Vuelve a nuestras pantallas el director patrio más conocido en la actualidad con una libre adaptación de la novela policíaca Tarántula de Thierry Jonquet. Almodóvar se adentra por primera vez en el thriller dejando bien marcada la huella de su estilo habitual, resultando una rareza de su filmografía en la que aprueba con creces. Tras el chasco del intento de noir en Los Abrazos Rotos, las bajas expectativas que generaba este film no han hecho más que beneficiar al manchego al cambiar radicalmente de registro en su nuevo trabajo.
Al leer el relato original poco podía uno imaginarse qué iba a hacer Almodóvar con un giallo de elementos tan discordantes. Jonquet nos mostraba una mujer encerrada en un apartamento a las afueras de París obligada a prostituirse por un prestigioso cirujano que le selecciona los clientes más repulsivos. Por otro lado, un asesino huye de la policía intentando desaparecer del país y el tercero en discordia resulta ser un joven encadenado a una pared, secuestrado en la madrugada. En la novela, además, los tres puntos de partida acaban relacionados con un final liquidado de forma rápida y diferente al de la película. Siendo los últimos párrafos donde residen las reacciones más pasionales, poco frecuentes en el escrito, Jonquet consigue un halo de misterio que envuelve toda la historia para conservar la confusión y el distanciamiento del lector.
Mientras en Tarántula el motor del argumento es la venganza, la clave del film, cual enésimo remake no confeso de Vértigo, es la restitución del ser amado perdido llegando a rozar lo imposible por conseguirlo, como bien muestra el fin del primer acto, justo antes de la maraña de flashbacks a mitad del metraje conduciendo a un desenlace que, al igual que el clásico de Hitchcock, muestra que por perfecta que sea una copia nunca llegará a convertirse en el original.
Pero no sólo detalles de la trama cambian. Almodóvar intenta profundizar en los personajes inventándoles emociones que no venían reflejadas en el antiguo guión, especialmente el miedo y el temor, que es la razón que mueve a todos ellos a actuar de una manera u otra. A veces acierta de pleno, como sucede con el personaje de Elena Anaya, que en el escrito de Jonquet no era más que un ente misterioso que apenas mostraba emociones; y a veces no tanto, como con el personaje de Marisa Paredes, que no viene a ser más que una actualización del ama de llaves del Rebeca de Hitchcock. Aunque al fin y al cabo, las interpretaciones de ambas, junto con Jan Cornet y mención especial a Blanca Súarez, hagan olvidar los pocos agujeros que se puedan encontrar al resultado final.
Para finalizar, resaltar esta vez el mérito de Almodóvar, que volviendo a sus personajes caricaturizados ha sabido crear un film serio y oscuro demostrando su versatilidad más allá de la comedia y el melodrama con un nuevo género en el que se le ve cómodo llegando al punto de arriesgarse a rozar el ridículo en según qué escenas. Y ciertamente, lo consiga o no, bienvenido sea el cambio por una vez.
¿Y de Georges Franju no decimos nada? Ya veo que es una reseña por si alguien no sabe de qué tirar en Cuevana. En cualquier caso, está bien con Hitchcock.
He preferido centrarme en la novela en la que se basa y en las referencias que ha citado el propio Almodovar par ahacer la critica. Desde luego que habria que analizar los paralelismos con Los Ojos sin Rostro para un analisis mas pormenorizado.
La indecision del streaming, ese drama de nuestros dias.
«(…)Almodóvar intenta profundizar en los personajes inventándoles emociones que no venían reflejadas en el antiguo guión(…)»
«Vuelve a nuestras pantallas el director patrio más conocido en la actualidad con una libre adaptación de la novela policíaca Tarántula de Thierry Jonquet.(…)»
¿Guión o novela? :)