Decía el maestro taoísta acerca del proceso de crecimiento espiritual: “cuando sientas que estás al borde del precipicio, salta”. Naturalmente se trata una metáfora —no estaba invitando a sus discípulos a lanzarse por un acantilado— para expresar que hay pasos difíciles que un hombre debe atreverse a dar en su vida para conocer nuevos territorios en los que su alma se expanda. Valiosa lección. Hay que ponerla en práctica. Así que este año, por fin, decidí ver completa la gala de los premios Goya.
Sí, nunca la había visto en su totalidad, más allá de algún resumen de los highlights de la noche. Y fue toda una experiencia. Manifestábase todo tan entrañablemente patrio… inmediatamente me vino a la mente el concepto Goyiwood como sinécdoque de la cultura española. Abogando por la brevedad, podríamos decir que si en Bollywood todo el mundo baila sin motivo aparente, en Goyiwood se hacen chistes malos de manera indiscriminada. Pero es esto una limitadora reducción; hubo más, mucho más. Nuestros oscarcitos nacionales tienen su encanto, lo admito. Estuve muy entretenido. Quizá más por la novedad en sí que por la capacidad de generar divertimento de la propia gala, pero todo sea bienvenido en una fría noche de febreresco domingo.
Quizá me falla la memoria, es bastante posible, pero recuerdo que hace ya unos cuantos años en el cine español parecía imperar una especie de orgullo provinciano por el mero hecho diferencial de ser quienes éramos, tan de platito de aceitunas, tan poco glamourosos. Un pundonor de segunda división en plan “nosotros no somos Hollywood ni falta que hace” que parecía alimentarse de la idea subyacente de que el cine patrio era profundo y artístico y muy alejado de la superficialidad plastificada de la industria estadounidense. Naturalmente, la creación de los premios Goya terminó con todo eso. Hoy se trata de imitar a Hollywood como se puede (no lo censuro, de hecho en principio me parece lo más razonable) pero la clave del asunto está en el “como se puede”. 27 ediciones después ya he comprobado que los premios Goya continúan siendo muy españoles, en el fondo y —a su pesar, supongo— en la forma. La ceremonia de reparto de bustos de un pintor del siglo XVIII.
Estas son mis impresiones básicas de la gala. Disculpen la inocencia de mis opiniones a vuelapluma, desgranadas con el infantil atrevimiento de un neófito desconectado del mundillo que lo contempla todo con ojos cándidos. Considérenlo las ingenuas reflexiones de un espectador anónimo cualquiera, que es lo que soy, como ustedes mismos. Sin ánimo de sentar cátedra. No es más que mi visión de la ceremonia mayor de Goyiwood.
Goya a la mejor presentadora actual de los Goya, para Eva Hache: Y eso que no empezó del todo mal. Durante unos instantes pareció que iba a despachar la gala con una especie de versión suave del rejoneo a lo Ricky Gervais (salvando las distancias, se entiende). Pero no duró. Sorprendióme que cuando la cosa prometía, finalmente el reparto de obleas terminase en amago. Me da por suponer que en Goyiwood se conocen todos demasiado como para permitirse el lujo de destriparse mutuamente —en público— y en España lo de ejercer como enfant terrible ha de estar patrocinado por algún bando/medio/lobby, con lo cual resulta que no existen los enfants terribles de verdad. Por seguir con el ejemplo, Gervais es un británico de familia obrera que ya se había forrado con la versión estadounidense de The Office y no necesita hacerle la pelota a nadie para asegurarse la paella de los domingos, así que la opinión que el star system americano tenga sobre él se la trae bastante al fuelle. El que el cool más uncool de Hollywood, Robert Downey Jr., se haya construido una imagen de “mirad nenas lo mucho que he vivido” y sin embargo no pueda encajar un dardo en torno a sus periodos vacacionales en clínicas de desintoxicación, no hace más que reforzar la necesidad de que haya gente como Gervais, capaz de cachondearse abiertamente de sus compañeros de profesión más de moda. Muchos estadounidenses de a pie, de hecho, aplaudieron la percusión escrotal de Gervais, hartos de ver cómo en los medios se le baila el agua al pijerío hollywoodiense, casi como si perteneciesen a otra especie con la que uno no puede meterse. Si Eva Hache hubiese optado por destripar a diestro y siniestro (y no solamente a diestro) podría haberse convertido en la heroína del españolito medio de un modo con el que la afectada Beatriz Talegón —desde esta semana, la mejor amiga del hostelero— no se hubiese atrevido a soñar, pero la presentadora de los Goya se limitó a unos tímidos y enguantados golpes al gobierno, diana fácil, además de soltar una referencia más bien poco elegante a la boca de Maribel Verdú (que la susodicha escuchó con comprensible asombro). Eso sí, la referencia a Naomi Watts y los anuncios de grandes almacenes estuvo bien traída. Sin embargo, después volvió a ser la Eva Hache de costumbre, con sus “ehhh” y sus “nononono” cuando se le demoraba en venir una frase cómica que, cuando llegaba, bien podría no haber venido y nos hubiésemos quedado igual.
