En fútbol, como en cualquier otro deporte, siempre resulta agradable recordar algunas de aquellas jugadas que nos sorprendieron o emocionaron en su día, o que sencillamente enriquecían un partido cualquiera con una inesperada gema de calidad. Estas son algunas de esas jugadas, con sus correspondientes enlaces en video, para disfrute de todos:
Podríamos citar a muchos futbolistas que poseen un rico repertorio de trucos y filigranas al que recurren habitualmente. Podemos admirar la jugada aunque sepamos que tiene mucho de calculada y de recurrir a aquello que el jugador sabe hacer mejor. Pero en otras ocasiones vemos a ciertos futbolistas ir más allá de su zona de seguridad, arrastrados por una inspiración repentina —y frecuentemente ayudados por la casualidad—, dejándonos boquiabiertos con jugadas cuyo mérito no radica solamente en su calidad técnica, sino una fortuita clarividencia que convierte un momentos futbolístico aún por construir en una obra de arte de la más pura improvisación. El gol que el delantero del Liverpool Robbie Fowler marcó frente a los noruegos del SK Brann en 1997 es uno de los más fascinantes ejemplos de futbolista que, en una décima de segundo, parece construir en su cabeza un movimiento imposible y sale disparado en pos de esa jugada que sólo él ha podido ver, y cuyo éxito va a depender tanto de esa mágica inspiración como del saber sacar provecho de la casualidad. El gol apareció en los noticiarios de toda Europa porque muy rara vez vemos a un futbolista haciéndole un sombrero al defensa mediante un autopase de volea con el exterior del pie que vuela varios metros, seguido por el propio Fowler con el ímpetu de un ave rapaz. Si se observa bien al equipo rival, los noruegos tardan medio segundo más en asimilar lo que acaban de ver: medio segundo que a Robbie Fowler le sobraba porque él ya había visto el futuro nada más tocar el balón:
VER VIDEO: Gol de Robbie Fowler al SK Brann
Y ahora una interesante pregunta: ¿había algún jugador capaz de robar el protagonismo en un partido frente al Nápoles donde jugaba Maradona, y haciéndolo con una jugada digna del propio Maradona? Sí, lo hubo: Roberto Baggio, aquel oasis en el desértico y descorazonador libro de estilo del fútbol italiano, que fue probablemente uno de los últimos grandes futbolistas cuyo talento sin pulir llevaba a los estadios esa clase de fútbol que hacen los niños en la calle. Lo cual, dicho sea de paso, es probablemente el mayor logro artístico al que puede aspirar un jugador. No es lo mismo transcribir a la gran competición el fútbol cuidadosamente cultivado de la Masía —¿Meritorio? Sí. ¿Inesperado? A duras penas— que trasladar a los grandes estadios los arrebatos de asilvestrada inspiración de las calles de Caldogno. Baggio se hizo célebre por su extensísimo repertorio técnico, nacido de la escuela de fútbol del barrio: un regate a medio camino entre la precisión posicional de Maradona y el cambio de tiempo de Cryuff, tiros libres para los que no importaban ángulos ni distancias, pases mágicos entre las líneas, etc. Pero si había algo en lo que fue único era en el control de balón al primer toque, y muy especialmente el control de balones aéreos. Sólo así puede explicarse el que, cuando jugaba en el Brescia, hiciese uno de los controles de balón más extraordinarios de todos los tiempos: con un único toque se habilitaba una pelota que venía de la estratosfera y driblaba al portero de toda una Juventus, dejándose abierto el camino a la portería. Una de esas cosas que de tan increíblemente difíciles terminan pareciendo fáciles, a tres minutos del final y cuando iban perdiendo uno a cero. Fue, sí, un jugador irregular, pero podía solucionar partidos virtualmente desde la nada:
VER VIDEO: Gol de Roberto Baggio a la Juventus
