El director, guionista, actor y cantante —si hacemos caso a los rumores, aunque él intentará renegar de este último extremo— Nacho Vigalondo (6 de abril de 1977, Cabezón de la Sal, Cantabria) ya había trabajado en varios cortos y participado como actor en televisión y anuncios (los más ancianos quizá recuerden aquellos tres en un burro) antes de obtener fama gracias a la candidatura para el Oscar de su corto 7:35 de la mañana. Con el largometraje Los cronocrímenes, gran éxito en varios festivales de todo el mundo antes de conseguir su estreno en España, logró un reconocimiento popular que ya tenía en círculos más especializados. Ahora está a punto de estrenar Extraterrestre y filma Supercrooks trabajando codo con codo con el guionista de cómics Mark Millar mientras polemiza en Twitter. Nos adentramos en su productora, donde Nacho nos acoge y ofrece bebidas (sin alcohol), y nos ajustamos el esparadrapo en el entrecejo de nuestras gafas de nerd para conversar con él sobre cine, cómics, Rob Zombie, internet, Star Wars y su futura carrera musical.
En tus películas acostumbras a partir de situaciones cotidianas hasta que un giro conduce la trama hacia algo extraordinario. ¿Es mejor empezar por un hecho insignificante para construir una gran historia?
No, no creo que pueda sacar ninguna lección ni consejo a partir de algo que ni siquiera es consciente. Es bonito pensar que si tiendo a escribir historias de la manera que has descrito es porque quiero teorizar sobre lo cotidiano en relación con lo extraordinario o al revés, no sé. La verdad es que si mis historias arrancan a ras del suelo es por los presupuestos que manejo, porque me siento cómodo trabajando con lo inmediato, con lo reconocible, y porque una especie de intuición me empuja a arrancar con los puntos de partida más universales y asequibles para todos.
También podría pasar que si empiezas por un hecho trascendental y no puedes mantener ese ritmo, el espectador se aburrirá.
Hay varias fórmulas. Una película como Star Wars, por ejemplo, necesita empezar desde lo más alto y lejano posible, no puede arrancar con la imagen de un tipo caminando por un descampado con dos robots al lado; mejor empezar con una nave espacial descomunal disparando lasers y pasando por encima de la cámara en un encuadre bastante raro. En Salvar al soldado Ryan, los primero pases que se hicieron con público fueron muy mal porque la película empezaba una vez terminado el desembarco, retratando la supuesta cotidianeidad del conflicto bélico; enseguida se dieron cuenta de que el público demandaba empezar de mucho más arriba e incluyeron ese arranque espeluznante que, aunque está totalmente fuera de la narración, es lo que ha acabado dando más identidad a la película.
Ahora que has mencionado Star Wars, ¿cómo hubieras hecho tú la nueva trilogía?
Pues creo que el error que cometió la nueva trilogía era dar por sentado que el espectador veterano ya estaba comprado, que sólo hacía falta conquistar a las nuevas generaciones, a los niños. Pero bueno, que yo pueda identificar este error no quiere decir que yo lo hubiese hecho mejor. Todavía estoy más cerca de los dos robots en el descampado que de la Space Opera.
A Jar Jar Binks lo odia todo el mundo, hasta los niños, que es al público para el que en teoría está diseñado. Es peor que un ewok.
Es un personaje que tenía todos los puntos para fracasar porque, por un lado, su función en la película, atraer al público infantil, era bastante impopular de antemano y por otro, la tecnología necesaria para desarrollar un personaje enteramente digital estaba en pañales. El resultado flojeaba no por una cuestión de pobreza técnica, sino precisamente de lo contrario, de sobreactuación. Parecía que, segundo a segundo, músculo a músculo, el personaje tenía que demostrar que estaba vivo. Y el resultado era bastante inconfortable. En realidad, era algo que sufría toda la película con todos los personajes digitales. Tenías a Liam Neeson hablando y, en profundidad de campo, a cien extras digitales, cada uno llamando la atención de una manera que no se consentiría a los extras reales. El resultado era muy poco armónico.