Mi sugerencia: Siempre he defendido que las personas indicadas para presentar este tipo de gala son Antonio Recio —mayorista, no limpia pescado— acompañado con la perfecta sideshow y azafata, Carmen de Mairena. Funcionaría. Ya lo creo que funcionaría. Lo digo en serio.
La alfombra roja: Aunque no hubo una alfombra roja como tal, o la que hay es muy cortita. Las estrellas de turno descienden de un coche y caminan un brevísimo trayecto hasta la entrada mientras un puñado de curiosos (o como diría Ramoncín, desocupaos) gritan originalísimas consignas del estilo de “¡guapo!” y “¡guapa!”. Después viene el photocall, patrocinado por Loterías y Apuestas del Estado —en realidad, la única institución pública que nuestros gobernantes se toman en serio—, en el que me divirtió particularmente una coordinadora de producción que iba y venía con aspecto nervioso (el funcionariado castrense que hay detrás de todo gran evento es un microcosmos digno de estudio, mucho más interesante y divertido que el de los actores) pero, salvo estos pequeños detalles, no hubo nada de particular.
Mi sugerencia: Que busquen un teatro con una buena explanada ante la entrada para que las estrellas se luzcan en un largo paseo,; que lo celebren por la tarde, todavía con sol; que repartan bocadillos y pegatinas, que permitan que el populacho pueda estrechar la mano de sus ídolos, que prendan fuego a una mascletà y que monten una feria flamenca cerca de la alfombra roja. Público autóctono y turistas extranjeros se unirían en un acontecimiento que probablemente alcanzaría mucha más repercusión internacional.
Los sobres: Era de prever más de una alusión al pirateo de billetes que sucede en los partidos políticos, y más tratándose del Partido Popular, declarado enemigo de los actores que no se llamen Soraya Sáenz de Santamaría. Pero los comentarios sarcásticos que se vertieron en torno a dichos sobres utilizando los propios de la entrega de premios, resultaron tan inanes como, a veces, incomprensibles. Aún no he descubierto si aquel error con el premiado a mejor canción fue una chapuza del momento o una especie de happening reivindicativo del que lógicamente nadie entendió una palabra. Habría que decirles a quienes entregan los premios que los nominados —entre quienes los actores son minoría porque hay otras categorías de profesionales— probablemente tengan esa única oportunidad de asistir al evento y conocer la gloria, que sus familiares y amigos lo estarán grabando en vídeo y que en su particular posteridad quedará registrado el momento en que recogieron su premio con cara de circunstancias tras haber contemplado un más que sonrojante numerito de confusión en torno a quién era realmente el premiado. Y todo por andarse con zarandajas y no decir lo que realmente pretendían decir y todos sabemos: que el gobierno está lleno de ladrones.
Mi sugerencia: Como supongo que resulta excesivo proponer que vuelvan las azafatas del Telecupón para asignar los premios mediante un sorteo de bolas, no se me ocurre nada demasiado complejo que decir excepto que abrir un sobre y que dentro esté el nombre del premiado y no de otro nominado no puede resultar tan difícil. Que lo hagan los niños de San Ildefonso, por ejemplo, ya que al parecer para nuestros intérpretes resulta una tarea intelectualmente demasiado sencilla y se nos distraen.
