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Rubén Díaz Caviedes: Neruda en Ciudad Real

Pablo_Neruda_(1966)
Pablo Neruda en 1966

En 1939, el poeta chileno Pablo Neruda se fue a Francia, cogió un barco llamado Winnipeg y rescató de los campos de internamiento, que algunos llaman de concentración, a 2200 refugiados españoles. Años después, el premio Nobel se referiría a este hecho de la siguiente manera: “Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie”.

Se equivocaba, claro. El verano pasado, sin ir más lejos, el ayuntamiento de Villamayor de Calatrava, provincia de Ciudad Real, retiró una calle con su nombre, el de Neruda, aduciendo al efecto que era una persona, abre comillas, “no conocida”. Tuvo el honor de borrar lo que el poeta juzgó imborrable un tal Juan Antonio Callejas, alcalde pepero de esta localidad a la vez manchega y reconstructivista histórica, que además resolvió el empate en la votación consistorial ejerciendo el voto de calidad que le corresponde como primer edil, forma institucional de decir que por sus cojones. En esta operación también se prescribió anatema a Pablo Iglesias y Enrique Tierno Galván, cuyos nombres desaparecieron del callejero, y se decidió la consagración de una plaza a La Roja, entendida por tal no un ser humano en particular —nótese que no va en negrita—, sino la selección española de fútbol. Momentos antes de quedarse tan ancho, el alcalde explicó a la prensa que “en el pueblo había un clamor popular desde hace bastante tiempo para quitar el nombre de políticos que levantan fobias”, categoría en la que, se conoce, incluye por igual a Iglesias, Tierno y Neruda. No explicó por qué. Ni, ya de paso, qué es lo que entiende, en su edil cosmogonía, por “clamor popular”. Tampoco es que sea necesario, siendo justos. Nadie duda, a estas alturas del carrete, que el clamor no fuese, en efecto, popular.

Me acuerdo de todo esto hoy que le han quitado algo a Rafael Alberti. Un teatro, en este caso. Y porque la historia, hasta nueva reescritura, dice que fue Alberti quien se dirigió a Neruda por carta para contarle la tragedia de los campos de españoles en el sur de Francia. Precisamente por eso, porque se ve que estaba a otras cosas, el poeta Alberti “no vende bien la ciudad porque no tiene ninguna vinculación histórica con el municipio”, según ha explicado un concejal que ha resultado ser de cultura. Y eso que el municipio del que hablamos es Huércal-Overa, en Almería, y no Brønderslev, en Dinamarca. O Monbeltrán, en Ávila, cuyo alcalde acaba de anunciar que la localidad tendrá en breve una calle Intereconomía. También por clamor popular, se entiende, y por su “defensa de la familia, de los valores nacionales que siempre ha defendido en nuestro país, por su compromiso con nuestras raíces cristianas y por independencia en su línea editorial”.

Antes, ya ven, la ideología se escribía en verso, pero ahora se hace en nomenclatura urbanística. Cosas de los tiempos que nos ha tocado vivir, que son prosaicos, y de sus coetáneos, que a Neruda juzgamos de la ceja y a Alberti, un vulgar Willy Toledo. Es de lo que va todo esto, claro. Lo sé yo y lo saben ustedes. Podríamos mentirnos, por supuesto, y hacer como que no, pero también he pensado que podemos rentabilizar este espacio para no tomarnos, por una vez en la vida, por los tontos del nardo por los que los españoles tendemos a tomarnos los unos a los otros. O intentarlo, al menos, así cien mil concejales de algo puestos uno detrás del otro nos expliquen con dialéctica transitiva —de Transición— que purgar las calles de Neruda, Alberti y Hernández no es, ni mucho menos, una medida ideológica. O que hacerlo para después dársela a la selección española de fútbol no roza en absoluto con el escalofrío orwelliano o peor aún: con el chiste de Gila.

