Su excepcional currículum dentro de la industria musical española es algo que conocemos todos —y quien no lo conozca, debería echarle un buen vistazo— y el reconocimiento a su empaque como músico va más allá de los gustos y las afinidades a géneros concretos. Ha vivido el underground y la fama, ha asimilado las raíces y ha experimentado con las fusiones, se ha codeado con nombres legendarios de los palos más dispares, pero siempre ha sido él mismo. Raimundo el de los Amaya, el de Pata Negra, el de Veneno, el que comparte escenario con B.B. King y Björk, el que le canta a su Gerundina. El título de su último disco le delata: Medio hombre, medio guitarra. Conversamos con Raimundo Amador, el vástago genético del flamenco, el hijo espiritual de Jimi Hendrix, y nos habla de su eterna historia de amor con las seis cuerdas —cuerdas de nylon o de acero, poco importa, que todas las cabalga con gracia—; de flamenco, blues y rock a partes iguales; de Paco de Lucía, King Crimson, Miles Davis y Johnny Winter; de música y más música.
Medio hombre, medio guitarra, como la canción. ¿La guitarra es el lugar donde te escondes cuando la vida te molesta?
Sí, bastante. La guitarra es mi aliada para combatir todo lo bueno y todo lo malo que me pasa.
¿Por qué se les da nombres a las guitarras y no a los pianos o las baterías?
Es cierto, tengo mi guitarra Gerundina, y aunque también toco el bajo a ninguno le he puesto nombre. También tengo un piano —aunque no lo toco— y tampoco tiene nombre. Pero a mi furgoneta sí que le he puesto nombre: se llama Canastera, como el tema de Camarón.
Willie Nelson toca con una sola guitarra, que está ya hecha polvo, y dice que, si algún día se le rompe, se retirará de la música. ¿Lo entiendes?
No. Me parece que lleva una Martin toda despellejada ya y eso se puede partir en cualquier momento. O imagínate que se la roban, ¿se retirará de la música? Yo no lo haría. Un día pensé que había perdido a mi Gerundina, que por eso saqué una canción —con la ayuda de Carlos Lencero, claro, porque yo no soy poeta— y por culpa de eso tuve un accidente de coche. Porque estaba muy amargado, pensando que la había perdido… pero no como para quitarme de la música. Yo seguía tocando. Aunque finalmente no la había perdido, por un malentendido se había quedado en el estudio de grabación donde habíamos estado trabajando con Arrajatabla. Ahora tengo muchas guitarras, que he comprado para darle descanso a Gerundina y que no se llegue a partir.
¿Gerundina ya está cerca de la jubilación?
No, está perfectamente. Lo único que tengo que hacer es cambiarle las clavijas, y no lo hago porque así no la cojo tanto. En este último disco, por ejemplo, Gerundina no suena. Pero yo creo que Gerundina me trae suerte, es como un amuleto.
¿Cómo le explicarías la pasión por la guitarra a alguien que no la toque?
No sé si tiene que ver con lo que me estás preguntando, pero yo, cuando era un niño, había veces en las que me iba a jugar y no cogía la guitarra. Mi padre me decía que tenía que tocarla, pero yo no quería. Entonces me dijo: «Si no quieres coger la guitarra, no la cojas», y me pasé un tiempo sin tocarla; pero yo solo acabé volviendo a ella, espontáneamente. Probablemente si mi padre me hubiera insistido más habría sido como una obligación.
¿Es la voz de Björk el cante jondo del Ártico?
Björk hace de todo. Es mejor que yo. Ya me gustaría a mí ser como ella, tener su potencia… pero en algo sí que nos parecemos: en un solo de guitarra quizá yo meto country y otros estilos, y ella hace algo parecido. En Benicàssim, por ejemplo, alargó una canción y le metió música árabe, flamenco, jazz… para mí Björk es como Aretha Franklin, pero en su rollo y más completa. Aretha ha estado en el jazz, el blues, el soul… pero creo que Björk es aún más versátil, es todo.
¿Qué nuevos valores del flamenco te gustan?
Hay gente muy interesante, incluso muchos de ellos son desconocidos. Entre los famosos diría Diego “El cigala”, Poveda, Montse, la Tana… hay mucha gente que canta. Lo que pasa es que tras la muerte de Camarón estamos todavía bastante huérfanos. A ver hasta cuándo, ya nos iremos acostumbrando. Yo todavía no me he acostumbrado.
