A Louie la vida y la muerte le están desgastando. Mucho. Como a todos, por otra parte. La diferencia es que la mayoría disimulamos, y Louie, en cambio, no habla de otra cosa. Sin parar. Abiertamente. De frente. Apuntando a su roja y gorda cara primero, antes de empezar a disparar contra los demás. Y todos están en el punto de mira de su objetivo. Hombres, mujeres, niños, ancianos. Poderosos y misérrimos. Blancos, negros, judíos, afganos. De todo pelaje y condición.
Extrañamente, en tiempos tan cínicos y oscuros, Louie ilumina la pantalla desentrañando mentiras, cuestionando verdades idiotas y narrando experiencias ridículas. Esa es su obsesión, su motor. Y quien tiene una pasión tiene un tesoro.
En una entrevista declaró que, para él, la única y mejor opción a la que dedicarte en la vida es aprender. Y se dedica con ahínco. A través de la realidad, de la observación. Es cuestión de darse una vuelta, escuchar y hablar. Es un plan perfecto y no le importa ser el primero en poner las cartas sobre la mesa: sus prioridades son conocer la vida y explicarnos lo que va averiguando por el camino. Y vaya si lo hace, pero haciéndonos reír salvajemente. También nos obliga a pensar y, también, nos reconcilia, por un rato, con nosotros mismos y a raza humana. Después, hay que volver a empezar. Es lo que hay.
Louie se define como comedian, persona y hombre. Es un retrato minimalista en un orden exacto. Lo primero es lo primero. Gritar a los cuatro vientos tu identidad real —sin cuentos, sin fisuras— es el primer paso para convertirte en adulto. Y Louie solo trabaja para adultos: los que pueden mirar a la muerte de cara y se giran para reflexionar y actuar por el camino. El capitalismo, la corrección política, la religión, la obtusas relaciones entre los sexos, esto es, la estupidez en sus más celebradas manifestaciones, son la más fértil fuente de inspiración imaginable. “La gente tiene la ridícula opinión de que no deberían ser ofendidos. No sé de dónde han sacado esa idea”, afirma. Y como no sabe de dónde viene esa tonta presunción, simplemente la hace trizas para ver qué contiene dentro.
Una ironía: como en los cuentos más políticamente correctos, Louis C.K. ha triunfado con todas la de la ley. Eso sí: con sus propias armas. Para empezar, vende las entradas de sus giras como comedian por todo el país sin intermediarios, en su página web, y de eso vive. Y para acabar, es él mismo quien dirige, protagoniza, produce y edita —con su McBook— la serie Louie, en el canal FX. Sale barato y triunfa. Así que le dejan en paz. Y no se anda con miramientos. Lo que ves es lo que hay: “Louie soy yo con menos cabeza y peor suerte”, dice. La trama es simple: la deshilachada vida de un stand up comedian entre bolo y bolo, explicada a trazos. Y lo que ves son retazos de escenas cotidianas ridículas, hilarantes, desesperadas y casi conmovedoras. Al verlo exponerse así, piensas: algo así solo lo puede hacer un tío libre como el viento que ha decidido hacer lo quiere. Abrumadoramente extraordinario.
Hace ya más de 20 años que Louie decidió dejar el taller de coches donde trabajaba en Washington DC y darse una vuelta por New York, cuna —también— del stand up comedy más bronco y demoledor. Hijo de mejicano e irlandesa, vivió y creció —en castellano, por supuesto— en el México DF hasta los siete años. Pero ya hace mucho que es genuinamente neoyorquino. Ojo, del siglo XXI. La profundidad de su introspección podría recordar en algo a Woody Allen, pero estos son tiempos quizá demasiado oscuros para el del clarinete. Y, por poner otro ejemplo, a su lado Jerry Seinfield —otro protagonista de una serie sobre las andanzas de un stand up comedian en NY— parece, simple y llanamente, La Sirenita.