He pensado, a ver qué les parece, que por esta vez, podríamos considerar el quitarle una calle a Neruda como una indecencia. Sin más. Un ejercicio de revanchismo absurdo, indocumentado y garrulo y una sinvergonzonería de esas en las que eclosionan el mando, la mala baba y el neocórtex congestionado por la rosca de la boina. Por atentatorio que resulte, fíjense, contra ese diálogo tan sano y edificante que mantienen las dos Españas a efecto, se dice, de que no vuelvan a intentar matarse la una a la otra. O por sesgado que suene, habida cuenta de que Neruda era tan fan de lo suyo que en su día, y hablando de Stalin, dijo aquello tan controvertido de que “hace falta el castigo”. Y sin entrar a criticar, ya para acabar de rematarla, las ridiculeces injustificables que muchos acometieron en tiempos del Maligno, como ponerle a teatros y auditorios el nombre de Pilar Bardem. Así, renunciando en la opinión a la ecuanimidad y a la equidistancia que demandan —y demandarán, no les quepa duda— los que piensan, por alguna razón, que Neruda es su enemigo. Pero paso, miren. Rescatar de campos de concentración a 2200 compatriotas bien merece, pienso yo, un estar por encima del bien y del mal. Un permitirnos ser tendenciosos, si es que en esto mediase tendencia alguna. Y una calle, hija de mi vida. Aunque sea una pequeñita, setenta años después y en un pueblo de Ciudad Real.

 

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11 Comments

  1. españa no tiene solución, cada paso adelante de unos significa un paso atrás de otros y lo único que se consigue es que la cuerda se tense. una pena.

  2. Fawkes

    Esta mañana me levanto y leo que el gobierno nuevo va a poner al mando de Rtve a alguien elegido por ellos, por decreto, que es la forma institucional y tal, ahora leo esto, y de verdad que me da vergüenza ser español. Me repugna la clase política de este pais. Son una panda de caciques con la misma altura moral que una hiena, todos ellos, de todos los colores oiga.

    Que asco coño.

  3. Pingback: Neruda en Ciudad Real

  4. Juan Carlos

    Esto es de todos y si hay que jugar el partido de vuelta, pues se juega.

  5. Fantástico artículo. No hace falta justificar con hazañas personales la elección de un nombre para una calle cuando se trata de un autor como Neruda. No se le pone el nombre por la persona sino por su obra. Es irrelevanta (en este contexto) la historia del Winnipeg, igual que si se le pone una calle a Vargas Llosa no es por su lucha contra Fujimori o su más que cuestionable alineamiento con el PP de Aznar. Simplemente se rinde un homenaje a una obra genial. Lo que está claro es que esto no lo entienden los burócratas de medio pelo que nos dirigen…

  6. Alicia

    Seguramente, en ese pueblo, las personas que SI CONOCEN a Neruda, no le votaron y las que, conociéndole, le votaron, si tienen un poco de magín, estarán pensando que han puesto su granito de arena para llevar a este país 60 años atrás….la España de alpargata (y si no, al tiempo), la españa de la emigración, la España chata, garrula en la que sale mejor y más rentable no pensar; la España para unos pocos en la que, de seguir así y con las ideas luminosas de Dª Esperanza Aguirre, solo unos pocos podrán estudiar más allá de la ESO…así, de esta forma, sólo a unos pocos les sonará el nombre de Pablo Neruda… ¡et voilá, caso resuelto!

  7. I KIEN ES ESA NERUDA I K A ECHO X ESPAÑA¿
    ES MUXO + IMPORTANTE SALBAME AL MENOS SON ESPAÑOLES I LA SELECION GANO UN MUNDIAL I NERUDA NO AJJAJAJA PROGRETARRAS

    PD: por lo demás, fantástico artículo.

  8. Pingback: Egte país « ¡Por el insultismo!

  9. Fer, ¡fuente de inspiración amigo, celestial el comentario! http://insultismo.wordpress.com/2012/08/06/este-pais/

    Grandísimo artículo para una triste realidad. ¿Por qué para realidades tristes no hacemos artículos tristes y, para grandes realidades hacemos grandes artículos? #mepregunto

  10. Colt45

    «… que además resolvió el empate en la votación consistorial ejerciendo el voto de calidad que le corresponde como primer edil, forma institucional de decir que por sus cojones».

    ¡NOTABLE! Ya esa frase vale la pena este estupendo artículo.

    @Fawkes «Me repugna la clase política de este pais. Son una panda de caciques con la misma altura moral que una hiena, todos ellos, de todos los colores oiga»

    Totalmente de acuerdo contigo y te comento que acá no es demasiado diferente de allá.

    Saludos desde Chile.

  11. La clase política en España (vivo aquí hoy) es la misma que en Italia (donde vivía antes).
    Estoy de acuerdo con Fer, es un artículo fantástico. La clase política, especialmente la que gobierna los pueblos pequeños, es realmente mediocre sin conciencia, solo saben cómo hacer gestos de propaganda y nada que sea simple sentido común.
    Vargas Llosa o Pablo Neruda sonos el obra que han hecho.

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