La televisión es un reflejo de la sociedad, dicen algunos. Y la sociedad, dicen muchos, es racista. Pero el racismo es inherente a gran parte de la humanidad, y así ha quedado implantado en el funcionamiento de toda civilización a lo largo de la historia. La historia es, por tanto, racista. Quizá no siempre en el significado más negativo y nocivo de la palabra, pero sí cuando nos referimos a una diferenciación y, por tanto, a una clasificación de mejores y peores. Pero no quiero proponer una sociedad idílica, utópica, con coros de asiáticos, negros, blancos y unicornios entonando letras de John Lennon; para mentir ya están los políticos, así que ni lo intento. Es por esto que parto desde la siguiente idea: siempre existirá una diferenciación, pero no tiene por qué ser esta estrictamente racista.
Lo que llevamos de siglo ha significado un notorio éxodo negro de la televisión inglesa. No así de su fructífero y maravilloso teatro, y quizá no tanto en su cine, pero sí en la televisión. Y no ha sido ni mucho menos una huida silenciosa. David Harewood (Birmingham, 1965) ha sido el último en sumarse a las críticas. «Animo a todos los actores jóvenes negros de Inglaterra a irse a América, allí estarán mejor». Se queja porque, después de su gran papel en Homeland (Showtime, 2011), no ha recibido ni un papel en ninguna serie británica durante sus seis meses libres de rodaje. Pero no se extraña porque «desafortunadamente aquí no hay papeles protagonistas, fuertes, para negros; simplemente no gustan». Podría sonar a pataleta caprichosa, pero Harewood, que bordó a Martin Luther King en la obra teatral The Mountaintop —arrasó Londres en 2009—, no es el primero. ¿Hay racismo?
Kate Harwood, que ostenta el puesto de BBC Controller of Drama Series and Serials, dijo a The Telegraph que «muchos de los actores negros que se presentan a los castings son ‘posh africans’ y no son representativos de todas las clases sociales». Vamos, que son demasiado cultos, y no lo suficiente de gueto. Vamos, que el negro de la televisión británica debe ser un tipo de los barrios pobres, conflictivo. La pregunta está justificada.
El colour-blind casting y sus hitos
¿En la televisión hay racismo? Por la idiosincrasia española esta es una pregunta que no hemos debido de hacernos. No es recurrente, no es ni tan siquiera oportuna realizarla. Dentro de unas décadas, con nuevas generaciones, puede que debatamos al respecto. Pero, ¿y en Gran Bretaña? Ya hace mucho tiempo desde que la BBC implantara en todas sus producciones el colour-blind casting, esto es, la selección del reparto de una manera totalmente ecuánime y objetiva al respecto del color de la piel. Idea surgida en 1986, el concepto se cumple según la voluntad del director. Y no tanto de la historia. Durante todo este tiempo han existido casos que han desafiado la memoria colectiva y la idea generalizada, tintando personajes tradicionalmente blancos. Todo, no por querer ser vanguardia o ir a la moda, sino por puro sentido común —y ya saben lo que dicen de este—: el mejor recibe el papel.
Un personaje no surge cuando alguien enciende la televisión y lo ve por primera vez. Antes de que la audiencia reciba la imagen, el personaje ha existido en las mentes de, como mínimo, guionista y director. Ellos son los creadores y en ellos reside cualquier forma que le quieran dar a su obra. Y esa obra es recibida por el público de una manera neutral. Esa actitud debe tornarse en una positiva y empática para que, tanto el personaje como la serie, tengan éxito. Porque una serie va mucho más allá de una película o de una obra de teatro en cuanto a construcción de personajes se refiere. Entran en juego, como en ningún otro género audiovisual, el trasfondo, los sentimientos y la conexión. Es necesario amar u odiar a esa persona ideada; tanto como si fuese una de verdad. Porque acompañará en la cena durante semanas y semanas, con suerte años, a la audiencia. Por tanto, entran en consideración deliberaciones de todo tipo: edad, moral, ética, psicología… y apariencia. Dentro de este último punto, cómo no, la etnia.
¿Pero acaso la audiencia, probablemente blanca en su mayoría, no puede conectar con un negro? Cuando se hace un casting, los encargados escogen al que mejor lo hace, pero también al que mejor se adapta al papel ofrecido por el guionista y productor. Y esas valoraciones son, claro está, puramente objetivas. No obstante, las barreras raciales en lo audiovisual son, sobre todo, las históricas. Al menos son las más grandes y difíciles de superar. Porque si el personaje ha sido real, y se basa en alguien que existió, lo habitual es que se asemeje a él. Y, aunque lo verdaderamente importantes que esa semejanza sea en lo psicológico, vivimos en una cultura visual: predomina lo que nuestros ojos consumen, y nuestros ojos consumen mucho más fácilmente lo esperable que lo que rompe con los moldes. Es decir, ¿un puñetero rey inglés, negro?