Hablando de fútbol de la calle: “reconozco que no soy un santo, que me gusta la noche y que las ganas de juerga no me las quita ni mi madre. Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una tontería en el coco: no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme”. Casi nada. El salvadoreño “Mágico” González no hubiese durado demasiado tiempo en la Masía o en la escuela del Ajax, y de hecho nunca se adaptó a la disciplina de un gran equipo. Su informalidad arruinó posibles fichajes con el Paris Saint Germain o el F.C. Barcelona. Sólo se adaptó al Cádiz porque allí la afición local terminó permitiendo su caótico estilo de vida a cambio de ser ocasionalmente deslumbrados por sus momentos de inspiración. La idea de tener que domesticarse en un equipo grande le repelía y ni siquiera pudo aguantar que en el Valladolid intentasen ponerle en cintura (en cuanto pudo, volvió a Cádiz a seguir con sus costumbres habituales). Las suyas no eran ambiciones profesionales, él sólo quería vivir al día y la cantinela de los títulos o la historia no le atraía lo más mínimo. Nadie sabrá nunca qué podría haber logrado de haberse comportado de otra manera, aunque sólo con esa desahogada actitud vital tan suya podía tener la serenidad suficiente como para salir a un estadio y hacer goles “de colegio” como este:
VER VIDEO: Gol de tacón de Mágico González
Más fútbol de calle con otro talento célebre por su afición a las fiestas y su alcoholismo, el irlandés George Best. Al igual que Mágico González, Best nunca pudo jugar en una gran selección, pero al menos sí logró la gloria en un equipo grande, el Manchester United, a quien con veintidós años ayudó a ganar su primera Copa de Europa marcando un extraordinario gol en la final frente al potentísimo Benfica (aunque la imagen no es muy buena, obsérvese de qué increíble manera le hace un túnel al defensa). Best obtuvo el Balón de Oro como mejor jugador europeo aquel mismo año y durante algunas temporadas más siguió deleitando a la afición con su fútbol selvático e imprevisible. Hoy sería difícil imaginar a Messi o Cristiano Ronaldo sintiéndose como en su salsa en un patatal, pero para George Best el estado del campo no era un problema, no en vano había desarrollado su fútbol en las calles. Así pues, ni siquiera el lamentable estado del barrizal en que tuvo que jugar contra el Northampton Town le impidió protagonizar una de sus jornadas más memorables, en la que marcó seis goles en un festival del contraataque del Manchester, humillando a un equipo que apenas podía creer la que le estaba cayendo encima. Tal es así, que a partir del tercer gol ni siquiera se molestó en celebrar, ni aun en sonreír. En el último gol, marcado a solas ante el portero, sienta al guardameta con uno de los quiebros de cintura más sutiles e imperceptibles que puedan concebirse, como si le avergonzase esforzarse por marcar otro gol más ante un rival masacrado. En realidad, con la inclusión de este sexteto, los siete goles del título del artículo se convierten en doce por obra y gracia de Best:
VER VIDEO: Los seis goles de George Best al Northampton Town
Y aún más fútbol de la calle, aunque en este caso se terminó transfigurando en un fútbol caído de los cielos. En 1979, el Niño Maravilla del fútbol mundial era un chaval de diecinueve años salido de un barrio de chabolas de Buenos Aires, a quien el seleccionador nacional César Luis Menotti había dejado fuera del Mundial 78 debido a su falta de experiencia. Aquel joven prodigio, llamado Diego Armando Maradona, había debutado en primera división con dieciséis años y se había colado en la selección con diecisiete, pero aún tendría que esperar para conocer sus días de gloria. En 1979 jugó el Mundial juvenil, donde Argentina ganó el título y Maradona fue proclamado inevitablemente como mejor jugador del torneo. Pero también fue aquel año cuando marcó su primer gol con la selección absoluta en un partido ante Escocia, donde por si a alguien le quedaba aún alguna duda el ex-chabolista puso de manifiesto que había llegado al mundo del fútbol para marcar un antes y un después. Aquel su primer gol con la albiceleste nos explica de dónde venía aquel Maradona que siete años después le pondría su nombre a una copa del mundo:
