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Iván Castelló: Clones del rock, karaoke on the rocks

eagles

Sobre las bandas tributo, sucesoras del rock geriátrico, hay un nuevo fenómeno ‘fashionista’. Les toca a ellos, a los subalternos sin nombre pero con repertorio genial y narices de echarse al ruedo, el llevarse en estos momentos de penuria las palmas del poco exigente público de la actualidad. Pero público a fin de cuentas, tonto o no, como aseveraban Kaka de Luxe, que ni era un futbolista ni eran precisamente de suite royal. Es el efecto de una causa: el desmantelamiento del siempre sugerente business musical sufrido a partir de los 90 con la irrupción de Internet, el nuevo Gutenberg, y su onda expansiva irrefrenable también llamada ‘Peer to Peer’ (P2P). Porque ya no hay niños que quieran ser estrellas del rock y sí llenar sus iPods de música bajada gratis. Y menos aún puede ser un ejemplo llevar la insana vida del rockstar, que si fumar ya es malo del resto ni hablamos. Es lo que supone haberse cargado a cañonazos a una industria que no vio venir a sus jinetes del apocalipsis. Y, ahora, tiene no sólo que reconvertirse sino reinventarse conceptualmente, que es como algo más profundo y no tan sencillo en un mundillo a veces cortito de miras. Es como pasar, pero en nada más que una década, del romanticismo de Remando al Viento en el lago Lemán y el esbozo de Frankenstein como un juego creativo al gore directo y sin guión de Saw y sus diferentes maneras de morir ‘aserrín, aserrán’.

La música popular, el fenómeno social indiscutible del siglo XX junto al cine y la televisión, ha caído tan abajo en su pozo por el concepto de gratuidad asociado al negocio resultante de la siguiente ruina: que se regalaran sus canciones en un circuito bien concurrido. Todas. Una detrás de otra. Buenas y malas. El daño ha sido tal que aún no sabe cómo reedificar ni siquiera su presente, asociado a las descargas digitales. Pero hay que ver, que acostumbrarse a no pagar es como una droga.

Dramáticamente carente de nuevas bandas en el panorama internacional, sin esperanzas de éxito, el rock actual apenas toma impulso sacando partido de lo bueno, que hay mucho, ya existente. ¿Cómo? Con el plagio legal, con el repertorio de hits por todos soñado, con el ‘karaoke on the rocks’ de la actualidad donde campan a sus anchas las denominadas bandas tributo, que no son tríos de escorbuto. Son algo así como el Barça y el Real Madrid de gira permanente y más barata, repitiendo sus goles, pero sin Messi ni Cristiano, con dos jugones clonados que simulan el concepto, que nos lo recuerdan, no entra por las orejas. El ejemplo, a veces, es un tal cual como para tener en cuenta y en Inglaterra ya hay bandas de notable calidad y respeto por parte de la crítica. En España, donde hay más necesidad, es en estos momentos una salida profesional para músicos mucho más directa que pretender vivir de una banda propia. Y el público, que en música con su me gusta/no me gusta ostenta el auténtico y original poder y no el que entregaron los soviets al pueblo, entra a militar en la liga de las bandas tributo. Asistir a un espectáculo de todo-hits-y-nada-mas-que-hits de los grupos internacionales y españoles más populares, de Elvis y los Beatles a Coldplay o El Canto del Loco, pues parece que gusta, entre unos 50 euros más baratos que los originales, que ya ni vienen apenas, por cierto.

pink tonesEs así como empieza a ser normal en el mobiliario urbano de nuestras ciudades los carteles que anuncian conciertos de Metillica (Metallica), Fito y Tú (Fito y Fitipaldis), Gansos Rosas (Gun’s & Roses), Cucarachas Enojadas Band (las pelis de Tarantino), Sperman (El Canto del Loco), Walkers on the moon (The Police), Elvis 21 (Elvis Presley), Devotional Mode (Depeche Mode), Amuse (Muse), Iberia Sumergida (Héroes del Silencio)… y así decenas de bandas españolas e internacionales empiezan a ocupar unos escenarios abandonados por el verdadero rock, que ya no tiene apenas sentido. Por eso, y porque para hacer caja hay que dedicar más energía que nunca en un ‘always on tour’ tipo el de Bob Dylan y menos a crear obras de estudio que no venderán ni en formato CD adosado a un brick de zumos, es tiempo de las bandas tributo, que rima con un polémico tema de Molotov (se me ocurre).

En España, los mejores siguen y seguirán siendo Los Petersellers (al combinar humor con clonación), pero al auge (que suena a grunge y no lo es) de estos repetidores (versioneadores de ‘jitazos’) amenaza con revolver las entrañas de la música popular.

Este fenómeno social del siglo XX, ahora capitidisminuido por el concepto revolucionario de gratis que tanto dio, da y dará que hablar, languidece en el XXI entre ley Sinde bien popularizada, SGAE, mp4, iTunes y teles temáticas de videoclips desencadenados. Como las melodías.

