De urgencias, disimulos y rutinas saben un rato en el Calderón. De aquello que cantaba Sabina hablando de los amores de La Bombonera. Como a esa Paula a la que se le levantaba la falda, también para el Atlético estos han sido casi veinte años de príncipes azules que se marchaban antes de llegar. Mudándose de un ídolo a otro, estampando nombres nuevos en las camisetas, la afición saltaba de temporada en temporada sumida en ese traqueteo de viaje largo de tren en el que casi nunca ocurre nada. El hábito de dejarse llevar por la corriente.
El año pasado, un hombre se empeñó en terminar con esa atrofia, en cambiar los muebles de sitio y pintar las paredes de la casa. Diego Pablo Simeone agarró aquello que decía Napoleon Hill de que el punto de partida de todo logro es el deseo y lo cinceló sobre ese escudo que sus jugadores portan en el pecho y que ahora también blanden en sus manos. Se sabe depositario del poder social, el tradicionalmente más relevante del club: mucho y muy feo tiene que ocurrir para que la afición se vuelva en su contra. Y el amor es correspondido. Simeone absorbe del Calderón esa energía competitiva que necesita y el Calderón recibe de Simeone lo que tanto echaba de menos en otros entrenadores.
Su éxito tiene más de transpiración que de inspiración. Óscar Ortega, preparador físico con fama de ogro entre los vagos, es el Athos del D’Artagnan que es el ‘Cholo’. Y, a base de kilómetros corridos, ambos han convertido al Atlético en un Pollock: un equipo no especialmente estético, pero con trazo tenso y una fuerza que arrolla.
Veinte años de mitos mal curados. El último, Diego Ribas. Vino, ilusionó y se marchó. O lo marcharon. Los atléticos, que tienen mucho de Mafalda, gimieron por su Dieguito. Ahora, es otro Diego por el que braman. De González Catán a Tirso de Molina. Cambie Dieguitos por Cholitos. Y quédense contentas sus hinchadas.
Va pensado «Hoy ganamos el partido…»
Cojonuda la canción y cojonuda la comparación
Brutal. Pocos en España escriben mejor de deportes que este tío.
Lo bueno si breve, dos veces bueno. Y eso sin ser atlético! Enhorabuena.
Cuatro títulos en dos años. Colíderes en Liga. Record de victorias en Europa (aunque vale, que si, no es Champions). El mejor 9 del mundo. Y por supuesto, DIEGO PABLO SIMEONE.
Hay motivos para estar contento.
Eso explicaselo a mi amigo peskilla que es del madrid yno lo entiende..forza atleti!!
Hay que ser más ambiciosos. La Europa «ligui» está bien para el Athletic de Bilbao, no para un grande de España.
Regina, No hay club más grande que el Athletic Club…
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