Había planos muy forzados de interacción entre personajes de CGI y actores.
Bueno, no olvidemos que la película es pionera en ese sentido. El CGI ha ido evolucionando desde entonces en más sentidos que el más superficial, que es de la búsqueda del hiperrealismo visual. No es tan paradójico que los efectos especiales de la nueva trilogía hayan envejecido más que los de la primera.
El corto 7:35 se podría calificar como una comedia musical. Con la tradición narrativa que hay en España, donde —salvo excepciones— se siguen los géneros al pie de la letra, ¿recibiste presiones para meter chistes en tus películas?
De entrada cometí la osadía, o torpeza, de que mi primera película fuese la primera no-comedia que hacía. Los Cronocrímenes tiene bastante humor pero nunca desde el guión, nunca de forma explícita. Hubiese sido muy raro que alguien me obligase a meter chistes en este proyecto, aunque sí te confieso que en una comisión de un canal de televisión hubo quien leyó el guión dando por hecho que se trataba de una comedia y se quejó de que no hubiese suficientes chistes. Y ahora, con Extraterrestre me ha pasado lo contrario; gente que daba por sentado que se trataba de una película de terror o un thriller consideró que el cartel que habíamos enseñado, en el que una pelota de tenis tiene tanta presencia como una nave nodriza, era poco serio. Y eso que llevo más de un año dejando claro que se trata de una comedia. En realidad, se sobreentiende que los directores son continuistas en su trabajo. Son muy pocos los que han llegado a adiestrar a su público para que sus expectativas, película tras película, partan de cero. El caso más extraordinario es el de los hermanos Coen, todo el mundo acepta que su próxima película pueda ser una comedia infantiloide o un drama sofisticado.
¿Cuál es tu película favorita de los Coen?
Durante mucho tiempo renegué de ellos porque me parecían más inteligentes que sensibles. Sus películas me parecían un puro cálculo…
Como las de Kubrick.
Sí, me pasaba lo mismo. Pero ya me he curado. Me he dado cuenta de que no es tan fácil distinguir el ingenio de la sensibilidad cuando eres espectador. Ahora estoy volviendo a ver todas las películas de los Coen y estoy rendido, me cuesta mucho decir cuál es la que más me gusta. Quizá la penúltima, Un hombre serio. Es impresionante, una película que sobre el papel no funciona, que no tiene un género claro, ni un tono, ni se mueve dentro de unos límites argumentales muy claros. Con un guión muy divergente, pero que tiene la solidez de un ladrillo. Es muy complicado hacer algo así.
Antes has mencionado Extraterrestre. Sabemos de ella que empieza de manera clásica: chico conoce chica… y, de repente, están inmersos en una invasión alienígena. ¿Volvemos a la situación cotidiana que torna en hecho extraordinario?
Me parece muy divertido tomar la herencia que arrastra un genero tan reconocible como el de invasiones extraterrestres y jugar con ella. Lo digo desde un punto absolutamente lúdico.
Por algunas imágenes que hemos podido ver da la sensación de que los protagonistas están algo alejados del conflicto, no están en medio de la invasión. ¿Esto es debido a la falta de medios o te interesaba hacerlo así?
Partiendo del hecho de que no tengo dinero para hacer una película de invasiones extraterrestres contada desde primera línea, tengo que ser sincero y reconocer que una parte muy importante de esa decisión es impuesta. Pero algo me pide que, en lugar de esperar a tener un gran presupuesto algún día, haga algo con lo que tengo entre manos y buscar la posibilidad de llevar las limitaciones a mi favor. Tengo muy claro que hay dos tipos de películas, las buenas y las malas, y que mi misión, mi convicción, es hacer una buena. A partir de ahí, cuestiones como el nivel de producción, etc. me parecen secundarias.
Al final, los cineastas estáis en manos del público. ¿Es fiable el público español, si es que existe ese ente entendido así? ¿Se sabe cómo va a reaccionar?
