Abandonaron uno de los programas más exitosos de la televisión española para iniciar su propio proyecto con el firme propósito de ser fieles a un estilo de humor inusual, absurdo e incómodo, de ese que tanto irrita a los directivos de las cadenas. Actualmente, solocomedia.com tiene más de medio millón de visitas mensuales y su público accede a cerca de dos millones de contenidos en la web al mes, éxito que ha llamado la atención de propios y extraños y ha terminado derivando en un acuerdo de gestión publicitaria con el grupo Fox Media y, paradójicamente, varias ofertas para trasladar su proyecto a la televisión.
Lo que en un principio pretendía ser una sencilla entrevista al uso, fue mudando gradualmente de piel hasta convertirse en una tertulia sobre humor con Ángel Martín, Alberto Casado y Rober Bodegas en la que, afortunadamente, mediaron una grabadora y una cámara de fotos.
Supongo que ya os lo habrán preguntado cientos de veces, pero es una pregunta obligada. ¿Es más fácil hacer reír o descuartizar un cadáver y deshacerse de sus restos?
(Después de aclarar que era una broma y de que alguno confesase entre risas que estaba a punto de lanzarse a contestar, comenzamos la entrevista)
¿Cómo nace Solocomedia?
Ángel Martín: Nace copiando a los americanos, como todo lo que nace aquí. Vimos Funny or Die, que es una página americana que tienen Will Ferrel, Judd Apatow y Adam McKay…
Rober Bodegas: Solo él se sabe los tres nombres. Yo siempre digo Will Ferrel, Adam no sé qué y otro más.
Alberto Casado: Yo sigo sin saber quiénes son los otros dos.
(risas) Veo que están pactadas las referencias.
A.M: Sí, es un desastre… El caso es que estos tíos empezaron haciendo una cosa mucho más pequeña que la que tienen ahora. De hecho, el primer vídeo que tenían es terrible en cuanto a calidad, pero es una idea muy divertida. Es una pieza que se llama La casera, —The Landlord—. Trata de una niña pequeña que va a reclamarle el alquiler a Will Ferrel y es alcohólica. Además hay tomas falsas en las que ves cómo se desesperan porque la niña no dice la frase. Ellos le van diciendo a la niña lo que tiene que decir y ves a la cría repitiendo “dame mi dinero, perra” hasta que hay un momento en que lo dice del tirón y aguantan esa toma. Es muy divertida. El otro día lo miramos y tiene como setenta y pico millones de visitas. Es la pieza más vista de la página.
Más las visitas que tendrá en YouTube, lo cual os pasa a vosotros también…
R.B: Sí, hay gente que cuelga los vídeos indicando que pertenecen a Solocomedia y que los suben para darles difusión, sin ánimo de lucro, pero luego ves que tienen más visionados que el mismo vídeo en la web.
A.M: Pasa una cosa con eso. En YouTube, el que más visitas tiene de los nuestros es el de María Valverde, El brownie. Y es que si tú entras en YouTube y tecleas “María Valverde”, te sale eso y te lo ves. No sabes qué cojones es, pero aparece. Lo que tiene YouTube es que si tecleas el nombre de cualquiera, te van a salir todos los vídeos. Y hay gente que tiene los de Solocomedia ahí metidos. Este de La casera tiene setenta y pico millones solo en Funny or Die, más lo que tenga luego fuera de ahí. Cuando vimos esa idea nos pareció muy divertida una de las cosas que hacen, que es contar con cameos de gente haciendo cosas que normalmente no vas a ver haciendo ni en cine ni en tele. Van ahí a hacer el idiota, básicamente.
(Por la web de Solocomedia han desfilado personajes tan conocidos como Marta Torné, Maxi Iglesias, Berto Romero, Juanma Iturriaga o Susana Guasch)
¿Pero no es un tanto quijotesco intentar sacar adelante un proyecto basado en un tipo de humor tan poco habitual en España?
A.M: Es que las reglas han cambiado un poco, yo creo. Ahora, nuestra generación tiene acceso a otro tipo de humor. Hace veinte años no había Internet. Es muy distinto. Hace veinte años no veías Saturday Night Live, era más difícil ver a los Monty Python, era más difícil acceder a otro tipo de humor que no fuera el de aquí.
R.B: Ahora hay gente de aquí que ve The Office, ve Rockefeller Plaza —30 Rock—, Extras, etc. Busca otra comedia porque la que hay aquí no le atrae.
A.C: Y de hecho, básicamente, toda nuestra generación, la gente con la que yo me relaciono y que conozco, ve ese tipo de humor. Cosas que no son las que encuentras aquí. Cosas más rebuscadas.
Claro, pero en España es poco habitual…
A.M: Lo cual implica sobrevivir, claro.
Exacto, porque embarcarse en esto sin un buque insignia delante es, cuando menos, arriesgado.
A.C: Sí, no hay nada a lo que seguir. No hay una fórmula que te sirva de referencia. Pero es que, al final, si quieres hacer un poco lo que te mola, no te queda más remedio.
Habladme un poco de eso, de lo que hacéis. Del proceso creativo desde la idea hasta que subís el sketch a la web.
R.B: Es muy sencillo. O quedamos un par de veces o tres a la semana para escribir, intentamos pensar paridas y las escribimos, o a veces en casa se te ocurre, no el sketch, pero sí alguna imagen que es graciosa; al día siguiente lo hablamos y vemos, partiendo de ahí, cómo se desarrolla esa situación. Pues no sé, un tío que pide cambiar de mesa en un restaurante porque en la que le han sentado se le ve mucho para que le coman la polla. ¿Cómo sigue eso? No sé, a mí no se me ocurre. Que se les ocurra a ellos.
A.M: El proceso creativo es distinto a como funciona en la tele. En la tele, normalmente, llegas y te dicen sobre qué tienes que escribir. Y de alguna manera tienes muchas puertas cerradas, porque intentas trabajar en una dirección. Aunque a veces es mejor, es más cómodo, porque alguien viene, te da una pista…
R.B: Sí, buscas la broma que hay en eso. O de las que hay, la que te hace más gracia.
A.M: Aquí, de alguna manera, las abres todas. Abres todas las puertas y ves qué es lo que es divertido.
Sin limitaciones.
R.B: Tienes todo para hacer humor. Las limitaciones que tienes solo son de presupuesto. Te puede hacer mucha gracia un sketch que necesite cuarenta explosiones y coches volando por los aires, pero piensas “no puedo”. También es verdad que, sobre todo al principio porque no estábamos acostumbrados, el folio en blanco te cuesta más…
A.C: De hecho, yo creo que es más fácil hacer humor sobre algo a lo que estás obligado. Sobre un tema en concreto. Que te digan “haz un sketch de un tío en unas escaleras, y no puedes salir de ahí”. Me parece más fácil eso que un folio en blanco y pensar “¿y sobre qué?”. Si no puedes salirte de un tema, me parece más sencillo.
R.B: A veces, de hecho, escribimos en base a la localización. Nos llaman y nos dicen “oye, os he conseguido una panadería”, y pensamos “vale, qué puede ocurrir en una panadería”. Y ya partimos de algo.
Porque los tres erais guionistas antes, ¿no?
A.M: Sí, yo empecé en Paramount Comedy, de ahí a 7 Vidas, de 7 Vidas a La noche con Fuentes, después hice un par de El club de la comedia, y del club directamente a Sé lo que hicisteis. Pero vamos, La noche con Fuentes y Sé lo que hicisteis fueron casi pegados.
Y vosotros empezasteis en Sé lo que hicisteis.
A.C: Yo sí.
R.B: ¡Eh! El rey, el rey, el rey…
A.M: Ah, Rober comenzó en El Rey de la comedia, sí.
R.B: Y no ha habido más ediciones, así que actualmente sigo siendo el rey (risas).
Con qué os sentís más cómodos, ¿con el guión o con la interpretación?
A.M: El guión es lo más fácil para nosotros, porque es en lo que más hemos trabajado.
R.B: Personalmente, para mí es una cuestión de seguridad. Tengo más seguridad escribiendo que interpretando. Porque al final estás haciendo un trabajo de actor, y aunque en Sé lo que hicisteis hacía algún sketch, para mí es algo más nuevo y en lo que tengo menos experiencia. Escribir, llevas haciéndolo toda la vida tanto monólogos como guiones, y de alguna manera sabes que lo sabes hacer.
