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Desahucios y banca: el drama no contado

Desahucios

Y 350.000 ejecuciones hipotecarias después, los dos grandes partidos y la patronal bancaria dijeron que había que hacer algo con el drama de los desahucios.

Dicho y hecho. En tiempo récord.

Pero la historia es demasiado compleja como para resolverla encerrados en un cuarto durante dos días. Y arranca muchos años atrás.

I. La crisis mundial

Sería imposible entender el drama de los centenares de miles de personas desahuciadas en España sin la revolución neoliberal que arranca con la victoria de Margareth Thatcher y Ronald Reagan a principios de la década de 1980. La onda expansiva de la liberalización total llegó al sistema financiero una década más tarde de la mano de los progresistas Tony Blair y Bill Clinton, que en un santiamén finiquitaron todo el modelo bancario mundial construido tras el crash de 1929 como «vacuna» para prevenir crisis futuras.

Ese modelo desmantelado era aburrido, sí: los bancos guardaban el dinero de sus clientes y otorgaban créditos e hipotecas. La pequeña diferencia entre los intereses que cobraban y los que ofrecían era la base de su negocio. Márgenes pequeños y vida poco glamurosa. Pero una garantía para el sistema: el negocio estaba sobre todo en asegurarse de que las hipotecas se iban a devolver.

El nuevo modelo de «creatividad financiera», invirtió la lógica. El crédito o la hipoteca pasaron a ser solo el punto de origen de un bucle que conducía, a través de las titulaciones, los derivados y los complejos productos estructurados, al nuevo Eldorado con márgenes de ensueño. El objetivo pasó a ser firmar cuantas más hipotecas, mejor. Sin preocuparse de si el cliente tenía posibilidades reales de devolverla. Suscrita la hipoteca, se titulizaba, y se movía. Aquí empezaba el negocio.

Una revolución de esta magnitud tiene necesariamente muchos padres, pero entre todos destacó Robert Rubin. De directivo de Goldman Sachs pasó a secretario del Tesoro de Clinton (1995-1999) y, una vez firmadas las reformas, desembarcó como jefazo de Citigroup.

Obviamente, los centenares de miles de personas que habían recibido un crédito hipotecario sin posibilidad de devolverlo dejaron de pagar en algún momento y fueron desahuciados. Con ello pinchó toda la burbuja y hasta Rubin tuvo que salir de Citigroup en 2009, con el crash desbocado y su banco nacionalizado, aunque sin devolver jamás los 126 millones que se embolsó en sus ocho años al frente de la entidad.

II. España en crisis

Robert RubinPor mucho que las autoridades recibieran aquí el seísmo como si de una brisa se tratara, España estaba desde el principio en el epicentro del crash. No era necesario ser un genio para intuirlo: la burbuja española del ladrillo era de las más visibles del mundo: los precios de los pisos se habían multiplicado por tres en solo diez años; el número de viviendas construidas se cuadriplicó y nunca antes hubo tanta gente a la vez convirtiéndose (supuestamente) en dueños de sus propias casas, hasta alcanzar una tasa del 83% de propietarios.

El sistema financiero estaba, en consecuencia, agujereado por todos lados. Pero la respuesta del establishment político y financiero fue negar la mayor y subrayar que el sistema financiero español era “el mejor del mundo”. Con un problema: ello exigía tratar como sanos a bancos y cajas que oscilaban entre una enfermedad muy severa y otra terminal.

No es cierto que solo las cajas tengan problemas como consecuencia del estallido de la burbuja del ladrillo. Es el conjunto del sistema el que está con respiración asistida, necesitado de ingentes cantidades de dinero público. Las inyecciones directas —que rondan los 50.000 millones de euros— se han concentrado en las cajas en estado terminal —la mitad, hacia Bankia—, pero la movilización exigida de fondos públicos, españoles o europeos, es muy superior.

Los avales ya suman otros 100.000 millones. Los créditos al 1% que concedidos por el Banco Central Europeo a las entidades españolas, otros 255.000 millones. Finalmente, el rescate bancario prevé una línea de otros 100.000 millones.

El total de fondos de origen público movilizado hacia la banca ronda pues los 500.000 millones de euros. Y como el objetivo ha sido mantener la apariencia de que el paciente está sano, ahí surge un incómodo «daño colateral»: el desalojo de los centenares de miles de hipotecados incapaces de seguir pagando.

