La maldita crisis ha atrapado con su garra de hielo a un amigo mío que ha dedicado su vida entera a la literatura, quiero decir que la ha sacrificado como antes se hacía cuando de verdad te empleabas en hacer algo serio. Ahora, con más de sesenta años, se ve obligado a restringir unos gastos que nunca fueron exagerados. Su mayor lujo era vivir con su mujer en un pueblecito de las afueras de Barcelona, pero guardando un estudio en la ciudad para la biblioteca y la mesa de trabajo, dos utensilios que son como el clavo y el martillo para el carpintero. Ahora tiene que dejar el estudio. No es un alquiler elevado, en absoluto, pero ni a eso alcanza.
Le esperaba una sorpresa cuando comenzó a desmontar los rimeros de libros para meter en cajas de cartón aquellos que no podía llevarse al pueblo. Eran muchos, eso ya lo sabía: toda una vida reuniendo las mejores obras de la literatura habían acabado por juntar una masa considerable.
Meter un libro en el cajón de deshecho era como arrancarse un ojo. Los hojeaba uno a uno con dolor y resignación. “¿Voy a tener que prescindir de Baroja? No hay más remedio. Al fin y al cabo, siempre podré leerlo en una biblioteca”. Así se consolaba mientras metía en la caja los bellos volúmenes de Caro Raggio como si los colocara en el féretro.
Cuando por fin hubo concluido la fatídica selección pasó a llamar a diversas entidades con la intención de donarlos, ya que eran demasiado valiosos para liquidarlos al peso. Y allí comenzaron las sorpresas. Las bibliotecas públicas no los querían. Alguna de ellas se justificó aduciendo que como no estaban en catalán no les interesaban, pero la verdad era otra: ni tienen espacio suficiente, ni empleados que puedan cargar con el trabajo de clasificar y archivar los libros. Las bibliotecas públicas van tirando con lo que ya han almacenado y lo que envían las instituciones. Igual le sucedió con las universidades y en parecidos términos.
Cambió de registro y trató de ofrecerlos a colegios, hospitales, hogares del jubilado, cuarteles, cárceles. Fue recorriendo una a una las instituciones, patronatos, fundaciones o sociedades (cadenas hoteleras, seminarios eclesiásticos, colegios mayores), ahora ya acuciado por la curiosidad más que por el interés. Ninguno los quiso. Los más educados le sugerían que si él mismo seleccionaba unos pocos y los llevaba personalmente, a lo mejor se quedaban con alguno por hacerle un favor.
Mi amigo ahora los va dejando en montoncitos por la ciudad o como al descuido en los asientos del metro y de los autobuses.
El corolario es, creo yo, escalofriante. En los últimos meses he leído en la prensa un montón de artículos de graves personajes opinando sobre el daño que los eBook y otros ingenios electrónicos están haciendo a las editoriales y a las librerías. Muchos de ellos aseguraban en tonos dramáticos que el libro no moriría nunca, que es un pilar fundamental de nuestra cultura, que nadie puede comparar la lectura en papel con la lectura en pantalla, y así sucesivamente. Me da a mí la impresión de que era un mero ejercicio sentimental. No hace falta que el mercado electrónico se cargue al de papel. De hecho, el libro es, en este momento y para las instituciones, fundaciones, bibliotecas, universidades, patronatos e incluso para las cárceles, una molestia. A nadie le interesan ya los libros, nadie los quiere y por eso pueden ser sustituidos por cualquier juguete electrónico, porque da absolutamente igual.
No son necesarios más llantos. En todo caso, unas flores sobre la tumba.
Así es, el espacio es caro y los libros ocupan mucho. Yo también los dejo al lado del contenedor, desaparecen rápidamente.
Lo más notable de tu artículo, querido Félix, es que no te metes una sola vez con los catalanes. ¿Te estás ablandando, paisano?
A mí me encanta la tecnología, y también me encanta la literatura, y nunca dejaré de comprar libros porque sentir el tacto de las hojas e ir pasando hoja tras hoja para descubrir nuevos mundos es una sensación indescriptible..
¡Viva los libros!
Un saludo.