Y a falta de relevo generacional (el business ya no es negocio, es como ir en autobús por el lago Ness, un sin sentido), triunfa una entelequia. En la nueva Barataria, cientos de bandas ocupan el lugar de los dinosaurios del rock. De los húngaros Kiss Forever Band (Kiss) a los Walkers on the Moon (The Police) patrios, pasando por los Small Fackers (Small Faces) ingleses, el público disfruta del ‘karaoke on the rocks’. Primero fue el retorno del concepto Cocoon o rock de geriátrico, con regresos de todos los que podían ponerse en pie, los que no dejaron un cadáver bonito (James Dean) ni cayeron en la fosa de la maldición de los 27 como Amy Winehouse y tantos otros. Hasta Led Zeppelin , que resistían, mordió en 2007 de la manzana de la tentación multimillonaria y solo los Beatles, probablemente por el pequeño detalle sin mayor importancia de la muerte de dos de sus miembros (John Lennon y George Harrison), se mantienen puros y no han retornado para el karaoke oficial.

A medio camino, al menos para los más puristas (que en este mundillo hay mucho de eso), entre las orquestas de verano, cantera patria —David Bisbal— donde las haya, tanto de fiestas de pueblo como de hotel de guiris, la versión es que triunfa por definición. Ya mostró el camino sin saberlo La Década Prodigiosa en los 90… Pero es así cómo podemos sufragar entre todos (que la gente va, que la gente disfruta del plagio) una larga nómina de grupos que simulan a sus ídolos del glam.

La lista es infinita, pero nos podemos quedar, por ejemplo, con los españoles The Pink Tones y los estadounidenses The Pink Floyd Experience, que elevan al cubo de la calidad en directo la experiencia de rememorar los shows del rock sinfónico de unos gigantes como Pink Floyd. Pero hay más. Muchos más, comenzando por imitadores de los Beatles más ‘sixties’ y de ‘single’ como Abbey Road, Rocking Beatles, Silver Beats, Beat Beat Yeah, The Blisters, All Together Band o Beat Tripper.

Más. En España y fuera. Hechizo y Derivas (Héroes del Silencio, ambos); Janis y los Joplins (obvio); You2band, Achtung Band y The Edge Project (U2); Alta tensión (Antonio Vega); Black Shark (Black Sabbath); Letz Zep (Led Zeppelin); The Rocking Stones, Honky Tonk Cats o Control Stone (siempre los Rolling Stones); El último tributo (El ultimo de la fila); Tramps like us (Bruce Springsteen); Mötorhits (Mötorhead); The other Doors (The Doors)…

Y Clocks (Coldplay); Sufre Mamón (Hombres G); Band Jovi y Bounce (Bon Jovi); Dr. Crue (Motley Crue); Tos Secret (Los Secretos); Duncan 2 (Duncan Dhu); Queenextravaganza, Doctor Queen y Momo (Queen); The exploding boys (The Cure); The Clash Band (The Clash); Angels of Mercy (Dire Straits); La ruta de la seda (Camel); Funky Monks (Red Hot Chili Peppers); Dr. Goodroll (Dr. Feelgood); Vitalogy (Pearl Jam); 99 (Toto); T. Rexmanía (T-Rex); Only Eagles (The Eagles); Los Parpel (Deep Purple); Creedence Factory (Creedence Clearwater Revival); Experiencia Hendrix (Jimmy Hendrix); Los Sixtys (The Shadows); Ardiendo (Burning); Código 26 (Amaral) o los ya separados madrileños Tin Soldier Band (Small Faces), The Fortune Tellers fuera de las versiones por su pasión extrema por un ‘modfather’ como Steve Marriott. Otros mods que siguen la vía del karaoke oficial son From The Jam, siempre sin Paul Weller, primero con Bruce Foxton el bajista y Steve Buckler, el batería, y ahora sólo con el de en medio, el de los saltos con los patos cuando los Jam lideraron la new wave de los 70-80 y le pusieron corbata al punk rock.

Resumiendo, que conviene en la era Twitter. Que de 50 pavos se ha pasado a veces a 5 por concierto (aunque las bandas tributo van subiendo de caché y llenando sus salas de extrarradio para ir acercándose al centro de las capitales) y ni un momento de descanso con esa canción del nuevo disco o la lenta con que te pagan los escenarios de verdad para la indiferencia del fan más convencional. Ahora no hay descanso. Lo que se viene es ‘Jitazo’ tras ‘jitazo’. Qué puntazo.

 

 

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11 Comentarios

  1. Pingback: Iván Castelló: Clones del rock, karaoke on the rocks

  2. Colaborador en Fiebre Maldini y en Jot Down, crack total, para tocar techo solo te falta fichar por el Feyenoord ;)

  3. Beppo el Barrendero

    También están las bandas tributo a una época. Como Los Walkman (www.loswalkman.com), haciendo temas de los 80 españoles, y con unos 100 conciertos al año. Y es que es verdad que hay furor por el directo, si hay calidad, y en este caso sería imposible tener a 20 artistas de una época tocando juntos en el escenario (al menos, a un precio razonable).

