(Viene de la segunda parte)
1. Películas… tomen nota, guionistas…
Sobre Munch hay una película. Sobre Rembrandt. Sobre Pollock. Sobre Van Gogh. Sobre Toulousse-Lautrec. Sobre Modigliani no hay una, sino dos (los finales trágicos son los mejores, los que más venden…). Pero faltan tantos…
Así, a bote pronto, se me ocurre uno: Maurice Utrillo. El extraño caso del pintor maldito (en el sentido más habitual de la expresión) que cambiaba sus cuadros por casi todo: sexo, comida, bebida, libertad (libertad en el sentido más estricto, pagando con un cuadro a los policías que lo metían en una celda de una comisaría por borracho), en fin, casi todo lo que un hombre puede necesitar… Y que, habiendo aceptado plenamente su fracaso se tropezó con la felicidad en su vertiente más cálida y doméstica: se casó con una americana rica.
Y sí… Fin de la historia. Fueron felices y comieron perdices. Algo vulgar e impropio de artistas malditos como Dios manda.
(Es muy tentador comparar su caso con el de Pollock, por ejemplo, y jugar a imaginar las oscuras razones que tiene el destino para poner punto final a una buena historia).
2. Ocupaciones inútiles para un historiador del arte (que quiera salir en la tele)
1) Buscar la cabeza de Goya.
Su cuerpo está enterrado en San Antonio de la Florida, pero cuando fue exhumado en Burdeos en 1888, para ser trasladado a España, se comprobó que faltaba su cabeza. Aún hoy no se sabe dónde está, si bien se han seguido diversas pistas: véase, por ejemplo, la novela de Vicente Muñoz Puelles El cráneo de Goya (Valdemar, 2004).
2) Hacer un inventario de las mujeres de grandes pintores que estuvieron a punto de destruir obras maestras de sus maridos por prejuicios sociales, por considerarlos poco valiosas o por descuido.
Por ejemplo: Elena Fourment, segunda mujer de Rubens, estuvo a punto de quemar el cuadro Las tres gracias después de la muerte de su marido porque lo consideraba pecaminoso.
3) Averiguar cuántos genios del arte tuvieron problemas con la justicia y analizar hasta qué punto influyeron estos problemas en su carrera. Dos ejemplos elementales: Bernini y Caravaggio. ¿Puede un gran artista ser un asesino? ¿Merece ser condenado como cualquiera que cometa ese delito o debe ser tratado con indulgencia?
Otro caso sumamente interesante es el de José Ribera, el españoleto, el pintor que mataba a sus competidores (con varios cómplices más). Caravaggio mató en una pelea. Bernini casi mató a su hermano de una paliza y mandó mutilar a su amante, pero fue un acto pasional, como suele decirse (al menos eso pensó el Papa, que no lo condenó), pero lo de José Ribera era simple política laboral: ningún pintor ponía los pies en Nápoles excepto él y sus socios. Y pese a todo curiosamente nunca tuvo problemas serios con la justicia y ha pasado a la historia como el gran pintor que era (una cosa no quita la otra).
4) Buscar cuadros perdidos, tesoros ocultos, civilizaciones desconocidas. Si no se encuentran es lo de menos: siempre se hacer un buen documental de viajes.
5) Rastrear y denunciar las grandes meteduras de pata de los políticos. Preferentemente políticos ya muertos y citas registradas de algún modo irrefutable (por si acaso). Como por ejemplo el mensaje al Congreso del presidente americano Calvin Coolige de 1928 (un año antes del Crack del 29): «El país puede contemplar el presente con satisfacción y mirar al futuro con optimismo». O la frase de Chamberlain, primer ministro inglés, sobre la firma del Pacto de Munich y la anexión de Checoslovaquia por parte de Hitler en 1938 diciendo que «Después de todo, Checoslovaquia es un país que está muy lejos y del que los ingleses no saben casi nada», así pues, qué puede importar lo que pase allí. Ver después cómo han reaccionado los grandes pintores del momento ante el resultado de las meteduras de pata de esos políticos. Por ejemplo: la famosa frase de Picasso a un alto mando alemán cuando este le preguntó si “eso” (el Guernica) lo había hecho él. “No. Eso lo han hecho ustedes”, contestó Picasso.
