¡Athleeeeeetic! El grito retumbó en el Bulevard Oroño en una fría noche rosarina calada por la humedad penetrante del río Paraná. Allí, en uno de los apartamentos del edificio más imponente, un escalofrío sobrecogió a Marcelo Alberto Bielsa al escuchar asombrado aquel rugido. Lo confesaría días después a través de una llamada telefónica. A 11.000 kilómetros del Botxo, aquel 7 de julio, la jornada en que Urrutia fue proclamado presidente del Athletic, Bielsa entendió la grandeza del Athletic mientras cerraba la maleta que le acompañaría a Lezama.
Atraviesa el fútbol años de militancia, tiempos de trincheras absolutistas, de mozarts y salieris. Mourinhistas, guardiolistas, maradonianos… Un escenario que no es ajeno a quien apadrinó en Argentina La Tercera Vía, alternativa al maniqueísmo futbolístico por excelencia: bilardistas y menotistas. El bielsismo trasciende al fragor dialéctico, a la polarización balompédica. Incluso el guardiolismo ha bebido en él. Aquel día que Pep visitó la quinta familiar de los Bielsa en Máximo Paz, aquel día en que David Trueba fue central y tuvo como pareja a una silla… Minucioso hasta la obsesión, estajonovista hasta la hipocondria, Bielsa se estrenó como técnico en la Universidad de Buenos Aires realizando un casting entre 3.000 jugadores. Luego llegaron los ochos años en la cantera de Newell’s, los dos títulos con el titular del Coloso de Parque Independencia, las lágrimas derramadas en la final de la Libertadores de Morumbí ante Sao Paulo, el Apertura con Vélez, la decepción con el Espanyol, donde se le atravesó en medio de la vía Pékerman, y la selección albiceleste. Su sueño. Una pesadilla en la que terminó aplastado por el inexorable peso de un fútbol que paga los excesos de su oscura dirigencia, de un campeonato devaluado por la descapitalización que conlleva la venta indiscriminada de talento, por la corrupción del fútbol local, por el efecto nocivo de una prensa histriónica que practica el resultadismo radical (con honrosas excepciones) y, especialmente, por la inexistencia de un libreto de juego. En una palabra, por el cáncer del cortoplacismo. Años, los de la Selección, que siguen alimentando el caudal de reproches de los que se nutren sus detractores, quienes desdeñan el oro olímpico de Atenas donde, por cierto, ganó sin encajar un solo gol.
Enemigo militante del exitismo, Bielsa tiene un punto sadomasoquista que le hace recrearse en la derrota, como forjadora de un futuro ganador. Didáctico y pedagógico hasta el paroxismo, cada decisión suya abre el mar Rojo con las trompetas de Jericó de fondo. Con Bielsa la militancia es obligatoria, dado su peculiar modus operandi. Calla y trabaja hasta niveles enfermizos, siendo el Profe Bonini quien trata con unos jugadores desacostumbrados a la minuciosidad del rosarino. Estudioso, quasi filósofo del fútbol, su propuesta tiene en realidad mucho que ver con su forma de ser. 3-3-1-3 agresivo, directo y estajanovista que exige responsabilidad creativa a los zagueros y sacrificio defensivo a los delanteros. Una concepción orgánica del equipo que linda con principios ajedrecísticos, un ejercicio de funambulismo en el filo de la navaja. El Loco rehuye las entrevistas, sólo habla en ruedas de prensa maratonianas donde tienen la palabra todos los medios. Conviene recordar, en estos tiempos abruptos, lo de «todos». Pocos titulares, todos superada la hora de comparecencia y una concesión: a quienes conoce, les responde mirándole a los ojos. En una ocasión un sonó su teléfono y un dinosaurio mediático argentino le advirtió: «Así como te puse, te puedo sacar». Bielsa desatendió la amenaza. No es su guerra.
La temporada ha amanecido inquieta en Bilbao, donde muchos no le fían el turrón. Pero la experiencia dice que su fiablidad es notable en proyectos iniciáticos de tintes formativos como Newell’s o la selección de Chile… Pero necesita tiempo, bien precioso y escaso en este fútbol en el que las derrotas buscan coartada en las portadas de los diarios y las victorias esconden vigas en el ojo propio. Sostiene Ezequiel Fernández Moore, periodista argentino con cierta cercanía al técnico, que «lo mejor de Bielsa siempre está por venir». Si el Athletic tiene paciencia para que cocine a fuego lento su receta, quizá algún día le veamos encaramado sobre algún aficionado rojiblanco repitiendo el histórico grito que profirió la tarde que ganó la liga en Caballito con la Lepra: «¡Newell’s, carajo!». El único que se le recuerda exultante. Hasta entonces la aristocrática afición de San Mamés respirará inquieta a la espera de unos resultados que respalden su trabajo y espanten a la horda de apocalípticos detractores de su peculiar personalidad. Si la presión de los resultados y el circo que le rodea acaban desgastando a los moradores del Palacio de Ibaigane, entonces Bielsa recogerá su honestidad, sus bolígrafos de colores y se irá sin hacer ruido. Pero hasta que ocurra, en su cabeza retumbará el segundo grito que atronó en aquella noche fría y húmeda de julio en el rosarino Bulevard Oroño: ¡BIELSA, CARAJO!
Algunos entrenadores gozan del plácet de algunos pseudogurús y otros son vilmente destrozados por éstos; para algunos entrenadores reclaman el tiempo y la paciencia -la sal- que niegan a aquellos con quiénes no comulgan.
