(A Franco Basaglia, 31 años después)
El pasado sábado el programa Informe Semanal que dirige Alicia G. Montano proyectó un añejo y confuso reportaje sobre los enfermos mentales titulado Los límites de la razón. Tan añejo era que hacía más de 25 años que yo no veía nada igual en la tele. Se contaba la vida de varios enfermos y sus procesos de recuperación. La novedad del caso era que dicha rehabilitación se llevaba a cabo dentro de un hospital psiquiátrico y no en alguno de los recursos comunitarios habituales al efecto. El centro hospitalario en cuestión aparece muy cambiado, remozado. Ya no es lo que fue, un triste lugar perdido a 50 kilómetros de Madrid en la España de cuando casi nadie tenía coche.
Hacía mucho tiempo que yo no veía un hospital psiquiátrico en funcionamiento. Tal vez más de 10 años. Pero no se me ha olvidado el lejano aliento a molicie, a abandono y a encierro interminable.
Hace unos días asistí en una hermosa ciudad del norte de España a un debate con representantes de la asociación de familiares de enfermos mentales de esa localidad. Los padres pedían tratamientos obligatorios para sus hijos más refractarios a someterse a terapia y mostraban un vídeo donde algunos de esos hijos reclamaban esa misma obligatoriedad en una secuencia inenarrable. Uno de los familiares que hablaba sobre los tratamientos involuntarios comentó que la voluntariedad o no de los mismos era una “cuestión de valores”. Supongo que se refería al imposible baile entre libertad y seguridad.
Efectivamente, toda la praxis médica no es más que una concatenación de valores: epistemológicos, éticos, económicos, etc. Pero de valores que deben someterse a la dictadura de los hechos y no al revés. Porque hay información científica tan abundante como rigurosa para apostar por el cierre de los hospitales psiquiátricos, por el tratamiento de los enfermos en su medio social y familiar habitual y para situarse en contra de los tratamientos involuntarios. Porque es así, porque hay bases de datos donde se recogen todos los estudios clínicos que informan a diario del beneficio de un enfoque y no del otro. Así es la ciencia, que es una ética, sí, una ética que compromete.
Algo no se ha hecho del todo bien cuando se remozan psiquiátricos o cuando hay padres en algún lugar de España que con todo el derecho que les concede el sufrimiento se expresan de esa manera. Cierto que la mayoría de las familias afectadas no piensan así. Al igual que la mayoría de afectados demandan una asistencia psiquiátrica que no les obligue a abandonar su entorno ni a cortocircuitar sus vidas.
Pero me aterra comprobar la escasa reacción que en el gremio causan estos temas. Amorrados al pilón psicofarmacológico o adormecidos en sus divanes especulativos, burgueses y cobardes, la mayoría de psiquiatras, psicólogos y afines no manifiestan demasiada irritación porque se ingrese a los pacientes en ciertos lugares y según qué formas. Mientras haya camas y estén limpias… Olvidando que los esquizofrénicos se tratan estando de pie.
La excelente película La mejor juventud (2004) devolvió hace unos años entre los vivos la figura de Franco Basaglia, el psiquiatra italiano que desde el Psiquiátrico de Gorizia lideró el desmantelamiento de los manicomios. En la obra de Basaglia hay tramos que no resisten el cientifismo ni la actualidad pero hay fragmentos de su obra que convendría que los aprendiesen los niños: «Cuando se destruye el manicomio es cuando nos encontramos con el sufrimiento del ciudadano y ya no se podrá dar una respuesta institucional, sino individual: una respuesta de lucha, de afirmación por la vida. Cuando el manicomio ya no existe, desaparece el prejuicio de que dentro están los malos y fuera los buenos». Que es lo que canta Caetano Veloso: “ … de cerca nadie es normal…” ¿Cuándo se enterarán algunos de todo lo que se encierra tras ciertos muros?
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Totalmente de acuerdo con lo que dices. Desgraciadamente siguen existiendo estas prácticas hospitalarias, y tb algunas familias que las reclaman a la desesperada (supongo que cuando los profesionales que trabajamos no hemos sabido o llegado a atender adecuadamente sus necesidades). Basaglia, un maestro donde los haya, tendría que estudiarse en las escuelas, efectivamente. Otro gallo nos cantaría… Y qué cierto es las limitaciones de muchos psiquiatras y psicólogos en la atención a personas con enf mentales graves.
Vamos por partes Juan José Martínez:
1. Es de un simplismo aterrador agarrarse a la antipsiquiatría como modelo para criticar un reportaje en el que se intenta ofrecer una imagen realista acerca del abordaje de la enfermedad mental grave y duradera.
