Seamos sinceros: Django Unchained tiene de remake de Django lo mismo que Malditos bastardos de Aquel maldito tren blindado. O sea, nada. Y es que el cine de Tarantino siempre ha sido homenaje, responso o reproducción: no hay más que asomarse a la banda sonora de su nueva película para comprobar, ya sin asombro, la impudicia de un director capaz de reunir a Rick Ross y Ennio Morricone en un mismo soundtrack. En esta ocasión, el director de Pulp Fiction insiste en la explotación, y tras darle duro al macaroni combat y la ozploitation australiana en Malditos bastardos (2009) y Death Proof (2007) respectivamente, curiosea ahora con el spaghetti western —aunque él defiende que esto, más que «western», es un «southern»—, en una muy referencial aventura inspirada en uno de esos títulos de culto del que próximamente oirán hablar mucho: sirvan estas pequeñas líneas, así pues, para reivindicar ese oscuro primer Django del italiano Sergio Corbucci, una película a rescatar que bien merece este tipo de humildes recompensas (honestamente, una reedición en DVD de la peli en nuestro país no estaría de mas: la comercializada por la Filmax años ha es sencillamente ultrajante).
Cuando el aficionado al euro-western piensa en el Django original de 1966 —más allá de las incontables reencarnaciones del personaje, depredadísimo por obra y gracia de Mulargia, Garrone, Questi y media docena más de desvergonzados directores italianos, amen del hispano-argentino León Klimovsky, nuestra pequeña semi-aportación al hurto—, la imagen primera que recupera es la de Franco Nero al comienzo de la cinta, caminando harapiento entre el barro y arrastrando con dificultad un ataúd enlodado atado a una cuerda. Grabada en Madrid, con elegante fotografía de Enzo Barboni, la película de Corbucci sufre de los mismos tics de un género que habría de agotarse en breve (evidentemente, la famosa escena de la pelea de prostitutas en el barro no se puede ver sin algo de sofoco y vergüenza ajena), víctima de una prosperidad inesperada. Django, rodeado de los mejicanos más sádicos y las putas más feas, es aquí, no más, el gringo más valiente de toda la frontera… Sí, como otros spaghetti westerns de la época, la hora y media que dura Django es un cliché continuo: por eso nos sigue fascinando. Visualmente es casi narcótica. En el buen sentido de la palabra. Cosas de la nostalgia.
Película renegrida, casi tan mugrienta como la eternamente crepuscular Keoma (Enzo Castellari, 1975), macarrísima como pocas, Django se convertiría en una saga muy rentable, considerablemente aventajada por delante de otros solitarios y vengativos nombres propios de la época (Sartana, Sábata, Cuchillo, Ringo o el inefable Trinidad, amen de otros habituales en la programación vespertina de todas las televisiones autonómicas de España), un auténtico negocio usufructuado hasta el exceso en posteriores entregas de sesión doble, ya sin la desenvoltura de la entrega original. Para los más desocupados, apunten, entre otros títulos de improbable bautismo, cosas como Alambradas de violencia, Barro en los ojos y Prepárate la tumba, con el siempre chirriante Terence Hill dando mala vida a nuestro anti-héroe. Volviendo al primitivo Django, diremos que la responsabilidad del acierto es doble, y tiene dos nombres, los de Franco Nero y Sergio Corbucci.
De un lado, y gracias a Django, Franco Nero consiguió hacerse un nombre en el mundo del cine. De trabajar con jornaleros del exploit italiano como Damiani, Corbucci, Fulci o el infame Castellari, su nombre empezó a dejarse ver en producciones de renombre, dirigidas por Huston, Buñuel o Fassbinder (en aquella ful titulada Querelle). Del otro, el romano Sergio Corbucci, responsable de otras meritorias joyas del western mediterráneo, seguramente mejores que Django, como El gran silencio o la brutal Salario para matar —también con Franco Nero, amén de Jack Palance y la espectacular Giovanna Ralli—, ambas de 1968, y susceptibles de ser incluidas sin problemas en un hipotético top ten de spaghettis esenciales para cualquier aficionado al género que se estime tal. A su estreno, la crueldad de Django —en concreto la escena de la ametralladora— habría de repugnar al sector más fordiano del western, asustado ante tal despliegue de suciedad y violencia gratuita, en una demostración de poder tan vulgar como descarada, y reflejo perfecto de un tipo de cine lamentablemente ya periclitado, de secundarios esenciales —el argentino José Bódalo o el simpático gallego Eduardo Fajardo—, de compositores geniales como Luis Enriquez Bacalov y de mujeres fantásticas como la aquí muy ultrajada Loredana Nusciak. Un último e interesante apunte acerca de la supuesta violencia del film: de ayudante de dirección aquí estaba un veinteañero Ruggero Deodato, intuimos que amante del cine y de la carroña ya desde la pubescencia, y muy afín por lo que se ve a los presupuestos artísticos de Corbucci; de la muy debatida rudeza argumental de Django dice mucho el hecho de que en el guion no hay sheriffs, ni representantes de la ley. Solo hostilidad, básicamente.