Mozarts, Salieris… retórica barata y maniquea; escrito de saldo.
Bielsa es un gran entrenador, bastante hosco con la prensa -¡ Oh, sorpresa !- pero sorprendentemente bien tratado por ésta; supongo que por la estética romántica del niño burbuja.
PD: Documéntate bien, Argentina ganó los JJOO de Pekín con actuación estelar de Di María.
serge 23/09/2011 7:20
soprano, mozart y salieris, en referencia a un reciente y brillante articulo de carlin sobre mou/pep, y de retorico nada, mas real que la vida misma. Y con la que le estan dando decir que goza del placet de la prensa, en fin parece una broma, sobre que sea hosco con la prensa, a lo mejor tendrias que averigüar cual es su motivacion para esa presunta hosquedad que no es tal, si no mas bien dar el mismo trato a medios grandes que pequeños. Y sobre lo de pekin, no comment solo te digo que recuerdes aquel españa chile en sudafrica, aquellos primeros 40 minutos, hasta que claudio bravo nos vino a ver, nada mas. Gracioas fermin, me ha parecido brillante, como el personaje, que trasciende lo futbolistico. Ya decia menotti, el que solo sabe de futbol, ni de futbol sabe.
soprano, mozart y salieris, en referencia a un reciente y brillante articulo de carlin sobre mou/pep, y de retorico nada, mas real que la vida misma. Y con la que le estan dando decir que goza del placet de la prensa, en fin parece una broma, sobre que sea hosco con la prensa, a lo mejor tendrias que averigüar cual es su motivacion para esa presunta hosquedad que no es tal, si no mas bien dar el mismo trato a medios grandes que pequeños. Y sobre lo de pekin, no comment solo te digo que recuerdes aquel españa chile en sudafrica, aquellos primeros 40 minutos, hasta que claudio bravo nos vino a ver, nada mas. Gracioas fermin, me ha parecido brillante, como el personaje, que trasciende lo futbolistico. Ya decia menotti, el que solo sabe de futbol, ni de futbol sabe.
Serge, realmente andas cortito en comprensión lectora. Vayamos por partes:
1) El artículo maniqueísta, forzadísimo y tramposo de Carlin sobre la dualidad Mozart/Salieri es uno de los textos más infames que me he podido echar a la cara. ¿ Por qué ? Muy fácil: Todos sabemos que se refiere a Pek/Mou. Curiosamente en Inglaterra Carlin se deshace en elogios a Mou, de hecho le pidió públicamente a Florentino su fichaje durante los primeros del segundo advenimiento.
El texto huele a refrito barato de Shyamalan, giro final -¡Eh, yo no me meto con Mou; lo hago con el City!- incluido; bochornoso resultado final.
2)A mí Bielsa me encanta pero denuncio que sea defendido reclamando comprensión y tiempo por algunos pseudogurús que están intentando derribar a otros entrenadores desde el día en estos llegaron. Eso es obsceno intelectual y moralmente.
3)España en el Mundial jugó una chufla, gracias al destrozo que hizo VDB con el trabajo de Luis. Yo no hago referencia alguna a esta competición o a la Chile de Bielsa; lo que hago es corregir al autor, el cual afirma que desde 2004 Argentina no gana nada siendo una afirmación incierta.
Además de la cierta observación de Soprano sobre la confusión entre Atenas y Pekín, no es «Fernández Moore» (es «Fernández Moores»), ni tampoco «ganó la liga en Caballito con la Lepra», en realidad aquel día ganó la clasificación para jugar la final de la liga que luego sí le ganaría a Boca. Más allá de todo, magnífico artículo.
Otro indocumentado más. En el artículo existe una confusión entre ciudades, de año -casi un lustro-, de seleccionadores y de jugadores.
Argentina ganó con Bielsa los JJOO de 2004 pero es que también ganó los de 2008 con Batista lo cual quiere decir que:
_Bielsa no es último que enseñó la senda del éxito a los argentos.
_Batista tiene mejor ratio en competiciones oficiales con la selección que «El loco». Dato bastante tenebroso éste.
¿Destrozo de Del Bosque y defensa velada de Mou sin venir a cuento? si el florentinismo más hipócrita y maniqueo llega también a los comentarios de jotdown yo no vuelvo.
Gran artículo.
Y menos mal que está aquí Tony Soprano para aclarar todas nuestras dudas y hacernos ver la luz, ya que nosotros, pobres indocumentados, no llegamos a atisbar los rayos del Sol… (ironía)
Soprano, eres el típico que dice : «huy, como te puede gustar Tarantino, el cineasta bueno es un Tailandés, que solo yo conozco y que solo a hecho 3 cortos, los demás directores, son comerciales,vosotros no teneis ni idea de cine» .Callese y dejenos disfrutar del mágnifico artículo.Por cierto el artículo solo dice que gano el oro Olímpico sin encajar ni un gol, nada mas.Respecto a Mozart/Salieri se vio claramente en el primer partido de copa lo acertado de la comparación,
no entro en el debate, solo decir que personas notables como el loco merecen mejores articulos. Demasiado forzado, tal vez intentando no adornarse tanto al autor le quedaria todo mas redondito y con algo de sentido. magnifica revista! pese a q a veces sus articulistas pecan de guayers.
Hagiografia escrita mediocremente, en la línea del autor.