Como un tañido de sombras bajo la luz de un tren. Un acceso de melancolía en medio del frenesí, de la vida rápida y turbocalórica. Pensabas que eras feliz y entonces viste El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007), y se te removieron músculos de tu estómago que ni siquiera sabías que existían. De acuerdo: es una película larga y engolada, a lo mejor hasta pretenciosa. Es cierto que querer ser genial en cada plano, en cada centímetro de partitura, es un espanto para el espectador y el oyente. Pero la película de Andrew Dominik y la música de Nick Cave y Warren Ellis no son exactamente eso. El aspecto esmerado, el empeño sibarita de sus autores, no debe desmerecer una realidad más importante: es una película notable con una banda sonora aún mejor, una maravilla musical nostálgica y folklórica —al menos en sentido ecléctico—, plasmación superdotada de esa cosa tan manida del western crepuscular. Justo cuando los sinfonismos parecían muertos a manos de la épica de pirotecnia, cuando la canción de cine llena realities para televisión e informativos deportivos y cuando Thomas Newman, Hans Zimmer y Alexandre Desplat amenazan con musicarlo todo. Justo entonces llega el folk mínimo para salvarse de la quema de las bandas sonoras sin voluntad de permanecer.
Un piano y un buen juego de cuerdas lo hacen casi todo. El bajo telúrico y los violines aportan las texturas y el color, un juego de sombras y luces y ausencias y presencias líricas que impulsan toda la música hacia las coordenadas de la historia, la de una América decimonónica temerosa más allá de la leyenda impresa, del mito de los periódicos y las novelillas de aventuras. Una guitarra, un bouzouki y una mandolina ocasional acaban de dotar al sonido de un sentimiento étnico y radical, de un carácter evocador que hace a la música levitar por encima de los bandidos, de su velada necesidad de amor.
Robert Ford es un fulano y un cobarde. Pajillero y lector, estar a 50 metros de alguno de los hermanos James hace que le tiemblen las rodillas como si las hubiera metido en un congelador. No obstante, es ambicioso. Él imagina. Se imagina a sí mismo pretendiendo, consiguiendo grandes cosas. Embarcarse en la banda de los James es claramente lo más emocionante que le ha ocurrido en la vida, la irreal culminación platónica de una existencia contemplativa y no de acción. Tanto es así que se emborrachará de su personaje y terminará por asesinar a Jesse James, por exigencia de guión, deuda miserable de caballero y forma grandiosa de atornillarse a la historia.
La banda sonora arranca con Rather Lovely Thing, que es una bienvenida franca y directa. El tema nos mete de lleno en las almas agujereadas de los pistoleros. Si a los 30 segundos ya no estás prendado de la música, probablemente no vale la pena seguir. Folk otoñal cala los oídos. Queda a las claras que no estamos ante una banda sonora de perfil bajo, ni ante una música destinada simplemente a rellenar los huecos que las imágenes no saben o no quieren colmar. Esto es lirismo por babor y estribor en clara sinergia con los ojos. Moving on es el siguiente tema y cambia un poco el tercio, haciendo las veces de canción de movimiento diegético, o como si dijéramos, música incidental en sentido libre para impulsar la narración y enlazar secuencias. Por su parte, los siguientes dos temas son otra vez temas-emblema más que temas de engranaje. Song for Jesse es una hipnótica pieza breve, una suerte de suspensión onírica tañida de sonidos brillantes —con una especie de xilófono, o probablemente un glockenspiel—. Será uno de los temas más repetidos en todo el largometraje, a modo de leitmotiv, como ocurre con Falling, quizá la composición más redonda, más icónica y sobre todo más representativa de toda la banda sonora: un piano repitiendo una secuencia muy sencilla de notas mientras varias líneas de cuerda —violas y violines— se van entrelazando, apareciendo y desapareciendo, atenuando o acentuando su presencia.
“Realmente hicimos la música antes de que se terminara la película. Estábamos deseando ponernos con ello (…) Grabamos veinte piezas y se las mandamos a Andrew [Dominik], y lo principal de la banda sonora salió de ahí; lo grabamos todo en una sola sesión en Brighton”. Cave y Ellis funcionan porque llevan muchos años llevando a cabo proyectos juntos. Ambos músicos se asociaron de entre los muchos componentes de The Bad Seeds para formar Grinderman, un grupo que sería la semilla creadora de varias bandas sonoras para cine, de un trío paralelo e incluso de colaboraciones para teatro y ópera. Ambos, australianos de cepa, firmarían los scores de La propuesta (2005) y La carretera (2009), ambas de su amigo John Hillcoat, además de la consabida película de Dominik de 2007, unánimemente el mejor trabajo de todos. La foto de ambos es conocida. Cave luce su frente despejada y su pelo largo característico, los ojos azules y ya casi nunca el bigote. Ellis por el contrario es barbudo, va frecuentemente rapado y siempre lleva gesto de vagabundo. Forman un matrimonio asiduo, de continuas inquietudes cinéfilas y que no necesita presentación alguna en el mundo de la música.
