Javier Zabala es el ilustrador español que tiene una proyección internacional más importante dentro del sector del libro ilustrado. En un momento como el actual, en donde los ilustradores se encuentran en esa dislexia existencial que consiste en satisfacer unas demandas del mercado caracterizadas por la vulgaridad o ser fieles a sus ambiciones artísticas pese a poder quedar excluidos del mercado, resulta alentador encontrarse con autores que han rechazado los caminos intermedios, que son siempre una derrota y se han propuesto hacer lo que honestamente creen que deben hacer: su obra. El trabajo de Zabala discurre entre la deuda a las mejores tradiciones de ilustradores europeos y una mirada contemporánea de los libros ilustrados. Candidato al Premio Andersen de este año, uno de los más importantes del mundo, que junto al Nacional de Ilustración encabezan una lista de premios que avalan su trayectoria. Pablo Amargo charla con Zabala de estas cuestiones en la siguiente entrevista.
Al hablar de su trabajo, el arquitecto Álvaro Siza dice que “un proyecto es la búsqueda de la inteligencia”. ¿En qué consiste para Javier Zabala un proyecto?
En realidad hace años que me interesa mucho la relación idea/ inteligencia vs emoción/sensibilidad a la hora de plantearme un proyecto, también cuando veo los trabajos de otros colegas. Un proyecto para mí suele ser un libro ilustrado y creo que para que un libro sea un buen libro debe partir de una buena idea, que sea su columna vertebral. Pero no creo en absoluto que pueda quedarse sólo en eso: la emoción, la sutileza, la sugerencia, la poesía, la metáfora, —eso que mi amigo mexicano Gabriel Pacheco llamaría la conceptualización emocional… que tiene que ver con nuestros recuerdos, nuestras vivencias, nuestras experiencias… esas que antes o después acaban reflejándose en nuestro trabajo— deberían ser los materiales con los que construir un buen libro ilustrado. Además, deberíamos distinguir entre un proyecto en el que partes de una idea o texto propio, y otro en el que interpretas el texto de otro autor, como sucede por ejemplo en la ilustración de los clásicos. En este último caso, lo prioritario para mí es conseguir que el texto o los estereotipos no ocupen mi espacio personal, pero al mismo tiempo tener un acercamiento lo suficientemente abierto en los planteamientos gráficos y en el mensaje que transmitan las ilustraciones para no pisar el terreno del escritor. Yo entiendo la ilustración como un lenguaje paralelo al del texto, con el cual a veces se entrelaza, en el que unas veces habla la ilustración y otras el texto, o de repente hacen un dúo como en una ópera. Para mí un libro siempre ha tenido mucho que ver con el teatro, con la escenografía, pero una escenografía activa y participativa en la que las palabras, como los actores en escena, se puedan mover libre y cómodamente, pero que a su vez tenga una gran personalidad. Añadiría, la personalidad del autor. Un libro donde la idea y la emoción se encuentran es para mí un libro mucho más interesante. Luego, podríamos hablar también de las diversas lecturas que deberían posibilitar y/o provocar las ilustraciones solas y en su relación con el texto. Y por último, me parece importante dejar también al lector suficiente libertad para que pueda incorporar su propio mundo. Que decida qué es lo más importante para él. No debería haber cosas superfluas en un libro… Me gusta que el lector dé las últimas pinceladas a las ilustraciones. Prefiero sugerir que imponer. Pero sí me parece imprescindible que mi mundo gráfico esté presente y que sea una parte importante, que sirva a la narración pero que también narre por sí mismo. Que vaya más allá de las propuestas del texto, pero sin traicionarlo nunca. Creo que hoy, éste sería el límite a la hora de interpretar un texto ajeno. En las veces en las que he sido también el autor del texto, la experiencia siempre me ha resultado más fácil. Tienes que estar atento para que la tensión entre los dos lenguajes sea la correcta, pero al compartir ambos la misma sensibilidad todo fluye de manera más sencilla. Cuando pienso en los mejores álbumes ilustrados hechos en el pasado, testados suficientemente por el tiempo, casi siempre me vienen a la cabeza los producidos por una sola persona, normalmente ilustradores, que suelen ser los que llegan a dominar suficientemente los dos lenguajes, el gráfico y el escrito —no digo el narrativo porque entiendo que los dos lenguajes deben narrar de distinta manera.
