“Hay que ser sublime sin interrupción. El dandy debe vivir y morir en el espejo”
Charles Baudelaire
En estos tiempos convulsos, de agitación y desidia, el dandismo resulta ser el último destello del heroísmo en la decadencia. Ya lo decía Focault, la modernidad parece haberse olvidado del “ocuparse de uno mismo”, inflamando el “conocerse a uno mismo”, una actividad soberanamente más aburrida y, aceptémoslo, pasada de moda.
La nueva actitud ante la modernidad es todo menos nueva, pero es efectiva como bálsamo para afrontar el hastío de la vida diaria: ser moderno es tomarse a sí mismo como objeto de una elaboración ardua y compleja. De Byron a Barbey d’ Aurebilly, de Stendhal a Balzac, este ideal que Baudelaire definió y representó hasta casi caricaturizarlo se basa en dos premisas sine qua non: el artificio en el plano estético y la inutilidad en el plano moral.
Pero, ¿cuál es la receta de esta actitud surgida en la Inglaterra del s. XIX? Si por algo está de actualidad es porque es accesible a todos. Lejos de casposas descripciones del dandi como un ser aristócrata y homosexual, el dandi nació de la inquietud cultural y estética en los albores del Romanticismo, haciendo de su propia identidad la mayor de las obras de arte. Situémonos en los callejones de un Londres de tenue luz, bruma y sombreros; el dandi es esa figura fantasmal, como salida de un relato de Dickens, que merodea en la urbe observando desde la distancia que impone su supuesta superioridad intelectual el zoológico de la muchedumbre. Frente al populismo romántico, explicaba Baudelaire, el artista se desenvuelve en un ambiente hostil cargado de vulgaridad. En una época determinista y positivista, el poeta maldito tuvo la intuición de que la vida espiritual no nos viene dada, sino que hay que construirla. Es por esto que el dandismo, más allá de ser una fanfarronería, sobrevive como todo un modo de vida con una sólida base metafísica inmune al paso del tiempo, como la búsqueda activa de la posesión del propio “yo”.
El fondo de armario y los 15 consejos de Frank Sinatra
Antes de sumergirnos en la filosofía de este savoir- faire, vayamos al centro del problema: c’est l’art et la manière. George Bryan, conocido como “Beau” Brummel (el bello), dandi inglés y primer gentleman en toda regla, dictaminó allá por el 1800 que el traje masculino debía convertirse en la segunda piel de todo caballero que aspirara a diferenciarse del vulgo. Los detalles y el estilo al llevarlos, su religión.
La elegancia y el buen gusto serán pues las armas de combate en el camino hacia el objetivo primordial: la distinción. Asombrar vs. Agradar. Fácil decirlo, pero ¿cómo conseguirlo?
Si a estas alturas alguien cree que el chándal alguna vez debió de salir del gimnasio —por mucho que se celebre como el nuevo chic—, ahí van 15 consejos que todo aspirante a bon vivant debe entonar, articulados por el distinguido Frank Sinatra:
1. Necesitas dos manos para ponerte el sombrero correctamente. La parte de atrás elevada y un par de centímetros inclinado hacia la ceja derecha.
2. Nunca vistas de marrón de noche. Nunca.
3. No hay excusa para vestir zapatos marrones una vez se ponga el sol… ni zapatos blancos. O grises a menos que sean carbón oscuro, o azul a menos que sea azul medianoche. De hecho, hagámoslo más simple: después de anochecer, un hombre debería vestir de negro.
4. Las corbatas deben ser de seda. Y conservadoras.
5. Los gemelos siempre quedan bien.
6. Cuando vistes formal, un chaleco es mejor que una faja.
7. No vistas un smoking en domingo.
8. Tener un armario desordenado es como ponerse ropa limpia sobre ropa interior sucia.
9. La ducha es un lugar genial para planchar las arrugas de tu smoking.
10. El naranja es el color más alegre.
11. No ocultes tus cicatrices. Ellas te hacen ser quien eres.
12. Cuando se trata de los bolsillos todo ha de tener su propio lugar.
13. Un pañuelo de bolsillo es esencial, pero ha de estar perfectamente doblado.
14. Da brillo a tus zapatos.
15. Sé elegante. Sé brillante. Sé limpio.
Igual que Charles Chaplin conservó, aun siguiendo el curso de su propia evolución como personaje cinematográfico, el bigote y la manera de caminar, el modo de sostener el bastón o la firme convicción de portar sombrero dia y noche, también en The Artist, celebrado homenaje al cine mudo de los años veinte, la fabulosa estrella del celuloide George Valentín —Jean Dujardín— le pinta a una entusiasta y risueña Peppy Miller —Bèrenice Bejo— un lunar en el labio superior porque “para triunfar, una actriz debe destacar sobre las demás”. Ellos son el vivo ejemplo de la estética de los “felices años veinte”, época de desarrollo del dandismo que paradójicamente aúna esplendor y contrastes económicos —el crack del 29—, luces y sombras para una escena en blanco y negro que olvidaba los problemas bailando a ritmo de charlestón.