  4. Siguen surgiendo buenos grupos de rock, lo que pasa es que es mucho más fácil apelar a la nostalgia y al discurso apocalíptico que molestarse en buscarlos.

    • Fran Quistii

      Totalmente de acuerdo contigo Felipe. Siguen saliendo grupos más que interesantes, solo hay que cambiar un poco el chip ;)

  5. Echo en falta Riff Raff como banda tributo a AC/DC, pero este artículo ha conseguido juntar el mejor magazine online existente con uno de los mejores periodistas deportivos actuales de España, el señor Iván Castelló. Esperemos que esta colaboración sea fructífera.

  6. Para nuevo nuevo, ya solo podemos apelar al indie en concetraciones pequeñas. Sus canales de distribución no son los habituales y no salen en los 40 principales, así que no es nada fácil que se generen ídolos de masas como los grupos a los que se copia, repite o versiona en el artículo. En fin…

    Por cierto, buen artículo, si señor. Los Petersellers han sido, son y serán siempre se los mejores. A ver cuando cierras con ellos Fiebre Maldini. :)

  7. Lo más interesante de todo esto y que nadie parece querer resaltar, es el apropiamiento indebido de las composiciones de otros. Me explico.

    Un grupo que recauda dinero a costa de las composiciones de terceros sin dar dinero a estos no hace más que aprovecharse del trabajo del compositor que escribió el tema en su origen. Así de sencillo.

    Un ejemplo:¿Pink Floyd ya hizo mucho dinero? Seguro que sí, pero merecidamente. ¿Acaso las bandas tributo a Pink Floyd pagan derechos de autor por interpretar en directo esas magnificas canciones? No, y conozco bien de lo que hablo. No consiste en adueñarse de esas composiciones, en muchos casos las bandas tributo se apropian del diseño, imagen y demás. Y, en la mayoría de ocasiones, ese trabajo no pertence tan sólo a la banda «tributada».

    Yo no entro a valorar sí las bandas tributo son buenas o no para la escena, bien poco me importa. Lo que sí que me parece un poco rastrero es que muchas bandas tributo se escuden en la palabra «homenaje». Pues claro que AC/DC tienen un repertorio de canciones incontestable, pero sus horas de local les cuesta. Y para escribir un gran hit antes tuvieron que escribir 10 mediocridades, peaje que se saltan a la torera todas las bandas «tributo».

    Tal vez las bandas «tributo» deberían hacer eso mismo, tributar. Seguro que entonces esta opción de montar una «cover-band» no parecería tan viable y se animarían a escribir sus propios temas. O quizás no, pero dejarían de aprovecharse del trabajo de otros.

    Y puntualizo: soy músico y tengo muy buenos amigos metidos en bandas tributo. Me alegra ver como llenan salas que antes estaban desiertas cuando intentaban defender sus propias composiciones. Pero esta corriente de orquestas monotemáticas con el trabajo medio hecho a mi no me pone lo más mínimo.

    • No, obviamente no sabes de lo que hablas. Cuando el ticket de entrada supera los 10 euros se paga el 10% de la taquilla a la SGAE. Luego ellos se encargan de repartir a los autores.

  8. Lo veo claro desde el punto de vista de “usuario”: 2 copas y canciones conocidas de grupos que mola. Es como un Big Mac con Coca Cola, no nos lo encontraremos en la carta del Bulli (bueno, por el momento no encontraremos nada en la carta del Bulli, pero ya sabéis lo que quiero decir), pero ¿a quien le importa si se trata de pasar un buen rato?

    Lo que sería una pena es que las luces brillantes de los “tributados” restasen oportunidades a gente con talento. Aunque, por otro lado, de eso ya se encargan los Atilas Cuarentaprincipaleros. Por donde pasan no crece ni hierba.

  9. Un tipo de espectaculo para la gente que valora la obra de arte por encima del artista. Cosa que a mi me parece lo más puro, la obra siempre por encima de cualquier cosa.
    Hay gente que si no se lo interpreta el original, no le gusta. Lo respeto, pero ni lo comparto, ni lo entiendo. Es más, me he encontrado con artistas originales que ofrecen conciertos mucho peores que determinadas bandas «tributo».

    A mi, mientras lo que se me ofrezca sea excelente (y para que me guste, lo tiene que ser), me parece la mejor forma de disfrutar de una obra de arte que me ha llegado. Me da igual que lo interprete el famoso en cuestion u otra gente.

    Cosa que no quita mi admiracion infinita al autor.

    Bienvenidas las bandas tributo (buenas, claro) que dignifican obras de arte, y bienvenidísimas las bandas originales (buenas tambien, obviamente).

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