Acudimos a los flamantes Teatros del Canal, un hervidero de actividad donde encontramos un mercadillo benéfico, técnicos montando escenarios, así como un extraño grupo de lo que parecen ser monjes shaolin con gabardinas de cuero (o igual eran infiltrados en Matrix) hasta llegar finalmente al despacho de Albert Boadella, el máximo responsable de la institución. Un cargo que compatibiliza con el de dirigir Els Joglars, la compañía privada más longeva de Europa —cumple ahora 50 años—, así como con la labor de ejercer de látigo de nacionalistas. Su intensa actividad en teatro, televisión y política ha hecho de él uno de los personajes más influyentes, audaces y polémicos en la España de las últimas décadas.
Se cumplen ahora 50 años de existencia de Els Joglars. Comenzasteis haciendo mimo de protesta contra el régimen. ¿Cómo recuerdas aquello?
Desde el punto de vista artístico prefiero que no existan vídeos, porque dejaba mucho que desear. Pero desde el punto de vista de los contenidos y de la acción creo que estaba lleno de originalidad y singularidad en aquel momento. Hacer cosas estrictamente con el cuerpo, sin la palabra, permitía burlar la censura, porque era en gran medida censura literaria. Lo recuerdo como una relación muy intensa entre el público y nosotros. El público asistía a las representaciones como aquél que va a ver un ritual religioso.
En Adiós Cataluña desmitificas la lucha antifranquista. Criticas la afectación y el dogmatismo de los ambientes “progres” de la época. ¿Influye en esa visión la evolución posterior que viste en muchos de ellos?
Creo que hay una impostura por parte de mi generación y es atribuirse haber acabado con el franquismo. Y eso no es cierto, con el franquismo acabó la propia naturaleza. Mi generación no hizo lo suficiente para poner fin al franquismo, el franquismo se hizo el harakiri, pero no fue mi generación la que acabó con él.
De esos tiempo describes por ejemplo a un Luis Llach llorando porque no podía ser el músico que cerrase un concierto.
Sí, describo las cosas más ridículas de nuestra época, en la cual la fachada exterior era siempre de revolucionarios arriesgados y en el interior estaban las miserias humanas que siempre están en cualquier cosa de este tipo. Y cuando mi generación luego se ha atribuido tantos méritos, he señalado que esto no era así.
Serrat sale bastante mejor parado, lo oíste cantar antes de que se hiciera famoso.
Serrat ha tenido en su vida una postura más coherente, más honrada. Ha sido el mejor cantante que ha tenido Cataluña, sin duda. Es un hombre que ha practicado el bilingüismo en su canción y no ha vivido de las paranoias nacionalistas.
También conociste a la Fura dels Baus en sus comienzos y casi te lías a tiros con ellos.
Vivía en una masía en medio del bosque, en un lugar idílico a mil metros de altura. Cuando volví del exilio —tras haber escapado de la cárcel— y se me concedió la libertad provisional, mi abogado me dijo que vigilara porque podía sufrir un atentado por parte de los ultras, los nostálgicos del franquismo, que en aquella época eran muy activos. Cuando la Fura apareció entre la oscuridad, haciendo monerías y dando saltos, pensé que serían los ultras. Como tenía escopeta de caza, la cargué con munición para jabalíes. Pensé «antes de que ellos me maten a mí, los mato yo». Hasta que al final los reconocí porque se pusieron a gritar algo así como “¡somos la poesía!” y pensé que los ultras no podían ser la poesía.
Esa vida rural que has llevado curiosamente suele encarnar la esencia misma de la patria — ya sea el caserío en el País Vasco o la masía en Cataluña— para el nacionalismo al que te opones.
