El periodista Hermann Tertsch alerta lúcido desde twitter del titular cegador: “Sol ilumina al mundo (El País) Definitivamente se les ha ido la olla”. Cualquier persona con dedo y medio de frente pensará lo mismo. Los que tenemos dos, sin embargo, creemos que la ida de olla es generalizada. El maestro Arcadi Espada matiza al respecto. Tanta demagogia ufana con los illuminati (copyright Hermann) encuentra su réplica en el menosprecio de la actualidad noticiable de la competencia. Esos que titulan a saco por Rajoy cuando las cuatro columnas deberían ser para los indignados.
Al periodismo le sientan mal los antojos y las empatías. Enric González, referente también en estas páginas de Jot Down, descubre a las víctimas colaterales que el periodismo produce. Sin duda alguna. Pero el periodismo no puede permitirse, por su función de mediador y de relator de acontecimientos, tomar más partido que el de los hechos. O no debería, pues desgraciadamente los usos y vicios de la forofa sección de deportes se han impuesto como norma periodística. Es más, ahora parece ser que los escritores más jóvenes no buscan verdad en la literatura sino en los calzones y las pelotas del domingo. Como si Cristiano Ronaldo fuera menos tonto que el bobo Lucien de Rubempré.
En cualquier caso, el titular de El País lo hubiéramos suscrito en la adolescencia. Siniestra época en la que soñábamos con ser John Reed follados por Diane Keaton después de tomar el Palacio de Invierno. Al periódico de referencia de España le exigimos algo más que los días que conmocionaron al mundo. Y pueriles y febriles delirios erotico-políticos trufados de acné.
Otra cosa sería que detrás del titular se encuentre la voluntad de atizar el descontento en plena lidia electoral. Pero me faltan pruebas para la denuncia indignada.
La ida de olla indigna sobre todo por apropiarse de un pensamiento correcto (y apriorístico) que da por hecho la razón y la bondad del movimiento de marras. La vindicación marginal y la presión populista se han convertido, merced a los medios de comunicación más influyentes, en la ideología dominante y por ende intocable.
Esa tendencia de la izquierda por la altisonancia de abstracciones escritas en mayúscula.