Premio especial Princesa Leia para Concha Velasco: Esto ni ha sido idea mía, sino de E.J. Rodríguez, quien me dijo literalmente que “Concha Velasco es la Carrie Fisher española”, y la verdad es que tengo que coincidir fervorosamente. Su recogida de un Goya honorífico con el que premiaban su larga carrera fue sencillamente espectacular, aunque de una manera más bien extraña. Primero, en cuanto subió al escenario, soltaba ruiditos de emoción verdaderamente enternecedores y llegué a imaginar la escena convencional y previsible de llantos y más llantos y agradecimientos entre pucheros mientras la mitad de los asistentes miraba con disimulo el reloj. Pero no, la cosa fue mucho más allá: Concha Velasco se embarcó en un inenarrable discurso-monólogo con anécdotas de esas que se cuentan en las bodas, recibido con respetuosa perplejidad. Evidentemente, en España esta mujer es una de las figuras más venerables en la profesión y se pudo permitir estas licencias, pero la verdad es que por momentos su perorata rayó lo surrealista. Eso sí, pudimos recordar lo muy guapita que era de joven.
Mi sugerencia: Concha Velasco ha de estar todos los años. Ha de soltar algún discurso conmemorativo con cualquier pretexto, a poder ser que resulte tan chocante como el de esta ceremonia. Si ha funcionado de maravilla con Carrie Fisher (aunque será difícil igualar las psicodélicas ocurrencias de la americana) no veo por qué nuestra Conchita Velasco iba a ser menos.
Apocalypse Now: Cuando ya me estaba acostumbrando al cariz agradablemente corralero del discurso de la Velasco, resultó que alguien había tenido la idea de homenajearla en forma de pequeño número musical. Que me parece bien, buena idea, siempre funciona. ¿El problema? De qué manera describirlo con certera expresión… digamos que desafinaban como máquinas de copiar llaves. Y la coreografía era de función de fin de curso. Andrea Duro estaba preciosa, de acuerdo, pero un musical interpretado por Eva Hache y Fernando Tejero (que ni siquiera era el que peor cantaba, con esto lo digo todo) tiene de musical lo que Michael J. Fox practicando con un Stradivarius. Este tipo de numeritos deberían interpretarlos gentes preparadas al efecto porque, aunque parezca mentira, en España hay mejores cantantes y bailarines que quienes hicieron el numerito (nunca mejor dicho) en la gala. Sufrí viéndolo. En serio.
Mi sugerencia: Lástima que Ligeti no haya vivido para ver este momento. Puestos a darle voz a gente que no conoce más escala que la de los mapas, propongo que unos cuantos actores españoles canten una de las piezas corales de Ligeti en la próxima edición. Será memorable.
Franceses: El cine español se nos da tan bien a los españoles que en uno de cada dos o tres premios aparecía un francés. Me parece bien, a fin de cuentas Hollywood fue lo que fue gracias al talento extranjero. Los franceses los tenemos ahí al lado, aprenden español rápidamente —aunque no se deshacen del acento ni con lejía— y provienen de una industria cinematográfica que mejora por momentos, así que sería absurdo negarles su cuota de premios. Mientras no nos invadan otra vez, todo perfecto.
Mi sugerencia: Parece que cuanto más francés hay, más mejores son nuestras películas, así que no tengo grandes sugerencias al respecto y concedo que lo mejor será seguir contando con ellos. Eso sí, al final habrá que trasladar las subvenciones al otro lado de los Pirineos.
Antonio Resines: Hubo alguien que me resumió a la perfección el personaje diciendo que “Resines tiene cara de cuñado”. Todo un logro taxonómico que ovacioné con entusiasmo. Ayer demostró que, además de la cara, tiene de cuñado las hechuras, pues hizo un sketch digno de tal posición en el esquema arbóreo de cualquier familia. Eso sí, yo esperaba más. Su antológico rap del año pasado fue el principal motivo por el que me decidí a ver esta edición de la gala, ¡estaba convencido de que este año nos deslumbraría con algo todavía más grande! Sin embargo, nos dejó a medias con un “me caigo” muy de marido de tu hermana en un banquete de bodas.