Siempre me gustó la Cataluña más agropecuaria, me parecía más auténtico todo allí. Porque no existía en aquél momento una idea política de reivindicación nacionalista, simplemente a la gente lo que les preocupaba era el precio de la leche. Me gustaba este ambiente de cercanía a la naturaleza. Nunca he renunciado a ser un hombre nacido en Cataluña y que ha hecho unas obras con unos contenidos que son muy propios de ese rincón del mediterráneo: la ironía, el sarcasmo… mis atributos han sido siempre muy catalanes. Lo que nunca he querido es usar esto como efectivo militar contra otras formas, contra la nación española, contra mi propia familia. Pero no he renunciado nunca a pensar que hay cosas allí fantásticas, hay paisajes maravillosos en los que da gusto vivir. Y hay gente del campo —o había en aquél entonces, ahora menos— originalísima, divertida, muy especial. Vivía muy a gusto en ese lugar.
Por el contrario Nueva York, por ejemplo, creo que no te gustó.
Nueva York es una ciudad que durante una jornada ya la has visto. Es muy primaria en ese sentido. Es un cóctel de negros, hispanos, descendientes de irlandeses… etc. Un caos más o menos organizado, pero es una ciudad que han promocionado tanto, sobre todo desde el ámbito cinematográfico, que cuando entras dices “pero si ya he estado aquí”. No supone ninguna sorpresa. Además yo entré de la mejor forma en que se puede entrar, con el Queen Elisabeth por el Hudson, o sea lo ideal, y ni así.
¿Y Madrid? Porque ahora estás viviendo aquí, ¿no?
Sí, vivo a caballo entre Madrid y Cataluña. Pero Madrid tiene el encanto especial de que nadie reinvindica nada de aquí, no hay un nacionalismo madrileño. Es una ciudad en la que la gente es muy abierta, enormemente abierta. Nunca estás sólo en un bar si vas a tomar una copa, siempre acabas hablando con la gente que hay a tu alrededor o con el camarero. Y eso es muy agradable.
Defiendes mucho la tradición. Resulta paradójico siendo tan iconoclasta en algunos aspectos.
Es que la tradición de mi oficio es una tradición iconoclasta. Yo practico un oficio como hacía Aristófanes hace 2.400 años, sin demasiadas diferencias, salvo que él escribía mucho mejor que yo. Pero el procedimiento es el mismo. En este sentido soy totalmente tradicional ejerciendo mi oficio, lo que sucede es que este oficio es iconoclasta y en este sentido sigo la tradición.
Pareces muy interesado en la cultura y las tradiciones católicas. Hasta tienes dicho que rezas un padrenuestro cada día.
Los españoles somos hijos de una cultura cristiana, de esto no hay duda. Aunque la Constitución pueda hablar no de laicidad, que no usa ese término, sino de aconfesionalidad. Para mí ese humanismo cristiano finalmente es lo mejor que he encontrado. Porque forma parte de las raíces no sólo mías, sino de multitud de generaciones. He visto los intentos de hacer rituales laicos y siempre me han parecido absurdos. Ante un entierro, por ejemplo, prefiero un entierro religioso bien hecho.
¿Eres creyente?
Como artista tengo que creer forzosamente en algo, en una imprecisión. Un artista es un hombre que conoce el mundo de lo intangible, de las cosas que no son directamente materiales. No hay nada que induzca tanto a ello como el arte, por eso la iglesia lo ha utilizado tanto. Sabía que era la mejor forma de comunicación con lo intangible. Otra cosa es que le ponga nombre y apellidos, digamos, a cada uno de los seres supremos. Pero delante de lo que representa el cosmos, reconozcamos todos —laicos y creyentes— que hay un misterio. Que hay cosas que nos resultan totalmente desconocidas. Por tanto ante lo desconocido, soy optimista y prefiero las cosas que me son positivas. No tengo por qué pensar que cuando me quemen se acaba todo.
Entonces tienes esperanza en un más allá.
Sí, porque tengo dos caminos, el de la desesperanza o el de la esperanza. Si tengo las mismas posibilidades en uno que en otro, pues prefiero el de la esperanza.
En cierta ocasión dijiste “he aprendido más del ganado que de Stanislavski”. ¿Es una provocación o hay algo de cierto en ello?
