De la punta de los pies hasta el cuello. Malla pura y antifaz. Green Lantern, la película, parece que se ha pegado un pequeño descalabrito de público y crítica en su estreno en los USA. Pero a la espera de que llegue a estas costas y poder valorar con nuestros propios criterios si es una buena adaptación y/o espectáculo de luces entretenido (las obras maestras, por estos casos, no se destilan) con la que deglutir palomitas en el cine o una tontería de proporciones sublimes que dormirá a los profanos y/o implosionará venas de fanboys de tres en tres… vale la pena estrenar esta intermitente sección dándole un repaso al superhéroe de los frikis entre los frikis. Porque puedes reconocerte fan de Superman o Batman (los clásicos encapados), que nadie te va a mirar raro: son los superhéroes del pueblo llano. Ahora bien, coméntate seguidor de Flash o Green Lantern y empieza a recibir miradas raras. Hablamos del ídolo de los listillos: cuando jugabas a superhéroes en el patio del colegio y decías “Soy Superman, te mando de un puñetazo a la luna”, el delgaducho cuatro ojos llegaba y te contestaba con un “Soy Linterna Verde. Campo de Fuerza. No me hace nada” y te dejaba a cuadros. Si aún te preguntas que es un campo de fuerza y qué hace un tipo vestido con mallas verdes y un anillo cósmico salvando el universo, sigue leyendo (aviso de spoilers mediante). Así podrás ser el listillo cuando vayas a ver la película. O lo que es lo mismo, ir de gafapasta a una de superhéroes : es el futuro.
Orígenes Secretos: a los alienígenas no se les caen los anillos.
Que no se me pierda nadie: el origen del pijama verde es sencillo si bien en setenta años de colección da para enredarse un rato. Téngase en cuenta, eso sí, que aquí hablaremos principalmente del Green Lantern de la Edad de Plata en los cómics de superhéroes, que es el que ocupa la película y el que hace que miles de fanboys nos gastemos los euros en anillos de plástico, a precios descarados, mientras andamos criticando los complementos absurdos en los que se gastan la pasta nuestras novias imaginarias.
Pues ahí estamos. Érase una vez Hal Jordan, piloto de pruebas estadounidense que es abducido de las instalaciones donde trabajaba, viéndose transportado hasta un lugar cercano en el que se había estrellado una nave del espacio exterior con alienígena y todo.
No, no era Superman. Kal-el ya había aterrizado años atrás en un terruño del medio oeste americano. Extraterrestre, sí, pero moribundo, el maltrecho tripulante se hace llamar Abin Sur y le cuenta al perplejo Hal que ha sido elegido por su anillo de poder, en base a su honradez e incapacidad para sentir miedo, para sucederle en la ardua tarea de llevar el manto de Green Lantern. Hal Jordan no se lo piensa mucho, la verdad. Después de que Abin Sur le suelte un rollo espectacular… ¡Hal acepta encantado! Y así, el novato superhéroe inicia unas cuantas aventuras en plan autónomo anónimo. Descubre que el anillo le permite volar, lanzar rayos, formar campos de fuerza alrededor de su cuerpo que lo protegen de ataques externos y crear objetos (herramientas, jaulas, mobiliario urbano o doméstico variado y un larguísimo etcétera) hechos de luz verde sólida para resolver situaciones diversas.
Pero lo de ir por libre se le acaba en breve. Un buen día Hal es reclamado a Oa, un planeta “en el centro del universo” donde se le explica su lugar en la organización de los Green Lanterns, a la que pertenecía su predecesor, y que existen como cuerpo de policías espaciales.
En Oa viven unos enanos azules en una ciudad dorada que gestionan una exótica energía verde. Estas ancianísimas criaturas, Los Guardianes, velan por el bienestar de todo el universo y tienen dividido el mismo en sectores (como si de distritos o barrios se tratara) para su administración y protección. Y ahí empiezan las aventuras de Green Lantern, ahora ya, como agente de la ley y el orden, a una escala demencial. Evidentemente, esto sólo podía haber sido imaginado en los USA. Hablar aquí de policías espaciales vestidos de verde sólo podría evocar un sudor frío y rezar por tener los papeles del coche en regla.