Pues fue, precisamente, uno de los grandes logros del colour-blind casting, reflejado en el teatro, donde más fuertemente se han visto estos hitos, y no en la televisión. Si bien antes del 2000 ya se habían producido hechos remarcables en este aspecto, fue aquel año cuando, por primera vez en la historia, un negro interpretó a un rey inglés. David Oyelowo, de padres nigerianos, encarnó al Rey Enrique VI en una obra de la Royal Shakespeare Company encuadrada dentro del ciclo This England: The Histories. La designación de este actor hizo temblar los cimientos del mundo teatral inglés, y en cierto modo, de la propia sociedad. Aquellos que nunca se creyeron racistas se vieron a sí mismos de una manera totalmente impensable al defender, «por coherencia», que un negro no podía hacer de rey. Lo hizo, y de una manera maravillosa: se llevó el Ian Charleson Award —prestigioso premio que se otorga a la mejor actuación en una obra clásica a actores de menos de 30 años- en 2001. Posteriormente, ha hecho carrera en Hollywood apareciendo, por ejemplo, en Rise of the Planet of the Apes, The Help o Red Tails, recientemente.
Un negro haciendo de un rey. Rey que existió y que fue blanco. Una gran parte de Inglaterra se escandalizó, pero lo cierto es que aquella decisión demostró ser acertada, tanto por premios como por las alabanzas de la crítica. Y sirvió, también, como cimiento de otras alteraciones históricas en pos del mejor producto y el mejor resultado. Por ejemplo, el afamado Adrian Lester hizo de Enrique V en la obra homónima reproducida en el Royal National Theatre. Cuando lo hizo, en 2003, el revuelo casi ni existió, y tampoco tuvo repercusión su puesta en escena.
El teatro británico es un buen ejemplo, pero en la televisión no encontramos casos así. Ni tan siquiera ejemplos de actores negros como protagonistas. En lo que llevamos de siglo, ni la BBC ni ningún otro canal se ha atrevido a darle a un actor negro la batuta de imagen promocional, de cara visible de una producción. Tuvo que llegar Idris Elba y encarnar a Luther, un traje hecho a su medida. Pero a eso llegaremos más tarde. Siguiendo con el colour-blind casting, podemos hacer referencias a su presencia, también, en obras estadounidenses. La serie Grey’s Anatomy (ABC, 2005), por ejemplo, realizó el casting de esta manera, y ningún personaje estaba matizado bajo ninguna etnia —mas luego el protagonista resultó ser un guaperas, y la protagonista una rubia de ojos claros—. Ni mucho trabajo, como podríamos ver durante ‘tooooodas’ las temporadas que lleva en antena —en ABC— la obra de Shonda Rhimes. En el film Wild Wild West —basada en una exitosa serie de finales de los 60 de la NBC—, el personaje de Jim West es llevado a la gran pantalla por Will Smith, cuando en su versión original era blanco —Robert Conrad era el actor—. Pete Ross, el amigo de la infancia de Clark Kent, y caucásico en todos los comics, fue negro en Smallville (The WB/The CW, 2001), con Sam Jones III dándole vida en un claro intento de globalizar, aún más, un producto como Superman. Metiéndonos en el mundo de los superhéroes, en 2004 nos encontramos con una actriz negra en el papel de una heroína que siempre había sido blanca, cuando Halle Berry fue Catwoman —aunque luego la película fuese una mierda—. En Daredevil (2003), el malvado Kingpin —ese tío gordo y calvo— fue negro, más concretamente Michael Clarke Duncan —sí, fue otra puñetera bazofia—. Y, sin irnos tan lejos y a ‘cosas’ de tan nefasto recuerdo, debemos señalar que hasta la saga de películas de The Avengers, el personaje de Nick Fury siempre había sido blanco. Es más, su versión moderna, la de agente de la CIA, fue elaborada a imagen —grosso modo— de James Bond. Y en los cines le podemos ver como Samuel L. Jackson.
Metidos de lleno en el mundo del cómic llevado a la gran pantalla como estamos, no podemos olvidar citar el caso que vimos recientemente en Thor (2011). La película del dios nórdico juntó a un elenco de grandes estrellas. Muchas, clara, de tez blanca y encarnando a esos dioses de la mitología del norte. Pero también vimos a un negro haciendo de Heimdall, el dios guardián que todo lo ve y todo lo escucha. La elección de Idris Elba causó un revuelo tal que llevó a varios aficionados, más bien ‘fanboys’, a impulsar un boicot contra la película. No entendían que una deidad nórdica, hijo de Odín y hermano de Thor y Loki, fuese negro. ¿Acaso Odín se fue de fiesta a África alguna noche y se marcó un Zeus, fornicándose en una orgía sin fin a alguna tribu perdida del continente negro? El caso es que los encargados del film defendieron su apuesta argumentando que Heimdall siempre había sido caracterizado como un ser de muy pocas palabras —de hecho, técnicamente no habla—, serio, con rostro taciturno y de complexión fuerte. Ese es Idris Elba, no hay duda.
Y la BBC, más recientemente, también dio un ‘salto de fe’ en su serie Merlin (BBC, 2008): Ginebra, esposa del Rey Arturo, es de tez café —Angel Coulby— y Sir Elyan, uno de los caballeros de la mesa redonda, es encarnado por Adetomiwa Edun, originario de Nigeria. Como vemos, hay presencia. ¿Pero por qué no un Arturo, o un Merlín, negro?
El colour-blind casting no está destinado solo a conseguir una igualdad de oportunidades para blancos y negros; es un concepto que va más allá, llegando incluso a los géneros o edades. Por ejemplo, una adaptación musical de Coraline, obra de Neil Gaiman, reproducida en The Lucille Lortel Theater de Off-Broadway, hizo de una adulta la protagonista, en detrimento de la niña original de nueve años. Fue otro de los logros de este sistema de casting. En la televisión, sin embargo, siguen existiendo personajes intocables, y lo que se destila de la presencia negra es el prototipo de persona de barrio, con pasado turbulento, problemas con la ley y conflictivo. Y en el prime-time también es difícil encontrar caras de las minorías étnicas.