Algo hay más allá de esta imagen vitalista. El dandi le planta cara a la masa con su incorformismo. En realidad, esta máscara de superchería viste de etiqueta su verdadera intención: la búsqueda de “lo nuevo”.
“Yo soy el arte” y otros excesos
Con su desdén y su apatía por las reglas mundanas, el dandi tiene algo de infantil y mucho de reaccionario, pero su pose ante la sociedad siempre ha de sobrevolar las minucias del pueblo, para pasar a cuestionar el sistema desde la observación y el aburrimiento. Su pataleta pretende mitificarle frente a todo lo demás, alzando su propio “yo” por encima del resto. Renunciando a cambiar el mundo, no busca descubrir un nuevo orden de valores —probablemente piense su presunta superioridad artística incompatible con una democratización de la cultura— sino que se mueve entre ellos sin convicción, en un círculo vicioso estéril y gratuito.
Movimientos artísticos como el dadaísmo, surgido desde la bohemia literaria más contracultural para derivar en una propuesta esencialmente artística y formal, ejemplifican este sentimiento. Lo excéntrico vendría de la mano.
Bigotes surrealistas, sombreros de copa contenedores de infinitos mundos ficticios, pajaritas de seda para las noches de debates literarios, alcohol y cigarrillos. Duchamps, Andy Warhol, Lord Byron, Cernuda o Dalí personificarían lo sublime y extravagante del arte en sus propios personajes.
El sistema del dandi podría ser definido como el “Yo-como-arte” y la subversión de los actos previstos por el sistema de la normalidad. De esta forma, consiguen llevar toda la gestualidad y el ritual de los actos de comunicación artística a campos o momentos de la experiencia a los que en principio no se les ha otorgado la distinción específica de lo artístico. Solo en esta disciplina se puede producir este “hacer heroico” de jugar con la libertad transfigurando el mundo real y su propia persona en arte.
Hacia la actualidad de la moda
La corriente del dandismo tomaría fuerza a finales del XVIII y principios del XIX gracias al turismo inglés. Su expansión a Europa se debe a esta anglomanía que dominó la moda masculina durante estos años; a España pasaría a través de Francia, donde experimentó el culmen de la sofisticación.
Obsesionados por la forma, los artífices del dandismo verán en la moda el contenedor de lo poético y el ejemplo eterno de lo placentero, como puro objeto material. Baudelaire introduce el tema en su Elogio del maquillaje, donde exaltará la artificiosidad de esta actitud y defenderá la moda y las drogas como estados en esencia transitorios que obligan a comenzar siempre de nuevo.
En esta línea, la figura de Man Ray es cuanto menos paradójica. Integrante del dadaísmo en sus comienzos, fue el máximo exponente de la renovación de la fotografía de moda, confrontando la postura de la inutilidad del arte y focalizando la atención, ahora, en el objeto natural, en lugar del artificial. En lo que a su figura respecta, fue todo un dandi bohemio que paseó su figura por la alta sociedad manteniéndose al margen de las divisiones que surgieron en la vanguardia.
Man Ray utilizó técnicas ya conocidas como la rayografía, la solarización, las distorsiones o la sobreimpresión aplicándolas según unas novedosas ideas estéticas y creativas, y sobre todo, introduciéndolas con una efectiva rapidez en el mundo de la fotografía comercial: la fotografía de moda, la publicidad y el retrato.
La percha final para este esmoquin literariamente confeccionado lo pondrán otras figuras como Oscar Wilde o James Joyce, que se encargarían de impulsar el dandismo con una poética de los objetos en la línea de la inutilidad y la exaltación de lo desapercibido.
Gentlewoman, la femme dandi
Porque no todo estaba dicho.
El ideal de perfecta masculinidad se caracterizó por una fuerza controlada, una ausencia de “grasa” física e intelectual, un culto a la belleza, a la salud y al intelecto que rehúye de los cánones de hombría esperados. Y aún más: tanto la mujer como el hombre fueron desde el origen todo lo contrario al dandi, y por ello también la mujer respirará en esta atmósfera de elegancia y conformará poco a poco una figura próxima a la masculina, rompiendo con las diferencias de género de igual forma que el mismo movimiento dandista rompía con la distinción arte-objeto, para llegar, voilà, a distinción que produce la indeterminación, especialmente, aquella que es diseñada desde la libre conformidad de la imaginación.