A.C: Lo que pasa es que escribes sabiendo lo que sabes interpretar. Es decir, yo creo que nuestras tonterías sabemos interpretarlas. Si se tratase de interpretar otra cosa, a lo mejor sería bastante jodido… Y si no sabes hacer algo, pues lo adaptas. ¿No me sale mucho el lloro? Bueno, pues grito un poquito. El rollo es que haga gracia y punto. Es representar la idea que tienes.
A.M: Nuestro trabajo actoral consiste en “di esta frase un poquito más así… y frénate en la mitad… que va a ser más divertido” (risas). No trabajamos los arcos del personaje. No nos sentamos a ver cuál es la vida del tío…
R.B: Al final, nuestra interpretación se basa en tirar las líneas bien. Es una interpretación de cómico, no de actor. No hay una interiorización del personaje.
A.M: Excepto cuando viene José Lozano. Eso es casi una interpretación de Sean Penn.
R.B: (risas) Lo nuestro es pensar en qué tono funciona mejor la réplica que tienes que dar, y la pruebas más lenta, más rápida, en un tono más alto, más bajo. Al final, es comedia. No piensas “a este personaje, de pequeño, qué le ocurrió; en qué trabajan sus padres”. Es más bien: tienes que decir esta frase, dila como sea más graciosa.
A.C: Pero al igual que en los guiones. Al final es una idea graciosa, una línea que nos ha hecho gracia a los tres y ya está, guión hecho. Es decir, es poco elaborado, realmente.
R.B: ¡Pero muy bueno!
A.C: Tiene que ser muy bueno, claro.
R.B: Es que dices unas cosas… No nos quites méritos, tío. ¿De qué hablamos el otro día? (risas)
Hablando del guión, ¿con qué sketch habéis perdido más el control?
A.M: Hostia, uno se nos fue mucho de las manos… El Subnormalizante. Rober nos mandó un guión en el que el punto de partida estaba basado en el IVA, en el “cómete todo lo que te cuenten” y toma un jarabe para poder comértelo.
R.B: Pero tenía un tono muy de Teletienda que no molaba. Cuando hacemos humor de actualidad, no nos mola el rollo “¡somos rebeldes!”. Aunque tenga un cierto trasfondo social, como en este caso el aumento del IVA, queremos que tenga nuestro sello. Que no sea el típico sketch —y no lo digo con desprecio— de Vaya semanita, que es sátira de actualidad. O lo que hacíamos nosotros en Sé lo que hicisteis, bromas sobre noticias. Queremos que tenga nuestro sello y que funcione de manera atemporal. Y creo que este sketch, dentro de tres años, funcionará igual. Partes de una premisa, la subida del IVA, y planteas una situación muy disparatada.
Y tan disparatada… Pero José Lozano lo borda.
A.M: Es que José lo hace muy bien porque José sí que trabaja los personajes, no como nosotros. Hace el idiota como nadie.
Y además de en el guión, antes me comentabais que en algún rodaje la cosa también se os había ido un poco de las manos.
A.C: Sí, te refieres al del parquímetro.
A.M: Ah, pero por situaciones externas… Es verdad que nosotros lo legal no lo trabajamos mucho. Lo normal sería, si vas a hacer cosas con pistolas o cosas de asesinatos, cortar la calle y avisar a la gente. En ese del parquímetro, si te fijas bien, donde apuñalan a la persona hay una agencia de seguridad. ¡Justo ahí está la puerta de una agencia de seguridad! Y claro, el tío decía “oye, no va a salir el logo, ¿no?”. Le dijimos que no, que no iba a salir… ¡Sí hombre, me voy a poner a tapar aquí tu logo, no me jodas! ¡Haber salido a salvarla!
R.B: ¡Y a taparlo tú! (risas) La cosa es que yo asesinaba a un tío de la ORA pero el sketch se rodaba desde una azotea, y si tú pasabas no veías la cámara, no veías el micro… No podías intuir que era un rodaje. Teníamos a una chica de producción en una esquina de la calle, para que avisase a la gente que iba a doblar la esquina, pero se fue un momento a por agua porque hacía calor, pasó una señora, ¡y me vio a mí apuñalando a un tío!
A.C: Y empezó a gritar “¡asesino, asesino!”.
R.B: ¡Con la coincidencia de que en la otra esquina había una patrulla y un policía comenzó a correr hacia mí echándose la mano a la pistola!
A.C: Yo vi a Rober con un tiro en la pierna, tío… Y encima nosotros estábamos desde arriba gritando “¡Rober, cuidado!”. Parecía que le estábamos gritando para que escapase porque venía la policía (risas). Y cuando el tío se echó la mano a la pistola, se levantó el supuesto muerto, todos empezamos a hacer gestos de aquí no pasa nada…
A.M: Pero el realizador se había escondido, o sea que si la policía miraba hacia arriba no había cámara.
R.B: Claro, yo le decía al poli que se tranquilizase, que era un rodaje y que estábamos tirando el plano desde una azotea. Y el tío mira arriba, miro yo, y pienso: “Hostia, se ha ido el realizador acojonado” (risas). Pero bueno, al final el poli se lo tomó bien.
A.M: Es que, como no te puedes permitir esos lujos, pasan cosas que son la mierda. Una vez, grabando en los alrededores de mi casa, nos paró la Guardia Civil. Nos pidieron el carné de identidad y cuando le preguntamos a uno de ellos por qué, por si no se podía grabar allí o estábamos haciendo algo mal, nos contestó “porque puedo”. Lo típico que te toca el guardia idiota…
R.B: Fíjate cuál era el nivel del guardia, que en el momento de devolvernos el DNI, dijo: “A ver, Ángel Martín, quién es”. ¡O sea, tienes tres carnés con el nombre y la foto, tío!
A.M: El caso es que el tipo nos hizo vaciar el coche, nos hizo enseñarle todo lo que llevábamos, los equipos y demás, y al llegar a una de las bolsas nos dijo: “¿Qué lleváis ahí?”. Le dijimos: “No… No hace falta”. Y otra vez: “¿Qué lleváis ahí?”. No tenía ningún sentido enseñarle la puta bolsa porque en la bolsa había una polla (risas).
R.B: Yo le avisé. Le dije “mira, hay unos micros y una polla”. Creyó que le estábamos puteando, metió la mano y agarró la polla… Un consolador enorme.
A.M: Muy gordota. Y ahí el tío se vino un poco abajo. Algo como “ya no puedo ser chulo porque he tocado una polla delante de esta gente”.
(risas) Es que eso es algo que os quería preguntar. ¿Por qué esa obsesión con las pollas?
A.M: Ahora menos…
En la web, quiero decir (risas).
A.C: Fue al principio, por desquitarnos. Veníamos de la tele, donde no podíamos decir nada, y fueron unos primeros meses muy soeces. De hecho, ahora lo ves y piensas “joder, qué soez”. Pero eran tantos años sin poder decir ni “gilipollas”, que de repente empezamos con “me cago en tu puta madre, cómeme la polla”. Era como “¡aquí estamos en Internet, podemos hacer lo que queramos!”, y es verdad que ahora lo ves y te das cuenta de que tampoco era necesario. Hay veces que sí viene a cuento, pero tuvimos muchos meses de decir barbaridades…
R.B: Es como cuando empiezas con una tía, que follas como un conejo en todas partes, y luego entras en una normalidad de follar solo cuando hay ganas y en un sitio cómodo.
Es comprensible. ¿No tenéis la impresión de que a veces parece que cada vez hay más palabras impronunciables, más temas intocables, más asuntos sobre los que la gente opina que no se debería hacer humor? Dónde creéis que está el límite, si es que lo hay.
R.B: Yo creo que no hay límite, lo difícil es saber hacer la broma oportuna. Partiendo de eso, no creo que haya ningún tema del que bajo ningún concepto se pueda hacer humor. Lo que pasa es que hay que tener tacto.
La tormenta que se genera cada vez que alguien hace humor con Mahoma, por ejemplo, o menciona algo que no se debería mencionar, parece no estar muy de acuerdo con tu opinión.