Tradicionalismo blanco en Inglaterra
Si hablamos de personajes ficticios ingleses internacionalmente conocidos, los primeros que se nos vienen a la cabeza son Sherlock Holmes y James Bond. En general, vaya, dejando a un lado posibles fetiches que cada uno podamos tener en nuestro imaginario. Ambos son blancos, y nadie se los figuraría jamás negros. Lo mismo pasa con el Doctor, otro personaje de culto británico que actualmente disfruta de una segunda juventud con la serie Doctor Who (BBC, 2005). Blanco, blanco y blanco. Los tres inteligentes, carismáticos, hombres de ciencia y acción, paradigmas del ‘superhombre’ eterno, ‘timeless’, contemporáneo en toda época posible. Y, por todo esto, blanco. Porque a ver quién tiene los bemoles de poner un ejemplo negro para la sociedad brit.
Pues casi pasa. Si bien con la franquicia de Sherlock Holmes ha habido algún que otro rumor sin fundamento, pero nunca nada serio, sí que se ha hablado y mucho de ver en la gran pantalla a un James Bond negro, o de ver a un Señor del Tiempo de origen africano en la Tardis. En el primero de los casos, fue precisamente Idris Elba el que sonó —y sigue sonando— para sustituir a Daniel Craig cuando este cumpla su cuota de películas. Al sexto 007 le quedan dos más y cerrará su ciclo. A Elba se le preguntó al respecto el pasado verano en una entrevista para la NPR (National Public Radio) estadounidense. Contestó: «Claro que me gustaría ser James Bond». Sin embargo, rechazó rápidamente la concepción de su persona y personaje como »el James Bond negro». »No quiero ser el James Bond negro. Sean Connery no fue el James Bond escocés, y Daniel Craig no es el James Bond de ojos azules; así que si hago de él, no quiero ser conocido como el James Bond negro». Ciertamente, muchos tabloides británicos no tardaron en tildar a Craig como el »James Bond rubio», así que probablemente se aventurarían a hablar del color de piel de Idris Elba.
Y es que, maldición, el color de piel solo cambia la apariencia, no quién eres. James Bond puede ser negro. Entraría en consideración muchas otras variables, claro, como el trato que recibiera de ciertos sectores sociales de Gran Bretaña. Ser negro influye en pequeños detalles, pero no es impedimento para hacer de James Bond. No es, por ejemplo, como si se cambiara el género. Eso sí es un ‘game changer’ absoluto, un punto de no retorno y que no se podría justificar de ninguna manera. Doctor Who es una serie que ha estado en antena —con alguna que otra interrupción— en la BBC desde 1963. Han existido once doctores, es decir, protagonistas. Todos ellos han sido blancos. Sin embargo, se especuló en 2010, con la marcha de David Tennant, quien había dado vida al décimo Señor del Tiempo, con un protagonista negro. Se habló de Adrian Lester, descendiente de jamaicanos y uno de los que tuvo que buscarse la vida fuera de Gran Bretaña antes de que le hicieran caso en la televisión de su país. Lester es conocido sobre todo por ser el protagonista de Hustle (BBC, 2004), una de las grandes series británicas del siglo. Pero en 2002 tuvo que irse a Estados Unidos en busca de un papel recurrente, que lo encontró en Girlfriends (UPN/The CW, 2000), una sitcom que se mantuvo durante ocho años en parrilla y que aupó la carrera, hasta el momento algo titubeante, de Lester.
Lester afirmó que en una entrevista en la radio pública que «he sido siempre seguidor de Doctor Who, crecí viendo la serie y es un papel que me encantaría desarrollar». Desde entonces, el actor ha sido inquirido en numerosas ocasiones sobre el asunto, y su agente ha admitido que han existido contactos de cara al futuro. «No encuentro razón por la cual no haya un Doctor negro». Y es cierto. El personaje es el último Señor del Tiempo que queda en todo el universo. Viaja por el espacio-tiempo a su antojo en una cabina telefónica que se llama Tardis, tiene enemigos extraterrestres de todo tipo, va acompañado de una compañera —de buen ver, casi siempre—, y se dedica, en definitiva, a salvar el día… sea cuando sea eso. Además, un dato importante para aquellos ajenos a la serie: cada indeterminado tiempo, el Doctor se »regenera» y cambia completamente su imagen. Por tanto, ¿por qué no el color de piel? Algunos fans abogan por mantenerlo blanco «porque es un personaje blanco», según uno puede leer en muchos foros de la materia, pero otros se dejan seducir por la idea y sostienen que el Doctor siempre ha sido »británico y excéntrico», y que la raza poco importa. Debería importar poco, claro, en tanto estamos hablando de un condenado extraterrestre. Hasta en esos casos se discute si el negro es bueno o malo, maldición.