En el libro de Chesterton, El hombre que fue jueves, dos poetas discuten en Saufron Park sobre la naturaleza de la poesía. Uno de ellos sostiene que un artista es un anarquista. Que la poesía nace del caos, de lo inesperado, del azar. El poeta pone como ejemplo el caso de un tren que pese a que debería llegar a la estación Victoria acaba sin embargo en Baker Street. Su poeta oponente dice que está en un error, que más bien es al contrario, dado que lo obvio, lo vulgar, es el caos, el azar, el error. De este modo, la magia del ser humano reside en que ocurra con precisión aquello que realmente debía suceder, es decir, que el tren dirigido a la estación Victoria llegue finalmente a la estación Victoria. En el caso de Javier Zabala, ¿con qué postura simpatiza más?
Según cómo seas, los dos puntos de vista son válidos, pero sin duda, me identifico más con el primero. Te pongo un ejemplo poco ortodoxo: nunca me han gustado los navegadores GPS, entre otras cosas porque es difícil perderse si los usas y te suelen llevar por las vías principales. Creo que lo inesperado, la casualidad, también en la creatividad y en el arte, es una vía inagotable de descubrimientos. Tiendo a trabajar desde la intuición, como un tipo de inteligencia no demasiado organizada inicialmente, pero que es más veloz que la inteligencia racional y que puede también llevarte a sitios donde nunca habías estado antes, o quizá, a sitios que no recordabas y que miras con nuevos ojos. Según como trabajes, puede ser muy importante la velocidad de reacción a los estímulos, al caos, a las casualidades que van surgiendo. Pero claro, entiendo perfectamente que una persona reposada, paciente, sistemática… no comparta mi punto de vista y se puede perder en medio de un cierto caos creativo o simplemente se encuentra más a gusto en una situación controlada. Siempre he pensado que uno debe trabajar de acuerdo con su carácter, su manera de ser. Perder tu camino, un poco al menos, te puede llevar a lugares muy interesantes.
Evitar traicionar el texto, o pisar su terreno, son estrategias de ilustrador que voluntariamente dices ignorar con los riesgos decorativos que esto puede suponer. Demuestra un respeto a la palabra escrita que me hace pensar que eres un gran lector. ¿Con qué estás ahora? ¿Qué tipo de libros sueles leer en tu tiempo libre?
No creo que el término ”decorativo” en la ilustración moderna tenga ya cabida. Personalmente, cuando ilustro un libro intento siempre llevarlo a mi terreno. Parto de situaciones que me son cercanas, lo interpreto, quiero pensar que desde dentro. En realidad a mi el texto me pesa mucho, me pone nervioso porque me puede alejar de mi mundo emocional y gráfico y por eso hasta el 80% del tiempo que dedico a un libro, no tengo muy presente el texto. Desarrollar lo que quiero decir gráficamente es lo más interesante para mí. Por eso he tenido que ponerme algún tipo de “línea roja”. No traicionar al texto para mí simplemente es no representar algo gráficamente contrapuesto al mensaje del escritor. Leo de todo un poco según mis intereses del momento o recomendaciones de amigos. Suelo leer varios libros a la vez. He ido a mi mesita de noche y he encontrado hasta 13 libros (¡me gusta el 13!), pero selecciono unos pocos. Marcovaldo, de Italo Calvino, cuentos de Chéjov, No hay adverbio que te venga bien, un pequeño libro de Jesús Marchamalo y Mario Merlino, El alfabeto de los pájaros de Nuria Barrios, un clásico italiano que me regaló una amiga, Il giardino dei Finzi-Contini de Giorgio Basanni… e incluso la biografía de Hitler de Alan Bullock que me encontré encima de un contenedor en Madrid. Éste último tiene una dedicatoria de un Teniente General del Ejército y parece que el destinatario al final no se lo leyó; está encuadernado en rústica y cuando lo encontré estaba nuevo. ¡Esto me fascina siempre de los libros: la historia personal de cada uno de ellos!
¿Qué es para ti la ilustración moderna?
