Opinión Vuelva usted mañana

Tsevan Rabtan: Un programa para el cambio mental

Hace muchos años leí, en un libro de Matt Ridley si no recuerdo mal, sobre las consecuencias de la autoestima en los niveles de cortisol. El asunto tenía su mala leche: en los grupos de primates, el macho dominante no sólo es el que más fornica, sino que además es el que está menos estresado. Digamos que, usando terminología comercial, se encuentra bien consigo mismo, sigue una dieta sana, es el rey de la república independiente de su familia y le gusta conducir. Como el cortisol se segrega en situaciones de estrés, los otros primates —los más pringadetes— tienen niveles más altos de esta hormona. Lo curioso del asunto es que el estrés, que es una respuesta natural para situaciones concretas de peligro, se convierta en una respuesta permanente que a su vez te haga sentir peor, más débil, y que eso te haga entrar en la senda de la depresión, convirtiendo eso de ser un pringado en un círculo vicioso que se retroalimenta. Esto tiene su reverso: si el primate goza de autoestima, es más probable que su organismo reaccione correctamente, estará más sano y fuerte, será más guapo y todos le considerarán un triunfador. Y esa sensación repercutirá en sus niveles de estrés y, en consecuencia, le introducirá en una senda de “crecimiento positivo”.

Bueno, no sé qué tiene esto de cierto, pero la tesis me gusta por su lado positivo. Eso de que el triunfo es en parte una cuestión mental. Tenemos que conseguir que se reduzca el estrés, amigos. Ya, ya sé que los machos dominantes del norte de Europa se ríen de nosotros porque no llegamos a fin de mes. Y además, cada día descubrimos que nuestro estado de salud se deteriora, que no dormimos y estamos irritables, que no nos podemos concentrar en nada útil y que empezamos a perder la memoria. No les negaré que hay alguna noticia que facilita el aumento de la situación de ansiedad permanente, pero quizá estemos reaccionando en exceso, y eso tiene que ver con cómo nos vemos. El primate España aún recuerda los tiempos en los que una dieta rápida y el uso de drogas de diseño y anabolizantes —¡cómo circulaban esas pastillas azules llamadas “crédito fácil”!— nos permitieron conseguir récords asombrosos. Comparar a ese rutilante dueño de la noche con el esmirriado actual deprime a cualquiera. Y así andamos todos, como Toni Montana, con la cabeza metida en kilos de harina —no da para más—, recordando los viejos buenos tiempos de hace apenas un lustro. Como verán, no pretendo que volvamos a esa estafa piramidal que nos hicimos a nosotros mismos mientras bailábamos la conga camino del desfiladero.

Un amigo, en ese momento de clarividencia que aparece en medio de una noche de borrachera, me dijo “los hijos de los ricos son más guapos”. Cuando le objeté, insistió: “fíjate, mira bien, yo no sé a qué se debe, pero son más guapos, más altos, más sanos”. Lo curioso es que, años más tarde, cuando ya era padre, negó haber afirmado eso, y yo no diré que su amnesia tenga que ver con el aspecto poco simétrico de sus hijos, pero me quedé con la copla. Leí que, cien años más tarde de su muerte, los descendientes de Gengis Kan eran, en su mayoría, altos y con ojos azules, y que el mérito de la mejora física se debía a la elección por el conquistador mongol de las mujeres más bellas de Asia. Gengis Kan era un aristócrata, ya lo sé; pero un aristócrata mongol, en el momento de su nacimiento, era el equivalente a un “conde del funky”, para que me entiendan. Los feos de la tierra podemos convertirnos en machos alfa; ese es el mensaje de la gesta “procreatoria” del gran mongol. 