Que los mande a mi casa. Puedo dar las señas.
¿Otro más?
Los libros no son articulos mágicos, ni místicos. Si lo es, en cambio, el acto de leer. Sentirte transportado a otra dimensión, a otro espacio, a otra mente. Ser Edmundo, luchar contra los Lannister, matar zombies, o estar en desacuerdo con Felix de Azua.
Lo importante son las ideas. La transmisión de emociones, de ideas, de historias. Y eso se produce con un pergamino, con un libro o con un tablet.
Que ahora resulta que lo importante de un libro es el olor, el tacto y el sabor. Anda, no me jodan, hombre.
¿Que ya no se venden tantos libros? Pero es que nunca ha habido tanta y tan buena oferta literaria a nuestra disposición. Y gratuita. ¿O acaso alguien conoce mejor recopilación de ensayos que JotDown? Y
Lo que alguien conoce es la diferencia entre un ensayo y un artículo.
Usted, kike, le otorga toda la importancia al contenido del mensaje y ninguno al canal de comunicación (en este caso los libros) que utiliza. Respeto su postura pero no trate de imponérmela; para mí ambas partes son importantes.
Por cierto, ¿»tanta y TAN BUENA oferta literaria a nuestra disposición»? Explíqueme eso, si es tan amable.
No tiene nada que ver con el precio ni los ebook (aunque algo también). Cuando había dinero, la gente prefería unas vacaciones en el Caribe y ahora rebañan la biblioteca del abuelo para venderlos y pagarse unas tapas el fin de semana. Lo sé porque trabajo en una librería de viejo y tengo más gente que viene a «venderme» (y que no les compro porque tengo montañas de material) que compradores… Eso sí, ahora con la crisis vendo algo más que en época de vacas gordas. Entonces, los mismos que ahora vienen con sus bolsitas a vender nos miraban como si vendieramos m**rd*. En resumen, la mayoría piensa en los libros como un estorbo.
Me resulta incomprensible que ninguna institución accediera a adoptarlos. Entiendo el tema del espacio y lo laborioso del asunto pero un libro siempre es un tesoro en sí mismo. La mejor de las ideas, la del metro. Actualmente es el lugar donde más personas encuentras leyendo por matar las horas muertas, seguramente caerían en buenas manos. Aunque la realidad es que el papel ocupa, su explotación daña el ecosistema y su futuro es un tanto incierto, los E-Book son el futuro, tanto como son presente los diarios digitales. Con el tiempo el libro y el periódico pasaran a ser piezas de coleccionistas y simples recuerdos para posteriores generaciones
Una pena.
Doy fe. No hará una semana di con unas cajas de cartón junto a un contenedor. Como soy de natural curioso me dio por fijarme y resultó ser una biblioteca de novela romántica, no menos de doscientos ejemplares en perfecto estado. Tomé unos cuantos al tuntún para una amiga que es aficionada al género.
yo cada vez que quiero desacerme de libros (nunca demasiados a la vez, 20 a lo sumo) los he llevado a la biblioteca publica de mi pueblo. No puedo asegurar que han hecho con ellos pero siempre los han recibido con agradecimiento. Me cuesta un poco creer tu historia.
Trabajo en una biblioteca. Nos traen muchísimos libros y siempre los aceptamos amablemente, les decimos que no esperen verlos en las baldas y luego los tiramos al contenedor. En la biblioteca no hay sitio ya ni para un alfiler. No los quieren ya ni en la cárcel, que a lo largo de años ha montado una biblioteca ya comparable a la nuestra. Y esto pasaba ya antes de los ebooks.
¡Qué espanto de desdén cultural!
Yo estoy dispuesta a recoger parte de ese material o guardarlo hasta que su dueño pueda volver a hacerse cargo de él.
¿Alguien piensa que es lo mismo un libro que un lector electrónico de libros?
El libro es solo letras sobre una página, más la cubierta y la contracubierta, y a veces una sobrecubierta, un fajín, etc.
El lector electrónico es un artilugio que aúna la letra digital, la música, la conexión a internet. Es un aparato en el que la diversión multimedia prevalece sobre el acto reflexivo de la lectura, eso por no hablar del cambio de hábito en la lectura que genera.