Para todo lo demás: http://www.dandyism.net/
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Me temo que la autora no ha entendido muy bien el dandismo, más allá de cierto copia y pega y de reescritura más o menos torpe. Lo digo por el apartado sobre dadaismo, cualquier mención literaria o cuando habla de «metafísica» y cuestiones así.
Debería dar un repaso a nociones como decadentismo, nihilismo, pesimismo, absurdismo, para entender un poco mejor el asunto, en vez de entender el dandismo tal como los massmedia o los creadores de opinión nos han hecho llegar, mayoritariamente, como cualquier asunto de la historia que han querido tergiversar. Basta ir a las fuentes y leer un poco más.
A vueltas sobre el dadaismo, se trata de una vuelta al cinismo (Diógenes) utilizando la sátira y el humor para criticar un TODO de la sociedad, del modo que hicieron los nihilistas rusos de finales del XIX y que fue, en parte junto con el decadentismo, parte de la ola nihilista euroasiática, que más que pasotismo y superioridad estética era un movimiento hipercrítico basado en el cinismo y el sarcasmo como crítica profunda a la sociedad. Es decir, todo lo contrario a lo que dice este artículo.
A diferencia del anterior comentario, a mi me ha encantado el artículo, mi más sincera enhorabuena a la autora! Espero leer mas cosas tuyas por aquí.
Querida Nora,
Gracias por tu comentario. Efectivamente, todavía no soy Frank Sinatra, de forma que tengo que recoger y si, copiar, sus palabras. Creo que ejemplifican bien lo que en tendencias es ahora mismo el dandismo.
Por lo demás, escribo de la más absoluta superchería del movimiento, de su origen egocéntrico y de la más pura artificiosidad y materialidad del mismo. Para mi sorpresa, leyendo a Baudelaire («El elogio del maquillaje»), encontré que había cierta actitud vital en este movimiento, y fue por ello que me pareció oportuno resaltarlo. Un buen fondo para los tiempos que corren.
¿Artificiosidad y materialidad?
La idea es más bien una ética a través de la estética, y una estética del postromanticismo como movimiento refractario, es decir, como crítica y a la vez superación (ver o leer a Turguenev).
Extremadamente pedante. Escriba algo así usted ¿por qué no se limita a leer y a opinar en soledad? ¿es necesario el ataque, la recomendación y la enseñanza a un profesional? Simplemente es un enfoque sobre una idea. La gente como usted (el fustigador de personas), suele desatarse ante el abismo. Tenga usted buen domingo, pedante.
Los que fustigan, como usted dice, tienen motivos para hacerlo. Lo mejor que se puede decir de este artículo es que intenta abordar el tema. Lo segundo mejor, que es un refrito. Muy por cierto, en aceite de colza. No sea usted tan abogado, por favor.
«Creo que ejemplifican bien lo que en tendencias es ahora mismo el dandismo». Menuda barbaridad, joder. Deja de copiar a Scaraffia y a de Villena. O, al menos, lee lo que dicen antes.
Dios Nora, si eres mas pedante revientas.
Besos
Nora, muy bien, no se puede ser más pedante.
Pero has cometido un error:
Has confundido dadaísmo con dadá.
Dadá es el ataque irónico y la sátira contra todo. Dadá es un instante fugaz de revolución, crítica, mofa y befa anti TODO. Pero dadá no es un movimiento artístico.
El dadaísmo es el movimiento artístico posterior, una vez hecho movimiento, pierde su esencia de crítica social anti TODO, para volverse vanguardia artística. Crítico, si, pero crítico con el arte y manera de hacer. No es dadá.
Juliet, vuelve a leer lo que he puesto, en ningún momento he asimilado los dos conceptos. Es más, toda vanguardia tiene su cementerio y ese siempre es el mercado, no hay otra, que lo fagotiza todo y lo reinterpreta a su favor. Estoy de acuerdo con tu apunte, por lo tanto.
Sobre los demás comentarios, realmente triste. En vez de refutar lo que pongo, me llaman pedante. La pedantería a mí personalmente no me parece un «pecado» siempre y cuando se sepa de lo que se habla. De todas formas es un asunto menor, superficial, lo importante es LO que se dice. Claro que cuando no hay argumentos, siempre se trata de atacar a EL que lo dice. ¿Hola, soy Nora? Ni siquiera pongo apellidos, ni un correo, ni enlazo a mi web o blog o tuenti o twitter o facebook. No hay peor forma de ser pedante que hacerlo de forma seudoanónima. Un poco ridículo lo vuestro, supongo que esto va de amistades y eso. Vaya, pensaba que esto era una revista, no el foro de amistad y apoyo social.