¿Con quién te gustaría tocar y aún no has podido?
He tocado con Paco de Lucía, pero no hemos llegado a hacer nada serio. Podríamos hacer algo conjunto con él, Vicente Amigo yTomatito. Y del extranjero Eric Clapton, Jeff Beck, John Mayer, Johnny Lang…
¿Has escuchado a Warren Haynes, el líder de Gov’t Mule y que está también con los Allman Brothers?
A Warren Haynes no le he podido escuchar, pero me gusta mucho Derek Trucks, que no sólo toca el “slide” al estilo americano, sino que también incluye escalas árabes e hindúes, es muy interesante. El otro día escuché a su mujer, que también toca la guitarra y canta, y también es buena.
¿Con quién no tocarías ni aunque te lo pidiera?
Eso no pasaría. Una cosa es que por agenda y compromisos no pueda, pero creo que los artistas nos tenemos que respetar.
¿Alguna vez mientras improvisas dudas entre un fraseo de flamenco y uno de blues y acabas quedándote a medias?
No, yo toco, y lo que sale es lo que sale. No sé la gente, pero yo me quedo satisfecho. Lo que sí he notado es cuando he tocado con B.B. King, por ejemplo, que yo he empezado muy tranquilo y bluesero, pero cuando le meto un fraseo de flamenco es cuando él flipa. Y aún se sorprende más si en lugar de tocar con cuerdas de acero lo hago con unas de nylon, no lo tiene tan visto. El otro día, en el circo Price, toqué con una Parker, con cuerdas de nylon, pero usé el amplificador de mi guitarrista acompañante y parecía el sonido de B.B. King. Aún no está confirmado, pero es posible que este año vuelva a tocar con él. El año pasado fui a verle y lo primero que hizo fue preguntarme por mi hija, que la sacaba al escenario cuando era pequeña, y le dije al traductor que le dijera que se ha casado y está embarazada, y se quedó prendado. Y lo segundo que me preguntó era si me había traído la guitarra.
¿Hay que haberlo pasado mal en la vida para hacer blues o es un mito y no es más que música?
El flamenco, el flamenco jondo y todos estos rollos son un cante de “duquelas”, que en el argot de los flamencos quiere decir fatigas, de raíces, de sufrimiento… y en el blues es lo mismo, por eso tienen mucho que ver. Y los morenos tienen mucho que ver con nosotros. En el vestir son bastante horterillas, también (risas), les gustan los brillos, igual que a los gitanos. Les gusta mucho también maquearse y el “colorao”, igual que a los gitanos. A mí, personalmente, no me gusta mucho —cosa muy rara en un gitano— pero si te pones oro encima te atienden diferente. Cuando pides algo piensan: «Bueno, al menos éste tiene para pagar».
En Medio hombre medio guitarra algunos cambios de acorde recuerdan al grunge. ¿Qué te pareció ese movimiento?
Desde los 70 con Led Zeppelin los únicos que han inventado algo nuevo han sido Nirvana, cambiaron el sistema. Me encantan. Y eso que cuando salieron, en los 90, no lo entendí, lo he apreciado más ahora, de mayor. Yo notaba que los acordes y la manera de componer eran diferentes, pero pensaba que eran niñatos que hacían mucho ruido, hasta que vi algo muy interesante ahí…
Sí, pero, en medio de todo ese ruido, las partes vocales se caracterizaban por ser muy melódicas, está claro que tenían algo especial. Yo tampoco los supe apreciar en su momento, y eso que me cogieron en plena adolescencia, pero ahora…
Y eras más joven de lo que yo era. Y de hecho creo que incluso Herbie Hancock tiene una versión de Nirvana, y ése no es tonto. Pero esto de apreciar a un grupo pasados unos años me sucedió también con los Beatles y la música clásica.
El riff de Sal de Najas recuerda a los Led Zeppelin de la última época, y a veces a King Crimson. ¿Te gusta el rock progresivo?
Sí, me gusta. King Crimson y cosas del rollo más guitarrero como Deep Purple, todo aquello de finales de los sesenta y los setenta. Me he comprado discos de Robert Fripp en solitario, pero no me divierten. Me gustan los primeros discos de King Crimson y el Discipline, cuando entró Adrian Belew.
¿Te atreverías a grabar un disco de jazz?