6) La mejor de todas: hacerse pasar por un experto en falsificaciones y dar un buen susto a unos cuantos ricos vanidosos.
3. Paisaje vacío
Una de las fotos antiguas o relativamente viejas de paisajes españoles que más me gusta aparece en el libro Por tierras de Aragón, que es, tal y como se dice en el prólogo “una selección de las mejores instantáneas fotográficas tomadas en nuestro territorio durante la década de los cincuenta y sesenta del siglo XX por el gran fotógrafo francés Jean Dieuzaide”. La foto es cuestión tiene por título Tierras zaragozanas y está tomada en 1961. En ella se ve un paisaje yerno, absolutamente vacío, agreste y violento, cruzado por un camino polvoriento que se curva y se hunde en la tierra como una serpiente que se desplaza entre el fango, que corta la tierra baldía y deja una cicatriz desnuda y sangrante. Ese paisaje, cuya localización exacta se desconoce, bien puede corresponder (conozco la zona) a los alrededores de Belchite. Pero en cualquier caso me recuerda, aunque no sea el mismo, el paisaje que veía George Orwell desde su trinchera en la Sierra de Alcubierre. Viendo este paisaje, que en los años 36 y 37 sería prácticamente igual que el que nos muestra la foto de Dieuzaide, la absurda matanza de la guerra civil se vuelve más absurda aún. Los que enseñan historia deberían enseñar la historia junto con la geografía. Viendo esta foto los alumnos deberían preguntarse si este pedazo de tierra vacía, inhóspita y estéril merecía tanta sangre.
4. Picasso: el egoísmo en el genio ¿capricho o necesidad?
Después de leer los artículos de Elena Foster y de Rosa Olivares sobre las mujeres de Picasso publicado en el suplemento de moda de El País vuelvo a plantearme la vieja pregunta: ¿Tiene que ser necesariamente egoísta el genio? Veamos algunas pistas:
«Pero Picasso era ante todo un espíritu libre. Nunca permitió que su amor por una mujer controlase su genio, su vida, sus decisiones. Vivía el presente en el amor y cuando este resultaba cansino, cortaba radicalmente las amarras y se iba a otro puerto a buscar inspiración». (Elena Foster)
«Picasso mantiene relaciones prolongadas, tiene hijos con sus parejas, pero cuando las abandona, también abandona a sus hijos, rompiendo el hilo nuclear de la familia. Los hijos son una consecuencia, nunca importan en sí mismos». (Rosa Olivares)
Otro dato, después de su muerte, dos de sus mujeres se suicidaron, y Dora Maar tuvo que ser internada en un manicomio tras de ser abandonada por él. Ella dijo esta frase terrible: «Después de Picasso, solo Dios». ¿Por qué era tan profunda la huella que dejaba en ellas? ¿De quién se enamoraban, del genio o del hombre? ¿Se podía separar una cosa de la otra?
5. ¿Escritores malditos?
Al final resulta que Henry Miller no hubiese existido sin Anaïs Nin. Y Anaïs Nin no hubiese podido ayudarle sin el dinero de su marido y de su psiquiatra, que son quienes lo pusieron para editar Trópico de Cáncer. Así que ¿dónde está el mérito de Henry Miller? Fracasó en todos sus trabajos y se hubiera muerto literalmente de hambre (él mismo lo dice) de no haber conocido a Anaïs. ¿Y qué habría sido de Anaïs Nin de no haber tenido un marido tan tolerante?
A ver si al final va a resultar que todos los escritores, hasta los más “malditos” son unos “hijos de papá”, y además, unos cobardes, porque ya lo decía Umbral:
«Si todo escritor escribiese una carta a su padre, sincera y dura, estaría salvado. Pero prefieren hacer el melodrama novelado de su padre…»
Pues eso…
6. ¿Políticamente incorrecto?
«En cuanto a mí, me sentía (escojo las palabras con cautela) insoportablemente excitada al tener a dos hombres tan cerca el uno del otro. Bastante escandalizada, me decía a mí misma: ‘¡Te estás comportando como una puta! ¿Es lo que eres, por naturaleza?’. Pero en realidad estaba muy orgullosa de mí misma, del efecto que podía ejercer».