Supongo que a los profetas de la buena nueva electrónica esto mío les sonará a rancia estupidez y me recomendarán que me compre un lector y lo pruebe. En realidad, ya lo he hecho y, al igual que con internet, donde también se puede leer, yo percibo cambios, y actitudes distintas ante el hecho de leer. No puedo decir que esté radicalmente en contra pero sí que soy consciente de que la lectura como tal ha cambiado muchísimo. Al igual que lo hizo con cada cambio histórico de soporte.
El acto reflexivo lo pone el ser humano, el lector, el espectador, no el medio, el soporte. No creo que el aparato en si sea el que promueva la diversión o la reflexión como usted dice. Si uno no quiere reflexionar o le aburre la lectura también puede acabar por cerrar las páginas de un libro y encender la televisión o salir al bar a echar unas cañas. La distracción/diversión/evasión no es algo nuevo que traiga el libro electrónico.
Y repecto del acto reflexivo : uno debe ser capaz de ejecutarlo sobre cualquier mensaje que le esté llegando independientemente que la historia se la cante un bardo, la lea en un libro o la vea en un video del youtube.
Supongo que tomar vino en un vaso de plástico es igual que tomarlo en uno de cristal
Efectivamente, igual que no es lo mismo leer un texto en libro con papel de mala calidad, tinta tóxica y maloliente y hojas que se despegan, a leerlo en un libro con papel y tinta de calidad, bien editado y manufacturado.
Igual que leer un texto en un libro electrónico de mala calidad, con mala iluminación de pantalla dañina a la vista y un software de lectura dificil de manejar a…
…creo que me sigues.
Que conste que yo leo tanto en papel como en pantalla (acabo de hacerme con dos librerías para guardar libros apilados por el suelo porque las tenía todas llenas) y que la analogía que dejas caer es bonita. Pero también hay que aplicarla correctamente.
Debe ser precioso que te dediquen un libro electrónico.
No estoy en contra de él, sino del excesivo entusiasmo. Huele igual de mal que el de los alimentos transgénicos: se va a acabar el hambre, se va a acabar la gente que no lee, todo accesible.
Esta Realidad, dice mucho de otras realidades que nos están asombrando y nos parecen increíbles… esta es la incredibilidad real de las cosas… a quién le interesan los libros…?. -Como acabaremos!
Nacho 16/02/2012 3:33
«Debe ser precioso que te dediquen un libro electrónico.»
Tan precioso como terminar de leer un libro de papel, cerrar sus páginas y darse la feliz casualidad de encontrarse justo al lado de uno, a alguien que se ha leido el mismo texto que acabas de leer, predispuesto al comentario y a poder compartir con él pasajes del mismo, debatir sobre las ideas leidas y mostrar apoyo o disconformidad. Quien dice a uno, dice a diez.
Estoy de acuerdo contigo en que el excesivo entusiasmo no es bueno, ni sus supuestas segundas venidas milagrosas. Pero me parece igual de nociva la excesiva depresión y los anuncios de apocalipsis tempranos.
Un saludo.
Yo no tengo e-book, pero no descarto tenerlo. Y soy un gran amante de los libros, que tiene muchísimos en su casa, aunque cada día más interesado por su contenido y menos por el objeto, salvo en algunos poco casos. Me parece que por una encuadernación un poco mejor no se justifica la diferencia con una edición de bolsillo, por ejemplo. Tampoco niego que la crisis económica puede estar sirviéndome para autoconvencerme de esos hábitos más austeros.
Puede ser que el hábito de leer esté menguando en las nuevas generaciones y que el auge de la tecnología esté detrás de ello; pero no precisamente por el e-book. También se nota que somos más uniformes o globalizados y me consta que las ventas de libros tienden a concentrarse más en unos pocos títulos. Se publican muchos más títulos que antes, pero los primeros del ranking aumentan su porcentaje sobre las ventas totales.