Al margen de su rol como agente universal de la ley otra fuente de jocosidad típica en el personaje eran las limitaciones de su aparentemente infinito poder. La energía verde no podía afectar a nada amarillo (sí, una horda de monos con bananas lo podían poner en un serio aprieto) y, además, el anillo tenía una carga que se agotaba en 24 horas. Pasado ese plazo, Hal tenía que usar una batería de poder y recitar el juramento de la organización para recargarlo. Para que acusen de corporativismo extremo a los japoneses.
Apuntes para la intelectualidad
Un empleado ferroviario en unas oscuras vías sosteniendo una linterna que cortaba o daba el paso con una luz roja o verde, fue lo que inspiró en el 1940 a la preconcepción del primer Green Lantern en la cabeza de Martin Nodell. Según contó el autor, a esa primera inspiración le añadió algunos elementos del ciclo operístico del Anillo de los Nibelungos de Wagner y otros de mitología griega y cultura popular china, para rematar la historia, a la que se uniría posteriormente Bill Finger en los guiones. Hay quien atribuye influencias de la obra de ciencia-ficción a Lensman, aunque Nodell lo rechazó en su momento.
No obstante, sí que tendría una clara inspiración futurista la reencarnación del superhéroe en Hal Jordan, en el 1959; si bien, de nuevo, los refundadores John Broome y Gil Kane, también negaron cualquier relación con las historias de Edward Elmer Smith.
En cuanto a la imaginería visual de los personajes, se simplificó el traje del héroe al pijama de cuerpo entero que conocemos actualmente y en cuanto a rasgos, Hal Jordan fue modelado en similitud al actor Paul Newman. Por su lado, los guardianes fueron diseñados bajo el aspecto David Ben-Gurión, proclamador de la declaración de independencia del estado de Israel , que también había sido primer Primer Ministro del mismo.
Distintos hombres, mismo anillo
Así, el origen primero de la cabecera Green Lantern no fue el futurista, sino uno “místico-mágico”. En el 1940, el primer portador del anillo —con un origen diferente en forma— fue Alan Scott; joven ingeniero que, guiado por una voz sobrenatural, forjó el anillo de poder a partir del metal de un meteoro convirtiéndose en el primero de estos enmascarados (éste sí, con capa, como mandaban las modas en pijamas del momento). Aunque proveniente de una mitología bastante diferente, los guionistas de la DC establecieron muy a posteriori (después de la saga Crisis en Tierras Infinitas) un vínculo de unión entre el origen de Alan y el de los Green Lanterns contemporáneos, en pos de la continuidad y la eternidad de los personajes.
Los posteriores a Hal son varios. Probablemente, el más carismático y recordado por los fans es el impresentabilísimo Guy Gardner. El pelirrojo era también un candidato elegido por el anillo de Abin Sur para ser Green Lantern. Pero el anillo detectó a Hal más cerca y, llámale vago, lo eligió a él. Desde entonces, el chuloplayas de Guy a pesar de que ha sido portador del uniforme varias veces, no deja de tener unos ciertos resquemores con Hal. Con Hal y con media Liga de la Justicia. Inolvidable el día en que Batman lo tumbó de un puñetazo por bocazas y pesado (con media Liga aplaudiendo)
Jonh Stewart, el siguiente portador terrestre, fue un intento por parte de la DC de colocar minorías étnicas en sus cómics en los setenta; ante el plantel más bien pálido de la mayoría de sus personajes incluyeron a un afroamericano, arquitecto y veterano marine, como sustituto de Hal; igualmente, llegaría a ser Lantern de pleno derecho. Kyle Rayner, en los noventa, que era un joven ilustrador gráfico, fue el último Green Lantern humano hasta la fecha. A los guionistas del momento (en una decisión nada bien llevada por el fan medio de la serie) les había dado por coger a Hal Jordan, ponerle canas, volverlo loco, pasarlo al lado oscuro y hacer que éste le midiera el lomo a todo el cuerpo de lanterns y casi todos los guardianes, por este orden. El último guardián superviviente le legó el último anillo a Kyle y se convertiría en el único Lantern que quedaría en activo tras la escabechina suprema.