La ilustración contemporánea (mejor que moderna, déjame que me corrija a mi mismo…) es lo que hacemos los ilustradores en el s. XXI. Y claro, Pablo… ¡es que nunca haces preguntas fáciles, eh! Hay grandes diferencias con la ilustración que se hacía en el s.XIX, obviamente, pero me interesan más las diferencias con el s.XX que fue hace muy poco tiempo. Desde hace unos diez años el panorama editorial ha cambiado sustancialmente debido a varios factores. De entre ellos, citaría la utilización de las nuevas tecnologías. En sus dos vertientes: la primera ha posibilitado una mejor gestión del trabajo y acceso a la información y la segunda nos ha regalado nuevas herramientas para crear. Pero creo que el factor más importante ha sido la entrada en escena —en todo el mundo y en relativamente poco tiempo— de gran cantidad de pequeñas editoriales con coraje interesadas en otro tipo de propuestas editoriales y gráficas más arriesgadas. Desde el punto de vista gráfico se han enriquecido notablemente la variedad de registros . Un ilustrador hoy no debería tener muchos problemas para encontrar editor para un proyecto valiente y de calidad, pero puede ser que tenga que salir de sus fronteras para conseguirlo. Nuestro mercado es el mundo entero, un mercado realmente enorme. Para finalizar, diría que tenemos más espacios de libertad creativa que hace relativamente muy poco tiempo. Y esto en realidad es un gran regalo. Recuerdo ahora una conversación en la última feria de Bolonia. Tomando un café en la Plaza Mayor, enseñaba yo mis últimos libros a un amigo de una mítica editorial inglesa en los últimos 30 años del s.XX. Me dijo después de ver los libros: “Javier, tienes que sentirte muy afortunado por haber encontrado editores que apostaran por estos proyectos.” Muchas de las editoriales que publicaron esos proyectos son españolas y casi todas… pequeñas. Creo que ya lo he dicho antes, la ilustración se comprende cada vez más como un lenguaje paralelo al texto, independiente pero interconectado. Un lenguaje con voz propia. Eso es para mi la ilustración contemporánea.
Comentas que el mercado del ilustrador es el mundo entero. Sin embargo en nuestro país no es fácil que un ilustrador sea reconocido fuera de su ámbito profesional a excepción de los humoristas gráficos aunque sea por el ingenio de sus textos.
Una cosa es que puedas trabajar en cualquier parte del mundo —y eso es una realidad de la que tenemos numerosos ejemplos en nuestro país—, y otra es que por ello vayas a ser más reconocido por el gran público. Eso, creo, tiene más que ver con la atención que el sector recibe de los medios de comunicación, que en el caso de nuestra profesión es bastante escasa. Por otro lado, si trabajas para el extranjero serás, en principio, más conocido fuera de España al menos hasta que esos trabajos los compre una editorial española y se publiquen aquí. En mi caso, este proceso a veces ha tardado 10 años… Un querido amigo ilustrador suele decir que una de las cosas buenas de nuestra profesión es que no eres muy conocido por el público. Él está contento con esto, pero yo estoy convencido de que cuanto más presencia en la sociedad tiene un sector profesional más se conoce y por ello más se comprenderá y respetará. Y claro, los humoristas gráficos son muy conocidos precisamente porque desarrollan su trabajo en la prensa diaria, un medio poderoso con una presencia muy importante en la opinión pública.
Eres un ilustrador al que se le vincula con el sector del libro, en el que tienes sobradas muestras de excelencia. ¿Qué porcentaje de tus ingresos económicos provienen de la realización de libros?
Por un lado, están los derechos de autor de los libros que hayas hecho en el pasado que conforman una parte importante de los ingresos. Por otro, están los libros nuevos. Eso depende mucho de cada año. Los dos últimos he hecho pocos libros, dos o tres al año, y me he dedicado a otras facetas de la profesión como carteles, obra gráfica, cursos, conferencias, exposiciones… He viajado mucho por España y por el extranjero. Ahora necesito parar un poco y trabajar tranquilo en mi estudio un tiempo. Tengo un montón de cosas pendientes.
El sector de la cultura y el ocio ha vivido una época muy vital y vibrante en los últimos diez años. ¿Cómo está afectando la crisis económica a tu sector?
Obviamente no afecta lo mismo una crisis a un profesional que empieza que a uno que está consolidado en un sector. Los últimos tienen más armas para defenderse y soportar los malos tiempos. Por otro lado, los recortes en cultura han sido de los primeros en producirse. En el sector editorial privado los efectos de la crisis, en los primeros años de la misma, no se notaron tanto. Después sí: han cerrado revistas, han bajado espectacularmente las tarifas de las colaboraciones en prensa y hemos notado mucha prudencia por parte de las editoriales en sacar nuevos títulos en un mercado con poco nivel adquisitivo. Estas han sido algunas de las consecuencias de la crisis. Por último, también se ha notado en el descenso de las ventas de libros y por consiguiente en los ingresos por derechos de autor.
¿Cómo ve Javier Zabala el futuro de tu profesión?
