Blogs Del trivium y el quadrivium

Cómo sobrevivir a la propiedad horizontal

Digesto de Justiniano I

¿Qué es la multicolinealidad? Ni lo sé, ni me importa, ya que este artículo no trata sobre ella. ¿Qué es la propiedad? En términos jurídicos, la propiedad es el derecho real más completo, pues concede las más amplias facultades que un individuo puede ejercer sobre una cosa, como son el derecho a usarla, el derecho a aprovechar sus frutos y el derecho a disponer de ella, sin más límites que los previstos por la ley. Esta conceptualización de la propiedad y de las facultades que les son inherentes proviene directamente del Derecho romano, que entendía que aquellas, en lo atinente al suelo, se extendían de forma vertical, alcanzando no sólo a la tierra que uno pisaba, sino a todo cuanto se hallaba encima o debajo de ella. Así, suele decirse que algunos fragmentos del Digesto —una recopilación de sentencias aprobada por el Emperador Justiniano I en el año 533 d. C. que yo todavía no he leído porque aún tengo la esperanza de que alguien ruede El Digesto, la película— se refieren a la propiedad como “ilimitada hasta el cielo y el centro de la tierra”, afirmación que hoy en día colisionaría frontalmente con el asunto que ahora nos ocupa: las temibles comunidades de vecinos. Para desgracia del hombre moderno, los juristas han inventado el concepto de propiedad horizontal, que no sólo han limitado al suelo y techo de nuestros pisos —privándonos de la verticalidad que nos prometieron los romanos—, sino que encima han extendido a los malditos elementos comunes del edificio, tema central de cualquier reunión de vecinos y causa de innumerables dolores de cabeza.

Yo no soy la persona adecuada para indicarles cómo deben administrar sus fincas. Es muy probable, de hecho, que haya sido inhabilitado judicialmente para el desempeño de tal labor. No obstante, además de persona humana soy vecino, y sé hasta qué punto pueden llegar a hartar las reuniones de la comunidad. Mi tarea en este artículo, por lo tanto, consiste simplemente en ofrecerles una serie de consejos con el fin de lograr que sus vecinos dejen de contar con ustedes para sus aburridas reuniones y, en caso de no conseguirlo, enseñarles al menos a sobrellevarlas de la mejor forma posible. De todas las estrategias que los expertos han analizado —y que han sido recogidas y sistematizadas por el Doctor en Sociología Baldomero Schenkenberg en su célebre ensayo de 1978 Vecinos picaruelos, ¿qué voy a hacer con vosotros?—, las más efectivas según una encuesta celebrada en Quintanilla de Arriba, Valladolid, son las siguientes (NOTA: utilizar más de dos el mismo día puede resultar contraproducente).

  1. Acudir a la reunión acompañado de un muñeco (se recomienda que sea de tamaño natural) que se irá sujetando por la mano y la cintura, al cual presentaremos como “mi amigo Severino”. Conversar frecuentemente con Severino. Censurar cualquier mirada de asombro comentándole a Severino al oído lo indiscreta que es alguna gente.

  2. Intervenir activamente en la reunión proponiendo disparates. En caso de reproche, ningunear al interlocutor respondiendo únicamente “blablablá” y haciendo el gesto de abrir y cerrar la boca con una mano.

  3. Esconder eficazmente un reproductor de música antes de la reunión. Cada cinco minutos, y mediante el correspondiente mando a distancia, hacer sonar alguna de las siguientes canciones: La bomba de King África, Mi vecino de arriba de Joaquín Sabina, Alabaré a mi Señor de Jesús de Nazaret y la banda sonora de la película Vecinos Invasores.

  4. Encargar una muñeca hinchable. Solicitar que sea entregada a la hora de la reunión en el lugar en el que se celebre. Dar el nombre del presidente de la comunidad.

  5. Llegar tarde a la reunión. Abrir la puerta sin llamar y decir “¡Aquí está Hernán Cortés!”. Ir disfrazado de Hernán Cortés. Hablar en castellano antiguo.

  6. Ir acompañado de un intérprete que traduzca simultáneamente todas nuestras intervenciones al búlgaro y de otro que las traduzca a la lengua de signos. Éste último será un completo desconocedor de tal lengua y debe parecer que está jugando a adivinar películas.

