“Nosotros buscábamos este local, teníamos claro que necesitábamos uno muy amplio para todas las actividades que queríamos desarrollar en torno a la librería. Buscamos en el centro… pero es que los precios eran prohibitivos. Así, que acabamos en este barrio: 50.000 habitantes y ninguna librería.”
Estamos con Carolina y Ciro, dueños y regentes de El Pequeño Teatro de los Libros, probablemente la experiencia de negocio más arriesgada de las que hemos tenido la suerte de visitar, “Un espacio diferente en la calle Silvestre Pérez 21, en el barrio de Las Fuentes de Zaragoza, a 15 minutos del centro”. La majestuosidad del local es por descontado su seña de identidad más inmediata; techos a una altura de cuatro metros y medio, un tragaluz enorme que proporciona luz natural; la descomunal mesa sobre la que se ha bailado, se han celebrado conciertos, presentaciones, tertulias; pesadas cortinas de terciopelo rojo presentando y arropando a los libros, genuinos protagonistas de todas y cada una de las funciones que allí se representan.
“Como nos movemos mucho viene gente de toda Zaragoza, no sólo de aquí del barrio”, explica Carolina. Iba, en principio, a ser un Coffee Book. Al menos, lo intentaron: “La persona que nos atendió en el ayuntamiento cuando fuimos a tramitar la licencia no lo entendió: o librería o café”. Y se quedaron con la librería, claro.
Hace ya 5 años que abrieron. Cuando volvió ella de Escocia ―se fue al terminar magisterio; había también estado estudiando idiomas―, «enamorada de las librerías, sobre todo de las de Edimburgo, que es donde yo vivía, sitios en los parecía que iba a salir de pronto y de no se sabe dónde un duende, llenos de magia, muy acogedores, de los que invitan a la reflexión, a la compañía», encontró trabajo en la librería Siglo XXI, donde ya estaba trabajando Ciro. Fue cuando comenzó su amistad, aun cuando se conocían desde niños. Él llevaba trabajando en el sector desde que acabara Biblioteconomía y Documentación, “se las sabe todas, conoce todos los aspectos de libro, tiene mucha experiencia”. Le contaba a Carolina sobre librerías en Barcelona muy diferentes a las que había en Zaragoza, lugares de encuentro, de intercambio. Y así nació el proyecto, hablando ambos de la librería que les gustaría tener, a la que les gustaría ir. Ciro comenzó a dibujarla en cualquier parte, incluso en servilletas que encontraba en lo bares; era así como hablaba de la que sería su librería: con dibujos, “aún están por ahí los bocetos, todos los muebles los diseñó él, se ponía a dibujar donde fuera”.
Crearon entonces El pequeño teatro de los libros, un espacio con personalidad propia, un lugar capaz de atraer y generar contenidos sin que su ubicación, alejada de circuitos más obvios para este tipo de empresas, haya podido impedirlo. “Queremos conseguir que el ir a la librería sea algo tan cotidiano como el ir a por el pan o a por la leche para la gente de Las Fuentes”, continúa Carol, “que los chiquillos recuerden que iban al Cuentacuentos como algo tan normal como cuando les llevaban a hacer la compra”. Y es así como el barrio les ha acogido como su librería, les son fieles. Pasan por allí los abuelos, «quieren que sus nietos tengan lo que ellos no han podido tener y disfrutar. Vienen los sábados por la mañana: «¿Tenéis algo estar tarde para los niños?»». Lo cuenta muy satisfecha; le gusta y cree en lo que están haciendo; es una de esas personas tipo fuerza de la naturaleza. Lo que esta mujer no sea capaz de llevar a cabo es que es, sencillamente, irrealizable. «Tenemos también Cuentacuentos para adultos, recitales de poesía. Hay un mago que hace un espectáculo de magia con álbumes ilustrados al que tenemos que traer, claro que sí.»
Será Ciro quien en esta ocasión sea el encargado de recomendarnos un libro (de una editorial zaragozana muy interesante, Contraseña; lo dejamos aquí anotado), Por qué me comí a mi padre, «la prehistoria contada por los Monty Python, personajes actuales llevados a aquella época; te ríes muchísimo, está muy bien».
Encajan ambos a la perfección; es pensando en esto como salimos por la puerta, tal cual si se tratara de uno de los puzzles que encargara hacer Bartlebooth a Gaspar Winckler: Carolina es una mujer de carácter, extrovertida, de raza; Ciro, por el contrario, es reflexivo, se toma su tiempo, espera a encontrar su hueco para hablar. «El librero es él, es el que realmente sabe de esto; lleva más de 15 años trabajando en librerías.» Se encontraron cuando y con quien tenían que encontrarse; un engranaje perfecto.
Fotografía: Jesús Llaría
La próxima vez que bajemos a Zaragoza pasaremos por allí SI O SI.
Somos muy fans del Pequeño teatro :)
Un abrazo enorme desde Barcelona, compañeros
Gracias Consuelo, te digo lo mismo, Pequod Llibres será la primera librería a visitar en Barcelona.
Un abrazo
Hola buenas tardes,
también la librería Literanta, de Palma de Mallorca, con su espacio para cafés y las múltiples actividades que organizan, creo que merece justamente la calificación de Librería con Encanto. Y espectaculares las citas quijotescas de sus paredes…
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