(J. M. Coetzee, Verano)
¿Qué pasaría si estas palabras, esta idea, las expresara otra persona, en otro lugar, en un aula, en una plató televisivo… en sitios con mucha audiencia? Seguro que alguien, muy listo, decía: «Eh, este tío ha dicho que todas las mujeres son unas putas…» (o algo así), y se armaba la de Dios…
7. Lo que dijo Voltaire y lo que contestó Rousseau
Después del terremoto de Lisboa, Voltaire dijo que no podía creer en un Dios que permitía estas cosas. Rousseau le contestó que él sí que seguía creyendo en Dios y que «había sufrido mucho en esta vida para no esperar nada de la otra». Voltaire calló, supongo que por educación, o por no echar más leña al fuego, pero me imagino que se quedó pensando algo así:
—¿Y si la otra vida no existe? ¿Si no hay nada después de la muerte? ¿Si todo el sufrimiento de esta vida termina en nada, en el más absoluto vacío? ¿Entonces qué?
Rousseau, tal vez imaginó lo que podría decirle Votaire, si quisiera seguir hablando, y ya tenía la respuesta, pues la respuesta no podía ser otra que la que mucho tiempo después se atrevería a decir Conrad: «El horror, el horror y nada más que el horror».
Final: la historia no existe pero es todo
Siempre digo que la historia sirve para desenmascarar las mentiras que nos han contado los que nos han contado la historia. Si uno se mete a fondo en un tema, el que sea, no tardará en descubrir que las cosas no sucedieron como le contaron en la escuela, o como le contaban sus padres o sus abuelos, o como se empeñan algunos en seguir haciéndonos creer que sucedieron. Los ejemplos son infinitos. Y pondré uno:
Todavía hay quien dice que Franco no entró en la Segunda Guerra Mundial porque no quiso, porque él mismo (“en su infinita sabiduría”, podríamos decir) comprendió perfectamente lo que iba a pasar (incluso más: “su infinita clarividencia” le hizo evitar el desastre). Pues bien, esto es una gran mentira (y no lo digo yo, lo dice Paul Preston, entre otros), pero esto se sabe ahora, después de que durante más de 60 años los niños de las escuelas estuvieran aprendiendo otra cosa (yo mismo, en EGB, se lo escuché decir a mi profesor de Historia, y para entonces Franco ya había muerto). Muchas veces me he preguntado, cuando trabajaba dando clase a adolescentes españoles (cosa que hoy por hoy, aunque pueda parecer lo contrario, aún es posible), qué clase de mentiras les estaba contando, involuntariamente, o con buena voluntad pero equivocándome, a mis alumnos. Naturalmente un profesor que se pregunte por el sentido de su trabajo está vendido. Lo más normal es que todo acabe en una baja por depresión. Pero pese a todo considero que uno tiene que buscar el sentido a lo que hace, así como el sentido a su propia existencia, pues mientras no se demuestre lo contrario aún somos seres humanos y la inteligencia (y su uso ocasional) es una característica fundamental del ser humano.
Así pues creo que la historia sirve para algo, para ejercer una especie de justicia básica, aunque sea tarde y sea inútil. Y también creo que la historia no existe y lo es todo. Me explicaré:
Hay una corriente historiográfica llamada “Presentismo” que dice que toda la historia es presente, lo que en el fondo viene a decir que la historia no existe. ¿Por qué? Porque nosotros lo vemos todo con nuestra mentalidad actual. Podemos estudiar el imperio romano, pero no podemos meternos en la piel de un romano, por mucho que nos empeñemos. Nuestra versión del imperio romano será siempre la versión de un occidental culto (más o menos culto) del siglo XXI, y esa versión será muy distinta a la versión del imperio romano que presentó en su momento un occidental culto (más o menos culto) del siglo XV, por decir algo. ¿Y cuál es más verdadera y cuál es más falsa? ¿Podemos desenterrar a un romano y decirle: “Bueno, tú, explícanos por qué haces realmente esto”? No. No podemos. Y las razones que demos dependerán de nuestra manera de ver el mundo, de nuestra mentalidad contemporánea, y siempre trataremos inconscientemente de ver a los romanos como vemos a nuestros vecinos de hoy en día, desde el presente.