Mi sugerencia: Señores de la Academia, lo pido por favor, lo suplico de rodillas, nunca más pediré nada, lo juro, pero concédanme esto… que el año que viene Resines cante la parte central de Bohemian Rhapsody. Por favor. ¡¡Por favor!!
Candela Peña: Con toda seguridad —y descontando, loado sea, el show de la Velasco— fue el suyo el discurso más impactante de la noche. En su aceptación del premio básicamente depositó su cariño sobre la ascendencia materna de los gobernantes que han dispuesto retirar recursos de los servicios públicos. Lo personalizó en ella misma y en su familia, así que aunque ni siquiera alzó la voz, su cabreo se hizo transparente. También aireó sus desdichas laborales. Todo ello le ganó nuestras inmediatas simpatías. Eso sí, supongo que debido a que estaba de cuerpo presente —de alma, quién sabe— el ínclito ministro de cultura, se le escaparon algunas referencias idiomáticas (que me perdonen los amigos catalanes, pero ¡se ponen ustedes muy pesados con el asunto!) lo cual no impidió que su aceptación del Goya fuese la más redonda de la ceremonia.
Mi sugerencia: Que le concedan otro Goya por haber resumido el estado de la nación en dos frases.
La hora Chanante: El intermedio y/o/u alivio cómico de los integrantes de Muchachada Nui o como se llamen ahora, tuvo su gracia durante los primeros 30 segundos, aunque después mejoró considerablemente. Entre otras cosas porque servidor de ustedes le dio conveniente uso para levantarse a por una cerveza. Así pues, no puedo juzgar el sketch en su totalidad, pero supongo que estuvo entretenido a su manera.
Mi sugerencia: Más largo la próxima vez, por si he de bajar a la calle a por tabaco.
Wert: En favor del ministro de cultura podemos decir que acudió a la gala dispuesto a recibir y que por lo poco que le vimos, lo hizo con una deportiva sonrisa. Embarazada, pero sonrisa. Eso podemos decir en su favor, porque en su contra podríamos decir cientos de otras cosas. Pero hay que admitir que si encajar las pullas en una entrega de premios fuese todo lo que esperamos de un gobernante, el ministro Wert sería digno de nuestro apoyo electoral. Lástima que de un gobernante esperemos algo más. ¿Eh, Wert?
Mi sugerencia: No entiendo mucho de política, solamente sé que este señor es del Opus Dei, muy de derechas y se parece a Smeagol. Por ende, me da un poco de miedo. Cosas mías.
La frase de la noche: “Si hay dinero para los científicos, digo yo que también lo habrá para el cine”. Si el colectivo cinematográfico realmente quiere que tomemos en serio sus reivindicaciones, tiene que dejar de pronunciar estas burradas, o negarse a pronunciarlas cuando las leen en el guión, o abuchear cuando ven que alguien las pronuncia delante de ellos. Del cine se benefician los trabajadores y empresarios del gremio y los espectadores cuando lo ven y les hace felices, eso está claro. A todos nos encanta el cine. Pero de la ciencia se beneficia la humanidad en pleno. No lo digo yo, lo dicen los libros de historia.
Mi sugerencia: La industria del cine es tan respetable como cualquier otra y ni un ápice menos, pero hagan ustedes el favor de relativizarse un poco. Salvo que mientras ruedan alguna película encuentren la cura para el cáncer —entonces reevaluaremos su importancia en la sociedad— concedan ustedes generosamente que los científicos son más importantes.
José Sacristán: Seguramente su Goya era merecidísimo, qué duda cabe, pero durante su discurso tuve la sensación de estar asistiendo a una obra de teatro. Sé que muchos actores tienen un gran ego y que les resulta difícil comportarse con naturalidad en público, tan acostumbrados como están a eso, a actuar. Pero no hacía falta ponerse a recitar el Quijote para agradecer el premio. Me resultó mucho más entretenido el fascinante desvarío de Concha Velasco y conecté más con la llana franqueza de Candela Peña. Sacristán fue el polo opuesto, con esa solemnidad de cartoné que algunos actores van desarrollando con los años por motivos que me resultan un completo misterio, porque es que ni los Nobel se transforman así en almidón. Uno ve a Sacristán al lado de Michio Kaku o Neil deGrasse Tyson y parecería que el físico mundialmente reconocido es él, mientras los otros dos se dedican a vender merluza en el mercado. Y no es el único.