Con respecto a Sherlock Holmes, nunca se ha cuestionado la blancura del personaje, quizá por la época y la ambientación. No obstante, el colour-blind casting triunfó —supuestamente— en la nueva serie Elementary (CBS, 2012), que se estrenará en otoño. Con Johnny Lee Miller como protagonista, Lucy Liu tendrá el otro papel de gran peso en la serie… sí, el de Watson. Cambiará el John por el Joan, y será la ‘sidekick‘ del detective del 221B de Baker Street. No obstante, la inclusión de una de las ángeles de Charlie como Watson apunta en una dirección más transgresora, provocativa, llamativa o comercial que como una manifestación de la libre elección de reparto. ¿Qué necesidad había? Cambia completamente el personaje y, sin duda, la relación que tendrá con Holmes. No obstante, es una adaptación libre y, como tal, merece que le den una oportunidad. Lo que está claro es que, resulte como resulte el experimento, se ha alterado notablemente al personaje y, en parte, a Holmes también.
En resumidas cuentas: la etnia no cambia un personaje, solo su apariencia. El aspecto, de acuerdo, es una parte muy importante, sobre todo en la interacción y no tanto en la propia confección de la figura; pero no es, ni de lejos, algo que suponga restringir las posibilidades y no salir de patrones predeterminados. Porque lo establecido debería ser nada.
Exiliados y motivaciones
Harewood no es el primero que se queja, ni es el primero que ha tenido que irse de Gran Bretaña para hacer carrera como actor. Nos centramos, sobre todo, en la televisión, porque es el único medio que admite comparaciones. Aún así, es obvio que existen muchísimas diferencias entre británicos y estadounidenses. El mercado americano es muchísimo más extenso y contempla oportunidades impensables en el de las islas. Por tanto, más allá de que exista ese racismo o no, lo cierto es que por naturaleza van a producirse desigualdades que pueden llegar a explicar la falta de espacio para el actor negro británico en su televisión.
Pero este artículo se llama El éxodo negro de la televisión inglesa, y todo lo escrito hasta ahora sería inútil y un sin sentido si no explicase que, ciertamente, existe esta marcha de actores de origen africano a Estados Unidos. Voy a realizar una pequeña lista de varios ejemplos paradigmáticos que probarán que, por racismo, oportunidades o azar, son muchos los profesionales negros que han tenido que irse de su casa para triunfar.
David Harewood. Sus declaraciones a The Telegraph sirvieron para iniciar, por lo que parece el más oportuno para encabezar el listado. Nacido en 1965 en Birmingham, aparece por primera vez en la televisión en el año 1990 como invitado en un capítulo de Casualty, una serie médica de la BBC que lleva en antena desde 1986 y que cuenta ya con 565 episodios y 26 temporadas. Ríanse ustedes de las telenovelas sudamericanas inacabables. En la última década del siglo XX encontramos, sin lugar a dudas, una muestra de la limitación negra en la televisión inglesa. Y es que en la serie policiaca de The Bill (BBC, 1984), que se mantuvo en antena durante siete temporadas, observamos que Harewood apareció en cuatro ocasiones… ¡haciendo de cuatro personajes diferentes! Uno en 1990, otro en 1992, otro en 1995 y otro en 1997. Pero no, que nadie eche el grito al cielo. Esto es algo recurrente en esta serie que ha tenido más de 1000 capítulos, y pasa con negros y con blancos por igual. El primer trabajo periódico que tiene, tras protagonizar varias películas para televisión, es el del Doctor Mike Gregson en la serie Always and Everyone (ITV, 1999). Apareció en cinco de los veinte episodios que tuvo esta producción durante los tres años que se mantuvo en la parrilla inglesa. No obstante, saltó al estrellato con The Vice (ITV, 1999), serie sobre una patrulla antivicio en la que encarnaba al Inspector Joe Robinson, del que se perfila siempre como un hombre oscuro, de moral dudable. Qué raro.
En 2004 y 2006 empezó a ser conocido en Estados Unidos. En 2004 fue cuando hizo de Príncipe de Marruecos en The Merchant of Venice, compartiendo pantalla con Al Pacino, Jeremy Irons, Joseph Fiennes,… Luego, dos años más tarde, apareció en Blood Diamonds con Leonardo DiCaprio y Djimon Hounsou. Aquel rodaje, recuerda en una entrevista a The Guardian, es el punto más alto de su carrera. Estas apariciones en Hollywood le valieron papeles de cierta importancia en varias miniseries inglesas, pero nunca como uno de los personajes fuertes. Apareció en el doble episodio The End of Time de Doctor Who, hizo del fraile Tuck en Robin Hood (BBC, 2006),… Pero no fue hasta Homeland, en Estados Unidos, cuando tuvo un papel de importancia rotunda. En esta serie de Showtime, protagonizada por Damian Lewis —compatriota, pero pelirrojo— y Claire Danes, personifica a David Estes, jefe de la protagonista y personaje . Se quejó cuando, al tener seis meses libres de rodaje, se encontró con que nadie le ofrecía nada en Gran Bretaña porque no existían personajes negros. Su actuación en Homeland ha sido una de las claves del categórico éxito de este estreno.
Idris Elba. El caso más conocido. Uno de los hombres de moda en el mundo televisivo y cinéfilo. Antes del año 2002, este actor de Londres ya tenía una amplia carrera en la televisión de su país. Había aparecido en dos ocasiones en The Bill, había gozado de papeles fijos en series como Family Affairs (Five, 1997), una famosa ‘soap opera’ inglesa; Ultraviolet (Channel 4, 1998); Dangerfield (BBC, 1999),… Pero en 2002, todo cambió. Poco antes se había ido a Estados Unidos a probar fortuna. Le dijo a Harewood, como este mismo recuerda en varias entrevistas, que se iba a América porque estaba frustrado y cansado de no ser tomado en consideración para personajes importantes. El de Birmingham fue escéptico; pero ha quedado demostrado que aquel movimiento fue el acertado. Elba apareció de invitado en Law & Order (NBC, 1990) y CSI: Miami (CBS, 2002), y luego llegó su gran oportunidad: The Wire (HBO, 2002).