Pero para mi el artículo no explica lo que me parece más relevante y da pie al mismo: «La maldita crisis ha atrapado con su garra de hielo a un amigo mío que ha dedicado su vida entera a la literatura, quiero decir que la ha sacrificado como antes se hacía cuando de verdad te empleabas en hacer algo serio.»
A mi juicio, eso sí que habría sido una historia interesante y no otro llanto más por el «sacrosanto» libro y lo dice un lector voraz y semi-bibliófilo.
Unos pocos de mis libros fueron por cierto rescatados de las garras del camión de la basura en plena calle. Una vez vendí un pequeño lote a un librero de lance y el precio obtenido fue tan ridículo que no he repetido.
Siempre he sido un ávido lector. Desde que tengo uso de razón y hasta ahora he leído un libro tras otro sin mediar espacio entre ellos. Uno por vez, no superpongo lecturas nunca (de libros, se entiende, no de otros textos) pues me gusta centrar mi atención en cada una de manera particular. Y hasta ahora me había mostrado reticente a adquirir un e-reader por una idea romántica sobre «el alma del papel».
Hasta que el e-reader llegó como regalo hace un mes.
El resultado más evidente: mi ritmo de lectura se ha duplicado, exactamente. A un libro al que podría haber dedicado dos semanas, ahora le dedico una. No sé si trata del ansia por la novedad o si el soporte invita a mis sentidos ya propiedad de la «era de la información» con mayor facilidad al acto de leer.
Pero no por eso han variado mis costumbres en cuanto a la atención prestada, la información que extraigo o el valor que le pueda conferir a la lectura.
Los libros no mueren con la tecnología, en todo caso metamorfosean. No hay más o menos gente interesada en la literatura que antes -quizá en proporción al crecimiento de población sí pero a efectos prácticos- seguimos siendo pocos, como siempre.
Los e-readers hacen el acceso más rápido y más barato, en algunos casos incluso gratuitamente. Para mí, mejor imposible.
Y a los que malpiensan, que resuciten a un escriba, a un copista o a un miniaturista de una vieja abadía medieval y le pregunten qué les pareció la imprenta de Guttenberg. Al Diablo cada uno lo ve dónde quiere verlo.
Enésima versión del «video killed the radio star». Que los libros no interesan, al menos en España, no es nada nuevo. Igual su amigo se ha dado cuenta ahora que su editorial le paga menos, pero es bien sabido que en este país no se lee, o se lee poco.
Igual que es bien sabido que los libros electrónicos ni van a salvar ni a condenar a la literatura. El que no lee no va a empezar a hacerlo por arte de magia por encontrarse un e-reader en sus manos, y el que lee seguirá leyendo, en papel o en tinta electrónica.
Me gustaría adoptar alguno de esos libros.
Que yo sepa, Félix no se ha metido nunca con los catalanes. Se habrá metido con políticos catalanes, con los políticos catalanes, si se quiere, pero contra los catalanes, así en general, sólo suelen meterse los idiotas, y Félix carece de aptitudes para se idiota.
Yo los acepto todos. Pueden contactar conmigo en mi correo: [email protected]
Esto es una pena, desde luego. Yo soy de los que recoge algunos de los libros que se encuentra. Es un regalazo.
También aceptaría encantado estas sobras, ya dormiré en el suelo si hace falta!
Yo pago por esos libros. ¿Dónde puedo contactar con este señor?
Siempre se puede poner en contacto con la gente de la comunidad de Bookcrossing que los recogerán encantados y se dedicarán a irlos soltando por ahí.
Pues que me mande a mi casa unas cajas. Yo estoy intentando tener unas pequeña biblioteca en casa. Me encanta tener libros.
Siempre nos quedará ebay ;)
Y bueno, estamos entrando a la era que describe Bradbury en Farenheit 451.
Los libros y su carga espiritual estaran siempre en quien los ame, o en quien sepa o intuya que un mundo se despliega en esas paginas…
Estimado Félix. Suponiendo que el tal amigo no sea literaria invención, no estaría mal que usted otros amigos (cuyas cuentas corrientes presumo bien surtidas) le echaran una mano con ese alquiler, al parecer modesto. Más vale ayudar un amigo que hacer con él moralina.