Mi sugerencia: Más alegría y naturalidad, hombre de Dios, que es una fiesta con premios y todo. Que tampoco hemos descubierto el bosón de Higgs.
Bienvenida Mr. Hache: Los insertos en forma de cortometraje paródico parecían el equivalente moderno de “visite nuestro ambigú”. Creo que el problema de los guionistas fue la falta de, con perdones, mala leche. Cuando los dos individuos más naturalmente graciosos de la noche —y porque no se pusieron a ello— fueron dos franceses (¡sorpresa!) que salieron a recoger un premio, va siendo hora de replantearse el modo de concebir los intermedios paródicos.
Mi sugerencia: En Goyiwood necesitan aprender a reírse de sí mismos. El humor autodespreciativo siempre ha funcionado bien, pero para eso hay que tomarse un poco menos en serio. Que alguien sea buen actor no significa necesariamente que tenga gracia. Eso sí, si se deja humillar un poco por el guión, entonces la hilaridad está asegurada.
Los cubanos: Aunque los europeos no nos consideren europeos y nosotros mismos tengamos nuestras dudas al respecto, lo cierto es que lo somos. Bien se percibió cuando un grupo de cubanos recibió un premio y nos aturdió con una explosión emotiva que a nuestros europeos ojos resultó poco menos que alienígena, aunque enternecedora. Además se despidieron con un lema memorable: “¡en Cuba tenemos poco pero hacemos mucho!”, actitud ejemplarizante que relativizó —por decirlo de manera suave— el asunto de las subvenciones al cine español.
Mi sugerencia: Hay que darle más premios a los cubanos. Estos tipos sí que lo saben agradecer. Hablando de alegría espontánea, ¿por qué no dejaron hablar a Massiel?
Ana Obregón: La sorpresa en la alineación de la noche. Todavía no entiendo muy bien qué hacía allí, pero por mucho que haya salido en El equipo A me costó ubicarla en el evento.
Mi sugerencia: No entiendo por qué Anita no puede soltar un discurso sobre biología. O todos, o ninguno. Y que vaya también Leonardo Dantés. Lo eché de menos en el número musical.
Glamour: No entiendo nada de vestidos pero hay algo en lo que sí podemos competir con Hollywood, y es el atractivo de nuestras actrices patrias. De los varones no sabría opinar, pero ellas estaban deslumbrantes. Blanca Suárez, Michelle Jenner, Macarena García, Aída Folch, María Valverde, María León, Adriana Ugarte, Dafne Fernández, o unas Belén Rueda y Aitana Sánchez Gijón que deben de dormir en una bañera de antioxidantes y que competían sin problemas con las más jovencitas. Seguro que me olvido de algunas, amén de las que no estuvieron presentes. En algo teníamos que ser Primer Mundo.
Mi sugerencia: Virgencita, que se queden como están.
Aquí algunas de mis impresiones, que no han de ser certeras, mas sinceras son. Mal que nos pese, la gala tiene una personalidad propia: confusiones de sobres, gente desafinando como en la matanza de San Martín, sketches transparentes, discursos ininteligibles, gente fumando como chimeneas en el backstage, la moqueta del teatro sin aspirar… esto es Goyiwood.
Para estar tan pelá de trabajo Candela Penya, podría haber mentado al que decidió contratarla, ya que, entre otras cosas de comer, gracias a él ha podido soltar su perorata a toa Epaña, y ganar un Goya, o un Gaya, o un Yoga, o lo que sea.
A Candela Peña, además de otro Goya, ex aequo con Maribel Verdú a «A Ver Quién La Suelta Más Grande», la deberían haber premiado con un buena manta zamorana y su peso en agua mineral «Vichy Catalan» (sin gas).
Lo de desafinar nos viene de tradición, no hay más que ver cualquiera de las ediciones de la «Telepasión» de TVE y se entiende todo.
