Valencia era el icono del milagro mediterráneo. El señuelo con el que decir: las cosas nos van de puta madre, este es el camino, mirad Valencia. Hoy Valencia es la plaza Tahrir de la involución económica en España. A la ciudad le han salido adiposidades y carnes fofas en forma de edificios acabados por encima de nuestras posibilidades. El centro financiero (delimitado por las calles Barcas, Pintor Sorolla y Poeta Querol) luce colmado de cadáveres.
Los cambios muy bruscos siempre han sido marca indeleble de la casa. Valencia fue muy republicana y luego pasó a ser muy católica. Fue por 12 años seguidos del PSOE y de repente lleva 21 de fidelidad al PP. Ayer la ciudad era euforia, hoy está aturdida aquejada de una depresión bien viscosa.
En este escenario de abismo, siempre un poco más exagerado por tratarse de Valencia, hay un barrio imprevisible que parece más alegre que nunca. Ruzafa, que en árabe significa jardín, está emplazado a espaldas de la Estació del Nord y de la plaza de toros, en pleno centro de la ciudad. Cuenta con alrededor de 25 mil habitantes, apenas tiene ni un jardín, ni plazas, ni demasiadas escuelas. Un millar de niños marcha diariamente de diáspora escolar y sus padres llevan 10 años reclamando la construcción de un colegio público. En las últimas elecciones generales, un 55’8% de los electores votó al PP. La población inmigrante asciende a cerca de un 20%.
Hace algo más de una década, Ruzafa era un polvorín de altercados entre inmigrantes y trasnochadores de oficio. Incipientes miembros de Al Qaeda, como Abu Mugen, instalaron sus cuarteles en pensiones anónimas de la zona. Era un barrio caído sobre una tierra arrasada.
Pero mientras que hay plantas que acaban muriendo por exceso de agua, hay otras (las xerófilas) que es en la escasez cuando se hacen más fuertes. En lugar de asfixiarse ante la falta de asistencia, Ruzafa ha tomado vigor. Es un barrio de futuro. Los locutorios y colmados imposibles regentados por magrebíes, chinos y ecuatorianos comparten vecindad con galerías de arte, cafeterías-librerías que se reproducen como moscas y proyectos variopintos promovidos por una nueva clase urbana. Si desde hace años la mayoría de barrios de la mayoría de urbes se privatizan, en este lugar la ocupación de la calle, con negocios muy colectivos e hiperactividad vecinal, ha sido la clave de una regeneración todavía en marcha que apenas ha contado con ayudas externas. Aunque tiene pocas plazas, se ha convertido en la plaza pública de la ciudad.
En origen era la residencia de príncipes musulmanes. Un vergel bien fértil. Posteriormente fue el último campamento desde el que el rey conquistador Jaime I preparó el asedio a Valencia. Desde el XIX, Valencia fue devorándole las tierras al tiempo que ampliaba su perímetro.
En ese tiempo, cuando Ruzafa era un pueblo, llegó allí el maestro Cayetano Ripoll procedente de Francia, tras haber sido hecho prisionero por luchar contra los invasores napoleónicos en la Guerra de la Independencia. Cayetano Ripoll es una de esas figuras casi bíblicas de vida ejemplar. Un creyente en Dios de vocación laicista. Iba por los caminos de huerta de Ruzafa buscando alumnos para sus clases. Construyó junto a los vecinos una barraca de dos pisos donde enseñaba a los hijos de los agricultores. Una existencia demasiado ejemplar como para no levantar ninguna sospecha. Cayetano nunca acudía a misa. Ni obligaba a sus alumnos a rezar. Y los viernes, comía carne. Cayetano era un deísta, un creyente que cargaba una rebeldía discreta contra los dogmas de la Iglesia. En una de esas mañanas en que volvía de recorrer la huerta, fue llevado a la cárcel, acusado de hereje. En el último día de un julio fogoso de 1824, lo transportaron hasta un cadalso decorado con caras de demonios y llamas del infierno, a modo de hoguera figurada. Una muerte muy fallera. El cadáver de Cayetano Ripoll, el maestro de Ruzafa, fue el último que se anotó la Inquisición Española. En 1824. No hace tanto.
Unas décadas más tarde, tras la planificación del Ensanche, el antiguo pueblo independiente de Ruzafa quedó fagocitado por la ciudad, integrado en la trama urbana, ceñido por la calle Colón y la Gran Vía. El capitalismo del arroz y la naranja llevaría la prosperidad a una burguesía que iba a bañarse a la playa de Nazaret, que ya ni existe. Tras el esplendor vendría la degradación. El cierre en los 70 de las tiendas tradicionales. La inmigración descontrolada. El abandono municipal. El bloqueo inmobiliario por el proyecto del cercano Parque Central. Y el gueto.
Se hicieron célebres afters y bares como Silencio, el Cambalache, la Comedia, Chandelier, el Pastel, el Pequeño Diablo, el Dalton, el Embrujo… Periódicamente protagonistas en las páginas de sucesos. En el baño del Embrujo secuestraron a una camarera. En el mismo lugar tirotearon con una escopeta las piernas de un cliente. En el Pub Dalton, al hermano de un senador del PP le endilgaron un tiro en la cabeza por mirar a la pareja de un italiano.
