La última de esas encuestas que pagamos usted y yo, señora, indica que el 45% de los ciudadanos catalanes votaría a favor de la independencia de Cataluña. Ante tamaño titular todavía estoy dudando de si la encuesta se realizó entre los espectadores de los documentales de TV2 o si la muestra demoscópica se constriñó al término municipal de Fígols i Alinyà. Tampoco descarto la posibilidad de que la pregunta se formulase a los aficionados del Camp Nou en plena celebración orgiástica de alguna maravilla malabar de Leo Messi.
En cualquier caso, sigo con la noticia y encuentro asimismo que el 30,3% se muestra partidario de que Cataluña sea “una comunidad autónoma de España”, un 30,4% aboga por un estado federal y el 28% se mantiene eufórico con la maravilla malabar de Messi. O sea con el estado independiente.
Como cada vez soy más tonto con lo que veo fuera de los lindes de los endecasílabos y de los veinticuatro fotogramas por segundo, hablo con el periodista y (pese a ello) amigo Daniel Tercero para que me explique la paradoja porcentual. Según me aclara (diáfano), con el gobierno de CIU el Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat ha introducido la pregunta directa de independencia Sí-No-Ns/Nc, pero manteniendo la indagación sobre el modelo de gobernabilidad preferido por los catalanes.
Así pues, topamos de nuevo con la irrealidad irreal marca de la casa gran del catalanisme. Casi la mitad de los catalanes sondeados votaría a favor de la independencia de Cataluña en unas virtuales elecciones, pero a la hora de plantear el estado propio el escaqueo es considerable y mengua la trempera hasta el 28%. En catalán paladín a eso siempre se le ha llamado jugar “a la puta i a la Ramoneta”. O para ceñirnos a la cuestión: sacar pecho ante la más que probable (y por otra parte, necesaria) reforma fiscal. Y mientras tanto presionar vía barómetro con la hinchazón de narices del personal. En fin, más madera.
Me encanta, por otra parte, ese 1’3% que a la pregunta de si se sienten más o menos catalanes que españoles escogen la duda metódica. ¡Es fantástico! La imposibilidad sentimental por escoger a una de las dos. Como en la parodia de la Trinca del bolero Corazón loco la angustia de vivir atado a dos patrias. Debería tomar nota, pues, el gobierno catalán de ese atormentado 1,3% que entiende que no es tan fácil (incluso irresponsable) mandar a freír espárragos a la parienta para fugarse con la querida.
No digas más tonterías por favor… Métete tu banderita y tus legionarios por el anus. Queremos lo que sea que no dependamos de los cafres españoles, que ya sabemos donde nos van a llevar… a la p. ruina!