Expulsar al mono dominante de su sitio o, al menos, conseguir que nos haga hueco, depende fundamentalmente de un cambio mental. Sin ese cambio mental previo no podremos ponernos en forma. Tenemos que querer quedarnos con el premio gordo y pensar que somos capaces de conseguirlo. Nadie mueve el culo del asiento si piensa que está derrotado. Napoleón afirmó que lo moral se encuentra, respecto de lo material, en una relación de tres a uno. ¡Y era bajo y feo! Metternich —que, por cierto, se llamaba Clemente, dato este que suele ignorarse y que me parece capital—, cuando María Luisa, hija de Francisco I de Austria, se negaba a aceptar el matrimonio con Napoleón por su origen plebeyo, dijo aquello de “¿Qué prefiere Su Majestad, que se folle a una archiduquesa o que se folle a Austria?” Esto es lo que puede conseguir un enano feo cuando se pone en forma y tiene buena actitud.

Quizá les parezca que mi artículo es frívolo y que estos momentos de incertidumbre exigen análisis sosegados y realistas. Si es así, les pido disculpas y les recomiendo el servicio de “publicaciones” del Banco de España. Allí encontrarán todos los análisis que quieran. Sin embargo, si deciden seguir mi recomendación y cambiar su actitud mental, pueden ponerse en contacto con Jot Down Magazine y solicitar el Programa completo para el cambio mental de Tsé por unos módicos 30 euros. ¡Un momento! Si lo piden en los treinta minutos siguientes a que salga publicado este artículo recibirán además un facsímil con las obras completas de Sócrates.

Y luego habrá quien diga que es caro.

 

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11 Comentarios

  1. O…I’m sexy and I know it, pero mejor contado ;-)

  2. Hacía tiempo que no me carcajeaba tanto. Qué gusto. Mis compañeros deben pensar que me ha dado un aire. Usted es la monda.

  3. ¿Frívolo? Ni de coña, de todos los excelentes escritos que le he leido este es seguramente el que mas me ha gustado ¿Le he dicho ya que es usted un fenómeno?

    Ahora que los treinta euros mejor me los guardo pa el gimnasio.

  4. «Quizá les parezca que mi artículo es frívolo y que estos momentos de incertidumbre exigen análisis sosegados y realistas. Si es así, les pido disculpas y les recomiendo el servicio de “publicaciones” del Banco de España».

    Qué grande

  5. Grunentahl

    Lo que pasa es que la España ‘alfa’ lleva décadas apareada con monos socialmócratas perfectamente ignaros, y compris el machito alfa del bigotito que posó bajp el brazo protector del emperador Bush en las Azores. Sean los españoles altos y guapos por dentro, si quieren, pero mientras sigan cortando el bacalao Pajines Valencianos y Montoros, seguirá brotando el cortisol de las suprarrenales autono-federales

  6. Lo que debería hacer es llevar adelante aquel proyecto suyo –abandonado, por lo que veo– de sociedad sin ánimo de lucro y empezar a sentar en los tribunales a todos los encorbatados chorizos, o chorizos encorbatados. Bueno, a todos imposible. Eso debe subir la autoestima que no vea. Aquí tiene un voluntario que trabajaría gratis.

  7. Afortunadamente para mí y para todos, he leído antes de escribir el mío todos los comentarios precedentes, porque de no haberlo hecho hubiese escrito exactamente, palabra por palabra, lo mismo que Fawkes. Excelente entrada, Sr. Rabtan.

  8. Magnífico y real, como la situación misma, nada cambia sin la adecuada predisposición mental.
    Lo de conseguir subir la autoestima ya es… harina de otros programas.

  9. protocolo

    Como Berlín: Pobre pero Sexy!

  10. Blackkader

    Por supuesto que los ricos son más guapos.
    En general claro.
    Si eres pobre y feo las probabilidades de que termines con alguien igualmente pobre y feo son muy altas.
    Si eres rico y feo, tienes muchas mas probabilidades de terminar con alguien atractivo.
    Con lo que el genetic pool de los ricos mejora estadisticamente de forma continua y el de los pobres empeora.
    La vida es así, no la he inventado yo, las quejas al manager por triplicado, please.
    (Gracias Mauro).

  11. Español de a pie

    Como pertenezco a las clases populares y no tengo 30 euros para estas cosas, quiero unirme al coro de los que halagan su vanidad. Deseo señalarle que debido a mi origen este halago es moralmente superior a otros. Espero que lo valore

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