Muy buena reflexión, para ser la primera.
“Si hay dinero para los científicos, digo yo que también lo habrá para el cine”. Me temo que no pillaste la ironía…
Buenísimo.
Al autor escribe que no le gustaron los chistes malos y al siguiente párrafo hace el chiste sobre los temblores de Michael J. Fox. Me parto.
Mi conclusión :: un sarao de amigotes q pagamos entre todos en el q se dedican a cortar cabezas, como bien dice usted, a diestro..
Un poquito de humildad si que les vendría bien. No sé por qué se creen el ombligo del mundo, cuando en realidad todos los españoles reniegan del cine español…
Sus opiniones tienen demasiado peso entre el «populacho» y están creando monstruos… q no van a ser capaces de controlar si algún día se desatan, o mejor dicho no van a querer controlar. (o más bien son de los q tiran la primera piedra y esconden después la mano… O de los q defienden el derecho a una vivienda digna y se manifiestan en contra de los desahucios y son la cara bonita de bancos y multinacionales. Por que sí, se puede ser rico y de izquierdas, pero no BIPOLAR).
Totalmente de acuerdo con su análisis, y con sus sugerencias, excepto con el punto en el q aprueba la actitud de la de repente gran víctima del sistema, Candela Peña. Demagogia pura y dura. Un papel digno del Goya al mejor guión de ficción. No creo q en ese momento estuviese representando a ningún españolito. No con ese premio en la mano.
Tú comentario si me parece populista , además de utilizar argumentos ‘de peso’ como no se puede ser ‘bipolar? ¿sabes que es ser bipolar? y no es lo que piensan la mayoría de quinceañeras que se llaman a sí mismas bipolar.
Yo veo bastante cine español, y bastante cine en general, por lo tanto puedo opinar con base, la mayoría de gente que ‘reniega’ del cine español no lo vé y tiene el atrevimiento de hablar, me parece bien todos ‘hablamos por hablar’ muchas veces pero otra cosa es que sea verdad. Podría hacer una lista de cosas que se dicen del cine español y serían siempre las mismas 10-15 ideas falseadas, desde el tema de la política, pasando por la Guerra Civil y un largo etc.
Candela Peña no representa a nadie, se representa a ella misma, y habla por su boca de SU experencia y nada más.También hablo con esa sinceridad en la gala de los Gaudí y también levanto polémica y curiosamente la misma prensa que hoy la crítica la ponía como si fuera una victima del la Catauña indenpendentista la semana pasada.
Yo que admiro a Candela como actriz y como persona por ese caracter visceral que tiene, no le doy una consideración especial, eso también es otro de los tópicos repetidos , por ejemplo ayer vuestro amigo Paco Marhuenda en LaSexta decía que mucha gente piensa que los actores son ‘intelectuales’ y yo me reía. Esta gente de la prensa sensacionalista de derechas los ataca porque es un blanco fácil y saben que sus hienas (sus espectadores) tienen entretenimiento, es más fácil meterse con Candela Peña que con Julio Iglesias que vive en el Caribe, no dice nada pero se lleva los millones de la Generalitat Valenciana por no hacer nada…
Si pusieramos la lupa, como hacen los medios de derechas a cualqueir sector tendríamos titulares para dar y regalar, y sobre todo dentro del mundo de los medios de comunicación que como decía Vigalondo politiza todo durante todos los días del año.
Por otra parte no entiendo que hace la gente viendo una gala de los Goya si no vé cine español, porque yo jamas vería la gala de Los 40 principales o la de los MTV, porque no me gusta la música que promocionan.
me gusta el cine español. por eso critico esa acticud endiosada q tienen ahora los actores españoles. Hay artistas grandísimos a los q puedo alagar su trabajo y criticar su constante incursión en la política.