En el país que inventó el entretenimiento en masa como uno de los negocios más suculentos de la historia, siempre es fascinante comprobar la mesiánica fe de algunos a la stand up comedy como único ideario. Como Lenny Bruce, como George Carlin, como Andy Kauffman, casi podemos oír murmurar a Louie el mantra: “soy un comedian, y el chiste corrosivo es mi único credo (en este mundo de mierda)”. Louie es así, y porque cree, porque se entretiene y se divierte ante el devastador espectáculo de la vida, quizá en el fondo es un tío casi feliz. Y casi intuimos una agenda política y moral que, entre bambalinas, guía su trabajo. Como Aaron Sorkin con El Ala oeste de la casa Blanca, o The Newsroom, tal vez como David Simon en The Wire o Treme, quizá también Louie apuesta por la vía del entretenimiento en las pantallas como una de las más serias y finas herramientas de influencia masiva a la hora de transmitir valores sociales y democráticos. Quién sabe.
Otros comedians lo adoran. Jon Stewart bebe los vientos por él y salta como un adolescente nervioso en cuanto lo tiene delante. Se nota demasiado que quiere caerle bien y, en ese juego Stewart pierde toda su gracia. Y Louie —a quien, si le miras fijamente la cabeza, parece que casi le puedes notar el frenético movimiento de su enloquecido mecanismo cerebral vomitando chistes sobre el mismo Stewart— , en estas, se crece. Pero probablemente en el fondo es un hombre compasivo y no dice nada. Es un buen hombre.
Ha trabajado como guionista para Chris Rock, Conan O´brien, Dana Carvey o Letterman. La HBO canceló un show protagonizado por él —Lucky Louie— por sucio y cáustico. Poca broma. Ricky Gervais dice de él: “su honestidad es desarmante. Los dos tenemos en común que retamos al público a que conozcan qué sienten y cómo piensan en realidad sobre los más variados temas. La diferencia es que yo lo hago bajo un velo de ironía y me escondo tras un personaje. Louie no. Louie va de frente. Él dice: ‘esto es lo que pienso sobre esto y os voy a demostrar por qué tengo razón yo’. Es acojonante”.
Elegante, Louie, respectivamente, dice del inglés: “creo sinceramente que, con la serie The Office, Ricky ha creado algo que el mundo jamás podrá olvidar. ¡La serie es tan jodidamente humana! Si Dickens hubiera tenido oportunidad de verla, habría sentido tal envidia de su talento que seguro que hubiera dado una paliza a su fea esposa».
La enloquecida y bizarra psicología humana es su cáliz, y él está siempre despierto, desbordado de inspiración solo con echar un vistazo a su alrededor. Compara su trabajo con un boxeador. Al fin y al cabo se trata de un duro diálogo con la realidad, de dar y recibir golpes. No hay que olvidar que también son muchos los que le odian, especialmente en las filas más extremas del Partido Republicano y acólitos. Confiesa que sus humoristas preferidos son Bill Cosby, Steve Martin y George Carlin; “con ellos me dieron ganas de ser comediante”, dice. Bendita religión, la de la risa helada.
A este paso va a terminar usted convirtiéndose en una de las mujeres favoritas de servidor.
No esperaba menos del aclamadísimo autor de Mis mujeres favoritas, el galante López-Neyra.
Buen artículo. Aunque debo dejar un apunte. Creo que a partir del inicio o el intermedio de la 2a temporada la serie ya no se la edita él mismo. Entiendo que el hombre se habrá dado cuenta de que está consiguiendo su nicho de espectadores y que darle un toque más profesional y menos amateur a la serie,lo cual tampoco me parece mal. Y quiero comentar que lo de este hombre es raro porque no va de cómico
tontorrón (aunque se ve que los respeta,si no de qué esa loa a Steve Martin xD) pero tampoco de ultranihilista encabronao y satiríco en plan cómico
judío. El resultado es que allí no le ve ni Peter (¡aun saliendo en la Fox!) y tiene unas audiencias por las que en España le habrían cancelado en 2 tardes. Pero luego le dan um Emmy al mejor guion por un capitulo que aunque para mi es cachondo no deja de ser un chiste de 20 minutos que no mejora a otros de la temporada. This is USA. Long live to Louie. Por cierto,esta es una de las pocas veces que me apunto a la moda de recomendar ver la serie en VOS porque el vocabulario es sencillo y las voces son la monda.
Louis CK es genial, pero este artículo no le hace ningún favor: entre lo mal escrito («serie jodidamente humana», «enloquecida y bizarra psicología», «comediante»…), los tópicos y lugares comunes y las odiosas comparaciones (lo de que Seinfeld parece la Sirenita a su lado parece escrito por uno de esos fanboys de 15 años que necesitan despreciar a otros para enaltecer a sus ídolos)… En fin, muy poca cosa, la verdad.
