A veces, uno cae en el error de pensar que el fútbol es para titanes. Para esos jugadores deflagrantes, tras los que la tierra parece que se abre. A veces, uno observa este deporte de choques de berrendos y aúlla, rebuscando en lo más primario. Contempla la estampida, la exuberancia del trote, y aplaude como pidiendo que se vuelvan a embestir. A veces, uno se emborracha de ese fútbol que no es táctico, ni técnico, sino adrenalínico, de cabalgata de valquirias. A veces, la chispa se pierde entre tanto pectoral que revienta costuras.
A veces, al fútbol hay que jugar con tres mediocentros y patapum para arriba. Menos tocar el violín y más aporrear la batería. Que no se escape un pase por hacer una filigrana de más. El jugador sangra y se arrodilla ante la mancuerna, que los delgados y los bajitos no son sino descastados. A veces, al fútbol se le mete ébano y se le quita samba, que las bicicletas solo son para el verano. A veces, lo más importante es dejar la portería a cero.
A veces, en Canarias se ponen tristes si llueve. Qué llevará el gofio, que los que lo toman luego parece que juegan en punto muerto. A veces, el peor enemigo de la magia son las rodillas. A veces, de Arguineguín sale solo fútbol lánguido, de recién levantado. A veces, por allá abajo, el brío está como prohibido.
A veces, los futbolistas son demasiado mayores para seguir jugando. La intensidad de hoy requiere de pulmones jóvenes y piernas poco remendadas. A veces, los campos de barro no están hechos para los que juegan con mocasines. A veces, no hay guapo que redondee esos balones del demonio, que parecen lanzados con tirachinas. A veces, uno prefiere el cinismo del correr a la honestidad del jugar.
A veces, el fútbol a los treinta y siete años es solo para físicos privilegiados. Es imposible pisarla con parsimonia en un juego donde ahora prima el vaivén y los defensas que van a la yugular. Si pides pausa, te desollan. A veces, el romanticismo parece que lo desguazaron.
A veces, es imposible que uno no se salga de la baldosa. Y más en un derbi. A veces, es imposible dar el pase después de que la pelota se te enrede en los tobillos.
Pero luego aparece Valerón y lo niega todo.
Joder qué bonito. Y eso que no veo fútbol desde que el chavalote este estaba en el atleti…
Qué maravilla de texto.
El futbol debería ser esto, totalmente de acuerdo Fran.
Como dijo Michael Robinson «Juan Carlos Valeron tiene el cambio de ritmo más salvaje del fútbol. De muy lento a sólo lento».
De estudio obligatorio para futbolistas debería ser su lección magistral del Bayern Munich – Deportivo.
Guillén, deflagrantes no es lo mismo que explosivos. Dudo que cuando te refieres a esos jugadores del primer párrafo hables de jugadores que se consumen súbitamente con las llamas. Eso sin contar con que la palabra deflagrante en realidad no existe en castellano.
Supongo que para escribir en Jotdown se os pide brillo y alguno confundís brillo con brillantina.
Cada vez quedan menos futbolistas asi, en esta epoca de falsos delanteros, mediocentros trotones, pivotes a mansalva, gran texto, felicitaciones al autor.
Siempre grande Valerón!
Y para el listo de arriba: «Los deflagrantes son los explosivos en los que la reacción se inicia por mecanismos químicos tradicionales».
Veo que sabes buscar en la wikipedia (pero no en la RAE). Claro, que la palabra deflagrante está asociada a un tipo de explosivo concreto, dificilmente a un jugador de fútbol. Y deflagrar no es explotar, es arder con llama. Y lo escrito es un error por quererse hacer el guay.
deflagrante (adj.).- Que arde produciendo una deflagración.
Hacer una crítica tan absurda como esa amparado en un pseudónimo sí que es intentar hacerse el guay.
Juan Carlos Valerón, ante todo: mucha clase. A Coruña y el fútbol a tus pies.
Valerón es de los pocos que todavía «juegan» al fútbol.
Lo de los demás es un no parar.
Y Jot Down me alegra el día con un texto precioso sobre la persona que más admiro en el mundo.
Cuando dices que a veces al futbol se le mete «ébano» y se le quita «samba»… ¿Dónde pones a Pelé?, ¿en el ébano o en la samba?… Metafora más que desafortunada y paleta. Lo siento.
Tal como yo la he entendido no me parece desafortunada: ébano -> Desailly; samba -> Garrincha.
¿Y paleta..por qué?
Aquí algunos tienen una facilidad para descalificar…
Gran aRticulo!!!
Un diez el texto. Me encanta.
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JODER, QUÉ BRUTALIDAD DE TEXTO.
Que alguien se lo mande a Lendoiro. Y que lo enmarquen en el antepalco de Riazor.
Mi mas cordial enhorabuena por tu artículo.
A veces el fútbol también se mueve con un solo hombre, que hace danzar a los otros 21 a son de su batuta, inventando espacios imposibles por donde meter un balón a la velocidad adecuada para que sobrepase el defensa rival y llegue mansamente a las botas del compañero para que solo tenga el placer de empujarla a las mallas. Es una pena que no vieras jugar a también canario Cristóbal Correa… Canarias sigue siendo una tierra donde lejos de adorar el fútbol horizontal hemos sido cuna de hombres como Mujica, Alfonso Silva, Guedes o Germán, Sllva o Valerón y amamos el fútbol de verdad, el que se hace a fuego lento y no el que se hace a bese de vidrio y hojalata, los demás son jugadores que pese a estar vestidos, no se sabrá nunca para que bando juegan….
xose hermida define a Valerón; Es el fútbol en estado puro, sencillo, concentrado, casi minimalista, sin ornamentaciones innecesarias ni alardes superfluos. Hay un algo enigmático y hermoso en Valerón, algo que tiene que ver con esa apabullante naturalidad que desprende su fútbol. Cuando Valerón hace algo, el espectador tiene la sensación de que aquello era inevitable. Ese regate, ese amago, ese pase fueron trazados así no por una ocurrencia súbita, sino porque no podían ser de otro modo, como si alguien hubiese susurrado al oído de Valerón el secreto de las leyes naturales que gobiernan el fútbol y él se limitase a aplicarlas en cada momento con disciplina y precisión.
El Secreto de Valerón es que lleva a Dios y confia en Dios