No hablo de medios de comunicaciòn ni de actores corruptos. q haberlos, hailos. Y por mi trabajo conozco perfectamente sus trapicheos. Podríamos estar horas hablando de ellos y no acabar con la enorme lista.
pero lo q nos ocupa ahora es esa reunión de colegas del gremio q solo sirve para lamerse el culo unos a otros y poner verdes al q no les de pasta para seguir funcionando.
señores… quien quiera peces… q se moje el culo!
por cierto… sé lo q significa «bipolar», pero silo prefieres podemos cambiarlo por «cínicos» o «hipócritas» «oportunistas» «demagogos»… o un sin fin de sinónimos q les vendrìan al pelo
A veces estaría saber algo de quien escribe en Jot Down. Opiniones muy audaces, pero de alguien de quien no tenemos ninguna referencia para contrastar su posible autoridad en el tema sobre el que escribe.
Artículos muy largos de alguien que tiene la única autoridad de escribir aquí.
http://es.wikipedia.org/wiki/Argumento_ad_hominem
Sólo el hecho de decir que la parte de Muchachada está bien porque le sirvió para levantarse, permite poner en cuestión al autor.
Joder, para hacer una crítica mordaz de la gala de los Goya no creo que haga falta ser Orson Welles.
Desternillante artículo. Te ha faltado un tantarantán a la heroica Verdú.
Eso. que tal como está ahora no hay manera de hacer ataques ad hominem y no queda más remedio que fijarse en sus argumentos.
También me pregunto qué clase de autoridad hace falta para poder opinar sobre los Goya. Quizá una etiqueta de anís del mono.
Osea que le si las dice otra persona esas mismas opiniones, sin cambiar ni un ápice, pueden ser mejores o peores…
Pues sí, así es. Si lo dice alguien como Jordi Costa, o Rosa Belmonte, pues me vale más que la opinión de alguien de quien no puedes encontrar ningún artículo fuera de esta revista, que por otra parte es estupenda.
¿Wert es del Opus Dei?
No tenía ni idea.
Por lo visto, el autor tampoco, porque Wert no es del Opus Dei. Por qué el autor se ha tomado la ligereza de mencionarlo es algo que habrá que preguntaré a él.
Leyendo los comentarios parece poco aconsejable recibir goyas, entregar goyas, hacer números cómicos en los goyas, o simplemente opinar en un artículo sobre los goyas: fijo que sales trasquilado.
José Angel tiene razón, pero creo que esa es precisamente la tremenda insuficiencia de un medio tan grande como internet…simplemente escuchamos muchas opiniones…y que bien venidas sean…las muchas opiniones enriquecen, no empobrecen, una conversación…
Ana Obregón al menos salió en ‘El Equipo A’ y en ¡Ana y los siete’, que al cine son NADA. Pero… ¿Qué coño hacía allí el cateto de Enrique Cerezo? Ni idea.
Luego estaba Pilar Bardem, con su pegatinita a favor de la sanidad pública española, cuando su nieto nació en un lujoso hospital estadounidense del que reservaron una planta entera sólo para ellos.
Os dejo un buen resumen del artistilla español, cortesía de la siempre acertada Mafalda: http://www.youtube.com/watch?v=ENWfS62l3uM
Enrique Cerezo es productor, por ejemplo la próxima de Álex de la Iglesia la produce él. Y Ana Obregón a finales de los ochenta y primeros de noventa tuvo carrera dentro del cine español, salío en alguna peli como ‘La vida alegre’ de Colomo que fue un éxito en su día.
Pilar Bardem es Pilar Bardem, su nuera es su nuera. En todo caso ¿por qué no se puede reivindicar la sanidad pública aunque seas cliente de la sanidad privada? De hecho es recomendable que la gente que pueda vaya a la privada.
Cerezo es el propietario de los derechos del 80 % de las películas españolas.
Conclusion: Zapatero vuelve!!!
Estabamos igual de mal, pero por lo menos todos estos «artistas» estaban calladitos. Que pesaditos…
Otra gran mentira cuando estaba Zapatero también había críticas, ¿ o no recordáis la mal llamda Ley Sinde? ¿O las declaraciones de Bardem que no es socialista que digamos?
El año pasado gobernaba el pp y no hubo polémica.
El PP es el primer interesado en esto para ‘vengarse’ y para echar a los leones, a través de sus medios de comunicación al colectivo del cine.