David Simon aceptó la idea de que un londinense hiciese de Russell ‘Stringer’ Bell, un nativo de West Baltimore que estaba destinado a ser uno de los pesos pesados en la distribución inteligente de la droga en los suburbios. Y el plan funcionó, porque Idris Elba se destapó como un actor único. Su personaje aguantó 37 capítulos, hasta 2004, pero él no desapareció. Actuó en varias películas como 28 weeks later (2007), American Gangster (2007), Rocknrolla (2008), The Unborn (2009)… Luego tuvo el papel de Charles Milner en The Office (NBC, 2005), siendo parte de siete episodios en la quinta temporada. Tras otras apariciones en películas de Hollywood y series estadounidenses, la BBC ideó un papel perfecto para él: la del Detective John Luther, protagonista de Luther, una obra que ha obtenido reconocimiento internacional. Como ya he comentado, apareció en Thor y lo hará en Thor 2 (2013). Además, es uno de los importantes en Prometheus (2012), film que trae consigo grandes expectaciones. Se especula con que interprete a Nelson Mandela en Long Walk to Freedom (2014). Además, tenemos los rumores que le sitúan como el próximo James Bond. El futuro de Idris Elba, ocurra lo que ocurra, es brillante. Y tuvo que irse a Estados Unidos para que lo fuera.
Marsha Thomason. No todos son hombres. Las actrices también se han visto obligadas a irse a Estados Unidos a probar suerte. Un ejemplo es el de Marsha Thomason (Manchester, 1976). Tras participar en Pie in the Sky (BBC, 1994), Where the heart is (ITV, 1997) y Playing the field (BBC, 1998) con personajes recurrentes, tuvo que marcharse al no encontrar hueco en las películas británicas, ni tampoco, como admitiría en una entrevista a la radio pública en 2003, un papel serio y que le supusiera un reto en la televisión. Fue la enamorada de Martin Lawrence en Black Knight (2001) y la de Eddie Murphy en The Haunted Mansion (2003). Tuvo otros papeles en Hollywood, pero la gran oportunidad le llegó ese mismo año en la televisión, con el personaje de Nessa Holt en Las Vegas (NBC, 2003). Los 47 episodios de los que disfrutó en la serie sobre el Casino Montecito le sirvieron de cimiento. Después hizo varias películas, probó en varias series, y tuvo momentos estelares en Lost (ABC, 2004) y, actualmente, en White Collar (USA Network, 2009), en el que tiene un papel fijo. Mujer de armas tomar, ha dejado atrás la imagen de niña buena que tenía en Gran Bretaña gracias a su salto a Estados Unidos.
Adrian Lester. Forjado en la escena teatral británica, admite que se vio obligado a dar el salto a Estados Unidos para progresar en su carrera. No obstante, aclara que para él, todo actor británico, sea negro o blanco, debe dar el salto a América si quiere avanzar y mejorar. Él lo hizo tras hacer varias obras de teatro y varias películas como Best (2000) —biopic sobre George Best—, Maybe baby (2000), The Final Curtain (2002),… y muchas otras producciones de medio pelo. En 2002 fue cuando se decidió a dar el salto, y lo hizo gracias a la ‘sitcom’ Girlfriends ya mentada. Producida, por cierto, por Kelsey Grammer. Tras eso, le llegó la llamada de la BBC para protagonizar Hustle, y convertirse en un auténtico icono de la televisión de su país. Su exilio fue bastante breve. También fue uno de los protagonistas de la miniserie Bonekickers (BBC, 2008). Es uno de los pocos actores negros que han conseguido hacer carrera sólida en la televisión británica, si bien tuvo antes que darse a conocer fuera.
Parminder Nagra. Vale, ella no es negra, es color café venido de la India, pero el racismo ocupa igual a los profesionales de origen hindú. Al menos así lo entiende la propia Parminder Nagra (Leicester, 1975), que en su Twitter (@parmindernagra) apoyó las declaraciones hechas por David Harewood hace pocos meses. Su caso también sirve de ejemplo: tras vagabundear en diferentes series británicas sin encontrar ningún papel de importancia, su protagonismo junto a Keira Knightley en Bend It like Beckham (2002) le abrió las puertas… de Estados Unidos. Hacia allá emigró y consiguió el papel de la Doctora Neela Rasgotra en ER (NBC, 1992), la famosa »Urgencias». Encarnó ese personaje desde 2003 a 2009 en un total de 129 capítulos, convirtiendo su cara en una de las reconocidas en la televisión americana. Apareció recientemente en Alcatraz (Fox, 2012), cancelada tras perder más de 6 millones de espectadores en su única temporada. Este año estrena película inglesa, y en una entrevista con The Guardian el pasado abril admite que la toman más en cuenta tras su periplo estadounidense.