No creo que exista el público del cine español como si fuese un grupo con una identidad definida. Pero es que ni siquiera creo que exista el cine español. No creo que una realidad tan diversa como la cinematográfica en este país dé como para pensar en el cine español como si fuese un género con sus constantes, aunque todos sabemos que hay tendencias en los medios de comunicación en las que sí se habla de un cine español eterno… que en realidad ya no existe. Ese cine de putas, curas, maricones y guerra civil que como mucho existió hace tres décadas. Si a día de hoy esa definición de cine español sobrevive es porque se ha convertido en un meme bastante popular.
Entonces, el alejamiento del público del cine español se debe a que este público no sabe qué es el cine español.
Cuando se habla del cine español en relación con su público hay una tendencia compartida por todos —y en este todos se incluyen desde los columnistas más reputados a cuatro colegas en un foro— a compararlo con el cine norteamericano. ¿Y por qué no lo comparamos con otros cines europeos como el alemán, el griego, el inglés, el checo? ¿O con los de otros países con un tamaño y economía más próxima a la de España? Cuando haces una comparación más razonable ves que no estamos tan mal, que exportamos bastante más que países similares al nuestro y que nuestra diversidad creativa es superior a la media. Pero es mucho más agradecido hablar de crisis que de bonanza, sobre todo si se pueden extraer conclusiones sensacionalistas o moralizantes.
Tanto al columnista como al mono de internet le resulta más divertido criticar.
Todos, en un momento u otro, caemos en el pecado de atacar antes que aplaudir porque es más fácil, más divertido. Por ejemplo, se ha hablado del batacazo del cine español en el extranjero cuando las cifras no son malas, tan solo bajas respecto al año pasado en el que una producción española diseñada para su explotación internacional, Planet 51, tuvo una vida excelente.
Lo que sí parece es que en España es más fácil producir una película de autor que una de acción o géneros populares, por ejemplo, cosa que en Francia no pasa. Allí te hacen tanto una película de acción como un cine intimista.
La perspectiva que tenemos de lo que se produce en Francia está muy filtrada por lo que nos llega aquí, obviamente lo más exportable, que es el cine de género que acabas de mencionar, pero también se hace mucho cine de autor. De hecho, no me atrevería a decir quién produce más. Resulta que, según la percepción que se tiene en el resto del mundo del cine español, curiosamente nosotros hacemos mucho cine de género, mucho fantástico, mucho terror. En el resto de países se considera que estamos pasando (o hemos pasado) una edad de oro del cine fantástico. Estoy seguro que los libros de historia del cine de dentro de 20 años hablaran de esto y parecerá que fuimos conscientes en su momento.
Está Jaume Balagueró…
Piensa que Balagueró está desde los 90 haciendo terror, desde Los sin nombre. Desde hace veinte años ha aumentado la producción de este tipo de cine y, sin darnos cuenta, se está convirtiendo en tradición en nuestro país. Lo que está claro es que la tendencia a la hora de describir y valorar el cine español es mucho más inmovilista que el propio cine, que ha vivido una transformación radical. Ahora se cuentan los taquillazos por año, cuando antes se contaban por décadas. Y se ha pasado de no exportar nada a vender derechos de remake, producir películas con proyección internacional…. Hace no tanto eso era ciencia-ficción. El cine español ha mutado de una manera que nadie sospechaba en los años 80 y es sorprendente que las críticas sean las mismas que entonces.
Además de ser director y guionista, no paras de cantar.
No sé dónde nos estamos metiendo ahora…
Es un rumor. Entras en Youtube y resulta que aparecen vídeos de cierto karaoke… ¿Te has planteado dar el paso inverso a Rob Zombie y dejar de ser director para emprender una carrera discográfica?
Cuando el cine se acabe será una de las opciones que tendré más presentes. Pero por falta de opciones, más que nada.
¿Qué influencias tienes?
Como se puede ver en mi producción musical hasta el momento, muy pocas.