Vivía en el campo y tenía gallinas, caballos, ocas y de todo, me divertía mucho la observación de los animales. El mundo de la interpretación no es solamente cosa de los humanos, los animales también interpretan. Para defenderse hacen gestos en los que no creen, pero que les sirven para atemorizar al contrario. Me interesaba mucho esto de los instintos y juegos de los animales, es algo que he utilizado mucho en mi teatro.
En esa línea, el primatólogo Frans de Waal tiene dicho acerca de los chimpancés que “el enemigo mortal de una tribu es el grupo del cual se ha separado recientemente”. Parece encajar con las desavenencias que has vivido tanto teatrales como políticas.
Esto sería una metáfora de lo que ha ocurrido conmigo y con Cataluña. Hay una cosa que es lógica, no hay nada que puedas aborrecer tanto como cuando ves que los tuyos lo hacen mal o han sido desleales contigo. En el fondo acabas prefiriendo el enemigo declarado que no la deslealtad. Esto es el problema del nacionalismo en España. Los nacionalistas no se dan cuenta de que provocan un sentimiento muy adverso por parte del conjunto la familia española, porque hay unos que los desprecian y no quieren estar con ellos. Es un sentimiento muy profundo y muy aborrecible, es algo que tiene que ver con los animales también.
¿El gobierno de Artur Mas supone alguna variación?
Creo que Cataluña sufre un proceso autodestructivo. Antes era una sociedad estructurada que aplicaba siempre y ante todo la prudencia y el sentido común. Estaba aferrada a las cosas materiales, a la realidad. Ahora es todo lo contrario. Está aferrada a la ficción, a la paranoia de pensar que España es el enemigo y que cuando se levanta un señor de Madrid lo primero que piensa es en qué putada va a hacer hoy a los catalanes. Y eso ha ido a más. Hemos ido de mal en peor. Tuvimos a un Tarradellas, que estuvo bien. Después a Pujol, que comenzó todo el jaleo. Posteriormente a Maragall, que fue una catástrofe. El siguiente fue Montilla, un hombre de una mediocridad excelsa. Y ahora estamos ante una persona yo creo que con muy pocas luces. O sea, que está a la altura de lo que en este momento es la sociedad catalana.
Tu mujer, Dolors, es pintora, y por medio de ella te has interesado por este arte. ¿Cuáles son tus pintores favoritos? ¿Qué museo frecuentas más?
En pintura soy como en teatro: me gustan las cosas hechas con inteligencia. Es decir, me gusta la pintura con un gran oficio y con la inteligencia de saber manipular bien. ¿Mi mejor museo? El propio Prado, los Uffizi de Florencia, o ciertas cosas del Louvre. No soy un hombre de visitar los museos de arte contemporáneo porque creo que hay una desaparición del arte de la pintura y de la escultura. Ha entrado otra cosa, que la llaman artes plásticas. Creo que la pintura y la escultura prácticamente han desaparecido, son residuales.
Has llegado a comparar Arco con un tanatorio.
Absolutamente. Eso ya es otro mundo, el de la ocurrencias, que solo sirven para cosumir y tirar. Y eso desde el punto de vista artístico no me interesa para nada.
Dices que no te interesa representar teatralmente el sexo.
El sexo normal, corriente, es poco teatral. En el teatro, por ejemplo en la obra La increíble historia del Dr. Floit y Mr. Pla, utilicé una escena de pederastia con el viejo empresario y dos monaguillos de Montserrat, les empieza a tocar y les hace cantar el himno del Virolai. Cualquier desviación es más teatral que el sexo promovido de la forma que la hace el 90% de la gente.
Durante una actuación, en Alias Serrallonga, una de las pistolas de fogueo hirió de verdad a uno de los actores y el público pensaba que cuando pedían un médico formaba parte del espectáculo. Paradójicamente la gente sólo se lo hubiera creído si hubiera estado preparado.