A.M: Mira, eso al final es una soplapollez. En el espectáculo nuevo hablo un poco de eso. Mucha gente cree que cuando haces una broma, la haces porque a ti no te pasa. Tú haces una broma sobre el desempleo, o sobre alguien que ha muerto de lo que sea, o sobre putas, o sobre drogadictos, y la gente cree que lo estás haciendo porque para ti es muy fácil decirlo. Y oye, te olvidas de que en mi familia está pasando lo mismo que en la tuya, no te líes. Yo me lo tomo de una manera y tú te lo tomas de otra. Y al final llega un momento en el que te das cuenta de que la línea está en lo que tú seas capaz de encajar. Nosotros no somos muy fans del humor negro por el humor negro. De ir a provocar porque sí.
A.C: Hay veces que parece que donde no se pueden hacer bromas, yo la hago y soy el más valiente. Y a veces es innecesario.
R.B: Por ejemplo, hacer bromas sobre las niñas que han muerto en la fiesta de Vistalegre es muy fácil. No las hacemos, pero más que nada porque no le vemos la gracia. A mí siempre me ha llamado la atención, siendo los americanos tan conservadores, que los cómicos estadounidenses hagan bromas de todo. Son muy bestias. Hacen bromas de los yonquis, del cáncer… Ricky Gervais, aunque sea inglés, en su show se ríe de los niños con cáncer. Porque lo que gana con ese show, luego lo dona a la causa. Ha buscado la manera de poder hacerlo y que la gente lo entienda.
Bueno, vosotros lo tenéis fácil, porque al principio de este proyecto incluisteis en la web una curiosa regla de oro. Que además es de los vídeos que más visitas tiene, creo.
A.C: Es el que más. Fue el primero y funcionó. Hicimos bien, porque ahora cuando alguien te critica en algún sketch, los demás le responden “regla de oro”. A lo mejor a ellos también se lo ha parecido, pero es la regla de oro. Cállate la boca y no nos toques los cojones, que no has pagado.
De todos modos, y aunque antes he mencionado expresamente a Mahoma, tocar según qué temas de según qué forma en nuestra cultura también puede acarrear ciertos problemas, e incluso derivar en el secuestro de publicaciones. Por lo que decís, a vosotros no os interesa llevar el humor hasta ese límite, molestar a según qué esferas aunque sea por puro marketing.
R.B: Mira, nosotros buscamos cosas que nos hagan gracia. Si esa broma conlleva que molestes a una persona, pues lo sentimos mucho, pero…
A.C: Si surge, surge. Y si surge, da igual. O sea, hacerlo aposta, no. Otra cosa es que te haga gracia algo, que de repente se monte un revuelo y que te censuren un sketch. Pues mira, genial.
R.B: Por ejemplo, la parodia de Loewe la hicimos porque nos hacía gracia parodiar eso, y si los que salen en el anuncio se han enfadado porque nos hemos reído de ellos, mala suerte. Creemos que se puede entender dónde está la broma. Pero primero es la broma y luego las consecuencias que tenga la broma, no al revés.
A.M: Estamos en otro terreno, creo. Molestar no es la idea. No es lo que buscamos.
A veces, los ejercicios de humor más absurdos parecen estar en la calle y son involuntarios, como el Ecce Homo de la señora de Borja o los nombres de algunas operaciones policiales como Operación Pokemon (risas). ¿No os parece que esa desfiguración de la realidad se parece un poco a lo que podemos ver en vuestra web?
A.M: Es que eso es muy raro, tío… Tú eres un poli, le pones Operación Pokemon y sabes lo que va a pasar, no me jodas. Pon números o usa letras. Operación AAC y ya está. Pero no le pongas Pokemon, desgraciado, porque parece una puta broma.
(A estas alturas de la respuesta de Ángel, Rober es incapaz de dejar de reír)
La realidad supera a la ficción.
A.M: Pero vamos, sin duda. ¡No puedes llamar a algo Operación Pokemon!
A.C: ¿Pero de qué va eso, tío? ¿Por qué se llama Pokemon?
A.M: Mi primo me contó una vez por qué le ponen los nombres. Igual la primera pista que tienen sale de un puto Pokemon y la llaman Operación Pokemon. ¡Hostia, pues espérate a la segunda pista y ya está!
(risas) Hablando de realidad; la crisis, la independencia de Cataluña, etc. ¿No os sentís tentados a tratar estos temas desde un punto de vista humorístico?
R.B: Sí, como la pregunta de antes. Las pocas veces que hemos hecho algo de actualidad, a lo mejor tiene las mismas visitas pero la gente lo comparte mucho más. La parodia de la foto del Rey y el elefante, por ejemplo. Si normalmente tendría 500 retweets, tiene 15.000. Pero por una parte estamos en esto porque estamos cansados de hacer actualidad, y por otra, para hacer actualidad, tenemos que encontrar una broma que nos motive, como lo del subnormalizante.
A.C: Si haces un sketch sobre la independencia de Cataluña seguramente se mueva más que uno de alguna parida surrealista nuestra, pero es que al final, si no te surge y te hace mucha gracia, tampoco lo forzamos.
R.B: Es como lo de los antidisturbios del 25S, que dieron mucha leña. Si haces una broma con eso, tendría mucha repercusión. La gente lo compartiría en Facebook, Twitter y tal, pero no buscas hacer esas bromas. Imagínate un sketch que es como una viñeta, en el que planteas una situación que es acción reacción, que daría igual rodarlo o publicar eso en Twitter. Algo como “ah, pues resulta que no sé qué y, ¡pum, toma broma!”. Pues tienes que encontrar algo que de verdad tenga un poco lo que nosotros creemos que es nuestro tono, y si no lo encontramos, no lo hacemos.
Es que a veces, y ya que mencionas lo de Twitter, uno podría pensar que escribir tweets graciosos es casi como desperdiciar ideas, siendo cómicos. Que esto se podría haber convertido en un sketch, que con aquello podríais haber sacado adelante un monólogo, etc.
A.M: Te puede servir de guía a veces. Alguna línea del monólogo sí la he probado en Twitter, y si te funciona bien, ves si desarrollas la idea. Si pruebas esa línea o no pruebas esa línea. Es un banco de pruebas un poco extraño, porque no es real, pero te da una pista. Sobre todo para monólogos, más que para ideas.
R.B: Porque no es el mismo código…
Pero algunos de vuestros sketches sí se podrían resumir en 140 caracteres.
R.B: Sí, pero yo creo que da igual. Si pones un tweet y un mes más tarde quieres hacer un sketch basado en ese tweet, lo haces. Si alguno lee el tweet, pues dirá “qué guay, han hecho un sketch de este tweet”.
A.C: Aparte que la gente lee el tweet, dos semanas después haces el sketch, y nadie se va a acordar.
R.B: El otro día estábamos hablando de tatuajes y nos reíamos pensando que molaría tatuarse el contorno, tatuarse una línea negra todo alrededor, como estar en 2D. Dijimos que molaría hacer un sketch de eso, pero como me hacía tanta gracia llegué a casa borracho y lo puse en Twitter.
A.C: Pero se puede hacer ese sketch igual. También dijimos que molaría tatuarse la fecha en la que te tatuaste. No sé por qué nos hacía tanta gracia eso (risas).
R.B: O una casita, como las que dibujabas de pequeño.
Volviendo al humor sobre la actualidad, ¿los políticos se están riendo de nosotros?
A.M: Para nada, lo están haciendo muy bien todo. Yo creo que están probando bromas.
R.B: No nos metamos en jardines…
Metámonos en jardines.
R.B: No sé… Ahora que acaban de ser las elecciones en Galicia, tú hablas con la gente y parece que todo el mundo se da cuenta de que nos mienten, pero luego hay elecciones y piensas que debe de haber mucha gente que esté de acuerdo con todo esto y mucha gente a la que le da igual. Entre los que no votan y los que votan a los que crees que lo están haciendo mal, no entiendes nada. Vale, mañana si quieres voy a una manifestación, pero es que ayer hubo unas elecciones, joder.
A.M: Lo que sacas de ahí es que los que no están de acuerdo son una minoría. Entre los que votan lo que no te gusta y los que no votan, hacen una mayoría. Te da la sensación de que los que nos quejamos somos menos. Te genera una sensación un poco extraña.