Pero además de no existir, la historia es todo. ¿Qué es la historia si le quitamos el arte, la filosofía, la teología, la economía, la literatura, etc.? ¿Cómo podemos estudiar una época sin estudiar todo eso? Por eso en estos artículos no se habla de historia; se habla de arte, de literatura, de economía… ¿O sí se habla de historia?
La entrada de España en la segunda guerra mundial es un pelin, sólo un pelin mas complicado que lo que cuentas. Por lo demás un genial articulo. Enhorabuena
Hola.
Soy el autor.
Sí. Desde luego. Fue más complicada. Franco pidió las colonias francesas de Africa y Gibraltar a cambio de entrar en la guerra, y Hitler se lo estuvo pensando, pero no quería perder como aliado a la Francia de Vichy. Recordemos que Francia había sido vencida pero su imperio colonial estaba intacto (con sus soldados y sus barcos). Parece que luego Hitler se arrepintió. Pero yo no soy un experto en ese tema, sólo he leído a Preston y a otros historiadores ingleses y españoles que lo han investigado bien. Lo que es seguro es que NO FUE PORQUE ÉL SABÍA QUE HITLER IBA A PERDER ni fue por pensar en lo que iba a «sufrir el pueblo español si se metía en otra guerra», que fue la versión oficial que yo escuché de mi profesor de historia en EGB (y que luego aún he escuchado varias veces después en otros sitios, hasta hace muy poco). Eso es a lo que me refería, que luego cuesta mucho desmontar las mentiras oficiales.
Por los demás, muchas gracias por leerme.
Preston ha cometido errores gravísimos, demostrados además.
En cuanto a la exigencias sobre la África colonial, seguro de dierón, pero ¿fuerón tan insalvables las diferencias como para no llegar a un acuerdo?¿Acaso pidió medio continente? Sabe usted que los generales alemanes plantaeron la invasión de la penísula. Es consciente, que tan solo con haber dejado paso a las tropas alemanas la guerra en el norte de Africa muy probablemente hubiera tenido otra final. En fin, aparte de Preston hay también otros historiadores (que se apoyan en datos y documentos), Payne es un ejemplo, si no le gustan los españoles.
Sí. He leído a Payne, y me gusta el análisis que hace del franquismo. Y hasta he visto una vieja entrevista a Serrano Suñer hablando de la posible toma de Gibraltar por los alemanes que dieron en el canal Intereconomía, con el que no comparto ideología (lo admito) pero cuyos programas, si hablan de historia, procuro ver para estar informado. Y Preston se puede equivocar, desde luego, pero respecto a lo que pedía Franco como condición para entrar en la guerra mundial no es el único que lo dice, y que Franco admiraba a Hitler tampoco es Preston el único que lo dice, de modo que, aunque la verdad es siempre muy compleja, yo, personalmente, creo que no se equivoca demasiado en este caso. Aunque desde luego, es mi postura personal, tan válida como la de cualquiera. Gracias por leerme.
Efectivamente la Historia no existe, ya fue.
¡¡Fantástico el artículo!! aunque me gustaría conocer más «verdades» de la historia, sabe a poco. Felicidades.
¿Vas a seguir la serie o ya la das por finalizada?
Sí. De momento acaba aquí. Pero quiero hacer al menos un artículo exclusivamente sobre la España del siglo XIX y XX. Menos temas pero con más profundidad. Por ejemplo el caciquismo, los problemas sociales y la evolución de la política desde la caída de Isabel II hasta la Guerra Civil. Hechos que ayudan un poco a entender por qué las cosas fueron como fueron. Y sobretodo partes de la historia poco conocidas. Bueno, eso es lo que pretendo…
Lo que no sé es para cuándo…
Se hará lo que se pueda.
Lo de la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial se debe a una cosa: a que la mayoría de profesores de Historia no son militares, ni estadistas, ni se han parado a pensar como ellos (al fin y al cabo no es algo que les dé de comer, enseñar Historia a una panda de salvajes sí).