El teatro impresiona más que la propia vida. Una muerte o una situación cómica tiene en el teatro mucho más relieve que en la realidad. Una muerte real carece generalmente de teatralidad, tendrá una impresión en relación a los sentimientos de los que le rodean, pero públicamente será una muerte sin ningún relieve especial. Para que la vida sea más vida que la propia vida hay que utilizar el teatro. Cuando vi caer al actor en el momento en que estaba herido, casi de muerte —tuvimos la suerte de tener un hospital a cien metros— porque le atravesó el pulmón una bola de papel del ABC, pensé “qué mal lo ha hecho”. Simplemente hizo un gesto y cayó al suelo, mientras que otras veces le daban espasmos y daba dos pasos agonizando, con lo que la gente solía quedarse impresionada.
Respecto a esto Savater tiene dicho que la realidad supera a la ficción porque no necesita parecer realista.
La realidad supera a la ficción en todos los sentidos, sin duda. Pero no la supera desde el punto de vista de la forma. Para que la realidad tenga un relieve suficientemente impresionante ha de tener una manipulación de la forma: eso es el arte. Yo, por ejemplo, no he podido ver la famosa montaña Sainte-Victoire que pintó infinidad de veces Cezanne; cada vez que paso por allí ya no veo la montaña real, veo la pintura de Cezanne, me parece mucho más impresionante que la propia montaña. Eso es el arte.
¿En qué consiste el sentido del humor? ¿Qué convierte algo en gracioso?
El sentido del humor es el sentido de la distancia. Cuando nos distanciamos de la realidad sentimental, por así decirlo. Cuando nos reímos casi de nosotros mismos. En ese sentido es un antídoto contra el fanatismo. El sentido del humor siempre es distancia y es eso lo que nos provoca la risa, ver el ingenio de los demás o la mediocridad de los demás. Cuando sentimentalmente estamos muy ligados nos cuesta tener sentido del humor.
¿Qué opinión te merece la alta cocina contemporánea?
Sucede que me gusta la cocina con sensualidad, con olor, con una cercanía a la naturaleza. Y que me cambien tanto la naturaleza… que una ostra, en vez de tener sus colores blancos y grisáceos sea azul, pues no me divierte en especial. La cocina contemporánea, al igual que ocurre en el arte contemporáneo, tiene una gran parte de ocurrencia más o menos graciosa. Creo que la cocina actual ha hecho dos cosas magníficas que hay que reconocérselas. Una son los postres, que son en general una cosa muy ingeniosa, muy buena. Los dulces no son cargantes con sabores ingeniosos y divertidos. Y la segunda son los aperitivos, que contienen un poquito de alguna de esas cosas extrañas que tomada con un vino al principio están bien. Pero en lo que es el centro neurálgico de los platos, todavía la cocina tradicional tiene prioridad. Un pollo de corral bien hecho supera cualquiera de estos ingenios.
¿Has estado en elBulli?
Sí, encontré que era un muestrario para profesionales donde ir probando cosas que se pueden hacer, pero no es una cena que recuerde especialmente emotiva grastronomicamente.
Hay personas que critican tu cercanía a Esperanza Aguirre, dicen que te has vuelto más conformista con el poder.
Mi cercanía a Esperanza Aguirre tiene un motivo esencial. En primer lugar siento por ella una enorme simpatía y conecto con ella en muchas cosas a nivel personal e incluso a nivel público. Podríamos hablar incluso de amistad. Por tanto es lógico que cuando me ha hecho una proposición con todas las garantías de libertad la haya aceptado. Porque eso no se encuentra cada día. Hay que tener en cuenta algo esencial: esta libertad tiene muchísimo más mérito porque Esperanza sabe que no voto a su partido. Lo sabe porque hago actos públicos con UPyD. Ahora estoy en una circunstancia y un lugar que me permite hacer cosas que jamás hubiera imaginado a manos de una institución pública, y eso es un privilegio. El día que se acabe me marcharé. Nada tiene que ver que yo dirija artísticamente un teatro público con mi propia ideología. No pongo mi ideología aquí, dado que vienen toda clase de espectáculos.
