Ella era el consejo siempre acertado. En algunas ocasiones era el impulso final hacia la locura controlada y en otras la prudencia protectora. El amor, en su iniciación, es un matriarcado. Y en él ella reinaba como nadie sabrá hacerlo. Con la justa rectitud que evita el descarrilamiento y con la confianza necesaria para que uno se atreva a volar solo. Era docente y amiga, asesora ante el dilema e incentivo ante el miedo de cualquier nueva aventura. Ella era la poción que te hace creerte capaz, la rama que mitiga el precipicio y el colchón que aparece para endulzar la caída. Todo lo vivimos. Todo. A su lado fue sencillo afrontar el primer paso, la primera palabra, las primeras lágrimas, sonrisas, aciertos y decepciones. Una mano en el hombro que gritaba “bien hecho” o musitaba un dulce “no pasa nada, la próxima vez será”. Siempre estaba ahí. Su generosidad fue el primero de los excesos que conocí. Aún hoy, cuesta entender que exista una persona capaz de anteponer tu felicidad a la suya. A su lado emergía un halo del que todo el entorno se beneficiaba. Una burbuja de alegría, de seguridad, de paz. Una de esas influencias que poseen algunas naturalezas y que hacen que junto a ellas todo sea más sencillo. Por eso nunca estaba sola. Porque apoyaba, ayudaba, enseñaba, protegía… siempre y a todos.
Somos lo que vamos siendo, dotados de circunstancias, mutaciones, avances, retrocesos y, en definitiva, calendarios arrancados. Pero durante el proceso siempre hay una mano que moldea la figura. Y la suya era una mano frágil pero suave, de las que liman con caricias esa erupción de imperfecciones a la que llamamos crecer. Era un inagotable manantial de inspiraciones. Donde yo veía una rama, un tronco, una concha o una piedra lisa anónima entre cientos, ella me enseñó a ver maravillas. Concentrada, manchada de pintura y barro, salpicada de astillas, sonreía mientras convertía cada uno de esos objetos en algo absolutamente precioso. Era genial, como geniales son las personas que saben extraer e incluso mejorar la esencia de lo que las rodea. Adoraba descubrir, probar, entender. Siempre en calma y siempre con la actitud de quien cree que nada es imposible. Incluso al final, cuando ya casi no estaba, aparecía un instante, en un soplo de lucidez, para mencionar aquellos lugares fascinantes a los que íbamos a ir.
Un hueco siempre es proporcional a lo que antes lo ocupaba. Por eso ahora la ausencia es terrible y el hueco descomunal. Porque ella lo ocupaba casi todo. Algunas mañanas, aún entre brumas, cojo el teléfono dispuesto a exponerle mis dudas, miedos y alegrías. Hasta que recuerdo que no está, que se acaba de ir. Y desperezo, de la manera más cruel que haya imaginado. Entonces, sin necesidad de baterías ni coberturas, empiezo a hablar con ella. Le cuento y le pregunto, y sé que responde aunque ahora no la oiga. Porque aunque varíen las formulaciones, las preguntas siempre son las mismas. Y ella ya las respondió todas. Sólo tengo que recordar cuándo y cómo. Y en ese ejercicio mitad dulce mitad autodestructivo, repaso con ella todo lo que tengo y todo lo que necesito. Y camino, despacio, hacia la natural aceptación que nos permite seguir erguidos. Creo que es rotundamente falso eso de que todo se supera. Pero lo que sí es cierto es que ella me enseñó a avanzar. Y por ella, porque así se lo prometí, no pienso dejar de hacerlo.
La piel de gallina.
No tengo palabras. Un abrazo, Sr. Vives.
De un hecho doloroso para ti, has derramado mucha belleza a tu alrededor. Gracias.
Un abrazo, de un desconocido que te ha sentido cercano.
Precios i molt emotiu. T’envio una forta abraçada, de tot cor. Petons.
Me has hecho recordar que a mi se me hizo difícil llegar a entender por qué motivo la Tierra seguía girando después, si ya no encontraba razones para ello. Un abrazo muy grande, Rafa.
Acojonante.
Imposible leerlo sin que se caigan las lágrimas… Ella te enseño bien, mucha fuerza para seguir avanzando. Un abrazo.
Siempre estará contigo.
Un abrazo.
Me gustaría aprender a tener esas conversaciones que tú tienes con ella. Me gustaría tener fe y no sé dónde buscar.
Me temo que la fe solamente la puedes buscar dentro de ti. A veces hace falta toda una vida para encontrarla.