Si uno piensa como estadista o como militar (ambas cosas que, mal que nos pese, fue Franco), debe pensar que la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios, por usar la gastada frase de Clausewitz. Y que por tanto es estúpido entrar en una guerra por motivos no estrictamente políticos sino personales (cosa que hubiera hecho muy bien en pensar más de un político de los últimos 20 años).
Franco en ese sentido lo hizo bien: «yo no descarto entrar en la guerra, pero a cambio quiero X, Y y Z. Si no, no entro». No se metió en si el Reich ya estaba perdiendo (aunque algo se olería, siempre tuvo olfato para apostar a caballo ganador), ya que ganara o perdiera, él sacaría algo que podría usar para negociar en caso necesario una vez acabada la guerra.
«Siempre digo que la historia sirve para desenmascarar las mentiras que nos han contado los que nos han contado la historia. Si uno se mete a fondo en un tema, el que sea, no tardará en descubrir que las cosas no sucedieron como le contaron en la escuela, o como le contaban sus padres o sus abuelos, o como se empeñan algunos en seguir haciéndonos creer que sucedieron. Los ejemplos son infinitos.»
Este párrafo da una cálida bienvenida a negacionistas y revisionistas que, casualmente, acabarán diciendo que Hitler era un gran tío.
La verdad suele ser grosera, orgullosa, divertida y humana. Cualidades que también tienen tus artículos.
Como dicen por arriba, se queda uno con ganas de más.
Muy revelador el artículo. La parte de Picasso es muy interesante. Es curioso ver las luces y sombras de los grandes creadores, como Dalí que defendía a Franco o como Gauguin que era muy machista y cabrón con las indígenas (perdón por la palabra, pero lo de la sífilis no tiene nombre) o como el mismo Picasso que pese a todo no tuvo problema en seguir viviendo y pintando en la Francia ocupada. En fin, hay que distinguir al hombre del artista, como dice el autor.
Un buen artículo.
No sé qué frase es más buena, si la del presidente americano o la del ministro ingles… ¡Vaya personajes dirigiendo el mundo! ¡Y los que hay ahora son peores!
Buen artículo.
Lo he pasado muy bien leyéndote, gracias.
Franco, en principio, estaba como loco por ayudar a Hitler, al que veía claramente como caballo ganador. Y Hitler tuvo que elegir entre el apoyo español (bastante ínfimo, ya que acabábamos de salir de nuestra propia guerra) o cabrear a los ingleses con el tema de Gibraltar. Al final, se aseguró el suministro de determinadas materias primas por parte de Franco y pasó de él.
La historia es que, como amante despechado, el franquismo inventó aquello de «él quería, pero he sido yo el que no he cedido». Básicamente hoy esta patraña sólo se la cree Pío Moa y la plana mayor de Intereconomía, y poco más.
Ahora ya no hay grandes filósofos que se cuestiones la existencia de Dios. Pero siguen habiendo terremotos…
Todos los alumnos de historia deberían leer estos artículos. Una pena que se acabe la serie…
Éste es, de la serie, el artículo que más me ha gustado: me gusta la mezcla de emociones que produce, en tan sólo unas líneas..
En los comentarios de otro artículo dijo que nunca llegaría a la perfección. En este texto estuvo muy muy cerca.
Supongo que el paisaje aragonés estará yermo pues no creo que se yerno de nadie.
Buen artículo por lo demás, muy entretenido.
Franco no entró de lleno en la guerra, pero sí coqueteó un poco.
Recordemos que durante la contienda España no fue un país neutral, sino nación no beligerante, y hasta el año 44 inclinada del lado nazi.
Franco permitió el reclutamiento de voluntarios para el frente ruso, la famosa División Azul, y vendió a los alemanes wolframio un mineral imprescindible para fabricar obuses.
Al disolverse la División los más fanáticos siguieron al lado de Hitler dentro de la Legión Azul, que luchó hasta el final de la guerra.
Recientemente EL PAÍS ha publicado que según documentos desclasificados de la inteligencia británica, los ingleses sobornaron a falangistas y militares para disuadir a Franco de participar plenamente en la guerra.