“El desorden almuerza con la abundancia, cena con la pobreza y se acuesta con la muerte”.
Benjamin Franklin
Cuando Thomas Carlyle se refirió a la economía como “ciencia lúgubre” esbozó un retrato perfecto de las ideas de Thomas Robert Malthus sobre demografía. En su Ensayo sobre el principio de la población, Malthus predecía que el crecimiento lineal de los recursos alimentarios conduciría irremediablemente al colapso de la población, que aumentaba exponencialmente, indicando que la única solución posible consistía en la intervención del Estado mediante el fomento de la enfermedad y la hambruna, eliminando los sistemas de asistencia a las clases más desfavorecidas. Al contrario de lo que pueda parecer, apelando al arbitraje de los Jinetes del Apocalipsis, Malthus no pretendía la perpetuación del statu quo social imperante, sino la supervivencia de los individuos más fuertes, capaces de superar la purga, y la eliminación del proletariado menos útil.
En La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares, el protagonista anota esta frase al inicio de su diario: “Si en pocos días no muero ahogado o luchando por mi libertad, espero escribir la Defensa ante Sobrevivientes y un Elogio de Malthus”. Asimismo, Jorge Luis Borges abunda sutilmente en la idea de la catástrofe malthusiana en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius mediante un guiño velado a la mencionada novela de su colega. “Entonces —explica Borges— Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres”. Siempre me había preguntado por qué estos dos genios literarios, cuya clarividencia y lucidez doy por sentadas, incluían sendas referencias a las virtudes de Malthus a pesar de lo aberrante de sus razonamientos y lo descabellado de sus propuestas, pero la coyuntura económica actual y la situación del mercado laboral me han llevado por fin a comprender la bondad de su argumentación: el único modo de poner fin a esta crisis es matando gente.
De la misma forma que Malthus entendía que si la naturaleza no era capaz de lograr un equilibrio entre los recursos alimentarios y la población era necesario adoptar medidas que condujesen a una reducción del número de individuos, las ejecuciones en aras del interés general son la forma más eficaz de ajustar las curvas de demanda y oferta de empleo. En su ensayo de 1798, el profeta y demógrafo británico —quien se oponía manifiestamente al uso de métodos anticonceptivos por considerarlos ajenos a la moral— señala: “Sobre todo, impediremos la cura de enfermedades que diezman la población; y esos individuos compasivos, pero muy equivocados, que creen hacerle un gran beneficio a la humanidad estudiando la manera de extirpar para siempre ciertas enfermedades, merecen nuestra reprobación”. Habida cuenta de la urgencia con la que debe ser frenada la actual recesión económica, mi proposición consiste en la sustitución de las medidas indirectas malthusianas por métodos activos de homicidio legal. Si el mercado laboral es incapaz de absorber el exceso de trabajadores, el Estado está obligado a intervenir. John Maynard Keynes así lo habría querido. Descanse en paz.
Las ejecuciones públicas deberán ajustarse, en todo caso, al procedimiento que el legislador haya diseñado mediante la norma jurídica aprobada al efecto. Es fundamental evitar cualquier ejercicio arbitrario de esta potestad, pues de lo contrario colisionaría con los principios básicos que rigen el Estado de Derecho —el principio de legalidad, la supremacía de la Constitución, el principio de separación de poderes, el principio de Arquímedes y El Principito de Antoine de Saint-Exupéry—. Los criterios que deben informar la regulación legal de esta “potestas occidendi” son los siguientes:
Criterio sectorial: se ejecutará a más gente en función del superávit de trabajadores desempleados de cada sector. El número de homicidios será proporcional al número de parados en cada uno de los sectores laborales, de tal forma que si la construcción es la que acumula más desempleados, el Estado ejecutará sobre todo a peones, capataces de obra, etc.
Criterio territorial: en aquellas regiones en las que más paro haya, más gente debe morir por el interés general. En su artículo 138.1, la Constitución Española de 1978 señala que es el Estado quien garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad, “velando por el establecimiento de un equilibrio económico, adecuado y justo entre las diversas partes del territorio español”. Que la tasa de desempleo en Euskadi se encuentre por debajo del 14% y en Andalucía por encima del 30% es a todas luces injusto, por lo que resulta urgente y necesario exterminar a un número de andaluces suficiente como para ajustar su población en paro al promedio europeo.
Criterio funcional: el Estado procederá a la ejecución de trabajadores y desempleados de mayor edad en beneficio de la juventud. El homicidio legal de parados de edad avanzada se encuentra más que justificado por el propio espíritu de esta “potestas occidendi”. En cuanto a los trabajadores más mayores, su desaparición no sólo supone el acceso inmediato de los jóvenes a los puestos de trabajo que se desocupan, sino que evita el despilfarro en concepto de pensiones de jubilación con cargo a las arcas públicas.
Estos tres criterios servirán de guía en la ordenación de las ejecuciones públicas siempre y cuando no se alcance la optimización del mercado laboral con las muertes voluntarias que se produzcan. Tal y como sucedió en el Crac del 29, los suicidios que se produjeron durante el Martes Negro deben servir de referente no sólo para el desempleado actual, sino también para el trabajador en activo, que debe colaborar con el bien común generando vacantes mediante la amputación de su propia vida. Qué menos que demostrar algo de solidaridad y humanidad en estos tiempos hostiles…
En definitiva, el contexto en el que Thomas Malthus desarrolló su teoría no difiere tanto de las circunstancias contemporáneas. La necesidad de encontrar el equilibrio entre una población cuantitativamente superior a los recursos que su supervivencia requería y una producción alimentaria muy alejada de la sostenibilidad es correlativa al desfase desproporcionado que hoy en día se observa entre la demanda y la oferta laboral. La Ley de Malthus predice que la lucha contra la penuria es estéril y que la única vía de actuación sensata es fomentar la calamidad para lograr la armonía a largo plazo. Paralelamente, si nuestro objetivo es el pleno empleo, la única opción será matarnos los unos a los otros. Es un mensaje del FROM.