Noo nos queda otra más que avanzar, pues. Ánimo!!
(Y sí, efectivamente, como una Magdalena).
¿Sabes que yo también cojo el teléfono muchas veces, sin pensar, para contarle a la mía el último cotilleo o mi última metedura de pata? Tengo que probar a hablar con ella aunque ya no esté.
Un abrazo.
Me ha encantado el texto y me he sentido reflejada mucho en él. Yo tampoco creo que todo se supera, aunque si es bien cierto que se aprende a vivir con las ausencias. Miles de besos
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Desgarradoras y muy ciertas tus palabras.
Un abrazo enorme camarada, de corazón.
Un abrazo.
Gracias por la emoción. Un texto bellísimo.
Gracias por saber explicarlo. Un abrazo.
Enorme, muy bellas palabras. Un abrazo.
Al igual que usted sabe qué le contestaría a sus dudas, ella ya sabía qué palabras le dedicarías para recordarla. Y mejores que estas líneas, es imposible.
Muchísimo ánimo, amigo. Un abrazo
Absolutamente sin palabras.
¿Cómo unas palabras pueden generar tanto sentimiento?
No puedo más que postrarme a sus pies y mandarle un abrazo enorme. De corazón, y Vd. lo sabe.
Un abrazo y gracias por entender y compartir lo que alguna sentimos y no expresamos.
Lo de este Rafa, es increíble. Para mí sin duda, es de las personas por las que estoy en Twitter. Es increíble que se sienta tanto mediante las palabras. Y aun más increíble y por tanto demuestra lo buena persona que es, que gente como nosotros, desconocida para él, le desprendamos tanto cariño y apoyo. Un abrazo, amigo.
El amor hecho palabras.
No puedo escribir nada que no quede pequeño después de lo que ha escrito Rafael.
«Su generosidad fue el primero de los excesos que conocí.» No soy madre pero sí padre y si mi hija un día me dedicará un cuarto de lo que ha escrito hoy este hombre sería feliz, y aunque estuviera en el cielo, sonreiría.
«para mencionar aquellos lugares fascinantes a los que íbamos a ir.»
Me ha conmovido. Un abrazo gordo, Rafa.
Lo hizo bien… abrazo.
Es imposible no emocionarse, ante palabras tan bellas.
«Ella» lo hizo muy bien….
Y aunque no te conozco, te deseo
mucha fuerza y animo en estos duros momentos,un abrazo.
Cuando tú preguntas, en esas mañanas saladas, ella sonría y se alegra de que recuerdes todas las respuestas para que puedas caminar sólo.
Sólo puedo animarte a seguir cogiendo ese teléfono.
Muy grande, Rafa. Nudo en la garganta.
Impresionante la magistral forma de describir eso que algunos hemos sufrido sin poder encontrar las palabras adecuadas para expresarlo con tanta elegancia. Eres un maestro.
GUAY
Muchas gracias por escribir esto, Sr. Vives.
Un abrazo.
Piernas de gallina, Rafa.
De todo se aprende, amigo. Toda pérdida es dura y más si crees que le debes tanto a una persona. Espero que empieces a ver el lado positivo de tu situación cuanto antes y vuelvas a afrontar esta vida por lo mucho más que te queda no solo por aprender, sino por enseñar.
Un fuerte abrazo.
Sam.
Emociona lo que escribes, te agradezco que lo compartas. Siempre me quedo con alguna de tus frases y la hago mía, con todo mi respeto. Pero también me emociona el cariño que transmiten los comentarios de la gente que parece que te conoce, o no, pero lo parece. Alguien que siente así, me tiene que caer bien. Me gustas, me inspiras. Abrazos.
No se puede hacer idea del impacto que me ha causado la lectura de su entrada. Mientras la leía, ella estaba a mi lado. Con matices diferenciadores, era exactamente así, con ese afán de colocar la felicidad de los demás por encima de la suya. Se fue en septiembre de 2008, pero gracias a usted la he vivido como si fuera ayer. Con el blog que le dediqué, en conversaciones con la familia, yo había sido incapaz de expresar lo que usted transmite con tanta facilidad y sentimiento. Gracias
Lloro con una doble pena: la pena de que hayas perdido a alguien así de increíble y la pena de que yo nunca lo haya tenido. Tarde de lágrimas. Un abrazo lleno de cariño.
Conmovedor, precioso.
Es difícil transmitir más en menos espacio. Un abrazo y mi admiración.