«Juan» yo escribo sobre lo que sé en lugares donde quiero. Jamás haría un copia pega y un refrito como este con interpretaciones erróneas y superficiales y lo pondría en internet. Lo siento, soy de esas (pedantes, resabidas, hijasdeputa, ya me lo digo yo) que defienden que la gente escriba sobre lo que sabe.
¿Es mucho pedir que la gente escriba exclusivamente sobre lo que sabe? ¿Es una barbaridad, un sacrilegio, un insulto tal vez? Yo creo que no. Con artículos como este no sólo se desprestigia a sí misma (que seguro que hay temas que conoce sobre los que escribir) sino a la propia publicación que yo, personalmente, leo con regularidad.
«A vueltas sobre el dadaismo, se trata de una vuelta al cinismo (Diógenes) utilizando la sátira y el humor para criticar un TODO de la sociedad,»
Lo vuelvo a leer. Y esa definición que das, es de Dadá. No de dadaísmo.
Y te confundes de nuevo. Dadá no es cementerio de dadaísmo porque precisamente los integrantes de dadá se definen a sí mismo sin relacionarse con el arte. Ninguno de ellos era artista. Eran un grupo de colegas borrachos que hacían locuras y se burlaban de todo.
En esa época de constante creación de vanguardias, están como locos por ser diferentes y aprovechan el tirón dadá para relacionarse con ellos de alguna manera, pero dentro del dadíamos no figuran los creadores de dadá. Y repito, tu con ese comentario haces alusión a dadá, confundiendo términos.
Dadá y dadaísmo Cristo y los cristianos. Discusiones bizantinas. Aquí faltaba yo, para arbitrar. Ni Diógenes, ni Alcibíades, ni la escuela de los cínicos al completo ni el Rat Pack fin-de-siècle (Barbey, Villiers & Cia.).
Lo correcto es «fagocita» y no «fagotiza». Es el riesgo de emplear términos de biología celular sin conocerlos bien.
Un saludo Nora,
V.
Por cierto, eres un tanto exagerada, ¿no?
¿Con este artículo desprestigia la publicación entera?
Me parece que eres muy injusta. Vale que no te guste o no estés de acuerdo con lo que se dice en el artículo, pero de ahí a decir que desprestigia a la publicación… creo que te pasas.
Además es el primer artículo aquí de la autora, ¿Pretendes hundirla en la miseria para que no vuelva a escribir?
Y para terminar, es muy fácil criticar, pero me gustaría ver si tú eres capaz de escribir y publicar algo en un lugar tan susceptible a la crítica de todo el mundo como es internet.
Si os interesa ahí va el enlace de la conferencia sobre el dandy ofrecida por Félix de Azúa en la Fundación March: http://www.march.es/conferencias/anteriores/voz.aspx?id=2573
Pertenece a un ciclo que también analizaba otras figuras como la del librepensador, el bohemio y el esteta. También están en la página de la fundación.
María Ramiro, un consejo que te doy: NO ALIMENTES AL TROLL. Está curioso el artículo, ni caso a estos resabiaos.
Parece un artículo de Telva o Cuore. Si Oscar Wilde levantara la cabeza y solamente echara un vistazo a la foto que encabeza este artículo -el contenido dejémoslo que coma aparte-, se tendría que echar una mano así a la cara.
Yo estoy contigo, Nora.
El texto es confuso, supongo que debido al corta-pega de ideas.
Sin embargo, aunque Nora utilice un lenguaje que escapa a mis posibilidades ( no por eso la llamo pedante, me limitaré a pensar que tiene más conocimientos que yo en este tema) , entiendo su idea y le doy mi apoyo.
Pienso que el dandy verdadero lo es como producto de una forma de pensar – nihilista, anarquista, la que corresponda. Pienso, por ejemplo en la maravillosa y destructiva anarquía constructiva de Buñuel y de Boris Vian – Los habrá que se limiten a adornar la carrocería, pero son casos ininteresantes y no estamos para perder el tiempo.
Supongo que el desafío a la convención ética y estética alejándose de lo establecido, es similar en el esteticismo de Wilde que en el punkismo de los miembros de Sex Pistols. Escandalosa comparación…
Se trata de HUIR de la vulgaridad.