Aml Ameen. Uno de los últimos actores negros británicos en dar el salto a Estados Unidos. Ameen nació en Londres en el año 1985. En 2006, tras haber aparecido en la ya mentada The Bill, protagonizó junto a varios actores prometedores Kidulthood (2006), una película inglesa que narra las aventuras de una problemática banda de jóvenes del oeste de Londres. El film fue todo un éxito en las islas, y catapultó a Ameen a la fama. Protagonizó luego The Pick Up (2011) y apareció en Red Heart (2011), dos producciones británicas. Su nombre sonó para papeles recurrentes en series como Doctor Who o Luther, pero finalmente nadie apostó por él. Fue el pasado año de 2011 cuando pudo dar el salto a Estados Unidos. Lo hizo con un papel principal en la comedia Harry’s Law (NBC, 2011), protagonizada por Kathy Bates y que ha sido uno de los mejores estrenos de la temporada. Spielberg le tuvo en cuenta para Red Tails (2012), y este año estrenará Evidence (2012), del director Olatunde Osunsanmi (The Forth Kind), producida en California.
Tenemos otros muchos ejemplos de actores negros que han tenido que emigrar. Por ejemplo, una de las chicas de moda en la televisión estadounidense comparte similitudes con los casos expuestos anteriormente. Es Gugu Mbatha-Raw. Sí, reflexión profunda para decidir el nombre. Gugu fue la protagonista de Undercovers (NBC, 2010), la enésima obra fallida de JJ Abrams —era creador—y de la NBC, y actualmente es la co-protagonista de Touch (Fox, 2012). En la BBC apareció como Trish Jones en Doctor Who durante cuatro episodios, y fue una de las protagonistas de Bonekickers, donde coincidió como Adam Lester. Este año estrena Odd Thomas (2012) con William Dafoe y Anton Yelchin, mientras que el próximo año protagonizará la inglesa Belle (2013). El de Chiwetel Ejiofor es otro caso exponible. En su caso hablamos del cine, pues tras estancarse en Gran Bretaña tuvo que marchar para, con el tiempo, aparecer en películas como Children of Men —con colaboración inglesa— (2006), American Gangster (2007), 2012 (2009) o Salt (2010). El pasado año protagonizó The Shadow Line (BBC, 2011), una de las sensaciones de la televisión mundial. Se trata de un drama policial se siete partes que gira en torno a un asesinato, y que enfoca el mismo desde el lado de la ley y el criminal. Una gran serie enormemente recomendada. Eijofor aparecerá en Savannah (2012), un film ambientado en los años posteriores a la Guerra Civil americana que protagonizarán Jim Caviezel y Jaimie Alexander; y en Twelve Years a Slave (2013), donde será un hombre libre en la Nueva York de mediados del siglo XIX que será secuestrado y vendido como esclavo. Esta película correrá bajo la dirección de Steve McQueen y contará con Brad Pitt y Michael Fassbender.
Se está produciendo un éxodo negro en la televisión inglesa. Se lleva produciendo desde comienzos de siglo, y si bien ya comenzamos a ver más caras negras en las producciones británicas —no me puedo olvidar de Daniel Kaluuya y su espectacular actuación en el segundo episodio de Black Mirror (Channel 4, 2011)—, parece que todavía se muestra reticencia a dar papeles grandes a estos actores.
Hablando de Doctor Who, curiosamente os habéis dejado fuera a un personaje muy importante que es negro.
Se trata de Martha Jones, la companion de la tercera temporada.
Curiosamente sí habéis mencionado a un miembro de su familia
Solo un par de anotaciones, no exentas de cierto corporativismo, a un artículo por lo demás excelente. En lo referido al boicot a la película Thor por haber incorporado a Idris Elba como Heimdall: Es cierto que entre los aficionados hubo un cierto revuelo… Pero no mayor o menor que en lo referido a la elección de actor o actriz para cualquier papel en una adaptación de un cómic a la pantalla grande. Efectivamente si se intentó llevar a cabo un boicot, pero los impulsores fueron los miembros del Council of Conservative Citizens, un grupete xenófobo que poco o nada tiene que ver con el mundo del cómic. De hecho, fueron muchas las voces de fans, editoriales y prensa especializada que no solo rechazaron el boicot sino que se lo tomaron a conveniente choteo y desdén (en este caso mucho mas efectivo que la indignación, en mi opinión). Y sobre Samuel L. Jackson como Nick Fury (agente de la ficticia agencia SHIELD y no de la CIA, por cierto)… Bueno, pues la verdad es que la idea original es de 2002, cuando en la serie The Ultimates el guionista Mark Millar y el dibujante Bryan Hitch decidieron modelar a su Nick Fury con los rasgos, precisamente, de Jackson. Luego a este le hizo mucha gracia el asunto y se apuntó a la broma y a la franquicia… Pero el hallazgo fue previo a la película.
En todo caso, pecata minuta en lo que es, como decía antes, un mas que interesante y muy acertado artículo que además invita a revisitar anteriores visionados, levanta el interés por unos cuantos nuevos.
