Los viejos conocedores del cine de François Truffaut recordarán cómo con unos pocos fotogramas —apenas un juego de miradas en un ascensor y un pequeño truco con las llaves— el director hacía creíble un romance imposible entre un orondo profesor de provincias y una azafata no poco pizpireta en La Piel Suave. Siendo una película bastante menor dentro de su filmografía, todo su inicio es una lección rápida, paradigmática, de aquella poética cotidiana en la que el crítico André Bazin formó a la generación más importante del cine francés. Con un estilo más sensorial que los soliloquios de su compañero generacional Rohmer, Truffaut siempre guardaba en la manga la escenificación de estos pequeños rituales, fotogramas efímeros pero dolientes, que contaban todo sobre “los hombres, mujeres y sus relaciones” como citaba a su traductor norteamericano Bob Balaban.
Los libros de David Foenkinos, de gran éxito de ventas en Francia, no están lejanos a esta vieja manera de entender “el fuego que abrasa” según definición célebre de Rousseau. Menos graves que las cartas de Julia, eso sí, Foenkinos construye novelas dentro de cierta ironía posmoderna, con frecuentes digresiones respecto a la cultura popular que conectan con un público más joven. Pero no por ello el autor renuncia a los pequeños gestos como método de trazar una relación amorosa; constructo eterno de las “novelas francesas” que tantos espíritus han corrompido en el pasado.
La adaptación al cine, realizada por el propio David Foenkinos con ayuda de su hermano Stéphane, relativiza los diálogos y las digresiones populares, reducidas en gran parte, para establecer a la Nouvelle junto a la reciente comedia romántica norteamericana como ejes de estilo. La mezcla, no poco arriesgada, equilibra un forma más directa y cómica, propia del mundo neoyorkino de Nora Ephron o Woody Allen, con la citada poética de lo cotidiano (que alcanza su éxtasis en un final prácticamente robado de Farenheit 451 del citado Truffaut). Esto lleva a un tono en ocasiones inestable —son estilos de filmación casi antitéticos— que es salvado por la ironía trasladada de la novela que ejerce de efectivo muro contra un sentimentalismo excesivo.
Los actores protagonistas, Audrey Tautou y François Damiens, llevan el peso dramático de una película que depende en gran parte de sus interpretaciones. Y todo el nudo dramático es el paso de una relación inicial idílica, reconstruida con acierto en una primera escena fuertemente literaria, de la cual Nathalie (Audrey Tatou) vira por una pérdida inesperada en jefa neurótica y solitaria, casi trasunto hiperactivo del personaje de Julie en Azul de Kieslowski. Este prólogo efímero, quizá demasiado repentino, es el punto de partida para una historia de oportunidades amorosas que contrapone la falsa sofisticación del director general Charles con la bondad honesta de un subempleado de origen sueco llamado Markus (un muy lúcido François Damiens). ¿A quién elegir? Otra vez la Bella y la Bestia, pero esta vez además con un cierto componente de clase, más cultural que económico, donde se muestra al personaje de Damiens llegar a ser rechazado por sus modales toscos y sonrisa boba.
La dificultad de hacer creíble un amor desigual en la pantalla es sobrellevada de manera muy inteligente en esta contraposición, que permite ver por qué el personaje de Tatou se encandila de un varón poco adulto y no especialmente inteligente. Es precisamente esta honestidad emocional del sueco Markus, mimada en cada gesto del film, la que hace creíble el amor creciente, en principio incrédulo, de una sofisticada Nathalie. Así, poco a poco, de sonrisa en sonrisa, Nathalie pasará de ser su admiradora secreta a su inevitable y pública amante.
Para un mayor atractivo público la película tiene esas citadas pequeñas concesiones a la comedia romántica actual, quizá un poco discutibles, que hacen digerible esta obra que hace de la ligereza, de la sublimación del momento, un constante ir y venir de hombros descubiertos, miradas huidizas y sonrisas tímidas: todo aquello que ha hecho del cine francés la enciclopedia viva de las pasiones humanas.
Estreno: 6 de Julio 2012
Título original: La délicatesse
Nacionalidad: Francia
Duración: 108 min
Director: David Foenkinos, Stéphane Foenkinos
Intérpretes: Audrey Tautou, François Damiens, Bruno Todeschini
Distribuye: A Contracorriente
bondadez no existe. (tal vez la mezcla de bondad y honradez ¿?) En su lugar, el diccionario propone bondad como alternativa válida.
La seguna frase del cuarto párrafo no se entinede nada.
Por favor, escribir bien es una obligación del periodista y una responsabilidad de la editorial que lo publica.
La película acertada en su enfoque, pero floja y «videoclipera».
el film es tosco y vano, superficial e irrelevante.
este artículo una sucesión de fuegos de artificio de los que apenas se puede extraer una idea, el vacío pintado de rosa.