También llegó Pedro Almodóvar, para rodar en el barrio varias escenas de La mala educación. Y llegaron Falange y España 2000, que desde finales de los 90 acostumbraron a convocar marchas atemorizando a los inmigrantes. En un sábado de marzo de 2002, bajo el lema «Por una Ruzafa limpia. No a la droga. No a la delincuencia. No a la inmigración ilegal», los peones de España 2000 desfilaron por el barrio. La fiesta, entre vítores a Hitler, desembocó en antorchas voladoras, coches incendiados, escaparates destrozados. Al frente, José Luis Roberto, apodado «el cojo». Presidente de España 2000 entonces y todavía ahora. Fundador de Levantina de Seguridad y dueño de un enorme conglomerado de empresas entre gimnasios, bufetes de abogados, locales de alterne, comercializadoras de ropa, etc. A pesar de su obstinada angustia ante la llegada de inmigrantes, Roberto está casado con la lituana Laura Jureviciute, presidenta de la Asociación de Lituanos de la Comunidad Valenciana.
Desde entonces los negocios étnicos no pararon de multiplicarse. Si en los noventa había 10, actualmente hay más de 300. La población china consolidó el crecimiento, buscando rentabilidad a un barrio céntrico donde casi todo queda cerca. En 2011, sin embargo, poco después celebrar una paella gigante junto a su embajador en España, los chinos trasladaron sus negocios textiles a polígonos industriales del área metropolitana. Prometen volver para convertir Ruzafa en un área comercial de elite.
Electoralmente, el comportamiento de Ruzafa introduce una proyección de lo que podría ocurrir en el resto de la ciudad. El PP se desgasta, el PSOE se hunde y partidos de izquierda como EU o la coalición Compromís comienzan a intuir porcentajes superiores al 10%.
Gran parte de las principales arterias tienen nombre de puntos en el atlas (calle Denia, Cuba, Sueca, Cádiz, Sevilla, Buenos Aires, Puerto Rico). Allí van creciendo negocios locales muy adheridos a la cultura y al ocio más sosegado. El órgano principal sigue siendo el mercado, donde cada cuatro años se ve entrar a una sonriente Rita Barberá diciendo con voz rasposa cosas como “hay que echar a Zapatero”.
Valencia está técnicamente en la ruina. Su conciencia es la de una ciudad atormentada que teme un purgatorio demasiado duradero. En este escenario, hay ejemplos como el del viejo pueblo de Ruzafa que hacen creer en la posibilidad de reinventarse y sobrevivir. El renacimiento de la Valencia deprimida comienza aquí.
27 años viviendo en Ruzafa y nunca la había visto con tanta vida. Me alegra que la gente se haga eco de ello :)
Un saludo russafí!!
La foto del mercado podría perfectamente haber sido tomada desde mi estudio :)
Ya van ocho años desde que alquilamos un entresuelo en la calle Tomasos, frente al mercado, para afrontar la locura que es sacar adelante una pequeña empresa. Ocho años que me han hecho amar Ruzafa. Amar un barrio, joder, nunca lo habría dicho.
Gratamente sorprendido al ver un artículo dedicado a este pequeño Paraíso, debo decir que le ha faltado corazón. Si se escribe un artículo sobre Ruzafa hay que escribirlo desde las mismísimas entrañas; jugándose el pescuezo; trasmitiendo la vida, la animación, el crisol que invade nuestro barrio; haciendo que quien lo lea se vea obligado a agarrarse por la pechera y arrastrarse hasta aquí a tomar una caña en el rojo, a leer un rato en el Slaughter, a beberse un mojito en el Salsavana o en el Gato Negro echando un futbolín, a cenar en El Mercat, a bailar en el Excuse Me, a que se le haga de día en el chino de debajo de mi estudio convertido en after a fuerza de visitas. A visitar tantos y tantos lugares. A conocer tanta gente. A vivir.
No es Manhattan, eso está claro. Ya quisiera Manhattan.
Carmen 2ª parte…
Gracias por la dosis de esperanza, este valenciano aun pasea por el centro con la mirada tiznada y una mueca de asco, síntoma de la repulsa que surge del amor mas traicionado, a mi ciudad.
Cierto!!!! ya somos dos!!
¡Hay futuro! Bueno, eso quiero pensar…
Y mientras la gente que viene de fuera sigue visitando el Carmen. Y que lo sigan haciendo…
Para mi no le sobra corazón al artículo, es todo corazón diría yo, pero más sutil…
De espaldas a la estación del Norte y la Plaza de Toros, pero de cara a la modernización que no tienen otros barrios. Me han entrado ganas de irme a dar un paseo por allí esta tarde…
Russafa, preciosa para la gente de otros barrios y con enormes fallos para la gente que vivimos allí. Tenemos muchas tiendas, un mercado estupendo, restaurantes, librerías con encanto, un maravilloso videoclub…
Pero algunas calles están fatal asfaltadas, el colegio nuevo será para siempre una utopía, y en el parque hay más perros que niños. Es la historia de esta ciudad.