Las leyes españolas no son como las de EEUU. De entrada, aquí no existe la dación en pago: si alguien deja de pagar, pierde la vivienda pero mantiene la deuda con la entidad financiera, que se contabiliza a partir de la subasta del piso, por el que el mismo banco suele pagar una cantidad irrisoria.

Son leyes extremadamente duras para el desahuciado. Pero muy buenas para mantener la ficción del sistema financiero sano antes de que la UE empezara a husmear: con el impago de la hipoteca, se iniciaba el ejercicio creativo que permitía transformar la debilidad contable en solidez. La hipoteca no atendida se transformaba en una nueva deuda, viva. Y lo importante: irrumpía en los balances el piso del desahuciado ya como un activo propio y a precio hinchado, de los tiempos del boom: durante un tiempo, se pudieron guardar las apariencias. Pero con un coste social altísimo.

Este es el problema de tener bancos zombis como si estuvieran sanos: durante años, lo importante para los bancos era mantener los pisos con su valor contable, aunque estuvieran vacíos. Venderlo a precio de mercado necesariamente comportaba anotar pérdidas que no podían permitirse. Y no ejecutar los desahucios hubiera significado contabilizar una hipoteca impagada sin poder anotarse el piso como activo propio; algo así como tener que reconocer la propia enfermedad.

Es un esquema increíble, que exigía centenares de miles de personas a la calle manteniendo su deuda y, en paralelo, centenares de miles de pisos vacíos. Todo con el objetivo de ganar tiempo para que ni Europa ni los mercados descubrieran el truco, con la esperanza de que la tormenta amainara, los precios volvieran a subir y, finalmente, los activos pudieran venderse al precio contable sin tener que anotar pérdidas.

No hay excepciones significativas en la gran banca. Es el conjunto del sistema financiero el que se ha beneficiado de los 500.000 millones citados y es el conjunto del sistema el que ha sido implacable con los desahucios para mantener la ficción de la buena salud: las ejecuciones superan ya las 350.000 en cuatro años, a un ritmo cada vez mayor en la medida en que la crisis se ha ido agravando: en el segundo trimestre de este año, la media escaló hasta las 512 ejecuciones por día. Y a repartir entre todos los grandes del sector, no solo las cajas.

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), la red de activistas que durante años clamó casi en solitario contra el drama, tiene contabilizado un muestreo sobre 6.000 ejecuciones: encabeza el ranking, con el 16%, Bankia —que ha recibido una inyección de fondos públicos directos de 23.400 millones en capital—. Pero le siguen de cerca el BBVA (12%%), el Banco Santander (10%) y Caixabank (8%).

A principios de 2011, cuando ya se superaban las 250.000 ejecuciones, el clamor social en favor de la dación en pago —liderado por la PAH con el apoyo de partidos minoritarios de izquierda—forzó un debate en el Congreso que se aguó por la vía administrativa de las subcomisiones de estudio. Bastó una carta de la patronal bancaria a la ministra de Economía, Elena Salgado, y una advertencia de Fitch Ratings para sepultar el debate: estaba en peligro, advertían, la credibilidad misma de España y la solvencia de su supuestamente saneado sistema financiero. Era verdad: sin esta ficción, el modélico sistema financiero español hubiera aparecido desnudo. Es decir, zombi.

III. Partidos dependientes

El tronco central del sistema de partidos español —el PSOE, el PP y CiU—ha cerrado siempre el paso durante todos estos años de sangría a cualquier iniciativa que aliviara la tensión de las familias con costes para la banca con el argumento de que la sanación del sistema financiero es el requisito básico para que vuelva el crédito y, con él, el crecimiento.

Es un buen argumento, aunque pase por encima de que la mayoría de entidades no sanarán haciendo pasar lo suyo por un resfriado. Pero hay otros factores que ayudan a entender por qué los principales partidos —los más comprometidos con la “razón de Estado”— han avalado este esquema de dramáticas consecuencias.

El más importante es la propia financiación de la maquinaria del Estado. Como los Gobiernos renunciaron a una reforma fiscal de verdad —“bajar los impuestos es de izquierdas”, llegó a proclamar Zapatero—, cada vez son más dependientes de que los agentes de los mercados —básicamente, el sector financiero y sus múltiples ramificaciones— compren los bonos que les permite financiase.