No, pero ni de jazz, ni de flamenco, ni de rock. Sería como traicionar a mi público de la fusión. Yo puedo hacer un disco de flamenco, y de jazz supongo que si me lo propongo, también. Desde Pata negra tengo temas jazzeros, pero no tengo un lenguaje jazzístico, no soy un jazzman. Lo que pasa es que tengo un lenguaje de “la rebujina agropop”, como dice mi buen amigo Pepe Begines, que me permite, pese a no haber estudiado el jazz, coger algunas cosas y mezclarlas con el flamenco y el blues. Yo me pongo una base y toco, y sale lo que sale. A quien le guste, bien; y a quien no, pues que escuche otra cosa.
¿Qué diferencias hay entre el público del flamenco, el del jazz y el del blues?
Los tres son muy cerrados y ortodoxos. A Miles Davis, por ejemplo, lo criticaban mucho, y yo lo escucho siempre y flipo con él. Se dedicaba, como yo, a mezclar cosas, ha hecho hasta hip-hop. A mí también me han criticado, igual que a Hendrix, y eso que él nunca perdió sus raíces, tocaba el blues como nadie. Los tres públicos son muy cerrados, pero yo creo que quien se cierra a una cosa se está perdiendo otras. El que se moja el culo… ¡incluso criticaron a Camarón por La leyenda del tiempo! Pero lo peor nos lo llevamos nosotros con Veneno; hasta yo llegué a pensar que quizá habíamos hecho un disco muy malo.
¿Qué músico de los últimos cinco años te ha impresionado más?
No sé cuantos años lleva, pero a John Mayer lo escuché hace poco. Igual que también me gusta un guitarrista que está en Sevilla, llamado Antonio Rey. Ahora la gente está tocando mucho, de donde menos te lo esperas sale un buen guitarrista. Pero está lo de siempre, hay quien se lo da Dios y hay quien, por mucho que toque y estudie… puede tener mucha técnica, pero hay que transmitir.
¿Prefieres un guitarrista con feeling a uno con mucha técnica?
Sí, hay alguno que con sólo dos notas te pellizca en los riñones… pero claro, si además del pellizco tiene técnica, mola; como Paco de Lucía, Vicente Amigo…
¿Cuál de las versiones que has hecho te ha costado más interpretar?
Para Arde la calle me costó hacer El canto del gallo porque tiene una letra muy larga, pero me ha gustado como quedó. Estoy muy satisfecho también de Casitas blancas, que es una canción de Eric Burdon y The Animals. Que he respetado pero que, como siempre, me la he llevado a mi terreno. O con Jessica, de los Allman Brothers, que he llegado a tocar con Dickey Betts. O el Little wing, que en el disco llamo A mi aire. Y es que así es como las hago: a mi aire. Cuando encaro una versión no me aprendo la canción, para evitar copiarla, sino que la veo por encima y a ver qué sale. Es que si la machacas mucho sale una copia, y para hacer una copia ya está la original, que probablemente será mejor. Y no digo que mis versiones sean mejores que las originales, pero al menos son diferentes. Igual que me gusta un disco que hicieron con versiones de los Beatles en estilo salsa y son. O un disco que tengo, que es el Little wing de Hendrix tocado sólo con cuerda: violonchelos, violines, violas… es una gozada, parece música clásica de la buena.
Cuando escuchas una de tus grabaciones y detectas un error, ¿sientes dolor y querrías volver atrás en el tiempo y rehacerlo?
No, a mí no me gusta la perfección, me gusta equivocarme. En mi anterior disco, por ejemplo, hay un tema llamado Jefe navajo, que me dio Pablo Carbonell, en la que me voy de tono, pero lo hice a propósito, porque me dio la gana, regodeándome, como diciendo «a ver qué piensa la gente».
¿Por qué una Stratocaster?
La primera guitarra que tuve fue una Telecaster, pero como quien me metió en esta música fue Hendrix, pensaba en una Stratocaster. Pero yo soy de todas las guitarras. La Stratocaster me va bien, pero cualquier otra guitarra también, es cuestión de cogerle el punto. Pero la Stratocaster es la más versátil, puedes hacer rock con pedales, soul, funky… y es la guitarra más agradecida, porque no da problemas de acoples, se come muy bien los pedales y las distorsiones, me gusta mucho. Y tengo, por ejemplo, Les Paul antiguas y me encantan, son guitarrones. Con Kiko Veneno, por ejemplo, la usaba para un tema; para el resto, la Strato.