Renacimiento : from Zero to Hero
Quien haya leído suficiente cómic de superhéroes conoce de sobra las estrategias con las que editores y guionistas (con mayor o menor presión de los primeros) montan lavativas cósmicas para renovar colecciones, inmortalizar a los personajes y aumentar o recuperar ventas. Algunas de ellas pasan por eliminar temporalmente a los protagonistas. Otras, suponen cambiar a los protagonistas principales pero interpretando la misma identidad superheroica. En otras ocasiones, les cambian los poderes y la apariencia de forma salvaje. Y así hasta un largo etcétera de recursos de rejuvenecimiento y liposucción para seducir al lector.
La nueva puesta en marcha de todo el apartado verde del Universo DC era fácil. Tras la casi completa desaparición de toda la mitología de las linternas cósmicas lo único que había que hacer era levantarlo de nuevo, como quien recoge las fichas tumbadas de una partida de ajedrez para empezar otra. Kyle Rayner ya había devuelto a la vida a los guardianes, así que quedaba dar una explicación a la locura de Hal (que sirvió para entroncar con historias futuras) y volver a montar los corps. Por otra parte, gracias a una historia que Alan Moore escribió para la colección Tales of Green Lantern Corps allá en el 1987, se pudieron empezar a preparar las historias que seguirían a ese reinicio de la colección y todo su entorno.
Y esa es la grandeza de los genios, amigos. Dieciocho años después, una de las tres historias cortas que llegó a escribir Moore permite devolver a la gloria a un título y una mitología superheroica que estaba tristemente olvidada.
Con ello, se produjo una expansión de todo el trasfondo “lanternesco” de la DC, altamente notable, que les daría para años de cómics. De casi un único superviviente portador del anillo se pasa a recuperar toda la estructura original (con todos los lanterns humanos en activo). Pero además, las nuevas historias empiezan a alimentar las grandes sagas de la DC del momento afectando a otros personajes fuera de la colección. Y por si fuera poco, en la expansión de esta mitología añaden el invento del “espectro emocional” (siete energías, siete colores, siete emociones) y se sacan de la manga seis corps más, convirtiendo el Universo DC en la verbena más espectacular jamás vista corriendo los anillos de colores como si fueran rebajas de mercadillo playero.
Recomendaciones varias
En los setenta años de historias del personaje se ha producido material de calidades diversas. Gran parte del material actual lo ha estado publicando Planeta de Agostini y, quitando alguna curiosidad inédita, aquí va una selección :
El Clásico – Green Lantern/Green Arrow de O’Neil y Adams
Una casi-novedad en su momento, la serie de historias de estos dos autores supusieron la inclusión de temas sociales más de a pie de calle. En lo que era un tebeo de superhéroes clásico, donde lo habitual era impedir una invasión alienígena o chafar los planes del villano de turno, los autores juntan al servidor de la ley, Hal Jordan, y al liberal contracultural Oliver Queen (Green Arrow) y los ponen a recorrer el país dándose de morros con diversas problemáticas que pueden tocar al lector de a pie como el racismo, la pobreza o las drogas. En su día, levantó alguna que otra ampolla. No todos los días salía en la portada de un mainstream superheroico al discípulo de un justiciero enganchado a la heroína.
Para ponerse al día – Green Lantern de Geoff Jones
No hace mucho que Planeta de Agostini ha empezado a publicar en España los tomos recopilatorios que recogen la reciente puesta en alto del personaje y su cosmología, además, con varios números ilustrados por Carlos Pacheco. Es una buena forma de recuperar la serie para aquellos que lo dejaron, o bien para empezar a leerlo desde la actualidad con el origen un poco acicalado, eso sí.
El Inédito – Green Lantern : Willworld
Pese a no haber sido publicado en nuestro país se hace difícil no recomendar esta curiosidad de J. M. DeMatties y el desgraciadamente fallecido Seth Fisher. Ambientada en los años mozos de Hal Jordan, DeMatteis resumía esta historia en una frase : “Green Lantern y Little Nemo en el País de las Maravillas Cuánticas”. Una historia surrealista en apariencia con un sobrecarga gráfica demencial que seguramente haría las delicias de Terry Gilliam. Estaría bien que a las recientes ediciones y reediciones de obras del personaje en nuestro país se sumara ésta que, además, se ha reeditado recientemente en Estados Unidos.