Yo, y esto es una visión muy personal, creo que la diversificación de mercados y de las actividades profesionales será una de las claves para el futuro próximo. Cada vez hay más escuelas de ilustración de las que salen todos los años muchos profesionales, algunos muy cualificados. Seguramente no todos se podrán dedicar a la ilustración editorial. Por otro lado, el libro digital será ya una realidad —a pesar de que le está costando más de lo previsto entrar en escena— y esto también marcará, y mucho, el desarrollo de nuestra profesión. Pero sobre todo, creo que los ilustradores de hoy, que viajan e incluso viven en distintos países (principalmente los jóvenes), ya trabajan en muchos campos distintos y en el futuro no serán tantos los que vivan exclusivamente del libro tal y como lo conocemos hoy. El dibujo en movimiento tendrá una gran importancia en este formato digital.
¿Qué tipo de películas sueles ver?
Con el cine me pasa un poco como con la música o la literatura. Me gusta escuchar, ver, leer cosas muy diferentes y no soy amante de un solo género. Te puedo decir qué tipo de películas no suelo ver: las que sólo tienen demasiados efectos especiales y poco calado emocional. Me gusta ir al cine y salir con alguna pregunta sin resolver.
Me gustaría conocer tu opinión de los siguientes nombres: David Lynch
Me gustan sus mundos inquietantes, oníricos, absurdos, estéticos, surrealistas. Recuerdo con nostalgia la serie Twin Peaks y Mullholland Drive fue una película que me encantó por la forma tan poco lineal en que está narrada, una especie de bucle. Dune, la recuerdo mítica. La vi un motón de veces… Y sus bandas sonoras…
Ferran Adriá
Nunca tuve el gusto (y nunca mejor dicho) de comer en elBulli. Ferran Adriá me parece una figura mediática de primer orden, un empresario inteligente y por muchos años su restaurante ha sido elegido el mejor del mundo. Es uno de los protagonistas del éxito de la cocina española en el mundo de los últimos años. Recuerdo que una vez coincidí con él en una fiesta de una revista gastronómica con la que yo colaboraba. Le dieron un premio en esa ocasión y dijo al final de su discurso: “ahora deberíamos empezar a divertirnos cuando trabajamos”. No puedo esta más de acuerdo con él.
Pedro Almodóvar
De Pedro Almodóvar prefiero Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón. O quizá estoy añorando los años en los que yo era jovencito y veía maratones de cine hasta las 6 de la madrugada en mi ciudad natal… Me parece uno de esos creadores que ha desarrollado un universo personal, enraizado en su propia cultura, y que desde él se expresa con mucha eficacia, sea a través del sentido del humor, el absurdo, el drama… El otro día escuché a un escritor cubano decir: “Qué sería del escritor sin sus obsesiones”. Creo que esta frase le viene como anillo al dedo a Almodóvar, al guionista y al director.
Haruki Murakami
No he leído nada suyo, pero procuraré solucionarlo pronto.
Moebius
Mi generación aprendió a dibujar con el comic y Moebius/Jean Giraud era y es un autor mítico de este medio en cualquiera de sus dos personalidades. Compraba todo lo que se publicaba de él. Ahora le he perdido un poco la pista.
2001 una odisea del espacio
No puedo dejar de pensar en el primer fundido en negro de la historia del cine. Una nueva pieza en el código del lenguaje visual. Maravillosa la secuencia en la que el hueso lanzado por un mono se convierte en una nave espacial. Ni puedo dejar de recordar a Kubrick, quien quizá sea mi director favorito. He visto sus películas muchas, muchas veces. ¿Te das cuenta, Pablo, de que hasta ahora todos los nombres que has elegido tienen que ver con la distorsión de la realidad, con una mirada muy particular sobre el mundo?
La Oreja de van Gogh
Me evoca la primera biografía que leí de un pintor cuando tenía dieciséis años. Musicalmente hablando me hace pensar en la música que ponen en los bares y discotecas al final de la noche cuando quieren que te vayas yendo a casa… así que parece que ya nos vamos, Pablo.
Ha sido un placer charlar contigo. Como siempre.
Fotografía: Antonio Fortes
Ilustraciones cedidas por Javier Zabala
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A javier mejor pregúntale por kundera o por Jack Vance, que son más de nuestra época…
Saludos de un ex-paisano.
¡Es un artesano colega!
Un tipo inteligente, sin duda. Bueno, dos (que Amargo también es artista)
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