En adelante, nuestra banda sonora mostrará toda su variedad y toda su altura. Surgen temas menos trascendentes como Cowgirl o Carnival, decididamente sureños y castizos, pero también piezas típicamente dramáticas para cine como The Money Train, la remozada Another Rather Lovely Thing o What Happens Next. Son, seguramente, los temas de más apoyo a la acción y menos lucimiento compositor. Para eso ya están las piezas que se guardan destinados a lo mejor de la historia: What Must Be Done —que repite el patrón minimalista del piano y las cuerdas, y que se reserva para el momento álgido de la película—, Destinated For Great Things, con idéntica desnudez instrumental, y mención aparte para Last Ride Back To KC, larga, tensa y convenientemente dilatada, apenas un diálogo entre una nota de viola y las pinceladas de cuerda menor. Cerrarán el tracklist Counting The Stars, pieza mínima con sabor a epílogo, y la postrera Song For Bob, agridulce dedicatoria de seis minutos al gran personaje del film, que resume bien todo lo ofrecido. Por el camino hemos visto vaqueros con más miedo del que les gustaría confesar y mucha música ensimismada. En realidad, es un score sencillo y de una única dirección lírica, pero realmente original y musicalmente delicioso.
Al fin, tan presente quiso estar Nick Cave en la producción de la obra que hasta realizó un cameo, cantando como un trovador de saloon la famosa Balada de Jesse James cuando este ya ha muerto. Sin embargo, pese a que la escena es una de las favoritas del público, sobre todo de los amantes de Cave, él no se muestra tan satisfecho: “No mejoró mi autoestima como actor precisamente. Solo tenía una línea, que se suponía que decía: ‘¡No quiero molestarte, chico!’ Algo así. Practiqué mi diálogo durante tres meses con todos los acentos que se me ocurrieron. Y en el ensayo canté la canción y todo el mundo parecía encantado. E hice mi línea de texto, pero inmediatamente Andrew [Dominik] se echó a reír y dijo: ‘¿Hay algún extra que pueda decir su frase?’ Así que me la quitaron, lo cual me recordó que no debería actuar nunca más”.
La aparición de Cave trae a la memoria un precedente irresistible: el divertido cameo de Bob Dylan en la película de Sam Peckinpah Patt Garrett y Billy El Niño (1973) interpretando a un pistolero de poca monta. También compuso Dylan entonces la música de dicha película, aunque en sus escenas no saliera cantando precisamente. Mitos aparte, lo cierto es que el trabajo de Ellis y Cave solo consiguió, dólar arriba o abajo, un puñado discreto de nominaciones —que no premios— y un lugar pequeñito en el recuerdo de los cinéfilos que no se quedaron dormidos. Solitaria, lánguida e impresionista, pese a lo que pueda parecer, la banda sonora que les encargaron fue metódicamente contenida, como él mismo explica: “La música para Jesse James no es melancólica. Andrew [Dominik] fue muy estricto en la idea de que hiciéramos música neutral, que no manipulara. Él la mantuvo fría, dándole un uso pasivo a lo largo de la película. Y eso es genial. Estoy encantado con ello”. De acuerdo o no, la banda sonora de El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford es una pequeña rareza que reivindicar para sus amantes. No en vano, y puestos a decir, es probablemente la mejor partitura de cine de la última década, aunque esto es tan discutible como cualquier otra cosa. Baste la imagen dificilísima, proyectada en los oídos, de forajidos míticos temerosos ante el anonimato y la muerte. Como el tambor de un revólver lleno de sombras.
BSO en Spotify: Nick Cave y Warren Ellis para Jesse James y Robert Ford
La BSO me hipnotizó, Aún la escucho con regularidad. Me alegro de no ser el único en apreciarla.
Gracias
Para mí la de Trent Reznor y Atticus Ross para The Social Network, y la de Alberto Iglesias para Tinker Taylor Soldier Spy son superiores en riqueza e innovación. Para gustos, colores.
Para el que la quiera oir http://www.youtube.com/watch?v=90eCWHvIkOo&list=PL5C10E5F7235A9C7F
Hay algo extraño en esa película. La vi ya hace unos años pero todavía conservo ese sentimiento de melancolía que empapa todo el metraje (por muy extenso que fuera). La BSO jugó un papel principal, es evidente, y me alegra que me la hayas recordado. Curiosamente escribí hace unos días para el blog de Estéticas de mi clase de Hª del Arte un artículo sobre la importancia de la música en las últimas películas de Malick. Por si interesa… http://ideasesteticas.wordpress.com/2013/03/14/terrence-malick-y-la-musica/
Cave está sobrevalorado.
Cuestión de gustos. A mi me gusta desde su comienzo con los Bad Seeds, allá por 1983 . No soy fan fatal de Nick Cave, pero, por ejemplo, su último disco es muy bueno. Salud
Vaya, es la única banda sonora que he de oír cada cierto tiempo. Me alegra saber que personas también consideran que se trata de una pequeña joya
Puedo nombrar 100 artistas que están sobrevalorados y ciertamente, ni Cave ni Ellis lo están…No es casualidad que de 10 veces que pongo la BSO de El asesinato de Jessee James o The Propositon en la tienda en la que trabajo, 6 salgan con el disco. Y no son precisamente ni jóvenes ni hipsters los que se lo llevan. Por algo será.
Me alegra saber que hay más gente que aprecia esa maravillosa banda sonora y por supuesto también a ese duo de músicos tan creativos.
Sacaron una versión con bonus, y venía esta perla:
http://www.youtube.com/watch?v=yJQNAZ0enx0
Simplemente bella.
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