Por cierto, ¿qué te parece el cine de Rob Zombie?
Me encanta. Soy fan suyo hasta la médula. ¿Has visto el anuncio que ha hecho para un detergente?
No…
No te lo pierdas. Lo extraordinario no es que esté dirigido por Rob Zombie, sino que él esté presente plano a plano. Sin saberlo, podrías adivinar que es suyo.
¿También te gustó el remake de La noche de Halloween?
Muchísimo. Todas sus películas me gustan. El díptico La casa de los 1000 cadáveres y Renegados del diablo me parece insuperable y las dos adaptaciones que ha hecho de Halloween me parecen buenísimas. Hay algo muy poco habitual en las películas de Halloween y es que, siendo encargos, están escritas por él. Esa voluntad de escribir proyectos como estos solo puede venir de un autor, nunca de un mercenario.
A mí me gustó que se alejara tanto de las originales, sobre todo en cuanto a perspectiva.
Luego él se quejó bastante de la tensión insalvable con los fans, que se quejaban tanto de los parecidos como de las diferencias con el original. El primer Halloween me parece una película extraordinaria. Cuenta dos historias, que ocupan cada una la mitad de la película, y en el seguimiento de los personajes principales, Michael Myers y su hermana, hay un juego de paralelos bastante poco evidente. Las localizaciones, por ejemplo, se repiten en el mismo orden. Si la película original era una historia de terror abstracto, puramente físico, el remake habla de una maldición de sangre. Rob Zombie me parece el modelo de director que me gustaría imitar, aquel que hace películas con planteamientos muy humildes pero que esconden una gran ambición.
Si te pregunto por tu película de terror favorita, me dirás El resplandor, La cosa…
Siendo honesto, la película de terror que más me ha influido es Terroríficamente muertos, de Sam Raimi; fue la que me reventó la cabeza en el momento perfecto de mi adolescencia. Por supuesto, El resplandor me parece un monumento.
¿Cuáles son las que te gustan de “las malas”?
No creo que haya películas tan malas que acaben siendo buenas y viceversa. Para mí la serie Z sólo es indicativo de la precariedad de los medios. Una película como El carnaval de las almas podría entenderse como una serie Z, pero nadie podría discutir que es una obra maestra. Una de las poquísimas películas que disfruto y soy consciente de que es horrible es Maximun Overdrive, de Stephen King, con Emilio Estévez, pero es un caso muy concreto.
¿Qué te parece el último cine de terror, el francés, tipo Martyrs o A l’interieur?
Tendríamos que ir película a película porque algunas me dejaron boquiabierto y otras no tanto. Martyrs, por ejemplo, me pareció una película muy provocadora, muy estimulante. De esas películas que consigue que, si dos personas la están viendo, a una le parezca una maravilla y a la otra algo abominable, y estén discutiendo sobre ello más tiempo del que dura la película. Es mi mayor anhelo como director: que de dos personas que vean la película una la odie y el otro la ame.
Si tomamos los discursos de John Carpenter y David Cronenberg como opuestos en el fondo, esto es, en el cine del primero el terror es algo que viene del exterior y en el del segundo, del interior, ¿con cuál te sentirías más identificado?
Además de eso, el discurso de Carpenter se encuentra en la forma en la que rueda; mientras que el de Cronenberg está en los conceptos que maneja, más decisivos que planificación visual, aunque por el tipo de ángulos y ópticas que utiliza es muy fácil distinguirle. Por ejemplo, hasta en los momentos más frenéticos su cámara es muy relajada, con unos travelling tenues bellísimos. Pero Cronenberg está en las ideas de guión, en las simbologías que maneja. Carpenter es pura gramática.
¿Podrías decantarte por uno?
No, porque por rachas he sido muy fanático de uno o del otro. Me resultaría más fácil elegir entre papá y mamá que entre Cronenberg y Carpenter.
Ahora tienes un proyecto con Mark Millar, la adaptación al cine del cómic Supercrooks. ¿Qué te pareció la película Wanted, basada también en uno de sus cómics? No era nada fiel.