La ficción sobre la solidez del sector financiero español podía durar unos meses, pero en seguida el mundo y los mercados desconfiaron y la prima de riesgo empezó a subir, azuzada además por la crisis general de la eurozona. La falta de agentes interesados en comprar deuda española por considerarla poco segura encarece necesariamente el precio de emisión. Y hace aún más dependiente al Gobierno de los que siguen acudiendo a las sucesivas subastas. Sin ellos, entraría en bancarrota.

Y desde hace meses, ya solo acude a las subastas el sector financiero español. Sin ninguna vocación de ONG. Esto es poder de verdad.

Pero incluso si esta «capacidad de persuasión» tan contundente llegara a fallar, también en España se ha dado el fenómeno de la “captura del regulador” con la misma intensidad que en la mayoría de países occidentales tras la crisis: destacadísimos directivos del sector financiero han desembarcado en los puestos económicos clave la Administración.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, no solo era el primer ejecutivo de Lehman Brothers en la península cuando el banco quebró, sino que saltó al ministerio desde el consejo de Banco Mare Nostrum (BMN); el número dos de Presidencia llegó al puesto desde la jefatura jurídica del Banco Santander, al frente del ICO está un directivo del BBVA, el secretario del Tesoro procede de Barclays…

Y luego, la peccata minuta: la dependencia directa de los partidos respecto a la banca no ha dejado de crecer ante sus endémicos problemas de financiación. La banca ha acudido al rescate con generosidad. La deuda del PP pasó de 16 a 59 millones solo entre 2005 y 2007 —el último ejercicio fiscalizado por el Tribunal de Cuentas—; el Banco Santander restructuró en 2006 una deuda del PSOE vencida en 1990 que supuso una condonación de al menos 3,5 millones; La Caixa “restructuró” al PSC su deuda vencida de 7 millones y facilitó a CiU otra “restructuración” de 15 millones en condiciones excepcionales, al tiempo que mostró gran comprensión con Unió, el socio pequeño de la coalición nacionalista, el más ahogado de todos: el partido de Josep Antoni Duran Lleida recauda entre sus militantes 90.000 euros al año y acumula una deuda con la banca de 12 millones, la mayor parte con La Caixa.

IV. Silencio en los medios

Luis de GuindosLos liberales suelen confiar en que si algún grupo de presión logra «capturar» la política y las instituciones, siempre quedará la prensa como guardián de la libertad.

Y sin embargo, salvo algunas excepciones, los grandes medios parecen descubrir también ahora un drama que acumula ya 350.000 ejecuciones —es decir, familias incapaces de afrontar la hipoteca y en camino de desahucio— y que se estaba produciendo a plena luz del día.

Algunos le han dedicado muchas páginas coloristas, pero lejos del nexo que une a los desahuciados con los que piden la ejecución, la única forma de llegar a entender un poco lo que sucede. La Vanguardia, asombrada por lo que acaba de descubrir, incluso escribe estos días que las reivindicaciones de la PAH se situaban hasta hace poco en el “exotismo alternativo” a pesar de que la entidad nació ya con decenas de miles de expedientes ejecutados.

En realidad, la “captura del regulador” se ha extendido también a los medios tradicionales. El pinchazo de la burbuja les pilló con deudas inasumibles, que han acabado transformándose en capital de las respectivas empresas. La crisis ha cambiado la estructura de capital de todos los grandes medios de España, que en la práctica han sido absorbidos por el sector financiero, como ha contado en sucesivos informes la revista satírica Mongolia.

El grupo Prisa —El País y la Ser— ya no es de la familia Polanco, sino de un pool bancario encabezado por El Banco Santander, HSBC y Caixabank; El Mundo depende en buena medida de la banca italiana; los agujeros de Vocento-ABC han sentado en el consejo al Banco Santander y el BBVA; el dueño de Antena3-LaSexta-La Razón es vicepresidente del Banco Sabadell; el hombre fuerte del consejo de Zeta-El Periódico es un ex consejero de Bankia muy bien conectado con La Caixa, y el dueño del Grupo Godó y La Vanguardia es vicepresidente de La Caixa.

El drama social de los desahucios se ha hecho tan insoportable que los grandes partidos han acordado solemnemente actuar, ahora que la ficción de la banca sana ya no es creíble para nadie y que la UE ha impuesto la creación del «banco malo».

Y los grandes medios se han felicitado por el acuerdo.

