafkiana definitiva: después de muertos tenemos que seguir soportando a burócratas haciéndonos rellenar formularios, a sacerdotes diciéndonos en qué tenemos que creer y, en definitiva, a instituciones, facciones y grupos variados tratando de dirigir nuestras vidas para sus propios beneficios. Más o menos como en el mundo real presente, solo que hasta el fin de los tiempos. Lo que inevitablemente no dejará de tocar la fibra al lector.
A este primer volumen, que contiene dos de los cuatro primeros libros franceses, lo único que le puedo reprochar es lo poco lúcido de su edición española —un poco pequeña para mi gusto— porque por todo lo demás ha sido un disfrute —y un descubrimiento— de tebeo en toda regla.
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Tinta de Guatiné
Varios Autores
Libros de autoengaño, 2013
32 págs. 14 x 21 cm
Color
El día a día del dibujante de tebeos en una página. Esta es la propuesta de una recién nacida editorial que abre fuego en su rama de fotonovela-cómic con un pequeño librito en el que han participado hasta 27 autores para dejar constancia ilustrada de los trasuntos del quehacer cotidiano del historietista. El torrente temático ha sido tan variado como los estilos gráficos de cada uno de ellos, que han optado por historias que usan desde una sola viñeta hasta casi una veintena o ilustraciones a página entera, con composiciones ingeniosas y opciones de diseño gráfico. Allí se han expresado la ilusión o la fantasía de un futuro brillante, la desesperación ante la idea que no surge, la cíclica jornada laboral eterna que va de la cama a la mesa de dibujo, las interrupciones de los deberes familiares y paternales y los cantos de sirena de las distracciones que invitan a la procrastinación. Cada uno de ellos ha dado voz a su experiencia personal con originalidad y bastante humor. El libro es una buena muestra de autores, algunos ya conocidos y otros que se darán a conocer muy en breve. Un vistazo a lo que ofrece y puede ofrecer nuestro panorama del cómic.
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Angulema 2013
Para finalizar, os dejamos con el palmarés de Angulema de este año, que contiene obras publicadas en nuestro país y que os invitamos a leer.
-Gran premio de la ciudad de Angulema:
Willem.
-Premio especial 40º Aniversario:
Akira Toriyama.
-Premio al mejor álbum:
Quai d’Dorsay 2. Crónicas diplomáticas, de Abel Lanzac y Christophe Blain (editado en España por Norma Editorial)
-Premio del público:
Tu mourras moins bête 2, de Marion Montaigne.
-Premio especial del jurado:
Le nao de Brown, de Glyn Dillon.
-Premio a la serie:
Aama 2. La multitud invisible, de Frederik Peeters (editado en España por Astiberri).
-Premio revelación:
Automne, de Jon McNaught.
-Premio patrimonio:
Krazy Kat 1, de George Herriman (editada en España por varios editores).
-Premio polar (premio al género en novela negra):
Castilla drive, de Anthony Pastor (editado en España por Ediciones La Cúpula).
-Premio juventud:
Les Légendaires 1. Origines, de Patrick Sobral
-Premio al cómic alternativo:
Dopututto Max, de Misma Editions.
Gracias por las recomendaciones. «Tokyo Sanpo» y «Azul y pálido» caen seguro.