Wanted, la película, nos gusta menos a los que hemos leído el cómic, claro. Los golpes de efecto del cómic están dirigidos a un público que ya conoce los pilares del universo del cómic de superhéroes y que entiende cuándo se están pervirtiendo. Y llevar esa propuesta al cine de forma fiel hubiese sido demasiado extravagante para demasiada gente. Poca gente habría digerido bien que de repente los personajes viajaran a una realidad alternativa para cazar más superhéroes con capa, por ejemplo. El lector de comic-books está mucho más estimulado que el espectador de películas, vamos. En cualquier caso, me hubiese encantado haber adaptado Wanted a la pantalla y mantener todos los disfraces locos, los viajes interdimensionales, el Supermán tullido y la montaña de mierda parlante.
Para la montaña de mierda parlante podrían haber aprovechado la que salía en Dogma poniéndole un traje ¿Y la adaptación de Kick-ass? Aún con evidentes concesiones, se aproximaba más al original.
Pasa algo parecido a la situación que atravesamos ahora con Supercrooks: la película y el cómic se están escribiendo a la vez, en paralelo, y a partir de ahí no se puede hablar de fidelidad de la película respecto al cómic, sino que la interpretación que hizo Matthew Vaughn conforme iba recibiendo la historia de Mark Millar iba en otra dirección. Y en este caso también me gustó más el cómic que la película, pero prefiero que sean dos propuestas diferenciadas.
¿Es Supercrooks el final del camino, donde la adaptación a la pantalla será ya todo lo fiel posible al cómic?
Si la película puede satisfacer al fanático de Mark Millar que hasta ahora se ha sentido un poco traicionado por las películas será porque yo mismo soy fanático de Millar desde hace ya más de diez años. Toda la primera década del siglo me la pasé sintiendo un fervor absoluto por sus tebeos, antes de que se hiciesen populares. Si entonces me hubieran dicho que un día iba a trabajar con él codo con codo me habría vuelto loco. En este sentido reconozco que las ideas que plantea Millar que son más osadas o aparentemente difíciles de llevar al cine son en las que más empeño voy a poner. Ése es mi sueño, luego ya veremos qué tal la película.
¿Y la elección de Madrid como lugar para desarrollar la acción?
Eso es algo que se ha deducido, nunca se ha dicho. De mi boca jamás habréis oído que la acción transcurra en Madrid y creo que de la de Mark tampoco. Pero es España.
¿La hipótesis es acertada o aún es secreto?
Piensa que aún estamos trabajando el guión; esta semana hemos llegado a la página 70 de la primera versión y no es que sea un secreto, sino que a lo mejor ni siquiera lo tenemos claro. Hasta que las altas instancias financieras no aprueben el guión no se puede saber cómo va a ser la película, todo puede cambiar.
Lo que está claro es que hasta ahora la actividad de superhéroes por aquí es casi nula.
Es muy baja. Es algo parecido a lo que sucede con las licencias de armas. Supongo que en este universo paralelo Michael Moore se hubiese hecho famoso denunciando la libre circulación de superhéroes por las calles estadounidenses.
Aquí en España se van a encontrar a supervillanos que, disimuladamente, ya hace tiempo que estaban dando el golpe.
Yo a esos no les quiero meter. No me siento con fuerzas ni ganas para meter ese tipo de villanos en mis películas porque, de momento, no tengo la energía u osadía de Jorge Sánchez Cabezudo, que ahora ha hecho Crematorio, o del maestro Enrique Urbizu. Una película como La caja 507, en el contexto de corrupción y supervillanía a la que estamos acostumbrados en España, o los agujeros a los que se asoma en su última película, No habrá paz para los malvados, hacen que sólo pueda decir “chapeau”. Yo todavía no soy capaz de meterme ahí, de dominar esas estéticas. Todavía utilizo el cine como una forma de evasión.