2. Le recomiendo profundizar más en la bibliografía y/o literatura científica acerca de los mitos y realidades de la desinstitucionalización psiquiátrica y sus verdaderas posiblidades. Supongo que sabrá lo que es una persona con esquizofrenia (y no estimatice llamando a estas personas esquizofrénicos) que es severamente refractaria al tratamiento farmacológico y que sufre y/o hace sufrir a los demás debiendo aportarle un entorno estructurado que minimice su exposición a riesgos…
Pero con esto no quiero justificar la existencia de manicomios y, en el caso del centro analizado, le ruego elimine ese calificativo peyorativo que, en ningún caso, es admisible.
3. Supongo que usted no conoce dobles mensajes de las administraciones tras la reforma psiquiátrica nunca completada. Tampoco sabrá que muchos dispositivo sociales acaban necesitando de entornos más estructurados por la propia dificultad para la contención que tienen…
4. Quizá debería saber que lo que hacen falta son centros especializados de abordaje de la enfermedad mental grave y duradera. Muchas veces estos entornos estructurados aportan un soporte suficiente como para garantizar posibilidades de reincorporación a la sociedad de los pacientes en mejores condiciones…
5. El debate que usted plantea es arcaico… Desde hace tiempo los mal llamados hospitales psiquiátricos son centros para la rehabilitación y reinserción que pelean por hacerse un hueco en el sistema socio-sanitario que muchas veces les estigmatiza… Visiones como la suya desde luego no ayudan…
6. Le invito a informarse más (existen literatura científica al respecto) y a alejar a Pinel de su cabeza… Es una lástima que se quedara en lo de “remozado” aludiendo a la fachada y no profundizase en los contenidos…
Yo conozco un caso. Lo vivieron personas muy próximas a mí.
Un hombre tranquilo y trabajador se convierte, de repente, «en otro». Su hija oye gritos y encuentra a su madre, aterrorizada, siendo obligada por su padre a arrodillarse ante él. Diagnóstico: esquizofrenia. Dada su agresividad, se le encierra en un psiquiátrico, para alivio de los que vivían con él.
La hermana del enfermo, pero, no está de acuerdo con que se le interne, y convence a su marido para que remueva cielo y tierra con el fin de que su hermano pueda regresar a casa. Finalmente lo consigue: un juez ordena, contra la voluntad de la esposa, que se le deje libre.
Una noche, el enfermo se levanta, cierra con llave el dormitorio donde duerme su mujer, mata a su hijo de siete años y se suicida. Había dejado, disimuladamente, de tomar la medicación. Su cuñado, su «libertador», al enterarse de los hechos, sufre un infarto y muere.
Entenderá usted que comprenda a las familias que tienen miedo de vivir con un enfermo potencialmente peligroso.
¿Los partidarios de desmantelar los manicomios donde piensa que van a vivir los locos (perdón, enfermos mentales) peligrosos? ¿En SU casa de USTED? No, ¿verdad? ahhhhhhhhh
PD: muy bonito lo de Caetano Veloso, sí. Pero él no se habrá despertado con un hermano intentando clavarle unas tijeras.
Vamos por partes Juan José Martínez:
1. Es de un simplismo aterrador agarrarse a la antipsiquiatría como modelo para criticar un reportaje en el que se intenta ofrecer una imagen realista acerca del abordaje de la enfermedad mental grave y duradera.
2. Le recomiendo profundizar más en la bibliografía y/o literatura científica acerca de los mitos y realidades de la desinstitucionalización psiquiátrica y sus verdaderas posiblidades. Supongo que sabrá lo que es una persona con esquizofrenia (y no estimatice llamando a estas personas esquizofrénicos) que es severamente refractaria al tratamiento farmacológico y que sufre y/o hace sufrir a los demás debiendo aportarle un entorno estructurado que minimice su exposición a riesgos…
Pero con esto no quiero justificar la existencia de manicomios y, en el caso del centro analizado, le ruego elimine ese calificativo peyorativo que, en ningún caso, es admisible.
3. Supongo que usted no conoce dobles mensajes de las administraciones tras la reforma psiquiátrica nunca completada. Tampoco sabrá que muchos dispositivo sociales acaban necesitando de entornos más estructurados por la propia dificultad para la contención que tienen…
4. Quizá debería saber que lo que hacen falta son centros especializados de abordaje de la enfermedad mental grave y duradera. Muchas veces estos entornos estructurados aportan un soporte suficiente como para garantizar posibilidades de reincorporación a la sociedad de los pacientes en mejores condiciones…
5. El debate que usted plantea es arcaico… Desde hace tiempo los mal llamados hospitales psiquiátricos son centros para la rehabilitación y reinserción que pelean por hacerse un hueco en el sistema socio-sanitario que muchas veces les estigmatiza… Visiones como la suya desde luego no ayudan…
6. Le invito a informarse más (existen literatura científica al respecto) y a alejar a Pinel de su cabeza… Es una lástima que se quedara en lo de «remozado» aludiendo a la fachada y no profundizase en los contenidos…
Maravilloso texto. Y verdadero acicate para alguien, como yo, que está más cerca que lejos de dedicarse a tan bella profesión y que no tiene interés alguno en, como bien dice, amodorrarse.
Un abrazo.