R.B: Porque crees que todo el mundo siente lo mismo que tú, pero luego… no será así. Es lo que decía Borges, la democracia es un abuso curioso de la estadística. No acabo de entender por qué todo el mundo vota. No lo entiendo. Yo creo que para votar tendría que haber un examen; que habría que conseguir un carné de votante. ¡Que a lo mejor yo lo hago y suspendo, que tampoco soy un tío que se lee los periódicos de arriba abajo! Pero prefiero suspender y no poder votar. ¡Porque para las próximas elecciones me preparo! (risas) Estoy un año antes, me leo todo… En serio, hay gente que no entiendo cómo puede tener derecho al voto. Gente que no puede tener criterio político. Abuelos que ya están seniles, personas que no saben leer ni escribir, etc. Yo creo en la sofocracia, el gobierno de los sabios.
A.M: Estás fuera de Solocomedia, tío.
R.B: Ya… (risas)
Cambiemos de tema. ¿Quiénes son vuestros cómicos favoritos? Españoles y extranjeros.
A.M: Yo soy un inculto en cómicos americanos, porque voy cambiando… Me pasa una cosa con internet, Canal+ Xtra y esas cosas: veo a uno que me parece la polla y de pronto aparece otro que me gusta aún más. Ahora mismo estoy flipado con Louis C.K. Me parece que tiene líneas que están muy bien. George Carlin, que murió hace poco, tenía un material muy potente. El inicio de su último monólogo era muy salvaje, muy espectacular.
R.B: Ricky Gervais mola…
A.C: Flight of the Conchords me parecen enormes. Y en España, yo creo que Gila es el tipo que más me ha gustado en años.
A.M: Me gustaba mucho Rubianes. No sé si porque lo pude ver en directo o por qué… A Tip y Coll, por ejemplo, no los entendía. Me sigue costando entender a Tip y Coll.
R.B: El mío es Jardiel Poncela (risas). No, yo creo que el cómico español del momento es, además de Hovik, Mierdecitas. Es un tío que hace viñetas al estilo de Miguel Noguera, pero en este caso se entienden todas.
A.M: Ah, en viñetas está muy bien Liniers.
R.B: Y en monólogos, Woody Allen. Es genial.
A.M: Es que con los cómicos americanos pasa eso, cada dos por tres estás viendo material de gente nueva, sobre todo stand-up, y hostia…
A propósito de los cómicos de Estados Unidos, allí uno puede ver, por ejemplo, a Sarah Silverman riéndose de sí misma en un sketch con Matt Damon para Jimmy Kimmel. ¿Los cómicos españoles saben reírse de sí mismos?
A.C: Aquí es una mentira. La gente se preocupa mucho por aparentar. La regla general, por encima de todo es “tú molas”. No puedes hacer esto y reírte de ti mismo porque tú molas. En este programa no te puedes criticar porque tú molas. Una regla que además nadie se cree. Tres o cuatro. Para mí, un tío que de verdad mola es un tío que se ríe de sí mismo y que puede hacer sus mierdas…
R.B: Una cosa que está muy bien, pero que en el fondo me toca la polla, es que si eres actor, una de las funciones de tu profesión es tratar de salvar el mundo en todo lo que sea posible. Si eres actor, una parte de tu trabajo es interpretar, pero la otra es estar muy agobiado por el Sáhara, por ejemplo. Me parece bien que lo hagan, pero es que parece que va en el pack. Si eres actor y el Sáhara te la suda, te van a hacer el vacío. Está muy bien colaborar, pero puedes colaborar sin que sea tu bandera. Un día te haces una gala, y lo que saques lo das. Y no centras todas tus entrevistas en el “No a la guerra”.
A.M: Aquí falta saber reírte de ti mismo, sí. Es que en España los monólogos son muy nuevos. El stand-up llega hace unos diez años, más o menos, de la mano de Paramount, y luego vino El club de la comedia, que hace una cosa rara…
R.B: Bueno, La Chocita del Loro es el primer club de comedia de Madrid, y creo que de España. La primera Chocita creo que tiene quince años.
A.M: Sí, y además es el único sitio donde los cómicos tienen su propio material…
Precisamente, Goyo Jiménez destacaba en una entrevista para Jot Down la importancia del material propio, que es lo que diferencia al humorista del tipo que se dedica a contar chistes. Nos decía que él, cuando monta un espectáculo, lo que hace es analizar situaciones, y que ni siquiera le preocupa rematar en una pegada cómica.
R.B: Tiene muchas referencias, Goyo. Es un tío que cita, conoce autores… Tú estás aquí con tres incultos.
A.M: Es que Goyo lee mucho (risas).
Entiendo… Volvamos a Solocomedia, entonces. Sabiendo que hay topicazos que garantizan aplausos, ¿es razonable renunciar a ellos y seguir un camino tan distinto como el que habéis elegido?
A.M: Tienes que decidir. Llega un momento, cuando eres cómico, que decides. Cuando sales a un escenario sabes qué puede hacer reír, de manera inmediata. Decir “qué tarde llego; es que me ha parado un guardia civil y me ha enseñado un Calippo de limón y…”. Ya está, todos riéndose, a tomar por el culo. O puedes decidir, lo cual viene un poco a cuento de lo que hablábamos sobre el material propio, que ha llegado un momento en que eres mucho más honesto, que has ido creciendo, has ido madurando, te han ido pasando cosas, y decides en qué dirección vas a llevar tu humor. Qué te interesa y qué no te interesa. También puede ser que nosotros hayamos estado cinco años haciendo bromas sobre Ana Obregón o Belén Esteban y haya llegado un momento en el que dices “me he hartado de hacer bromas de Falete y a tomar por culo”.
R.B: Y habrá quien te diga “¡pues bastante has tardado, cabrón, que esto ya estaba agotado hace dos años!”. Y habrá quien diga “oh, pues qué pena, porque hasta que esta mujer muera se pueden hacer bromas sobre ella”.
A.M: Pero intentas huir de eso porque necesitas investigar, también. Necesitas probar, necesitas ver qué sabes hacer.
A.C: Si buscamos otra cosa, otro tipo de humor, no creo que sea tan desacertado, porque aquí hay poca competencia. Todos estamos viendo siempre lo mismo, y lo bueno de hacer otra cosa es que lo hacemos pocos. No es mala idea.
A.M: Da la sensación de que sabes la broma que van a hacer. Cuando hay una noticia con alguien, te da la sensación de que ya sabes lo que va a pasar. Es decir, si Falete saca un disco, sabes que durante una semana, cada vez que pongas la tele, vas a escuchar que Falete se ha comido a no sé quién. Eso, al final, para un cómico es muy poco interesante.
R.B: Eso pasa mucho en Twitter, donde hay mucho humor de actualidad. Además, alguien hace una broma, otra persona hace la misma broma en la otra punta del país, y en seguida lees “¡es que me ha copiado la broma!”. Que no te ha copiado, tronco. Es que era evidente. Es que se te ocurre a ti y a cuarenta, tío.
Eso ha sucedido hace poco con el programa nuevo que estrenó Buenafuente. Se generó una cierta corriente en Twitter que defendía que los guionistas de El Terrat estaban plagiando los mejores tweets.
R.B: Es que son chistes que, parándose media horita a pensar, se le ocurren a cualquiera que tenga un poco de ingenio.
A.M: Ahí el que falló fue Buenafuente entrando al trapo. ¿Pero qué haces entrando en esa mierda? Hoy en día, desde que está Twitter, todo el puto mundo cree que ha hecho la gran broma; a la semana siguiente dice “me han copiado”. ¿Te han copiado? ¿Nos ponemos a buscar cuántas bromas parecidas a la tuya hay antes que la tuya? Si eres un adulto, y Buenafuente es un adulto que lleva ya unos cuantos años haciendo programas de humor, lo raro es que hagas una entrada hablando de eso en no sé dónde… ¿Qué haces picándote con niños de quince años que tienen Twitter? No hagas ni puto caso a eso. Las ideas están ahí.
A.C: Además, son guionistas que llevan años currando en la tele. Parece que han tenido que acudir a Twitter para hacer cuatro bromas sobre un tema de actualidad, y no creo que lo necesiten. Al final es un curro como cualquier otro, que sabes hacer. ¿Que tengo que hacer chistes sobre el pulpo Paul? Pues los hago. Es que es su profesión. Lo veo bastante absurdo.