Supongo que será cuestión de que cada vez que se toca el tema del racismo se retuercen los argumentos para seguir la línea de la correción política más absoluta (no sea que se pueda ver un atisbo de racismo en una argumentación), pero me parece claramente contradictorio poner como ejemplo de una sociedad no racista que un negro represente el papel de un rey inglés, pero se diga sobre que Lucy Liu haga de Watson: «¿Qué necesidad había?» o «Lo que está claro es que, resulte como resulte el experimento, se ha alterado notablemente al personaje y, en parte, a Holmes también.» ¿Lucy Liu altera el personaje de Watson y un actor negro no altera el personaje de un rey inglés del pasado? Me explique la diferencia, por favor….A mí me parece muy bien que un negro haga de un rey inglés, me parece que puede ser un gancho comercial, una dirección provocativa, un guiño al surrealismo….pero ay! pobre del que se le ocurra un día dar el papel de, por ejemplo Jimmi Hendrix a un blanco en un biopic sobre el guitarrista, que se prepare porque todo el peso de la correción política caerá sobre él. Esta contradicción me recuerda a las cabalgatas de reyes en las que un concejal de turno se pinta la cara de negro para hacer de Baltasar, como si no hubiera negros en España a día de hoy, la gente lo ve como algo ridículo, pero parece por la argumentación de esa parte del artículo que el que un negro hiciera de Gaspar no sería ridículo sino un ejemplo de una sociedad que no es racista
Vale, a partir de ahora quiero que el próximo biopic de Martin Luther King lo protagonice un actor chino. ¿Qué pasa? ¿No es también un personaje histórico como Enrique V? ¿Es que sois racistas? ¡Ah, y en la miniserie de Nelson Mandela quiero a Nicole Kidman haciendo de Mandela! Sí, de NELSON Mandela. ¿Qué, es que sois machistas? ¡Que la tía tiene un Óscar!
No es aplicable, estas hablando de personajes cuya caracteristica mas destacada es precisamente la lucha por los derechos de su raza, eso si cambiaria la historia por completo.
¿Y el racismo negro? ‘Cosas de casa’, con Urkel. Sólo había negros. Y los pocos blancos que aparecían eran retrasados o tarados. Y nadie se quejaba. Y no hablemos de Spike Lee. Más que racismo lo que hay es mucha discriminación positiva a favor de la raza negra.
Tiene razón DexterMorgan, Martha Jones fue la primera acompañante negra de toda la serie.
A mí me ha parecido un reportaje espectacular, la verdad. Y comparto su visión de las cosas: la raza no cambia a un personaje y sus características, EL GÉNERO SÍ. Si siempre ha habido cierto rollo ‘gay’ entre Sherlock y Watson, ¿qué pasará si Watson es tía? Lo siento, y no creo que sea ser machista, pero el género cambia por completo el personaje y su contexto. La raza no. Y que un rey sea negro, por mí perfecto. Es una representación ficticia, por mucho que los hechos fuesen reales, y para ello se precisa del mejor actor, no del mejor actor blanco o el mejor actor negro.
Pero bueno, es un tema muy complejo y, obviamente, un tema que lleva a debate.
Yo sí creo que es una opinión machista, empezando porque propongas precisamente que sea Watson la chica, ¿y por qué no el personaje principal, Sherlock? Se podría hacer perfectamente respetando las principales características del personaje, es más, ambos podrían ser mujeres y valdría lo mismo. Y lo mismo que sirve con el género vale con la raza en todas direcciones, por ejemplo el moro Otelo podría ser interpretado por un actor rubio y de ojos azules perfectamente, como dices no dejan de ser representaciones ficticias y todo el mundo está al cabo de la calle.
A mí me da que en el Sherlock americano quieren hacer una serie chorras cuyo único aliciente radique en la tensión sexual.
Esa teoría de ser una representación fictia la podríamos aplicar a tooooooodaaaaas las versiones televisivas o cinematográficas de hechos históricos o reales. Y sí, cambiar la raza y EL SEXO (qué manía con lo de género), es una tergiversación de la realidad. Vamos, que no me imagino yo a nobles de la Edad Media rindiéndole pleitesía a un rey negro. Y si lo estoy viendo en una pantalla no me lo creo, por muy buenos actores que sean.
Gracias por los apuntes David Baldeón.
Sí, DexterMorgan, he obviado sin querer lo de Martha Jones, aunque sinceramente no me parecía un dato tan importante. No es un papel tan relevante, para el caso de la serie. Pero muy bien apuntado.
LJ y ari, creo que expongo claramente mi opinión de lo que comentan y es lo que explica el usuario Heroldo en su comentario. Pero claro, cada uno aquí puede tener su interpretación o su forma de ver las cosas, como en todo. Yo, personalmente, me guío más por la actuación que por la raza, no así por el género. Quizá haya personajes cuya persona va más allá y trasciende a su entorno, y que cambiando su raza no se entendería su coyuntura y contexto; King y Mandela, si no hubiesen sido negros, no hubiesen sufrido tanto.
Orotinto, esas comedias surgieron para contrarrestar la que era una televisión absolutamente blanca en USA, en los 60-70. En los 80 surgen series similares a las blancas, centradas en núcleos familiares o de amistades, pero con negros como protagonistas. Ni más, ni menos. Lo de Spike Lee es puro fetichismo con su raza, eso sí, pero si él no hace esas películas, nadie las hará. Y por suerte nos dio a Jesus Shuttlesworth.
Tengo la sensación, en parte, de que el artículo hace pasar por ‘éxodo’ debido a limitaciones profesionales racistas lo que en realidad es en gran medida una búsqueda de mejores condiciones (profesionales, artísticas…) en la TV americana. Lo que quiero decir es que ¿Archie Panjabi se va a The Good Wife por el racismo imperante en UK, o porque es un pedazo de serie, tiene un pedazo de personaje y va a estar muy bien pagada? Cuando un actor londinense pone acento yanqui paleto para ser el prota (Andrew Lincoln en The Walking Dead), ¿es por racismo?. Me gustó el papel(ito) de Anna Torv en la primera temporada de Mistresses, pero nada que ver con el protagónico en Fringe. Ese ‘éxodo’, blanca y australiana ella, ¿fue por racismo? Y por último, ¿qué serie de TV en Europa hubiese podido pagar a Hugh Laurie en House? ¿Estamos hablando de racismo o de envergadura de la industria?