Al igual que ver a Sergio Ramos dando un discurso político sería cuanto menos inapropiado, no veo por qué estos actores tienen que meterse en política, y si me van a dar un discurso de lo mal que está el país, que no me lo den en un vestido de Dior, y mientras estamos pagando una fiesta de 100.000€
Maravilloso articulo! Me has regalado unas buenas carcajadas en el tedioso viaje del trabajo a casa. Gracias !!!!
El chiste sobre Michael J. Fox está absolutamente de más y te deja a ti como el mismo tipo de español corralero que tanto critícas.
pues a mi me pareció una gran gala!! ya está bien de atacarles! que sí que ya sabemos que los Oscar son mejores y que el cine de USA es mejor… Snobs!!
Es verdad. Si juzgamos la gala como lo que realmente es, un espectáculo, estuvo entretenida, con algunos momentos (muy) divertidos. Al menos para mí, las tres horas y pico que duró no se me hicieron nada pesadas, todo lo contrario. Otra cosa es que nos parezca mejor o peor el ambiente reivindicativo que tuvo…
este articulo lo hace alguien de La RAZÓN???
Brillante.
Aunque desconozco si tiene la «autoridad necesaria» para escribir sobre este tema y asumiendo que me puedan tachar (justificadamente a veces) de snob, tengo que confesar que me he divertido mucho leyendo su artículo. Gracias, pues.
Permítame que utilice lo de Goyiwood a partir de ahora y, cobre todo, lo de «desafinar como máquinas de copiar llaves». Un logro. Aunque, ya puestos, yo pediría a la academia que por nada del mundo suprima esos números musicales que nos reconcilian con el valor y arrojo de la raza humana; el necesario para aguantar el número entero sin huir del escenario.
Por lo leído en los comentarios la frase que cantaba Celia Gámez, «tomar la vida en serio, es una tontería…», no tiene muchos seguidores. Bueno…
Ent odo caso repito: gracias y enhorabuena.
» lo que Michael J. Fox practicando con un Stradivarius» Esta putísima mierda de chiste te inhabilita para criticar la mayoría de lo que aconteció en la gala de los Goya.
Personalmente me cae bien la «gran familia del cine español» y siempre me resulta entrañable verlos a todos juntos una vez al año en esta parodia de los Oscars de función de fin de curso.
El artículo me ha gustado. Al menos el autor no se ha dedicado a menospreciar gratuitamente la gala, como suele hacer la mayoría amparándose en la autoría moral que les da tener un ordenador y un teclado.
Lástima que se perdió el número de los «Chanantes». El gag de Julián López pidiendo que la gala fuera más corta es lo más gracioso que he visto en mi vida en cualquier gala de cualquier premio habida y por haber.
Amén del chiste sobre M.J. Fox, el cierre del artículo y su tonito machista también tienen tela. Va a ser que es algo patrio eso de la caspa y no solo propio de la gala de los Goya.
Me pareció excesivamente larga…en realidad me dormí bastante antes de terminar. Ah, un Domingo es mal día. Hay gente, no toda la que sería deseable y saludable, que trabaja y madruga. ¿Por que no la hacen un sábado noche? España y sus eternos problemas con los absurdos horarios para todo (comidas, trabajos, deportes televisados,etc) La presentadora tuvo algún gag gracioso, pero otros muchos que no lo fueron.
Tienes razón
De acuerdo
Excesivamente larga y mal día para hacer la gala. Mejor el Sabado. Al día siguiente aún hay gente que tiene que madrugar para trabajar, colegios etc….y era Lunes. O bien hacerla mas corta (dos horas máximo y empezar a las 9 de la noche. Los malditos horarios españoles (comidas, trabajos, retransmisiones deportivas) son , para mi, una molestia. La presentadora no muy graciosa y lo de Candela Peña lo más emotivo (me pareció sincero) de la noche.
Muy sensato
Lo apoyo
Yo creo que estuvo muy bien los cortos eran geniales, nuestros actores y actrices reivindicaron y alzaron su voz, no es la primera vez que lo hacen y no será la última, Concha estuvo maravillosa, el Goya de Sacristán me pareció perfecto por que es verdad que aún no lo tenía, por que no le hace falta pero se lo dieron por que, hombre ya era hora…osea que bien.