Nadie se avergüenza de ser de los Beatles. Podría ocurrir, no nos engañemos. Son unos señores que ahora tienen 70 años. Los que están vivos. Presumir de que escuchas habitualmente a unos carcamales no es lo habitual. Sin embargo, ahí están, siempre, en cada casa, en cada iPod, en cada cinta de lentas que le hacíamos a la chica de ese verano.
Nadie está cansado de los Beatles; al menos, nadie puede decir, en honor a la verdad, que le es imposible huir de ellos. Si no te gustan, no te persiguen. Su música, con ser base de la música actual, no se pincha tanto en las radios ni en los bares como la de otros grupos y solistas menos trascendentales, exitosos o actuales. Se les inocula en pequeñas dosis. Con los Beatles, poco a poco, merecen un respeto.
Nadie puede decir que no le gustan los Beatles; como mínimo, nadie puede decir que no le gusta nada de ellos, al menos quien lo haya escuchado todo, que no es mucho, por otra parte. Porque en menos de una década produjeron obras de las más diversas facturas: beat, R’n’B, pop, R’n’R, probaron la canción melódica, incurrieron en el surrealismo, en el ‘hippismo’, tocaron las orquestaciones clásicas, probaron con el heavy, anunciaron el progresivo… Todo eso solo del 62 al 70, casi da a un título por estilo.
Nadie desconoce a los Beatles. Son un icono, ignoramos muy bien de qué, pero lo son. No se puede decir que enarbolaran la bandera de tal o cual movimiento, pero estuvieron donde se movía el mundo. No se les puede acusar de caer en politiqueos, pero tomaron posturas, claramente. No es posible afirmar que marcaron un estilo en los grupos que los sucedieron, ni una manera de hacer las cosas en la industria de la música. Revolucionaron el mundo, pero entraron a Palacio a recoger su medalla de caballeros del Imperio…
Sería mentira sostener que ellos sabían quiénes eran.
Sin embargo, los Beatles, The Beatles, que nacieron a las estanterías de las tiendas de discos hace 50 años, no han dejado de influir sobre cada día desde entonces. Su vigencia es precisamente que no molestan, que son referencia, que aprendieron de todos y a todos enseñaron. Pues lo que tomaban lo procesaban en su enorme talento combinado. Su prevalencia es que representan a todos, y a nadie; que cada uno se puede ver en ellos reflejado, más o menos, con satisfacción o sin ella, buscándolo o no. Siempre hay una canción, un movimiento, una trompeta, que te recuerda a los Beatles.
Han, hemos, no sé, tenido la suerte de que su historia, leída así, en minúsculas (story) ha sido una sucesión de casualidades, acontecimientos y méritos bien mezclados. Nadie los mandó nacer en los 40, ni conocerse en los 50, ni tener éxito en los 60. Nadie les obligó a separarse a inicios de los 70, y nadie contrató a Chapman para matar a Lennon en el 80, lo hizo porque estaba loco. Y luego, en la eclosión del marketing musical, la digitalización e internet a partir de los 90, cuando ya no era su tiempo, claramente, ni su generación, a ellos los vinieron a buscar: primero Philips, inventora del CD, para impulsar las ventas de su ingenio, y más tarde Apple, «descubridora» del iPod, para completar un catálogo que, sin ellos, sólo era global por lo terráqueo, no por lo redondo.
Pero puede que, en realidad, sí que haya quien esté cansado de los Beatles, alguien que tal vez se avergüence de reconocer públicamente su admiración por ellos. Que esconda su lista de reproducción, sus CDs del coche, sus vinilos de casa. Desde que Love me do saliera de las planchas de EMI para vestir los escaparates de las tiendas de discos inglesas, han pasado 50 años. De todos ellos, solo ocho tuvieron a los protagonistas en directo publicando discos. Ni una década completa. Ni una mísera quinta parte. El resto son 42 años de revivals, reposiciones, recopilaciones, antologías, recuerdos, siempre con que el tiempo pasado fue mejor, porque en él estaban los Beatles.