¿Qué te llevó a coger una guitarra por primera vez?
En mi casa siempre ha habido guitarras. Mi padre tocaba la guitarra, nos ha criado a los ocho hermanos con la guitarra. Desde que estaba en la barriga de mi madre que oigo guitarras. Porque yo creo que los bebés, cuando aún no han nacido, sienten la música.
¿Hay diferencias insalvables entre un bluesman negro y uno blanco?
Es parecido al flamenco. A mí me gusta el flamenco gitano, aunque hay algunos payos que se salvan, pero no muchos. Entre los que se salvan, de los que me puedo emborrachar con ellos escuchándolos, están Paco de Lucía, Vicente Amigo, Capullo de Jerez… que hasta me pensaba que era gitano, hay gente que engaña. Y que te engañen es bueno. En el blues pasa igual. Últimamente, por ejemplo Eric Clapton, está tocando muy negro. El disco que ha hecho con B.B. King, Riding with the king… cuando se pone a hacer blues, el cabrón toca bien. A ver, Johnny Winter es más negro que Clapton, aunque sólo tocando.
¿Hay algún estilo del flamenco que no te guste, que pienses que es una perversión?
No, porque el flamenco es una música que se puede fusionar muy bien con todo, es muy agradecido. Pero creo que el que quiera fusionar una música tiene que haberla mamado y estar metido dentro, porque si no saldrá una fusión forzada y nada natural, no transmite ni tiene el rollo que tiene que tener. Tanto el blues como el flamenco son una forma de vida. Yo he fusionado tanto que seguramente haya algo que no me ha salido tan bien, pero es que yo escucho mucha música.
¿De todos los estilos?
Sí; hindú, árabe, turca, clásica, country, rockabilly, rock, reggae, jazz, son…
De todas las colaboraciones que has hecho con otros músicos, ¿cuál es la que te hace sentir más orgulloso?
La que hice con Camarón o Enrique Morente porque ya no están aquí. A Camarón lo tenía cerca, pero nunca pensé que iba a tocar con él. Pero con B.B. King me pasó lo mismo, lo escucho desde que tengo catorce años y flipaba con él. O Björk, Santana… estoy orgulloso de todas las colaboraciones y grupos que he tenido.
Defíneme a Jimi Hendrix.
Es el culpable de que esté hablando contigo, porque sin él quizá estaría tocando para los “guiris” por ahí, amuermado en una sala de fiestas o me habría ya retirado. Se lo debo todo.
Fotografía: Gonzalo Merat
Curioso lo del tío Raimundo. Musicalmente no me interesa una mierda, pero se hace de querer, qué tío más simpático.
Para que digan que no hay buena música en España, una pena que los que nos comemos en los medios sean otros.
Pingback: Jot Down Cultural Magazine | Pablo Carbonell: “Hace falta un periodismo que saque los colores a la gente”
Pingback: FOTÓGRAFO DE ENTREVISTAS (II) - Joaquín Reyes por Gonzalo Merat
musicalmente no interesa una mierda??? lo que hay q oir…
Mas allá de los gustos, si tienes la suerte de ver a este tipo en directo te aseguro que vas a flipar.
Y respecto a algunos menosprecios que tan frecuentemente se dan en este país en el tema musical, creo que las pintas y el origen étnico de Raimundo condiciona que más de uno piense no sé muy bien qué y no lo valore, pero más allá de gustos, lo que ha hecho este tío es digno de admiración.
Yo también creo que Raimiundo está poco valorado. Es un músico como la copa de un pino. Ya lo que hizo con Pata Negra era tremendamente novedoso. Tiene mucha razón en lo que dice acerca de la fusión… para que funcione, hay que partir de un estilo, hay que haber vivido en un entorno purista. Porque si no, no es fusión, es una mera receta de cocina; es Phil Manzanera tirandose el rollo latino porque escuchó dos cumbias cuando era pequeño, por ejemplo.
Raimundo está a un nivel increible en la electrica. Yo le he visto tocando con algún bluesman americano de estos de nuevo cuño (Eric Sardinas, creo), y no hay color. Y además de eso es un tio humano, con sus defectos, pero mucho más persona que personaje.
Pingback: Raimundo Amador, estrela indiscutible do Ribeiro Blues Wine Festival de Castrelo
Pingback: Ricardo Pachón: «El flamenco se muere solo, no hace falta que se lo carguen» – El Sol Revista de Prensa