Se casó Ali Madad. En su pueblo, en el valle de Hunza, esa pequeña reserva ismaelita en medio de un país exacerbadamente musulmán. El valle de Hunza es un paraíso fértil rodeado de montañas de nieves perpetuas que superan los 7.000 metros. Aquí las mujeres llevan la cabeza descubierta y los hombres elaboran destilados de mora, albaricoque y pasas que beben en las terrazas de las casas de adobe mientras charlan al atardecer, iluminados por las moles del Rakaposhi (7.688 mts.) y el Diran (7.256 mts.).
86 invitados, tres días de celebración. La orquesta está compuesta por dos percusiones y dos vientos similares a la dulzaina. Los hombres bailan, el padre de Ali recorre un círculo moviendo los brazos en el aire al son de la música, los invitados le colocan billetes en su gorro baltí. Baila con la barbilla bien alta, girando las manos bajo el cielo azul, orgulloso de su hijo. Las mujeres se reúnen en otra casa y comparten intimidades. Se dibujan tatuajes de henna las unas a las otras, se tocan y se embellecen.
A la una de la mañana los hombres bailan como si estuviesen poseídos por el demonio. Ali está descamisado y se arrodilla delante de los músicos, sus amigos le corean y le dan billetes que él pega en su frente sudorosa durante unos segundos antes de guardarlos en el bolsillo. El “agua de Hunza” corre de mano en mano en botellas de refresco, los invitados tocan palmas. Las percusiones, los taconazos de los bailarines, el calor y los lingotazos de licor crean una atmósfera primitiva despojada de toda superficialidad. El amor fraternal de los amigos, la familia, la música, los estimulantes, celebrando la continuidad de la vida.
Como hace 3.000 años, como hace 10.000.
Qué envidia el poder vivir una cosa así…
Os acabais de cargar la pagina con el macro anuncio este amarillo de fondo.
Ahora por lo visto ya se ve todo con normalidad… Vaya cosa mas rara…
enhorabuena ali. te deseo todo lo mejor. tu profe de Madrid