Pero los zombis siguen siendo zombis. Y los 350.000 desahuciados, 350.000 desahuciados.

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32 Comentarios

  1. Pingback: Desahucios y banca: el drama no contado

  2. Hola:

    Sólo una cosa, en general de acuerdo, pero en España sí existe la dación en pago, articulo 140 de la Ley Hipotecaria.

    http://noticias.juridicas.com/base_datos/Privado/lh.t5.html#a140

    El problema es que aplicar esa cláusula no era habitual y cuando se pedía se incrementaba el tipo de interés, por las razones evidentes, pero existir existe.

    Un saludo

  3. Claro y meridiano. ¿Qué solución tiene esto?

    • escritosantipersona.tumblr.com

      Guillotina y quemar bancos. Hasta entonces, votar a otros, a aquellos que no tienen deudas con los bancos, leer prensa con dueños legítimos (como creo Jotdown), retirar ahorros de bancos zombies y asesinos.
      Pequeños pasos que podemos dar desde nuestra habitación y que si todos hiciéramos cambiaría muy mucho el panorama.

  4. Gracias, lo comparto porque no tiene desperdicio.

  5. y la «actuación» es solo un lavado de cara, que bien podría ser el punto V.

  6. Pingback: Desahucios y banca el drama no contado | La Cebolla

  7. Excelente artículo que aclara mucho las cosas,…Vivimos bajo la dictadura ferrea del capital financiero, y de la banca, lo de «democracia» es sólo un tinglado,…@pp y @psoe ya no representan los intereses del pueblo español. Necesitamos un cambio social ya!

  8. Pingback: El desarraigo. Consecuencia directa de la crisis/estafa. « Los desahucios matan

  9. Efectivamente, la prensa tradicional ya no es un guardián de la libertad. Pero cada vez tiene más presencia la nueva prensa, como JotDown y algunas más, que no están vendidas. Esperemos que sigan así y que desbanquen -en todos los sentidos- a la vieja prensa chantajeada.

  10. Mas claro agua. Esa es la historia y ese es el sistema, atado y bien atado. Y quizá soy yo, pero parece poco probable un cambio institucional importante cuando el poder financiero, la prensa y la política están en manos de la misma gente.

    Que hubiese o no dación en pago, la crítica mas dura que se puede hacer al artículo, es una absoluta nimiedad. Hablamos de macro-estructuras estatales y europeas, auténticos sistemas liberales que ya lo controlan todo. El gran capital, además, cuando percibió que la burbuja iba a pincharse se mudó al negocio del consumo corriente, y casualmente, por mil escusas completamente falsas, desde que estalló la burbuja, han ido aumentando los precios de la luz, el agua y el gas… la estafa de las renovables…etc.. Ni aun cuando todo cae, caen «ellos», que también son «nosotros».

    Luego hay que escuchar que la violencia no es la solución, pero cuando el límite de la paz se rebasa con presión en demasía, la violencia es la respuesta del animal desesperado en que esta sociedad ha transformado al hombre.

  11. Wil E. Coyote

    Una pregunta, porque me da la impresión de que el artículo está mezclando cosas: en España, ¿se han empaquetado y revendido hipotecas en derivados financieros que se han colocado luego a otras entidades?

    Porque eso fue lo que pasó en USA: los bancos daban hipotecas a personas sin recursos porque se las quitaban inmediatamente de encima, revendiéndolas a bancos de inversiones de Wall Street, los cuales a su vez las usaban para crear todos esos MBS, CDOs y demás basura tóxica.

    Pero aquí en España… las hipotecas que dio Bankia siguen perteneciendo a Bankia, que yo sepa (¡ya les hubiera gustado colocárselas a un inversor coreano o finlandés!), y si no se pagan provocan un agujero en el balance de Bankia, no el de nadie más.

    Entre este detalle y el afirmar que en España no existía la dación en pago, me da la impresión de que a este artículo le falta algo de rigor…

    • Te da la impresión porque lo hace. Habla de cientos de miles de ejecuciones hipotecarias como si fueran cientos de miles de abuelitas que han sido puestas en la calle.
      Lo que de verdad preocupa es que cualquiera escribe un panfleto simplificando una situación muy compleja e inmediatamente sale gente que se cree que esta es la verdad absoluta dispuesta a quemar banqueros en la hoguera.
      Esa misma gente que firmaba esas hipotecas porque en su caja de ahorros les habían dicho que eso era lo que había que hacer y se lo podían permitir.
      Sólo que ahora resulta que les están diciendo que los malos son otros.
      De lo que no se habla, porque no será muy popular, es de que la principal causa de este problema es la falta de educación y cultura de esa gente.