Volviendo a Mark Millar; tras la marcha de Warren Ellis, se encargó de The authority, una serie de mucho éxito, y consiguió incluso aumentar las ventas abundando en temas bastante polémicos. ¿Crees que la polémica triunfa?
En el caso de Mark Millar no creo que la polémica sea intencionada, sino que es una consecuencia de algo que parte como un divertimento: retratar a un supergrupo imposible como el que retrata The authority en un contexto político más o menos realista. Lo primero que hizo Millar al tomar estos personajes fue plantearse por qué los superhéroes se peleaban contra supervillanos por sistema en lugar de ir a por los líderes de las naciones oprimidas. Todas las derivas tenían esa intención realista. Por ejemplo, ya que hay dos personajes que son abiertamente homosexuales, ¿por qué no permitir que los villanos que se enfrenten a ellos los insulten por su condición sexual? Millar es especialmente bueno a la hora de escribir algo novedoso a partir de planteamientos de puro sentido común.
En realidad lo único que hace Millar es hablar de la corrupción política y la homosexualidad de Apollo y Midnighter, no entiendo por qué se convierte en polémica.
No tengo la menor idea de cómo funcionan los procesos mentales que llevan a una persona a sentirse ofendida a partir de lo que se diga en un relato ficticio, y menos en un relato grotesco y abiertamente satítico como es The Authority. En cualquier caso respeto al ofendido, su derecho a la crítica, a la respuesta. El problema es que esa respuesta conlleve, como pasó con Authority, que se llegasen a retocar páginas para endulzar el resultado. Pero por lo demás, como te decía antes, no considero negativo que una obra genere tensión entre el público. En cierta manera, es un indicativo de que se trata de un discurso vivo, actualizado. La polémica no surge desde el rechazo, sino de una discusión. Los cómics de Mark Millar no serían polémicos si no hubiese un número de gente que los defendemos con saña.
A todo esto, ¿quién es tu personaje de The authority favorito?
El mago politoxicómano, el Doctor, es un personaje maravilloso. Siento predilección por los superhéroes con más debilidades que poderes.
Además de Mark Millar, ¿no te gustaría trabajar con Garth Ennis?
Millar y yo hemos hablado mucho de Garth Ennis. Diría que los dos somos fans por igual, aunque él lo ha conocido y son colegas. Hace poco estuve en casa de Mark, en Glasgow, durante una semana. Cuando no estábamos escribiendo hablábamos de todo lo que habíamos leído y descubrimos que a ambos los ojos se nos abrieron como platos por igual cuando salió Predicador, en los 90. Millar me explicó cómo partir de esa serie, la forma de escribir los cómics cambió para muchos autores como Warren Ellis, Peter Milligan… Cuando llega Predicador los cuadros de texto en tercera persona de los que tanto abusaban los comic books por entonces desaparecieron casi por completo, los momentos más cinéticos dejaron de dialogarse, acercando el ritmo de lectura al del audiovisual… La verdad es que tengo mucha suerte de poder hablar de estas cosas con Mark.
Durante un tiempo se habló de hacer una adaptación en serie de Predicador. ¿Sería algo que te interesaría?
Me gusta tanto el cómic que no tengo la necesidad de verlo en forma de serie. Si la serie me interesa en un futuro será porque la gente que esté detrás implicada me flipa. Por ejemplo, a mí la serie The walking dead me interesa en un principio porque está Frank Darabont metido, y ya está. Cuanto más disfruto una obra menos necesidad tengo de volver a disfrutarla en otro lenguaje.
Imaginemos que puedes filmar lo que te dé la gana con presupuesto infinito. ¿Qué harías?
De un tiempo a esta parte me he ido dando cuenta de que tiendo a pensar en barato. Si en el futuro alguna vez me psicoanalizo me tendrán que explicar por qué me pasa esto, pero nunca he tenido ideas a gran escala. No he pensado nunca en cataclismos multimillonarios ni en grandes sagas. Creo que jamás he escrito secuencias más caras que las que se leen en Supercrooks.
