Amanece en el kilómetro cero de África. La lluvia, que siempre es un buen presagio, nos despierta al golpear con fuerza el techo de chapa. Hora de ducharse con un cubo de agua calentada al fuego, tomar un café bien cargado y subir al Landcruiser con las chicas de Médicos Sin Fronteras, que ya llevan un buen rato despiertas. El pequeño hospital al que vamos se levanta en medio de la selva como una caja azul cielo, un lugar que aquí marca la diferencia entre vivir o morir de algo que en España se trata con una pastilla.
Uno de los dos niños desnutridos de la etnia Peul, cuya leyenda dice que pueden cambiar de sexo varias veces en su vida, ha muerto al salir el sol, según nos dice Florentina, la doctora austriaca. La niña, en cambio, está cada vez mejor. Marie Elene, que ya nos saluda por nuestro nombre, le prepara un caldo a su madre enferma en una pequeña hoguera. Yeda, una niña de 11 años, acaba de llegar de una larga caminata con su hermano y ya espera a ser atendida mientras le hago unas fotos a su peinado. Jean de Diem lleva ya un buen rato trayendo niños al mundo en su maternidad y Costance, una guapa soldado con una herida de bala en la pierna, hace esfuerzos por ponerse de pie. Una mañana cualquiera de un día cualquiera.
Aunque nadie lo dice, todos ellos tienen algo en común: son víctimas de un horror sin nombre. «Tongo tongo«, lo llaman. Literalmente, en sango, significa «Mañana, mañana» o «Al amanecer», por la hora en la que perpetran sus ataques. Son la milicia invisible de niños secuestrados, el Ejército de Resistencia del Señor. Ninguno de ellos lo nombra, como si fuera un mal espíritu al que no conviene convocar. Pero lo que hay ahí fuera es la armada apocalíptica de Joseph Kony, «El chamán del Nilo», el hombre más buscado del mundo. Le preguntamos a la soldado Costance, ahora solo una adolescente desarmada, qué recuerda del ataque de hace tres días. No levanta la cabeza del suelo, avergonzada. Cuando le preguntamos si es posible que capturen a Kony esboza una sonrisa nerviosa. «¿Cómo vamos a cogerle? Él está ahí, en la selva, ahí él es el rey. Siempre va por delante de nosotros».
Aquí todos saben que venimos buscando testimonios de víctimas de ese «Tongo tongo» que todos temen. François Beda, de MSF, nos acompaña a la periodista Raquel Villaécija y a mí en las entrevistas. Jean de Diem habla de un ejército al que las balas no le tocan, seres sobrehumanos que nunca mueren, fantasmas ocultos en la selva contra los que ningún país puede combatir. «¿Por qué creéis que nadie ha sido capaz de capturar a Kony?» «Él no es como nosotros. Él oye rumores, intuye los movimientos del resto de ejércitos. Jamás podrán encontrarle». No lo dice un campesino inculto, sino un enfermero con estudios universitarios en la capital, Bangui. Lo repetirá después Aminata, una doctora tuareg procedente de Níger: «Vosotros los europeos no creéis en todo esto, pero hay cosas que no pueden explicarse». Y se encoge de hombros. «Recuerdo a un criminal llamado Angelo que, como Kony, tomaba pociones mágicas. El ejército centroafricano rodeó su casa, él se negó a rendirse y comenzaron a disparar. Horas después, entraron en aquella vivienda. No había nadie. Angelo escapó como un fantasma. Hoy se pasea por el pueblo a la vista de todos».