      • Jeremías

        En efecto. Según el artículo, la culpa es de los bancos y de los políticos, y sólo de ellos; pero el que se compró un piso (¡o dos!) con una hipoteca a cincuenta años y un sueldo de 1.600 euros es sólo la víctima.

        • Bueno, yo no soy un experto, pero si sería el encargado de dar los préstamos, desde luego me miraría muy bien a quien le estoy prestando mi dinero.
          Para mi es mas culpa del banco por prestar a alguien con alto riesgo de fallar en los pagos (y mas sabiéndolo como lo sabían) que de el que pide la hipoteca.

          • DesdeLeón

            Todo depende…, si tenemos en cuenta que el piso del prestatario se lo va a quedar el prestamista y, además, va a seguir cobrando la deuda y pudiendo poner a la venta dicho piso… yo si lo prestaría a alguien con alto riesgo de fallar. El problema es cuando son demasiados prestamistas «fallidos» con los que hemos querido especular y la jugada nos ha roto el saco…. o no. Los políticos hacen bien poco porque una cosa es llegar al gobierno y otra ostentar el poder. Evidentemente el poder lo ostenta la banca que es, además, la creadora del dinero, y las grandes corporaciones internacionales.
            La crisis es un paso más en el escalafón del poder como ya dijo el propio Rockefeller en una entrevista a Newsweek International el 1 de febrero de 1999 «cualquier cosa debe reemplazar a los gobiernos y el poder privado me parece la entidad adecuada para hacerlo» o en un discurso pronunciado ante la Trilateral en 1991 «la soberanía internacional de una élite intelectual y de banqueros es preferible al principio de autodeterminación de los pueblos» y a través de la crisis se está consiguiendo que ya determinados cargos políticos estén siendo ocupados por personas vinculadas al mundo de la banca o incluso que determinados países (Grecia, Italia) estén siendo gobernados por tecnócratas al servicio de la banca y en general que la toma de decisiones estén siendo impuestas desde posiciones que no han sido elegidas por el pueblo y que van en contra de los intereses del pueblo.
            Por otro lado el poder también lo tiene el pueblo, pero éste tiene que despertar de una vez….

          • DesdeLeón

            Donde dije prestamistas «fallidos» quería decir prestatarios «fallidos»…

  12. Desacacies

    La justicia existe a partir del momento en que se lucha por ella y en la medida de la intensidad de esa lucha. La justicia no existe para aquellos que no se postulan como «sujetos» Lo que nos pasa no es «injusto» sino sólo lo que merecemos. Ante nosotros – como individuos o como colectivo- se extiende el campo de la voluntad: la posibilidad de hacer nacer el conflicto y avivarlo. La violencia es tan humana como el análisis o la reflexión. Es posible hablar tanto de una violencia animal como de un analisis bestial. La lucha es la madre de la justicia: esta es la clave. Hay que luchar; luchar como lo hace un ser humano decidido que sabe que habrá de morir y que lo que logra hoy es decisivo y le pertenece. Demasiadas palabras, demasiadas razones, perdemos el respeto por nosotros mismos.

  13. Pingback: Cronología de tres semanas fundamentales « Los desahucios matan

  14. Quevedin

    Como muy bien ha notado David, en España claro que existía la dación en pago. Un problema de pedirla es que normalmente ello conllevaría un mayor tipo de interés. Esa es otra diferencia con muchos otros sistemas hipotecarios.
    En EEUU el tipo de interés al que me dan la hipoteca y el de mi vecino pueden ser completamente distintos (se basan en «credit ratings» que se hacen a ciudadanos), mientras que en España se aplicaba muchas veces el mismo tipo de interés con carácter general. Esto no es sólo para la hipoteca, sino para el coche, lo que pagas si compras a plazo con la tarjeta, etc.