Dónde encuentras más problemas ¿en la financiación o en la distribución?
Ambas actividades me han hecho esperar más de la cuenta. Han tomado tiempo de mi vida, han provocado que una película, en lugar de empezar a hacerse mañana por la mañana se haga dentro de dos años y se estrene dentro de seis. Para mí ahí se reducen los problemas. Tendría que calcular si me he pasado más tiempo esperando que una película se financie o se distribuya. Por otro lado, a veces lamento dar la imagen de alguien que está en combate con la industria y con mi propio país cuando, en realidad, viendo lo difícil que es ser cineasta en este país, estoy muy lejos de poder quejarme.
Volviendo a los “what if” de antes, si hubieras tenido la oportunidad de finalizar Lost, ¿cómo lo habrías hecho?
No tengo ni idea, nunca me he parado a pensarlo. Sería muy osado por mi parte el pensar en un final para Lost. Creo que la serie ha tenido tal complejidad y no solamente por el propio planteamiento del guión, sino añadiendo también las dificultades propias de una serie de televisión sujeta a problemas de casting, limitaciones de tiempo… que me parece imposible imaginarme “arreglándola”. El trabajo que se ha hecho en Lost ha sido sobrehumano. Creo que es la única serie que ha conseguido arrastrar seis temporadas en torno a un misterio central. Los ejemplos más parecidos son los de Twin Peaks o El Prisionero, que son series que se desintegraron muy rápidamente. Creo que el formato serie y el misterio central son conceptos incompatibles, y por eso Lost tiene un mérito inmensio.
¿Qué es el post-humor?
Pregúntaselo a Jordi Costa que es el experto… No tengo su facilidad para formular una teoría en frio. Pero creo que ese término responde a la necesidad de Jordi de reivindicar, más que etiquetar, un tipo de humor que se libra del imperativo tradicional de tener que hacer reír. De hecho, llega un momento en que el post-humor puede permitirse generar sentimientos inicialmente opuestos al de la risa, como el horror.
¿Qué serie has seguido últimamente con especial interés?
La que he seguido con más energía y pasión quizá haya sido The shield. De un tiempo a esta parte no he seguido más series norteamericanas que británicas. Ahora, por ejemplo, estoy sorprendido con Sherlock; considero que es brillante. La ventaja de las británicas es que las políticas de emisión permiten temporadas cortísimas, de cuatro o seis capítulos, cosa que me parece bastante relajante. Las series norteamericanas han descubierto la brillantez de un tiempo a esta parte, pero es que las inglesas lo han sido desde siempre.
Imaginemos que en España se produce una serie a lo grande, al estilo de la HBO, ¿qué actores podríamos elegir?
Tenemos reciente el caso de Crematorio, que ha sido el intento más notable por acercarse a estas nuevas series. A priori no parecía que Pepe Sancho fuera la mejor opción para encabezar una serie de prestigio moderna y, sin embargo, funciona como un cañón. Una cosa que han conseguido todas estas series es ser impredecibles con los castings. Nadie hubiese podido pensar que James Gandolfini podía liderar una serie como Los Soprano, o que Kiefer Sutherland pudiese ser un héroe de acción, cuando ahora nos parece el action hero definitivo. Aquí también tendríamos que luchar por ser impredecibles, no sé, una serie dramática en la que los protagonistas fuesen Fofito y Ángel Garó. Es perfectamente posible, son dos actores buenísmos, ¿no?
¿Has estado siguiendo Juego de tronos?
No, pero porque tengo tan reciente el libro que me da pereza. Entiendo que disfruten la serie más quienes no han leído los libros o lo hicieron hace tiempo.
¿Y para pasar un poco la abstinencia hasta el próximo libro?
¡Qué va! Si yo leo a paso de burra. Ahora estoy leyéndome el tercero… voy despacito. Soy de leer varios libros a la vez y tardar siglos en terminarlos. Una señal de lo buen narrador que es George R.R.Martin es que puedes dejar el libro en la mesita de noche un mes y cuando lo retomas te acuerdas perfectamente de todo, cosa que en una trama así es muy complicada.