Se trata de CREAR arte. Se trata de CONSTRUIRSE a uno mismo. Ser uno mismo su propia obra de arte.
Copio aquí el Manifiesto Chap.
Los chaps. Una tendencia nacida en Inglaterra recientemente que consiste en ser caballero, educado con las señoras, culto, divertido y exquisito en el vestir. Es decir: enfrentarse a lo que hay. Los nuevos punks, señores. Pasen y lean (y diviértanse….)
1. THOU SHALT ALWAYS WEAR TWEED. No other fabric says so defiantly: I am a man of panache, savoir-faire and devil-may-care, and I will not be served Continental lager beer under any circumstances.
2 THOU SHALT NEVER NOT SMOKE. Health and Safety «executives» and jobsworth medical practitioners keep trying to convince us that smoking is bad for the lungs/heart/skin/eyebrows, but we all know that smoking a bent apple billiard full of rich Cavendish tobacco raises one’s general sense of well-being to levels unimaginable by the aforementioned spoilsports.
3 THOU SHALT ALWAYS BE COURTEOUS TO THE LADIES. A gentleman is never truly seated on an omnibus or railway carriage: he is merely keeping the seat warm for when a lady might need it. Those who take offence at being offered a seat are not really Ladies.
4 THOU SHALT NEVER, EVER, WEAR PANTALOONS DE NIMES. When you have progressed beyond fondling girls in the back seats of cinemas, you can stop wearing jeans. Wear fabrics appropriate to your age, and, who knows, you might even get a quick fumble in your box at the opera.
5 THOU SHALT ALWAYS DOFF ONE’S HAT. Alright, so you own a couple of trilbies. Good for you – but it’s hardly going to change the world. Once you start actually lifting them off your head when greeting, departing or simply saluting passers-by, then the revolution will really begin.
6 THOU SHALT NEVER FASTEN THE LOWEST BUTTON ON THY WESKIT. Look, we don’t make the rules, we simply try to keep them going. This one dates back to Edward VII, sufficient reason in itself to observe it.
7 THOU SHALT ALWAYS SPEAK PROPERLY. It’s quite simple really. Instead of saying «Yo, wassup?», say «How do you do?»
8 THOU SHALT NEVER WEAR PLIMSOLLS WHEN NOT DOING SPORT. Nor even when doing sport. Which you shouldn’t be doing anyway. Except cricket.
9 THOU SHALT ALWAYS WORSHIP AT THE TROUSER PRESS. At the end of each day, your trousers should be placed in one of Mr. Corby’s magical contraptions, and by the next morning your creases will be so sharp that they will start a riot on the high street.
10 THOU SHALT ALWAYS CULTIVATE INTERESTING FACIAL HAIR. By interesting we mean moustaches, not beards.
Glorioso.
Brutal el decalogo. Como siempre lo mejor de estos articulos son algunos de los comentarios
Excelente articulo! realmente muy bueno. Saludos desde Uruguay!
Desde mi más sincera humildad y desconocimiento del dandismo, además de todo su movimiento a lo que se refiere, me gustaría dar mi opinión. Desde mi punto de vista he visto muy acertado el tema como modo de vestir además de modo de comportamiento, no lo conocía pero me ha hecho interesarme más sobre el tema. Me quedo con lo que creo que a mi parecer es la esencia del dandismo, la elegancia y la formalidad a la hora de vestir, sin embargo no comparto esa actitud de superioridad, ante todo humildad.
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DANDI
“Se merece un fino brandy.”
Surge, en verso, la grafía,
viendo la fotografía
blanco y negro, de Rivera
quien, en vida, bien vistiera.
Que fino el tiempo pasado,
tan añorado, deseado,
de aquel sombrero, sin mancha,
marca Tardán, de ala ancha.
Del que daba señorío
al hombre, por su atavío,
aplomo, clase, prestancia,
con casimir, ¡qué elegancia!
Oscuro saco, cruzado,
perfecto, tenue rayado,
camisa, clara, muy grata,
se abotona, sin corbata.
Pantalón, de pura lana
virgen, catrín, engalana
el negro calzado, en piel,
bostoniano, lustre fiel.
Estampa, garbo, al andar,
basta ver su caminar,
mucho empaque hay en el modo,
brazo de mar, ante todo.
Erguido, con entereza,
tipo, de pies a cabeza,
destacado, refinado,
porte su mejor aliado.
Un buen tabaco en la mano,
vean que figura, ¡mi hermano!,
tal Señor, la vida abraza,
como Dandi, parte plaza.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 14 de septiembre del 2019
Dedicado a Don Juan Rivera Curiel (QEPD)
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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uuuuf!