R.B: Un día estaba leyendo un reportaje sobre uno de los creadores de Cheers, que tendrá una parte de verdad y una parte de hacerse el guay, que decía que cuando estaban reunidos los guionistas, si a dos se les ocurría la misma broma, la descartaban.
A.C: En la Cheers española era al revés. La que se les ocurría a todos, era la buena. Ese era el sistema (risas).
R.B: Nosotros, lo que intentamos con Solocomedia —y espero que no suene pretencioso— es que las cosas no nos recuerden a nada. Que luego seguro que hay cosas que no hemos visto que son muy parecidas, pero el punto de partida es ese.
Dejando a un lado Twitter y retomando el tema del estilo, hoy en día parece que en la tele todo es stand-up, en lo que se refiere a programas de humor. Parece que todo se reduce a El club de la comedia. ¿Goza de buena salud el humor en la televisión española actual?
A.C: No, no.
R.B: Está comatoso.
A.M: Sobre todo porque el humor que tienes que hacer está en un abanico que es muy difícil. La tele necesita tener un público mayoritario. Necesitas tener el máximo de audiencia que puedas tener. Y para eso tienes que hacer un humor que guste a personas de 8 años y a personas de 90 años. ¡Y habrá quien lo haga! Hay ejemplos de gente que hace algo parecido. José Mota se mueve en una línea que sí tiene un público.
R.B: Piedrahita también hace una cosa muy blanca.
A.M: Sí, pero normalmente son cómicos que no tienen programa. Les dejan hacer dos minutos en el programa de otro. Exceptuando a José Mota, claro.
Pero lo de José Mota es un caso curioso. En abril se publicó la noticia de que había fichado por Mediaset con un sueldo de 8 millones de euros. ¿Qué le diferencia de los demás para llegar a jugar en esa liga?
A.M: No sabes qué cosas son verdad y qué cosas son mentira. No sabes si son ocho millones de euros o no lo son.
Publicarse, se publicó. Y Mediaset no lo desmintió.
A.M: Yo creo que eso sucede porque es el tipo que está de moda, supongo. Qué oferta te hago para que te quedes conmigo. No te dicen cuántos años, no te dicen cuánto tiempo, no te dicen para cuántos proyectos. Porque, de pronto, a lo mejor te das cuenta de que has vendido tu alma por 8 millones de euros. De todos modos, lo que más me flipó cuando leí lo de José Mota es que decían que el minuto de tele costaba 12.000 euros…
¿Os gusta su estilo de humor?
A.M: A mí no. Es un humor que no me interesa.
A.C: El gran mérito que tiene es, sin hacer un humor de sota, caballo y rey, porque creo que está más currado, conseguir mantenerse en una línea blanca y llegar a un amplio espectro de público. A mí no me flipa, pero eso lo hace bien. Abarca a mucha gente y con un nivel más que aceptable.
R.B: Lo que no me gusta de José Mota, porque hay cosas que me hacen gracia, es la repetición. Ves el primer programa de la temporada y hay un sketch que te hace mucha gracia. Pero luego, a lo largo de los trece programas tienes ese mismo sketch, solo que el protagonista en vez de llevar una gorra lleva una boina. El socorrista, el cansino… Me hacen gracia una vez, no trece. Y en Solocomedia nos ha pasado. Una cosa nos ha hecho mucha gracia y pensamos “esto es gracioso, vamos a hacerlo otra vez”. Y la segunda vez, como la broma era exactamente igual, pensamos que era una mierda. Porque algo no nos hace gracia dos veces.
Y más allá de José Mota, ¿os gusta el resto del humor que se hace hoy en televisión?
R.B: Es que no hay más. Está El Intermedio, que a mí me gusta, pero no es un programa de humor ad hoc; de humor puro y duro. Es un informativo en clave de humor.
A.M: Sí, es como decir Salvados. Cuando te hablan de programas de humor, realmente no hay nada. No hay cómicos.
A.C: Programas de humor, quitando a José Mota, creo que no hay. Estaba Muchachada Nui hasta hace poco, que no sé si están haciendo una nueva temporada, o algo…
R.B: Hay series de comedia, pero el tono que tienen no me gusta. Ni La que se avecina, ni Aída ni ninguna otra. Además creo que se basan en gritar. Todo el mundo grita mucho. Y siempre son los mismos personajes, la típica gente de un barrio y tal…
A.M: Jugamos a estereotipos, aquí.
Sí, los topicazos de los que hablábamos antes… ¿Entonces en qué creéis que ha cambiado el humorismo en España desde Pajares y Esteso, Antonio Ozores y demás?
A.M: Me da la sensación de que las bromas que acostumbro a ver en series o en películas, exceptuando algunas, son las mismas de “vaya culo” o “vaya tetas”, pero en 2012. Le das una vueltecita más e intentas llevarlo a otra situación, pero veo a la chacha, veo al abuelo…
R.B: Creo que hay un problema en España, y no solo en comedia, que consiste en que cada cosa que sale te la venden con el referente. El barco es el Perdidos español, no sé qué es el Friends español… ¡Tío, ten tu idea! Si vas a hacer una cosa con menos dinero, peores actores, peores guionistas y diez años después, ¿por qué crees que va a molar? ¿Por qué crees que vas a superar Friends? ¿Qué te hace pensar que tienes esa capacidad? Es venirse muy arriba…
A.C: Nosotros éramos el Funny or Die español… ¿No? (risas)
R.B: Pero coño, tío, eso es como decir que no se pueden hacer sitcoms en España porque ya las hacen los americanos. No. Una cosa es el formato y otra cosa es de qué va el formato. Formatos hay muchos. Sketches, sitcom, dramedia, monólogo… No vas a dejar de hacer teatro porque lo hiciesen los griegos, pero tampoco hagamos la Odisea.
A.M: Aquí lo que te dicen siempre es que no hay nada nuevo y a los seis meses vienen y te comentan “bueno, hemos visto esto en no sé dónde, que es supernuevo y no se ha hecho nunca”. Y piensas: pues se podrá hacer algo nuevo, lo que pasa es que a lo mejor te tienes que sentar durante un tiempo a pensar.
A.C: Es que da la impresión de que los que mandan se fían poco de las ideas de aquí. Yo me imagino que a un grupo de chavales guionistas de una productora que tengan una idea, al ir a venderla les dirán que hasta luego. Pero una semana después, un jefe dirá: “Hay un programa alemán, en el que van a una casa… ¡Hay que adaptarlo!”. La polla. Porque son alemanes, o son franceses o son americanos, pero aquí también estamos unos cuantos pensando cosas que no están mal. Hay ideas que no son para tanto, pero como vienen de fuera terminan comprándose y adaptándose. Y a veces uno se da cuenta de que entre tres, se les podría haber ocurrido algo mejor. No es necesario estar horas viendo programas holandeses para encontrar una idea buena.
R.B: Por ejemplo, en el programa de Juanra Bonet, que no es que sea la polla pero está muy bien, creo que parte del éxito es que no han copiado a nadie. Han tenido una idea y la han desarrollado.
A.M: No, está adaptado. Es una adaptación de un programa.
R.B: Yo creo que no… Averigüemos esto y decidamos si mantenemos la respuesta (risas).
En cualquier caso, después de todo esto, uno se pregunta si se puede vivir del humor en España… Y más concretamente, si se puede vivir de Solocomedia.
R.B: Sí, nosotros empezamos ahora a vivir de Solocomedia.
A.M: Al principio es una inversión y te la juegas. Nosotros estamos tardando más de lo previsto en algunas cosas porque no tenemos ni puta idea. Porque somos cómicos. En nuestra cabeza es “escribe, graba y emite”, hasta que llega un momento en que te sientas y piensas cómo sacar la rentabilidad de esto. Y estamos en esa fase ahora.
A.C: De hecho, el objetivo es vivir de Solocomedia y ojalá vivir muy bien.
A.M: Sí, pero no tendremos aviones. Ni playas. Funny or Die hizo vendió a la HBO. Ellos tienen programa, aparte de la web. Llevan seis años. Pero los cómicos allí… es otra cosa. Con lo que ganan estos cómicos allí, probablemente se paguen diez años de Funny or Die. Estos tres se juntan y dicen “¿ponemos dos millones de dólares cada uno a ver qué pasa, por jugar?”.
Me habláis de una rentabilidad en Internet, entonces. ¿Pero hay vida más allá de Internet? ¿Veis este mismo producto en televisión? ¿Es viable?