Ya para terminar, cuál será tu siguiente proyecto.
Quiero recuperar, con el poco tiempo que me queda, mi frustrada vocación de músico. Lo que más me gustaría en los próximos años es hacer cosas musicales, con orquestas, con cantantes. Es lo que más me atrae en este momento, buena prueba de ello es que remonté El Nacional, que es como un musical, y poco tiempo antes hice Amadeus. Son dos signos de este interés que tengo.
Porque en la juventud estuviste muy influido por ella, ¿no?
En mi familia había muchos músicos. Mi tío era un gran pianista, mi primo hermano era un gran violonchelista, tengo un hijo que es violonchelista, mi hermano mayor era cantante de zarzuela. Lo que no había era vocación hacia el teatro.
Fotografía: Guadalupe de la Vallina
Buenísimo texto y sensacionales fotografías, qué gran revista
he leido bien o ha dicho que la sociedad catalana actual tiene pocas luces?
siempre me gusto que fuera por libre y contra todo. pero ese acercamiento a esperanza le pierde bastante.
Fanatismo que por otro lado es el que le proporciona subvenciones a este señor para sus «espectáculos» en Madrid.
ufff! este señor siempre acaba habando de lo mismo, ¡que cansino! Critica el nacionalismo catalán pero es un paniaguado del nacionalismo español mas rancio y casposo de la Sra. Aguirre, ¡amos hombre!!
El nacionalismo español te puede gustar más o menos, pero es consecuente, es decir, España es una nación.
Ahora bien el nacionalismo catalán es una incongruencia porque Cataluña no es una nación, te pongas como te pongas.
Cataluña no es una entelequia inaprensible. Es una región mas, integrada desde hace siglos dentro de la Nación Española, como Murcia o La rioja.
Ni siquiera existe algo así como el pueblo catalán (ni lingüística, ni política, ni sociológicamente) excepto dentro del imaginario independentista, ese conglomerado oligárquico y chantajista de paletos de distinto signo, que cuando organizó el referémdum del estatuto, sólo consiguió que votase el treinta y pico por ciento del censo de «un pueblo oprimido y con ansias de libertad»
Ya ves tú lo que le preocupan al pueblo catalán vuestros inventos.
Sé que decir esto me convierte en un fascista irracional y reaccionario, pero que le vamos a hacer, ahí están los libros de historia.
Este señor habla de lo que le preguntan a lo mejor la culpa no es del que contesta.
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menos mal que este señor ya no actúa en Catalunya. Un problema menos.
Qué tolerante te ha quedado eso… Por lo que a mí respecta a Madrid puede venir a actuar quien le dé la gana y piense lo que piense.
Exacto. Ahi esta la diferencia.
Madrid cada dá va a mas y Catalunya, cada día a menos.
Aqui puede actuar quien quiera, en el idioma que quiera y sobre lo que quiera.
En Catalunya que no actúe tal o cual señor es para mucho un problema menos.
Vaya, salgo de Elvira Lindo y me meto en Boadella.
Echo de menos a Pedro Ruiz, quizá un especial, de esos con II…
Pues a mí me parece que tiene las ideas claras y bastante sentido común. A ver si se le pega algo a la Sta. Esperanza. Nunca se sabe.
un tipo que hace años dejó de tener un mínimo de interés artístico, si no echara porquería a Cataluña, en Madrid no le haría caso nadie.
Para mi esta persona es un «Sanchez Dragó» más.
Muy confundido o asqueado has de estar para seguirle la cuerda a un tipo como este.
«En Madrid no hay nacionalismo madrileño» no? UPyD, UPyD, UPyD, UPyD
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Cataluña se escribe con ñ. NO seamos cateteos, conyo. Cuando habléis en catalán, doncs ho escribiu amb «ny», però fins aleshores, no.
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