Marie Elene, la sonrisa de Zemio, habla con nosotros cuando termina la comida familiar. Nos cuenta cómo ella llegaba a su aldea cuando escuchó disparos. Desde su escondite en un árbol vio como quemaban todas las chozas, sacaban a la gente a culatazos y secuestraban a unos cuantos niños para que llevaran toda la comida que habían robado, entre ellos uno de sus hermanos. «Nos robaron todo. Hablaban en un idioma extraño y eran muy violentos. Al que se negaba a cooperar lo mataban al instante. Desde entonces ya no podemos vivir allí». Ella, como el resto de 10.000 refugiados que se arraciman en torno a ese pequeño lazareto y la mínima protección que ofrecen los chancleteros soldados centroafricanos, solo quieren que alguien atrape al chamán que bebe agua de las colinas sagradas, el que se esconde en la selva, secuestra a niños, camina 80 kilómetros diarios, habla más lenguas que el diablo y sobrevive a los ataques de cuatro ejércitos de cuatro países distintos. «La gente dice que toman algo que les hace inmortales», dice Marie Elene. Y recuerdo lo que me contó nuestro amigo Elvis, de Médicos Sin Fronteras, sobre los niños soldado en Liberia: «Primero les hacen una herida sangrante en la cabeza y les echan el brown sugar, es decir, una mezcla de cocaína y pólvora. Así la droga llega antes al cerebro. Luego les dan a beber alcohol pero les dicen que es una bebida mágica. Uno de los comandantes coge un arma con balas de fogueo y dispara un cargador entero contra los niños para hacerles creer que han quedado bendecidos por el conjuro». Espera, Marie Elene, no te vayas todavía. Ponte ahí, que te quiero hacer una foto. Si, delante de esa pared roja como la sangre. Click.
Al caer el sol nos retiramos con la sensación de tener cerca el espíritu de Kony, cuya presenta tangible en las suaves colinas que rodean Zemio ensombrece una de las zonas más aisladas y bellas de África. El corazón, nada menos. Y recuerdo las palabras de Jean de Diem. «Él lo ve y lo oye todo». Al día siguiente, cerca de la frontera con el Congo, hemos quedado con otro grupo de víctimas. Mujeres violadas, viudos, huérfanos. Y Yanick. Pero es que Yanick es otra historia.
Supe del sanguinario rebelde por el famoso viral Kony 2012. Desde entonces me interesan las noticias y reportajes sobre su persona con la esperanza de leer algún día que él y sus cooperantes han sido derrotados. Que los refugiados por fin pueden volver a casa o fundar una nueva aldea donde se sienten seguros. Que tantas personas traumatizadas de por vida pueden empezar de cero y volver a sonreír…
Personas como Alberto Rojas nos informan de la realidad presente y a su vez influyen en el futuro. Y es que sin transmitir esta información al mundo Joseph Kony sería mucho más fuerte. Ahora son muchos los que le quieren poner freno y van a conseguirlo, ¡tienen que poder! por muchas pociones mágicas que tome.
Gracias Alberto por tu valentía. Twitteo, comparto en Facebook y meneo. Que ya está bien de tanto Merry Christmas edulcorado.
Pero, ¿de dónde sale lo de que Kony sea el hombre más buscado del mundo?
Uno pensaría que lo de mencionar las fuentes de la información y tal no te mola demasiado, ¿no?
Y es que, por mucho que insistas, no es verdad que Kony sea «el hombre más buscado del mundo».
Para empezar, ¿qué criterios usarías para decir que alguien es la persona más buscada del mundo?
Te equivocarías, por ejemplo, al decir que es el más buscado por la Corte Penal Internacional (CPI).
Precisamente, tras la publicación del vídeo Kony2012 la CPI negó que tuviera una lista de «los más buscados».
En el caso de Joseph Kony, ocurre que es la primera persona sobre quien la CPI emitió una orden de captura, y por eso está el primero de la lista, simplemente por antigüedad de la orden.
Interpol, por ejemplo, tampoco tiene lista de los más buscados (http://www.interpol.int/es/Internet/Especialidades/Notificaciones).
Y el FBI, que sí tiene una clasificación de más buscados, no incluye a Kony en su «top 10» (https://www.fbi.gov/wanted/topten).