VER VIDEO: Gol de Maradona ante Escocia
En 1988, uno de los delanteros más admirados de las últimas décadas, el holandés Marco Van Basten, era sinónimo de terror para las defensas rivales. Había pocas cosas que Van Basten no fuese capaz de intentar para marcar un gol y lo mejor de todo es que ¡le salían! La final de la Eurocopa de 1988 enfrentaba a una de las mejores Holandas de la historia (nada que ver con la cuadrilla mafiosa que se enfrentó a España en el 2010) con la potente URSS. Holanda había abierto el marcador con un gol de cabeza —a bocajarro— de su capitán, el todopoderoso Ruud Gullit. Pero la final necesitaba algo para recordar, un “highlight” que pasase a la historia y Marco Van Basten se encargó de ello rematando un balón alto con lo que sin discusión alguna fue una de las mejores voleas de todos los tiempos. Aunque a sus veinticuatro años la calidad del ariete era ya bien célebre y de hecho había sido ya fichado por el más temible Miilan que recordamos, aquel gol produjo estupor en el mundo del fútbol. Un gigante había despertado. Lástima que pocos años después las lesiones empezaran a martirizarle, truncando lo que pudo haber sido una carrera mucho más apoteósica… y eso que tuvo tiempo de establecerse como un grande del fútbol europeo: tres balones de oro le contemplan. Con ustedes, Marco Van Basten:
VER VIDEO: Van Basten marca el “gol imposible” en la final de la Eurocopa
Ahora un gol completamente distinto. Aún se me pone el vello de punta cuando lo veo. Probablemente fue uno de los momentos más intensamente emocionantes que hemos presenciado en la historia reciente del fútbol, si no el que más. Tuvo lugar en la final de la Recopa de 1995. Quien vio aquel partido sabe por qué lo digo, y sabe también que quienes ni siquiera éramos seguidores del Zaragoza cantamos aquel gol como si fuese el gol de nuestras vidas; creo que ni siquiera el gol de Iniesta en la final del Mundial nos arrancó una explosión de adrenalina semejante. ¿Por qué? Porque afortunadamente hay ocasiones en el que el drama del fútbol trasciende los colores y las simpatías, imponiéndose por sí mismo; si tuviese que elegir El Momento —con mayúsculas— de emoción futbolística por antonomasia, este gol sería el candidato mejor situado. Hay pocas cosas más dramáticas en el fútbol que un gol en el último minuto de una prórroga: la afición zaragocista estaba animando como si le fuese la vida en ello y los caprichosos dioses del balompié decidieron darles su recompensa en forma de un gol inexplicable desde casi medio campo, cuando un Nayim que pareció repentinamente iluminado en pos de cumplir una arcana profecía decidió chutar a la aventura para adelantarse al reloj en la mejor tradición de la NBA y vencer lo imposible. Aquella noche ganamos todos, porque el fútbol nos hizo feliz sin importar los colores de nuestra bufanda; que es a fin de cuentas para lo que el fútbol debería servir siempre. Si hubiese sucedido en una película de Hollywood, nos hubiese parecido demasiado absurdo como para poder creerlo:
VER VIDEO: Gol de Nayim al Arsenal en la final de la Recopa
Esperemos que lo hayan disfrutado; próximamente seguiremos recordando goles y jugadas legendarias.
Gracias por recordarme tan grandes momentos. Gran post.
Pingback: Siete goles, siete recuerdos
EL momento es el gol de Rivaldo al Valencia de chilena. No hay más que recordad la explosión del Camp Nou, con Gaspart al frente…
¡¡¡¡Gracias!!!!! Por hablar de fútbol y sólo de fútbol, y no de todas las miserias y memeces que lo rodean.
Soy zaragocista. Llevamos unos años penosos. Caemos mal, jugamos peor, nos salvamos de aquellas maneras, nos avergonzamos.