Aquel 1966 fue un gran año para el género: además de Django, pasaron por nuestras carteleras títulos fundamentales de nuestro westerncomo Arizona Colt (Michele Lupo), El precio de un hombre (de uno de nuestros directores más reivindicables, el ceutí Eugenio Martín, aún vivo), El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone) o la muy política El halcón y la presa (Sergio Sollima). Género fronterizo y bastardo, excesivo hasta la arcada, los padres promotores del spaghetti western (los tres Sergios, Leone, Sollima y Corbucci) consiguieron algo iconográficamente extraordinario: que la representación inicial compartida por los aficionados al western ya no fuese Monument Valley o John Wayne, sino Almería o Clint Eastwood. Aquel que recuerde la famosa escena de la oreja en Reservoir Dogs y recupere ahora la peli de Corbucci, sabrá que hay mucha vida más allá del desencadenado Django de Tarantino. Esa vida tiene varios títulos: El día de la ira, Cara a cara, Tepepa o la mismísima Django, disfrutables películas a revisitar ahora con más convicción que nunca, sometidos como estaremos a la nueva gamberrada del director de Knoxville. Al fin y al cabo, y como reza el cartel promocional de la película, tanto en el Django de Tarantino como en el de Corbucci, en ambos casos la pronunciación es la misma: la “D” seguirá siendo muda, como la venganza.
Vale, sabes mucho de películas del oeste, pero vale la pena verla o no?
Iba a preguntar lo mismo.
No crea usted que sabe tanto el autor del artículo, Javier…
Es que el spaghetti western en España no es patrimonio de Don Carlos Aguilar, señor Ciruela… Hay más gente que quiere opinar, más allá de los círculos pro-Aguilar
No sé qué tal será «Django» pero sí sé que «Django Unchained» es la película de Tarantino más lenta, aburrida y con peores diálogos, excepción hecha de esa broma sin gracia que fue «Death Proof».
Tantas películas, tantos torrents y tan poco tiempo… *suspiro*
Hombre, José Bodalo era argentino como Miguel Bosé es panameño o Juan Carlos I es italiano: por accidente.
¡Lo ha clavado, Jeremías! ¿Cree usted que el Sr. José M. Gala lo ha dicho para provocar al personal…?
Lo dudo. Se me ocurren otras maneras de provocar al personal.
Me ha gustado el artículo, no entiendo tanta belicosidad. Cosas del internet, y del anonimato…
Una cascada de datos que no aportan nada, ni de la de 1966 ni de la actual. Por no hablar de poner al mismo nivel a Corbucci, Sollima y Leone, irreal.
Ademas: ¿si Leon Klimovsky era hispano-argentino, habiendo nacido en Argentina y viviendo en España, por qué José Bodalo es argentino, habiendo nacido en Argentina pero tambien viviendo en España? Otro error
Como que la D de Django es muda? Pocos idiomas debe haber aprendido el Sr. Gala.
Lo dicen en la peli…
A todo esto, si firma el Sr. Tarantino (un puto genio, pese a quién pese) seguro que vale la pena, y mucho, pasarse por taquilla. Uno cada vez lo hace menos, lo de ir al cine, pero esta peli promete desencadenar djangos… y emociones fuertes.-
Una pena que entre las «versiones» del ya mítico Django no se mencione la curiosa versión de Takashi Miike (en la que, por cierto, aparecía Quentin Tarantino como actor).
Un apunte, «Prepárate la tumba» es la traducción literal de Preparati la bara! (a.k.a. Viva Django), que en España se tituló «El Clan de los Ahorcados». Esta es la única (con permiso de «Django 2: el retorno del héroe») que puede considerarse continuación de la película original, además de ser la más fidedigna a la historia y al personaje de Corbucci. En Django 2 (rodada en el 85) participaría Franco Nero reinterpretando el papel que le dio un nombre en el mundo del cine, pero es preferible no tenerla en cuenta ya que tiene bastante más de Ramboexploitation que de Spaghetti Western.
PD: muy buenas las recomendaciones (se agradece especialmente que recuerdes a Eugenio Martin y su «El precio de un hombre», uno de los mejores western 100% españoles), aunque yo añadiría «Yo soy la revolución», «Cara a Cara» (también de Sollima y uno de los Spaghettis más reflexivos que hay), «De hombre a hombre», la poco conocida «Bandidos», «Los desesperados», «Agachate Maldito» y sobre todo «Hasta que llegó su hora» (ambas de Leone), que aunque no tiene esa cutrez innerente al género y no es necesario reivindicarla, siempre será una película a recomendar a cualquier hijo de vecino.
«Agáchate» lleva acento
Diálogos de “El precio de un hombre” aparecen en «Ode to Django» (The D Is Silent), de RZA, incluido en la B.S.O. del filme.
Pues una vez vista la versión Tarantiniana, he de decir que me ha parecido un truño.
La peli está bien, entiéndaseme, de hecho te genera una gran espectativa pero, lamentablemente, a la hora de desenlazar la trama, recurre a lo fácil. Sangre y más sangre. En ese momento desconecté y dejé de ver una historia para contemplar las extravagantes perversiones del director.
Una lástima porque podía haberle quedado una cosa bastante decente.
correción aqui:
(honestamente, una reedición en DVD de la peli en nuestro país no estaría de mas: la comercializada por la Filmax años ha es sencillamente ultrajante)
ha es
Es una buena película, un pastiche, eso sí, homenaje como todas las de este autor
Ya la he visto y objetivamente es peor que la anterior. La pena es que ahora se apuntarán a la moda del spaghetti western advenedizos como el autor de éste artículo
La he descubierto hace poco y como bien dice el autor del artículo, es mas película de lo que podría parecer. Me sigue gustando mas la de Tarantino, aunque le sobre la media hora final
Fantástico artículo, de hecho a Tarantino le gusta más el cine de Corbucci que el de Leone, como podemos comprobar en su última película
Gracias por el artículo, lo he disfrutado mucho. De Corbucci me quedo con Los Despiadados, para mi mejor que Django