  15. Fulgencio Barrado

    No se puede hablar de la responsabilidad personal de las personas como individuos, cuando de lo que está tratando es de la «justicia» del sistema. Comparar la posición de un individuo, sujeta al hambre, la sed, los deseos…, en definitiva de su naturaleza, con la posición de un ente jurídico o un sistema legal, es de una desfachatez insultante.
    Que se pretenda hablar de la responsabilidad de alguien al comprar una vivienda, que está reconocido como un bien de primera necesidad, al precio de mercado, y además en un mercado en el que los alquileres no mejoran ese precio, es ignorar la posición dominante del sistema ante el individuo. Esa premisa de la responsabilidad individual fácilmente se puede aplicar a todos los ámbitos de la vida, incluso al tráfico rodado, que mira que salir con el coche sabiendo que puedes cruzarte con un conductor borracho a toda velocidad, que irresponsable no haberse quedado en casa.
    No es justo colocar a todo el mundo en el mismo plano, no puede pretenderse lo mismo para el que compró una vivienda que para el que compró un bien inmueble especulativo (que además contribuyó enormemente al desorbitado aumento del precio de la vivienda), y no es lo que se pide en ningún foro.
    Lo que se pide es que se gobierne para la justicia, no para el beneficio económico, que debe ser un objetivo secundario, siempre al servicio de aquella.
    Creo que no se puede ignorar quienes fueron los que marcaron los precios de la vivienda, y quienes son los responsables de crear y mantener una legislación que siempre favorece a estos. Yo podré ser responsable de haberme comprado una vivienda en lugar de alquilar una casa, pero no soy el responsable del precio de esa vivienda y del precio del alquiler, y estoy seguro que si no nos consiguiesen atracar con la compra, ya se buscarían formas de hacerlo con el alquiler, pues todo el poder está en sus manos.

  16. D. Montenegro

    Últimas elecciones en Galicia, PP mayoría absoluta.
    Qué gran país el nuestro !!

  17. Fulgencio, la comparación con el conductor accidentado es peligrosa. Podrías poner el foco en el conductor borracho y eximirlo de cualquier responsabilidad. La culpa es del sistema, que no establece los suficientes puntos de control en carretera, y no del pobre beodo.

    • Fulgencio Barrado

      Durán, para mí el beodo son los bancos, a los que se les ha permitido conducir borrachos y a toda velocidad, y desde luego la responsabilidad de esto sabemos a quienes corresponde. El ciudadano tiene una parte ínfima, tiene la obligación de «circular» para vivir, y ha de hacerlo por unas carreteras cuyo control no está en sus manos.
      Digan lo que digan algunos, la responsabilidad es de quien legalmente la tiene, que para eso cobran y se les elige para ello. Si vamos a ser liberales seámoslo del todo, nada de mercados regulados, ni financieros ni inmobiliarios, ni de ningún tipo…, cada uno que preste o pida prestado a quien le dé la gana, que construya como y donde quiera, y dejémonos de controles, ni para unos ni para otros, que aquí estamos en la ley del embudo, para unos el lado estrecho y para los de siempre la parte ancha. Y encima hay que escuchar a los «liberales» apelar ahora a la responsabilidad del individuo. Para eso que nadie decida por mi en nada.

      • Desacacies

        Nuestros políticos «democráticos» son irresponsables casi por definición. Haber delegado el poder en ellos es una especie de «pecado original» de la comunidad. No hemos sido ciudadanos sino escapistas, acomodados o incluso maniquíes y habernos comportado así no nos hace acreedores de una responsabilidad «ínfima» precisamente. Lo que nos sucede tiene la lógica misma de la mecánica: causa y efecto, acción y reacción.

        • Fulgencio Barrado

          Pues tal vez puedas decirnos en que se parecen los programas y propuestas de los partidos políticos a los actos que después llevan a cabo, y que acciones pueden llevar a cabo los ciudadanos en contra de, por ejemplo, la ley de tasas judiciales o la reforma laboral, o el código de buenas practicas.
          Cuando eres estafado por unos trileros, no suele ser justo que seas tú el culpable-responsable, y que encima legalicen «la trilería».