  7. De vez en cuando, y valiéndonos de abucheos y patadas a la pared, interrumpir a quien tenga la palabra para poner en duda la legitimidad de la reunión debido a la incomparecencia de Jesús Javier (en caso de que este nombre coincida con el de algún vecino, sustituirlo por otro; al nombre, no al vecino). Al ser preguntado por la identidad de Jesús Javier, recurrir al punto 2.

  8. Colocarse en la puerta antes de comenzar la reunión y repartir entre los vecinos panfletos que anuncien la inminente llegada del fin del mundo al grito de “¡Vamos a morir todos!”.

  9. Contratar a dos gemelos idénticos para que acudan a la reunión y se acusen mutuamente de suplantación de identidad.

  10. Utilizar a modo de reproche el predicado de cualquier frase que el presidente de la comunidad pronuncie. Ejemplos: a “Todos conocéis ya el estado de los ascensores” contestaríamos enérgicamente “¡Tú sí que lo conoces!”; a “Cuanto antes acabemos, antes nos iremos a casa” responderíamos “¡Tú sí que te irás antes a casa cuanto antes acabemos!”; y así sucesivamente.

  11. Organizar una fiesta para amantes de los animales e invitar a toda la gente que sea posible. Se indicará a los invitados que deben venir acompañados de sus mascotas. La fecha, la hora y el lugar de la fiesta debe coincidir con el de la reunión.

  12. Ir vestido únicamente con un tutú. Reírse muy alto de las vestimentas de los demás.

  13. Preguntar siempre a la persona que esté hablando qué sabe de Rusia.

  14. Apagar la luz del lugar en el que se celebre la reunión cada cinco minutos. Argumentar que gasta mucho.

  15. Aprovechar el turno de palabra para contar chistes de Jaimito. Explicar siempre cada chiste riéndonos mucho con la explicación y preguntar si alguien quiere escucharlo otra vez. Comentar que uno es muy popular entre sus amigos gracias a esos chistes.

Sin más pretensiones que ayudarles a sobrevivir a la propiedad horizontal, espero que estos quince consejos les resulten tan útiles en sus relaciones vecinales como lo han sido para mí. Si tienen alguna duda respecto a su ejecución o su eficacia, pueden ponerse en contacto conmigo en la siguiente dirección: Calle Antigua República Yugoslava de Macedonia, número 12, Lugo —el piso es indiferente; desde hace algún tiempo y por motivos que desconozco, vivo solo en el edificio.

 

Dedicado al profesor Baldomero Schenkenberg

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10 Comments

  1. Bernardo de Gálvez

    Es insufrible leer estos artículos con el tamaño de letra tan pequeño y una tipografía tan distorsionada. Le recomiendo que utilice «Arial o Verdana». Son los dos tipografías más agradables para leer en pantalla.

    • @Bernardo, en caso de que tu comentario no sea irónico, siempre puedes ajustar las fuentes de tu navegador. Por ejemplo, usando Opera puedes configurar el aspecto estético de todas las páginas que visitas. Es más sencillo eso que reconocer en público que un artículo no te interesa lo más mínimo poniendo la tipografía como excusa, es absurdo.

  2. Alba Campos

    De nuevo, genial.

  3. Justo ahora estoy estudiando Derecho Civil III, el tema de la propiedad horizontal, me he reído bastante, clave lo de los gemelos, lo llevaré a la práctica.

  4. Pues a mí me parece una letra muy leíble.

    ¡Tú sí que eres insufrible! Mi amigo Severino también lo dice.

  5. Regina

    ¡¡¡Tú sí que tienes dos tipografías más agradables para leer en pantalla!!!

  6. Hola, buenas:

    Quizás os interese conocer http://mivecindad.com

    Un saludo

  7. ¡¡Buenísimo!! Me he reído mucho. Me encantan tus artículos (sobre todo los de humor, pero también los puramente culturales).

  8. No sabe usted cómo necesitaba este artículo: gracias, gracias, gracias, gracias.

  9. El tema de las reuniones de vecinos es algo que desde luego se puede mejorar. Nosotros estámos trabajando en algo parecido, aunque he de decir, que si soy el presidente y me pasa cualquiera de estas, sería imposible no seguir el juego…

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