Nuestra conciencia como sociedad occidental se ha conformado desde entonces, tomando un camino muy distinto del que se llevaba hasta el 5 de octubre de 1962. La canción, una pieza simple compuesta en la adolescencia por McCartney, tuvo que ser grabada tres veces, con tres baterías distintos (Pete Best, Ringo Starr y Andy White). Se debieron de improvisar las voces, porque la armónica no dejaba a Lennon cerrar el estribillo. Su factura final jamás haría presagiar que esos tres imberbes, más el batería que les acabara adjudicando el estudio, si es que finalmente lo hacían, iban a ser leyenda. Y su resultado, el número 17 en las listas británicas de éxitos, tampoco.
Sin duda, no fue ese single, una tarjeta de presentación ciertamente mejorable y quizá el peor trabajo de la carrera de los cuatro de Liverpool, el germen de todo lo que vino después —Vietnam, Nixon, La Guerra de las Galaxias, CEE, El Padrino, Nadia Comanecci, Intifada(s), ETA, Thatcher, Aldo Moro, Solidaridad, Ali Ajca, Indurain, la caída del Muro, el ‘Irangate’, Gorbachov, Barcelona, Oasis, las Azores, Iniesta, U2…—, pero todos colocamos el cuentakilómetros a cero en los 60. Y el arranque de los 60 en los Beatles.
Por eso decía que quizá sí que haya alguien que tenga pesadillas con su nombre, alguien harto, cansado, de competir, desde hace 50 años, con un mito. Dando puñetazos al aire. Sin rival, pero perdiendo siempre el combate. Porque mientras formas parte del presente, la Historia, leída con mayúscula, juega con ventaja (History). Y más si está revestida de leyenda. Hoy debe de ser muy duro ser un Rolling Stone. Un días más.
Genial.
gracias!
Hola, Alberto D. Prieto:
Sólo cuatro cosillas sobre tu artículo,pues tendrás mucha gente a la que leer;
Soy beatlemaníaco desde hace 30 años;creo que son una de las más grandes obras de arte de la historia de la humanidad,pero,aunque tal vez te cueste creerlo después de ese comentario,no soy nada mitómano.Aún así,pocas veces he leído o escuchado una narración sobre los Beatles tan certera y brillante.De verdad,me has emocionado por expresar de ese modo la magia y realidad de los Beatles.
Sólo un pero:Los pobres Stones,-también grandes -,ya sabían que los Beatles eran de otro cielo.
Gracias y un saludo.
No puedo imaginar mejor premio periodístico que ese comentario… GRACIAS. Me alegro de que te haya gustado. Me alegro mucho.
un abrazo
Nadie va a negar que los Beatles pertenecen a otra dimensión, y tampoco nadie va a venir a descubrirlo. Precisamente por eso, me parece una estupidez supina rematar así el artículo, con esa puñalada.
Siempre me ha parecido una soberana estupidez aquello de ¿Tú de quién eres, de los Beatles o de los Stones?, pues de los dos respondo yo siempre, unos y otros tienen grandes canciones que forman parte de la historia de la música…
Nadie les va a discutir la grandeza a The Beatles, pero personalmente, poniendo un ejemplo así a bote pronto, si me dan a elegir entre toda la discografía de los chicos de Liverpool y la de Van Morrison… pues me quedo con el león de Belfast. Sin ninguna duda, además. Saludos.-
¿Sin ninguna duda, de verdad…? Ande, dude usted un poco que le hará mucho bien…
La verdad, no veo llorando por las esquinas a Mick Jagger y Keith Richard. Ya quisieran muchos grupos tener una milésima parte del éxito de los segundones Rolling Stones.
Es fantástico y explica lo que algunos sentimos al escuchar a los Beatles y no sabemos decir así de bien
Cuando uno vuelve a escuchar las canciones de su juventud, muchas veces se pregunta cómo es posible que llegara a emocionarse con una música tan simplona. Con los Beatles, a partir de Revolver, eso no me pasa. Aún me sorprenden.
Aunque cada vez estoy más convencido de que no habrían sido nada sin George Martin, que es el que convertía en música las ocurrencias de los melenudos. Por eso después no hicieron nada que valiera la pena.