          • Desacacies

            La mayoría de las discusiones entre personas se deben más a falta de compresión mutua que a barreras importantes de criterio; hay muchos menos perfiles de criterio que personas. El obstáculo fundamental en el
            entendimiento del otro precede a las palabras: se halla en el terreno de la propia empatía, del deseo, o incluso
            de la necesidad, de entender a otro ser que está frente a ti, que te considera interlocutor y que te habla. Creo
            que te comprendo cabalmente, Fulgencio, y en otro tiempo yo hubiera dicho lo mismo que tú. Ahora soy viejo, he
            visto mucho, he pensado mucho también sobre cómo habría de fundamentarse una sociedad verdaderamente
            humana. Lo que resta de una vida de esfuerzo intelectual no es mucho, quizá nada apenas. Con respecto a mis
            congéneres me queda, sin embargo, el mismo amor, el mismo deseo de bien, tan hiriente como cuando tenía 17
            años y mucha fuerza con poca experiencia. Lo que puedo «aportar» al cabo de mis días es tan sólo un punto de vista,
            un sentir, personal, subjetivo, pero plenamente asumido, del que tengo certeza moral. Diré que todo cambio
            verdadero debe surgir del del centro de la individualidad, de la tensión y la lucha personales en pos del bien nítidamente
            contemplado. Cada hombre o mujer que luchan por lo que creen son el centro del mundo y sus acciones en sus entornos
            tienen la cualidad genuina de la libertad. La formación de una verdadera comunidad sucede de por sí cuando los hombres
            la merecen y esto es un gran milagro. Lo que España necesita ahora es una particular forma de responsabilidad: la de
            aquellos que decidan tomar sobre sí la carga completa, el peso total, sin protestas, sin quejas; romper con todo y tratar
            cada obstáculo sin contemplaciones, como se procede cuando lo que está en juego es la propia vida o, como en este
            caso, algo mucho mayor: la vida de una comunidad. Se habla de la justicia en sí como una superestructura, como una abstracción
            que opera sobre la generalidad del comportamiento social. Yo he llegado a rechazar esta visión y a considerarla falsa.
            El logro de una justicia «generalizada» resulta, eventualmente, de la existencia (operante) de hombres justos particulares.
            La hazaña de una «justicia comunitaria» (el concepto común) sólo será posible «desde abajo» y «comenzando por el principio»
            Es necesario luchar, resistir, oponerse a cada paso a la bajeza, inflexiblemente, cada día y en cada cosa, con riesgo (bien dijo Thoreau que bajo un gobierno injusto el lugar propio del hombre justo es la cárcel). Acción directa, en el propio entorno, en el barrio, en el pueblo o ciudad. Cada persona debe responder ante sí
            misma, en conciencia, de su comportamiento, de su combate. La desobediencia civil, por ejemplo, ante el mal, es algo
            que cuenta y mucho. La peor de las seducciones es la de pensar que lo que yo haga (de particular, de concreto) no aporta
            casi nada. Sucede muy al contrario, es precisamente la «calidad» y no la «cantidad» lo propio de una catalización.
            Podemos dejar de mirar a la hidra, enajenarnos de su poder y de su seducción, podemos dejar de reconocerla y ella, por
            sí misma, no será nada: ahí está nuestra revolución, en algo sencillo o descomunal, como quiera verse por cada cual y cada
            quien. La victoria es posible y la lucha lo único que merece la pena. Más aún: la lucha es la victoria.

            Para ti, Fulgencio, desconocido compatriota con que me ha sucedido hallarme hablando, mis respetos y mis disculpas si
            en algo de lo que he dicho, antes o ahora, hubiese yo cometido algún exceso verdaderamente ofensivo. Algunas de las palabras
            que empleaste con anterioridad me hacen pensar que pudo ser así y sinceramente lo lamento.

          • Fulgencio Barrado

            Desacacies, no es una cuestión de ofensas personales. Mi respuesta puedes extraerla de la tuya. No se puede pedir que toda la ciudadanía se Gandhi, y por tanto, las voces deben levantarse contra la injusticia. Tal vez te parezca que hablo como afectado por el tema pero no es así, hablo como demandante de justicia, que último término, es una de las «virtudes» que entiendo incluyes en tus «normas de comportamiento responsable».
            Un cordial saludo, y no leas en mis repuestas ni ofensas ni enfados (aunque sí enfásis)

  18. V de Breogán

    como fábula olivertwistearista tiene su kleenex gracia. ya los datos, realidad y tal paqué.

    • Desacacies

      La situación no es tan mala como para no poder ponerse bastante peor (tiene visos, todos estamos de acuerdo en esto, sin duda). Tiempos vendrán que harán buenos los corrientes; veremos entonces más claro lo que hoy era posible todavía. De lo que hagamos ahora dependerán muchos rasgos trascendentales de nuestro futuro, estoy convencido.

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