Antes los cineastas tenían un aura de misterio e inaccesibilidad y ahora tú, por ejemplo, estás todo el día en Twitter, concediendo entrevistas… ¿Es una actitud natural o es por promoción?
A veces se tiende a pensar que cada vez que abres la boca o cuando, incluso en contra de tu voluntad, llamas la atención por algo, está todo encaminado a la promoción cuando en realidad yo sólo estoy de promoción cuando tengo algo que promocionar. No me sirve de nada promocionarme a mí mismo. De hecho, es más aconsejable que, entre película y película, uno sepa desaparecer para no atosigar o saturar tu presencia en los medios y que así cada película sea una especie de regreso. Sería lo conveniente. Sin embargo, estoy aquí dándote la brasa; unas veces porque estoy en Twitter y me apetece decir algo y otras porque me queréis hacer una entrevista y no tengo todavía los huevos de decir que no. Entiendo que sí, que estoy presente, pero tampoco es promoción. Promoción en mi caso es cuando tienes cerca las fechas de un estreno o un lanzamiento en DVD. A partir de ahí, todo es cortesía, imprudencia o diversión.
Fotografía: José María Martínez
PERO QUÉ COJONES DICE ESTE TÍO?
NO PODRÍAIS ESCRIBIR COSAS QUE LE INTERESEN A LA GENTE?.
OTRO MÁS QUE SE APROVECHA DE LAS SUBVENCIONES PARA CRITICAR A LA FAMILIA.
EL DÍA EN QUE HAYA UN SUPERHÉROE HOMOSEXUAL. LA VAMOS A LIAR. OS REVENTAMOS A HOSTIAS.
Y PORQUÉ NO SE HACEN PELÍCULAS SOBR EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA. ANDA QUE NO TENEMOS HISTORIA LOS ESPAÑOLES. Y MIRA LOS YANKIS. 4 COSAS, PERO BIEN QUE LAS APROVECHAN. PERO CLARO, ESTANDO TODO EN MANOS DE ROJERAS Y NACIONALISTAS…
AHORA SÍ QUE ME HE LEÍDO LA ENTREVISTA.
CUALQUIER COSA EN LA QUE SE HABLE DE JORDI COSTA, DEBE TENER EL SUFIJO POST- EN UN RADIO DE MENOS DE 20 METROS.
SI ES QUE SOIS TIERNOS, DE TAN OBVIOS….
LO RARO ES QUE NO HAYÁIS HABLADO DE PHILP K. DICK
Vigalondo, ese titán.
Vigalondo? Vigalondo? Ah, el neonázi que le gusta hacer chistecitos sobre el Holocausto para epatar viejas…
Los comentarios no están a la altura de la entrevista.
ddaa: Eso creo yo.
Echo de menos que alguien le pregunte a un director español que qué piensa sobre el hecho de que en España no haya ni un solo director capaz de coger un guión de otra persona y hacerlo realidad, los directores españoles la mayoría se creen que por ser directores son también buenos guionistas y eso no ocurre siempre, más bien es el talón de Aquiles de muchos directores, y no lo digo por Vigalondo que precisamente me gustan sus guiones. Pero que un director en España le den un guión de otro y en un alto porcentaje lo acaben modificando hasta que no lo conoce ni la madre que lo parió es un drama para los guionistas españoles, los trabajadores de la industria más maltratados de lejos.
Por cierto, al pseudo-masaenfurecida…te faltan neuronas e ingenio para que cuele que eres MASAENFURECIDA.
Hecharon fuera a Mark Millar de DC porque sus historias siempre dan un giro desagradable y truculento que no aportan nada a la trama: puedes hacer que hechen a los super heroes, pero que los torturen, violen, sodomicen y luego te jactes de ello, acaba por dar la sensación que la violéncia es el mensaje en si mismo y que el autor es un sádico.
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