A.M: La idea de Solocomedia es convertirse en un sello de comedia. No sabes en qué dirección vas a crecer porque nunca sabes lo que va a pasar, a lo mejor te llamo y te digo que no publiques porque hemos cerrado, pero lo que pretendemos con esto es ir un poco más allá. No sabemos si, de pronto, en 2013 o 2014 nos vamos a plantear producir una película o un espectáculo en teatro. Little Britain, por ejemplo, es un programa de televisión que consiste en una serie de sketches, y cuando lo ves crees que tiene que ser en la tele sí o sí, pero ellos tienen espectáculo en teatro. Y van de gira. Si tienes una idea, la puedes mover, pero primero tienes que trabajar en la marca. En conseguir que la marca sea algo.
A.C: Es crear una marca, y si mañana haces televisión, que te compren por la marca, no porque te hayan llamado para ir a hacer no sé qué programa.
Entonces, ¿vosotros no os habéis planteado volver a hacer televisión, más allá de lo que me comentáis? Lo digo porque en la entrevista a Goyo Jiménez que mencioné antes, él nos decía que cuando uno presenta un programa, no tiene el control del trabajo. Que hay una serie de creativos que son los que plantean en qué dirección tiene que ir el programa y que uno tiene que ser profesional. Entiendo, por lo que decís, que vosotros no estáis por la labor. Que no llevaríais vuestro proyecto a la tele si supieseis que eso supondría no tener todo el control y la libertad que os ofrece internet.
A.C: Eso lo elige uno. La idea es crear una marca, y si te compra la tele o cualquier medio, que te compre por esa marca. Si vamos, es para hacer esto.
R.B: De hecho ha habido alguna propuesta y, sinceramente, no nos ha convencido. Pero esto no es exclusivo de la tele. Es como si nos llama Arteria, la gestora de teatros, y nos dice que quieren que hagamos Solocomedia pero sin decir “puta”. Pues no.
A.M: Es verdad que tú tienes que hacer lo que te dicen los creativos, pero al final es lo que dice Alberto: tú decides si quieres hacer eso. Yo he visto el material que hace Goyo. Y veo a Goyo en teatro. Pero cuando lo vi en la tele no me gustó nada. No tiene nada que ver con lo que hace. Y además el caso de Goyo es muy extraño, porque yo creo que no necesitaba la tele. Tenía un nombre. Si has conocido a Goyo en la tele, yo no iría a ver su espectáculo. Porque lo que yo veo en la tele es un tío al que le tiran chocolate por la cabeza desde una grúa. Es verdad que los creativos deciden, pero…
R.B: Es verdad que los creativos deciden pero te puedes ir. No estás secuestrado ahí.
¿Tan difícil es hacer valer tu criterio en televisión?
A.C: Es cierto que en un programa te dicen lo que tienes que hacer, pero si eres creativo también tienes la opción de participar en la elaboración de ese programa. Es decir, si te dedicas a la creación de sketches o monólogos, cuando vas a la tele lo interesante es que quieras participar en la creación, y no que te lo den hecho.
A.M: No, está muy claro. Si quieres ser presentador, vas allí a obedecer. Punto. Pero si eres cómico, es muy complicado. Coge a Ricky Gervais y ponlo a presentar los Globos de Oro. Y dile que va a hacer un monólogo que le ha escrito un señor que es supereducado. Y Gervais probablemente te dirá que no. Porque tiene su estilo, tiene su línea y tiene su rollo. ¿Quieres presentar un programa? Sí. Pues el programa va a ser así, te van a escribir esto, vas a salir así… No es tan difícil decir que no te interesa.
A.C: Lo que pasa es que te dejas llevar por la comodidad. ¿Quieres hacer un programa? Sí. ¿Quieres llegar una hora antes del programa, leértelo una vez, decir lo que te han escrito y cobrar mucho? ¡Claro que sí! Lo difícil es decir “no, quiero llegar a las nueve de la mañana y participar en la creación”.
A.M: Pero hay momentos para eso. Si estás empezando, bueno… Te lo puedes comer porque te va a servir de trampolín para otra historia.
A.C: Por eso digo que eso es lo cómodo. Entiendo que un presentador del que solo interesa la imagen prefiera que se lo den todo hecho, pero alguien que se dedica a crear material también puede elegir esa opción.
R.B: Vamos a ver, Ángel en Sé lo que hicisteis tenía la opción de ser exclusivamente presentador, de llegar una hora antes del directo y leer el guión que nosotros habíamos escrito. Pero él elegía venir cada día a las 9:00 y participar en eso, porque si quieres que lo que haces te represente a ti como cómico, tienes que participar. No sé en qué medida, pero tienes que estar. Pero esto sucede a todos los niveles. De todos los cómicos españoles que están en el circuito de salas, la mitad no han cambiado ni una línea de su material en diez años. Es comodidad. Tengo este repertorio que me aburre un poco, pero es que funciona muy bien y tengo curro. ¿Para qué me voy a molestar en intentar sacar material nuevo si me siguen llamando?
A.C: Ocurre otra cosa. Para un cómico es muy fácil aceptar eso de llegar a última hora, leer en el cue y que le paguen muy bien, pero es la tele la que contrata a alguien solo porque lo peta mucho en los teatros para luego decirle que lea un guión que han hecho unos guionistas que no saben ni cuál es su rollo. En la propia tele ni se lo plantean. Ni se plantean que ese tío que lo peta sea parte creativa de un programa.
A.M: Lo más raro de la tele es eso. “Te contrato porque me mola lo que he visto que haces en teatro. ¿Te vienes a hacer una cosa que no tiene nada que ver?”. Hostia, ¿qué sentido tiene eso, coño? Pero así es como funciona la tele. Ya está.
¿Tiene algo que ver todo esto con el hecho de haber abandonado los tres Sé lo que hicisteis? ¿Sucedió algo que precipitase vuestra salida del programa?
A.M: No, en mi caso fue la sensación de estar haciendo lo mismo durante cinco años y que el programa ya estaba en una fase donde podías participar muy poco. Llega un momento en el que, cuando has comentado por décima vez que Matías Prats se ha trabado un poquito, deja de tener sentido. Dejó de ser divertido. Yo tuve un poco más de suerte que ellos porque empecé en un momento en el que el programa empezaba. La Sexta empezaba. Había una libertad muy salvaje. Durante algún tiempo viví algo que no era la tele. Era otra cosa, con otras reglas. Y poco a poco se fue convirtiendo en televisión. Creativamente, me parecía muy poco interesante. Tenías que decidir, después de cinco años, si querías hacer lo que decían unos señores o si cambiabas de aires y te ibas a investigar en otro sitio. En mi caso, fue por aburrimiento. No me divertía, y como cómico, si no te diviertes, no tiene mucho sentido.
A.C: En mi caso, más que por aburrimiento fue porque cambió el programa de un año para otro. Básicamente llegué un día y me dijeron que no contaban conmigo como imagen para el programa. Yo llevaba cuatro años haciendo sketches, presentando, etc. Y un día me dijeron que no iba a salir más. Que la gente que decidía no quería que saliese en pantalla.
¿Pero hubo un cambio de directiva? ¿A qué se debió ese nuevo rumbo que todos apreciamos?
A.M: Hubo un cambio de dirección…
A.C: Fue un cambio en la filosofía del programa. La dirección ya había cambiado a los tres años, pero no fue ese el problema. De un año para otro, después de Navidades, cuando llegamos nos dijeron que todo iba a ser distinto, que habría otra filosofía. Y a mí, además, me dijeron que no iba a salir más. Y me sentó bastante mal, porque me parecía injusto. Estuve unos quince días de guionista y al final lo dejé. Era un trabajo seguro, pero estaba cabreado por esa decisión. Simplemente, no me pareció bien y me di quince días para irme.
R.B: Yo ya había perdido protagonismo como cara del programa antes de esto, pero participaba como guionista en el guión de Ángel y al irse él dejé de tener motivaciones. Además, la nueva propuesta de escritura no era comedia. Un día llegó un jefe y dijo “esto ya no va a ser un programa de humor, va a ser un magacín”. Y si eres humorista no escribes magacines.
De hecho, os fuisteis y el programa cambió radicalmente.