Totalmente de acuerdo. Despreciar así a Jerry Seinfeld (quien, no lo olvidemos, estuvo en antena durante NUEVE años) está fuera de lugar.
Harvey, es que SOY un fanboy de 15 años. No creo que pase nada, no? Noto un tono condescendiente, típico de mayor amargado y no me gusta. O es que hay que se mayor de edad para escribir en esta contemporary culture mag?
-a ver: jodidamente humano. «Fucking human», in english, dice Louie. En tu círculo no sé, pero en el diccionario juvenil de la calle hace mucho que ya se usa»jodidamente» de forma regular. «Esta pizza está jodidamente buena», por ejemplo.
-a ver: lo siento, pero con 15 años ya he averiguado que la psicología humana es de lo más bizarro y enloquecido que ha parido dios (y me quedo corto en adjetivos, me temo) y eso dificulta infinitamente el engorroso trabajo de vivir.
-a ver: Jerry Seinfield. No lo desprecio. Me gusta mucho, y no se me escapa que es un tipo brillantísimo y un figurón en la profesión, con descacharrantes apariciones en la serie de su ex colega Larry David, Curb your enthusiasm (otra maravilla televisiva), en SNL y donde quieras. Pero para los más jóvenes, crecidos al calor de este sombrío siglo XXI, Jerry Seinfield (la serie), tiene unos guiones inocentísimos, limpios y blancos, que nos retrotraen a un mundo que, simplemente, desconocemos. Lo que no le resta calidad y carcajadas, al contrario: es parte de su encanto.
A ver: Jerry Seinfield (II). En realidad él y Louie son miembros de una misma familia. Uno joven, otro menos. Primos con un abuelo común: Woody Allen. Uno es la cara más tenebrosa, escéptica, que habla a tumba abierta. El otro desarrolló, un tiempo quizás, la vertiente más luminosa, más juguetona de Woody. Si tomamos como ejemplo Delitos y Faltas, el primero (Louie) cogió el hilo del filósofo que se suicida, de la acción criminal sin consecuencias, del ganador que todo lo gana, hasta el amor de una chica inteligente que sabes que es para ti. El otro se queda con los chistes sobre Mussolini y, mmmmh, ahora se me ocurre poco más. Donde viven los monstruos frente a La Sirenita, vamos.
Más ligazones: Seinfield -omnipresente en la sombra-
se enfrenta a Louie en la batalla por un trono televisivo de uno de los capítulos de la 3 ª. Hasta ahí puedo leer.Y se comenta que Louie CK es uno de los protas de la nueva peli de Allen: http://www.hollywoodreporter.com/news/woody-allen-newest-cast-cate-blanchett-alec-baldwin-332720.
No sé. Con tal de no atender en clase escribo lo que sea, Harvey.
Louis CK es probablemente el descubrimiento televisivo más gozoso que he tenido jamás. Es un genio, y punto.
Lo descubrí en 2009, cuando llegó a meneame la entrevista que aparece en el segundo vídeo. Desde entonces, me he visto todo lo que ha hecho, aunque la faceta que más me gusta es el stand up. A destacar las conversaciones con sus colegas en Louie, geniales.
Yo citaría también, además de George Carlin, a Bill Maher. Muy gracioso cuando toca temas políticos en sus monólogos, pero insuperable cuando la toma con la religión.
Yo de mayor quiero ser Louis CK!!
La serie es la po*** in vinegarr
Estaba un poco angustiado porque no conocía a Louis C. K. y no entiendo el inglés (hablado, curiosamente sí el escrito) pero he encontrado en Youtube un monólogo subtitulado. Y la verdad, parece como un niño pequeño que se divierte (él y los espectadores) hablando de pollas, coños, mamadas, maricones, cagar… Espero que no sea todo así. Si no, lo único que me sugiere es el grado de infantilismo (y de mal gusto) a que a llegado la sociedad actual…
https://www.youtube.com/watch?v=vxti6ZYrT8U
yo lo descubrí antes de que naciera…
Un gran artículo, enhorabuena .
Louie CK es uno de los mayores genios del humor. Es una suerte poder disfrutar de su serie.