Me suscribo a la opinión de Fernando en el último comentario. Vosotros no creéis que los tamaños de las industrias y sus alcances distan mucho de ser comparables? Es lo que me parece. Aunque en ese sentido me gustó que se aportaran declaraciones como la de Adrian Lester, o la de la directiva de la BBC. Al menos así se justifica en cierto modo hablar de racismo. Muy inteersante
«Parminder Nagra. Vale, ella no es negra»
No; es Nagra…
Ehem…
Fantástico artículo.
Pobres negritos… No hay más que ver lo mal que le ha ido a Will Smith.
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Naveen Andrews (Sayid Jarrah en Lost), también podría haber sido un buen ejemplo.
Salud!
Los negritos tienen hambre, los negritos tienen frío…
¿Watson cambia por ser mujer?
Supongo que lo harán para finalmente hacer realidad el sueño húmedo de muchos, que Watson le pegue unos buenos revolcones al Sherlock, jeje porque ahí ya sería tipo Bones, con esa tensión sexual entre «Bones» Brennan y Booth.
Y Idris Elba es un pedazo d actor.
La verdad sería genial ver a un James Bond negro, creo que lo importante es que el actor o actriz sepa interpretar ese personaje, le de el brillo necesario. De ahí si es blanco o negro es lo de menos. Otra cosa es cambiar su género porque de hecho en el caso de los superhéroes no se creó un Spiderman para que luego se lo hiciera mujer sino que se creó a Spiderwoman, así como Superman tuvo su aliada femenina, Supergirl, eso es diferente, no s sustituyó un personaje de un género por el otro sino que se le hizo una contraparte.
Este es un tema bastante intenso e interesante, es como el de los personajes que ahora en estas épocas tan modernas (y cachondas) me dicen que son homosexuales, que si Batman es homosexual o Linterna Verde también. Muy complejo en serio.
A ver qué sigue con la TV Británica, cuya calidad es muy buena y la verdad yo veo series no por el color de piel de sus personajes sino por la trama y por cómo van desarrollando los personajes de ahí si es negro o blanco o latino o si es mujer u hombre me tiene sin cuidado, lo importante es la calidad del producto.
Yo soy aquel negritoooooo del África tropical…
Lo siento mucho, pero todo esto me parece absurdo a más no poder. Diría que estúpido.
Cuando hablamos de series o películas «de época», históricas, hay unos hechos que respetar.
El rey Arturo no usaba un iPod y en Gran Bretaña no había negros. Eso no es racismo, es representar correctamente la realidad.
Y un negro haciendo de Enrique VI no es un problema «porque un negro haga de rey». Es un problema porque refleja mal la sociedad del siglo XVI. Porque no respeta la verdad.
Igual que estaría mal que Enrique VI fuera Enriqueta VI o que en una obra sobre la reina Victoria, fuera el rey Víctor y ya por rizar el rizo de los estúpidamente correcto, fuera negro.
Otra cosa sería que fuera una obra simbólica tipo «Titus». Pero, por ejemplo, ¿en Merlin? Que Ginebra sea negra (y, además, una criada) es sencillamente ridículo.
Pues no veo yo el sentido a los blind castings estos más allá de la corrección política. Un personaje (sobre todo en según qué contextos) también está definido por su raza y no tiene razón de ser que a rey inglés lo interprete un negro, o un asiático, por muy buen actor que sea, porque estamos hablando de un personaje histórico. ¿Os imagináis un biopic de Mao interpretado por Di Caprio? ¿Verdad que no? Pues sería lo mismo.
Otra cosa son los personajes de ficción, donde (según mi humilde opinión y la de Aristóteles) habría que buscar la verosimilitud. Por ejemplo, no habría razón para que una versión actual de Sherlock Holmes la interpretase un negro (aunque a mí ahora me costaría muchísimo imaginarme a cualquiera que no sea Benedict Cumberbatch, sea blanco, negro o azul) pero si está ambientada a finales del siglo XIX y fiel a las historias de Arthur Conan Doyle pues resultaría bastante inverosímil (eso de que altas esferas de 1890 fueran a contratar los servicios de un señor de color negro chirriaría bastante). Sobre Doctor Who y James Bond, al ser personajes totalmente de ficción y desarrollándose sus tramas en la actualidad no habría ningún problema en la raza. Sobre Merlín, Ginevra y demás… Bueno, todo eso de Camelot también es ficción así que, ¿qué más da?
Y por cierto, hablando de encasillamientos, clichés y estereotipos, el personaje de Idris Elba en The Wire no podría ser más estereotipo.
Genial pieza. Tema delicado muy bien llevado. Precisamente vi a Oyelowo haciendo de rey en Londres hace ya bastantes años, y me fascinó.
Sobre este último comentario: el de Idris Elba era un personaje »estereotipizado» como cualquier otro en ‘The Wire’. Pero era un estereotipo fiel, puro. Así que no comparto tu apreciación
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