A.M: Ya estaba cambiando. Mi sensación es que se estaba intentando cambiar y algunos estábamos peleando desde dentro para que no cambiara. Y eso impedía de alguna manera que el programa evolucionara en otra dirección. Al final no sabes si es mejor o es peor, pero algunos estábamos empeñados en que fuese un programa de comedia. Y llega un momento en el que decides.
R.B: Te retenían con promesas. Les decías que se había hablado de hacer comedia pero no se hacía comedia y te contestaban “venga, tienes razón, no te enfades, vamos a hacer comedia”. Pero la hacías al día siguiente y al siguiente ya no.
¿Creéis que el programa murió por el cambio de formato?
A.M: No, el programa murió por la cantidad de tiempo que llevaba y porque se perdió el norte. Llegó un momento en que nadie sabía de qué iba ese programa. Todo el mundo empezó a dar palos de ciego, todo el mundo empezó a tomar decisiones, y nadie sabía realmente de qué iba aquello.
A.C: Aparte de ese momento en el que se tomó la decisión de dar un giro, el programa ya llevaba más de un año cambiando poco a poco. Ya se habían tomado pequeñas decisiones. Desde fuera, si veías el programa a lo mejor te echabas unas risas, pero desde dentro ibas notando el cambio. Y de repente se impuso el nuevo rumbo y ya se notó más.
R.B: Fueron demasiadas cosas. El último año todo adquirió cierto aire de grandeza con el plató aquel, la escalera…
A.M: Todo era excesivamente grande, sí.
R.B: Pasó de querer ser una cosa que molaba porque era modesta, a querer ser el gran show que no era.
A.M: Se pasó de jugar a ser lamentables a pretender jugar a ser guays.
A.C: Es lo que hablábamos antes. Aquí, en España, llega un momento en el que alguien te dice “oye, que tú molas, que tú no puedes hacer esto porque tú molas”. Y en ese programa pasó eso. Un día llegó alguien que dijo “vosotros moláis, vosotros tenéis que ser la polla”. Y eso no nos vino nada bien.
R.B: Hubo una directriz que consistía en que no podíamos reírnos de la cadena ni de nosotros mismos. Y eso, como humorista, es una mierda. Reírte de ti mismo es lo que te legitima para reírte de los demás. Yo empiezo mi show diciendo que estoy gordo, y a partir de ahí puedo hacer las bromas de gordos que yo quiera.
Quizá esto sucediese así porque Sé lo que hicisteis era el programa de referencia de La Sexta, salvando el deporte.
A.M: Sí, estaban El Intermedio, Buenafuente y nosotros.
¿Y no os daba la impresión de que estabais manteniendo una batalla titánica con el mundo del corazón cuando quizá en la calle nunca llegó a existir un interés por ese mundo en la forma en que vosotros creíais que existía?
A.C: Estoy de acuerdo.
R.B: Siguiente pregunta (risas).
Confieso que a veces yo veía el programa y pensaba “no tengo ni idea de lo que me están hablando”.
A.M: Es que daba igual de lo que te estuviesen hablando. Sé lo que hicisteis consiguió hacer una cosa que muy pocos programas han conseguido, y es verdad aunque suene a tópico. Los que estábamos allí haciéndolo éramos muy colegas, y el lenguaje que usábamos era un lenguaje que no es el habitual en la tele. Hablabas como en la calle. Llegabas y decías: “Es lunes, vaya puta mierda venir a trabajar”. Y tú estabas en casa y pensabas “¿ha dicho ‘vaya puta mierda venir a trabajar?’”.
R.B: Se producía un cierto vínculo de identificación o familiaridad. Nunca se menciona cuando se habla del programa, pero era algo que te hacía conectar. La gente se daba cuenta de que éramos unos tíos que hablaban como ellos y que cuando veíamos esas cosas pensábamos que eran una mierda, como ellos. Lo del corazón tuvo sentido cuando empezó Sé lo que hicisteis, porque entonces en la parrilla había hasta diez programas de corazón. Pero al final, el único que quedaba era Sálvame y aquello perdió sentido.
A.C: Y porque, aunque hables de corazón, si pones unas imágenes de un programa, criticas a un periodista, y el que está en su casa ve las imágenes, se indigna y escucha tu crítica, le va a parecer muy bien, porque… menuda gentuza. Pero cuando ya no puedes poner eso y terminas tú hablando de corazón, y encima no te dejan poner las imágenes, te das cuenta de que a la gente que te está viendo, realmente se la suda.
[Por sentencia judicial, se prohibió a La Sexta usar imágenes de Telecinco en septiembre de 2008, N. del R.]
R.B: Hubo un momento en que fue interesante explicar las trampas de esos programas porque había gente que no las conocía, pero los mecanismos siempre son los mismos y deja de tener sentido explicarlos una y otra vez. Ya sabes cómo funciona un montaje. Sabes cómo funciona una exclusiva. Explicarlo cada vez se hacía cansino…
Bien, vamos a cambiar de tema. Ángel y Rober, vosotros tenéis vuestro propio espectáculo en directo. ¿Habéis notado en el sector el peso del aumento del IVA o creéis que el público está respondiendo igual a pesar del precio?
R.B: Mi espectáculo es buenísimo (risas).
A.M: Ha afectado negativamente, claro, pero asumes tú la subida.
R.B: Eso es. Yo he mantenido el precio de la entrada, así que el 13% de diferencia lo pierdo yo. Lo asumo yo de mi porcentaje de beneficio de cada actuación.
¿Creéis que afectará al consumo de cultura a largo plazo?
A.M: Ahora mismo el problema no es tanto la subida el IVA sino la sensación de caos y pánico que se está generando. De lo primero que te quitas es de esta clase de cosas. Si no sabes lo que va a pasar, lo que haces es no ir al teatro o no ir al cine. Ahora mismo hay un problema en la gestión de los teatros, y es que está en manos de gente que tiene una idea muy antigua del teatro. Siguen vendiendo entradas a 25 euros creyendo que la gente va a seguir yendo al teatro por ese dinero, y cuando les explicas que ya nadie paga eso, que hay que hacer ofertas, que hay que poner las entradas a 10 o 15 pavos, te responden que la gente al final va a ir a la taquilla y las va a comprar. No, la gente venía a la taquilla y compraba la entrada, pero ahora ya no porque no tiene pasta. O se ponen las pilas desde la gestión de los teatros, es decir, o te adaptas a todo lo que está pasando, o vete preparándote para cerrar tu puto teatro. Nosotros estamos en un teatro aquí en Madrid y cuesta mucho que entiendan que las entradas no pueden costar 20 euros. Porque nuestro público no es un señor de 50 años que tiene la vida montada, que tiene sus ahorros y destina parte de sus ingresos a ver nuestro espectáculo.
R.B: No es el público de los musicales, que se baja un fin de semana a Madrid con el plan de ver El rey león y visitar el Museo del Prado. Nuestro público está formado por chavales que estudian, gente que tiene su primer curro donde aún no gana mucha pasta…
A.M: Claro, los de los musicales no lo notan. Nuestro público es gente de entre veinte y treinta y pico años, y no pueden permitirse pagar 20 o 25 pavos. Y cuesta que quienes gestionan los teatros entiendan eso. Y es muy complicado, porque si ya estás ganando menos porque te estás comiendo tú ese 13%, al menos vamos a intentar que se venda el mayor número posible de entradas para que el espectáculo, por lo menos, se vea, que el boca a boca funcione y la gente venga más. Es un momento delicado. Y encima te da la sensación de que a los teatros, que también están ganando menos, lo único que se les ocurre es cobrar, en vez de 20 euros, 22. La gente ya no venía con 20, no va a venir con 22, tarado. Dos personas se gastarían 40 pavos, y con 40 pavos me voy a cenar por ahí, coño. Me voy a cenar.
R.B: Económicamente es lo mismo, y para el artista es mejor, hacer una función con cuatrocientas personas pagando 10 euros que con doscientas pagando 20. El teatro está lleno, se crea un clima mejor, y sobre todo la difusión es mayor porque es más gente la que ha visto la función.
Tiene que cabrearos un poco la postura del Gobierno…
A.M: Es una tocada de polla porque es absurdo. ¡Del 8% al 21%! No me jodas.