Nací y me críe en Russafa, ahora vivo en Alacant, mis padres todavía viven en la calle Puerto Rico, y por eso cada vez que voy a verloso que paso por el Sporting club de la calle Sevilla, a visitar a mis amigos me parece milagroso lo que ha ocurrido.
Viva el Califato Independiente o la Republica Islamica, como querais de Russafa.
Me tomo la libertad de aplaudir este escrito. Sóc russafí, i amb orgull. Pero como bien ha dicho Antonio, viva el Califato Independiente de Russafa. Sinceramente, pienso que somos un pueblo, aunque nos llamen barrio.
Desde diciembre de 1877 (según dice en la placa que hay en San Valero) somos parte de la ciudad. No hace tanto, como bien ha dicho el autor del escrito, que se nos controla de una manera muy estricta, y haciendo lo que quieren con nosotros. Claro está que ha mejorado mucho la zona, però mejorar una calle no significa olvidar otra.
También pensamos en el Colegio sin construir que está prometido desde el día que Rita Barberá se puso en campaña para ser alcalde(sa?) y aún no hemos visto ni los permisos ni que comience la construcción.
Damos por sentado que todo el mundo que ha venido a Russafa en coche debe haber padecido los baches infumables que hay provocados por esos símbolos de valencianidad pero que de cara al mundo real sólo son contaminantes y lejos de su tradición, las fallas.
Por favor, tengamos en cuenta que hay mucho por hacer en este pueblo y no olvidemos que nosotros somos el cambio.
A mí, el declive y posterior resurgimiento de Ruzafa me recuerda mucho a lo que sucedió en Cicero tras la llegada de Al Capone. Pero seguramente se deba a que soy muy malpensado.
Un cordial saludo.
Bien tirado…
Llevo 23 años viviendo en el barrio. Llegué cuando lo habitaban abuelitas con gatos y poca gente joven. Tenía mucho encanto y aun se podía pasar inadvertido si hacías algo diferente. Tengo una pequeño sello discográfico, Comboi Records, y espero que el barrio genere alternativas que permitan vivir a la gente más allá de convertirse en un lugar de moda para las terrazas y el ocio. Tu artículo es muy interesante, enhorabuena. Carles
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Artículo muy interesante. Me ha encantado. Vivo toda la vida en el barrio y me enterado de muchas cosas que desconocía.
….Y digo yo, ya que es verdad lo del «barrio con duende», sería mucho pedir que entre todos lo mantuvieramos limpio? De verdad que con lo chulo que es da mucha pena ver algunas calles, como la calle Cuba o toda la zona del Parque (excrementos, cristales y mucha suciedad en general).
Por favor, no le demos la espalda a esto, que además ya no limpian como lo hacían antes y se está convirtiendo en un verdadero problema. No esperemos a que lo hagan otros, entre todos podemos conseguir que reluzca tambien «terrenalmente» hablando.
Vivo en Ruzafa desde hace 20 años, y he vivido la transformación que describes con mucho gusto y mucho uso de la calle. Pero el «crecimiento» del barrio también tiene aspectos negativos que no se señalan en el artículo. Algunos comentaristas han mencionado cuestiones como la urbanización (asfaltado de calles, por ejemplo, pendiente de realizar o realizada con criterios de espacio público más que cuestionables), o también el problema de la falta de centros escolares. Para mí, que no tengo hijos y vivo la calle muy de cerca, el problema desde hace unos 3 años es la invasión absoluta de negocios hosteleros que copan el espacio público y los mejores locales, impidiendo otros usos en los entornos público/privado. Vivo en la Calle Cuba, y a mediados de septiembre pasado la comunidad china trasladó sus comercios a un polígono, como bien indicas. Pues bien, la mayoría de esos locales son ahora bares y restaurantes que repiten sus cartas y su oferta uno tras otro y que ocupan las anchas aceras recién urbanizadas con terrazas. El aspecto cultural del barrio (iniciativas, propuestas, festivales, etc) es muy interesante, pero la proporción hostelera es muy superior. Yo no quiero un barrio de bares, ya se nota por las noches, con el ruido, y por las mañanas, con la suciedad. Los bares se han hecho los dueños de la calle en Ruzafa y la cosa va a más. Lástima.
Muy bueno che! Solo una cosa, molarían referencias y notas a pie de página.
Brutal. Me ha encantado.
Ah que bonito el barrio lleno de hipsters con sus gafas de pasta, sus zapatillas de 200 euros y sus jeans ajustados, paseando a sus perritos y dejandolo todo lleno de mierda y meados, que bonito, que bonito que 8 de cada diez negocios sean un bar, pub o restaurante, que bonitos es que te cobren 1’50 por un café , que bonito es que te cobren 600 euros de alquiler por un cuchitril porque el barrio está de moda, que bonito es ir al mercado el sabado por la mañana resbalando con las potas de los hisperts, uhmmmm que maravilla, me fui del Carmen cuando era insoportable, ahora me voy de Ruzafa por lo mismo, ¿me mudaré al cabanyal? uhmmm me parece que es el próximo barrio de moda hipster, mejor lo evito.