El mito de que hacían música simplona hasta que de pronto hacen Revolver… Y qué, ¿de pronto tuvieron un golpe de genio y se sacaron de la manga ese disco? Es insostenible. Ellos ya venían haciendo cosas más allá de Love me do. Culminan no en Revolver, sino en Rubber Soul, a partir del cual se atreven con todo lo que se les ocurre. Y no gracias a George Martin precisamente, aun cuando Martin fuese importantísimo. El caso es que los discos previos a Revolver siempre esconden maravillas. No es música simplona, parece más simple de lo que era realmente. Esos Beatles están por descubrir realmente, porque se ha explotado más -culpa de los críticos principalmente, siempre miopes y subjetivistas- el Sargeant Pepper que el Rubber Soul o el Help, como si por meter una orquesta sinfónica la cosa tuviera más mérito. Con los Beach Boys pasa algo parecido. Y hablo de los Beach Boys porque la inspiración de Brian Wilson para hacer Pet sounds (otro disco con orquestaciones) fue Rubber Soul, no Revolver ni Sgt. Pepper’s. Como si antes de Pet Sounds no hubiese habido un Beach Boys Today. Falta una perspectiva un poco más histórica del asunto.
Otra cosa, decir que luego no hicieron nada que valiera la pena es igualmente otro tópico más falso aún. Las trayectorias iniciales de McCartney con los Wings, de Harrison (All things must past está a la altura de queseyó, un Abbey Road, y desde luego muy por encima de Let it be), o del propio Lennon, aún siendo irregulares dieron frutos muy jugosos. O es que de pronto se les olvidó hacer canciones. Seamos serios, y dejémonos de estereotipos. Las cosas no salen porque sí, ni son gratuitas
Viejotrueno, más razón que un santo.
Como Beatlemaniaco que soy, creo que se puede afimar que no hay otro caso dónde el prestigio y la comercialidad vayan tan de la mano.
También me gustaría destacar, que en sus últimos discos, en todos ellos, hay un par de truños, canciones que no están a la altura del resto pero que (supongo) que eclipsadas por cualquier otra no llaman la atención.
Y por favor, conocer a The Beatles siempre es bueno, aunque haya vida más allá de ellos y existan otros músicos que también haya que conocer…
creo que no digo que sólo hiciesen morralla hasta ‘Revolver’… Siempre fue ese mi disco favorito, hasta que me percaté que la verdadera transición es ‘Rubber Soul’. Pero bueno, no escribo ahora para defenderme, porque si es eso lo que alguien ha interpretado es mi culpa por no saber expresar lo que quería transmitir con precisión.
Gracias por tu comentario, es verdad que los Beatles no son sólo creadores de obras de arte, por su puesto que también hicieron mediocridades.
Un saludo
«Su música, con ser base de la música actual…»
De la popera y facilona, será.
Claro… pregúntaselo, sin ir más lejos, al batería de Dream Theater.
¿Popera y facilona? ¿De qué hablas?
A) Popera?!!!. Los Beatles tocaron todos los palos, y todos maravillosamente. Eran una banda ¡de música!, encasillarlos en un único género es no conocerlos en absoluto
B) Facilona?!!!. De ser así, está usted perdiendo mucho dinero en royalties por no hacer algo tan fácil. No debemos confundir “fácil”, o “sencillo”, con simple; este último adjetivo suele acompañar a la genialidad
Y si, soy fan de los Beatles hasta las cachas
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Lo que me enerva de los Beatles no es ellos mismos,sino que tuvieron el genio suficiente para justificar que más de 40 años después de su fin haya tanta maquinaria propagandística cargante poniendo su nombre y cara hasta en la sopa de los mendigos. Lo dice alguien que viene de estar unos (pocos,eso sí) días en Londres y que obviamente fue a Abbey Road pero que se hartó de ver por todas partes a: la Union Jack,la Reina y su jubilee que me suda el frenillo y los Beatles. Bien es cierto que este año ha sido MUY especial para Reino Unido pero me empieza a hartar esta beatlemanía ya un poco. Sobre todo cuando es la coartada para que hordas de jóvenes occidentales puedan presumir de independencia y modernidad cuando no tienen ni puta idea de quien es Duke Ellington,Jethro Tull o Woody Guthrie.
Pues qué decirte… que tienes (tu) razón, pero que no es la mía… jajajajaj
Un abrazo, en todo caso
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Muy buen artículo