Sin embargo, EL GOL por antonomasia, el gol imposible, el gol milagroso, el gol que todo aficionado quiere para hacer campeón a su equipo… ese gol lo marcó el Real Zaragoza. Y sólo los zaragocistas podemos decir orgullosos que, una noche, marcamos el mejor gol de todos los tiempos.
Por resaltar algo que no se ha mencionado, el gol de Baggio lo da alguien que será muy importante para el fútbol italiano de la década siguiente: Andrea Pirlo.
El F.C.Barcelona de Guardiola ha marcado goles bastante más espectaculares que la gran mayoría de los de ésta web.
También goles que valen títulos.
Recuerdan Ronaldinho? No han visto a Messi jugar? Xavi, Iniesta, Puyol, Piqué, Pedro, Alves, Abidal…
Les dejarían a todos estos en ridículo.
¡La pegó desde Cuenca!
Todavía lo recuerdo. Vaya por delante que soy culé hasta la médula, pero con el gol de Nayim lloré. Quizá porque lo estaba viendo en un bar con unos amigos maños.
Poco antes de este, también me hizo llorar Koeman en Wembley en la final del 92, igual que en el 88 me había hecho saltar y gritar de incredulidad Van Basten, por aquel entonces mi ídolo y a la vez mi mayor frustración, al no haber fichado por el Barça. Y antes de ese, creo que el primer gol que recuerdo como algo más que un gol, es el que Maradona vestido de azulgrana le marcó al Madrid.
Después vinieron Eto’o ante el Arsenal e Iniesta al Chelsea primero y a Holanda después.
Dicen que nos estamos acostumbrando a ganar, pero yo sigo emocionándome con esos goles al límite; esos goles que dan sentido al fútbol.
Mítico lo de los seis goles de Best que se cansa de celebrarlos. Casi no lo recordaba.
Muy buen post, como siempre.
Enhorabuena por el post. Yo tengo muchos goles en el recuerdo, pero destacaré este (seguro que podría destacar muchos otros) porque creo que dejó el sello de lo que podría ser. Y no decepcionó.
http://www.youtube.com/watch?v=Ldpt1i5K11g
El gol de Mágico no entra ¿no? Lo para un jugador con la mano y se va al poste…
Lo que comentas del gol de Nayim me recuerda a mi celebración en el gol que metía al Mirandés en la semifinal de la Copa del Rey en el la última jugada.
Qué grande es el fútbol por Dios.
Creo que este encaja con el espíritu del artículo:
Nwankwo Kanu
https://www.youtube.com/watch?v=5oExphu1Qqg
Creo que está caído el link al video del gol de Van Basten
Faltan los goles de Griezmann, Seferovic y Vela al Lyon, o el cabezazo de Satrustegi al Athletic, entre otros. ;-)
Ya cansa que en cada entrada unos y otros recuerden «lo que le falta al artículo». Es que no habría artículos suficientes para todos los grandes goles de la historia del fútbol. Yo personalmente hubiera elegido quizás algún otro, pero como no me he molestado en tomar parte de mi tiempo para hacer este trabajo no vengo aquí a decir lo que falta. Pero no me falta nada en realidad, porque se agradece que todavía en algún lugar nos recuerden lo bello del fútbol y no los morbos y las gilipolleces dominantes, que lo único que hacen es joder este deporte, deporte con el que se puede llegar a sentir un goce estético, un arte. Por último cito al autor: «Esperemos que lo hayan disfrutado; próximamente seguiremos recordando goles y jugadas legendarias.» Sed pacientes, aparecerán vuestros goles, yo confío que el mío, el que me dejó en éxtasis, aparezca. Gracias por el artículo y por amar el fútbol.
Si esto que hizo Aimar llega a entrar finalmente, estaría el primero de esta lista.
https://www.youtube.com/watch?v=io2FMwKEFk8
Falta este gol realizado por uno de los delanteros más técnicos y exquisitos que he visto jugar:
https://www.youtube.com/watch?v=n275iW54o68
Como mencionan anteriormente, el gol de Rivaldo de chilena ante el Valencia de un Barça muy gris, es también muy épico.