Así que repito, ¿de dónde te has sacado lo de que Kony sea «el hombre más buscado del mundo»?
Kony y su Ejército de la Resistencia del Señor (LRA, en inglés) han hecho y siguen haciendo cosas terribles. En un mundo ideal, Kony y otros comandantes del LRA serían capturados y juzgados – y ojalá ocurra así.
No hace falta fliparse, exagerar o mentir para describir lo malos que son.
Querido Carlos S.
Mi criterio para decir que es el más buscado del mundo (probablemente tenía que haberlo puesto, y en eso te doy la razón) es el siguiente: ningún otro criminal de esas listas tiene a varios ejércitos detrás de él. Kony tiene en la actualidad a 800 ugandeses desplegados entre Entebe (Uganda) y Obo (República Centroafricana), además de otras unidades en Sudán del Sur, que a su vez dedica parte de sus recursos militares (unidades del SPLA) a proteger sus fronteras del LRA y a perseguir a los grupos que se mueven en la zona. Además, Congo ha hecho lo propio desde que Kony se instaló en el parque congoleño de Garamba (con todas las limitaciones que tiene para el ejército congoleño, que no se si es digno de tal nombre). República Centroafricana también dedica tropas a perseguirle, aunque sus recursos, claro, son más escasos, igual que el ejército chadiano, desplegado en la frontera con Darfur, el recurrente refugio de Kony. Es decir, cinco ejércitos implicados y miles de soldados para protegerse (y perseguir) a una milicia de unos 200 hombres comandada por Kony. Y eso, sin contar con otras milicias irregulares de autoprotección como los arrow boys o los 100 militares de las fuerzas especiales de EEUU (muchos de ellos con experiencia en Irak y Afganistán) desplegados en República Centroafricana (no combatientes pero expertos en alta tecnología e inteligencia) para encontrarle. Hay que añadir el sistema de drones y satélites que, a diario, peinan la selva para ofrecer datos de posición por medio de infrarrojos, y cuyo coste diario asciente a 200.000 dólares al día. Esa información la conseguí allí, sobre el terreno, pero hay magníficos estudios publicados sobre ello. En lo que nunca me basaría, por su puesto, es en los anuncios de Invisible Children para decir que es el hombre más buscado, sino en la cantidad de hombres y material que se usan para hacerlo. Y en eso, creo, hoy no tiene competencia.
Espero haber respondido a tu pregunta.
Llego un poco tarde, Alberto, pero me gustaría que recomendaras el libro más acertado que hayas leído sobre este tema. Cuando más leo, menos comprendo. A no ser que haya demasiadas personas y recursos viviendo de la búsqueda y captura de Joseph Kony como para llegar al punto de que lo que no interese precisamente sea capturarle, no hay explicación posible. Pero aun cuando así fuera, aun cuando en la inestabilidad de la zona que afecta a tres países, hubiera todo tipo de intereses, seguiría sin entenderlo. No creo en el pensamiento mágico, pero lo de Kony desafía cualquier lógica. Si el resto hace como que hace, lo de los Arrow Boys, al menos, no es una cortina de humo. ¿Quién protege a Joseph Kony?
Muchas gracias por tu respuesta, Alberto.
Quizá no tan largo y detallado pero yo sí creo que tendrías que haber puesto en el texto que, por estas razones, tú consideras a Kony «el hombre más buscado del mundo».
O -en mi opinión- haberlo expresado de otra forma. A mí sigue sin gustarme lo de decir en un artículo que algo o alguien sea «el que más o lo que más del mundo», «buscado», «peligroso», «mejor», «peor» o lo que sea.
Siempre dependerá de criterios particulares y me parece una exageración fácil y efectista que yo evitaría. Pero ya te digo que es sólo mi opinión.
En cualquier caso, gracias de nuevo por responder (lo que desgraciadamente no es muy habitual) y por explicar tus criterios, que sí tienen sentido aunque a mí personalmente no me guste la expresión.
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