R.B: Sobre todo cabrean las excepciones. Al principio decían que los toros iban a mantener el IVA reducido. ¿Dónde está el criterio? ¿Por qué los toros sí y el teatro no? Es cierto que el teatro no es una fiesta nacional. Es solo una actividad cultural…
A.M: Creo que lo han igualado ahora.
R.B: Es que es una cuestión de pompa. El otro día lo hablaba con algunos actores y ellos decían que estaba pasando factura la pose del “No a la guerra” y todo lo demás. A los actores que les follen, que no están con nosotros. Un cuadro de Goya no tiene opinión. No tengo por qué subirle el IVA porque no ha protestado.
Un antiguo compañero tuyo de piso, Ángel, nos decía que los catalanes sois un poco hobbits porque tenéis miedo a todo lo que sea de fuera de la comarca. ¿Qué opinas?
A.M: Yo es que soy de familia andaluza. Mi madre es de Almería. Y no me he criado en Barcelona, Barcelona. Sí es verdad que ahora, cuando voy a Barcelona, me da una sensación, por lo que veo, como de una cosa muy cerrada. Es un poco aterrador. No soy muy partidario de la independencia, la verdad. Lo respeto, que cada uno piense lo que le salga de los cojones, pero no estoy muy metido en esa movida. Ni la sigo ni me interesa lo más mínimo. Es una lucha que si entendiera y me hubiera documentado sobre ella, podría opinar. Pero estoy muy ajeno a eso. Muy ajeno. Mucho.
¿Notáis diferencias en vuestra manera de hacer o entender el humor, teniendo en cuenta que uno es gallego, otro catalán y otro madrileño?
A.C: La verdad es que no. Y no creo que exista el humor madrileño como tal.
R.B: A mí, en las entrevistas que hago en Galicia, siempre me preguntan por el humor gallego. Es como si quisiesen crear esa imagen a la fuerza…
Hombre, existe una cierta imagen del humor catalán, por ejemplo, que en una época se asociaba un poco con Manel Fuentes y compañía.
R.B: Puede ser, pero yo no creo que exista el humor gallego. Es que si pienso en cómicos de Galicia, como Moncho Borrajo, Luis Piedrahita, Rober Bodegas, o Marcos Pereiro y Xosé A. Touriñán, veo que todos somos muy diferentes. Puede haber cosas idiosincrásicas que pueden influir a la hora de ser más irónico o lo que sea, pero no creo que exista el humor gallego como género. El humor de cada uno es una cuestión de influencias, como en la música. En base a lo que te gusta, construyes tu estilo.
Una última pregunta: ¿cuándo fue la última vez que llorasteis de risa?
A.M: Rober hace unos minutos (risas). La última vez que yo lloré de la risa fue en Galicia, con vosotros y José Lozano. No podía parar de reír y de llorar. Se nos fue bastante la pelota, delirando.
R.B: ¡La terraza de la vida! Qué paranoia… Estábamos en una terracita en la playa, todo muy de postal, con el atardecer, gente paseando… Y creíamos que todo eso estaba siendo coordinado por alguien. ¡Que pase una pareja y se bese! ¡Que se pose un pájaro y coma una miguita! Estaba coordinado por alguien porque era parte del negocio del bar. Se gestionaba para que tú estuvieses a gusto. ¡Era un plus que te daba ese bar! Qué locura… Pero la última vez que lloré de risa fue el otro día, viendo el final de la versión americana de La cena de los idiotas, que no la había visto.
A.M: Tiene momentos míticos esa peli. En cuanto a sketches, yo lloré viendo uno del Saturday Night Live en el que había un científico que decía que había conseguido que los monos hablaran. Entonces salía un tío haciendo de mono y sus primeras palabras eran “me ha violado”. Y el científico decía algo así como “bueno, no desviemos la atención, lo importante es que habla”. Me pareció oro. Lloré de la risa.
(risas) ¿Y tú, Alberto?
Con tono muy serio, Casado sentencia: “Yo no me he reído en la vida”.
Bien. Demasiado largo.
Coño, hay que quejarse de todo.
Acojonante. Venir a comentar una entrevista para decir «Demasiado largo». Que nos lleven los mayas ya por favor.
Se puede ser ignorante, y después estas tu. Quejarse por la duración de una entrevista escrita es lo ultimo que me quedaba por ver. Felicidades a estos increíbles cómicos, a seguir así!
Dicen que nacieron copiando a los americanos… De hecho, Ángel Martín nació del molde de Bill Murray.
Muy buena la entrevista, «Sé lo que hicisteis…» en su momento fue uno de los mejores programas de humor que ha habido en España, y es justo por lo que comentan: lo divertido del programa era el tono con el que lo hacían, muy atípico en la televisión y que creaba vínculo con el espectador, se veía a gente que solo pretendía hacer reír honestamente y no para venderte nada.
Por desgracia, el programa fue cambiando, y entre que les quitaron las imágenes de Telecinco, base del programa por su formato, y que lo convirtieron en la imagen institucional de La Sexta, intentando hacerlo más «simpático» y quemándolo alargando el programa cada vez más, perdió muchísima calidad.
Enhorabuena por el éxito que están teniendo, y a ver si vienen Ángel Martín con Ricardo Castella a Zaragoza, que hay muchas ganas de ver su espectáculo.
Puede que sea un poco largo, sí, pero vale la pena leerlo. Este artículo me ha dejado más claro aún lo grandes que son estos personajes. Y el final es…perfecto.
Manuel de Lorenzo hacia las preguntas y se contestaba a sí mismo a la vez, puto loco.
«Lo sabe, no lo sabe» es la adaptación de un formato israelí. Y es un programa muy bueno, hay que llegar a conseguir esa mecánica tan simple. En España no suele ser habitual -por no decir nunca- que alguien invierta tiempo y dinero en diseñar una mecánica de concurso original.
Genial entrevista. El único pero, que se han olvidado de uno de los mejores cómicos españoles de la historia! Javier Cansado, muy bueno con Faemino, genial en Ilustres ignorantes.
Nunca soy de comentar en este tipo de cosas pero no tengo más remedio que hacerlo después de esta fantástica entrevista.
Sigo el proyecto Solocomedia desde el principio y esta entrevista me confirma que son de los mejores cómicos del panorama actual ya no solo por «gracia» sino por filosofía. Hay que tenerlos muy bien puestos para abandonar un mundo tan lucrativo como es la televisión en favor de tus ideales.
Ojalá alguien invierta más en ellos en un futuro próximo porque se lo merecen de verdad.
Jot Down haciendo publicidad en la entrevista con las fotos sin poner letrerito… ¡Que vergonya! ¡A la Comisión Nacional de Competencia que vais! Ah,la entrevista muy cum laude.
Cojonuda entrevista, cojonudos cómicos.
Que razón tienen con lo de en la tv » La gente se preocupa mucho por aparentar. La regla general, por encima de todo es “tú molas” »
Casi me ahogo de la risa con el scketch de loewe cuando angel dice «las pollas..bien gordas», y «lo mejor de españa…paris» jajajajajajaj
Tres tipos mediocres haciendo comedia ligera para el populacho.
Que nos lleven los mayas ya por favor.
Regla de oro.
Me ha hecho gracia que Angel mencione a Louis C.K. Llevo tiempo pensando que tienen cierto parecido en el humor.
Y, por cierto, lo mejor de las entrevistas de Jot Down es que son largas… por eso es Jot Down.
Buenísima entrevista. Jugosa y bien llevada por el periodista que ha conseguido sacarles el jugo a los entrevistados
Me ha encantado la propuesta del carné de votante de Bodegas. Siempre he pensado que un derecho tan importante como el del voto debería llevar un deber asociado directamente.
En serio, que Angel martín y compañía hablen de «crear algo nuevo» cuando han basado su programa, al igual que el intermedio y algunos otros, en hacer bromas sobre vídeos de youtube y declaraciones de famosos día tras día… manda cohonee.
Pingback: Jot Down Cultural Magazine | Eva Hache: “Me da miedo que nos aletarguemos porque se nos va la fuerza por los chistes”
Sin renegar del humor castizo que tuvo su momento, y ya pasó, con Chiquito, Arévalo y tal. En lo que a comedia se refiere, Ángel Martín ha sido de lo mejor que ha pisado televisión. Me encanta.
Pingback: Portal web de comedia: En busca del Funny Or Die español | Despierta Abuela