Perfecto, ahora mismo me pongo a ello.
Joder, menos mal que alguien tiene un plan.
Magnífico. De todas formas, por muy fácil que se lo pongamos a los de arriba si nos aplaudimos la cara los unos a los otros, considero necesarios los levantamientos populares, tanto pacíficos como violentos (según lo requieran las circunstancias). La opresión y los privilegios de los poderosos no van a desaparecer con flower-power y días mundiales del abrazo. En cuanto al desorden. No se preocupe, don Manuel, después del desorden se acomodará gustosamente la máxima expresión del orden.
El criterio funcional no me parece lógico:
«Criterio funcional: el Estado procederá a la ejecución de trabajadores y desempleados de mayor edad en beneficio de la juventud. El homicidio legal de parados de edad avanzada se encuentra más que justificado por el propio espíritu de esta “potestas occidendi”. En cuanto a los trabajadores más mayores, su desaparición no sólo supone el acceso inmediato de los jóvenes a los puestos de trabajo que se desocupan, sino que evita el despilfarro en concepto de pensiones de jubilación con cargo a las arcas públicas.»
Si el objetivo es reducir el paro es mucho más efectivo eliminar a los parados jóvenes (que pueden ser parados durante más tiempo) que los de mayor edad, que dejarán de contar para la población activa en breve. Los jubilados es otra historia. Estos deben asumir un incremento de su riesgo de eliminación al dejar de trabajar. De esta manera de paso también conseguimos que los trabajadores en activo se alarguen su edad de jubilación para evitar el riesgo de ejecución.
Y los niños? Es que nadie piensa nunca en los niños?
Salvando alguna excepción (fábricas de Nike y/o de Inditex), se ha demostrado que estos seres no suelen ser muy productivos.
Genial… Pero tal y como está el nivel en las «alturas», espero que no venga algún espabilado queriendo copiarte la idea. Capaces son…
A mi solo se me ocurren métodos de exterminio efectivos ya que tampoco hay que gastar mucho con «la limpieza». Propongo aprovechar situaciones tales como los bancos a primeros de mes para quitarse a los pensionistas o bombardear Telecinco y Guadalix para eliminar a los famosos NINIs.
por algo se empieza no???
Un buen método, aunque cambiaría las “potestas occidendi”… En primer lugar, quienes han creado este embrollo, en segundo lugar, quienes los han defendido y alimentado con nuevas inversiones para reactivar el crédito y en tercer lugar los insensatos que mostraron su apoyo. De esta forma la equidad queda garantizada.. :D
El Malthus este no tenia nada que ver con la Eugenesia… Vaya elemento.. o_O
Si unimos esta idea a la que tuvo Jonathan Swift sobre los niños irlandeses (venderlos para que los ricos se los coman), creo que el fin de la pobreza estaría cerca.
Lo mejor es aplicar los medios de los expertos en la Endlösung der Judenfrage, pero aplicada a la población en general. La inmensidad de la tarea no debe debilitar nuestra voluntad.
El problema es cómo devolver al estado zombie a los artífices de la opus, Blobel, Heydrich y otros elegidos.
He dicho.
falta el criterio de género, matar muchos más tios que tias a ver si así ligo algo. Por matar dos pájaros de un tiro, digo.
Añadiría, además, la figura del parado solidario, que consiste en «ya me mato yo, si eso», lo que reduciría los costes de eliminación de sujetos improductivos. La labor de los medios de comunicación sería primordial: deberían empezar a informar sobre suicidios o incluso inventárselos porque, total, con frecuencia no distinguen entre una cosa y otra.
El sector privado podría poner su granito de arena eliminando en vez de despidiendo. El paro se vería drásticamente reducido el próximo trimestre.
Por cierto, ¿Zapatero está en paro?
Hitler fue también un visionario y lo tenía claro. Había que reducir la población. Y como solo tenía una empresa pequeñita y familiar para matar gente, comenzó por los judíos.
Al final, le cerraron la empresa y se fue a vivir de incógnito con Jesús Gil (como todos sabemos) pero de haber continuado su labor, hoy no estaríamos como estamos.
Esperemos que cambie todo con Mariano.
Opino que lo mas efectivo es ser prácticos, como todo el mundo sabe si matas al primer vampiro mueren todos los infectados por él, por lo tanto propongo ejecutar al cantante de Vetusta Morla, medida que haría necesario eliminar posteriormente a la totalidad de la plantilla de Pantene, para no aumentar la tasa de paro.
Este chico está a otro nivel y punto.
Sabe, esta semana ha salido la noticia de los puestos que van a sobrar en la Banca, pues eso.
¿Ser autor de columnas en magacines on line le pone a uno en el lado prescindible de la población? Una vez propuesta esta idea, creo que esta publicación ya ha sido todo lo útil que podría ser.
Ummm, y mejor que matar al prójimo, ¿por qué no te suicidas? El efecto demográfico sería el mismo
Pénultimo párrafo. Este es otro mensaje del FROM
Si voy a morir que sea de forma rápida e indolora. Soy mayor y tengo que dejarle sitio a Manuel de Lorenzo. Pero antes un poquito de mondongo.
Impecablemente redactado, como siempre.
Pero es una idea muy trillada. Ya en 1791 Jonathan Swift utilizaba esta idea en «Una modesta proposición».